Índice

Presentación 11

Dossier

La Crisis de 1930 en Latinoamérica

Coordinado por E. Martín Cuesta, Cecilia T. Lanata-Briones

Introduction: Towards the centenary of the 1930 crisis. Lessons from Latin America

E. Martín Cuesta, Cecilia T. Lanata-Briones 15

Libradas a su suerte. Las compañías ferroviarias de capital británico en la Argentina frente a la desvalorización del peso y el control de cambios.

1930-1939

Mario Justo López 29

De viajes intensos y transformaciones: El sistema de transporte público de pasajeros y la crisis de 1930 en la ciudad de Buenos Aires

Paloma Basyk, E. Martín Cuesta 71

Vialidad, turismo y empresas de transporte en el ciclo conservador-demócrata en Mendoza, Argentina

(1932-1943)

Pablo F. Bianchi Palomares, Natalia M. Luis 97

Tiempo de crisis, tiempo de mujeres.

La participación laboral de las mujeres entre 1908 y 1937 en Uruguay

Silvana Maubrigades 137

Parte abierta

Los dilemas de la élite empresarial en la posconvertibilidad. Un recorrido por la compleja relación entre la Asociación Empresaria Argentina y los gobiernos kirchneristas (2003-2015)

Matías Zublena 169

Reseñas

The Age of Global Economic Crises (1929-2022)

Camila Lucía Scuzzarello 207

Directrices para autores/as 213

Tiempo de crisis, tiempo de mujeres.

La participación laboral de las mujeres entre 1908 y 1937 en Uruguay

Silvana Maubrigades1

silvana.maubrigades@cienciassociales.edu.uy

https://orcid.org/0000-0001-6418-1187

Resumen

Este artículo aborda la participación laboral de las mujeres en Uruguay entre 1908 y 1937, centrándose en cómo las crisis económicas, particularmente la Gran Depresión, influyeron en la dinámica de género en el mercado laboral. Se evidencia que las crisis económicas a menudo resultan en un incremento de la participación femenina en el mercado laboral, fenómeno conocido como el “efecto trabajador añadido”, donde las mujeres entran al mercado laboral para complementar los ingresos del hogar que se ven afectados por la crisis. Sin embargo, estas oportunidades de empleo suelen estar marcadas por condiciones laborales precarias y remuneraciones inferiores a las recibidas por los varones, lo que refleja una persistente segregación ocupacional por género.

A través del análisis de censos de población y otras estadísticas industriales, se destaca el notable incremento en la participación de las mujeres en sectores como la industria textil, que mostró un crecimiento significativo en la empleabilidad femenina hacia el final del período estudiado. Sin embargo, se observa que una vez que las crisis se resuelven y la economía se estabiliza, la demanda de esta “mano de obra barata” disminuye, lo que a menudo lleva a una reducción en la participación laboral femenina.

El documento concluye subrayando la importancia de adoptar políticas que no solo busquen la recuperación económica, sino que también aborden las desigualdades de género en el mercado laboral. Se recomienda la implementación de medidas que fomenten la igualdad salarial y mejoren las condiciones laborales para las mujeres, asegurando que los beneficios de la recuperación económica sean inclusivos y sostenibles.

Palabras clave

Crisis, participación laboral, desigualdades de género

Times of crisis, times of women.

Women’s labor force participation in Uruguay between 1908 and 1937.

Abstract

This paper addresses the labor force participation of women in Uruguay between 1908 and 1937, focusing on how economic crises, particularly the Great Depression, influenced gender dynamics in the labor market. It is evident that economic crises often generate an increase in female participation in the labor market, a phenomenon known as the “added worker effect”, where women enter the labor market to supplement household incomes affected by the crisis. However, compared to men these employment opportunities are usually characterized by precarious working conditions and lower remunerations, reflecting a persistent occupational segregation by gender.

Through the analysis of population censuses and other industrial statistics, the paper highlights the prominent increase in women’s labor force participation in sectors such as textile industry, which showed significant growth in female employability towards the end of the period. However, it is observed that once the crises are resolved and the economy stabilizes, the demand for this “cheap labor” decreases, often leading to a reduction in female labor participation.

The document concludes by underlining the importance of adopting policies that not only seek economic recovery but also address gender inequalities in the labor market. It recommends the implementation of measures that promote wage equality and improve working conditions for women, ensuring that the benefits of economic recovery are inclusive and sustainable.

Keywords

Crisis, labor force participation, gender inequalities

Introducción

“Cuando las fábricas abrieron sus puertas a la mujer, esta vio en ellas la salvación y hasta casi una completa emancipación de la miseria, no veía ella, víctima de su mismo afán de mejoramiento, que su entrada al taller originaba un brusco descenso en la recompensa y que su misma tarea, igual a la que desempeñaban los varones, no estaba igualmente pagada”2

El estudio histórico de las crisis económicas en diversos países muestra ciertos patrones recurrentes en lo referido al rol cumplido por las mujeres en estos contextos: uno de ellos es que la salida de las crisis suele implicar un incremento en el trabajo de las mujeres, no sólo remunerado sino también no remunerado, dentro de sus hogares (Gálvez y Rodríguez 2013). Otro de los patrones que se ha comprobado también en Uruguay es que el empleo de los varones muestra una recuperación más rápida que el de las mujeres y, además, éstas participan en condiciones laborales proporcionalmente más precarizadas e inestables (Camou y Maubrigades 2019; Maubrigades 2017; Espino 2012). Como resultado, las crisis tienden a profundizar las condiciones de desigualdad preexistentes en el mercado laboral, tanto en términos de oportunidades de participación y condiciones salariales, como de regulaciones laborales y políticas de equidad. Por tanto, si bien las mujeres tienen una mayor presencia en el mercado laboral a partir de las crisis, las circunstancias en que se produce dicha participación pueden considerarse especialmente complejas, donde la fragilidad de los puestos de trabajo, las condiciones de precariedad, la incertidumbre y, además, la extensión de las jornadas laborales dentro del hogar hace difícil valorarlas como exitosas para las mujeres.

El objetivo de este artículo es reflexionar en particular sobre el impacto de la Crisis del `29 en el mercado de trabajo en Uruguay, desde un enfoque de género. La crisis económica que desencadenó el crack financiero mundial afectó de manera diferente a los distintos grupos de población. Pero en particular afectó de manera diferencial a varones y mujeres. Si bien es cierto que el primer impacto de la crisis tuvo un resultado favorable en el número de mujeres que se integraron al mundo del trabajo, también es cierto que lo hicieron a costa de representar una estrategia abaratadora de la mano de obra.

