Automatización, ocupaciones y tareas. Una mirada desde

América Latina

 

Automation, Occupations and Tasks. A Look from Latin America

 

 

Roxana Maurizio[i]

Ana Laura Fernández[ii]

María Sol Catania[iii]

 

 

Resumen: Los avances tecnológicos se han manifestado crecientemente a través de una mayor automatización en la realización de las tareas que se llevan a cabo en las diferentes ocupaciones. Si bien existe una abundante literatura para los países avanzados, resulta escasa aún la evidencia para los países de América Latina. En este documento se analiza para cuatro países Chile, Ecuador, México y Perú la composición del empleo en tér­minos de ocupaciones y de tipo de tareas realizadas. Se evalúa la incidencia de actividades rutinarias y flexibles, manuales y cognitivas. Dimensiones como la informalidad laboral, el ingreso y el género son incluidas para visibilizar la heterogeneidad de situaciones que se observan en estos mercados de trabajo. Los trabajadores informales, mujeres, jóvenes, de menores calificaciones y menores ingresos son quienes desarrollan en mayor proporción tareas rutinarias y, por ende, su exposición a la automatización se eleva.

 

Palabras clave: Automatización; Ocupación; América Latina.

 

 

Abstract: Technological changes have increasingly manifested themselves through greater task automation. Although there is abundant literature for more advanced countries, the evidence for Latin America is still scarce. This document analyzes the composition of employment in terms of occupations and type of tasks performed for four countries Chile, Ecuador, Mexico and Peru. The incidence of routine and flexible, manual and cog­nitive tasks is evaluated. Dimensions such as labor informality, income and gender are included to make the heterogeneity of situations observed in these labor markets visible. Informal workers, women, young people, workers with lower skills and lower incomes are the ones who carry out routine tasks in a greater proportion and, therefore, their exposure to automation rises.

 

Key Words: Automation; Occupations; Latin America.

 

 

Recibido: 23 de febrero de 2022

Aprobado: 2 de agosto de 2022


Introducción

 

La creciente incorporación de procesos automáticos, digitalización, robotización y la aplica­ción de inteligencia artificial a la producción a la vez que puede dar impulso al crecimiento económico y a la mejora de la competitividad puede tener efectos disruptivos muy significa­tivos en el mercado de trabajo (Nübler, 2016).

Los estudios que buscan predecir el impacto de las nuevas tecnologías suelen basarse en las posibilidades que existen, dada la factibilidad tecnológica, de reemplazar trabajo por capital en cierto tipo de tareas y ocupaciones. La posición más optimista plantea que a partir de la adopción de nuevas tecnologías la eficiencia aumentaría y esto redundaría en caídas en los precios de los bienes de consumo, provocando un aumento de la demanda. A su vez, la transición tecnológica implicaría, en sí misma, un aumento de la demanda de inversión. Los costos laborales por unidad de producto también se reducirían por el aumento de la eficiencia y, en consecuencia, el resultado final sería una compensación plena de la pérdida de empleo debido al desplazamiento de trabajo por tecnología gracias a la mayor demanda de trabajo derivada del aumento del consumo y de la inversión, y al menor costo relativo del trabajo. El “efecto escala” más que compensaría el “efecto sustitución” (Vivarelli, 2007).

En una visión más pesimista, en cambio, se plantea una situación donde prima el segundo efecto reduciendo fuertemente la demanda agregada de empleo a la vez que esta tendencia exacerbaría los niveles de desigualdad, ya que habría cierto tipo de trabajadores que realizan mayormente tareas rutinarias y, por ende, enfrentan una mayor exposición a la automatización y experimentan una mayor probabilidad de ser sustituidos por la tecnología (McAfee y Brynjolfsson, 2014; Schwab, 2016).

Estas dos miradas suelen tener en común la idea subyacente de que es escaso el es­pacio que queda para la implementación de políticas que faciliten la transición de la organi­zación de la producción y del trabajo, que mitiguen los aspectos negativos de la incorporación de nuevas tecnologías y a la vez que potencien los efectos positivos. Una tercera perspectiva, entonces, es aquella que reconoce la importancia del marco institucional en el que sucede el cambio tecnológico, pero que también considera la relevancia del contexto macroeconómico, social, político, en la determinación del ritmo de adopción de las nuevas tecnologías y sus efectos sobre el mercado de trabajo (Weller, 2020).

Bajo este punto de vista, no puede pensarse el impacto de la adopción de nuevas tecnologías en los mercados de trabajo de América Latina sin considerar la especificidad propia de la región. Entre los factores que influencian la transición digital, además de la pro­pia factibilidad tecnológica (teniendo en cuenta el rezago tecnológico que caracteriza a la región), se encuentran el costo de la tecnología, los precios relativos, las instituciones labo­rales, los factores culturales, las expectativas acerca del crecimiento económico y la demanda de empleo, entre otros. Algunos de estos factores pueden contribuir a incrementar la susti­tución mientras que otros pueden ralentizarla.

