Subsistemas
industriales localizados. Consideraciones teórico-metodológicas y estudio del
caso de la Provincia de Santa Fe
Localized industrial subsystems. Theoretical-methodological
considerations and case study of the Province of Santa Fe
Ignacio Tomás Trucco[i]
Resumen: Las investigaciones sobre los distritos
industriales abrieron un nuevo campo de posibilidades al pensamiento económico
al introducir la territorialidad en relación con la concentración de pequeñas y
medianas empresas industriales. Sin embargo, su definición teórica y operativa
se mantuvo como un problema pendiente de resolución. Este trabajo se ubica en
el marco de esta problemática y se propone contribuir en la búsqueda de modelos
heurísticos de los sistemas industriales localizados que permitan abordar
explícitamente la formación de sistemas cualitativamente diferenciados,
insertos en relaciones sociales más amplias que estratifican el espacio social
en diferentes escalas, con sus centros y periferias. El trabajo propone
realizar esto poniendo énfasis en los modos de articulación entre la
territorialidad y las relaciones capitalistas de producción, especificando un
modelo operativo adaptado y aplicado a las fuentes de información geográfica
disponibles para la industria manufacturera de la Provincia de Santa Fe,
Argentina.
Palabras clave: Estructura Territorial;
Actividad Industrial; Economía Regional; Sistema Productivo
Abstract: Research on industrial districts opened a new field of
possibilities for economic thought by introducing territoriality in relation
to the concentration of small and medium-sized industrial enterprises. However,
its theoretical and operational definition remained a problem. This work is
located within the framework of this problem and aims to contribute to the
search for heuristic models of localized industrial systems, which allow
explicitly addressing the formation of qualitatively differentiated systems,
inserted in broader social relations that stratify the social space in different
scales with their centralities and peripheries. The work proposes to do this by
emphasizing the modes of articulation between territoriality and capitalist
relations of production, specifying an operational model adapted and applied to
the sources of geographic information available for the manufacturing industry
of the Province of Santa Fe, Argentina.
Key words: Territorial Structure; Industrial Activity; Regional
Economy; Productive System
Recibido: 9 de mayo de 2021
Aprobado: 15 de diciembre de 2021
Introducción
Las investigaciones
sobre los “distritos industriales” (di)
abrieron un nuevo campo de posibilidades al pensamiento económico al
introducir la hipótesis de que la concentración de pequeñas y medianas empresas
industriales se relacionaba con la presencia de una entidad cultural
territorialmente definida. Esto introdujo interrogantes tanto sobre el
significado de esta particular “noción socio económica” (Becattini, 1994) como sobre la posibilidad y los modos de
estudiarla empíricamente. Incluso, autores como Sforzi
y Boix (2016), observaron la importancia de la
retroalimentación entre la teoría y la observación, a la manera de un “espiral
cognitivo”, o un “ir y venir” que todavía tiene metas no saldadas y debilidades
a superar.
Sin embargo, la originalidad inicial de la noción de di, con la centralidad puesta en la
territorialidad, no se desarrolló lo suficiente como para construir un modelo heurístico,
capaz de abordar diferenciaciones socioeconómicas de carácter cualitativo, y
ello se puso de manifiesto particularmente a la hora de considerar las
influencias extra locales en la realidad de los di.
Este trabajo se ubica en el marco de esta problemática y se propone
contribuir a una reorientación teórica y metodológica basada en la búsqueda de
modelos heurísticos de los sistemas industriales que permitan abordar
explícitamente la formación de sistemas cualitativamente diferenciados,
insertos en relaciones sociales más amplias que estratifican el espacio social
en diferentes escalas, con sus centros y periferias.
Las hipótesis propuestas serán operacionalizadas y adaptadas para
analizar fuentes de información geográfica disponibles para la industria
manufacturera de la provincia de Santa Fe, Argentina, con las que se intentará
identificar e interpretar la fenomenología de los di que emergen en dicho espacio subnacional. Finalmente, a
modo de conclusión, se mostrará qué aspectos teóricos deben ser reconsiderados
a la luz de la experiencia analizada y los puntos clave de nuevas agendas de
indagación teórica y metodológica que esta perspectiva abre.
El problema de
la territorialidad en los distritos industriales
Cuando Becattini definió al distrito industrial como un objeto de
carácter “socio-económico” (Becattini, 1989) apeló a la existencia de una “atmósfera”
definida como una “entidad socio territorial caracterizada por la presencia
activa de una comunidad de personas y de una población de empresas en un
espacio geográfico e histórico dado” (Becattini, 1994,
p. 40).
La comunidad local fue postulada como la base relacional sobre la que se
apoyan los aspectos característicos de los di.
Desde esta perspectiva, Sforzi distinguió al di de otros conceptos similares como,
por ejemplo, la noción de cluster introducida por
Porter (1998). Precisamente la distinción se basó en el
énfasis puesto en la comunidad territorializada como rasgo para la
identificación del distrito, ya que, como indicaba el propio autor:
no es
cuestión de limites o aglomeraciones, sino de la comunidad local reflejada en
la especialización industrial y del modo en que aquella está organizando la
producción. Cuando la producción es organizada mediante pequeñas empresas las
cuales tienden a especializarse (…), entonces esto es una comunidad de distrito.
(Sforzi, 2009, p. 333)
Sin embargo, el punto crítico de esta proposición aparece cuando debe
darse el paso siguiente y establecer qué tipo de relación mantiene la
territorialidad con las relaciones capitalistas de producción y de qué manera
el vínculo entre ambas relaciones puede ser conceptualizado para dar sentido a
las formaciones con las características de di,
es decir, con elevada densidad de pymes industriales manufactureras en un
espacio local o regional.
Frente a ello las principales investigaciones relacionadas con esta
noción socio económica tendieron a pensar la territorialidad en términos
prácticos a la manera de una lógica capaz de facilitar los cambios necesarios
(flexibilidad) para la adaptación y supervivencia del sistema industrial, sin
poner en riesgo (o minimizándolos) la conservación de los agentes económicos
pertenecientes (Brusco, 1985; Brusco y Sabel,
1981; Piore y Sabel, 1986). Incluso, el di acabó convirtiéndose en uno de los prototípicos modelos
territoriales de innovación sintetizados por Moulaert
y Sekia (2003). La territorialidad fue ubicándose,
paulatina pero firmemente como una realidad institucional destinada a la
creación de eficiencias que el sistema mercantil no lograba contener.
Se produjo, por lo tanto, una suerte de separación o yuxtaposición entre
la territorialidad y las relaciones mercantil-capitalistas. Los teóricos de
los di terminarán resolviéndolo,
no sin dudas y ambivalencias, bajo la forma de un modelo estándar de referencia
que considerará al di como el
resultado de la amalgama de la firma convencional marginalista y las redes de
cooperación conceptualizadas desde la teoría del actor-red. El trabajo emblemático
de Harrison (1992), la posterior formalización de Staber (2001) y el análisis de morfologías internas de Belussi y Sammarra (2010), constituyen ejemplificaciones de este modelo
estándar que tiene como fuentes de inspiración, en última instancia, las
contribuciones de Williamson y Powell sobre los límites de la firma
convencional y la naturaleza de las redes como modos específicos de
organización (ver Bianchi, 1992, para una explicitación del di en el marco de estas
consideraciones).
Estas afirmaciones teóricas decantaron luego en la composición de un
modelo metodológico de identificación de los di
y de medición de su efecto, es decir, de los resultados distintivos de un
sistema productivo ante la presencia de rasgos del tipo distrito. Estas contribuciones
metodológicas fueron reforzando la separación que se produjo a nivel teórico
entre la territorialidad y las relaciones mercantiles o capitalistas. En
particular ello puede observarse en la estructura metodológica basada en el
criterio construido por Sforzi junto al Istituto Nazionale di Statistica del Gobierno de Italia (Sforzi, 2009). Esta contribución estableció la unidad
económico territorial mediante la identificación de área del mercado de trabajo
local (espacios de movilidad interjurisdiccional de trabajadores), y sobre esta
unidad primaria se agregó la identificación de características compatibles con
los di (densidad de pymes
manufactureras y, en ciertos casos, especialización). Finalmente, sobre la base
de la hipótesis estándar, se procede mediante comparación en la búsqueda de niveles
de productividad total de factores más elevados para los di.
La observación del “efecto distrito” (ed) puede ser resumida a partir
de la síntesis hecha por Becattini y Musotti (2008): mayor productividad y rentabilidad de las
empresas, mayor capacidad exportadora y una elevada participación de
trabajadores devenidos empresarios autónomos. Este abordaje resume con mucha
fidelidad el núcleo de los estudios empíricos, más allá de la utilización de
diferentes herramientas o indicadores específicos (de Blasio, Iuzzolino
y Omiccioli, 2008; ; Hernández y Soler, 2008; Soler,
2006).