En el caso de América Latina, y en particular en Uruguay, la crisis mundial fue el desencadenante de un cambio de modelo productivo orientado a la industrialización dirigida por el Estado (Bértola y Ocampo 2012). Por lo que, éste trabajo analiza cómo fue el proceso de incorporación de varones y mujeres en el sector industrial de Uruguay en las cuatro primeras décadas del siglo XX y cómo impactó en este proceso la crisis desencadenada a partir del crack económico de 1929.

Para llevar adelante este análisis, en el apartado siguiente se presentan diversas teorías explicativas sobre el efecto de las crisis en la participación laboral de las mujeres. Posteriormente, se presentan las fuentes de datos utilizadas para este abordaje y una explicación del uso de las mismas, así como sus limitaciones. Un siguiente apartado analiza la inserción de varones y mujeres en el sector industrial uruguayo, para el período comprendido entre 1908 y 1937. Luego, se presenta un apartado específico que estudia la participación laboral en la industria textil, en virtud de ser la rama industrial que muestra una mayor presencia de mujeres dentro de su fuerza de trabajo. Finalmente, se presentan algunas reflexiones que pretenden conjugar las diferentes miradas teóricas utilizadas y los resultados encontrados para el caso de Uruguay.

Las mujeres y las crisis, principales abordajes teóricos

Los episodios de crisis implican interrupciones de los procesos de crecimiento o colapsos productivos que generan profundos problemas en términos de inestabilidad social, así como en el funcionamiento de las empresas y las instituciones. En particular, esta inestabilidad se transmite al empleo y a los ingresos, con efectos diferenciales por sexo, etnia, edad, etc. (Tokman 2006). El impacto es especialmente notorio para las mujeres, cuya inserción laboral es relativamente inestable, dado que el mercado de trabajo opera en la intersección entre sus dos ámbitos de acción: la economía mercantil (productiva desde el punto de vista de la economía convencional) y la no remunerada (reproductiva) (Elson 1999). La importancia de estudiar las crisis económicas en perspectiva histórica, así como las estrategias utilizadas por varones y mujeres para atravesarlas, radica en el hecho de que frecuentemente se sale de ellas con una mayor desigualdad de género (Gálvez y Rodríguez 2013; Gálvez et al. 2010). Comúnmente el análisis de las transformaciones en la estructura productiva da cuenta de diferentes estrategias tomadas por los trabajadores y empresarios en tiempos de crisis. Ahora bien, el análisis de las crisis con una mirada de género permite comprobar que su impacto no es el mismo para varones y mujeres (Fukuda-Parr et al. 2013; Espino 2012; Cochard et al. 2011; Leschke y Jepsen 2011; Elson 2010; Milosavljevic y Montaño 2010).

Las coyunturas negativas de los ciclos económicos afectan la demanda de trabajo, no sólo porque los ajustes salariales son medidas frecuentemente implementadas para superar estas situaciones (reducción de costos de producción), sino porque además se produce una precarización del mercado laboral expresada en factores como el incremento del desempleo, la desregulación laboral, la informalidad y las dificultades para mantener los puestos de trabajo. En particular las mujeres suelen tener una mayor presencia en trabajos informales y/o precarios y están más expuestas al desempleo (Glassner y Keune 2010).

Pero, además, la responsabilidad de las mujeres por el cuidado y las tareas domésticas constituye un obstáculo para ingresar y consolidar su trayectoria en el mercado laboral. Ello aumenta su probabilidad de subempleo y de acceder a una menor remuneración (Gálvez y Rodríguez 2016; Espino 2012; Gálvez y Rodríguez 2013; Milosavljevic y Montaño 2010). Estas características derivadas de la división sexual del trabajo, en que las mujeres son las principales responsables del trabajo “reproductivo” y los varones del trabajo “productivo” sirven de marco para que las crisis exacerben las diferencias de recursos y estatus entre los sexos.

Desde una perspectiva histórica, la relación entre las crisis y el trabajo de las mujeres no ha sido homogénea. La forma en que se incorporan durante los períodos recesivos, las estrategias de permanencia en el mundo laboral e incluso su flexibilidad para ingresar y salir de este mercado no ha sido la misma a lo largo del tiempo ni entre regiones (Olivetti 2013; Goldin y Olivetti, 2013; Goldin 2002). Esta dinámica se encuentra estrechamente vinculada, por un lado, al desempeño y las estructuras económicas e institucionales de los países, desarrollados y no desarrollados. Pero también depende de los estratos socioeconómicos de donde provienen las trabajadoras, las diferentes habilidades y/o formación con la que cuentan, así como los condicionantes familiares que operan en sus decisiones de participación en el mundo laboral (Berik et al. 2009).

Desde una perspectiva teórica, la incorporación de las mujeres a la economía en contexto de crisis puede responder a diferentes fenómenos. Por un lado, puede hablarse de la interacción entre efectos de sustitución y desaliento (Bruegel 1979; Rubery & Tarling 1982; Martín Román y Morale De Blas 2002) y por el otro, puede obedecer al estado de segregación ocupacional vigente en el mercado laboral (Milkman 1976, Johnson 1983, Miller 1990).

El enfoque de la sustitución analiza cómo, desde el lado de la oferta de mano de obra, las mujeres aumentan su participación en el mercado laboral como estrategia de los hogares ante caídas transitorias del ingreso familiar provocadas, por ejemplo, por el desempleo del jefe del hogar, dando lugar al denominado efecto del “trabajador añadido”. Desde esta perspectiva, en periodos de recesión económica aquellos miembros del hogar que no trabajaban (mujeres, pero también adultos jóvenes), se incorporarán al mercado de trabajo. Estos nuevos trabajadores pueden, incluso, llegar a encontrar puestos de trabajo diferentes a los que accedería el jefe del hogar. Las crisis pueden provocar otro efecto, incluso simultáneo al antes mencionado, conocido en la literatura como el del “trabajador desanimado” (Martín Román y Morale De Blas 2002). En este caso, en un contexto de recesión algunos trabajadores que están desocupados por largos períodos, como las mujeres, dejan de buscar empleo y se retiran del mercado. Para la teoría feminista marxista más que desánimo se habla de un ejército de reserva de mujeres que es utilizado en tiempos de expansión económica para controlar los niveles salariales y es expulsado del mercado en contexto de crisis. Su pasaje a la inactividad encubre un incremento o un simple retorno a las actividades reproductivas perpetuando una división sexual del trabajo y asignándoles a las mujeres una mayor presencia en actividades no remuneradas (Milkman 1976).