Si bien existe una abundante literatura empírica sobre los impactos de la transición digital en los diferentes tipos de ocupaciones, tareas y trabajadores, como así también sobre la distribución del ingreso en los países avanzados, la evidencia para los países de América Latina aún resulta escasa (Maurizio y Monsalvo, 2021).

Este estudio busca contribuir en esta dimensión analizando en detalle la composición del empleo en cuatro países de la región Chile, Ecuador, México y Perú en términos de ocupaciones y de tipo de tareas realizadas. En particular, se evalúa la incidencia de actividades rutinarias y flexibles, manuales y cognitivas. Adicionalmente, se analiza la correlación entre los trabajadores que llevan a cabo distintos sets de tareas y su posición en la escala salarial. Dimensiones relevantes como la informalidad laboral y el género son incluidas aquí para visibilizar la heterogeneidad de situaciones que se observan en el mundo laboral. Asimismo, el análisis de la diferenciación entre el tipo de tareas que hacen jóvenes y adultos ofrece una visión intertemporal de estos fenómenos.

Para llevar a cabo este estudio se utiliza información específica de cada país sobre el contenido de tarea en las ocupaciones sin recurrir a supuestos basados en evidencia obtenida en otros mercados de trabajo.

El documento continúa con la revisión de la literatura empírica internacional sobre estas dimensiones. La tercera sección detalla la fuente de información y la metodología utili­zadas. La cuarta sección analiza el tipo de tareas realizadas en los mercados de trabajo de los cuatro países bajo estudio. La quinta sección aborda la heterogeneidad en la composición de las tareas entre diferentes grupos de trabajadores. La sexta sección analiza el grado de rutina­riedad de las tareas y ocupaciones y su correlación con la incidencia de la informalidad y los ingresos laborales. Finalmente, en la séptima sección se presentan las conclusiones.

 

Revisión de la literatura

 

La preocupación por los efectos del cambio tecnológico en el mercado de trabajo, los ingre­sos y la desigualdad no es nueva. Sin embargo, desde comienzos del nuevo milenio ha habido un renovado interés por este aspecto de la mano de la aceleración de la automatización y digitalización de las actividades económicas.

En la literatura empírica sobre el tema se adoptaron dos enfoques. El primero de ellos analiza los efectos del cambio tecnológico a partir de la evolución de la estructura de ocupaciones. En este “enfoque de ocupaciones” se asume que cada puesto de trabajo es homogéneo en términos de tareas, es decir, que todos los trabajadores que se desempeñan en una ocupación realizan tareas similares. Inicialmente, estos estudios enfrentaron la preo­cupación del desplazamiento de trabajo por tecnología, identificando aquellas ocupaciones cuyas tareas podrían ser realizadas por máquinas robots. Frey y Osborne (2017) encontraron que el 47% de los empleos en Estados Unidos enfrentaban un elevado riesgo de ser automa­tizados en los siguientes 20 años. Similares resultados encontraron Pajarinen y Rouvi­nen (2014) para Finlandia, Bowles (2014) para países europeos, Brzeski y Burk (2015) para Alemania, entre otros estudios. Si bien estas investigaciones iniciales hacían predicciones alarmantes sobre la posible destrucción masiva de puestos de trabajo, a posteriori surgieron otros estudios con conclusiones más matizadas, a la vez que emergieron diversas críticas a alguna de las metodologías empleadas para elaborar las respectivas predicciones. Uno de los supuestos debatidos refiere a que la automatización afecta ocupaciones completas (Frey y Osborne, 2017), cuando es esperable que cada ocupación involucre una combinación de di­ferentes tipos de tareas, algunas de las cuales pueden ser automatizadas, pero otras pueden ser complementarias a la incorporación de tecnologías. Al considerar a las ocupaciones como un todo homogéneo, este enfoque puede sobreestimar el impacto del cambio tecnológico sobre la demanda de trabajo y la distribución del ingreso (Autor y Handel, 2013).

Es por ello que el “enfoque de ocupaciones” cedió paso al “enfoque de tareas” con el objetivo de analizar en detalle cómo la automatización y la digitalización afectan la manera de “hacer las cosas” en un determinado puesto de trabajo y, recién a partir de allí, evaluar los impactos de la tecnología sobre cierto tipo de ocupaciones. El argumento principal en este enfoque es que la incorporación de nuevas tecnologías permite el reemplazo de ciertas tareas realizadas en algunas ocupaciones, pero que a la vez es complementaria de otras.

Una parte importante de este grupo de investigaciones examinó los impactos que ya se han estado produciendo sobre el mercado de trabajo en los últimos años, no sólo sobre la demanda global de empleo sino, alternativa o complementariamente, sobre su composición. En este sentido, varios estudios muestran un proceso de reducción del peso relativo de las ocupaciones de calificación media a favor de las de alto y bajo nivel de calificación (McIntosh, 2013). Uno de los factores que estarían detrás de esta tendencia es que resulta más simple automatizar tareas repetitivas –sean cognitivas o manuales–, desempeñadas usualmente por trabajadores de calificación media, que tareas “abstractas” –vinculadas a la resolución de pro­blemas, la creatividad, etc.– o “manuales no rutinarias”–que requieren mayor interacción personal, adaptabilidad, etc.– (Autor et al., 2003).