Esta composición basada en la idea de que la territorialidad se
sobrepone a una realidad homogénea de base impide componer hipótesis sobre los
modos en que los sistemas productivos producen diferencias cualitativas. La
territorialidad se rige por una relación de presencia/ausencia o intensidad, es
decir, como un problema de grado que tiene en el fondo la cantidad como concepto
de referencia. En este modelo tanto la territorialidad como la base mercantil
(además marginalista) no sufren alteraciones internas y se presentan como dos
realidades contrapuestas y cerradas sobre sí mismas. El peso de la
fuerza territorial incide incrementando la eficiencia de los que pertenecen a
la red, administrando los bienes externos a la firma convencional. Esta doble
realidad cuantitativa cierra el horizonte teórico sobre sí excluyendo la
posibilidad de crear criterios heurísticos sobre la diferenciación cualitativa
de los sistemas productivos, los cuales sólo pueden ser el producto de la
articulación entre las relaciones sociales tanto territorial como
mercantil-capitalista.
Esta observación crítica puede ser comprendida mejor, considerando el
contexto histórico en el que el enfoque de los di se desarrolla. Es decir, un tiempo de transformaciones
institucionales, culturales y académicas aceleradas que van dando forma a la
globalización neoliberal y financiera, de la cual no puede separarse la
deslocalización industrial y el nuevo régimen tecnológico e institucional
captado por Piore y Sabel
(1986). Incluso podría decirse que el enfoque de los di emerge como una reacción teórica a dichos cambios y, por
lo tanto, no es de extrañar que incorporen las influencias de una época en la
que el panorama del pensamiento social y económico sufrió transformaciones
notables.
Estas influencias se reflejan en el paralelo trazado por dos momentos
que suelen aparecer de manera tanto complementaria como contradictoria y que
marcaron la evolución del debate económico desde comienzos de la década de
1980. Por un lado, la expansión creciente del marginalismo y el utilitarismo
como marcos de referencia dominantes para la evaluación de la acción económica
(particularmente, con el liderazgo de la segunda escuela de Chicago). Pero, al
mismo tiempo, una inmediata matización de esta hipótesis sobre base de una
reconsideración del pragmatismo, el evolucionismo y el sistema de relaciones
intersubjetivas que componen el espacio social. La puja, la yuxtaposición y el
intento de síntesis de estos dos momentos, podrían ser considerados como los
tópicos característicos tanto de la nueva sociología económica (Granovetter,
1985) como de la nueva economía institucional (Coase,
1998). Estas derivaciones de las ideas principales en el pensamiento
económico tuvieron una influencia directa en la composición teórica y
metodológica del di.
El enfoque de los di y el
estudio de los sistemas industriales en la periferia
La introducción de
la noción de di en América del
Sur se produjo mediante el auspicio de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (cepal)
a comienzos de la década de 1990. Esta asimilación se basó en una adaptación de
la idea construida en el norte de Italia, incorporando consideraciones
específicas de la región a la estructura analítica y el núcleo conceptual del
enfoque de los di.
Entre los documentos publicados por cepal, se encuentra una síntesis
realizada por Quintar y Gatto, en la que se resumen
los principales conceptos desarrollados por los economistas italianos, y se
realiza un esfuerzo explícito por considerar la aplicabilidad de estos al
contexto argentino o incluso latinoamericano. En primer lugar, observaron que
el DI constituye una particular forma de combinar “actividad productiva y la
vida cotidiana” (1992, p. 10), considerada muchas veces como
“indistinguible”, que “constituye justamente la fragmentación del proceso
productivo en un conjunto muy amplio de empresas que compiten en ciertas
instancias de mercado y cooperan entre sí en otras instancias productivas,
beneficiándose colectivamente de las economías externas generadas al interior
del distrito” (Quintar y Gatto,
1992, p. 13).
Se refleja aquí cierta cercanía con la estructura básica del modelo de di según el cual la comunidad
administra, vía redes de cooperación, bienes que son externos a la empresa,
pero internos al distrito, asimilando de este modo la ambigüedad característica
que el enfoque sufrió en su precisión teórico-metodológica.
Este esquema sirvió de base para el desarrollo posterior de
investigaciones de casos específicos como los dedicados a la paradigmática
ciudad de Rafaela (Santa Fe) a la cual se caracteriza como un “cuasi distrito
italiano a la Argentina” (Quintar et al., 1993), o aquellos dedicados a analizar los
sistemas de innovación y su impacto en la eficiencia a nivel del distrito (Yoguel y Lopez, 2000), o en las interacciones institucionales que
constituyen la base de la gobernanza de desarrollo territorial que rige
distritalmente (Costamagna, 2000).
En las primeras aproximaciones al caso rafaelino, pueden hallarse
apelaciones a la territorialidad mediante referencias a las unidades de
producción de base familiar, la “ética de trabajo y progreso que tiñe a toda la
comunidad local” que genera “ventajas sistémicas endógenas” con una
articulación “poco conflictiva entre el factor trabajo y el capital” (Quintar et al., 1993: 55). Estas consideraciones iniciales no sólo
destacaban el aspecto distributivo en el marco de las influencias de la
territorialidad, sino que además consideraban la falta de escala del tejido
industrial como una de las principales limitantes del cuasi distrito. Sin
embargo, estas dimensiones acaban finalmente supeditas a la necesidad de
componer “redes” interempresariales para el fomento de la competitividad,
perdiéndose el hilo de una indagación más precisa sobre las formas de
articulación de la territorialidad en los di
periféricos.
En un estudio posterior, en el que se realiza un análisis de las
conductas innovativas de las empresas rafaelinas, Yoguel
y López volvieron sobre los mismos argumentos. Los autores observaron, por un
lado, la presencia de “recursos humanos calificados, reducido nivel de
conflicto laboral, prácticas de flexibilidad interna y la presencia de
instituciones que dan lugar al desarrollo de externalidades positivas” (Yoguel y López, 2000, p. 89), junto a una intensa cooperación informal entre agentes, que permiten explicar el diferencial
innovador rafaelino. Sin embargo, al mismo tiempo, reconocen limitaciones de
tamaño y heterogeneidades persistentes a las que fundamentalmente oponen la
necesidad de profundizar en los atributos arriba descritos.
Más allá de las matizaciones introducidas, el análisis de este
particular distrito periférico sigue la estructura lógica vista en el apartado
anterior. Particularmente se lo presenta como un caso especial de presencia de
una red de colaboración con la capacidad de producir externalidades positivas.
La endogeneización puede traducirse, en rigor, como
una definición aislada y unilateral de las relaciones que definen al distrito
respecto de las condiciones contextuales y, sobre todo, su realidad dependería
de condiciones contingentes (la presencia o no de una determinada cultura)
haciendo de la territorialidad una causa eficiente ex nihilo, y no un
principio hermenéutico de los sistemas industriales.
Estos aspectos fueron destacados por otras investigaciones que abordaron
los di destacando su condición
periférica. Lo hicieron poniendo el énfasis en esta categoría conceptual para
darles una interpretación contextual más ajustada. Bajo la influencia del
trabajo de Markusen (1996) –quien observó la incidencia del Estado
Nacional, la de grandes empresas nacionales y transnacionales, como aspectos
determinantes para el destino de un di
en relación a las condiciones propiamente locales–, Gorenstein
y Moltoni estudiaron el caso del Distrito de
Maquinaria Agrícola del Oeste de la Provincia de Buenos Aires y el cluster de Las
Parejas en la provincia de Santa Fe. Las autoras observaron tres dimensiones
propias de los distritos periféricos: en primer lugar, en el peso destacado de
la inversión extranjera y la inserción de los distritos en cadenas altamente
globalizadas (vinculadas a recursos naturales), en segundo lugar, las
limitaciones que emergen del entorno local, es decir, de la fragmentación o
debilidad relativa de la densidad institucional que da sustento a los activos
territoriales a escala local y, finalmente, las dificultades vinculadas con la
escala nacional, en particular en lo que respecta a la inestabilidad
macroeconómica y la falta de infraestructura (Gorenstein y Moltoni, 2011, pp. 77-78).
