Daniel Heymann et al (comps). Medio Siglo entre Tormentas: fluctuaciones, crisis y políticas macroeconómicas en la Argentina (1948-2002), Buenos Aires: EUDEBA, 2022

 

Medio Siglo Atormentados: la Historia Macroeconómica Argentina desde una perspectiva interdisciplinaria

La obra colectiva compilada por Daniel Heymann, Pablo Gerchunoff y Aníbal Jáuregui, Medio Siglo entre Tormentas… (mst) es un conjunto de ensayos que abordan la historia económica argentina durante la segunda mitad del siglo xx. En sus páginas se recorre un análisis histórico, político y cultural de las políticas económicas que profundiza en las interacciones macroeconómicas, las mutaciones estructurales y los factores políticos. Estas dimensiones se entremezclan para delinear una dinámica política, económica y social que germinó las semillas de varias de las patologías que aún sufrimos. mst es una obra ineludible que no solo complementa las bibliotecas como material de consulta para recorrer la historia económica argentina y sus encrucijadas, sino que constituye una referencia conceptual para discernir el origen de varios debates actuales.

En mst existe una intención más o menos explícita de centrar el análisis en las fluctuaciones agregadas, razón por la cual el recorrido da comienzo en el año 1948, fecha que con toda probabilidad establece el punto de partida de los episodios cíclicos que más tarde recibirían el nombre de stop-go. La fecha de finalización (2002) deja deliberadamente de lado el estudio de los últimos veinte años, plegándose a la idea amortiguadora de pasiones que advierte que la historia cercana está contaminada por la discusión político/partidaria, y que impide lograr la profundidad de una perspectiva temporal más extendida. La única (breve) reflexión sobre esta última etapa se presenta en la introducción. Allí se anota que los sucesivos fracasos de las últimas dos décadas exceden los signos políticos, y que estos desarrollos más recientes dejan una sensación de déjà vu.

 

Desafíos Interdisciplinarios

La estrategia editorial de mst fue trabajar con un nutrido grupo de académicos de amplia experiencia y probado prestigio, la mayoría pertenecientes al Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Cada capítulo tiene autores diferentes, con la intención deliberada de convocar en cada uno de ellos a un especialista en economía y a otro en historia y/o en política. Esta lógica de redacción conllevó desafíos diversos.

De partida, fue necesario establecer un proceso para “disciplinar la interdisciplina” mediante un diálogo a la vez común y comprensible. Y el resultado parece haberse concretado exitosamente. El tratamiento de cada período consigue transmitir ideas organizadas a los lectores, pero del texto emana, además, la sensación de que el intercambio disciplinar maduró el análisis de los propios autores.

El segundo desafío fue condensar analíticamente los cincuenta años de tormentas en un hilo conceptual común. Como cada capítulo tiene entidad propia, se corría el riesgo de no tratar suficientemente el carácter sendero-dependiente de la historia económica. Después de todo, cada fenómeno cíclico de stop-go es a la vez un go-stop, y la retroalimentación entre factores estructurales, políticas erráticas y planes económicos experimentales es un rasgo evidente durante este medio siglo. El reto se atiende en un prólogo de treinta páginas donde Pablo Gerchunoff, Daniel Heymann y Aníbal Jáuregui llevan adelante la ardua tarea de conciliar plazos cortos, medianos y largos de la economía argentina en una narrativa coherente. La estrategia de esta sinopsis analítica consiste en presentar cada capítulo por separado, pero no como un mero resumen, sino como las partes de un todo inteligible. Lo que no encontrará el lector en estos párrafos son las respuestas contundentes que es común proponer o reclamar en los medios no académicos. Quizás en clave filosófica, la introducción se ciñe al objetivo más modesto de establecer un conjunto de preguntas pertinentes sobre este tormentoso período.

El tercer desafío fue coordinar los puentes entre los capítulos, para evitar que la obra se convirtiera en una tediosa lista de papers inconexos. Y de nuevo, debe reconocerse un crédito: cada capítulo desgrana la historia económica de los ciclos, y tras capturar los hechos centrales del período estudiado (sostenidos por un conjunto de evidencia empírica consistente), se obliga a entregar al capítulo siguiente un recuento de la herencia que se transmitirá; aquella que dará lugar a un nuevo período con su respectiva nueva tanda de reacciones y, lamentablemente, con su respectivo ciclo.

