Índice
Presentación 9
Introducción 11
Las grandes compañías ferroviarias de capital británico en la Argentina como empresas autónomas. 1900 - 1930
Mario Justo López 13
El “problema vial” y su abordaje en la revista La Ingeniería
Carolina Dipierri 53
El Movimiento Todos por la Patria en los años de Alfonsín: democracia, economía y ambivalencias en torno a un plan de estabilización (1985-1986)
Ignacio Andrés Rossi 83
Estimación de los determinantes en la separación de la propiedad y la dirección del capital de las empresas industriales manufactureras. Argentina, 2016
Adriana Chazarreta 113
Reseñas
González Bollo, Hernán; Pereyra, Diego Ezequiel. 2021. Estado y planificación en el lejano sur: agencias y funcionarios de la Argentina peronista, 1944-1955, 1ª ed. – Bernal: Universidad Nacional de Quilmes
Tomás Borneo 143
Directrices para autores/as 147
El Movimiento Todos por la Patria en los años de Alfonsín: democracia, economía y ambivalencias en torno a un plan de estabilización (1985-1986)1
Ignacio Andrés Rossi2
Resumen
Entendemos que el Plan económico Austral lanzado en 1985 por el gobierno democrático de Raúl Alfonsín para detener la inflación generó evaluaciones ambivalentes por parte de un sector de la izquierda argentina. Las intenciones de quienes impulsaron el Plan Austral, proyectado para salvar la democracia abatiendo la inflación, tornaron que se presentara como un plan económico difícil de encasillar para los observadores en función de lo practicado en materia de estabilización hasta ese momento. Con esta idea inicial, abordamos la posición ideológica planteada por la revista Entre Todos (ET) respecto del Plan Austral, integrando un enfoque cultural y económico de la publicación que funcionó como un órgano del Movimiento de izquierda Todos por la Patria (MTP). Hemos consultado los números correspondientes al lanzamiento del Austral entre 1985 y 1986 e indagado en los apoyos, críticas y consideraciones que se presentaron desde su lanzamiento en el área económica. Finalmente, constatamos que la aparición del Austral se tornó conflictiva en las visiones de ET, verificándose duplicidades interpretativas que dieron complejidad al entendimiento en torno al Austral, aunque finalmente su visión se inclinó hacia una postura crítica y radicalizada en torno a las limitaciones económicas de aquel plan económico como del gobierno en el corto plazo.
Palabras clave:
Plan Austral, izquierda, democracia, estabilización.
The Todos por la Patria Movement in the Alfonsín years: democracy, economy and ambivalences around a stabilization plan (1985-1986)
Abstract
We understand that the Austral Economic Plan launched in 1985 by the democratic government of Raúl Alfonsín to stop inflation generated ambivalent evaluations by a sector of the Argentine left. The intentions of those who promoted the Austral Plan, projected to save democracy by reducing inflation, made it appear as an economic plan that is difficult for observers to pigeonhole based on what has been practiced in terms of stabilization up to that moment. With this initial idea, we approached the ideological position raised by the magazine Entre Todos (ET) regarding the Austral Plan, integrating a cultural and economic approach to the publication that functioned as an organ of the left-wing Movement Todos por la Patria (MTP). We have consulted the numbers corresponding to the launch of Austral between 1985 and 1986 and inquired into the support, criticism and considerations that have arisen since its launch in the economic area. Finally, we found that the appearance of Austral became conflictive in ET’s visions, verifying interpretative duplications that gave complexity to the understanding around Austral, although finally its vision leaned towards a critical and radicalized position around the economic limitations of that economic and government plan in the short term.
Keywords:
Between All, left, democracy.
Introducción
La revista ET fue el principal órgano difusor del MTP a nivel nacional. Su análisis nos permite tener una visión panorámica de cómo aquel partido formado al calor del regreso de la democracia, interpretó los planes económicos del gobierno, especialmente el Plan Austral. Así, creemos que la apuesta por revisar la dimensión económica del MTP a través de su revista, atendida en menor medida por los estudios históricos, debe ser encuadrada en el marco de los estudios recientes que han volcado sus esfuerzos en analizar las publicaciones con una perspectiva multidisciplinar.
Como lo ha definido recientemente la historiadora Girbal-Blacha (2021), las revistas constituyen un punto intermedio entre los debates públicos propios de la inmediatez, más asociados a los diarios, y una coyuntura política, económica y cultural, según corresponda, de tiempo medio con mayor densidad explicativa, narrativa y/o argumental vinculada a los libros. Estas se manifiestan en sintonía con cambios turbulentos que las sociedades del siglo XX han tenido, como testimonios de los procesos históricos y, por eso, como un elemento central de análisis historiográfico. En este sentido, las revistas no constituyen en este planteo un material de complemento más del historiador, ni una apoyatura empírica para las ideas previamente constituidas por el mismo. Por el contrario, pueden tomarse como el objeto de estudio o “cuerpos autónomos de análisis” (Rougier y Mason 2021) de una realidad socioeconómica y política específica. Las revistas como proyecto cultural e intelectual, y como portavoces de una generación de grupos y sujetos con corpus específicos de ideas, valores y proyecciones sociales. En este sentido, las revistas no solo funcionan como receptáculo de ideas aisladas, sino como verdaderas formas de intervención en la realidad contemporánea por medio de ideas que involucran a un proceso colectivo que, a su vez, plantean la posibilidad de la reconstrucción de un universo discursivo (Beigel 2003). De acuerdo a como lo propone el historiador cultural Darnton (2007), las prácticas de lecturas involucran en su relevancia a diversos actores como a los autores, editores, impresores e incluso libreros y lectores. Esto también, y vale para el caso específico de las revistas, adquiere importancia en torno a las dimensiones de las publicaciones en sus características materiales (formato, precio, tirada, etc.) como inmateriales (ideas, convicciones, debates, etc.). En este sentido, el enfoque del materialismo cultural de Williams (2000) resulta importante para enmarcar a las revistas dentro de su propuesta, en tanto este busca resaltar la dimensión de la vida que organiza el sentido de la realidad de los grupos tales como clasificaciones, entendimientos, ideales, etc. En este sentido, el autor consideró que la actividad del lenguaje no es individual, ni como instrumento, ni como expresión, sino que constituye un colectivo y yacen en esta las disputas de sentido sobre el mundo. Es en este aspecto que el lenguaje sería un medio de producción de la vida humana.
Desde un punto de vista estrictamente historiográfico, es de destacar que el estudio de las mentalidades –ligada al ámbito francés– surgió como parte de un quiebre en los clásicos análisis de corte estructural ligado a la denominada escuela francesa de Annales en los años 1970 (Le Goff y Nota 1974), aunque desde hacía una década atrás se estaban recuperando otras herramientas de análisis para conjugar diferentes temporalidades como el lenguaje, los mitos, las creencias y la iconografía (Duby 1961). Estas fueron las primeras iniciativas de quienes se preocuparon por ampliar el examen de las estructuras materiales a las psicológicas y culturales; abandonando los esquemas más rígidos del materialismo histórico, constituyendo una apertura más aceitada al diálogo entre las ciencias sociales y proponiendo nuevos métodos de análisis. De forma que, también en este aspecto, el análisis de las revistas constituye un punto de encuentro importante para desarrollar abordajes multidisciplinares desde las tradiciones hasta aquí comentadas.
