Una ciudadela para clases medias chilenas: subjetividades de vivienda
y vida cotidiana Villa Olímpica, Ñuñoa en la década del ‘60

NA citadel for the Chilean middle classes: Subjectivities of housing and everyday life in Villa Olímpica,
Ñuñoa in the 1960s

Claudia Stern | claudiastern8@gmail.com
    Orcid: https://orcid.org/0000-0003-1381-7119
  1. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Diseño y Urbanismo,Centro de Investigaciones de Historia de la Vivienda en América Latina (CEIHVAL)
    Buenos Aires, Argentina

Recibido: 20 -02 -2020 | Aceptado: 15 -04 -2020

 

RESUMEN
Basado en documentos municipales, archivos de prensa y testimonios de historia oral, este análisis se enfoca en el proyecto habitacional para clases medias: Villa Olímpica – Población Exequiel González Cortés, ubicada al oriente de la capital, Santiago, en la comuna de Ñuñoa. La intersección entre vivienda, ahorro y educación resulta fundamental para analizar tanto la evolución de proyectos habitacionales auspiciados por la Corporación de la Vivienda (CORVI) en el marco de capitalismo nacional, así como la evolución en las formas de habitar de las clases medias. Estas pudieron extraer el máximo beneficio de dichos proyectos habitacionales, dado el tinte gentrificador impreso en el acceso a la casa propia que imponía el Estado hacia algunos de estos proyectos. De esa forma, el desarrollo urbano de ciertos sectores de Santiago, como Ñuñoa, puede ser entendido en paralelo al desarrollo de las clases medias. Ya sea a partir de la producción de espacios urbanos modernos a los que estos sectores resultaban especialmente permeables, en convergencia con el valor de la casa propia en tanto aspiración central de la experiencia clasemediera, así como de las formas de habitar y la vida de barrio de la comuna de Ñuñoa. Construida en la década de 1960, la Villa Olímpica resulta icónica para comprender las subjetividades del espacio y de la vivienda de clases medias en Chile, así como su evolución.

Palabras clave: Chile; Clases medias; Ñuñoa; Villa Olímpica; Vivienda; Espacio urbano.


ABSTRACT
Based on city council documents, press archives and oral testimonies, this analysis explores the state-funded housing project Villa Olímpica (now the Población Exequiel González Cortés). The project was designed to accommodate members of the Chilean middle classes and was located in eastern Santiago in the district of Ñuñoa. The combined issues of housing, personal savings and education are key to the evolution of housing projects subsidized by the then Corporación de la Vivienda (Housing Corporation, CORVI) within the framework of national capitalism. These elements also help to shed light on the evolution of middle-class lifestyles or modes of living, as it was these groups who benefitted most from such schemes thanks to the gentrifying aspect of State policy that was applied to certain housing projects. The urban development of particular sectors of Santiago, including the district of Ñuñoa, can be seen to have occurred in parallel to the flourishing of the middle classes. This was due in part to the production of modern urban spaces to which these sectors of society were particularly attracted, but was also driven by an increase in the social value of home ownership, an aspiration central to the middle-class experience, along with neighborhood life in such sectors. Built during the 1960s, the Villa Olímpica is not only iconic, but crucial to understanding the subjectivities and evolution of space and middle-class housing in Chile.

Keywords: Family firms; construction industry; Mar del Plata.


Introducción

En 1962 Chile fue el país anfitrión de la VII Copa Mundial de Fútbol Jules Rimet. El Estadio Nacional ubicado en la comuna de Ñuñoa al oriente de la capital fue sede central del certamen. En 1956, Chile, defendió el proyecto a la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) en Lisboa y se adjudicó el certamen por 32 votos a favor, 14 a favor de la Argentina y 12 abstenciones. El país no contaba ni con la infraestructura ni con la calidad deportiva para albergar un mundial, Chile tampoco parecía ser un país especialmente aficionado al fútbol.

Por otra parte, la elección de Jorge Alessandri como Presidente de la República (1958-1964), en cuyo mandato se celebraría el mundial, influyó en el hecho de que no se aprobara una ley de deporte previa al certamen. Alessandri no veía en el deporte ni en el fútbol el potencial social que sí habían visto algunos de sus antecesores –incluido su padre, Arturo Alessandri–, quién inauguró el Estadio Nacional en 1938. El terremoto que azotó a la ciudad de Valdivia en el Sur del país en 1960 llevó a la renuncia de los fondos estatales pendientes comprometidos para el certamen (dos mil de tres mil escudos), así como a la reducción de cuatro sedes en vez de ocho como era el plan original. La posterior devaluación de la moneda en 1961 tuvo como consecuencia que los precios de las entradas se elevaran en un 54,8%, esto influyó en que ningún partido tuviera estadios llenos y los abonos de muchos no se concretaran porque el precio de entrada de un partido equivalía a un artículo de lujo (Matamala 2010, 364). Por errores en la organización, la afluencia extranjera tampoco fue la esperada. El país anfitrión mostró el mejor semblante posible: “Entretanto, las calles de Santiago reciben una presurosa y última ‘manito de gato’, que a muchos hace exclamar: Con unos dos mundiales vamos a quedar regio”, como describía revista Ercilla en el volumen publicado el día del inicio del certamen[1].

De la inversión en infraestructura en el país, sin duda, el “legado más importante” de todo el proceso que envolvió el Mundial del 62 fue “la construcción, por parte del gobierno, del amplio complejo habitacional contiguo al Estadio Nacional, conocido como Villa Olímpica” (Ortega 2007, 178), objeto de este análisis. Aunque dicho legado no alcanzó a estar listo para el certamen, de ahí que fuera renombrado Población Exequiel González Cortés. Cabe aclarar que en el caso de Chile el uso del término población es equivalente al uso del término villa en la Argentina. De ahí que el título de villa para la Villa Olímpica confiriera una distinción simbólica del término población y destacara que esta estaba dirigida a distintos sectores de clases medias.

La segregación del país resultaba tan aparente como el progreso de su sociedad urbana y las modernizaciones locales. Las principales formas de acceso al subsidio habitacional en las décadas centrales del s. XX eran Cajas de Ahorro, Banco del Estado, Caja de Habitación Popular (1936) y la Corporación de la Vivienda (CORVI). Creada en 1953, durante el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1952-1958) la CORVI surgió de la fusión de la Caja de Habitación y la Corporación de Reconstrucción y Auxilio. El organismo continuó liderando los proyectos de vivienda estatal durante el gobierno de Alessandri, cuando el déficit habitacional alcanzó 406 mil viviendas (Martínez y Moreno 2005, 11), el enfoque también estuvo puesto en la reconstrucción posterior al terremoto. El progreso del desarrollo urbano en Chile propició que en 1965 durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) se creara el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU).

Entre 1930 y 1960 la población urbana chilena incrementó en 40% –desde 49,4% a 68,2%– (Garay 2015, 222-223). El analfabetismo fue disminuyendo en el transcurso del s. XX. Aunque en 1970, el 10% y 11% de los hombres y las mujeres activos, respectivamente, eran aún analfabetos (Gutiérrez 1975, 61). Hacia 1970, Santiago concentraba el 33,8% del total de la población del país que alcanzaba 8.884.768.[2] El florecimiento de las clases medias urbanas se incrementaba a medida que el siglo progresaba. La CORVI benefició a miembros de clases populares y de clases medias con sus proyectos de vivienda estatal[3] y fortaleció el posicionamiento del Estado en tanto “agente de producción habitacional” (Junta de Vecinos Villa Olímpica, Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 13); desde ese rol, la CORVI, lideró proyectos de vivienda emblemáticos por su moderna arquitectura, la calidad de las terminaciones y su materialidad, como la Villa Olímpica. La urbanización vino acompañada de un “proceso experiencial con el espacio” (Norsidah y Khalilah 2015, 712). Hombres y mujeres de clases medias moldeaban sus identificaciones y distinciones como parte intrínseca de convertirse en ciudadanos y ciudadanas modernos. La vivienda resultaba crucial para alimentar sus aspiraciones porque esta representaba un “indicador privilegiado de la posición social de sus habitantes” (Aboy 2008, 357).