A este proceso de reemplazo de trabajo por capital en la realización de tareas manua­les los avances en la computación sumaron la posibilidad de reemplazar a los trabajadores también en la realización de tareas cognitivas rutinarias. Más allá de que existan límites a la capacidad de las computadoras de reemplazar a los humanos en funciones cognitivas, cada vez es más amplio el campo en el que sí pueden hacerlo, sobre todo en tareas relacionadas con el cálculo, la organización de actividades e instrucciones y la comunicación. Quedan, entre las tareas en las cuales las personas no pueden ser aún reemplazadas por computadoras, aquellas asociadas fundamentalmente a necesidad de flexibilidad y creatividad.

De esta manera, la tecnología actual tiene mayor capacidad para reemplazar trabaja­dores que realizan tareas rutinarias, mientras que contribuye a su vez a elevar la eficiencia del trabajo no rutinario que se apoya, por ejemplo, en la información generada a partir de compu­tadoras. A su vez, la mayor incorporación de tecnología computarizada en los lugares de trabajo puede implicar una mayor demanda de trabajo orientado a la solución de problemas, comunicación y organización.

Lo mencionado hasta aquí refiere exclusivamente al llamado “efecto sustitución”, donde la tecnología reemplaza determinadas tareas en ciertas ocupaciones y produce impac­tos “de primera vuelta” de diferente signo entre los trabajadores. Sin embargo, adicional­mente puede operar un “efecto escala”, el cual se refiere a la posibilidad de que la reducción de costos de producción debido a la automatización redunde en una mayor demanda por estos bienes y/o servicios, llevando a un crecimiento de sus actividades y consiguientemente del empleo (impacto “de segunda vuelta”). La posibilidad de que este efecto compensatorio se produzca depende crucialmente de la elasticidad precio de la demanda en los sectores donde se produce la automatización –y de que exista suficiente competencia en el mercado como para que la baja de costos se traduzca en bajas de precios– o, alternativamente, de que existan otros sectores con demanda altamente elástica al ingreso en donde se gasten los in­gresos ahorrados por la reducción de precios en el sector que se automatiza. Finalmente, hay otros mecanismos por los cuales la actual oleada de cambio tecnológico puede llevar a efectos compensadores por la vía de la creación de empleo, incluyendo la generación de nuevas oportunidades de inversión o la emergencia de nuevas actividades productivas debidas al propio avance de la robotización (Vivarelli, 2007).

A diferencia de los países avanzados, aún son muy escasos los estudios que focalizan en el impacto de la automatización en la estructura del empleo y la desigualdad de los ingresos laborales en la región. Entre ellos, Maloney y Molina (2016) analizan la evolución del empleo en países en desarrollo sin encontrar fuerte evidencia de polarización de ingresos, aunque sí reportan la contracción de ocupaciones operativas en Brasil y México. Messina et al. (2016) analizan los cambios ocupacionales en Brasil, Chile, México y Perú en la década del 2000 y no encuentran resultados consistentes con la hipótesis de polarización, excepto para Chile. De hecho, en los otros países el peso de los empleos en la parte media y alta de la distribución aumenta en relación a la de los trabajos de bajos ingresos. Apella y Zunino (2018) analizan la composición del empleo en Argentina y Uruguay entre 1995 y 2015 y encuentran que las tareas cognitivas crecieron a la vez que las tareas manuales se contrajeron en ambos países.

Por su parte Maurizio y Monsalvo (2021) no encuentran en Argentina resultados consistentes con la hipótesis de polarización, sino que muestran que durante el nuevo milenio se verificó un pasaje de ocupaciones de bajas calificaciones y, en menor magnitud, de aquellas ubicadas en la parte alta de la distribución hacia aquellas que se encuentran en la parte media. Se muestra que la evolución de las ocupaciones no fue la misma que la de las remuneraciones: en efecto, mientras que las ocupaciones de menores ingresos perdieron peso, los ingresos se incrementaron. Las autoras concluyen que estos resultados son compatibles con la existencia de otros factores, además del cambio tecnológico. Entre ellos se pueden mencionar, por ejemplo, las condiciones macroeconómicas, la estructura productiva y las instituciones del mercado de trabajo.