Fernández y Villalba (2004) analizaron el caso de la ciudad de Rafaela a
fin de mostrar los límites de las nociones de especialización flexible y clusters
en un contexto periférico, observando que pierden de vista las realidades
escalares y estructurales en las que se insertan los espacios locales. Posteriormente,
Fernández y Vigil (2009), extendieron estas hipótesis al caso de la
localidad de Las Parejas y su cluster metalmecánico. Nuevamente los autores enfatizaron
la incidencia de diferentes escalas territoriales definidas por atributos sociohistóricos
específicos, en las que se desenvuelven agentes económicos públicos y privados
con intereses contradictorios y complementarios. Fernández et al. llamaron a
esto la “incorporación de la escala en el desarrollo regional” (2012).
Estas consideraciones críticas permiten volver sobre el argumento
original, es decir, sobre las limitaciones que implica una noción de
territorialidad que tiende a separarse de la estructuración de la acción
económica, a presentarse como una realidad estrictamente local, incluso bajo
cierta unilateralidad en relación con los procesos de innovación y un carácter
contingente en torno a su presencia/ausencia o intensidad.
Pautas para un
modelo alternativo de sistemas industriales localizados
Según el punto de
vista desarrollado en el apartado anterior, una de las principales dificultades
que enfrenta el enfoque estándar de los di
radica en la falta de una explicitación de los atributos de la
territorialidad en tanto relación social de producción y de los modos en los que
ésta puede articularse con la relación mercantil-capitalista. En este sentido,
al desplazamiento de la territorialidad al campo de las externalidades, los
críticos opusieron la necesidad de abrirla a la complejidad escalar, en
sistemas asimétricos, definidos por atributos histórico-estructurales.
Por lo tanto, la pauta teórica primaria que se deberá seguir será la de
conceptualizar tanto la territorialidad como la relación mercantil-capitalista
abandonando, en ambos casos, el aislamiento, la unicidad y unilateralidad, es
decir, definiéndolas como relaciones sociales históricas necesarias y
estructuralmente articuladas.
Para ello es necesario comenzar por indicar aquello que es específico de
cada relación y ver luego de qué manera se articulan y afectan mutuamente. En
el caso de la relación mercantil-capitalista, ésta puede ser definida sobre la
base de la propiedad privada como institución que sustenta y legitima el
control de los medios de producción y el comando de las actividades humanas que
allí intervienen. Un comando vehiculizado por el intercambio voluntario de
dinero y condensado en la forma de la ganancia empresarial, también dineraria.
Por otra parte, en el caso de la relación territorial (o territorialidad, en
tanto actividad orientada por esta relación) ella podría ser definida sobre la
base de una identificación de un grupo de personas entre sí mediante un
conjunto de significaciones culturales geográficamente delimitadas. Esto
supone que los procesos de producción en el sistema podrían planificarse
articulando fines de carácter estratégico-comunitarios, es decir, previendo la
conservación y crecimiento de la unidad cultural-territorial y de sus miembros
quienes soportan la realidad de dichas significaciones. La relación
territorial-comunitaria produce sus propias formas de autoridad que podríamos
asimilar a la autoridad basada en el estatus en el sentido weberiano del
término. La cristalización institucional de esta autoridad se observa en la
autonomización de las instituciones estatales, es decir en monopolio legítimo
de la violencia física. Desde luego, la territorialidad y su institucionalidad
pueden anidar y articular diferentes escalas o niveles, desplegando una lógica
de la expansión del ámbito de decisión o la capacidad de planificación que
emerge de la lógica inherente a dicha relación.
Ambas relaciones pueden ser interpretadas como dos formas de autoridad
legítimas con plena efectividad en nuestro tiempo e, incluso, tampoco existe
razón alguna que permita asegurar que éstas sean las únicas posibles. En
cualquier caso, se trata aquí de un modelo simplificado que tiene por objeto
describir no la superposición sino la articulación de ambas relaciones para
interpretar las diferencias cualitativas de sistemas productivos que son
capaces de desarrollarse sobre la base de una elevada densidad de pymes
industriales.
En este sentido, por ejemplo, la territorialidad puede ser considerada
como aquella relación que permite a la relación mercantil adquirir materialidad
limitando las tendencias centrífugas que le son inherentes (de “dislocación”,
en el sentido dado por Polanyi para
referirse a las consecuencias que la autonomización del mecanismo de mercado
tiene sobre la unidad orgánica de cualquier comunidad humana –Polanyi, 2003: 126–). Desde este punto de vista, la pura mercantilidad
tendería por sí misma a poner en riesgo la propia supervivencia del sistema
mientras que la territorialidad operaría en un sentido opuesto conteniendo
dichas tendencias. Puesto de otro modo, la condición de vecino/ciudadano se
opone como límite a la mercantilidad contrastando con
la mera planificación capitalista.
Por otra parte, es posible prever una articulación similar
pero en un sentido opuesto, ya que la relación mercantil puede ser pensada
como aquella que le permite a la territorialidad materializarse, es decir,
adquirir realidad concreta como una autoridad legítima, limitando su tendencia
centrípeta que tiene como consecuencia, en el límite, la disolución del
individuo moral moderno. En este sentido, así como en la mercantilidad
no hay límite exterior a priori, en la territorialidad no hay límite
interior a priori de modo que la relación tiende a subsumir en la
identificación a la unidad moral individual moderna. Es precisamente la
propiedad privada la que se opone como el límite más firme a la identificación,
con la contradictoria consecuencia de permitir a la territorialidad materializarse
o, de un modo más preciso, observarse con la incómoda presencia en su seno del
individuo irreductible.
Es importante destacar que estas relaciones, opuestas en su naturaleza,
sin embargo se requieren íntimamente para poder
objetivarse y sostenerse en el tiempo. Es decir, que se requieren para pasar
del plano de la mera idealidad al de la realidad concreta con la meta de
realizar relaciones de autoridad históricamente definidas, es decir,
estrictamente modernas. La realización unilateral de ambas relaciones tendría
por resultado no sólo la dislocación social sino, más precisamente, la
dislocación del lazo social específicamente moderno.
En este marco, el proceso histórico de formación de cualquier sistema
productivo constituye la raíz elemental del abordaje de su desarrollo y
formación. Esto es así, no debido a las condiciones accidentales que van
moldeando cada formación social concreta, sino dado que la historicidad se
jerarquiza como criterio heurístico, desde el punto de vista del despliegue y
articulación de espacio temporal de las relaciones sociales que las
constituyen. En consecuencia, la historicidad está contenida en el enfoque, sin
que ello signifique que toda investigación de los sistemas productivos deba
basarse en el método del análisis histórico. Incluso la información puntal,
como es el caso de este trabajo, puede ser abordada (con las limitaciones que
ello supone) bajo esta perspectiva, sometiéndola a los criterios de
interpretación que surgen de la diferenciación cualitativa producida por la
articulación entre territorialidad y relaciones mercantil-capitalistas.
En este sentido, con la meta de componer un criterio metodológico
observable para un análisis puntal, tres dimensiones pueden ser consideradas
para aproximarse a la territorialidad con relación a las fuerzas centrífugas
propias de la relación mercantil-capitalista. En primer lugar, en la forma
mercantil el producto social excedentario no tiene a priori compromiso
alguno con la territorialidad. Sin embargo, su retención local, puede encontrar
un plafón en el horizonte territorial de valorización en tanto referencia vital
para los agentes económicos.
En segundo lugar, la relación mercantil-capitalista no prevé un punto de
referencia capaz de contener el conflicto distributivo inherente al proceso de
producción y apropiación del producto social. Frente a ello la territorialidad
podría funcionar como una fuerza capaz de contener/fijar/limitar las tensiones
distributivas entre los agentes del subsistema local. Ya sea que estos conflictos
se den entre capitalistas, entre trabajadores y/o entre trabajadores y
capitalistas, la territorialidad permitiría componer cierta unidad de propósito
y estabilizar situaciones de alta tensión distributiva y ruptura de las
condiciones de la cooperación social voluntaria (en un sentido amplio).
Finalmente, en tercer lugar, la relación mercantil en su
a-territorialidad intrínseca no prevé mecanismo dialógico alguno a fin de
vehiculizar la adaptación y el aprendizaje tecnológico de los miembros de la
comunidad local, sobre todo en lo que compete a los esfuerzos realizados para
contener a diferentes agentes y evitar su salida del sistema ante el cambio en
las condiciones externas (el concepto de salida se corresponde simétricamente
al propuesto por Hirschman, 1977). La territorialidad podría dar fundamento, al
igual que en los casos anteriores, a modos coordinación en los que la
conservación tiene efectividad como criterio que compone la subjetividad de los
agentes. La cooperación, desde este punto de vista, no haría referencia a una
actitud dialógica abstracta o genérica, sino a la territorialidad conteniendo
las fuerzas centrípetas de base mercantil-capitalista.