Las identidades que configuraban las clases medias chilenas entonces fueron reforzándose de la mano del capitalismo nacional en el transcurso del siglo XX. Las clases medias no eran solo un ser relacionado con producción y consumo. Tampoco eran solamente mera imaginación basada en representaciones que transcurrían entre lo vivido e imaginado. Más bien eran una síntesis resultante de lo producido, lo consumido y lo imaginado por ellos. El resultado de las experiencias de clases medias estaba también influenciado por normas jurídicas y políticas estatales. Todo lo anterior se contextualiza entre lo nacional, los hijos del pueblo, lo cosmopolita, los inmigrantes. Y entre lo popular y lo “burgués”, lo masivo y lo elitario.

Si de cuantificar los sectores sociales se trata, los censos de la población que fueron evolucionando en el tiempo permiten ciertas estimaciones. Sin embargo, para la década de 1960 al igual que estimaciones de la década anterior resultan inexactas si el afán es poner en número a las clases medias santiaguinas de la época. En primera instancia porque aún entonces el censo no se desglosaba por comunas y el gran Santiago contemplaba a los grupos principales de ocupación sin mayor caracterización. Además dentro de estos grupos podrían converger las tres clases sociales, según el criterio con el que son estudiados. Con eso, entre los distintos cuadros del censo de la población de 1960, se observa entre los grupos principales de ocupación en Santiago considerando hombres y mujeres un total de: 56.786 profesionales, técnicos y afines, 22.207 gerentes, administradores y directivos, 88.526 empleados de oficinas y afines, 77.067 vendedores y afines, 501.639 labores del hogar y 243.273 estudiantes. Lo que hace un total de 989.498 personas (extractos cuadros 26 y 28). Dejé fuera de esta categoría a artesanos porque estaban divididos en dos categorías, pero resulta insuficiente para definir cuáles de estos serían los pertenecientes a las clases medias (193.121, 50.386 respectivamente)[4].

Mientras que si se calcula a las dueñas de casa, los estudiantes, los empleadores, los que trabajan por cuenta propia y los empleados en Santiago (extracto cuadro 27 y 28) el total es de 1.119.041 personas[5]. En cualquiera de los dos cálculos el número es un estimado y resulta insuficiente porque estos datos no permiten calcular a ciencia cierta, por ejemplo, cuántas dueñas de casa son de clases acomodadas, cuántas de clases populares y cuántas corresponden a las clases en cuestión[6]. Con eso, estos datos permiten ver la evolución de la sociedad urbana concentrada en la capital.

La celebración del mundial en Chile expone la maduración de distintas versiones de clases medias que evolucionaron en las décadas intermedias del s. XX. En la década de 1960, estas desplegaban una sensibilidad de clase clave para comprender los entramados políticos que dieron vida al campeonato. Las clases medias fueron artífices del mundial, las modernizaciones y transformaciones urbanas, además, los beneficiaron directamente. El desarrollo urbano necesario para dar vida al certamen comprendería la construcción de nuevos estadios, la remodelación del Estadio Nacional así como el hermoseamiento de sus alrededores, entre otras obras a construir para responder al desafío de celebrar un buen mundial en el país.
El Mundial del 62 también simbolizó la entrada de otros íconos de la vida moderna como la televisión (TV).

La TV transformaría las dinámicas del hogar y por supuesto, sería un elemento de distinción en la esfera doméstica. El Presidente Alessandri igualmente era reacio a la TV porque la encontraba vulgar e innecesaria. La experiencia de niño de clases medias que tuvo Manuel como espectador del mundial refleja las dinámicas de barrio y la forma en cómo la TV revolucionó las formas de sociabilizar. En aquel entonces, él y su familia vivían en la Villa Macul que entonces pertenecía a la comuna de Ñuñoa. En 1958 su padre postuló a una casa en la Villa Macul a través de la Caja de Empleados Particulares. Sobre el mundial Manuel recuerda:

“Íbamos a ver televisión donde unos vecinos y teníamos que pagar no sé 10 pesos, 100 pesos por ver el partido, lo pasábamos bien. Lo pasábamos bien porque te daban un helado de esos helados que se hacen en la casa, de agua, con palito. Por la entrada te daban un helado. Y nos sentábamos en el suelo a ver esos televisores marca Yeloso, lo pasábamos súper bien”[7].

La tensión entre nuevas modernizaciones y su incorporación a la vida cotidiana, resultaban complejas dada la precaria estabilidad económica del país. Las clases medias en su afán por incorporarlas en ocasiones se transformaban en víctimas de estas. La narrativa del sacrificio era parte de las retóricas de las clases medias. En algunos sectores de las mismas destacaba más que en otros; los comerciantes estaban sujetos a mayor inestabilidad que los empleados que recibían sueldo, aunque este resultara insuficiente para cubrir las necesidades del grupo familiar. De ahí que la narrativa del sacrificio perpetuara el individualismo en los núcleos de las clases medias porque los padres de familia se sacrificaban para que sus hijos, tuvieran acceso a una educación preferentemente humanista y así aspirar al título profesional (Stern 2017, 281), y así sino ellos sus hijos mejoraran sus condiciones materiales, incluido el transformarse en propietarios (Stern 2018, 116). El acceso a la casa propia y el traslado espacial de un departamento o casa a otra vivienda marcaba una evolución, pero esta, a su vez, no estaba exenta de sacrificios. El ahorro resultaba un elemento inherente al ethos de las clases medias. El hecho de que Manuel junto con otros niños pagaran entrada para ver el partido por TV en la casa de un vecino, exhibe una precariedad de clase. La TV no era un bien de primera necesidad, pero sí era el máximo referente de estatus entonces y el mundial la ocasión más propicia para presumirlo. El presumir de aquel estatus, asimismo, podía ser pagado en cuotas durante un largo período de tiempo. La inflación tuvo dos dígitos en aquellas décadas y las medidas económicas implementadas por Alessandri resultaron insuficientes para mejorar la situación de Chile. De ahí que en el período previo al inicio del certamen, los paros estuvieran a la orden del día y el gobierno no tuviera otra opción que ceder a las presiones (Matamala 2010, 326).

El Mundial del 62, además, expone de qué maneras el fútbol es un espejo de las problemáticas y esperanzas globales (Bar-On 2014, xv). Con la Guerra Fría como telón de fondo, el país se dividía entre la Alianza para el Progreso y la Revolución Cubana, el Ché Guevara y la URSS. Los fondos de la Alianza resultan axiomáticos en el contexto de la Villa Olímpica, según detallaré en puntos posteriores. Aunque el giro a la izquierda del país no resultó sorpresa para nadie, la llegada del socialismo de forma democrática al poder sumaba adeptos elección a elección. Salvador Allende (Partido Socialista) finalmente saldría electo cuando se presentó por cuarta vez como candidato presidencial en las elecciones de 1970. Triunfo que tuvo que ser ratificado por el congreso, que trató de ser impedido por fuerzas de extrema derecha y la CIA, lo que finalmente ocurrió con el Golpe de Estado de 1973 donde fuerzas militares, de derecha y la CIA derrocarían al gobierno de la Unidad Popular.

Este artículo es parte de mi investigación histórica transdisciplinaria sobre el desarrollo de la identidad de las clases medias en Chile en el transcurso del s. XX. La identidad, en este contexto, no se reduce a la construcción social, sino que incluye su efecto en tanto performatividad (Butler 2007, 83). Esta converge con la historia urbana, a partir del uso del espacio y sus transformaciones como parte inseparable de la cultura de clase que se vincula a su territorialización y formas de habitar, así como a las relaciones de poder, democracia y clase.

El trinomio ahorro, educación, casa propia resulta clave en la metáfora barrial de los habitantes de Ñuñoa. Diferentes versiones de clases medias que convergían y progresaban de forma paralela a la comuna le dieron un semblante clasemediero a la misma. Este, continúa siendo su sello en la actualidad. Santiago se divide en comunas, en su equivalente a Buenos Aires estas últimas serían barrios, así, Ñuñoa resulta equivalente a Almagro o Caballito.