Para el caso chileno Zapata-Román (2021) tampoco encuentra resultados estadística­mente significativos que confirmen la presencia de polarización de ocupaciones o de ingre­sos. Por el contrario, encuentra un comportamiento opuesto en los ingresos entre los años 2000 y 2006, donde fueron los trabajadores de calificaciones medias las que experimentaron los mayores aumentos salariales en términos reales. Ballon y Dávalos (2020) también mues­tran que en Perú la caída en la desigualdad observada durante el período 2004-2011 se asocia a un mayor peso del empleo de calificación media en detrimento del empleo de baja califica­ción. Asimismo, encuentran un mayor aumento de los ingresos en las ocupaciones que se encontraban en la parte baja de la distribución. Sin embargo, concluyen que la complemen­tariedad del trabajo calificado con la tecnología no es necesariamente uno de los factores principales en la explicación de la evolución de la desigualdad.

Por lo tanto, resulta evidente que el análisis de esta temática en la región requiere tomar en cuenta las características particulares de América Latina y el Caribe que pueden afectar la relación entre cambio tecnológico, tareas realizadas en las ocupaciones, demanda de empleo y salarios.

Por un lado, el rezago tecnológico que presenta la región y su elevada heterogenei­dad entre países y al interior de ellos hace que la exposición de las ocupaciones, tareas y trabajadores a la rutinización sea hasta el presente de menor intensidad que en otras regiones. Messina y Silva (2018) coinciden con este argumento al concluir que la polarización de in­gresos no se ha observado en países latinoamericanos debido a la existencia de barreras tec­nológicas que retrasan su penetración.

Por otro lado, la posición en la distribución del ingreso de las ocupaciones según contenido rutinario puede ser diferente entre países. Por ejemplo, en Argentina las ocupa­ciones de mayor rutinariedad están en la parte más baja de la escala salarial, no en la parte central como se observa mayormente en países europeos. Ello implica que, aun observando cambios similares en la participación relativa de cada ocupación, el panorama global tanto en términos de los puestos de trabajo como en la distribución salarial pueden ser diferentes (Maurizio y Monsalvo 2021).

Finalmente, el impacto que la adopción de nuevas tecnologías pueda tener sobre los mercados laborales (en términos de volumen y calidad del empleo) estará condicionada, a su vez, por el entorno económico, social y político, y por el marco institucional en el que se desarrolle. En particular, la capacitación de la fuerza de trabajo, infraestructura, financia­miento para las empresas y regulación de las relaciones laborales, son algunos de los ámbitos en los cuales las decisiones de política pueden contribuir a modelar la forma en que la tecno­logía impacta sobre el mundo del trabajo (Nübler, 2016; Weller, 2020).

 

 Fuente de información, definiciones y metodología

 

Fuente de información y definiciones

Para llevar a cabo este estudio se utilizó la información proveniente del Programa para la Evaluación Internacional de Competencias de Adultos (piaac, por su sigla en inglés), impul­sado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde). Se trata de una encuesta diseñada para la evaluación de las competencias cognitivas necesarias para el trabajo, con el objetivo de proveer información para el diseño de políticas educativas y laborales. Las bases de datos contienen información sobre competencias, habilidades numé­ricas y de escritura; comprensión de textos y capacidad de resolución de problemas y entor­nos tecnológicos. A su vez, el relevamiento brinda información acerca de las ocupaciones en que se desempeñan los trabajadores (personas de entre 16 y 65 años) y del tipo de tareas que realizan, así como del uso de tecnologías y herramientas requerido para llevar adelante su trabajo (ocde, 2017).[4]

Esta fuente de información cubre a 32 países miembros de la ocde y algunos países adicionales. Una de sus ventajas es que provee información específica para cada país. Sin embargo, no se trata de un relevamiento periódico, sino que brinda información puntual: se realizó una primera ronda de relevamientos entre 2011 y 2012, una segunda ronda entre 2014 y 2015 y una tercera en 2017. Para el caso de América Latina la información disponible co­rresponde a Chile (para el año 2014), Ecuador, México y Perú (para el año 2017).

Adicionalmente a la identificación de las tareas realizadas, esta fuente contiene infor­mación sobre un conjunto extenso de otras variables que permiten caracterizar a los trabaja­dores y a los puestos donde se desempeñan. Entre ellas, el tipo de ocupación y la condición de formalidad/informalidad.

Para la identificación de la ocupación, se utiliza el clasificador internacional de ocu­paciones propuesto por Organización Internacional del Trabajo (oit), Clasificación Interna­cional Uniforme de Ocupaciones (isco por su sigla en inglés) a dos dígitos. Así, es posible identificar 40 tipos de ocupaciones diferentes. En el Cuadro A.1 del Anexo se encuentra la descripción de cada una de ellas.

Para la identificación de la condición de formalidad o informalidad se utilizó el enfo­que legal de la misma. Siguiendo las recomendaciones de oit, en México un asalariado es considerado informal si no posee seguro de salud; en Chile y Perú si no posee cobertura médica pagada por su empleador; finalmente, en Ecuador, si el empleador no realiza contri­buciones por seguro social ni de salud.

En el caso de los no asalariados la informalidad refiere a las características del negocio en donde se desempeña el trabajador. En Ecuador, México y Perú un trabajador no asalariado es considerado informal si la firma en donde se encuentra empleado no posee registros con­tables ni se encuentra registrado formalmente ante la ley. En Ecuador, además, se requiere que la cantidad de trabajadores sea menor a 100 para ser considerado informal. En Chile esta identificación no fue posible debido a la falta de información al respecto.