Las revistas y publicaciones periódicas vienen siendo abordadas por varios trabajos historiográficos de reciente aparición que realizan un importante esfuerzo por vincular la historia cultural a procesos históricos, especialmente económicos (Delgado, Mailhe y Rogers 2014; Ospital y Mateo 2015; Haidar 2017; Rougier y Odisio 2018; Gibal-Blacha 2018; Borrelli y Porta 2019). Sin embargo, aún los aportes por estudiar la dimensión económica o las discusiones de este carácter son marginales, especialmente en revistas mensuales e incluso periódicos o diarios de formato similar a Entre Todos que, a pesar de tener una tirada mensual, o en otros casos semanal o diaria, aglutinan debates densos al estilo de la revista y los combinan con notas de inmediatez. ET, antes de la formación del MTP, logró aglutinar a un conjunto amplio de ex militantes, académicos y personalidades políticas que habían tenido un rol significativo en el activismo de izquierda de las décadas de 1960 y 1970. En los años del regreso de la democracia, ET y el luego formado MTP, se constituían como un proyecto con un signo de izquierda plural y reivindicativo de los sectores populares. Algunas de las plumas más destacadas, que incluso en nuestros días siguen teniendo una repercusión pública significativa, han sido las del historiador revisionista Fermín Chávez, el periodista y militante de izquierda Horacio Verbitsky, el economista y político peronista Claudio Lozano y las activistas y cofundadoras de Madres de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini y Nora Cortiñas, por solo mencionar algunos.3 Los trabajos que han indagado en cuestiones transversales a la revista, ya que no la han abordado de forma directa, como las trayectorias políticas precedentes y su relación con los hechos posteriores de la Tablada,4 han sido exámenes de corte narrativo con un sesgo más testimonial que analítico, en algunos casos como protagonistas de los hechos en primera persona (Salinas y Villalonga 1993; Mattini 1996; Santucho 2004; Gorriarán Merlo 2003; De Santis 2010; Narzole 2007; Augier 2012). Estos trabajos constituyen un aporte importante dada la recopilación de testimonios y fuentes de información imprescindibles para una mejor aproximación al tema. Sin embargo, cabe aclarar que sus objetivos se encuentran dirigidos a recuperar la memoria de las izquierdas argentinas mediante herramientas periodísticas, a desentrañar los vacíos en torno al episodio de la toma del cuartel de La Tablada y su deriva radical a partir de los testimonios disponibles (Carnovale, 2013a). En un sentido similar, también se encuentran los trabajos de Montero (2012) y Celesia y Waisberg (2013), que recaudan, recopilan y organizan un vasto caudal de información a modo de crónica con un enfoque de narrativa periodística.5
Posteriormente, y en torno al campo académico, los estudios sobre el MTP han suscitado la atención de algunas investigadoras pioneras como Hilb (2008) y Carnovale (2013b, 2014), quienes atendieron a la fundación del movimiento, al plano discursivo ideológico del diario y en algún punto de la revista y sus fundadores en relación con la organización política. Naturalmente, esto las llevó a indagar en los debates sobre la democracia y la dictadura, de especial relevancia en aquellos años, la visión político-partidaria, la participación de sus miembros en el proceso de liberación nicaragüense y las controversias de la posterior toma del cuartel de la Tablada. Incluso, los estudios que más generalmente se han ocupado de la toma del cuartel de la Tablada se centran en cuestiones referentes a la violencia política, la memoria (Pontelli 2019), las violaciones de los Derechos Humanos (Torres Molina 2019), la cuestión más general de los levantamientos militares durante el gobierno democrático de Alfonsín (Masi Rius y Pretel Eraso 2007), las acciones y narrativas del MTP (Ares Hauret 2019; Solis 2019) o el análisis regional centrado en los partidos de la Matanza o en Córdoba, por ejemplo, desde la historia oral (Ledesma y Moyano 2014). Los trabajos más recientes dan cuenta de que el tema del MTP, la Tablada e incluso sobre el prolífico contenido de la revista ET siguen vigentes y generando nuevos interrogantes en torno al estudio de las izquierdas y los regímenes democráticos. Sin embargo, el hilo político que marcan estos estudios, desde el lanzamiento de ET, la conformación del MTP y su posterior quiebre hacia fines de 1977 y desembarco en La Tablada, se tornan imprescindibles a la hora de observar una progresiva radicalización de la crítica económica. En general, los estudios previos no han centrado sus ejes en indagar en las dimensiones económicas del MTP, por eso proponemos aportar a la visión ideológica del movimiento en esa dimensión.
ET, se caracterizó por integrar a una base amplia de militantes y personalidades políticas proveniente de un complejo arco de izquierda que iba desde el radicalismo y el peronismo hasta el sindicalismo. Desde su conformación hacia 1984, la revista mostró un perfil plural y heterogéneo en sus consignas políticas, pero con cimientos progresistas y de izquierda que se traducía en la reivindicación se los sectores populares (Carnovale, 2013b). Una vez formada, y anunciada a través de ET, la conformación del MTP en diciembre de 1987, se produce una ruptura en su núcleo de dirigentes. Esta, alejó a algunos referentes de la izquierda, y de la revista, como Rubén Dri y Manuel Gaggero, que habían participado activamente en las columnas de ET. Según se ha señalado, este conflicto pudo haberse originado en las disputas producidas a partir del viraje radical que imprimía Enrique Gorriarán Merlo, militante guerrillero y fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores y su brazo armado el Ejército Revolucionario del Pueblo (Hilb, 2008). En suma, hacia fines de 1987 se hizo evidente que el staff editorial se redujo y perdió su heterogeneidad, cobrando más protagonismo la vanguardia del MTP. Lo que parece haber constituido, en palabras de Hilb (2008) un punto de inicio hacia la toma del cuartel de La Tablada.
