López, Juan Carlos y Mario Cerutti (editores). Historia económica y empresarial México-Colombia, s. xixxx. Nueve estudios de economía regional. Medellín: Fondo Editorial Universidad eafit y uanl, 2016

 

 

La obra reseñada hace parte de un intercambio académico entre el Grupo de Investigación en Historia Empresarial de la Universidad eafit en Medellín (Colombia) y la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Nuevo León en Monterrey (México). Este libro, entonces, contiene un conjunto de investigaciones correspondientes a dos regiones no capitales de sus países, las cuales presentaron tempranamente un proceso de modernización industrial, el cual las llevó a sobresalir en diferentes aspectos. De esta manera, la obra conjunta tiene como objetivo mostrar a través de sus diferentes estudios la mirada de dos regiones que, desde el punto de vista empresarial, económico y del trabajo han estado desde tiempo atrás en los reflectores de los académicos y de las representaciones sociales de la gente. Así, la compilación está dividida en cuatro partes, las cuales a su vez forman nueve artículos en total; cinco correspondientes a Monterrey y cuatro a Medellín.

En una primera parte denominada “Élites, regiones económicas y empresariado” se encuentra el capítulo elaborado por Mario Cerutti, “El gran empresariado de Monterrey (1848-2007)”, donde se expone en un primer momento una semblanza histórica sobre dicha ciudad con el fin de realizar una síntesis a los lectores ajenos al entono mexicano. A la par de ello, se explica el proceso que presentó Monterrey tras la llegada del capitalismo industrial y su dinamismo económico a partir de lo que el autor plantea como “el norte agringado”. De esta manera, Cerutti propone una de las nociones centrales del capítulo, la cual se enfoca en las economías de frontera, pues la densidad y la multiplicidad de actividades se expresaban de manera particularmente intensa en esta zona mexicana, en especial en el territorio que se tendía al sur del río Bravo, debajo de Texas y hacia el Golfo de México. Fue precisamente este norte centro/oriental donde se presentó una doble especialización, la motivada por las demandas de Estados Unidos y las generadas por el propio mercado interno (p. 28). Así entonces, el río Bravo se convirtió en uno de los componentes más importantes de una economía de frontera, para el autor, este actuaba como matriz de una historia económica y empresarial conjunta, manifestada tanto en el sur de Texas como en buena parte del norte mexicano. Ahora bien, teniendo en cuenta lo anterior, en un segundo momento, el autor explica el brote fabril que Monterrey presentó a finales del siglo xix, el cual estuvo patrocinado por un empresariado en formación tras la acumulación de capital previa a 1890 y bajo la demanda del noreste de Estados Unidos. Cabe destacar que, la actividad industrial en esta región presentó altibajos a lo largo del siglo xx, pues tuvo que sortear situaciones como la Revolución, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, el segundo gran auge industrial durante la década de los cuarenta, la glamurosa década de los sesentas con su increíble crecimiento económico, la creación en los setenta y ochenta de importantes conglomerados corporativos, entre otros. Finalmente, según lo mencionado, Cerutti muestra detalladamente cada periodo del proceso industrial de Monterrey, y, en especial, de las particularidades empresariales que presentaron los agentes económicos vinculados a la industria a través del tiempo, indicando que estos han presentado perdurabilidad intergeneracional; articulación parental y jurídica; base fabril, grande empresas y familias empresariales; y tejido empresarial y productivo (p. 58).

Esta primera parte finaliza con el texto de Diana Londoño denominado “Los administradores y el portafolio del Sindicato Antioqueño (1978-2000)”. En el inicio del artículo, la autora aclara que Sindicato Antioqueño o Grupo Empresarial Antioqueño (gea) hace parte de las relaciones cruzadas de propiedad entre empresas inscritas en la bolsa domiciliadas en Medellín. En este sentido, la característica de este grupo económico es el papel desempeñado por sus administradores – no por sus dueños- en la definición de portafolio de las empresas que lo conforman (p. 67). Para la autora, en buena parte del siglo xx, el papel cumplido por los administradores de sociedades anónimas en Medellín fue sobresaliente, no solo por su desempeño individual sino también por su accionar en conjunto para invertir o diversificar. Dentro de esta lógica, las integraciones horizontales, la creación de empresas radicales de entidades financieras, de gremios y asociaciones realizadas previamente a 1978 constituyen para Londoño el antecedente de los cruces de acciones que dieron origen al Sindicato Antioqueño. Cabe destacar que, las relaciones cruzadas de propiedad dieron el paso de mando de unas firmas sobre las demás, este tipo de vínculo tuvo efectos sobre la forma consensuada en que se tomaron las decisiones y sobre el doble papel que desempeñaron los administradores de mayor nivel jerárquico en tales sociedades (p. 92), por ejemplo, a mediados de los ochenta, se constituyó como centro del grupo Inversiones La Merced. Por otro lado, en la década de los noventa tras un cambio en el modelo económico colombiano se presentaron modificaciones en el gea, así entonces, las decisiones sobre el portafolio se asumieron a plenitud y en concordancia se identificaron alianzas estratégicas, fusiones de firmas competidoras, adquisiciones en otros países, entre otras. Todo ello se dio bajo un proceso de consolidación gerencial basado en los planeamientos propuestos por Alfred Chandler, a través de decisiones de portafolio que llevaron a este grupo a convertirse en un referente a nivel de América Latina.