Por su parte, el efecto de segregación se sustenta en el análisis de la distribución del mercado de trabajo entre actividades “masculinas” y “femeninas”. Las crisis pueden afectar en forma desigual a estos sectores, dependiendo la especialización productiva de los países, el cambio estructural alcanzado o la globalización. Esta segregación ocupacional por género puede dar como resultado que las mujeres en algunos períodos sean las menos afectadas por las crisis, ya que sus sectores de actividad pueden estar menos expuestos a los cambios macroeconómicos. Sin embargo, también puede suceder que las mujeres ocupadas en sectores feminizados3 (en gran medida asociados al cuidado y a los servicios personales y a los hogares), más volátiles respecto a las recesiones, suelen ser expulsadas del mercado laboral con mayor frecuencia que los varones.

También la relación entre la participación de las mujeres en el mercado de trabajo y la evolución de la brecha salarial durante las crisis implica tomar en cuenta la estructura de la ocupación y las características de la crisis. Las crisis en los países en desarrollo a diferencia de los desarrollados pueden estar acompañadas de caída general de salarios y de aumento de puestos de trabajo precarios, menos calificados y con baja remuneración. La brecha salarial disminuye entonces por caída de los salarios de varones que pasan a engrosar en mayor medida este sector del mercado de trabajo (Cuerva 2018; Mira 2016; Girón 2010).

En resumen, el análisis histórico sobre el impacto de las crisis en el mercado de trabajo y en particular en la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo tiene, de acuerdo a lo planteado hasta aquí, dos grandes abordajes. Por un lado, analizar si las crisis generan un efecto sustitución, integrando un mayor número de mujeres, en un contexto de reducción de ingresos en los hogares. Por otro lado, se analiza la segmentación del mercado laboral y el comportamiento diferente de las ramas masculinizadas y feminizadas en contextos de crisis. Procura este trabajo analizar si para la crisis ocurrida a partir del crack económico de 1929, el mercado laboral en Uruguay muestra algunas de estas tendencias e incluso, si pueden observarse una coexistencia de ambas.

Fuentes de datos

Aplicando este trabajo una metodología exclusivamente cuantitativa y descriptiva, se presentan a continuación las fuentes de datos utilizadas. Las mismas varían, de acuerdo a la disponibilidad de información para el período analizado, por lo que se explicará la estrategia empírica adoptada en cada caso.

Los primeros datos manejados son del año 1908, extraídos del Censo Nacional realizado en esa fecha y a partir del cual se puede estudiar en forma comparativa la incorporación discriminada por sexo de los obreros a las distintas ramas industriales.

El siguiente año para el cual se cuenta con información es 19134. Estos datos fueron extraídos del Censo Industrial de la ciudad de Montevideo, donde aparecen los obreros ocupados en la industria discriminados por rama y por sexo. El hecho de proporcionar información sólo para la capital del país hace que estos datos no sean totalmente adecuados para un análisis comparativo con las restantes fuentes, que sí son de carácter nacional. En tal sentido, solamente se tomarán las cifras proporcionadas por esta fuente para evaluar la evolución en el tipo de participación de las mujeres en el mercado de trabajo.

Un siguiente grupo de datos hace referencia al año 19195. Los mismos dan cuenta de la mano de obra ocupada en la industria nacional, discriminados por sexo, edad y nacionalidad. A diferencia de otras fuentes, los datos aquí manejados aparecen originariamente ordenados por tipo de establecimiento industrial y no agrupados por ramas, como figuran en los Censos Industriales consultados para otros períodos. Esta diferencia hizo necesario homogeneizar los datos, agrupando los mismos según el criterio utilizado en el Censo de 19366. Un punto más que es necesario considerar responde a la descripción de la fuente de datos. La misma hace referencia al número de operarios sin especificar en ellos obreros y empleados y, en este análisis, se están tomando en consideración solamente el primer grupo. Sin embargo, cotejando los datos de 1919 con el siguiente período de 1923, se encuentra que el número de obreros considerados para ese año no es sustancialmente superior, además, el ordenamiento por establecimientos industriales es el mismo y solo se hace mención a obreros incorporados a la industria. En tal sentido se tomarán las cifras de 1919 como el número de obreros industriales para ese año.

Para el año 19237 los datos que se tienen dan cuenta del número de industrias que se desarrollan en el Uruguay y los obreros ocupados en las mismas, discriminados por sexo. En este caso tampoco se cuenta con un ordenamiento de las ramas industriales, pudiéndose ver un posible sobredimensionamiento de algunos sectores. Este hecho parece estar determinado por la inclusión dentro de las industrias de algunos establecimientos que tienen un contacto muy directo con el sector comercial, por lo que la línea que las divide suele ser muy delgada. Particularmente se hace referencia a las empresas de ferrocarriles y a los tranvías eléctricos; al restarlos del total de datos las cifras parecen tener un criterio de crecimiento más lógico comparadas con las de 1919.

Para el año 1930 los datos con los que se cuenta pertenecen a distintas fuentes. Por un lado, se tiene el Censo de 19378 que hace un estudio comparativo entre la industria manufacturera para ese año y para el año 1930, donde se tienen las cifras del total de obreros ocupados en la industria en el país. Por otro lado, están los datos manejados por la sección estadística del Banco República9, que presenta la discriminación de los obreros industriales entre varones y mujeres calificados o no, nacionales o extranjeros, en todos los casos para Montevideo y el interior del país.

Para marcar la diferencia relevante entre estas cifras se observa que el Censo de 1937 establece que el número total de obreros ocupados en la industria manufacturera para 1930 era de 46.204. Por su parte, la Sinopsis Económica del Banco República establece que los obreros ocupados en los 7403 establecimientos industriales que funcionaban para ese año eran de 81.502, distribuidos en 67.904 en Montevideo y 13.598 en el interior. Agrega además que las cifras de ocupados por sexo, incluyendo trabajadores con y sin oficio eran de 72.362 varones y 9.104 mujeres.

La diferencia de casi un 50% entre uno y otro dato tiene como principal explicación el universo diferente analizado por una y otra fuente. El Banco República incluye en esta cifra el total de las industrias del país, en tanto que el Censo del 37’ considera para esta cifra de 46.204 solamente aquellos establecimientos considerados como industrias manufactureras.