Los testimonios citados en este artículo fueron realizados por la autora en Santiago de Chile, estos recogen las experiencias de vida de Marcela, Agustín, Manuel y Abraham; quienes representaban distintas versiones de clases medias, tanto desde sus experiencias educacionales estatales como hijos de clases medias, como sus respectivas opciones laborales, en tanto empleados públicos, empleado particular y comerciante, respectivamente. A la vez, ellos comparten el hecho de haber vivido en la comuna de Ñuñoa en los años en los que se enfoca este artículo. Ellos fueron testigos del mundial y las prácticas de barrio que lo circundaron, vivieron la transformación urbana de la comuna, sus propios traslados espaciales grafican la evolución de la vivienda en Chile, a la vez que experienciaron la gestación de la Villa Olímpica. El análisis de documentos de la Ilustre Municipalidad de Ñuñoa, como actas de sesiones municipales en el período previo al Mundial de Fútbol de 1962, así como el archivo del proyecto habitacional de la Villa Olímpica, junto con prensa nacional en complemento a los testimonios de historia oral, forman el corpus de fuentes de este artículo. Este tiene como fin comprender qué factores propiciaron que un proyecto urbano de la envergadura de la Villa Olímpica fuera construida en dicha comuna. El desarrollo del espacio urbano en Ñuñoa, su vínculo con las clases medias y su transformación como un espacio icónico para estas serán expuestos a continuación, en una síntesis histórica de esta convergencia en la comuna para posteriormente analizar, específicamente, a la Villa Olímpica, sus íconos y su centralidad en tanto proyecto de vivienda estatal para clases medias.

Ñuñoa, el Versalles de Santiago

Si de comprender el proceso de urbanización del país y la capital se trata, la comuna de Ñuñoa ubicada al oriente de la misma resulta referente por su temprano y constante desarrollo. En diciembre de 1891 comenzó a regir en Chile la Ley de Organización y Atribuciones Municipales, más conocida como Ley de Comuna Autónoma. Así nació Ñuñoa entre 267 comunas en las que fue dividido el país con el fin de descentralizar el poder del ejecutivo e impedir manipulaciones de resultados electorales, lo cual no fue del todo fácil de lograr en aquel entonces[8]. El periódico El Adelanto en su nº 2 de marzo de 1896 ya destacaba a Ñuñoa en tanto comuna referente de la capital:

“Pocas comunas en Chile habrán avanzado tan rápidamente como Ñuñoa, en todos los servicios locales. Si damos una ojeada al pasado, antes de promulgarse la Ley de Comuna Autónoma, vemos a Ñuñoa figurar entre las más obscuras y olvidadas aldeas de la República. Hoy es una población que va en camino de ser en pocos años el Versalles de Santiago y la rival de Viña del Mar” (León Echaíz 1972, 163-164)

El cambio de siglo potenció los adelantos en la comuna, el Versalles de Santiago atrajo a distintos y variados grupos de inmigrantes a vivir en esta: árabes, armenios, españoles, italianos, griegos, judíos, polacos, rusos. Algunos comenzaron modestamente, otros llegaron a la comuna cuando estaban más asentados. La gran mayoría se dedicó al comercio, lo cual propició un fluido movimiento comercial por medio de panaderías, pastelerías, paqueterías, ferreterías, bazares y tiendas. En las décadas centrales del s. XX, el desarrollo comercial de Ñuñoa fue constante (Martin Larraín 1994, 81). En Ñuñoa había una combinación de zonas residenciales con zonas comerciales. Abraham contextualiza la comuna en tanto referente para judíos-chilenos de clases medias, de acuerdo a su propia experiencia habitacional: “Nos cambiamos a Ñuñoa, cerca del Estadio Nacional. Ñuñoa era un barrio bueno, los judíos todavía no llegaban a Las Condes. Los judíos ricos vivían en Providencia, la clase media vivía en Ñuñoa. Y ahí nos cambiamos a Ñuñoa y ahí entraron al colegio Hebreo”[9]. La asombrosa evolución demográfica de Ñuñoa, refleja que si bien no estaba asociada al refinamiento de otras comunas de Santiago como Las Condes, a medida que transcurría el s. XX más y más gente aspiraba a vivir allí:

os

Población

1895

12.561

1902

19.822

1911

21.877

1934

43.287

1940

62.370

1952

125.967

1960*

201.788

Fuente: Datos extraídos de: León Echaíz, René. 1972. Ñuñohue: Historia de Ñuñoa, Providencia, Las Condes y la Reina. Buenos Aires; Santiago: Editorial Francisco de Aguirre. pp. 182-183.

*Cabe aclarar que en 1960 Ñuñoa aún incluía comunas La Reina, Peñalolén, Macul.

Conforme transcurrían las décadas y en contraste al aumento demográfico de la comuna, los límites geográficos de la misma iban reduciéndose. En 1934 se crea la comuna de La Florida con parte del territorio de la lde Ñuñoa y a partir de 1963 se separa Ñuñoa de La Reina y esta última pasa a ser comuna. Los siguientes mapas de Santiago, donde lo que corresponde a Ñuñoa en el período señalado aparece destacado en color, exponen la metamorfosis de la comuna en el tiempo y el espacio [10]. Los nuevos límites de esta quedaron establecidos en 1981 cuando estos se modificaron con el DFL Nº 1-3260, Peñalolén y Macul pasaron a ser comunas independientes y dejaron de pertenecer a Ñuñoa (Zamudio 2001, 117). En el s. XXI la transformación de la comuna continuaría. La idea de vivienda como mercancía crecería de forma descontrolada y mal regulada en Ñuñoa, edificios en altura colman avenidas y calles. Para contrarrestar de alguna forma este fenómeno, otra versión del valor de la vivienda como mercancía se establece a partir de las postulaciones que organizan los propios vecinos para declaraciones de zona típica y de resguardo patrimonial de ciertos emblemáticos espacios ñuñoínos, como la Villa Olímpica.

Ñuñoa antes de la Villa Olímpica, un epicentro de clases medias:  progreso urbano, educacional y cultural

En 1931 Ñuñoa ya contaba con tranvía eléctrico, a fines de la década se sumaron microbuses o “góndolas” y Pullman –un adelanto notable para la comuna– en 1940; se dio inicio al recorrido de 10 buses de locomoción colectiva que tuvo un incremento inaudito en décadas venideras (Martin Larraín 1994, 63-64). En 1949, Ñuñoa contaba con una línea de trolebuses[11]. La presencia de medios de transporte en la suburbanización era central para vincular de manera cotidiana la “periferia residencial homogénea con la diversidad de usos propia de la ciudad” (Sabatini, Booth y Cáceres 2002, 35). Ñuñoa conservó su condición de atracción turística y se asentó como un circuito paralelo, aunque más tranquilo, e inclusive más accesible (por tener precios de barrio), que el centro de Santiago para paseos de fin de semana. Ñuñoa tuvo amplia presencia en prensa nacional, en 1950, la revista femenina Eva en su nota “Santiago sin carretas” plasmaría con el título “Ñuñoa, la niña bonita y coqueta” un relato que daba cuenta de la vasta variedad de espacios de recreación, ocio y sociabilidad, apuntando a que la comuna “es más barrio y más chileno”. A la “plaza española” donde se reunían madres, jóvenes y niños se fueron sumando: “cines, teatros, una boîte, restaurantes caros y cierta vida independiente. Más que barrio, es proyecto de ciudad, o de pueblo en ciernes”[12]. Este proyecto de ciudad señalado en Eva expone y refuerza la evolución que tuvo el Versalles de Santiago acuñado en El Adelanto.

El Versalles de Santiago y su heterogeneidad la hacían análoga a zonas que componen usos mixtos de suelo, como Viña del Mar –la “Ciudad Jardín” chilena por excelencia–, ambas, estaban marcadas por “la mezcla social del espacio” (Sabatini, Booth y Cáceres 2002, 46-47). En 1949, En Viaje, ponía de relieve la importancia de la comuna en tanto: “exponente de progreso urbanístico y potencia económica”[13]. En 1961, Ñuñoa era señalada en En Viaje como la primera comuna del país por su importancia demográfica y una de las más extensas comunas de Santiago, en la sección “Estampas capitalinas” de Ojeda[14], por entonces la Villa Olímpica ya estaba en construcción.

Un fenómeno urbano que eventualmente contribuyó con la proliferación demográfica de la comuna se relaciona al período de “Ciudad Funcional” (1933-1952), período en el cual se aplicó la Ley General de Construcción y Urbanización chilena que: “obligaba a las comunas de más de 7.000 habitantes a confeccionar, por cuenta de las Municipalidades, el Plano Regulador Urbano”. Tanto Ñuñoa como las comunas de Providencia, Las Condes y Santiago, que disponían de recursos propios y personal técnico así lo hicieron (Bedrack 1986, 32).