Las opiniones, debates y críticas de ET se tornan importantes en densidad crítica y volumen a partir del Plan Austral, lo que nos instó a recortar el universo de análisis a la producción centrada entre 1985 y 1986, que coincide con el momento de mayor tirada de la revista y producción sobre las lecturas disruptivas que generó el Austral. Además, luego de haber presentado un abordaje sobre los debates de política económica en una dimensión general en un trabajo reciente (Rossi 2021a), ahora nos centramos en las controversias que produjeron en los analistas de la revista los planes económicos del gobierno democrático, puntualmente del Plan Austral en 1985. Entendemos que este fue un plan económico disruptivo de acuerdo a cómo se venía pensando la política económica, especialmente respecto a las concepciones económicas iniciales del gobierno alfonsinista (Pesce, 2006). Luego de intentar un plan económico keynesiano con el primer ministro de Economía Bernardo Grinspun (1983-1985), los efectos de la deuda externa, la inflación inercial, la puja con los actores políticos y económicos y el deterioro general de la situación económica empujaron al gobierno a un cambio de la estrategia en la política económica. Los trabajos contemporáneos a los hechos, han analizado profusamente el entramado de las medidas económicas del Plan Austral como el congelamiento de precios, su tabla de desagios y las medidas de ajuste fiscal y monetario (Machinea y Fanelli, 1988; Damill y Frenkel, 1990). También, hubo quien se ocupó extensamente de los componentes de la inflación inercial, principal consigna de aquel plan antiinflacionario (Heymann, 1986). En aquel entonces, desde una perspectiva más crítica, otros trabajos lo identificaron como una estrategia económica destinada a mantener las transferencias de ingresos para el sostenimiento de la deuda externa como de los beneficios de diversa naturaleza, fiscales, promocionales, cambiarios, entre otros, con el sector privado (Mayo, 1985). Posteriormente, los trabajos de historia económica con una visión de largo plazo han incluido al Austral como parte de una iniciativa heterodoxa intentada por el alfonsinismo y un nuevo equipo de ministros que le imprimiera cierta originalidad al tratamiento de la política económica, destacando sus logros antiinflacionarios y limitaciones en emprender reformas inmediatas (Gerchunoff y Llach, 2019; Belini y Korol, 2020; Rapoport, 2020a). Actualmente, Massano (2018) fue de los primeros que amplió el análisis de la dimensión económica argumentando que el Plan tuvo un componente de apelación democrática sostenido por el Alfonsín, aunque con una perspectiva crítica que lo entiende como parte de un progresivo consenso de ajuste económico.6 En esta línea, y respecto del objeto aquí tratado, también entendemos que este plan económico produjo importantes puntos de inflexión en la visión de la izquierda argentina, generados a partir del recambio ministerial y el perfil de los nuevos funcionarios, de las expectativas generadas con la desinflación que produjeron sus efectos y el compromiso democrático de los nuevos hacedores de la política económica. Estos puntos sensibles, generaron líneas de contacto conflictivas con otros aspectos de los hechos como el alineamiento al gobierno norteamericano y el FMI, las crecientes medidas de ajuste fiscal y la búsqueda de emprender reformas económicas identificadas como contrarias a los valores nacionales.
El trabajo se encuentra dividido en dos secciones. En un primer apartado realizamos una reconstrucción global de los intereses volcados en ET y la visión ideológica del MTP, su composición editorial y algunas trayectorias relevantes de su staff. Por último, nos abocamos al abordaje puntual del Plan Austral en ET, de cómo las notas críticas sobre economía y política económica analizaron ese plan de estabilización y lo vincularon a otros componentes críticos de la coyuntura económica nacional e internacional.
Una reconstrucción de la revista Entre Todos
ET se caracterizaba por desplegar grandes portadas coloridas, con imágenes que referían a sectores populares, manifestaciones artísticas o bien caricaturas políticas con grandes leyendas que remitían a los temas de la coyuntura política de la época: crisis económica, consolidación de la democracia, injerencia de los militares y sindicalismo combativo eran algunos de los tópicos principales.
Entre Todos,
marzo de 1985. Año I, N. 4.
Entre Todos,
junio de 1985. Año I, N. 7.
Entre Todos,
julio de 1985. Año I, N. 8.
En las portadas seleccionadas, puede observarse la amplitud de los temas abordados sobre conflictos en escalas internacionales, nacionales e incluso sobre movilizaciones y protestas locales. También pueden detectarse la reivindicación a la unidad popular y la perspectiva crítica frente al deterioro económico de aquel entonces. No menos importante resulta la gráfica caricaturesca subsumida a los valores populares, crítica hacia otros actores como los medios, los grupos económicos dominantes y el mismo gobierno, y la insignia Entre Todos que buscaba resaltar y articular con el color de las frases de impacto.
La revista, que comenzó publicándose a 0,50 australes en octubre de 1985, luego de lanzado el Plan Austral, en 1988 en su versión cuaderno se vendió a 7 australes, demostrando la progresiva devaluación y presión inflacionaria que operaron sobre su precio en estos años, aunque incluyendo más contenido respecto a los primeros años desde el inicio del gobierno. Si comparamos su precio antes del establecimiento del austral, en pesos argentinos, con el del diario nacional Clarín, puede notarse que la revista ET resultaba de menor costo en tanto se comerciaba a 1,60 mientras que el primero a 3, 5 en 1986. En este sentido, si tratamos de calcular el precio de la revista en función de la evolución de la inflación, puede notarse que luego de la implementación del Plan Austral esta quedó en 0,65 y aumentó luego de un año un 40% más. Aunque se requeriría una serie más completa, esto permite observar en alguna medida que, dado que la inflación en ese lapso paso tuvo variaciones de entre el 4 y el 7% mensuales (Rapoport, 2020b), el precio de ET quedaba por debajo de la inflación. También, el mismo, tenía la posibilidad de una suscripción de apoyo y solicitadas para recibir escritos sobre “los movimientos sociales de su zona”,7 reflejando los intereses barriales y populares de un proyecto editorial que a decir verdad había nacido junto al movimiento en la provincia de Córdoba con una publicación regional denominada Unidad. Entre Todos los que queremos la liberación.
Respecto del diseño, este era bastante austero en tanto lo único que se incluía a color era la portada, siendo las tapas, notas, imágenes y demás publicaciones en blanco y negro, exceptuando algún titular poco común que se buscaba resaltar mayormente en colores rojo o azul. ET fue impreso por Talleres Gráficos Tabaré de Buenos Aires, que tenía a su cargo otras publicaciones incluso del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), aunque esto fue cambiando cuando luego fuera impresa en 1985 por Graziani Impresiones S.R.L., Talleres Gráficos Confort en 1987 y Talleres Gráficos Ariel en 1988. Esto da cuenta de cierta inestabilidad, probablemente en el grupo que comandaba la publicación, que desde 1984 parecía estar en constante movimiento, pues las imprentas mencionadas se situaron en Córdoba (Graziani), Buenos Aires Ciudad (Confort) y Pilar, provincia de Buenos Aires (Ariel). Aunque el diseño se mantuvo de forma similar a la primera y segunda época, identificada entre 1984-1987 y1987-1988 (Carnovale, 2013),8 el volumen fue reducido en alrededor de treinta páginas completamente en blanco y negro, exceptuando la portada y la tapa final, preanunciando cierto desinterés en el desarrollo e impulso de la revista.