Sin embargo, mirando los totales considerados para toda la industria por esta última fuente la diferencia en las cifras aún se mantiene, aunque no en los mismos niveles; para el total de la República el Censo del 37’ establece que hay un total de 7.160 establecimientos y 64.822 obreros ocupados en los mismos.

Podemos, finalmente, concluir que las diferencias entre una y otra fuentes responden a distintos criterios en el manejo u ordenamiento de los datos. Por ello, se establecerá como criterio analizar los datos de 1930 tratados en el Censo de 1937, estableciendo relaciones porcentuales de la siguiente manera: la “Sinopsis Económica” del BROU establece una relación porcentual en el trabajo masculino y femenino de 89 y 11% respectivamente, por lo tanto, se analizarán los datos absolutos considerados en el Censo de 1937 aplicándose esta diferencia porcentual.

Finalmente, para el año 1937 se utilizan los datos recabados por el Censo Industrial de 1936, los mismos son de carácter nacional, correspondiendo las cifras del personal ocupado al 1º de abril de 1937.

En función de la inexistencia de datos agregados a nivel nacional, los archivos utilizados para el análisis de la evolución salarial en la industria textil, serán de la firma Campomar & Soulas, dentro de la cual se analizan la fábrica La Industrial ubicada en Juan Lacaze, departamento de Colonia, dada su importancia en el número de obreros (456 en 1930 y 1.881 en 1951), así como su permanencia en el tiempo (desde 1905 hasta 1998).

Inserción industrial de varones y mujeres

Si bien el modelo de industrialización dirigida por el Estado es ubicado a partir de la década de 1930 y más concretamente, como consecuencia de un cambio de tendencia ocurrido en América Latina a partir del impacto de la crisis de 1929 en las economías de la región, no puede obviarse que ya desde finales del siglo XIX se había iniciado un proceso de industrialización temprana, principalmente orientado a la sustitución de bienes de consumo perecedero (Bértola 1991).

Cuadro 1. Participación de varones y mujeres en la Industria

Manufacturera (%)

Total

Varones

%

Mujeres

%

1908

22.224

17.979

81

4.245

19

1913 (Montevideo)

21.537

18.424

86

3.113

14

1919

36.872

32.167

87

4.705

13

1923

37.300

32.377

87

4.923

13

1930

46.189

39.059

85

7.130

15

1937

57.733

43.975

76

13.758

24

Fuentes consultadas:

1908 Censo de ese año. Obreros ocupados en la Industria Manufacturera

1919 Oficina nacional del Trabajo, datos de obreros ocupados en la Industria

Manufacturera

1923 Libro del Centenario, pág. 771. Mano de obra ocupada en la Industria

Manufacturera.

1930 Sinopsis estadística del BROU y Censo Industrial de 1936

1937 Censo industrial de 1936

En tal sentido, este trabajo aborda el análisis del mercado laboral industrial desde principios del siglo XX y se continúa hasta el fin de la década de 1930, cuando se consolida la recuperación de la crisis económica ocurrida a principios de la década.

Las cifras obtenidas permiten hacer algunas precisiones. La primera de ellas es la esperada constatación de que el número de varones ocupados en la industria fue siempre superior al número de mujeres. La segunda es que, si bien las mujeres fueron incrementando su participación, se observa un claro cambio de tendencia entre 1930 y 1937, cuando llegan a representar la cuarta parte del personal ocupado.

Al comienzo de este análisis, para el año 1908, las mujeres representaban el 19% de los obreros industriales. Tal situación varió ya para el año 1919, cuando a nivel nacional descendieron, en términos relativos al 13 % del total, manteniéndose esta relación, al menos, hasta mediados de los ’20.

Los escasos datos que se manejan hacen difícil interpretar el descenso de las mujeres en la industria en estos años, pese a lo cual pueden manejarse algunas hipótesis. Este descenso en la participación femenina parece ser cuestionado por los datos de 1913 para Montevideo, donde las mujeres representan el 14% de la mano de obra ocupada. Debemos tomar en consideración, además, que esta cifra no incluye a las industrias que existían en ese momento en el interior del país, destacándose a modo de ejemplo la empresa textil Campomar, con su fábrica La Industria en Juan Lacaze. Esta rama industrial tradicionalmente incorpora abundante mano de obra y con especial énfasis, mano de obra femenina.

Si establecemos como supuesto, entonces, que el número de mujeres en el total del país debió aumentar para 1913, la etapa posterior, hasta 1919 caracterizada por la caída en el número de mujeres puede encontrar una explicación en la Primera Guerra Mundial y la crisis económica que ésta generó. Para una industria en crecimiento, puede pensarse que, una crisis económica repercute directamente en la capacidad de inversión de la misma haciéndose necesario controlar los egresos. En tal sentido el ahorro en mano de obra puede ser una estrategia, así como también la opción de invertir en mano de obra calificada, como se consideraba la masculina. También se puede suponer que la incorporación de mano de obra en estos años se concentró en aquellas ramas orientadas a la exportación, como es el caso de la industria frigorífica, la que tuvo una importante desempeño en el período como abastecedora de alimentos para los países en guerra (Bértola 2000).

Así, de acuerdo con la literatura antes citada, podría suponerse que, en esta coyuntura económica desfavorable, la escasa participación de las mujeres en el mercado de trabajo fabril pudo verse desestimulada por las condiciones laborales y, por tanto, generar una salida de éstas del mercado laboral industrial. Sin embargo, no se maneja aquí evidencia que indique que esta salida fue para regresar a sus hogares y no para ubicarse en otros sectores económicos, como el de los servicios.

Para los años ’30, en cambio, la participación de mujeres en la industria sí fue algo más significativa, representando un 15 % de la mano de obra al principio de la década y un 24% a finales de la misma. En este caso sí podría albergarse la hipótesis de que las mujeres, mientras duró el impacto económico de la crisis del 29’, encontraron en el mercado de trabajo industrial un espacio de inserción claro, sin que este implicara necesariamente un retroceso en la participación laboral de los varones.

Una visión más dinámica de la incorporación de obreros a la industria podría hacerse evaluando las tasas de crecimiento de los mismos (Gráfico 1). Entre los años 1908-1919 el total de obreros ocupados en la industria creció a una tasa anual del 4.7%, en un momento en que el PBI industrial crecía al 2.3% anual. Al interior de esta cifra se observa que el rol principal en el aumento de la mano de obra lo tienen los varones, con una tasa de crecimiento en su participación dentro del sector del 5.4% anual, en tanto que las mujeres crecieron a un 1% anual. Para estos años la PEA mostró una tasa de crecimiento anual del 2%, para varones y mujeres, lo que permite suponer que en esta etapa la mano de obra femenina se volcaba hacia otros sectores de la economía, posiblemente hacia el sector servicios (Maubrigades 2002).