Nuevos modelos de vivienda en complemento con legislaciones urbanas que se sumaban y evolucionaban en la época favorecieron la calidad de vida de las clases medias: “la higiene, la luz, la claridad, la transparencia o la conquista de un espacio versátil y flexible” (Álvarez Caselli 2011, 156) adquirían relevancia, los valores del habitar se refinaban. El acceso a estos estaba sujeto al presupuesto familiar, aunque hubo un aumento constante hacia evolucionados modelos de vivienda especialmente a partir de la creación de la CORVI en 1953. El mensaje que deslizaba el Programa de Préstamos presentado por la CORVI a fines de la década del 50 era un claro reconocimiento al tipo de chileno modesto y sacrificado premiado no solo por ahorrar sino también por invertir sus ahorros para la construcción[15]. En complemento, en 1960 el Sistema Nacional de Ahorros y Préstamos (SINAP), propició un sistema que se tradujo en un mayor acceso a la casa propia para las clases medias. Entonces, el semblante de la vivienda asociada a estas clases se extendería dado que “el organismo no dejó jamás de requerir la orientación urbanística para localizar sus inversiones” (Bedrack 1986, 32).

Ñuñoa no tenía el prestigio ni los recursos del centro de Santiago ni de la comuna aledaña, Providencia, aún con eso, su evolución expone el atractivo de la comuna como referente urbano de clases medias. Sus variadas y multifuncionales obras arquitectónicas, algunas de uso plurisocial, íconos modernos asociados a marcos de reunión fueron plasmando la fisonomía ñuñoína. Estos espacios fomentaban el desarrollo de sentidos de pertenencia. Entre las obras destacan: el edificio de la Ilustre Municipalidad, ubicado al lado norte de la icónica Plaza Ñuñoa, un centro de reunión por excelencia, la Parroquia de Ñuñoa (reconstruida 1924), el Club de Ñuñoa, Cruz Roja de Ñuñoa, además de centros de reunión asociados a élites como el Club de Leones de Ñuñoa desde 1954, el Country Club o el Rotary Club[16], además, desde 1933 la comuna tenía su propio Cuerpo de Bomberos (Sabat Pietracaprina 2000, 85). 

Un elemento central que contribuyó a la cohesión y pertenencia colectiva en Ñuñoa fue la amplia presencia de semanarios y periódicos que plasmaban la vida en la comuna, sus lugares de encuentro y las inquietudes de sus vecinos como El Heraldo de Ñuñoa, El Reporter Comunal, El Ñuñoa, Oriente, entre otros. A la vez, los semanarios deslizaban un mensaje moralizador respecto al deber ser de ñuñoínos y ñuñoínas. En 1932, este extracto del editorial “El ciudadano” en Oriente señalaba: “Nuestro periódico tratará de levantar el espíritu del ciudadano chileno, de formarlo económicamente y políticamente para evitar que caiga en manos de tiranos que lo exploten a nombre del Estado. Trataremos de formar al ciudadano higiénico y culto, para que pueda tomar parte en la comunidad nacional sin desmedro de los demás. Haremos esfuerzos por constituir un ciudadano en trabajador y moral, para que nadie sea una carga o prejuicio para la sociedad”[17]. Con un tono menos crítico y autoritario respecto del deber ser, en el primer año de aniversario de El Heraldo de Ñuñoa en este extracto de su editorial, señalaron: “Fundado sin ninguna mira política, con el único objeto de contribuir real i sinceramente al progreso social u económico de Ñuñoa i de despertar i fomentar en la población urbana i rural del Municipio, un espíritu local que nos una alrededor de una bandera que sintetice las aspiraciones de todos”[18].

Los semanarios, además, daban amplia cobertura a las actividades culturales de la comuna, El Ñuñoa, detallaba en sus números las actividades de la Sociedad Amigos de la Cultura de Ñuñoa: “Iniciación de intensos ciclos humanísticos que comprenderán conferencias, recitales, conciertos, exposiciones y otras manifestaciones del espíritu en la sede de la Casa de la Cultura”, lo cual también era parte inseparable de lo que un ciudadano culto contemplaba. El Reporter Comunal, daba a conocer el Museo de Artes Plásticas en una nota con el Alcalde que detallaba el éxito del evento: “Todos los artistas que expusieron sus obras, las obsequiaron a la Casa de la Cultura”[19]. Además, los semanarios destinaban espacio a las celebraciones locales como el día del empleado municipal de Ñuñoa, los 25 años del cuerpo de bomberos de la comuna, o los avisos de la Unión Cívica de Ñuñoa[20] . Oriente,en su sección de vida social tenía un apartado de “Asistentes a la plaza Ñuñoa” donde detallaban las reuniones en la plaza con una lista de los vecinos y vecinas reunidos e inclusive sorteaba entradas al cine por la compra del semanario[21].

El desarrollo de espacios deportivos en la comuna iba de la mano con la masificación de estas prácticas que tempranamente constituyeron un elemento integral en el desarrollo nacional (Rinke 2013, 180). En 1913 Ñuñoa fundó la Liga y Asociación de Deportes, Campo de Sports de Ñuñoa en 1918, este fue reemplazado en 1938 por el Estadio Nacional que destacaba como un centro de reunión plurisocial, con una fuerte impronta de clases medias. Estos centros de deporte, conferían otro valor agregado a la comuna respecto a la infraestructura que se iba agregando y las prácticas modernas que las circundaban. Las instalaciones deportivas eran utilizadas por vecinas, vecinos y por establecimientos educacionales que realizaban sus prácticas y competencias deportivas en el lugar, además de equipos de fútbol que no contaban con estadio propio. Agustín vivía con su familia a unas cuadras del Estadio Nacional, desde su juventud este fue parte inherente de su cotidianeidad porque además de ir a ver los clásicos universitarios de fútbol, él iba al Estadio de forma permanente a nadar[22]. El Estadio Nacional fue desde su apertura un ícono presidencialista, el espacio ideal para incrementar el civismo (Rozas 2014, 214).

Ñuñoa también fue referente en educación. A una considerable cantidad de escuelas técnicas y de las fuerzas del orden[23], se sumaban las ofertas educacionales privadas y estatales que realzaron el valor de la comuna como arquetipo de clases medias porque estos sectores encontraban allí una amplia variedad de opciones laicas y religiosas que alimentaban imaginarios aspiracionales y vínculos importantes en términos sociales[24]. La municipalidad invertía económicamente en estos establecimientos y desarrollaban actividades en conjunto. En 1948, el vínculo entre clases medias, Ñuñoa y educación se reforzó más aún cuando el Rector de la Universidad de Chile, Juvenal Hernández, trasladó la Facultad de Filosofía y Educación –que incluía al Instituto Pedagógico– a los terrenos que ocupaba hasta entonces el Instituto Inglés. Estos establecimientos, a su vez, procuraban ser un aporte para la comuna[25]. Numerosos docentes se trasladaron a vivir a Ñuñoa y esta se embalsamó de un aire intelectual que contribuyó al desarrollo de su vida cultural y probablemente facilitó su progreso porque se observaba en ellos una integración consustancial a la comuna[26]. Ñuñoa se transformó entonces en un referente central de producción de conocimiento a nivel nacional.

El desarrollo progresivo de la comuna en todos los ámbitos la hace atractiva inicialmente a ojos de las Cajas de Ahorro, la Caja de Habitación Popular y, posteriormente, la CORVI; varios de sus proyectos contribuyeron a dar y renovar la forma de la comuna. El hecho de que la comuna conservara partes rurales, facilitaba la concreción de nuevas propuestas habitacionales. Todo lo anterior permite que un proyecto de las características de la Villa Olímpica se ubique geográficamente allí y se transforme tempranamente en referente por haber integrado aspectos que hacen de un proyecto habitacional un prototipo de barrio diseñado para la interacción entre sus habitantes. La ciudadela, como acuñó la prensa en su referencia a la Villa Olímpica simboliza un hito en la modernización y calidad de los proyectos habitacionales estatales (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 49). Esta marca la cúspide del progreso urbano de Chile, Santiago y Ñuñoa, según se puede observar en la imagen de vista aérea de la Villa Olímpica en sus primeros años. En la imagen se distingue el diseño arquitectónico, la distribución de los seis sectores de la villa y sus conexiones entre uno y otro, así como también la magnitud de su torre central.