 

¿Tormentas autoinflingidas?

Si bien cada capítulo destaca con maestría los aspectos político-institucionales, de legitimidad de poder y los aspectos culturales, mi intención como macroeconomista es atender aquí el énfasis de mst en las fluctuaciones macroeconómicas y en la interacción cíclico-estructural, concepto que está explícito en el subtítulo del libro. El título principal, sin embargo, no parece la metáfora más precisa para caracterizar la experiencia argentina de la época. Las tormentas son sucesos más bien externos a las decisiones humanas, y las fluctuaciones que observó la economía durante aquellos cincuenta años estuvieron lejos de producirse por eventos meramente exógenos. Más aún, el propio libro demuestra que fueron propiciadas por fallos concretos, y el análisis se concentra en la respuesta endógena de la economía a estos sucesos. Ciertamente, las tempestades arreciaron, pero Argentina no sufrió más lluvias que otros países y, después de todo, lo interesante del análisis de los ciclos de stop-go y sus consecuencias estructurales no se remite a estudiar los shocks en sí, sino a entender bajo qué condiciones éstos terminan generando, debido a la compleja interacción de decisiones políticas y efectos económicos, impactos amplificados y duraderos. Y justamente mst hace un trabajo destacado explicando el origen de los rayos, sus conexiones eléctricas y sus consecuencias incendiarias.

Como es sabido, 1948-2002 estuvo lejos de ser una época de puro estancamiento. Lo que experimentó la economía argentina durante este período fue, en contraste, una exorbitante volatilidad cíclica. El adjetivo no es metafórico; todas las mediciones disponibles indican que durante gran parte del período nuestro país fue de los más inestables del mundo, tanto en términos nominales como reales. Los números son escalofriantes. La inflación promedio del período fue de 200% anual (10% al mes), pero esta no es una media representativa, porque el verdadero trauma de la devaluación monetaria fue su inconstancia. El fenómeno tuvo períodos de alta inflación más o menos sostenida con tasas de entre 10% y 20% al mes, pero además contó con outliers bien extremos, con una inflación prácticamente nula entre 1994 y 2001, y dos hiperinflaciones con tasas de inflación en ciertos meses bien por encima del 100% en 1989 y 1990. La actividad económica, mientras tanto, reflejó con autoridad el stop-go. A contramano de la Gran Moderación que observó el mundo desarrollado desde los ochenta, Argentina constituye un ejemplo internacional contundente de la importancia del ciclo económico. A diferencia de la mayoría de los países, éste queda expuesto a simple vista al examinar sus series macroeconómicas. La economía local se burla además de las teorías más establecidas, como aquella que predice que el consumo debería ser más suavizado que el ingreso: en Argentina, al menos desde 1970, el gasto privado creció a un ritmo superior al ingreso, y también fue más volátil que aquél.

 

Una Teoría de Anhelos y Desengaños

¿Es posible describir el contenido de esta historia de torbellinos endógenos tan diversos en términos de una teoría macroeconómica única? La hipótesis o síntesis acerca de estos vaivenes que sobrevuela la obra es aquella de “ilusiones y desencantos”, cuyo soporte histórico/político ha sido estudiado exhaustivamente por Pablo Gerchunoff, y cuyas propiedades macroeconómicas fueron identificadas por Daniel Heymann.

A lo largo de estos cincuenta años, pero en especial hasta los años setenta, los gobiernos se veían impelidos a diseñar planes de desarrollo. Había oficinas especializadas con expertos cuya tarea consistía en promover una estructura económica que, de acuerdo a los conocimientos de la época, constituiría la llave para transformarse en un país desarrollado. Desde luego, esta estrategia no constituía una particularidad local, sino una marca de época. Pero lo que impresiona en el caso argentino es la magnitud de las decepciones de las premisas de crecimiento incorporadas a estos programas. Calculando la tasa promedio de aumento del producto que figura en estos documentos entre 1955 y 1977 el resultado es… ¡6% anual! El crecimiento real del período fue en cambio de 3,8%; si bien por debajo de lo esperado, aún así bastante decente. Desde luego, la decepción no debe asignarse a la inconsistencia técnica de los planes, sino a la profunda inestabilidad política que afectaba las decisiones y su implementación. A partir de la década de 1980 las estrategias de desarrollo mutaron hacia los más modestos planes de estabilización, concentrando así el esfuerzo en generar las condiciones para empezar a crecer. Las predicciones moderaron su entusiasmo a cerca del 4% anual, pero el error de predicción continuó siendo el mismo, pues durante este período la economía argentina creció apenas 0,6% promedio anual.