 

Metodología de construcción del índice de contenido rutinario de las tareas

A partir de la fuente de información señalada se construyeron indicadores comparables con los que surgen de otra fuente de información ampliamente utilizada a nivel mundial, o*net.[5] Autor, Levy y Murnane (2003), y previamente Acemoglu (1999), entre otros, se basaron en esta fuente para clasificar las tareas según su naturaleza cognitiva o manual, rutinaria o no rutinaria. Posteriormente, otros autores (Hardy et al., 2018; De la Rica et al., 2020) usaron una clasificación similar con la información disponible en piaac y en step.[6] Luego, han va­lidado sus resultados con aquellos que surgen de usar o*net.

Siguiendo esta literatura, pero a partir de la información disponible en piaac para los países de la región, en este artículo se consideraron las siguientes cuatro grandes categorías de tareas, tal como se las detalla en el Cuadro 1.

 

 

Cuadro 1: Dimensiones y tareas[7]

 

Dimensión

Tareas

Frecuencia

No rutinaria – Cognitiva analítica (nranalitica)

Usar planilla de cálculo

Usar procesador de textos

Escribir cartas, emails o memos

Preparar cuadros y gráficos

Usar álgebra simple

Usar álgebra compleja

Todos los días

Todos los días

Todos los días

Al menos una vez por semana

Al menos una vez por semana

Al menos una vez por semana

No rutinaria – Cognitiva personal (nrpersonal)

Realizar negociaciones

Planificar actividades de otros

Enseñar o capacitar

Realizar presentaciones

Al menos una vez por semana

Al menos una vez por semana

Al menos una vez por semana

Al menos una vez por semana

Rutinaria cognitiva (rcog)

Leer o emitir facturas

Calcular costos

Realizar ventas

Al menos una vez por semana

Al menos una vez por semana

Al menos una vez por semana

Manual

Trabajo físico

Todos los días

 

Fuente: Elaboración propia sobre la base de piaac (https://www.oecd.org/skills/piaac/data/).

 

A partir de allí, el índice de contenido relativo de tareas rutinarias se construyó a nivel de ocupación agregando respuestas individuales sobre la frecuencia con la que realizan cada una de ellas. Para cada categoría se utilizó por país la suma de los promedios de cada indica­dor de tarea a nivel de ocupación, normalizados de manera que tengan media igual a 0 y desvío estándar igual a 1.

Finalmente, se calculó el índice de rutinariedad de las tareas (irt) siguiendo la litera­tura previa (Autor y Dorn, 2013; Goos et al., 2014; Lewandowski et al., 2019) de manera que el indicador será menor mientras mayor sea el peso de tareas no rutinarias en relación a las rutinarias o manuales y mayor mientras más peso tengan las tareas rutinarias o manuales frente a las no rutinarias. En particular, el irt por ocupación se calculó de la siguiente manera:

 

 

Donde

manual = tareas manuales

rcogr = tareas rutinarias cognitivas

nranalitica = tareas cognitivas-analíticas no rutinarias

nrpersonal = tareas no rutinarias no manuales que requieren interacción personal

 

 

 

El tipo de tareas realizadas en América Latina

 

Teniendo en cuenta lo mencionado en la segunda sección, y más allá de las particularidades que presenta la región, es esperable que con mayor o menor intensidad ciertas tareas sigan siendo demandadas con creciente intensidad. Son aquellas que requieren la utilización de tecnologías de información y comunicación (tics), habilidades comunicacionales y de direc­ción, capacidad de organizar las propias tareas, conocimientos científicos o matemáticos, creatividad, pensamiento crítico, trabajo en equipo y toma de decisiones relativamente com­plejas, como así también aquellas que demandan interacción personal, tanto para coordinar tareas como para el cuidado de personas.

Quienes realizan mayormente estas tareas podrían verse beneficiados por la comple­mentariedad con la tecnología lo que puede, incluso, derivar en mejoras en materia de pro­ductividad. Por el contrario, las tareas que potencialmente podrían ser automatizadas son las que involucran actividades manuales rutinarias y ciertas actividades con mayor contenido cognitivo, pero también con cierto grado de rutinariedad.

De modo de conocer qué tipo de tareas realizan mayormente los trabajadores en la región se diferenciaron seis grupos a partir de la información proporcionada por piaac. Las tareas fueron agrupadas para dar cuenta de diferentes dimensiones que sirven para evaluar las posibilidades de adaptación a la utilización de nuevas tecnologías Se trata, sin embargo, de indicadores indirectos que no resultan totalmente concluyentes acerca del posible riesgo de automatización o de la complementariedad tecnológica.[8]

El primer grupo hace referencia a tareas relacionadas con el uso de tics. La utiliza­ción de estas tecnologías permite inferir que los trabajadores que tienen las calificaciones necesarias para su utilización tendrán mayores probabilidades de interactuar con la tecnología que se vaya incorporando a futuro. A su vez, quienes escriben o leen correos en su trabajo probablemente se desempeñan en ocupaciones que requieren cierta comprensión y genera­ción de contenidos que no los hagan fácilmente reemplazables por la tecnología.