Todos, elementos que simbolizaron renovadas formas de habitar para clases medias las cuales serán analizadas a continuación.

Villa Olímpica: una ciudadela para clases medias

Marcela, ñuñoína entonces y en la actualidad compartió sus recuerdos del Mundial del ‘62 y los cambios en la fisonomía de Ñuñoa: “La Villa Olímpica se construyó para el mundial”, así destacó la grandiosidad del mundial respecto al desarrollo urbano: “Todo ese entorno de Ñuñoa cambió. Fue una tremenda experiencia el Mundial”[27]. El proyecto de la Villa Olímpica fue clave en el mejoramiento de los sectores aledaños al Estadio Nacional, para transmitir una imagen de desarrollo y progreso local hacia el extranjero en el marco de la Copa Mundial de Fútbol. La construcción del proyecto habitacional de la Villa Olímpica – Población Exequiel González Cortés simboliza, además, la evolución del desarrollo de políticas habitacionales por parte del Estado chileno durante el s. XX.

Entre los aspectos que propiciaron la construcción de la Villa Olímpica destacaron: el déficit habitacional del gobierno de Alessandri; los ideales de modernidad social estatales que se vieron potenciados por el terremoto que azotó al Sur en 1960, junto con fondos de la Alianza para el Progreso. Los fondos de la Alianza fueron utilizados por la CORVI para el financiamiento íntegro de cinco de los seis sectores en los que se dividía la Villa Olímpica (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 47).

La CORVI en conjunto con la Caja de Empleados Particulares (EMPART) llamaron a concurso público para construir en la Ex Chacra Lo Valdivieso viviendas destinadas a empleados particulares y públicos. El proyecto consistía en 28 hectáreas con viviendas edificadas entre 66 y 84 m2 con terminaciones de calidad para una población de 17 mil habitantes, distribuidos en tres mil viviendas. El proyecto final consideró 2.601 viviendas, 15.458 habitantes, dejando las áreas verdes y espacios comunes bajo responsabilidad de la CORVI. Organismo que finalmente no concretizó labores en esas áreas entonces esto recayó en los propios habitantes de la villa[28]. El diseño de la villa contemplaba un 60% de áreas comunes que correspondía a 17.060 m2 y el 40% restante se dividía entre edificación, vías vehiculares y servicios privados, según se puede observar en la imagen de la villa que presento a continuación donde destacan los bloques de departamentos de moderna edificación y materialidad (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 10).

Originalmente, la Villa Olímpica se pensó como alojamiento para los turistas que llegaran al país para el Mundial. El pago de alojamiento de los turistas iría en beneficio de los futuros compradores de las viviendas, de acuerdo a José Renard, el optimista Director de Obras Municipales de la comuna de Ñuñoa en 1961[29]. Si bien la obra se atrasó y no pudo ser utilizada para fines de alojamiento en el marco del mundial, los jugadores de la Selección Chilena de Fútbol, su entrenador Fernando Riera y su ayudante recibieron cada uno una vivienda en la villa, según había sido estipulado. El Mercurio en septiembre de 1962 informaba que la CORVI, según la Ley 14.882 publicada en el Diario Oficial, transferiría los departamentos[30].

Tres hitos hacen de la Villa Olímpica un emblema: primero, fue (en su idea original) la primera Villa Olímpica. Además, su edificación incluyó en el centro de esta la torre habitable más alta de Chile en el momento. A lo anterior se sumó un hecho inédito para un proyecto de vivienda estatal: la villa tendría un supermercado[31]. A pesar de que la Villa Olímpica no alcanzó a estar edificada para la fecha del certamen, es un ícono urbano que simboliza el espíritu del mundial, un auge del progreso alcanzado respecto a la calidad de los proyectos de vivienda estatal, así como también expone las imbricaciones de la Alianza para el Progreso, Chile y sus clases medias.

Marcela detalló otros aspectos que contribuyeron a remarcar el espíritu del certamen alrededor de la villa: “Construyeron esa calle enorme que daba a una de las entradas del estadio que viene del área poniente que ahora se llama Carlos Dittborn, porque fue uno de los que organizaron el Mundial y falleció antes”[32]. La alusión de Marcela respecto al cambio de nombre de la calle aledaña al Estadio Nacional expone desde la arista urbana y de jerarquía de la ciudad (de Certeau 1999, 117), la magnitud del Mundial del 62 en Chile. El nombre de la calle expone la legitimación histórica de Carlos Dittborn como gestor del evento y perpetúa su significado valórico. En el plano del loteo de la CORVI que data de 1967 aparecen detalladas todas las seis zonas de la villa que ya incluía iglesia, supermercado con una gran plaza a su alrededor y una escuela en el mismo sector[33]. En la parte superior de la imagen también se observa el cambio de nombre de la calle Ñuble a Carlos Dittborn.

Desde su gestación, la mirada internacional estuvo puesta en la villa. Para su inauguración, el 14 de septiembre de 1963, se entregaron simbólicamente las llaves de sus casas a 10 postulantes. El Embajador de EEUU en Chile Charles W. Cole estuvo presente en la inauguración, mal que mal, los fondos de la Alianza para el Progreso estaban dando frutos, según Cole: “La población Ezequiel González Cortés simboliza el afán de Chile por mejorar las condiciones de vida de su pueblo” (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 48). Posteriormente, ilustres autoridades internacionales visitarían la villa, esta resultaba ser una inspiración de vivienda estatal a replicar en sus países. El Intendente Municipal de Buenos Aires visitó la villa a fines de 1962, el presidente de Brasil lo hizo en 1963, en septiembre el Presidente de Yugoslavia y en 1964 lo hicieron el Presidente de Alemania Federal y su señora (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 48-49). Estas ilustres presencias en el lugar dan cuenta del impacto internacional de los proyectos habitacionales alcanzados en Chile.

La Arquitectura de la Villa Olímpica y su impacto local

La arquitectura de la villa era horizontal, la única verticalidad era la torre como se distingue en las imágenes respecto a los blocks de departamentos (ver imagen 4). La Villa Olímpica representó los principales valores de arquitectura moderna (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 9). La distribución del espacio y el hecho de que el 60% del terreno estuviera dedicado a áreas comunes –como se observa en el plano del loteo– fortalecen la centralidad de la buena calidad de vida y el vínculo entre sus habitantes. Estos proyectos de vivienda se definen como unidad vecinal –neighborhood unit concebido por Clarence Perry a comienzos de s. XX–, corresponden a un conjunto habitacional planificado y autosuficiente que interpreta las necesidades del grupo familiar y responde a estas de manera concreta por medio del diseño de la vida de barrio. El civismo era inherente a la relación que se aspiraba a generar entre vecinas, vecinos y su comunidad. La CORVI ve en los proyectos de unidad vecinal un recurso clave para afrontar el déficit habitacional, la unidad vecinal simboliza un “elemento co-creador de la ciudad” (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 12-13). La imagen de los blocks junto con exhibir la horizontalidad de la villa es, además, la única imagen de la época disponible en la que se observan a dos vecinas con sus hijos conversando fuera de los blocks de departamentos.

En la Villa Olímpica la plaza central representa la configuración nuclear del espacio común, la plaza estaba conectada al resto de las áreas residenciales de la Villa. Esta reconstruye la idea de plazas fundacionales de pueblos y ciudades (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 13), como se observó anteriormente con la Plaza Ñuñoa. Los espacios comunes son fundamentales en la formación de identidades de barrio. Uno de los aspectos que destacaron en la forma de hacer comunidad en la villa fue su liga de fútbol; las competencias de la liga daban vida propia al lugar, participaban padres e hijos y se conglomeraban grandes cantidades de público en torno a los partidos (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 56). Otros elementos diferenciadores que dan cuenta de la cohesión de los habitantes de la Villa Olímpica fueron su organización para dar vida a las áreas verdes y al desarrollo de las zonas compartidas. Para eso organizaban quermeses, elegían reinas, celebraban las fiestas patrias, además de la liga de fútbol la gente mayor se reunía y jugaba brisca, dominó o cachos. En el espacio llamado el deportivo jugaban basquetbol, voleibol, tenis de mesa (Martínez y Moreno 2005, 45-47). La creación de una Junta de Vecinos que fue una de las primeras surgidas en Chile cuya personalidad jurídica data de 1970, cuenta con sede propia y fue construida con ayuda del gobierno (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 55).