Sobre la base de este giro es posible cambiar la denominación de di, asociada al modelo estándar, hacia
una terminología diferente más amplia y genérica. En este sentido, se hablará
de ahora en más de Subsistemas Industriales Localizados (sil) para hacer referencia a los
espacios en los que se observa un patrón de relaciones espaciales caracterizado
por una elevada densidad de pymes industriales, bajo el interrogante
de las formas cualitativas en las que territorialidad y capital se articulan
para darle contención.
Puesto de otro modo, la sola identificación de un sil no resulta suficiente, ya que
frente a él es posible preguntarse qué tipo de articulaciones, entre la
territorialidad y la relación mercantil-capitalista, han producido un sistema
con estos atributos. En ese marco deben evaluarse las dimensiones arriba
consideradas (la retención del excedente, la contención del conflicto distributivo
y la coordinación de la adaptación y el aprendizaje) a fin de componer una
interpretación integral sobre los modos específicos en los que un sistema puede
retener los beneficios de la división social del trabajo y la maquinización a
nivel del sistema.
A modo de ejemplo, es posible construir dos criterios: en primer lugar,
en la medida en que las diferenciaciones producidas por la territorialidad
crucen oblicuamente a las diferenciaciones derivadas de la relación mercantil,
es posible imaginar condiciones favorables para la formación de sistemas
industriales localizados. Esta articulación transversal implica que las
diferencias producidas por una relación se desarrollan en un plano de igualdad
en relación con las diferencias producidas por la otra. Esto, podría suponerse,
contendría la conflictividad, fortalecería el sentido estratégico de las
decisiones de inversión, y facilitaría la cooperación tecnológica.
Pero, en segundo lugar, un sistema localizado puede ser evaluado según
se manifiesten en él divisiones lo suficientemente hondas como para funcionar
escindido internamente con subsistemas equilibrados a su interior, pero
desequilibrados entre sí. En este sentido, pueden pensarse sistemas
industriales localizados que conviven en un mismo espacio con sistemas
precarios o de baja productividad. En este caso, se trataría de formaciones
sociales con características de enclave, término que puede ser reservado para
aquellos casos en los que un núcleo de acumulación asimétrico (altamente
concentrado y en el que las relaciones se superponen verticalmente) convive con
un subsistema altamente precarizado.
Estos dos criterios, permiten incorporar la escalaridad
y la condición periférica sin mayores dificultades, ya que pueden ser evaluadas
configuraciones anidadas con posiciones estructurales diferentes. En este
sentido, por ejemplo, podría interpretarse una región periférica como aquel
espacio en el que la articulación entre ambas relaciones tiende a reforzar sus
respectivas diferenciaciones, favoreciendo la deslocalización del excedente, la
intensificación del conflicto distributivo, la estrechez de la cooperación
tecnológica y, en los casos en los que se observan formaciones de tipo SIL en
espacios periféricos, es dable esperar la persistencia de características de
enclaves heterogéneos.
Sistemas
industriales localizados en la provincia de Santa Fe. Una caracterización
Los lineamientos
metodológicos presentados en el apartado anterior sitúan en el punto de partida
la exploración de patrones de autocorrelación espacial en indicadores que midan
la densidad de pymes industriales. La sola observación
de este fenómeno indicaría alguna potencial forma de articulación territorial
que posteriormente debe analizarse según sus manifestaciones cualitativas diferenciadas.
En este caso, el trabajo se limita a la consideración de fuentes cuantitativas,
dejando para investigaciones complementarias una composición histórica y
cualitativa sobre los sentidos e instituciones que gobiernan las acciones
económicas en cada subsistema, tomando como criterio el esquema aquí propuesto.
En primer lugar, debe ser definida la unidad de análisis con la que se
evaluará la presencia de un sil.
Esta unidad requiere, necesariamente, una definición espacial ya que lo que se
está evaluando es la actividad producida por una realidad social
territorialmente definida, la cual se expresa produciendo una particular
composición de sus agentes económicos. Por lo tanto, no bastaría con observar
únicamente la concentración de empresas industriales y de trabajadores, sino
que será preciso considerar su peso relativo en un ámbito territorial en el que
discurre la vida y en el que podrían tener efectividad
ciertas identificaciones territoriales.
Por otra parte, la unidad mínima en el que la territorialidad se realiza
y despliega sus influencias no puede ser definida a priori. Ella podría
desbordar o diluirse en los límites administrativos que ordenan jurídicamente
un espacio geográfico, que son los que normalmente determinan las unidades estadísticas
observables. En este sentido, por ejemplo, si se pretende evaluar un patrón
territorial en un espacio subnacional, tomar como referencia a la localidad (la
unidad administrativa más pequeña) tiene sobradas ventajas ya que permitiría
verificar la existencia de correlaciones espaciales en los valores de una
variable objetivo (la densidad de pymes industriales) entre dichas
localidades, y poner de manifiesto eventuales patrones indicativos de una
territorialidad compartida, señalando allí la presencia de un potencial sil que luego debe ser analizado
evaluando en sus atributos cualitativos.
Para realizar lo anterior, se cuenta con una fuente de información poco
frecuente y lejana en el tiempo pero que es capaz de aportar información lo
suficientemente rica como para constituir un punto de referencia inicial.
Concretamente, se cuenta con los resultados del Censo Nacional Económico (cne)
realizado en 2003/04[2] que provee información, a nivel de
localidad, de todas las empresas existentes,[3] aún aquellas con un bajo nivel de formalidad
constituidas sólo por sus dueños, una modalidad característica observada en los
estudios sobre los di (Becattini y Musotti, 2008).
En este sentido, por ejemplo, podemos tomar el siguiente conjunto de mapas
(1, 2, 3 y 4) en los que se puede ver la distribución de la densidad de las
empresas unipersonales, microempresas (de 2 a 5 ocupados –asalariados o no–),
microempresas (de 6 a 25 ocupados), las pequeñas empresas (de 25 a 100
ocupados) y medianas empresas (más de 100 ocupados)[4], respectivamente. La densidad es medida por
la razón entre empresas industriales según su tamaño y la cantidad de hogares
registrados en el Censo Nacional de Población y Vivienda (cnpv) de 2001 en cada localidad
de la provincia de Santa Fe. El sector industrial se define por la sección d del Clasificador Nacional de
Actividades Económicas de 2004, utilizado en el cne.
Mapas 1, 2, 3 y 4: Densidad de empresas
industriales según tamaño[5]
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de cne 2003/04 y reportes del cnpv 2001 obtenidos de
http://ipec.esy.es/eprecios/index.php?c=contenidoweb&a=listarcontenido
Estos mapas se construyen sobre la base de un análisis de caja tomando
como límite, para señalar los valores atípicos, aquellos que se encuentran por
encima o por debajo de 1.5 veces el rango intercuartílico que contiene el 50%
de las observaciones. Las localidades con alta densidad son aquellas que
superan el límite superior y las bajas el inferior. Este es un criterio
exploratorio y por lo tanto arbitrario a la hora de determinar un límite, lo
cual, no obstante, constituye una primera aproximación a la distribución
espacial de densidades industriales.
Sin embargo, esta primera aproximación debe ser complementada con un
análisis de auto correlación espacial localizado univariante mediante el
cálculo del índice de Moran.[6] De esta forma pueden distinguirse aquellas
localidades en las que el índice es significativo a un, al menos, 95% de
confianza, relacionando espacialmente localidades con densidades industriales
altas en cada tamaño. A fin de minimizar el número de ilustraciones, es posible
señalar en un sólo mapa (5) todas las localidades en las que se cumplen estas
condiciones en un cálculo por separado para cada tamaño. En ciertos casos, tal
y como se indica en la figura, se superponen autocorrelaciones con altas
densidades en diferentes tamaños, si bien no es lo más recurrente. Estas
superposiciones se dan, sobre todo, con las pequeñas empresas.
Mapa 5:
Localidades espacialmente auto correlacionadas en la densidad industrial
Fuente: Elaboración propia en base
a microdatos de cne 2003/4 y reportes del cnpv 2001 obtenidos de
http://ipec.esy.es/eprecios/index.php?c=contenidoweb&a=listarcontenido.