El comité de la revista estaba compuesto por el matrimonio de Carlos Alberto Burgos y Martha Fernández, quienes se alternaban la dirección y la secretaria general. La jefatura de redacción estuvo a cargo de Jorge Boccanera hasta 1987, en que fuera ocupada por Agustín Rojo. Hacia 1988, cuando ET saliera en formato Cuadernos de Entre Todos, la dirección sería ocupada por Carlos Corbellini. Los columnistas invitados habitualmente eran Rubén Dri, Manuel Gaggero, Antonio Napoli, Adolfo Pérez Esquivel, Antonio Puigjané, Jorge Baños y Fermín Chávez. Por su parte, los colaboradores, que eran agrupados en otra sección, provenían de un heterogéneo mundo político e iban del futuro presidente Carlos Menem, Horacio Verbitsky y otros mencionados en la introducción a este trabajo. Sin embargo, puede observarse que, a partir de 1987, el caudal de colaboradores comenzó a desaparecer, quedando abordadas las columnas, en su mayor medida por los mismos nombres de los columnistas invitados, quienes parecían constituir el núcleo firme de la revista.
El editor responsable fue siempre Editorial Rio Blanco S.R.L. y su staff en jefe se mantuvo firme, ya que, como se dijo, el matrimonio de Carlos Alberto Burgos y Martha Fernández, se alternaron la dirección y la secretaria general la mayor parte de los años entre 1984 y 1987. El primero, un seminarista mendocino, que desde sus inicios se asoció a la militancia de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), en los 60 comenzó a tener una intensa actividad dentro de las filas del peronismo proscripto. Desde su juventud y primeros años en la militancia, se inclinó por la acción guerrillera en el grupo denominado Ejército Guerrillero Andino, siendo detenido y torturado en 1960 por el servicio de inteligencia del ejército. Por este episodio, fue condecorado por el mismo Juan Perón con la Medalla al Valor Peronista y, una vez ligado a las Fuerzas Armadas Peronistas, debió exiliarse en los años 70 a la Habana. Con el regreso de la democracia, fue uno de los pilares más importantes en el MTP, así como en la organización de la revista ET, para luego perder su vida en el asalto al cuartel de La Tablada.9 Por su parte, Fernández había comenzado a militar en el Partido Socialista de Vanguardia (PSV) relacionado a la resistencia peronista en los mismos años de proscripción del peronismo, transitó por las mismas organizaciones que su esposo, a quien conoció como defensora de presos políticos en la cárcel donde Burgos cumplía condena en los 60, y también se exilió a Cuba. Desde allí colaboraron con la Revolución Sandinista de Nicaragua hasta que en Argentina perdió a su marido en la Tablada y su hijo terminó preso en el mismo episodio.10 Jorge Boccanera, quien fuera jefe de redacción, era un periodista y poeta ligado a ámbitos universitarios en toda América Latina y que, exiliado durante el régimen militar de 1976, volvió a la Argentina entre 1984 y 1989 donde también participó en la revista Crisis. Luego, durante 1987 el puesto fue ocupado por Agustín Rojo, un militante de los derechos humanos durante el régimen militar. Este cambio de funciones en la edición de la revista hace un giro radical en 1988 cuando el director fuera Carlos Corbellini, como se comentó, que ya participaba como columnista invitado, un periodista de izquierda que protagonizó la reorganización de la revista cuando saliera como Cuadernos de Entre Todos en unos pocos números antes del episodio trágico de la toma del cuartel. Además, el grupo de columnistas invitados, que se mencionó más arriba, da cuenta de la heterogeneidad de nombres que participaban en las filas de ET. Adolfo Pérez Esquivel había tenido una importante actividad por los Derechos Humanos, recibiendo el Premio Nobel de la Paz hacia 1980. Fermín Chávez era un reconocido historiador filiado al revisionismo histórico, discípulo de José María Rosa. Adolfo Puigjané provenía del mundo católico, con un importante activismo en defensa de los humildes y los Derechos Humanos. El filósofo Rubén Dri, también desde el mundo católico perteneció a los Sacerdotes para el Tercer Mundo y tuvo participación en instituciones universitarias. Estos, convivían con militantes de izquierda de importante trayectoria como Manuel Gaggero, que había participado de la experiencia revolucionaria en Cuba hacia los 60 y Jorge Baños, que perdería la vida en la toma del cuartel.
Globalmente, las preocupaciones de ET se dividían en secciones que iban desde la coyuntura política, que incluía temas en torno a los partidos políticos, disputas con los militares, gremialismo y combinaba las notas con largas entrevistas a funcionarios y activistas políticos del momento, generalmente de inclinaciones peronistas o de izquierda afines a las posturas que mantenía la revista. Luego, en otras secciones se trataban temas referidos a sectores populares como los problemas de infraestructura, de servicios básicos, actividades barriales, reclamos y movimientos sociales de corte popular. También ocupaba un lugar preferencial la Iglesia Católica y las doctrinas que la ligaban a los sectores progresistas, como la de Liberación Nacional y su accionar en los años de la dictadura precedente, en discusiones frente a los posicionamientos más conservadores. Por otro lado, la coyuntura nicaragüense de la época en temas referidos a la revolución de 1979 protagonizada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional como un modelo y su lucha antinorteamericana fueron también un pilar importante de la publicación. Si bien esta pivoteaba la mayoría de las notas latinoamericanas, también aparecían otros países vecinos como Chile, El Salvador y ocasionalmente Uruguay y Brasil. Las portadas finales del diario fueron cambiantes, de presentar chistes del clásico personaje de historieta Inodoro Pereyra de Roberto Fontanarrosa se pasaba a figuras caricaturescas de personajes políticos hasta proclamas poéticas y artísticas de emblemáticos personajes identificados con las izquierdas como Ernesto Guevara o músicos identificados como contrarios al régimen militar como el compositor y cantante Félix Francisco Nebbia Corbacho, conocido popularmente como Litto Nebbia.11 Sin embargo, las últimas páginas eran ocupadas por testimonios afines, reseñas de libros de coyuntura política y chistes referidos al imperialismo norteamericano y la lucha de los pueblos contra éste.