En un segundo momento denominado “Educación de ingenieros y modernización empresarial”, Flor Marulanda y José Márquez presentan su capítulo llamado “La formación de la Escuela de Minas de Medellín y el aporte de sus ingenieros como administradores en organizaciones colombianas públicas y privadas (1911-1959)”, donde se presentan los hechos más relevantes en relación con la fundación y el desarrollo de la Escuela hasta mediados del siglo xx, cabe señalar que, la Escuela de Minas de Medellín, según los autores, fue concebida para la atención de la riqueza minera de Antioquia, siendo la realización de un propósito de varios gobernantes del departamento durante el siglo xix. Por otro lado, el texto describe las características de la formación impartida por este centro educativo, el cual tuvo dos componentes: una orientación práctica que se manifestaba en el diseño de asignaturas en la resolución de problemas públicos y privados, y, una formación en valores asociada con su lema “trabajo y rectitud”. Del mismo modo, el trabajo de Marulanda y Márquez expone la labor ejecutada dentro de algunas instituciones en las que profesores y egresados se desempeñaron como dirigentes y a las que se presentaron legados importantes; finalmente, el capítulo analiza la experiencia de los ingenieros de la Escuela como creadores de empresa en Colombia.

Para cerrar esta segunda parte, se halla el capítulo realizado por Eduardo Flores llamado “Los ingenieros: actores del progreso porfirista y promotores de la inversión de capital en el norte de México”. En este trabajo se analiza la labor realizada por el Real Seminario de Minería fundado en 1792, institución con concepción pragmática del conocimiento que dio como resultado la formación de ingenieros con espíritu empresarial y, sobre todo, con una formación en cuadros administrativos para el impulso de la modernización industrial en el norte mexicano. Cabe señalar que, Flores se centra en el análisis de esta institución durante una periodicidad que comprende los años de 1876 a 1911, donde se formaron como él mismo lo menciona “ingenieros porfiristas” quieres fueron agentes del capital, estimularon el espíritu empresarial y difundieron conocimientos técnico-científicos a través de una amplia gama de publicaciones. En este sentido, para el autor, en términos generales, su preparación profesional especializada implicó abarcar más que los conocimientos técnicos y científicos, pues formaron parte de las esferas económicas y políticas proyectando redes de diversa índole (p. 151).

En una tercera parte de la obra reseñada se denomina “Estructura y desarrollo agropecuario”, esta comprende, por un lado, el capítulo de Eva Rivas llamado “La nueva agricultura comercial en el noreste de México: la citricultura en la Sierra Madre Oriental (1895-1950)”, donde se expone una caracterización histórica sobre la primera etapa de desarrollo de la citricultura contemporánea en México, especialmente en una de sus principales regiones productoras, la franja agrícola de la Sierra Madre Oriental (smor). Dentro de esta lógica, la autora considera que la citricultura moderna es una muestra de la profunda transformación de creciente cientificidad, la cual presentó indicios desde el siglo xix hasta la actualidad. Frente a lo anterior, el texto indica que, si bien, en el caso de la agricultura de la Sierra Madre Oriental la escala tecno-científica de sus bases productivas no alcanzó los niveles desarrollados por la agricultura californiana durante la primera mitad del siglo xx, esta sí resultó ser lo suficientemente ventajosa debido a la modernización por medio de la “ingeniería agronómica”, consolidándose así en una de las regiones más dinámicas y principal núcleo de exportación de cítricos al mercado de Estados Unidos.

Por otro lado, se encuentra el capítulo de José Álvarez llamado “Mercado de carne en Medellín (1920-1960): opción de negocio y empresa rural”, el cual explora el crecimiento y cualificación del consumo de carne vacuna en dicha ciudad, aspecto que impulsó el comercio y en especial las haciendas dedicadas a la ganadería vacuna en la zona del Magdalena Medio Antioqueño, lo que permitió establecer comunicación con las llanuras ganaderas del Caribe. Es importante indicar que, el texto muestra cómo a partir de ello se gestó un modelo de desarrollo de empresas rurales, para Álvarez, la noción de este tipo de firmas es entendida como la consolidación de la unidad productiva por excelencia del campo: la hacienda, la cual sustentó su accionar a través del mercado interno (p. 197). Así entonces, el autor explica que el desarrollo de este negocio acompañó el crecimiento económico de la región y mejoró las prácticas alimenticias de la población. De esta manera, dicha actividad jaloneó estrategias políticas y relaciones comerciales para garantizar la producción ganadera del departamento, una vez instauradas estas prácticas, las posibilidades de nuevos desarrollos empresariales rurales en la ganadería vacuna de carne estuvieron afianzadas.