Gráfico 1 Incorporación de varones y mujeres a la Industria Manufacturera. Años seleccionados (Tasas de crecimiento)

Fuentes: Elaboración en base a fuentes de cuadro 1

Para el siguiente período identificado, 1919-1930, cambia la situación ocupacional para ambos sexos. En estos años la participación de las mujeres adquiere un mayor dinamismo, alcanzando un 4% anual de crecimiento dentro del sector industrial. En ese entonces la industria manufacturera mostraba una tasa de crecimiento anual del 6%, reflejando el período de recuperación de posguerra. A un ritmo menor, 3% anual, creció también la PEA en estos años para ambos sexos; pese a que el crecimiento de la población en su conjunto fue aún menor, 2% anual, con una mayor incidencia de las mujeres en el total (Maubrigades, 2002).

Por último, el período 1930-1937, que abarca las principales consecuencias de la crisis mundial del ’29, es el que muestra la mayor incorporación de mujeres a la industria. Los niveles de participación de las mismas alcanzaron un crecimiento anual del 10%, en tanto que los varones solo aumentaban a razón de un 2% anual.

Este crecimiento en la participación de las mujeres es un dato por demás interesante si se considera que en este período el crecimiento anual de la mano de obra ocupada en la industria en su conjunto fue del 3 %. Estas cifras permiten manejar la idea de una sustitución de mano de obra masculina por femenina, tal como sugiere la literatura referenciada, en contraposición a lo ocurrido durante el shock económico de la Primera Guerra Mundial.

Comparando la participación de las mujeres en la industria con el aumento de la PEA femenina para este período, del 3% anual, se evidencia un posible reagrupamiento de éstas dentro del aparato productivo a favor de este sector. Este supuesto puede confirmarse al considerar que las obreras industriales en el total de la PEA femenina pasaron del 5.6% en 1930 al 9.3% en 1937.

Podría esta situación ser explicada por la profunda crisis económica que atravesaba el país a comienzos de la década del ’30. La disminución del salario real en estos años, sumada a la necesidad de abaratar los costos en la producción, pudieron ser causantes de un cambio en la composición de la mano de obra industrial, con una tendencia a la incorporación creciente de obreras.

Estas cifras permiten suponer que las mujeres, habiéndose volcado al mercado laboral, optaron por participar en el sector industrial. Esto no quiere decir que la dinámica del sector favoreciera un aumento de puestos de trabajo, sino que posiblemente las condiciones económicas, en el marco de las cuales fue creciendo la industria, hicieron más propicia la inclusión de mujeres dentro de los obreros en un contexto de caída de los salarios, como se analizará posteriormente.

Participación de varones y mujeres por rama industrial

Esta dispar inserción de varones y mujeres en la industria manufacturera alberga otras explicaciones si se considera la evolución de ambos en función de las ramas industriales que los incluyen. En este análisis dejaremos a un lado el año 1930, antes utilizado, por carecer de datos discriminados por rama en la utilización de mano de obra masculina y femenina.

Asumiendo como criterio la clasificación de las ramas industriales utilizada por Bértola (1991), que las distribuye en función de la utilización mayoritaria de materia prima nacional o importada, la incorporación de varones y mujeres en ambos grupos muestra notorias diferencias10.

Gráfico 2 Varones y mujeres en la industria manufacturera (%), según utilice principalmente materias primas nacionales o importadas. Años seleccionados.

Fuente: Elaboración en base a fuentes del cuadro 1.

La primera constatación que puede hacerse es que las mujeres tienen una mayor participación en aquellas ramas que procesan materia prima nacional, lo que podría interpretarse como una segregación dentro de la industria, que ubica a las mujeres con una mayor presencia en un sector más que otro. Además, la incorporación de mujeres a este grupo tiene un comportamiento más semejante al observado en el análisis precedente, donde las mujeres tienen una mayor incidencia al comienzo y final de los años seleccionados.

Al interior de cada grupo se encuentran, sin embargo, ramas que se caracterizan por una mayor utilización de mano de obra femenina con respecto al resto de las industrias contempladas. Para el caso de las ramas procesadoras de materia primas nacionales, las mujeres tienen un rol destacado en las Textiles, la Vestimenta y los Productos Alimenticios. Para las ramas procesadoras de materias primas importadas, las mujeres participan en forma mayoritaria en la industria del Tabaco, mientras que en las restantes muestran un comportamiento marcadamente minoritario.

Este mismo análisis podemos realizarlo en cada sector, considerando distintos períodos en el ritmo de crecimiento de varones y mujeres en su incorporación a la industria manufacturera.

Cuadro 2 Tasas de crecimiento de los obreros ocupados en la industria (Períodos seleccionados)

1908 - 1919

1919 - 1923

1923 - 1937

Mat.

primas nacionales

Mat.

primas

importadas

Mat. primas nacionales

Mat.

primas

importadas

Mat.

primas nacionales

Mat.

primas importadas

Mano de obra (sub total)

5,5

3,5

0,4

0

3,4

2,8

Mano de obra masculina

6,8

3,3

0,3

0

1,9

2,7

Mano de obra femenina

-0,6

4,5

2

0

9,2

3,5

Fuente: Elaboración en base Fuentes: 1908 Censo Nacional de 1908 1919 Anuario Estadístico de 1919. Oficina Nacional del Trabajo, pág. 451 y 452. 1923 Libro del Centenario. 1930 y 1937 Censo Industrial de 1936 (Los datos de ocupación son de Abril de 1937).

Para las ramas procesadoras de materias primas nacionales el período comprendido entre 1908-1919 muestra una tasa de crecimiento mayor de la mano de obra, 5.5% anual, que el experimentado por las ramas procesadoras de materias primas importadas, 3.5% anual. Sin embargo, el comportamiento de varones y mujeres en este ingreso es diferente al antes descrito en valores absolutos.

Para el primer sector, la dinámica en la incorporación de obreros es conducida por el ingreso de varones a la producción. La tasa de crecimiento en la participación masculina del período es de 7% anual, contra una caída en la participación de las mujeres del 1% anual. Estas cifras contienen importantes evidencias en su interior, como el hecho de que las mujeres en la rama de Productos Alimenticios aumentaron su participación un 16%11, pese a que en términos globales haya descendido su incidencia.