Quizás cabría destacar que, en los números analizados, correspondientes a la primera y segunda época entre 1985 y 1986, donde se publicaron la mayor parte de notas referidas al Plan Austral, las declaraciones y notas breves de la dirección de la revista al inicio de los volúmenes fueron característicos de las convocaciones de la publicación. Estas eran firmadas por los directores, que asumían la publicación como una revista del pueblo, vocera de las manifestaciones populares alineada a los derechos humanos y la renaciente democracia, aunque con un tono crítico al gobierno.12 Además, la revista, como versaba su título que apadrinaba una amplia gama de partidos y tradiciones políticas, afirmaba integrar a un complejo entramado de izquierda como peronistas, radicales, intransigentes, cristianos, socialistas, comunistas e independientes. A pesar de la amplitud, la revista no dejaba de señalar sus lazos con la Cuba revolucionaria de Fidel Castro y el reconocido proceso revolucionario nicaragüense.13 Luego, a lo largo de 1986 y 1987, los directores manifestaron sus preocupaciones en torno a los juicios por los crímenes cometidos durante el régimen militar, con cierta desilusión ante el gobierno radical que retrocedía en los procesos, y entendiendo que dichos juicios eran parte de la soberanía popular y más ampliamente de la historia argentina con la cual se hacían conexiones recurrentemente.14 La crisis económica y la cuestión militar fueron volviéndose los puntos principales de las temáticas que anunciaban los directores en una vinculación con el régimen democrático, que apoyaban como canalizador de la voluntad popular.15
No existía en el periódico una sección estrictamente económica, dado que los abordajes pertenecían a un enfoque de política económica que entrelazaba las problemáticas de la coyuntura argentina integrando economía y política en una visión más amplia. Resulta lógico que así fueran, ya que como señaló Heredia (2006), la división entre economía y política en los análisis sobre la transición a la democracia se instalan en estos años, produciendo un punto de quiebre para las izquierdas. Resulta lógico pensar que quienes nutrieron las bases del debate político-económico eran quienes habitualmente colaboraban con las ediciones, presentes en los anonimatos y firmas con iniciales, de una formación más política militante o académica que integraba una mirada integrada de los problemas socioeconómicos y políticos argentinos. Por ejemplo, el periodista y abogado ya mencionado, Manuel Gaggero, aunque no provenía directamente de la formación académica económica, en tanto había sido un militante vinculado a movimientos de la izquierda argentina como el PRT y Acción Revolucionaria Peronista, seguramente tenía un papel relevante en la producción del debate político, económico y social. El mismo tuvo una profusa participación periodística en los órganos de estos movimientos y contó con una vasta experiencia militante revolucionaria de exilio en Cuba en los años 1960, contribuyendo desde una perspectiva amplia de la política, y por eso, integrando cuestiones de la economía. Pero indudablemente fue el economista y político Claudio Lozano,16militante de formación económica, quien más influyó en la revista, publicaba bajo su nombre, dirigente de la Central de Trabajadores de la Argentina y activista por los Derechos Humanos y una larga trayectoria política que llega a nuestros días. El mismo, convalidaba una visión económica de izquierda imbricada con el sindicalismo en favor del sector y de políticas expansionistas de gasto público estatal. Sin embargo, es posible que la revista en algún momento haya contado con el asesoramiento o participación de alguna figura académica relevante en tanto, algunos de los planteos que se hacen pueden ser identificables con posturas propias de los debates económicos contemporáneos en ese campo, como el papel de los empresarios o sobre el régimen de acumulación argentino, aunque marginalmente.
El Austral visto desde la izquierda: debates y controversias provocados por una política económica de naturaleza conflictiva
En los meses previos al lanzamiento del Austral, de hecho durante su elaboración prácticamente secreta por los funcionarios que habían arribado al ministerio de Economía, una de las primeras notas en torno al tema decía que “la profundidad de la crisis requiere decisiones audaces, no solo para bajar los índices de inflación o aumentar la producción, sino, y en concreto, para ‘salvar el sistema’…”.17 De esta manera, ET parecía preanunciar una política económica o cuanto menos un suceso político de esta naturaleza que planteara, o al menos intentara, algo diferente de lo que se venía realizando hasta el momento. Manuel Gaggero, quien firmaba la nota, entendía, con cierto sentido común, que ningún país capitalista podía sobrevivir con tasas de interés que superaban el 50% mensual, índices de inflación de tres dígitos y fugas de capitales recurrentes. En el corazón de sus explicaciones se ubicaba la llamada “Patria Financiera” entendida como un sector dominante de la argentina, específicamente empresarios industriales nacionales y extranjeros, impulsados desde el modelo económico del primer ministro de economía del Proceso de Reorganización Nacional, José Alfredo Martínez de Hoz. Al margen de esta última cuestión, se adelantaba en ET que la democracia no había podido revertir los desfavorables problemas macroeconómicos del país en su primera gestión económica y que, inevitablemente sobrevendrían cambios.18
Los debates económicos comienzan a tener una mayor relevancia a partir del Austral, ocupando un mayor lugar el tratamiento en torno a los nuevos funcionarios, el problema de la deuda externa y la llamada patria financiera, como se denominaba a los grupos económicos beneficiados con la desregulación financiera. Así, en marzo de 1985, una entrevista anónima al senador radical por Entre Ríos Ricardo Laferriére, que se llevaba toda una plana completa, iniciaba con el interrogante ¿Cuál es el origen de la Patria financiera? [para luego sugerir otra pregunta que decía] ¿Quiénes conforman esa moderna oligarquía?”.19 Mientras el senador refería al poder de empresas con incidencia en las principales variables económicas y la actividad especulativa por sobre la productiva, la entrevista resaltaba a color pasajes de la entrevista como la herencia de la política económica del régimen anterior y la necesidad de reformas urgentes en el plano financiero, como regulaciones desde el Banco Central (BCRA). Aunque el tono era mercado internista y productivista, se da cuenta que las preocupaciones iban dirigidas hacia la cuestión de la especulación financiera, la desregulación de la llamada cuenta monetaria y la estatización de deuda pública durante la gestión en el BCRA de Domingo Cavallo en 1982.20
Al mes de mayo de 1985 las principales noticias sobre la coyuntura socioeconómica debatían cuestiones como las negociaciones externas de la deuda con un tono crítico de anclaje en el proceso militar precedente u otros temas adyacentes que remitían al desarrollo del país.21 Seria en julio de 1985 que el Austral comenzaría a ocupar un espacio, cuando ET anunciaba que “nadie se opone a que se intente reducir la inflación. Tampoco nadie es tan ingenuo para suponer que es un fenómeno aislado [pero] el gobierno ha omitido mencionar uno de los principales causantes de ese fenómeno: la deuda externa”.22 La nota anónima argumentaba sus afirmaciones con referencias a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y sentenciaba al Austral a ser un plan más: “la receta es parecida: producir más, consumir menos, exportar, achicar el mercado interno, achicar el Estado y privatizar las riquezas naturales”.23 Una vez lanzado el Austral, hacia junio de 1985, los detractores aseguraban que el amplio apoyo que había sostenido al Plan Austral, había sido monopolizado por capas urbanas de las clases medias y altas. Así mismo, se entendía que el ministro Juan Sourrouille y su equipo habían favorecido previo al shock con aumentos y una devaluación, a las grandes empresas y productores ganaderos antes que al salario real.24 Este último punto, que vinculaba al plan con un costado anti obrero al que también se le sumaba el descrédito que merecían los acuerdos que lo vincularon al FMI, era la principal crítica realizada por los columnistas.