El segundo grupo incluye tareas relacionadas con la dirección del trabajo de otras personas y la comunicación interpersonal. En este caso puede esperarse que estos trabajado­res tengan menores probabilidades de ser reemplazados por la tecnología debido a la natura­leza cambiante de estas tareas.

El tercer grupo considera respuestas que dan cuenta de la posibilidad de flexibilizar la forma en que se llevan a cabo las tareas. Sin embargo, cabe aclarar que parte de esta flexi­bilidad puede estar asociada a la categoría ocupacional del trabajador, dado que por definición un trabajador no asalariado tiene mayor control sobre el proceso productivo y mayor capa­cidad de tomar decisiones acerca de cómo realizar ciertas tareas que un asalariado, más allá de lo automatizables que sean los proceso en sí mismos.

Un cuarto grupo reúne algunos indicadores de conocimientos específicos y capacidad de resolución de problemas, que se asocian con la posibilidad de interactuar con nuevas tec­nologías y complementarlas en la realización de tareas.

Un quinto grupo, por el contrario, reúne una serie de actividades que, aun siendo cognitivas, se presumen codificables y, por lo tanto, automatizables (tareas vinculadas al cálculo, la comercialización, etc.).

Finalmente, un sexto grupo identifica la realización de tareas manuales. Para este úl­timo caso se presentan los datos en forma separada para aquellos trabajadores que se desem­peñan en ocupaciones relacionadas con los cuidados (consideradas de menor grado de auto­matización) del resto de las actividades manuales o físicas.[9]

 

Cuadro 2: Distribución porcentual de diferente tipo de tareas en el total del empleo

 

 

 

Chile

Ecuador

México

Perú

Promedio 4 países

Promedio ocde

TICs

usar planilla de cálculo

18,2

14,9

12,9

10,1

14,0

22,2

usar procesador de textos

19,3

17,8

13,8

12,7

15,9

27,9

leer cartas, e-mails o me­mos

35,0

26,5

29,0

18,6

27,2

52,3

escribir cartas, e-mails o memos

30,3

18,0

28,2

15,2

22,9

44,3

nivel de computación re­querido medio/alto

2,9

3,7

2,8

2,1

2,9

5,1

Promedio

21,1

16,2

17,3

11,7

16,6

30,4

Dirección y co­municaciones

realizar negociaciones

38,8

38,4

40,0

41,6

39,7

40,0

planificar actividades de

otros

27,6

26,9

23,2

18,5

24,0

32,4

enseñar o capacitar

42,9

34,8

29,9

31,5

34,8

33,1

realizar presentaciones

17,1

19,3

15,1

16,0

16,9

13,8

Promedio

31,6

29,8

27,0

26,9

28,9

29,8

Organiza su trabajo

cambiar el orden de las ta­reas

38,0

42,4

42,1

20,1

35,7

48,6

cambiar la forma en que realiza las tareas

42,0

49,6

52,9

25,5

42,5

49,8

cambiar la velocidad con que trabaja

47,4

53,3

55,8

34,5

47,8

49,5

Promedio

42,5

48,4

50,2

26,7

42,0

49,3

Conocimien-tos especializados y resolución de problemas

preparar cuadros y gráficos

14,4

16,3

16,3

12,4

14,8

18,3

usar álgebra simple

21,0

11,4

20,3

16,1

17,2

28,1

usar álgebra compleja

5,1

7,3

6,4

4,4

5,8

5,4

resolver problemas com­plejos

53,3

42,8

44,1

41,5

45,4

57,4

Promedio

23,5

19,5

21,8

18,6

20,8

27,3

Comercializa­ción y conta­bilidad

leer o emitir facturas

29,2

25,9

25,0

20,3

25,1

31,3

calcular costos

43,3

47,0

49,5

44,9

46,2

35,0

usar calculadora

50,6

42,0

45,3

37,3

43,8

56,2

realizar ventas

34,6

43,2

43,4

46,8

42,0

28,7

Promedio

39,4

39,5

40,8

37,3

39,3

37,8

Manual

ocupaciones de cuidados

38,3

40,9

42,7

39,5

40,4

44,4

otras ocupaciones

41,7

47,0

50,1

48,8

46,9

39,7

Promedio

41,0

45,1

48,4

46,3

45,2

40,7

 

Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos de piaac (https://www.oecd.org/skills/piaac/data/).