En las industrias procesadoras de materias primas importadas, la situación es inversa. Aquí el crecimiento de la mano de obra está liderado por la incorporación de mujeres a la producción en forma más dinámica que la observada en los varones, 4.5% y 3.3% anual respectivamente. Las industrias de este sector tienen como característica la menor participación femenina en la producción por lo que un mayor dinamismo en su inclusión no refleja necesariamente un peso más significativo de las mujeres en el total de la mano de obra ocupada. En tal sentido varones y mujeres mantienen en este sector el mismo peso relativo con el correr de los años, para 1908 las mujeres representaban el 19% de la mano de obra ocupada en estas ramas, y para 1919 eran el 18%. Sin embargo, cabe destacar que al interior de este sector destaca la participación de las mujeres en la rama tabaco, donde su número se duplica para este período12, respondiendo este comportamiento a un uso intensivo de la mano de obra.

El breve período comprendido entre 1919 y 1923, sólo da cuenta de un incremento en la mano de obra ocupada en las ramas procesadoras de materias primas nacionales. Detenernos en estas cifras importa solo en la medida que las mismas dan cuenta de un proceso que adquiere cada vez más relevancia, a saber, el aumento de las mujeres dentro de un sector y más específicamente dentro de la rama textil.

En estos años la tasa de crecimiento de las mujeres ocupadas en la industria textil fue de un 13% anual. Este incremento de su participación permitió que el número de mujeres ocupada fuera del 38% en el total de los obreros13.

Para los años comprendidos entre 1923-1937 los cambios en la composición de la mano de obra industrial tienen características importantes de resaltar. Este período, que abarca la recuperación de los años ’20 y la posterior crisis de la década del ’30, parece mostrar en el papel de las mujeres dentro del mercado de trabajo cambios sustanciales.

En este caso se destaca el importante aumento de la mano de obra femenina en todas las ramas industriales, en las procesadoras de materias primas nacionales y en las importadas, con un crecimiento del 9.2% y 3.5% anual respectivamente.

Sin embargo, esta participación de las mujeres adquiere particular relevancia en aquellas ramas ampliamente consideradas como una prolongación de las actividades domésticas en el ámbito productivo. Destacan en estos rubros la rama de productos alimenticios, la rama textil y la de vestimenta. Especialmente en la rama textil se observó un incremento del 15% anual de las mujeres en la producción. Este hecho en particular parece estar mostrando una sustitución de la mano de obra masculina por la femenina, en la medida que el porcentaje de mujeres ocupadas en la industria textil pasa de un 38% en 1923 a un 62% en 1937, por lo que se presenta a continuación un análisis específico de la participación de varones y mujeres en esta rama.

Varones y Mujeres en la Industria Textil

Haciendo una breve presentación de la industria textil en el contexto de la industria manufacturera, se encuentra que para el año 1919 el número de establecimientos ubicados dentro de la rama representaba el 2% del total de establecimientos industriales. Esta relación porcentual no varía sustancialmente a lo largo del período analizado, culminado con una representación del 3% para el año 1937.

Como muestra el gráfico 3 la rama textil evidencia, desde finales de la Primera Guerra Mundial hasta mediados de la década del ’30, una serie de oscilaciones en su crecimiento. El período bélico resultó favorable para la Industria Textil, la que mantuvo un crecimiento anual del 13%.

Gráfico 3: Índice del Valor Agregado Bruto de la Industria Textil.

1908 – 1940 (1913 = 100) Escala Logarítmica.

Fuente: Fuentes: 1913 - 1936: Bértola, 1998; 1936-1939: Bertino, M. y Tajam, H. (1999)

Finalizada la Primera Guerra Mundial, la economía nacional comenzó a sufrir las implicancias que tienen para la producción un mercado internacional saneado. Habiéndose restaurado las condiciones de comercio normales, la competencia entre mercaderías importadas y nacionales fue inevitable. Se logra cierta mejora hasta 1924, para caer nuevamente en otro ciclo negativo. Entre 1924 y 1929 la industria textil crece a un 4.2% anual recuperando así el nivel anterior a la crisis.

Cuando la Gran Depresión impacta en Uruguay, nuevamente el sector textil sufre las consecuencias de la crisis económica. Para el caso de la lana, los precios internacionales mostraron un marcado descenso entre 1928 y 1931, aumentando luego en forma sostenida hasta 1937. Por su parte la producción de lana, afectada por la caída de los precios descendió, alcanzando el mínimo en el año 193414. No obstante, para 1933 daba señales de recuperación, mostrando entre 1933 y 1935 una tasa de crecimiento anual del 35%.

Si se evalúa el desempeño de los obreros textiles y esto se hace en comparación con el crecimiento de la mano de obra ocupada en la industria manufacturera en su conjunto, se observa que pasan de un 3% del total en 1919 a un 11% en el año 1937. Y si se analiza la composición por sexo de la mano de obra al interior de sector se encuentra que los varones ocupados en la industria textil representaban en 1919 el 2% de los obreros ocupados en el conjunto de la industria, cifra que aún se mantiene para el año 1923. Finalmente, para el año 1937 la representación de los obreros textiles pasó a ser de un 6% del total de varones ocupados. En resumen, se triplica su participación entre 1919 y 1937.

Por su parte, las mujeres ya mostraban para 1919 un peso relativo superior en su grupo, al que tenían los varones, incluso al final del período, representando el 7% de las mujeres ocupadas en la industria. Para el año 1937, el número de mujeres ocupadas en la industria textil representaba el 29% del total de mujeres dentro de la industria manufacturera. Esto implica que, en el conjunto del período, las mujeres de la industria textil multiplican por cuatro su participación en el total de la mano de obra femenina en la industria.

Como puede verse en el Gráfico 4 la distribución de varones y mujeres, tomando dos momentos en el tiempo, parece invertirse. Para el año 1919 los varones ocupados en la industria textil representaban el 62 % del total de obreros; para el año 1937 eran las mujeres quienes representaban el 62% de los obreros ocupados en la rama.

Gráfico 4: Distribución de la mano de obra en la industria textil discriminada por sexo. Años seleccionados. (%)

Fuente: Datos de la Oficina Nacional de Trabajo para 1919 y del Censo de 1936 para los datos de 1937.

Estas cifras, sumadas a las anteriores constataciones del incremento en la mano de obra en la industria textil, permiten destacar dos hechos en la evolución de la rama. El primero de ellos es la importante incorporación de mano de obra que tuvo el sector textil entre fines de la Primera Guerra Mundial y la recuperación de la crisis del ’29.