Los observadores de izquierda consideraban que el plan había sido elaborado por técnicos extrapartidarios como Sourrouille, acompañado de Adolfo Canitrot, José Luis Machinea y Mario Brodersohn, y aunque también habrían participado economistas peronistas como Roberto Frenkel, Roberto Lavagna y Enrique Devoto, las sospechas eran claras en tanto Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal de EE. UU. y Jacques de Larossiere, director gerente del FMI, “tuvieron injerencia en las decisiones”.25 De hecho, este punto de conflicto era tan importante que se aclaraba que el Austral no había tenido el grado de imposición con el que sí habían contado otros planes económicos de la historia reciente, y luego de mencionar estos, se aseguraba que “no cabe duda que el FMI aceptó este programa, porque considera que puede garantizarle el pago de los intereses, no solo para este año, sino hasta 1989”.26 Sin embargo, existían otras voces que, a pesar de reconocer que los economistas tradicionales del partido radical como Alfredo Concepción, Bernardo Grinspun y Enrique García Vázquez, no habrían participado de la elaboración del programa, el equipo encabezado por Sourrouille se “habría sumado al enfrentamiento a la dictadura militar y cuentan con una vasta formación estructuralista y no liberal”.27 Esto generaba cierto optimismo, aunque se señalaba como problema que dichos funcionarios no contaban con un arraigo social, quizás debido a su trayectoria intelectual, lo que los empujaba a formular un plan más técnico que popular. A esto, también se le sumó la crítica que consideraba que “el presidente debía establecer un diálogo, una consulta, lo más amplia y popular posible”.28
La cuestión del salario aparecía, nuevamente, como uno de los puntos débiles del Plan. Algunas notas aseguraban que, a pesar de que estos habían sido congelados casi un mes después del anuncio de las medidas y el congelamiento general de precios el 13 de junio, el incremento del 22,59% a casi el doble de las tarifas de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel), el 40 de las de Servicios Eléctricos del Gran de Buenos Aires (SEGBA) y el 100 de la carne dejaban en vulnerabilidad a los salarios. Esta era la contrapartida, en la lectura de ET, de las medidas destinadas a contraer la expansión monetaria y aumentar el gasto fiscal, en verdad “destinadas al pago de la deuda externa”.29 Por esto mismo, se aseguraba que “se ha optado por un camino donde el punto de partida no es cambiar la economía de especulación por una de producción, sino cambiarla por una economía en condiciones de pagar a los acreedores externos”.30
De una forma ambivalente, ET reconocía el apoyo generalizado a la lucha contra inflación, pero aseguraba que “cuando se termine el aguinaldo de junio, cuando se extiendan los cierres de empresas y se profundice la recesión, el costo social se reflejará en el plano político”.31 Acompañaban las notas imágenes de los funcionarios contrapuestas a las de niños en que representaban situaciones de pobreza de los sectores populares, posiblemente como parte de una estrategia de articulación entre economía política oficial y vulnerabilidad.
Entre Todos, agosto de 1985. Año I, N. ٩, ٥.
Entre Todos, agosto de 1985. Año I, N. ٩,
En suma, el objetivo final del plan, de acuerdo con la revista, sería disminuir la participación de los asalariados en el PBI de un 30 a un 25%, instrumentándose con la devaluación que proyectada en un año permitiría una tasa de ahorro de 3.800 millones de dólares y, cuestionaban: “para enfrentar a los acreedores externos y elevar la inversión no hay otro camino que convocar a la participación popular”.32 Esto da cuenta de las voces que convivían al interior de la revista, en tanto algunos reivindicaban la lucha contra la inflación y destacaban, incluso, algunas virtudes del equipo económico, pero otra línea planteaba que la movilización popular sería la solución al deterioro socioeconómico.
Por otro lado, manteniendo su espíritu de amplia convocatoria política, ET realizaba un conjunto de entrevistas bajo la pregunta de primera plana ¿Qué debe hacer el pueblo ante el plan económico? En sus columnas, Ricardo Laferriere, senador nacional de la provincia de Entre Ríos por la UCR, decía que el pueblo debe reaccionar “dando batalla ideológica para evitar que el plan sea infiltrado por la derecha”.33 Simón Lázara, dirigente del Partido Socialista Auténtico y vicepresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, aunque aseguraba que el plan apareció como una necesidad frente al pueblo, compartía el diagnóstico de ET al asegurar que “solo intenta contener la escalada inflacionaria y crear condiciones para aumentar los saldos exportables, lo cual permitirá transferir más divisas a la banca transnacional y seguir así financiando el déficit que promueve la política bélica de la administración norteamericana”.34
Néstor Vicente, entonces dirigente del Partido Intransigente, aseguraba que “tratamos de advertir a quienes bien intencionalmente apoyan el plan sin descubrir en profundidad el sentido que el mismo tiene”.35 En este sentido, el dirigente pronosticaba la caída del salario real y cuestionaba que “este plan es para pagar deuda y no para liberarnos”.36 En otro extremo, otros como Juan Carlos Domínguez, ligado al partido Comunista Argentino, aseguraba que el plan era directamente artificio del FMI y la oligarquía argentina con intereses explícitos de pagar la deuda con la caída del salario real.
Luego, en agosto de 1985, cuando el descenso de la tasa de inflación lograda por el Austral había sido significativo, Claudio Lozano aseguraba, en un tono crítico, que el Plan Austral contaba como novedad no con una menor intervención del Estado, sino con su mayor participación para garantizar la viabilidad del ajuste económico. Sin embargo, a contramarcha de lo que otras voces habían anunciado anteriormente, agregaba que la devaluación no tenía un papel importante en el Plan como sí lo habría tenido en otros: esta se compensaría por las retenciones, la disminución de reembolsos a las exportaciones industriales y el adelantamiento de las tarifas de empresas públicas que daban vitalidad a los recursos del Estado. Este razonamiento era acompañado ahora bajo una suposición de la posibilidad de capitalizar empresas públicas con el impulso del capital extranjero. Se suponía, así, que esto era parte “del plan de privatizaciones que tienen planeado las autoridades [lo que explicaría que] la apropiación de recursos por parte del Estado busca simplemente compensar con recursos las erogaciones que el Estado tiene por los intereses del endeudamiento”.37 Esto generaba cierta controversia al observador, ya que aseguraba que en general el FMI exigía una reducción del Estado, lo que ciertamente no coincidiría con los intentos por recuperar su poder fiscal y que quizás reflejaba una esperanza: “de ser así no habría que reducir tanto el gasto fiscal y se evitarían con esto mayores sufrimientos a los trabajadores”.38 Sin embargo, se concluía que dado las proyecciones del déficit global del Estado de un 15% a un 2,5 del PBI no podrían lograrse sin una descapitalización del Estado, era previsible “un plan de privatizaciones como resultado de un proceso de reestructuración”.39 En este sentido, la controversia que producía el Austral en el analista parecía estar en un inminente programa de privatizaciones que devendría en impopular asociado al ajuste económico, sin por eso dejar de reconocer algunos logros del Austral como la desinflación y cierta recuperación fiscal del Estado.