De la misma manera, la construcción de la icónica torre habitable en el centro de la Villa Olímpica representaba un orgullo para el país. Con 17 pisos, la torre, fue el primer edificio calculado en altura en Chile, además de ser el primer edificio con esas dimensiones destinado a uso habitacional (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 47), según se observa en la imagen de la torre. La irrupción de los edificios en altura exponía similitudes entre Santiago con la vecina ciudad de Buenos Aires que desde comienzos de la década del 1960 se transformó en: “una ciudad más densa, más alta y compacta”, por medio de las torres de departamentos que: “modelaron el perfil urbano” (Aboy 2008, 377), fenómeno observable a ambos lados de la cordillera de Los Andes.

Los modelos de vivienda estatal para clases medias representaban un ideal de modernidad que a veces superaba a sus mismos beneficiarios. La torre de la Villa Olímpica implicaba vivir en altura (una novedad para las familias chilenas que compraron su vivienda en la torre), novedad que tuvo entre otros aspectos el pago de contribuciones porque esta construcción era considerada un inmueble de lujo (Martínez y Moreno 2005, 83), en contraste del resto de las viviendas de la villa. El pago de gastos comunes fue otra forma de hacer colectivo y de organización nuevo para los habitantes de la Villa Olímpica en general. Por otra parte, el confort en ocasiones se veía afectado por los efectos que causaban las modernizaciones. En consecuencia, los habitantes de la torre ostentaban un grado mayor en las jerarquías institucionales que los empleaban en la época. Entre los habitantes de la torre había miembros de la Caja de Empleados Públicos y Periodistas, miembros de la Contraloría General de la República, oficiales de alta graduación de las fuerzas del orden; militares, aviación y carabineros (Martínez y Moreno 2005, 83). 

Mientras que el resto de los habitantes de la villa eran empleados estatales de menor rango, pertenecientes a distintas entidades como correos, choferes de locomoción colectiva, entre otros (Martínez y Moreno 2005, 14). Esta diferenciación entre los habitantes y los tipos de viviendas que dispuso la Villa Olímpica, exponían que la villa para las clases medias era tan heterogénea como sus integrantes. Cabe agregar que respecto a los proyectos de la CORVI, el de la Villa Olímpica, representaba: “unidades de vivienda de tipo superior edificadas para un tipo de población que puede postular a una casa con mejor terminación” (Martínez y Moreno 2005, 15).

Supermercado Unicoop: el ícono de consumo moderno en la Villa Olímpica

Indudablemente, otro de los íconos de la villa fue el supermercado. Unicoop, el supermercado ubicado al interior de la Villa Olímpica, tardaría unos años más en abrirse, el mapa de su anteproyecto data de 1965. Este simbolizaba un nuevo tipo de consumo para la masa chilena, con sus clases medias como principales compradores. A tono con el mundial, este era sin duda otro tanto del consumo moderno que se imponía en el país y expone otra forma en la que la CORVI involucraba a la empresa privada en sus iniciativas. La gestación del Unicoop en la villa merece ser mencionada por dos razones. El plano original de la Villa Olímpica no incluía un supermercado en su interior, ni menos en el centro de la misma. A partir del análisis de los documentos que contiene la carpeta de antecedentes de la Villa Olímpica que se encuentra en la Ilustre Municipalidad de Ñuñoa, a la que tuve acceso gracias a la gentileza de Alejandro Hernández de Dirección de Obras de la municipalidad, se puede comprender su gestación.

Con fecha 5 de mayo de 1965 la CORVI envió a la municipalidad el acuerdo nº 26.613 adoptado por todos los integrantes del Consejo de la CORVI en el que le hacían saber a la municipalidad acerca de la venta de una parte del terreno a la Cooperativa Unicoop Ltda. para construir un supermercado en la villa. Para eso era necesario modificar el plano trazado. La planificación contemplaba un plazo de un año desde el inicio de la obra hasta tres años en total como fecha de terminación. La municipalidad no respondió a la misiva de la CORVI, por lo que desde el organismo insistieron en el documento enviado el 8 de junio, el Vicepresidente Ejecutivo de la CORVI explicaba, además, que una vez aprobado el cambio en el plano, el Unicoop podía comenzar a ser construido de inmediato porque la Cooperativa contaba con fondos gracias a un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Este dato no es menor ya que en el marco de la Alianza para el Progreso, el BID recibió fondos para progreso social y en la reseña de créditos otorgados desde su establecimiento en 1959 Chile aparece en el listado de países con convenio. Además, en el transcurso de la década del ‘60, los préstamos del BID incluían empresas privadas [34].

La Villa Olímpica colindaba con la Piscina Mund abierta en 1945, vendida en 1990 y funcionó hasta 1991 en Ñuñoa (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 57). El principal opositor del proyecto del supermercado fue el Director de Obras de la Municipalidad de Ñuñoa en aquel entonces, quién, en una carta le hacía ver al alcalde y a los regidores que integraban el Consejo Municipal que no había que cambiar los planos ni acceder a lo que planteaba la CORVI. Lo que sugería el Director de Obras, al contrario, era ceder 15 m2 de terreno a Mund que colindaba con la villa. En un memorándum para la Dirección de Obras de Ñuñoa escrito por el propio Günter Mund, dueño de la piscina, él argumentaba que de acuerdo a estándares internacionales de planificación aplicados en Europa y EEUU, una comuna debería destinar un m2 de superficie de agua por cada 10 habitantes. Ñuñoa por supuesto estaba en déficit respecto a estos estándares, aunque contaba con 3.300 m2 de agua para recreación entre la piscina del Estadio Nacional (2.000 m2), la piscina Ñuñoa con 300 m2 y 1.000 m2 que ya aportaba la Piscina Mund. El memorándum continuaba con especificaciones exactas para la ampliación de la Piscina Mund para que así Ñuñoa alcanzara el espacio suficiente de recreación, esparcimiento y agua para sus habitantes.[35] La imagen del anteproyecto del UNICOOP se observa la ubicación del supermercado respecto a la piscina y el resto de la villa.

En un período de meses en el que las presiones hacia la municipalidad por parte de ambas posiciones –Mund y la CORVI– no cedían, las misivas de esta última, dueña de los terrenos, señalaban unilateralmente que su directorio había decidido unánimemente vender una porción del terreno para construir el supermercado. Entonces solicitaban a la municipalidad adecuar los planos para incluir el supermercado en el centro de esta. El Consejo Municipal liderado por el alcalde, reunido el 23 de septiembre de 1965, aprobó de forma unánime en el acuerdo nº 362 la adecuación del plano para desarrollar el proyecto del supermercado al interior de la villa, según solicitaba la CORVI. Posterior al acuerdo, las presiones tampoco cedieron, inclusive, el Director de Deportes del Estado, Horacio Walker, envió una carta al alcalde para que desistiera y cediera terreno para ampliar la Piscina Mund.

La polémica que dividió a la municipalidad podría pensarse como una disputa capitalista. Ambas alternativas realzaban la característica de la vivienda en tanto mercancía, por el beneficio directo de los vecinos frente a la opción del supermercado que sugería la CORVI o a la ampliación del terreno de Günter Mund que agrandaría piscina y áreas verdes lo cual también aumentaba el valor de las viviendas colindantes, además del beneficio directo para los habitantes de la villa en ambos casos. El anteproyecto del Unicoop sugería un diseño cuidado y moderno, además, resultaba toda una novedad para la época. Al margen del entramado imperialista que lo circundaba –la Alianza para el Progreso estaba detrás del supermercado–, la envergadura del proyecto de vivienda estatal que la villa sugería era una carta de presentación tanto de la Alianza para el Progreso como de Chile.