 

El Cuadro 2 presenta los porcentajes de trabajadores que realizan las actividades allí listadas al menos una vez por semana, con excepción de las tareas manuales y de uso tics para las cuales se computó la proporción de ocupados que realizan estas tareas todos los días. Los resultados se presentan para cada uno de los cuatro países aquí considerados Chile, Ecuador, México y Perú y para el promedio de ellos. Asimismo, a modo de comparación, se incluyen los resultados promedio para un conjunto de países de la ocde, excluyendo Chile y México.[10]

Dentro del conjunto de tareas que utilizan tics, se observa en los cuatro países de la región que entre el 10% y el 19% de los trabajadores utiliza planillas de cálculo o procesadores de texto en su trabajo. Aparece con mayor frecuencia la utilización (lectura y escritura) de correos electrónicos (entre el 15% y el 35%). El uso de tics es más frecuente en Chile y menor en Perú, pero en todos los casos es más bajo que en los países más desarrollados. En particular, el promedio de la ocde es poco menos que el doble del promedio de los cuatro países latinoamericanos. A su vez, es en este grupo de tareas donde las diferencias promedio entre ambos grupos de países parecen ser más importantes.

Estos resultados son consistentes con los señalados por cepal (2021) respecto de las habilidades digitales en la región. En 2019, menos del 40% de la población poseía conoci­mientos básicos de informática, como copiar un archivo o enviar un correo electrónico con un archivo. Para actividades intermedias como el uso de fórmula aritmética básica en una hoja de cálculo, la creación de presentaciones electrónicas con software de presentación, y la transferencia de archivos entre computadores y/o dispositivos, estas proporciones eran in­feriores al 30%. Menos del 25% contaba con habilidades informáticas más avanzadas, tales como conectar e instalar nuevos dispositivos y encontrar, descargar e instalar software. Fi­nalmente, menos del 7% de las personas informaba haber escrito un programa informático utilizando un lenguaje de programación

En promedio, alrededor de un tercio de los trabajadores realiza actividades relacio­nadas con tareas de dirección y comunicación. Dentro de este grupo, la planificación de ta­reas de otras personas aparece con menor frecuencia aún, entre el 20% y el 28%. Cuando se considera el promedio de los cuatro países de la región, el uso de este tipo de tareas resulta 8 puntos porcentuales más bajo que en el promedio de los países de la ocde.

En cuanto a la organización del trabajo, que se refiere a la posibilidad que tienen los trabajadores para tomar decisiones acerca del orden, la forma, la velocidad con la que realizan cada tarea, también emergen diferencias significativas entre países. Recordemos que lo que se intenta captar aquí es el grado de flexibilidad de las tareas que, se espera, se correlacionen negativamente con la probabilidad de codificación y, por ende, de automatización. En Perú, por ejemplo, los porcentajes de trabajadores que pueden tomar ese tipo de decisiones se encuentra entre el 20% (cambiar el orden de las tareas) y el 34% (cambiar la velocidad con la que trabaja). Si bien en los demás países los porcentajes resultan más altos, es importante destacar como fue mencionado que este tipo de actividades son propias no sólo de traba­jadores asalariados que se encuentran en posiciones de toma de decisiones, sino también del trabajo por cuenta propia. Es por ello que la elevada incidencia de este tipo de ocupaciones en los mercados de trabajo de la región puede estar incrementando este porcentaje que, de todas maneras, es inferior al observado en los países de la ocde aquí considerados.

Para dar cuenta de este fenómeno se realizaron los cálculos separando trabajadores según el tipo de inserción laboral (asalariada y no asalariada) y –en efecto– el peso de este tipo de tareas es menor entre los trabajadores asalariados en todos los países. Para este sub­grupo se mantiene la diferencia entre América Latina y la ocde, donde la proporción de trabajadores que organizan su trabajo es mayor también para aquellos que se desempeñan en relación de dependencia.

Los indicadores referidos a los conocimientos para la resolución de problemas refle­jan un uso muy inferior (alrededor del 21%) al observado en el grupo anterior de tareas y también más bajo que el registrado en los países de la ocde (salvo en el caso de álgebra compleja). El uso de álgebra simple alcanza como máximo el 20% en Chile y México, mien­tras que en Perú y Ecuador es el 16% y 11%, respectivamente. Cabe aclarar que, si bien parte del uso de estas herramientas es reemplazable por la incorporación de tecnología (por ejem­plo, herramientas de procesamiento de datos), los trabajadores que realizan ese tipo de tareas probablemente sean capaces de interactuar con la tecnología y complementarse en caso de su incorporación. En promedio, la incidencia de estas tareas es alrededor de 11 puntos por­centuales más baja que en la ocde. A su vez, si bien la resolución de problemas complejos es de uso más difundido en la región, la brecha con los países de la ocde es, en promedio, de 12 puntos porcentuales.

Las tareas asociadas a actividades comerciales y contables (potencialmente automati­zables) están en torno al 40% en los países de la región. Este valor es más elevado que en los países de la ocde. La brecha es significativamente más elevada en tareas que involucran el cálculo de costos o la realización de ventas. Sin embargo, como se verá más abajo, aquí tam­bién se observan algunas diferencias significativas entre trabajadores asalariados e indepen­dientes, con un mayor peso de este tipo de tareas en el segundo grupo.