Las controversias en torno al plan generaban un grado importante de preocupación, pues en ese mismo número ET compartía, además de las clásicas caricaturas de funcionarios enmarcadas en chistes referidos a los problemas económicos, un punteo que se preocupaba por explicar lo novedoso que el Plan Austral significaba en referencia a lo que históricamente se entendía por planes de ajustes bajo el rótulo “algunas conclusiones”.40
Entre Todos, octubre de 1985. Año I, N. 10, 5
Esto muestra cómo los intérpretes presentaban ambivalencias frente al Austral, en tanto este, no era entendido como ortodoxo y liberal, pero tampoco con una intervención del Estado industrialista como en los clásicos programas de la posguerra. También se afirmaba que controlar la inflación daba mayor maniobra al gobierno, a lo que se suponía que podía ser usado para controlar la sociedad por vías no represivas, de acuerdo con los nuevos mecanismos democráticos, y que esto reflejaba una alianza del Estado con fracciones del capital por obtener ganancias en referencia a empresarios nacionales e instituciones financieras internacionales. Así mismo, apareció un componente novedoso del Plan, las proyecciones de fases posteriores que buscarían lanzar la acumulación capitalista con un carácter exportador, aunque eran cuestionadas duramente como parte de una estrategia de ajuste económico.41
En la misma edición y ligado a este último punto, aparecía una nota del periodista Daniel Otero,42 que vinculaba al Austral con el anuncio del entonces recién asumido secretario de comunicaciones Roberto Zubieta sobre la participación privada en el aprovisionamiento de nuevas líneas. Lo que hacía suponer a ET que “todas las declaraciones hasta aquí giran en torno al denominado plan de privatizaciones”43 que tendría las intenciones de avanzar en la empresa nacional ENTEL que era presentado en un debate entre más o menos Estado. A pesar de que, hasta ese entonces, el anuncio de privatizaciones había sido marginal en el alfonsinismo, al menos hasta 1987 en que se lanzó un proyecto conjunto entre el ministerio de Economía y de Servicios Públicos, ET se preocupó ampliamente por esta cuestión que vinculaba al Austral.
Lo que puede observarse en las columnas abordadas luego del lanzamiento del Austral es que las ambivalencias que planteó en algún sector de ET se fueron traduciendo en críticas más abiertas. Si bien estas ya existían o se las consideraba desde testimonios externos como hemos visto, ahora eran moneda corriente de quienes escribían. Por ejemplo, se discutía la apropiación de recursos a los asalariados desde la caída salarial, que en verdad siempre fue un tema muy presente, y comenzó a acentuarse. Por otra parte, aparecieron críticas más complejas que las que se venían formulando, como las que aseguraban que el gobierno no solo había priorizado la reducción del déficit fiscal sino que también, “no revirtió el desequilibrio fundamental presentado por el Estado a comienzos del gobierno constitucional que consiste en su profunda articulación con los grupos más concentrados del capital privado de la Argentina”.44 En este sentido, se entendía que el gobierno garantizaba una tasa de ganancias, mediante distintos mecanismos como las políticas de compra y acumulación de stocks, oferta de insumos baratos e impulso de privatizaciones periféricas.45
De la misma manera, se explicaba la concepción de la inflación como parte de presiones y desequilibrios sociales donde los poderes económicos se imponían, al margen de los planes monetarios y financieros, para ligarla a “un gobierno que asumió como incuestionable la consolidación de un poder económico legado por la dictadura [admitiendo] que no existe margen para una política que no subordine a los sectores populares al patrón de crecimiento que impone el poder interno y los acreedores internacionales”.46 Finalmente, las ambivalencias interpretativas en torno al Austral quedaron completamente alineadas a la crítica que abonaba la visión de ET el anunciado por aquel entonces Plan Baker.47 Se asumía que este plan de privatizaciones contenía una promoción del Estado alineado a la visión de sectores dominantes donde quedaría como mecanismo de control por parte de monopolios internos y poderes extranjeros; de un Estado-productor, pasaría a un Estado-promotor de los poderes dominantes.48
Consideraciones Finales
Hacia 1985, el elenco de ET planteó desde un primer momento la necesidad de que el gobierno democrático abordara los problemas socioeconómicos nacionales, donde se incluían una amplia gama de variables que iban desde los salarios, el problema de la deuda externa, el costo de vida, la inflación, etc., con medidas originales. Al poco tiempo se formulaba un plan económico impulsado por un conjunto de académicos y políticos que apoyaban la consolidación del régimen bajo la principal consigna de abatir la inflación: el denominado Plan Austral. La visión de izquierda que promovía ET, se canalizó desde un ángulo crítico del programa, apuntando especialmente a sus vínculos tanto con los organismos internacionales como con los actores económicos nacionales. El planteo de sobrellevar los pagos de la deuda externa, intrínseco en el Austral, en un contexto difícil para intentar un default u otras alternativas como la formación de un club de deudores latinoamericanos, intentadas en diferentes momentos, asoció al Austral a la reforma del Estado y las privatizaciones, que recién comenzaban a discutirse en democracia. A pesar de que el radicalismo se habría pronunciado ambiguamente sobre estos asuntos hasta 1987, o bien lo había hecho desde una postura más democrático administrativista y no estrictamente económica, como sucedió en el famoso discurso de diciembre de 1985 en Parque Norte, donde Alfonsín reivindicó la democracia participativa e instaló la urgencia de la modernización del Estado, esta cuestión pudo haber sido un punto fuerte de críticas para la izquierda.
Indefectiblemente, este asunto empujó la mirada sobre el Austral a un cuestionamiento antipopular, aunque una parte importante de los análisis existentes no lo identifican como un plan antiobrero, al estilo de los formulados por el anterior Proceso de Reorganización Nacional. ET no dudó en explotar esta faceta como punto nodal de sus planteos. Pero, a su vez, hemos podido observar la heterogeneidad de voces que se ocupaban de los problemas socioeconómicos y políticos en ET, desde discursos más radicales hasta algunos que resultaban más elaborados. En este sentido, los observadores interpretaron en el Austral ciertas ambivalencias al presentarse como un plan diferente de aquellos de carácter más liberalizadores que había practicado el anterior régimen, pero, aunque se lo asociaba con la democracia que ET apoyaba, generaba dudas importantes por sus vínculos con el exterior y los poderes económicos locales. Finalmente, luego de un año de lanzado el Austral, ET se recostó en su postura más radical, aunque el espíritu del Plan, luchar contra la inflación, siguió siendo una causa compartida. Puede pensarse que quizás este hilo económico preanunció, como algunos trabajos sugieren en torno al perfil político del MTP, la posterior toma del cuartel de la Tablada. Es decir, la formulación de críticas de más corto plazo, centradas en el deterioro económico que seguía avanzando, aunque desde menores niveles de inflación, la menor heterogeneidad de los participantes en la revista y, por último, la reducción de la revista ET a sus escasos Cuadernos de ET, reproducía el desarrollo de un proceso de radicalización al interior del MTP que, posiblemente, sería el que empujara a un grupo de militantes de las primeras filas del movimiento a la toma del cuartel.
1 Deseo expresar mis profundos agradecimientos a la profesora Simón Lorena, quien en algún momento mostró intereses históricos por el accionar de los grupos guerrilleros y especialmente por el Movimiento Todos por la Patria, contagiándome la curiosidad que los historiadores solemos mostrar por temas adyacentes a nuestras investigaciones.