El resultado de la prueba de autocorrelación espacial local debe ser
leído en su estricto significado, es decir, como la existencia de evidencia
suficiente para rechazar la hipótesis nula que asume la ausencia de patrones
espaciales en la distribución de la variable objetivo. En términos de la
densidad de las empresas de distinto tamaño, es posible observar tres espacios
diferentes de concentración espacial de localidades con evidencia de autocorrelación
espacial en valores de alta densidad industrial o hot
spots en el scatterplot de Moran según la
definición de Anselin (Celemín, 2009: 18-19). La
región con epicentro en la ciudad de Rafaela (91 mil habitantes según el Censo
de Población y Vivienda de 2010) –trazando ejes con las ciudades de mayor
tamaño de la región: Esperanza (al este, 42 mil habitantes según misma fuente),
San Francisco -Córdoba- (al suroeste, 62 mil habitantes según misma fuente), Sunchales (al noroeste, 21 mil habitantes) y San Jorge (al
sur, 18 mil habitantes)– se caracteriza por densidades altas en empresas
unipersonales, micro empresas y pequeñas (sobre todo al sur oeste de dicho eje).[7] En segundo lugar, la región con epicentro
en el eje trazado por las ciudades de Las Parejas y Puerto General San Martín,
es decir, un hilo de continuidad entre la periferia industrial extendida
alrededor del gran aglomerado de Rosario y la región que se extiende hacia el
oeste. En este caso la densidad se observa en las medianas empresas con
exclusividad. Finalmente, una pequeña pero significativa región de localidades
norteñas con epicentro en el binomio de ciudades vecinas de Avellaneda y Reconquista,
en el cual se verifica una densidad atípica de microempresas.
En este punto, ya es posible incorporar al análisis dimensiones
adicionales que fueron destacadas en el marco de las discusiones teóricas
presentadas previamente. En particular,
el cne
permite lograr una aproximación a variables distributivas que podrían permitir
una aproximación a los atributos cualitativos de los diferentes espacios
económicos analizados. Estas variables distributivas pueden ser analizadas en
dos momentos. Por un lado, las variables de estado que permiten una comparación
de nivel entre los tipos de sil
identificados. En segundo lugar, es posible evaluar las variables
distributivas medidas en su dispersión considerándolo como una medida de la
intensidad del conflicto en cada sil.
Esta última es una aproximación parcial y sumamente limitada. Incluso, puede
ser objetada desde un primer momento en la medida en que un alto grado de
conflictividad podría observarse con mayor claridad en los cambios en los
patrones distributivos más que en su dispersión. Utilizar ésta en las
variables distributivas, supone trasladar la variabilidad al plano del espacio
en un momento del tiempo, lo cual evidentemente es una aproximación limitada.
Cada variable fue calculada a partir de los datos de las empresas particulares
correspondientes a los distintos subgrupos identificados y los resultados
pueden verse en el Cuadro 1.
Debe tenerse en cuenta que para las empresas unipersonales se estimó un
salario promedio equivalente de al salario promedio de la rama a la que
pertenece la empresa. Esta estimación fue detraída luego de la masa de ingresos
netos, a fin de separar el componente empresarial del ingreso (el beneficio
propiamente dicho).
Como puede observarse, los sil
de empresas unipersonales y pequeñas logran una apropiación del valor agregado
(beneficios más salarios) por ocupado en promedio cercana al promedio general y
a lo que ocurre en las localidades en donde no se verifica una particular
densidad de empresas industriales espacialmente auto correlacionadas.
Cuadro
1: Indicadores distributivos de nivel para los potenciales SIL santafesinos
Remuneración promedio |
Beneficio por ocupado
promedio |
Valor agregado por
ocupado promedio |
Tasa de ganancia
promedio |
Tasa de explotación
promedio |
Consumo intermedio por
ocupado promedio |
|
No sil |
4.337,34 |
25.273,73 |
29.611,07 |
0,97 |
0,80 |
44.525,90 |
sil Norte |
5.322,16 |
24.985,24 |
30.307,40 |
1,14 |
0,78 |
52.774,19 |
sil Centro |
3.046,70 |
26.431,04 |
29.477,73 |
1,24 |
0,85 |
37.055,99 |
sil Sur |
5.073,35 |
46.321,29 |
51.394,65 |
0,93 |
0,83 |
137.248,08 |
sil empresas unipersonales |
3.036,77 |
25.945,53 |
28.982,30 |
1,23 |
0,85 |
34.320,38 |
sil micro empresas |
4.397,93 |
26.852,85 |
31.250,78 |
1,20 |
0,81 |
54.909,51 |
sil pequeñas empresas |
3.452,82 |
25.165,78 |
28.618,60 |
1,13 |
0,84 |
38.210,57 |
sil medianas |
5.073,35 |
46.321,29 |
51.394,65 |
0,93 |
0,83 |
137.248,08 |
Total general |
4.310,52 |
26.147,46 |
30.457,99 |
0,98 |
0,80 |
47.834,69 |
Fuente: Elaboración
propia en base a microdatos del CNE 2003/4.
Por su parte los sil
dominados por microempresas parecen evidenciar una mayor capacidad para la
captación de renta por ocupado de lo que pueden hacerlo sus pares unipersonales
o de pequeñas empresas. Incluso lo hacen logrando una tasa de explotación más
moderada. Debe notarse que, en todos los casos, salvo en el sil del norte, las tasas de explotación
(es decir, la relación entre la masa de beneficios y la suma entre la masa
salarial y la masa de beneficio, siempre por empresa y tomando el promedio de
las empresas de la localidad) son cercanas o superiores al promedio provincial.
Finalmente, sólo con el salto a una escala de producción mayor, es
decir, con el paso a los sil de
medianas industrias (prácticamente exclusivo del sil sur), se observa un cambio notable en la apropiación de
la renta. En este caso, los salarios son un 18% superiores al promedio
provincial, los beneficios por ocupados un 77% superiores y el valor agregado
total se sitúa en un 69% por encima del promedio. Con un consumo intermedio por
ocupado en promedio de 187% superior a la media provincial por empresa, en los sil de medianas empresas se observa un
promedio de la tasa de ganancia (es decir, la relación entre la masa de
beneficios y la suma de la masa salarial y el consumo intermedio por empresa)
que se sitúa en un 6% por debajo de la media provincial, mostrando un gran
potencial para la acumulación y la movilización de recursos en torno a estas
actividades.
Los resultados anteriores contrastan con lo que puede observarse en el
caso de la dimensión distributiva relacionada con la dispersión o variabilidad
en las variables evaluadas, cuyos resultados se resumen en el Cuadro 2. En
este caso, el indicador se define por la desviación estándar para cada subgrupo
de los valores tomados por las variables analizadas en cada empresa. En
términos generales, se puede observar una relación inversa con los resultados
encontrados en la modalidad de nivel. En este caso, los sil tanto del norte como el del centro, así como también el sil definido a partir del predominio de
las pequeñas empresas y, en menor medida, los de microempresas y empresas
unipersonales, muestran una sistemática y visible menor variabilidad en las
variables distributivas, salvo en lo que respecta a la tasa de ganancia.
Cuadro 2: Indicadores distributivos de
dispersión para los potenciales sil
santafesinos
Desviaciones
estándar de las variables: |
Desv. de
la remuneración |
Desv.
beneficio por ocupado |
Desv. valor agregado por ocupado |
Desv. tasa
de ganancia |
Desv.
tasa de explotación |
Desv. consumo intermedio por ocupado |
No
SIL |
4.892,96 |
50.891,29 |
52.445,28 |
0,97 |
0,21 |
319.694,76 |
SIL Norte |
7.973,41 |
33.746,99 |
38.677,17 |
1,19 |
0,24 |
134.219,85 |
SIL
Centro |
4.218,88 |
48.733,04 |
49.516,02 |
1,13 |
0,20 |
107.867,93 |
SIL
Sur |
7.183,93 |
93.130,74 |
97.099,38 |
0,87 |
0,19 |
829.109,67 |
|
|
|
|
|
|
|
SIL
empresas 1 persona |
4.160,39 |
46.395,09 |
47.105,95 |
1,13 |
0,20 |
91.323,15 |
SIL micro empresas |
6.855,23 |
44.705,26 |
47.579,95 |
1,25 |
0,22 |
151.531,26 |
SIL
pequeñas empresas |
4.186,63 |
32.369,93 |
33.587,16 |
1,03 |
0,20 |
117.751,31 |
SIL
medianas |
7.183,93 |
93.130,74 |
97.099,38 |
0,87 |
0,19 |
829.109,67 |
|
|
|
|
|
|
|
Total general |
5.023,70 |
53.052,08 |
54.746,14 |
0,98 |
0,21 |
345.860,77 |
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos del cne 2003/4.
Esta relación inversa entre las variables distributivas de nivel y de
dispersión, permite volver sobre las consideraciones teóricas hechas sobre la
naturaleza misma de los sil y el
rol de la territorialidad en la formación de sus atributos específicos. Desde
el punto de vista desarrollado, pueden observarse al menos dos modalidades
prototípicas.