Por sobre cualquier alcance político, el supermercado Unicoop tenía una particularidad que indudablemente realzaba su valor para los habitantes: su gestión cooperativa. Es decir, vecinas, vecinos, socios y un comité de representantes se reunían con directivos del supermercado para atender asuntos de interés de la comunidad. Existía un compromiso por parte de todos los entes involucrados para que el supermercado fuera un real beneficio para la comunidad. Posterior al golpe de Estado de 1973, el Unicoop quebró y como la gran parte de los servicios del país, pasó al mundo privado (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 54). En la actualidad, el supermercado continúa vigente en la villa, como se observa en la imagen.

La Villa Olímpica y sus alcances en el tiempo 

Aunque trasciende el período histórico en el que se enfoca este artículo que data el desarrollo de la comuna de Ñuñoa que propició la gestación de la Villa Olímpica durante la década del ’60 del sigloXX, estos últimos párrafos que apuntan a la posterior metamorfosis de la villa merecen mención para destacar los alcances del sentido de pertenencia hacia esta.

Por su ubicación geográfica y su cercanía con el Estadio Nacional –este en el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 se transformó durante los primeros 58 días de la dictadura en centro de detención y tortura–, helicópteros sobrevolaban la Villa Olímpica en busca de francotiradores que presuntamente se ubicaban en los techos de los blocks de departamentos, mientras tanquetas irrumpían en las otrora zonas comunes de recreación social en busca de sospechosos. Hacia fines de la década de 1970, la Villa Olímpica ya había opacado aquel esplendor que la hizo única hasta el quiebre democrático. La villa se fue deteriorando, con las prácticas de habitar de barrio interrumpidas de raíz por la dictadura, además de la cesantía que aquejaba a los jóvenes, la vida cotidiana se complejizaba. Factores que se realzarían con la crisis económica de 1982 (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 60). La villa organizaría ollas comunes para de alguna forma enfrentar la crisis y solidarizar entre vecinos. El espíritu colectivo, aunque acallado por el desmantelamiento del tejido social en dictadura, se mantuvo siempre latente, vecinos y vecinas de la Villa Olímpica así lo demostraban, adaptándose a los nuevos tiempos. Cuando la economía tambaleaba, las delicadezas pasaban al olvido, como referencia, el vestido pasaba de ser el último grito de la moda a la mera decencia y el pan se convertía en lo más vendido (DeGrazia 2006, 117). Así, prácticas y consumos de clases medias se adecuaban.

La Villa Olímpica sufrió posteriores deterioros con los terremotos de marzo de 1985 y febrero de 2010. Aquel mismo año, la Villa Olímpica recibió un reconocimiento a su valor patrimonial, por parte de la Comisión Bicentenario, por ser una de las infraestructuras que han contribuido de manera más significativa al desarrollo urbano de Chile desde 1960. La villa es considerada a la fecha un “auténtico hito urbano” (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 66). En 2014, El Consejo de Monumentos Nacionales acogió la solicitud de declaratoria de la Villa Olímpica como Zona Típica y el 28 de septiembre de 2016 esta fue aprobada. La superficie del área protegida de Zona Típica corresponde a aproximadamente 26,28 hectáreas.[36]

Dentro del marco de las modernizadas formas de habitar que se fueron imponiendo en el transcurso del siglo XX a la vez que la transformación en el uso de los espacios y la aparición de un interminable listado de artefactos que transformaron paulatinamente la esfera doméstica, la Villa Olímpica, simbolizó un prototipo de la nueva arquitectura circunscrita en el Movimiento Moderno que Le Corbusier había modelado en la Carta de Atenas en 1933, en el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna CIAM. Este prototipo planteaba viviendas más humanas, de calidad, simples pero con buena iluminación y ventilación (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 20-21). Fueron las clases medias las que nuevamente lograban concretar sus aspiraciones por medio de los beneficios que extraían del Estado. La CORVI deliberadamente dirigió el proyecto de la Villa Olímpica hacia ellos. Al fin y al cabo, la narrativa del hermoseamiento de los alrededores del Estadio Nacional encajaba a la perfección con las retóricas clasemedieras, el acceso a la casa propia y sus renovadas formas de habitar.

Comentarios finales: Clases medias, Ñuñoa y Villa Olímpica, un trío contundente

En términos futbolísticos, la Villa Olímpica puede ser vista como un triunfo. El estribillo del himno de Los Ramblers que coreaba: “[…] Tómala, métele, remata, gol, gol de Chile […]”[37], expone a la perfección y de forma análoga la jugada maestra de la CORVI que permitió aquella victoria.

Desde la trasnacionalidad, la Villa Olímpica puede ser vista como un matiz local de la Guerra Fría. El financiamiento de la Alianza para el Progreso utilizado por la CORVI para la construcción de la villa resulta contundente. A eso además de sumó el préstamo del BID para el supermercado en el centro de la misma. Con eso, sus habitantes no pudieron ser cooptados. Desde sus comienzos, la villa desarrolló una identidad propia, su arquitectura, en la que dominaban los espacios comunes resulta fundamental en ese aspecto. El valor agregado de la Villa Olímpica se lo daban sus habitantes. La impronta clasemediera de la villa circunscribía formas de habitar para ciertos tipos de habitantes que otorgaban valor y podían mediante no pocos esfuerzos solventar los mismos. La villa expone la evolución de ambas las formas de habitar y la arquitectura de la vivienda estatal en Chile en el siglo XX. De esa forma, el espacio urbano y su transformación resultan claves para comprender el desarrollo político del espacio, sus politizaciones y las transformaciones de su uso. El valor del mismo estaba sujeto a estas variables. De ahí la relevancia de la creación de su Junta de Vecinos, que resulta ser otro atributo icónico de esta que también fue replicado en el resto del país, a lo que se sumó la posterior declaración de la Villa Olímpica como Zona Típica. Sus vecinos también cumplieron un rol central en dicha iniciativa.

Las formas de habitar permiten distinguir subjetividades de clase, la comuna de Ñuñoa tempranamente se transformó en referente nacional y referente de clases medias. La vivienda, las formas de sociabilizar que las circundaban y las prácticas mismas en el espacio exponen que el florecimiento de las clases medias fue paralelo a las modernizaciones y la urbanización del país. El desarrollo urbano estuvo incluido en las medidas de Estado de Bienestar de las cuales estos sectores extrajeron beneficios y así alimentaban sus percepciones como ciudadanos urbanos. Es por eso que para estos sectores el proyecto de la Villa Olímpica representaba un triunfo; expone la evolución de las clases medias y su expansión, los presenta como modernos, de ahí que se pudiera confundir la evolución de la sociedad hacia una de consumo masivo –que con sus oscilaciones entonces alcanzaba en Chile hasta la vivienda estatal–, con la expansión de las clases medias. Si bien no hay que confundir la evolución de una sociedad de consumo masivo con la expansión de las clases medias, sí hay que observarlos como fenómenos paralelos que se nutrieron el uno del otro.

La adquisición de patrimonio por medio de la vivienda, era un cambio indiscutible en el estatus de cualquier hombre de trabajo y la máxima aspiración para la madre de familia y dueña de casa. De ahí que la evolución de la vivienda en el transcurso de la vida, seguiría alimentando aquel ethos del propietario. El valor simbólico atribuido a la propiedad ofrecía la posibilidad de mejorar las condiciones de sus hijos por medio de la herencia. La herencia patrimonial poseía valor similar a la educación. Todo lo anterior se lograba a través del ahorro. Así el trinomio ahorro, educación y casa propia articula la experiencia aspiracional de clase y Ñuñoa se transforma en un espacio ideal para concretar aquellas aspiraciones. En consecuencia, la comuna fue y continúa siendo un referente habitacional, educacional, cultural, comercial y recreacional, un epicentro representativo de y para las clases medias.

Imagen 1. Ñuñoa en las décadas centrales del siglo XX

 


Imagen 2. Ñuñoa en sus inicios

Imagen 3. Ñuñoa en la actualidad

Fuente: Estructuración comuna Ñuñoa B.L.D INE, Instituto de Geografía en Ñuñohue Ñuñoa identidad y memoria.
La casa de todos de Ñuñoa, s/fecha. p. 12.


Imagen 4. Vista aérea de la Villa Olímpica

Fuente: Vista aérea de la Villa Olímpica, gentileza de Jordi Pérez, Equipo Zona Típica Villa Olímpica, Ilustre Municipalidad de Ñuñoa, septiembre 2019.