2 Universidad Nacional de General Sarmiento
3 Además, entre sus columnas también se encontraban Roberto Cossa, Eduardo Duhalde, Matilde Herrera, José Gabriel Vezeilles, Vicente Muleiro, Pedro Orgambide, Néstor Vicente, Adolfo Pérez Esquivel, Jaime de Nevares, Miguel Esteban Heysane, Eduardo Blaustein, Antonio Nápoli, Jorge Taiana, Miguel Monserrat, Carlos Auyero, Augusto Conte, Simón Lázara, Alberto Piccinini, David Tieffenberg, Jorge Boccanera, Eduardo Anguita, María Copani, Emilio Mignone, José Carlos Escudero, los militares (re) del CEMIDA Augusto Rattenbach y Horacio Ballester, Héctor Polino, Carlos “Chacho” Álvarez, Liliana Daunes, Gaspar Gayoso, Germán Abdala y Graciela Fernández Meijide. Y entre los que se encontraban más ligados al proyecto político del MTP deben mencionarse a Manuel Gaggero, Rubén Dri, Antonio Puigjané, José María Serra, Pablo Díaz, Piera Paola Oria, Carlos Corbellini, entre otros. Sus trayectorias venían de un amplio arco de la izquierda militante e intelectual argentina, desde quienes participaron en las organizaciones armadas hasta quienes se encontraron proscritos desde el peronismo, el radicalismo y otras organizaciones (Carnovale 2013a)
4 El 23 de enero de 1989 un grupo de militantes guerrilleros vinculados al Movimiento Todos por la Patria intentaba la ocupación de la guarnición del Ejército argentino ubicado en la Tablada, provincia de Buenos Aires. Luego de varias horas de combate el ataque fue rechazado, dejando 32 guerrilleros, 9 militares, 2 policías muertos. También, se cuentan 4 guerrilleros desaparecidos cuya suerte aún no fue revelada por el Estado argentino.
5 Entre algunas de las reivindicaciones más destacadas de los trabajos mencionados, a pesar de las reservas respecto de los hechos en torno a la Toma del Cuartel de La Tablada hacia 1988, podrían mencionarse la lucha de los pueblos oprimidos en América Latina enfrentados a enemigos más poderosos ligados al imperialismo, la épica de la resistencia de los oprimidos frente al capital y las motivaciones de cambio social en las acciones revolucionarias de izquierda. Estos ejes, enmarcan el relato general de las propuestas que se inscriben en una revisión con esfuerzos comprensivos de los hechos sin abandonar las convicciones ideológicas.
6 Recientemente, también hemos tratado de ampliar el análisis de dicho Plan, examinándolo integralmente como una estrategia económica y política con ambiciones democráticas y reestructuraras del modelo de acumulación (Rossi 2021b).
7 Entre Todos, noviembre de 1984. Año I, N.3, 2.
8 Hacia febrero de 1987 la revista dejó de ser editada en Buenos Aires para trasladarse a Córdoba bajo la dirección de Martha Fernández. Carnovale (2013) señala que parece haberse reducido el pluralismo de los temas abordados con este cambio, lo que quizás explique una colaboración más restringida de columnistas invitados. Hacia finales de 1987, nuevamente la edición se trasladaría a Buenos Aires, pero esta vez en el pobre formato de Cuadernos de Entre Todos y circunscripta al ya mencionado núcleo duro.
9 José Comas, 21 de julio de 1989. «Visionarios y subversivos. El fiscal del juicio de La Tablada afirma que los procesados se consideran salvadores de La Patria». El País, 15. https://cutt.ly/bn3xyDO
10 Para más detalles puede consultarse la entrevista que realiza Marcelo Santucho a Fernández reproducida con motivo de su muerte el en 2020 en Aznárez Carlos, 17 de mayo de 2020. «Argentina. El mejor homenaje a Martha Fernández, es recordada como una luchadora revolucionaria ejemplar. Resumen Latinoamericano. La otra cara de las noticias de América y el Tercer Mundo». https://cutt.ly/5n3z5p3
11 Véanse los números de Entre Todos, diciembre de 1984. A. 1, N. 2, 36; Entre Todos, octubre de 1985. Año I, N. 1, 15; Entre Todos, junio de 1986. Año II, N. 18, 44; Entre Todos, febrero de 1987. Año III, N. 25, N. 40.
12 Entre Todos, noviembre de 1984. Año 1, N. 2, 2.
13 Entre Todos, agosto de 1985. Año 1, N. 9, 2.
14 Entre Todos, febrero de 1987. Año III, N. 25, 2.
15 Entre Todos, junio de 1986. Año II, N. 18, 2.
16 Un militante del peronismo que, en los años 70, al regreso de su exilio, participó en la defensa de los Derechos Humanos junto Adolfo Pérez Esquivel. También tuvo una intensa participación en la formación político sindical y, en los últimos años, fue parte de la vida política argentina como diputado nacional y, actualmente (2021), director del Banco de la Nación Argentina.
17 Entre Todos, febrero de 1985. Año I, N. 3, 9.
18 Ídem.
19 Entre Todos, marzo de 1985. Año I, N. 4, 6.
20 Ibidem, 10.
21 Entre Todos, mayo de 1985. Año II, N. 17, 5 y 6.
22 Entre Todos, julio de 1985. Año I, N. 8, 3.
23 Ídem.
24 Ídem.
25 Ibidem, 4.
26 Ídem.
27 Ídem.
28 Ídem.
29 Ibidem.
30 Ídem.
31 Ibidem, p.5.
32 Ídem.
33 Ibidem, 6.
34 Ídem.
35 Ídem.
36 Ídem.
37 Entre Todos, agosto de 1985. Año I, N. 9, 4.
38 Ibidem, 5.
39 Ídem.
40 Entre Todos, octubre de 1985. Año I, N. 10, 5.
41 Ibidem, 6.
42 Creo que, en gran medida, la intervención de Daniel Otero, como una de las escasas notas que aparecen explícitamente bajo autoría, demuestra cómo los perfiles provenientes de la militancia política se encargaban de abordar las notas referidas a la coyuntura socioeconómica.
43 Ibidem, 7.
44 Entre Todos, marzo de 1986. Año II, N. 15, 7.
45 Este último punto resulta central, si bien investigaciones recientes (Castellani, 2021) que han tenido una importante contraparte en los trabajos clásicos de (Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 1990), han desarrollado los vínculos entre grupos económicos y Estado en esta etapa, es posible que figuras intelectuales hayan aportado a la visión económica de la revista.
46 Ídem.
47 En septiembre de 1985 se realizó en Seúl la reunión entre el BM y el FMI donde se lanzará la propuesta del secretario del Tesoro norteamericano James Baker para los países endeudados. Esta, posicionó en el centro de la estrategia del tratamiento de la deuda al BM, en conjunción con el FMI, para impulsar reformas en los países que permitieran saldar sus deudas (Bouzas 1988).
48 Entre Todos, mayo de 1986. Año I, N. 16, 4.
pp. 83-112 - Anuario CEEED - N°17 - Junio/Noviembre 2022
Año 14 - e-ISSN 2545-8299
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Fecha de recepción del artículo: 23/06/2021
Fecha de aceptación del artículo: 15/12/2021