Por un lado, aquellas en las que la territorialidad podría moderar el
conflicto distributivo, solidificando ciertas estructuras, incluso legitimando
relaciones de explotación más intensas y permitiendo, sobre la base de dicho
consenso, retener actividades productivas en las formas de empresas
unipersonales, microempresas y pequeñas empresas industriales, algo que en
términos generales se observa en el sil del
centro y, con un menor grado de explotación, en el sil del norte.
Por otro lado, se observa un tipo de sil
en el que predominan unidades de mayor tamaño con una apropiación más elevada
del producto social y niveles ampliamente superiores de movilización de
capital dinerario. Este salto de escala mantiene evidentemente un anclaje
territorial que permite radicar las actividades en un espacio relativamente
compacto, el cual entra, evidentemente, en estrecha relación con el proceso de
acumulación a escala ampliada con epicentro en la ciudad de Rosario y el
sistema de producción agroindustrial y de puertos de escala internacional
circundante. En este caso, la territorialidad podría ser interpretada como
aquella relación social que concurre en la retención de actividades, pero sobre
la base de una penetración mucho mayor de la circulación del capital
globalizado que tiene la doble condición de ampliar la base del valor agregado
sobre el cual el subsistema opera, pero al mismo tiempo ello podría traer
aparejada una mayor dispersión de las variables distributivas combinando en un
mismo espacio realidades heterogéneas.
sil santafesinos a partir de las ramas de actividad predominantes
Los resultados
anteriores pueden ser contrastados con un análisis simétrico pero que incorpore
la especialización productiva como dimensión o criterio para la identificación
de nuevos patrones de correlación espacial.
Puesto de otro modo, es posible preguntarse si la densidad de empresas
industriales cambia sus patrones de correlación espacial en la medida en que se
considere la especialización productiva.
La incorporación de esta dimensión abre un conjunto de interrogantes
exploratorios sobre los que es posible ir desarrollando aproximaciones
sucesivas. Así, por ejemplo, es posible preguntarse si los sil identificados hasta el momento
presentan o no patrones de especialización distintivos en relación con el resto
de las localidades. De ser así ya sería posible responder al interrogante
general de un modo positivo estableciendo una relación biunívoca entre densidad
de empresas espacialmente auto correlacionadas según su tamaño y un patrón de especialización
de estas. Sin embargo, en el caso santafesino, esta relación no parece ser tan
clara.
En primer lugar, es posible realizar una aproximación mediante el
cálculo de una medida de especialización o concentración de empresas. En este
sentido, es posible calcular con facilidad el Índice de Herfindahl
Hirschman (ihh) para cada localidad tomando como variable de base
la participación de cada rama (o un conjunto de ramas agrupadas) en la cantidad
de ocupados. Este índice resulta una medida de especialización que puede ser
comparada entre las localidades de la provincia y los subgrupos que allí fueron
identificados como potenciales sil
divididos según el tamaño de empresa predominante.
En la Cuadro 4 puede verse el promedio para los diferentes subgrupos de
localidades del ihh,
calculado a partir de la participación de los ocupados de cada rama a dos dígitos
(primera columna), y también mediante una agrupación de actividades afines con
el objetivo de simplificar el análisis (Cuadro 3).[8]
Cuadro 3: Agrupamientos de ramas de
actividad
Grupo 1: Petrolera, química, plástico, papel |
Coque, productos de la refinación del
petróleo |
Sustancias y productos químicos |
Papel y de productos de papel |
Productos de caucho y plástico |
Grupo
2: Metalmecánica, maquinaria y automotriz |
Maquinaria de oficina, contabilidad e
informática |
Maquinaria y equipo n.c.p. |
Metales comunes |
Equipos y aparatos de radio,
televisión y comunicaciones |
Maquinaria y aparatos eléctricos n.c.p. |
Productos de metal, excepto
maquinaria y equipo |
Instrumentos médicos, ópticos y de
precisión; relojes |
Reparación, mantenimiento e
instalación de máquinas y equipo |
Equipo de transporte n.c.p. |
Vehículos automotores, remolques y
semirremolques |
Grupo
3: Otras manufacturas |
Reciclamiento |
Curtido y terminación de cueros |
Productos textiles |
Prendas de vestir; terminación y
teñido de pieles |
Madera y productos de madera excepto
muebles |
Productos minerales no metálicos |
Muebles y colchones |
Edición e impresión; re grabaciones |
Grupo
4: Alimentos y bebidas |
Productos alimenticios y bebidas |
Fuente: En base al Clasificador Nacional de Actividades Económicas
(2004).
Cuadro 4: Índice de Herfindahl
Hirschman por localidad (valores promedio)
Índice calculado en base participación de ocupados |
Por rama de actividad a tres dígitos |
Por grandes agrupamientos |
No sil |
0,56 |
0,63 |
sil Norte |
0,43 |
0,46 |
sil Centro |
0,49 |
0,57 |
sil Sur |
0,46 |
0,62 |
Total provincial |
0,55 |
0,62 |
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos del cne 2003/04.
En esta primera aproximación al grado de especialización de los sil, se puede ver que en ningún caso
los índices de concentración en los sil
identificados superan al promedio provincial o al promedio calculado con el
resto de las localidades que no presentan síntomas de sil, se trate del índice calculado a nivel de rama por tres
dígitos y mediante los agrupamientos propuestos. De un modo más general, esto
puede verse en un conjunto de mapas (6 y 7), que muestra los valores en cada
localidad del ihh
para tres dígitos y agrupamiento. En este caso, se utilizó un mapa de caja donde
puede verse que los valores más altos se ubican precisamente en la periferia y
alejándose de los sil
identificados.
Sin embargo, es posible observar también que, entre las dos mediciones,
las diferencias se acortan y los niveles de especialización más elevados se
“acercan” a los sil seleccionados
a medida que se agregan las ramas de actividad. Si bien esta observación
permite intuir que las ramas consideradas en un agregado de actividades afines
parecen mostrar un mayor grado de especialización, ello requiere ser evaluado
de un modo más directo a fin de encontrar posibles patrones espaciales.
Para ello es preciso tomar un camino opuesto, es decir, no mediante el
análisis de la especialización de los sil
identificados según la densidad de empresas divididas por tamaño, sino
mediante la búsqueda de patrones de autocorrelación espacial en la densidad de
empresas de los distintos agrupamientos de ramas de actividad. En concreto, es
preciso preguntarse si los agrupamientos de ramas exhiben patrones de autocorrelación
en la densidad de empresas, es decir (según la definición adoptada en este
trabajo), en la razón empresas/hogares de cada localidad al igual que se hizo
en el caso anterior.
Mapas 6 y 7: Índice de Herfindahl
Hirschman por localidad, rama a tres dígitos y
agrupamientos
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de cne 2003/04 y reportes del cnpv 2001 obtenidos de http://ipec.esy.es/eprecios/index.php?c=contenidoweb&a=listarcontenido
Estos resultados pueden verse en los mapas siguientes (8, 9, 10 y 11),
en donde se presentan las densidades correspondientes a los agrupamientos de
ramas de actividad. Estos mapas indican la existencia de potenciales
concentraciones espaciales de densidades anómalas en las diferentes regiones de
la provincia. Incluso ya puede intuirse que estas densidades no coinciden con
los sil definidos según el tamaño
de las empresas.
Mapas 8, 9, 10 y 11: Densidad de empresas
industriales según subgrupos de ramas
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de cne 2003/04 y reportes del cnpv 2001 obtenidos de http://ipec.esy.es/eprecios/index.php?c=contenidoweb&a=listarcontenido
En los mapas indicados puede observarse cierta cercanía entre las
localidades con densidades atípicas auto correlacionadas tomando como
referencia el tamaño y la especialización, pero la coincidencia no
necesariamente es total. Por el contrario, se verifica un particular y
repetido patrón en las tres regiones identificadas, donde emerge cierta
centralidad de densidades atípicas definidas según el tamaño y una periferia
definida según la especialización. En cada región esta especialización cambia:
en el caso del norte, predominan “otras manufacturas”, en el caso del centro
“metalmecánico, maquinaria y automotriz” (al este) y “alimentos y bebidas” (al
oeste); y en el caso del sur, tres grupos claramente diferenciados en
“metalmecánico, maquinaria y automotriz”, “otras manufacturas” y “petroquímico,
plástico y papel”. Este balance surge particularmente del Mapa 12, en donde se
identifican las localidades que constituyen hot
spots, en el índice de autocorrelación espacial local, con una significación
de un 95% de confianza. Es decir, son localidades con patrones espaciales de
cercanía en densidades altas en los agrupamientos de actividades construidos.