Imagen 5. Villa Olímpica

Fuente: Imagen gentileza de Jordi Pérez, Equipo Zona Típica Villa Olímpica, Ilustre Municipalidad de Ñuñoa, septiembre 2019.


Imagen 6. Plano Loteo Villa Olímpica

 

Fuente: Plano Loteo Villa Olímpica gentileza de Jordi Pérez, Equipo Zona Típica Villa Olímpica, Ilustre Municipalidad de Ñuñoa, septiembre 2019.
Imagen 7. Vista de la Villa Olímpica.

Fuente: Imagen gentileza de Jordi Pérez, Equipo Zona Típica Villa Olímpica, Ilustre Municipalidad de Ñuñoa, septiembre 2019.

Imagen 8. Torre Villa Olímpica en la actualidad.


Fuente: Imagen de archivo de la autora.


Imagen 9.Anteproyecto Supermercado UNICOOP.

Fuente: Gentileza: Alejandro Hernández Dirección de Obras, Ilustre Municipalidad de Ñuñoa.


Imagen 10. Supermercado de la Villa Olímpica en la actualidad

Fuente: Imagen de archivo de la autora.

 


Pies de página

[1] Ercilla, 30 de mayo 1962 p. 11.

[2] República de Chile, Instituto Nacional de Estadísticas. 1970. Población Total País XIV Censo de población y III de Vivienda, p. 1.

[3] Corporación de la vivienda CORVI. 1962. Préstamos para la vivienda: 1959, 1960, 1961, labor indirecta, Santiago: Imp. Lito y Stanley.

[4] Instituto Nacional de Estadísticas. 1964. Población del país. Características básicas de la población (Censo 1960), Santiago de Chile, Imprenta de la Dirección de Estadísticas y Censos. s/n

[5] Ibíd. s/n

[6] En 1950 Amanda Labarca calculó que las clases medias chilenas bordeaban 800.000 personas activas. Por su parte, Jorge Álvarez Andrews, en 1951, calculó 520.000 personas activas pertenecientes a las clases medias. Las diferencias entre uno y otro corresponden a los distintos criterios con los que fueron calculados los sectores en el medio, ambos resultados así como los apuntados en este análisis resultan especulativos. Detalles en: (Labarca 2009, 343-344; Álvarez Andrews 1951, 215-216)

[7] Manuel: entrevista realizada por la autora 25/11/11.

[8] Biblioteca Nacional de Chile. “Ley de Comuna Autónoma”, en: Elecciones, sufragio y democracia en Chile (1810-2012) Puente Alto (1892-1960). Memoria Chilena. Acceso 21 de enero de 2020. http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-93505.html 

[9] Abraham: entrevista realizada por la autora 28/10/11.

[10] Los mapas son adaptaciones de INE Subdepartamento de Geografía, redibujados por Max Melnick.

[11] En Viaje 192, 1949, pp. 28-29 y 50 .

[12] Eva, 31 de marzo de 1950, p. 36.

[13] En Viaje 192, 1949, p. 48 .

[14] En Viaje 338, diciembre de 1961 pp. 33-35. Santiago o más bien el gran Santiago comprendía según el Censo poblacional de 1960 a las comunas de: Santiago, Providencia, San Miguel, Quinta Normal, Conchalí , Ñuñoa, Maipú , Renca, Quilicura, Barrancas, La Cisterna, Las Condes, La Florida, La Granja, San Bernardo. Instituto Nacional de Estadísticas INE , Censo 1960, Santiago de Chile. p. 141.

[15] CORVI. 1962. Préstamos para la vivienda: 1959, 1960, 1961, labor indirecta/ Corporación de la vivienda. Santiago: Imp. Lito y Stanley.

[16] En Viaje 192, 1949 pp. 28-29, 43, 49 .

[17] Oriente nº 9, 20 de marzo de 1932, p. 3.

[18] El Heraldo de Ñuñoa nº 52, 13 de junio de 1936.

[19] El Reporter Comunal 555, 8 de junio de 1957, p. 8 .

[20] El Reporter Comunal 572, 30 de abril de 1958, p. 2 ; El Reporter Comunal 573, 24 de mayo de 1958, p. 1 ; Oriente 6, 28 de febrero de 1932 .

[21] Oriente nº 1, 17 de enero de 1932, p. 3; Oriente 9, 20 de marzo de 1932 .

[22] Agustín: entrevista realizada por la autora 12/04/17.

[23] La Facultad impartía las carreras de: educación parvularia, pedagogía en las áreas de biología, historia, filosofía, idiomas, ciencias físicas, biología, matemáticas y química. Además de antropología, arqueología, bibliotecología, periodismo, psicología y sociología. Asimismo, la escuela de Formación de Maestros, la de Salubridad, la Academia de Guerra Aérea, la Escuela de Sub-Oficiales de Carabineros, el Instituto Superior de Carabineros, la Universidad Técnica “Luis Galdames” y las escuelas técnicas Industrial de Ñuñoa y Técnica nº 5 y la Escuela de Policía de Investigaciones. (Sabat 2002, 93-94; León Echaíz 1972, 203).

[24] En 1950, Ñuñoa contaba con más de 20 colegios particulares, 16 escuelas públicas, una escuela vocacional, una escuela de desarrollo y dos liceos. Para 1962, el desarrollo de la educación particular se había duplicado, había entonces 42 colegios secundarios, dos escuelas agrícolas, dos institutos comerciales, tres escuelas técnicas, una vocacional, 60 escuelas primarias, cinco jardines de infantes. Entre los liceos destacaban: Liceo Experimental Manuel de Salas, Liceos de niñas nos 9 y 11, nº 7 de hombres, otro Liceo Anexo de la población Rosita Renard, el Liceo Vespertino de Macul y se hallaba entonces en construcción el Internado del Liceo nº 3 de niñas (Coello 1962, 55-56).

[25] La creación de las escuelas vespertinas fueron referente de las iniciativas conjuntas de los emblemáticos Liceo Experimental Manuel de Salas e Instituto Pedagógico. El vínculo de cooperación con la municipalidad era una constante.

[26] Ñuñohue, ARTV 2008. Capítulo 1: Educación Ñuñoína. Ilustre Municipalidad de Ñuñoa.

[27] Marcela: entrevista realizada por la autora 14/11/11.

[28] Acta sesión municipal Ilustre Municipalidad de Ñuñoa, nº 38 26 de julio de 1961 s/n; (Martínez y Moreno 2005, 16).

[29] Acta sesión municipal Ilustre Municipalidad de Ñuñoa, 10 de enero de 1962 s/n.

[30] El Mercurio, 4 de septiembre de 1962 p. 21.

[31] Alejandro Hernández, Dirección de Obras Ilustre municipalidad de Ñuñoa. Entrevista con la autora 23/10/14.

[32] Marcela: entrevista realizada por la autora 14/11/11.

[33] La escuela nº E 313 era para educación primaria y mixta establecida en 1965, al comienzo tenía 500 alumnos y hacia principio década 1970 ya contaba con 1.4 00 alumnos pertenecientes a la villa. (Junta de vecinos Villa Olímpica y Equipo Zona Típica Villa Olímpica 2016, 54 ).

[34] Ver cronología histórica del BID en el contexto de la Alianza para el Progreso: https://www.iadb.org/es/acerca-del-bid/marcos-historicos-1959-1968%2C3617.html Acceso 30 de abril de 2020.

[35] Memorándum para la Dirección de Obras de la Ilma. Municipalidad de Ñuñoa. Günter Mund 24 de junio de 1965. Carpeta Villa Olímpica Ilustre Municipalidad de Ñuñoa.

[36] Datos proporcionados por el Equipo Zona Típica Villa Olímpica, gentileza de Jordi Pérez, Ilustre Municipalidad de Ñuñoa.

[37] Los Ramblers. “Rock and Roll del Mundial” Acceso 24 de enero de 2020. http://www.losramblers.cl


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Cómo citar
Stern, C. (2020). Una ciudadela para clases medias chilenas: subjetividades de vivienda y vida cotidiana Villa Olímpica, Ñuñoa (1960-1980). Anuario Centro De Estudios Económicos De La Empresa Y El Desarrollo, (13), 111-143. Recuperado a partir de https://ojs.econ.uba.ar/index.php/CEEED/article/view/1702