Por otro lado, este incremento de mano de obra estuvo caracterizado por la incorporación de mano de obra femenina, la que mostró una tasa de crecimiento en su incorporación al sector del 13% anual entre 1919-1923 y un 15% anual entre 1923-1937.

No parece casual que, en el marco del período de mayor incertidumbre para la rama textil, como claramente lo muestra el gráfico 3, sea la incorporación de mano de obra femenina una de las estrategias adoptadas para sobrellevar la misma.

¿El salario tiene sexo?

El tema salario ha merecido siempre particular tratamiento cuando el mismo vincula la dispar remuneración de varones y mujeres en un lugar de trabajo. Dada la restricción de los datos disponibles, el análisis comparativo de salarios y evolución en el empleo femenino dentro de la fábrica se basa en los datos obtenidos de la firma Campomar & Soulas y específicamente a una de sus empresas, La Industrial. Los datos abarcan el período comprendido entre 1922-1951. Los resultados muestran, en el largo plazo mejoras en los salarios percibidos por sus obreros en general y por las mujeres en particular.

Sin embargo, como muestra el gráfico 5 aparecen distintos escenarios en esta relación trabajo femenino/salario. Una primera etapa puede identificarse entre 1921 y 1930. En este período, la evolución del salario femenino en la fábrica La Industrial tienen una tendencia ascendente, acortando la brecha con los varones. Por el contrario, para igual período, la incorporación de mujeres a la fábrica parece mostrar una tendencia decreciente.

Gráfico 5: Análisis comparativo de la evolución en la participación de las mujeres en la fábrica La Industrial y el salario percibido.

(Ambas en relación a los varones ocupados en la empresa)

Fuente: Archivo de Campomar & Soulas en custodia de la Facultad de Ciencias Sociales

Para el período en el que impacta la Crisis del 29´, en la economía en general y en el sector textil en particular, tanto la participación de las mujeres, como el salario que perciben muestran un gran impulso. Por un lado, las mujeres aumentan su participación en la empresa a un ritmo mayor al observado en los varones, lo que coincide con lo ocurrido nivel general en la industria textil. Al mismo tiempo, la mejora salarial de las mujeres y el acortamiento de la brecha salarial de género, se da no tanto por una mejora de los salarios de las mujeres, como por un deterioro de los salarios de varones en la empresa. El salario percibido por los varones entre 1931 y 1933 cae un 3% anual, en tanto que el femenino se incrementa un 16% anual respectivamente, para caer ya al año siguiente un 183%.

En este sentido, los datos parecen indicar que la incorporación de mujeres en un contexto de recuperación del impacto económico de la Crisis del 29’, responde a un momento en que la mano de obra femenina resulta una inversión “menos costosa” que la masculina.

A partir del año 1935 y hasta el año 1946, la tendencia general es a la caída en la participación de las mujeres, mostrando un descenso del 3% anual. El salario en tanto mantiene un crecimiento anual del 1% anual en relación al de los varones, lo que ubica la diferencia salarial entre varones y mujeres en el entorno al 30%. Tal resultado podría dar cuenta de una rápida sustitución de la mano de obra femenina por la masculina en un contexto de recuperación del sector.

En tal sentido, puede resultar más esclarecedor considerar que entre 1939 y 1943 el producto industrial de la rama textil se expande a una tasa del 10.2% acumulativo anual, siendo su incremento particularmente importante en 1941. Este hecho puede ser explicado por un lado gracias al aumento de las exportaciones de productos textiles (hilados y tejidos comienzan a exportarse en 1941) y especialmente, la sustitución en gran escala de hilados de algodón, que hasta entonces se importaban15.

Por último, en La Industrial a partir de 1944 la relación inversa mano de obra femenina/salario se da ahora en favor de este último. Si a comienzos de la década del ’30 un menor salario motivó el aumento en la mano de obra femenina; ahora el aumento del salario femenino en relación al masculino, en un 3% anual parece generar una disminución de la participación de las mujeres en la fábrica en un 2% anual. Como consecuencia, una disminución de la brecha salarial de varones y mujeres, que ubicaba a estas últimas en un 20% de diferencia, tiene como contrapartida que la mano de obra femenina se sustituya por la masculina.

Para sintetizar esta temática salarial podemos ver lo que se opinaba desde el gobierno de la época ante este tema. El Poder Ejecutivo en 1945, integrante de un modelo político de corte reformista y seguidor de una política de distribución progresiva del ingreso, plantea “...el trabajo de la mujer representa la satisfacción de una necesidad nacional y una esforzada y necesaria contribución al sostenimiento de las familias de la clase obrera y de la clase media. En tanto, el trabajador varón adulto, por regla general es jefe de familia...”.

Breves reflexiones

El abordaje del impacto que tienen las crisis económicas en el trabajo de varones y mujeres promueve la reflexión sobre la profundidad y diversidad que encierran las desigualdades de género en el mercado de trabajo.

En este trabajo, se observa cómo las crisis económicas, especialmente la Gran Depresión, han modificado la estructura del mercado laboral en Uruguay, influyendo significativamente en la participación laboral de las mujeres. Durante este período, se evidencia una marcada tendencia a reemplazar la mano de obra masculina por la femenina, particularmente en sectores como el textil, donde la participación de las mujeres aumentó de un 38% en 1923 a un 62% en 1937. Este fenómeno se puede entender como parte del “efecto trabajador añadido”, donde las mujeres, frecuentemente vistas como una inversión laboral menos costosa, ingresaron al mercado laboral en respuesta a la crisis económica para compensar la reducción del ingreso familiar.

Sin embargo, este aumento en la participación no debe interpretarse meramente como un avance hacia la igualdad de género. Aunque las mujeres se integraron más al mercado laboral, lo hicieron en condiciones de trabajo a menudo más precarias y con salarios inferiores a los de sus contrapartes masculinas. La evidencia sugiere que, aunque hubo un crecimiento salarial anual del 1% para las mujeres en relación con los varones, la brecha salarial persistente aproximadamente en un 30% subraya una continua valoración desigual del trabajo femenino.

Como también señala la literatura, el incremento en la participación de las mujeres en aquellas ramas consideradas como una prolongación de las actividades domésticas en el ámbito de lo productivo, también da cuenta de un proceso de feminización característico de una segmentación del mercado de trabajo. El ejemplo que destaca para este período estudiado, en cuanto a la participación de las mujeres, es el de la industria textil. La disminución en la participación de las mujeres, que comenzó en 1935 junto con la recuperación económica del sector, sugiere una rápida sustitución de la mano de obra femenina por la masculina, destacando el papel de las mujeres como un “ejército de reserva”, utilizado durante los tiempos de crisis para abaratar costos y luego marginado una vez que las condiciones económicas comienzan a mejorar.