En dicho mapa se superpusieron los resultados para cada agrupamiento, habiendo
casos en los que la localidad presenta evidencia de autocorrelación en sólo un
agrupamiento de actividades (58 localidades), y casos en los que se evidencia
autocorrelación en más de un agrupamiento (8 localidades). Esto se distingue en
el mapa indicado por diferentes colores para cada combinación.
Mapas 12 y 13: Localidades relacionadas en
la densidad de empresas industriales
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de CNE 2003/04 y
reportes del CNPV 2001 obtenidos de http://ipec.esy.es/eprecios/index.php?c=contenidoweb&a=listarcontenido
Finalmente, pueden superponerse los mapas de los sil construidos por el tamaño de las industrias y el
construido por el criterio de la especialización (Mapa 13) y observar con mayor
claridad el patrón arriba indicado. Como puede observarse, la localidad puede
evidenciar autocorrelación en la densidad de empresas por tamaño y/o en la
densidad de empresas por rama de actividad. La combinatoria de casos se
distinguen con diferentes colores y se puede observar un patrón diferenciado.
En la región central se verifica con mayor frecuencia la presencia de localidades
en las que coinciden sil
definidos por tamaño y por rama, algo que parece repetirse en los casos
identificados en el norte, pero que muestran un contraste notable con lo que
ocurre en el sur, donde en no hay superposiciones sino adyacencias entre los sil definidos por tamaño y aquellos
definidos según el agrupamiento de ramas de actividad. En este caso emerge un
nuevo sil,
metalúrgico-metalmecánico-automotriz, que se extiende desde Las Parejas hacia
el oeste y que constituye el espacio económico considerado y estudiado con
mayor profundidad por los análisis de clusters en la periferia
citados previamente.
Esta diferencia también puede ser analizada en relación con los
criterios teóricos desarrollados en este trabajo. En este caso, la articulación
entre la territorialidad y las relaciones capitalistas de producción puede ser
tomada para dar cuenta de las diferencias, particularmente entre los sistemas
del centro y el sur provincial. En los primeros, la territorialidad podría
estar favoreciendo la combinación y articulación de especialización y densidad
de empresas unipersonales, micro y pequeñas empresas, evitando la
autonomización de cuasi enclaves en los que gana peso el tamaño y el valor
agregado, pero con pérdidas en la retención de actividades y mayor volatilidad
distributiva.
Bajo esta premisa interpretativas, es posible preguntarse en qué medida
la especialización condiciona las variables distributivas, en comparación con
los resultados obtenidos en la identificación de los sil basados en el tamaño de las empresas. En este sentido, es
posible volver sobre los indicadores distributivos de nivel y de dispersión,
para evaluar las diferencias entre los sistemas, el promedio provincial y los
valores arrojados para el promedio de localidades en los que no es
significativo el índice de autocorrelación.
Como puede observarse en la Cuadro 5, prácticamente no existen marcadas
diferencias en los valores distributivos de nivel más allá algunos matices.
Por ejemplo, el menor valor agregado de la industria de “otras manufacturas”,
las remuneraciones más basa en el sector de “alimentos y bebidas”, o las tasas
de ganancia y de explotación más bajas en el sector “petroquímico, plástico y
papel”. Incluso los consumos intermedios se hallan en todos los casos en
valores más bajos que el promedio provincial y el promedio de las localidades
no auto correlacionadas.
Cuadro 5: Indicadores distributivos de nivel
para los potenciales sil santafesinos
(rama)
Remuneración promedio |
Beneficio por ocupado promedio |
Valor Agregado por ocupado promedio |
Tasa de ganancia promedio |
Tasa de explotación promedio |
Consumo Intermedio por ocupado promedio |
|
No SIL |
4.054,33 |
26.970,54 |
31.024,87 |
1,05 |
0,81 |
56.560,05 |
SIL Met., maq. yautomotriz |
4.123,29 |
26.707,29 |
30.830,58 |
1,05 |
0,81 |
39.881,92 |
SIL
Manufacturero |
3.982,18 |
24.043,35 |
28.025,53 |
1,09 |
0,81 |
38.164,64 |
SIL Alim. y
bebidas |
3.213,68 |
27.746,62 |
30.960,30 |
1,34 |
0,86 |
44.550,12 |
SIL Petroquímico |
4.802,35 |
25.438,06 |
30.240,41 |
0,84 |
0,78 |
40.482,21 |
Total general |
4.310,52 |
26.147,46 |
30.457,99 |
0,98 |
0,80 |
47.834,69 |
Fuente:
Elaboración propia en base a cne 2003/4.
En el caso del Cuadro 6 se observan los resultados para las variables
distributivas medidas en término de dispersión y, en este caso, sí se observan
algunas diferencias más notables. Si bien, prácticamente no se observan
diferencias sustanciales en los valores encontrados para la variabilidad de
las remuneraciones, pueden destacarse variaciones en los casos de los
beneficios por ocupado que luego impacta en la variabilidad del valor agregado
por ocupado. Concretamente, se observa en todos los casos una menor
variabilidad que en el promedio provincial, particularmente en los casos de
“otras manufacturas” y “metalmecánico, maquinaria y automotriz”, una situación
que está fundamentalmente relacionada con la variabilidad del consumo
intermedio, variable que repite el mismo patrón y que puede estar indicando la
adaptación de la formación de la tasa de ganancia empresarial en las
condiciones técnicas de cada agrupación industrial. Algo que se refleja también
en la indiferencia en la variabilidad de la tasa de ganancia y la tasa de
explotación entre ramas agrupadas, el promedio provincial y localidades no
auto correlacionadas.
Cuadro 6: Indicadores distributivos de
dispersión para los potenciales sil
santafesinos (rama)
Desviación estándar en las variables: |
Desv. de la remuneración |
Desv. beneficio por
ocupado |
Desv. valor agregado por ocupado |
Desv. tasa de ganancia |
Desv. tasa de explotación |
Desv. consumo intermedio por ocupado |
No SIL |
5.024,66 |
67.407,75 |
69.239,44 |
1,06 |
0,21 |
489.430,48 |
SIL
Met. Automotriz |
4.669,01 |
33.363,33 |
34.496,96 |
1,06 |
0,21 |
72.840,65 |
SIL
Manufacturero |
5.139,25 |
28.377,10 |
30.265,54 |
1,05 |
0,21 |
98.837,92 |
SIL
Alimentos y Bebidas |
4.867,87 |
47.986,14 |
49.754,38 |
1,31 |
0,20 |
132.615,07 |
SIL
Petroquímico |
5.003,41 |
36.831,64 |
38.595,48 |
0,80 |
0,21 |
114.020,33 |
Total general |
5.023,70 |
53.052,08 |
54.746,14 |
0,98 |
0,21 |
345.860,77 |
Fuente: Elaboración propia en base a cne 2003/4.
Estos resultados tienen significación en el marco de los argumentos aquí
desarrollados, ya que ponen en evidencia que en las localidades con densidades
industriales atípicas y auto correlacionadas espacialmente, cuando se define
dicha densidad mediante un conjunto de ramas agrupadas, cambia la estructura de
las diferencias distributivas que fueron encontradas en los sil definidos sobre la base del tamaño
de las industrias. Este cambio en los resultados no sólo es compatible con las
hipótesis expuestas previamente. Sintéticamente, si en los sil definidos por la densidad según
tamaño la territorialidad podría incidir, reteniendo actividades y limitando
el conflicto, desde el punto de vista sectorial, la menor variabilidad se
verifica en las condiciones técnicas y de rentabilidad de empresas.
En concreto, son cuatros los momentos básicos de la argumentación que
pueden ser separados: en primer lugar, la observación de una capacidad
distintiva para la retención de actividades industriales mediante la
multiplicación de unidades económicas de poco tamaño. En segundo lugar, la
observación de que ello puede ocurrir aún en condiciones de una captación baja
de rentas totales. En tercer lugar, que ello ocurre junto con una menor
dispersión en la remuneración de los agentes económicos. Y, finalmente, se
observa un cambio en la estructura de la dispersión, cuando se analizan las
localidades auto correlacionadas tomando la densidad a partir del agrupamiento
de ramas de actividad, que pasa a concentrarse en las diferencias entre las
empresas. Esta concatenación de observaciones pone a prueba la capacidad heurística
del esquema conceptual, basado en la diferenciación cualitativa de los sistemas
industriales según los modos en que se articula la territorialidad y el
capital.
Debe insistirse en este punto que estos resultados siguen tomando a la
territorialidad como una hipótesis plausible, reguladora y heurística de la
realidad económica observada. Frente a ello resulta necesario profundizar en
estudios orientados a observar la estructuración específica del proceso de
acumulación en los territorios analizados y observar el juego de
diferenciaciones sociales que dan especificidad al comportamiento económico de
los agentes.