Para finalizar esta parte, se presenta el trabajo de Reynaldo de los Reyes llamado “La carne asador: el consumo de carne vacuna en Monterrey (primera mitad del siglo xx)”, texto que muestra a la carne asada como patrón de consumo en dicha ciudad. Cabe señalar que, en el capítulo se expone un recorrido por una actividad de tipo artesanal, pasa por el análisis de un accionar más tecnificado durante la primera mitad del siglo xx y finaliza con el procesamiento industrial de la carne mostrando los ejemplos de las compañías “Búfalo: empacadora de productos alimenticios” y “La Empacadora Treviño”. Por otro lado, el autor a lo largo del texto expone los inconvenientes atravesados en cuanto al precio y la producción de carne a partir de la Revolución de 1910, mostrando escases de esta durante la década del veinte, obligando a que durante este periodo sea importada desde Estados Unidos, sin embargo, en la década del treinta la reactivación de la economía que había tenido lugar en el país pareció animar a algunas compañías empacadoras a incrementar sus inversiones para atender una demanda en expansión. Finalmente, el texto señala que desde 1970 hasta la actualidad, el consumo de carne de este tipo se ha triplicado, y aunque es un periodo del que no se ha ocupado el autor, todo parece indicar que el establecimiento de los corrales de engorda a partir de 1950 fue la forma de aumentar exponencialmente la productividad ganadera. 

La última parte del libro se denomina “Aspectos sociales de la clase trabajadora”, esta se inicia con el capítulo de Sandra Ramírez y Karim León llamado “Migración e industria: el caso de la Compañía Colombiana de Tejidos Coltejer en Medellín (1910-1960)”, donde se aborda el fenómeno de la migración a partir de la empresa textilera más importante de Colombia durante el siglo xx, Coltejer. Así entonces, el propósito de este texto es indagar y comprender el proceso migratorio de los habitantes de la zona rural antioqueña hacia una ciudad industrial –Medellín-, determinado para esta investigación como el eje “pueblo-ciudad”, siendo desde su primera oleada un fenómeno heterogéneo de larga duración que se inició desde finales del siglo xix y aumentó durante las primeras década del siglo xx. Además de ello, las autoras analizan cómo algunos de ellos encontraron trabajo en las fábricas de la ciudad, siendo el empleo uno de los principales factores de emigración de los habitantes de lugares donde se establecieron industrias de la región, frente a ello, se toma como ejemplo el grupo de migrantes que se emplearon en la textilera ya nombrada. Por ejemplo, el dato más relevante presentado por Ramírez y León es que el 65% de los trabajadores durante el periodo de 1910 a 1960 procedían de lugares distintos al Valle de Aburrá, reafirmándose así el empleo como un factor de movilidad geográfica y de ascenso social.

Finalizando esta cuarta parte, se encuentra el análisis realizado por Lylia Palacio el cual se denomina “Paternalismo y `militancia moral` en tiempos de globalización. El caso de anspac en Monterrey (1974-2015)”, artículo que tiene como objetivo acercarse a una faceta organizativa de la actividad empresarial en los procesos de reproducción social e ideológica que se suman a otras estrategias para crear consenso y disminuir la conflictividad laboral, lo que se trató entonces en el texto fue la arraigada en le experiencia histórica del paternalismo en América Latina en general, y en particular en Monterrey. De esta manera, se analizó un sujeto directivo como una experiencia que ratifica que la reproducción sistemática no es una tarea que las elites económicas deleguen solo en las instituciones y organizaciones más evidentes. Finalmente, cabe mencionar que Palacio se centró en el caso de la anspac, Asociación Pro-Superación Personal, organización que se encuentra en la mayoría del territorio mexicano y que interesa analizarla debido a la importancia sociológica de la “militancia moral” de los sectores dominantes, dadas las posibilidades que ofrece para comprender un radio de intervención empresarial más allá de la gerencia y agencia económica.

Ahora bien, para cerrar esta reseña se debe realizar algunas anotaciones. En primer lugar, hay que destacar este estudio como un análisis pionero dentro de la historia empresarial latinoamericana, pues no se tiene referencia sobre un trabajo similar en la región, lo que llama la atención en este, es su foco de análisis en ciudades no capitales como es el caso de Monterrey y Medellín, dos centros industriales que sobresalieron durante el siglo xx. En segunda instancia, cabe señalar que, si bien el libro se suscribe dentro de la historia económica y empresarial de México y Colombia, su análisis interdisciplinar abarca también otras aristas de las ciencias sociales y económicas. Un tercer aspecto para destacar tiene que ver con el importante manejo de fuentes primarias que se presentan en los nueve capítulos que componen la obra reseñada, ello representa un destacable trabajo de archivo por parte de los autores. Finalmente, si bien, el propósito de la obra no es realizar un estudio comparado entre Monterrey y Medellín, si sería enriquecedor que a manera de conclusión se plantearan algunas particularidades similares o disímiles frente a los análisis presentados, ello haría aún más destacable el libro.

 

 

María Fernanda Erazo Obando

iihs-dher, Universidad Veracruzana

mariafererazo@gmail.com