De todos los desengaños padecidos, quizás el más difícil de sobrellevar haya sido el ocurrido tras la recuperación definitiva de la democracia a partir de 1983. La fiesta cívica dio por tierra con la explicación tranquilizadora pero insuficiente de que las interrupciones institucionales eran la causante decisiva de los vaivenes cíclicos. Las autoridades se encontraron con una macroeconomía cuya herencia la hacía muy difícil de domar, pese a la voluntad política de un gobierno civil con buenas intenciones. El hecho de haber sostenido el sistema entre tanto descalabro macroeconómico y desconcierto durante los ochenta da una idea del enorme valor asignado a las instituciones democráticas por aquellas épocas.

 

La pregunta japonesa

Además de los cíclicos, los argentinos también sufrieron “desengaños estructurales”. El libro explica que, desde el punto de vista de su configuración productiva, Argentina nunca encontró su lugar en el mundo. Es lo que Heymann denomina “la pregunta japonesa” (planteada por un economista japonés durante la visita de una comitiva para analizar el Plan Austral), que jamás pudo ser respondida. La pregunta japonesa no refiere únicamente a los factores geopolíticos, sino a la definición de cuál es la ventaja productiva que pudiera dar lugar a una marca propia para vender al planeta.

El mutismo ante esta interpelación no tuvo en realidad que ver con la escasez de ideas, sino más bien con su abundancia, reflejo de múltiples intereses políticos, sociales y sectoriales. Este sello potencial fue cambiando de era a era, y los tironeos entre la política y la economía impidieron la definición de un made in propio con el que representar el tablero internacional.

La búsqueda de esta etiqueta tuvo dos períodos claramente diferenciados. La primera mitad del medio siglo se caracterizó por una estrategia clara de desarrollo industrial con prioridad en el mercado interno, con sus luces y sus sombras. La segunda mitad, sin embargo, no persiguió la estrategia exactamente opuesta. De hecho, aquel período tuvo como karma la dificultad de perseguir cualquier estrategia, en un contexto de alta conflictividad social y la imposibilidad de establecer una coalición política capaz de pensar el largo plazo. La política económica debió entonces lidiar con la inestabilidad permanente y la imposición forzada de la resolución de las dificultades de corto plazo por sobre la planificación con vistas a un cambio estructural. En el medio se llevaron adelante las arriesgadas experiencias de liberalización repentina, que agregaron inestabilidad y estuvieron lejos de aportar al desarrollo de largo plazo, creando además un fuerte rechazo social y una impugnación generalizada y duradera al Fondo Monetario Internacional, que aún hoy perdura.

 

Eppur si muove

Tras casi quinientas páginas, once capítulos y más de una veintena de autores, parece una tarea inverosímil que mst se encauce hacia una conclusión común … eppur si muove. Esta es la expresión que la introducción elige como señal de (modesta) esperanza. El objetivo social y económico que se subraya como foco del trabajo es, resumidamente, que debemos intentar establecer una configuración productiva que genere oportunidades de empleo inclusivo, acompañada de una solvencia fiscal distributivamente aceptable. Se trata sin dudas de una sugerencia algo genérica, pero que deja en claro que un análisis pormenorizado de nuestra historia económica no admite dejarnos llevar por el dogmatismo facilista.

En lo académico, mst transmite una meta-enseñanza valiosa. Los proyectos interdisciplinarios en las ciencias sociales tienen mucho para aportar en términos de capacidad analítica y de reflexión teórica. La obra supera el sacrílego objetivo de construir su propia Torre de Babel y elude los abordajes parcializados basados en marcos conceptuales estancos que a veces resultan tan restrictivos. Podría decirse que, en el estudio de la historia económica, la interdisciplina constituye una de las dosis fundamentales de la vacuna académica que previene el simplismo efectista de las explicaciones automáticas, y el sleight of hand de las soluciones mágicas.

 

Pablo Mira

Instituto Interdisciplinario de Economía

Política de Buenos Aires - Universidad de Buenos Aires

pablojaviermira@gmail.com