Estos hallazgos refuerzan la idea de que los tiempos de crisis son, paradójicamente, tanto tiempos de oportunidades como de reforzamiento de las desigualdades para las mujeres. Mientras que las crisis abren puertas para la incorporación laboral femenina, también exponen a las mujeres a mayores riesgos de explotación y desigualdad. Por lo tanto, es crucial que las políticas de recuperación económica futuras tomen en cuenta estas dinámicas de género para no sólo recuperarse de las crisis sino también avanzar hacia una mayor equidad laboral y económica. La implementación de medidas que promuevan la igualdad salarial y mejoren las condiciones laborales para las mujeres será fundamental para asegurar que los beneficios del crecimiento y la recuperación económica sean verdaderamente inclusivos y sostenibles.

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Anexo Estadístico

Cuadro 1Fuente: Para la ocupación se consultaron:

Varones ocupados en la Industria Manufacturera, agrupados por Sector

Industrial

1908

1919

1923

1937

Sector 1 (Materias primas nacionales)

10023

20752

20962

27406

Productos elaborados con

piedra, arcilla, arena, cemento

1669

2209

2209

3188

Productos alimenticios

3870

12804

12804

14237

Bebidas

655

977

977

3004

Textiles y sus manufacturas

848

572

782

2479

Vestimenta

1445

1101

1101

1365

Cuero y sus manufacturas

1536

3089

3089

3133

Sector 2 (Materias primas importadas)

7956

11415

11415

16581

Tabaco

429

414

414

169

Metales y sus productos

2149

3760

3760

5066

Vehículos y equipos de transporte

858

596

596

3693

Maderas y muebles

2325

3160

3160

3040

Papel, cartón y sus productos

53

246

246

511

Imprenta

1280

1645

1645

2109

Caucho y sus manufacturas

0

5

5

522

Industria química

574

1041

1041

923

Derivados del petróleo

0

0

0

12

Varias

288

548

548

536

Total general

25935

43582

43792

60568

1908: Censo de ese año. Obreros ocupados en la Industria Manufacturera

1919: Oficina nacional del Trabajo, datos de obreros ocupados en la Industria Manufacturera.

1923: Libro del Centenario, pág. 771. Mano de obra ocupada en la Industria Manufacturera.

1930: Sinopsis estadística del BROU y Censo Industrial de 1936

1937: Censo industrial de 1936

Cuadro 2

Mujeres ocupadas en la Industria Manufacturera, agrupadas por Sector Industrial

1908

1919

1923

1937

Sector 1 (Materias

primas nacionales)

3198

3001

3219

10998

Productos elaborados con piedra, arcilla, arena, cemento

16

17

17

129

Productos alimenticios

247

1245

1245

3579

Bebidas

20

35

35

176

Textiles y sus manufacturas

560

350

568

4008

Vestimenta

1971

1054

1054

2250

Cuero y sus manufacturas

384

300

300

856

Sector 2 (Materias

primas importadas)

1047

1704

1704

2761

Tabaco

309

696

696

822

Metales y sus productos

54

94

94

307

Vehículos y equipos de transporte

15

0

0

4

Maderas y muebles

128

60

60

74

Papel, cartón y sus productos

31

118

118

361

Imprenta

55

178

178

226

Caucho y sus manufacturas

0

0

0

200

Industria química

388

439

439

651

Derivados del petróleo

0

0

0

1

Varias

67

119

119

115

Total general

4245

4705

4923

13759

Fuente: Para la ocupación se consultaron:

1908: Censo de ese año. Obreros ocupados en la Industria Manufacturera

1919: Oficina nacional del Trabajo, datos de obreros ocupados en la Industria

Manufacturera.

1923: Libro del Centenario, pág. 771 Mano de obra ocupada en la Industria

Manufacturera.

1930: Sinopsis estadística del BROU y Censo Industrial de 1936

1937: Censo industrial de 1936

Fecha de recepción del artículo: 04/02/2024

Fecha de aceptación del artículo: 20/03/2024


  1. 1 Programa de Historia Económica. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de la República, Uruguay

  2. 2 Uruguay. Ministerio de Industria y Trabajo. Oficina Nacional del Trabajo (1923) El trabajo de la mujer, pág. 5.

  3. 3 Se entiende por sectores feminizados aquellos en donde el porcentaje de mujeres en el sector supera en forma significativa al porcentaje de mujeres en el empleo total (ejemplo, en más de 10 puntos porcentuales).

  4. 4 Oficina Nacional del Trabajo. Censo de 1913.

  5. 5 Datos extraídos del Anuario Estadístico de 1919, pág. 451 y 452.

  6. 6 Más allá del respaldo que el Censo de 1936 y su clasificación de la industria manufacturera da a esta decisión, autores como J. Millot, C. Silva y L. Silva en su libro “El desarrollo industrial del Uruguay” o Luís Bértola en su libro “La industria manufacturera”, utilizan como criterio de clasificación también esta misma fuente lo que avala la elección del mismo como criterio unificador para este estudio.

  7. 7 Libro del Centenario.

  8. 8 La fuente considerada es el Censo Industrial de 1936, pero los datos pertenecientes a ocupación son del año 1937, por ello se hace referencia a este último año.

  9. 9 BROU. (1933). “Sinopsis Económica y Financiera del Uruguay”. En Sección Estadística. Montevideo.

  10. 10 Bértola (1991) clasifica las ramas industriales en función del origen de la materia prima procesada, sea esta nacional o importada; el tipo de bienes producidos, de consumo, intermedios o de capital; y el destino final de los productos, exportación o mercado interno.

  11. 11 Cuadro 2 del anexo estadístico.

  12. 12 Cuadro 2 del anexo estadístico.

  13. 13 Cuadro 2 del anexo estadístico.

  14. 14 Millot, Silva y Silva; “El desarrollo industrial en el Uruguay”, pág. 57-58. “...El stock ovino se redujo –en buena parte por la mortandad producida en 1932– en casi tres millones y medio de cabezas entre 1930 y 1935”.

  15. 15 Millot, Silva y Silva, 136-137.

Anuario CEEED - N°21 - Junio/Noviembre 2024

pp. 137- 166 - Año 16 - e-ISSN 2545-8299

https://doi.org/10.56503/ANUARIO/Nro.21(16)pp.137-166