Diferentes trabajos que analizaron las particularidades institucionales
y productivas, tanto en la región con epicentro en Rafaela como con epicentro
en La Parejas, llegaron a conclusiones convergentes con los datos observados en
este trabajo. El contraste entre estos dos casos puede ser particularmente
ilustrativo. En primer lugar, toda la literatura sitúa el desarrollo de estas
regiones en el proceso de formación histórica de la industrialización ligada a
la colonización agrícola, resumida con elocuencia por Ezequiel Gallo (1998). En este proceso, los aspectos culturales
ligadores directamente con la pertenencia a una comunidad territorializada,
tuvieron siempre un papel destacado como mecanismos de fijación y contención
del despliegue de las relaciones capitalistas de producción, aún siempre
integrados en tendencias más generales de carácter regional, nacional e incluso
global (Fernández y Villalba, 2004).
Sin embargo, es posible notar algunas diferencias que, en el marco aquí
propuesto, se jerarquizan. Por un lado, puede tomarse como referencia el
trabajo de Yoguel y Lopez
(2000), quienes resumen los resultados de un estudio de panel de empresas
rafaelinas en las que observaron:
En primer lugar, cierta resiliencia a la hora de enfrentar las
condiciones de contexto considerando una producción fundamentalmente relacionada
con el mercado interno. Un dato que además puede verificarse en el estudio en Mazorra et al.
(2005) quienes identificaron e hicieron el seguimiento comparado de tres Áreas
Económicas Locales, destacándose Rafaela como aquella con mayor capacidad para
resistir el proceso de desindustrialización
que sufrió la Argentina en la década de 1990.
En segundo lugar, la presencia de esfuerzos particularmente importantes
por la formación de recursos humanos ante el cambio tecnológico.
En tercer lugar, la persistencia de capacidades de innovación que no se
manifiestan formalmente en empresas de tamaño pequeño.
Finalmente, los autores situaron estos resultados en una densa red de instituciones
de coordinación local de las actividades empresariales. Estos atributos fueron
observados por numerosas investigaciones desde el trabajo de Quintar (1993)
hasta contribuciones más recientes (Gutierrez et al.,
2017).
Por otro lado, las investigaciones que se han concentrado en el caso del
cluster de
la maquinaria agrícola con epicentro en la localidad de Las Parejas muestran
resultados que ponen en evidencia una mayor especialización e integración
vertical, con la presencia de redes internacionales y una relación más o menos
cercana a las cadenas de producción que tienen por horizonte el mercado mundial
(Fernández y
Vigil, 2009; Gorenstein y Moltoni, 2011). En este caso las redes de innovación y de
cooperación institucional parecen menos densas y se destaca la participación
estatal (nacional, principalmente, y provincial) como instancia promotora de
esta actividad estratégica para el espacio económico nacional (Narodowski, 2007; Vigil, 2019).
Estas observaciones permiten ver cierta correspondencia con los
resultados encontrados, estimulando nuevas investigaciones para la
caracterización más general de los sistemas industriales localizados,
particularmente, de un modo simultáneo e interrelacionados en diferentes
escalas, sobre la base de sucesivas aproximaciones, cada vez más específicas y
precisas, de los modos en los que la territorialidad y las relaciones
capitalistas de producción se articulan.
Conclusiones
El concepto de di abrió un camino novedoso para las
investigaciones socio económicas, iluminando dimensiones de la realidad
esquivas a las perspectivas teóricas convencionales. La comunidad territorialmente delimitada fue
descubierta en su papel eminentemente activo, como productora de realidades
económicas específicas, es decir, como una idea con la capacidad de comprender
la formación de sistemas económicos cualitativamente diferenciados. En este
caso, el programa de los di optó
por observar el modo en que esta dimensión se pone en juego en un recorte
local del proceso de acumulación de capital, lo cual no obsta a que deban ser
considerados aspectos más generales sobre la territorialidad en tanto relación
social necesaria para la articulación de los procesos de acumulación y su papel
en la composición de realidades más amplias y complejas.
En este trabajo se intentó mostrar que los avances realizados por las
investigaciones sobre los di
llegaron hasta cierto punto límite tanto teórico como metodológico, precisamente
en la medida en que la territorialidad se separaba de la articulación de los
procesos de acumulación de riquezas, para situarse como una externalidad
superpuesta. Frente a ello el trabajo se propuso desarrollar un modelo
teórico-metodológico alternativo basado en la idea de que la territorialidad
puede ser definida como una relación social que, en su articulación con las
relaciones capitalistas, permite comprender (heurística) la formación de realidades
económicas cualitativamente diferenciadas y, entre ellas, la particular
realidad local caracterizada por la alta densidad de empresas industriales.
Finalmente, este modelo fue utilizado para analizar, primero, la
extensiva información provista por el cne de 2003/04 para la provincia
de Santa Fe, donde se buscó identificar patrones de correlación espacial de
situaciones atípicas de densidad de empresas industriales y, luego, las
variables básicas que definen la estructura distributiva del proceso de
acumulación. A partir de esta aproximación pudo verse la presencia de espacios
en los que esta realidad se verifica, cómo las condiciones distributivas
cambian en dichos recortes e incluso cómo entre ellos emergen diferencias
cualitativas significativas. Los resultados encontrados permitieron poner en
tensión las ideas de partida y mostrar cómo la territorialidad, en tanto
relación social, conserva un poder heurístico primario, que abre paso a nuevas
aproximaciones sucesivas a las diferenciaciones sociales que componen la
realidad concreta de los sil.
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[i] Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Instituto de Humanidades y
Ciencias Sociales del Litoral. Universidad Nacional del Litoral. orcid 0000-0002-5162-6375.
ignacio.trucco@gmail.com
[2] En el
marco de un convenio celebrado entre el Instituto de Humanidades y Ciencias
Sociales del Litoral (conicet-unl)
y el Instituto de Estadísticas y Censos de la Provincia de Santa Fe, fueron
proporcionadas las bases de microdatos del cne
2004 que permitieron la construcción de la información a nivel de
localidad en las distintas variables analizadas.
[3] En este
caso se ha debido tomar únicamente a las Unidades Principales excluyendo a las
unidades auxiliares, así como también se hizo el análisis con independencia de
la estructura societaria de las empresas. Sobre el primer punto operó la
imposibilidad de reconstruir la empresa en su conjunto, no obstante, la
influencia de las unidades auxiliares no parecería capaz de modificar las
tendencias encontradas. Con respecto a la estructura societaria, algo que lejos
está de incorporarse en el Censo, sí ha sido estudiada para otros casos y se
han hallado cambios significativos verificando una mayor concentración
territorial y limitación de los espacios considerados di (ver por ejemplo el caso de la Emilia Romagna, Brioschi et al., 2002)
[4] Esta
división de tamaños se realizó en base a la clasificación del Ministerio de
Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación Argentina, en su Observatorio
de Empleo y Dinámica Empresarial. La elección de esta estructura se apoya en
tres razones: en primer lugar, surge de una consideración de las
especificidades técnicas de la industria manufacturera; en segundo lugar,
permite cierto seguimiento mediante las mediciones realizadas por el
observatorio; y, finalmente, los resultados no difieren significativamente de
los encontrados con otras clasificaciones basadas en la construcción de clusters de empresa con tamaños
similares.
[5] Todos
los mapas de caja fueron generados automáticamente por el programa utilizado
(Geoda).
[6] Para una
explicación detallada del significado, cálculo y aplicaciones se puede
consultar el trabajo de Juan Pablo Celemín (2009). En este caso es importante
observar que la matriz de pesos espaciales se definió por bandas de distancias
y no por contigüidades dado que la estructura geofísica y urbana imponen
condiciones que rompen cualquier criterio de contigüidad. La matriz siempre
supone algún tipo de decisión arbitraria y ello puede afectar los resultados del
análisis (Herrera Gómez et al.,
2011).
No obstante, en este caso, el criterio basado en distancias se ajusta a la
realidad del fenómeno bajo análisis, tomándose para ello el ancho de banda
mínimo tolerado por el programa.
[7] Los
datos fueron recuperados de http://ipec.esy.es/eprecios/index.php?c=contenidoweb&a=listarcont enido
[8] Toda
agrupación de ramas de actividad supone en algún punto cierta arbitrariedad, no
obstante, los agrupamientos propuestos responden a una división propuesta por
nosotros, pero convencional, basada en las diferencias técnicas distintivas,
encadenamientos, organización institucional y el peso de los diferentes grupos
en la estructura económica de la provincia.