Finalmente, la incidencia de tareas manuales es algo superior en el promedio de los países de la región (45%) que en el promedio de los países de la ocde (41%). México y Perú, a su vez, registran los valores máximos en este tipo de actividades. Sin embargo, resulta in­teresante diferenciar aquellas actividades relacionadas con los servicios de cuidados remune­rados del resto de las tareas manuales. El primer subconjunto de tareas representa en los países de la región alrededor del 40%, mientras que en los países de la ocde alcanza al 44%. En cambio, las tareas manuales en otras ocupaciones representan porcentajes mayores (entre el 42% y el 50%). En promedio, en los países de mayores ingresos alrededor del 40% de los ocupados realizan tareas manuales fuera de las actividades de servicios. Como se mencionó, se considera relevante hacer esta diferenciación dado que entre las tareas manuales asociadas con el cuidado se encuentran las que realizan profesionales de la salud y la educación de alta calificación, pero también trabajadores de calificación media y baja como auxiliares de servi­cios de salud y personas que brindan cuidados para el mercado. Aun cuando en este segundo caso no se requiera de elevado nivel educativo se espera que estas tareas no sean fácilmente reemplazables por “robots” dado que involucran cierto grado de flexibilidad, pero también la interacción humana con las personas que reciben cuidados o son tratadas. La perspectiva de género resulta altamente relevante por cuanto, en general, las tareas de cuidado (aún aque­llas realizadas en el marco de actividades para el mercado) son realizadas con mayor intensi­dad por mujeres. En este sentido, resulta interesante notar que en los países de la región la incidencia de las tareas vinculadas a servicios de cuidado resulta inferior al resto de las tareas manuales mientras que lo contrario sucede en los países de la ocde.

Por lo tanto, se observan diferencias significativas entre los países de la región y entre ellos y los de la ocde. Estos últimos registran un uso más intensivo fundamentalmente de tareas que requieren de tics, de aquellas asociadas con la flexibilidad para organizar el trabajo y de taras que requieren conocimientos especializados o que implican resolución de proble­mas.

 

Heterogeneidad en la composición de las tareas entre grupos de trabajadores

 

Adicionalmente a la evaluación de la composición de las tareas en el total del empleo, y su complementariedad o sustitución con la digitalización, una preocupación creciente refiere a los impactos disímiles que las nuevas tecnologías tienen en diferentes grupos de ocupados. Ello se vuelve más relevante aún en una región como la de América Latina y el Caribe con brechas laborales y niveles de desigualdad en los mercados de trabajo muy elevados.

Es por ello que a continuación se analiza la composición de las tareas en las ocupa­ciones realizadas por las mujeres vis a vis los hombres, y por los adultos vis a vis los jóvenes.

 

Según género

Como ha sido ampliamente documentado, las mujeres experimentan mayores dificultades laborales, tanto a nivel mundial como regional. Asimismo, es de esperar que el impacto que tenga la automatización no sea homogéneo entre hombres y mujeres. Las diferencias, entre otros factores, pueden estar asociadas al distinto tipo de ocupaciones en las que se desempe­ñan unos y otras, a las diferencias en las tareas que realizan en cada ocupación y a divergencias en el tipo de inserción laboral que cada uno de ellos tenga.

Los datos del Cuadro 3 muestran un panorama heterogéneo entre países y dimensio­nes. En relación al uso promedio de tics la brecha a favor de los hombres se observa clara­mente en el caso de Chile, mientras que en Perú no parece haber diferencias significativas entre ambos sexos. En Ecuador y México se observa un mayor uso de estas tecnologías entre las mujeres. Sin embargo, cuando se analiza en detalle al interior de este grupo, se verifica que las tareas que realizan los hombres requieren con mayor intensidad que las mujeres el uso de nivel medio o alto de computación.

Adicionalmente, los hombres superan en proporción a las mujeres en las tareas de dirección y comunicación. La brecha es máxima en el caso de Chile. Al interior de este grupo de actividades, a su vez, las diferencias más significativas se asocian con la planificación de las tareas de otros o con capacitar a terceros. En cuanto a las tareas asociadas al uso de conocimientos especializados, tiene mayor incidencia en el empleo masculino que en el fe­menino. Ello se verifica en todos los componentes de este conjunto, siendo la brecha más elevada en la resolución de problemas complejos y en el uso de competencias matemáticas. Por el contrario, las mujeres tienen mayor presencia en las tareas de comercialización y, es­pecialmente, de ventas y/o que requieren de calculadoras o de otros instrumentos de cálcu­los. Como fue mencionado previamente, se espera que estas tareas no manuales sean más sustitutas que complementarias con la tecnología. Finalmente, sólo en las actividades donde el trabajador tiene capacidad de organizar el proceso de trabajo las mujeres tienen mayor preponderancia que los hombres. A su vez, éstos tienen mayor incidencia en los trabajos manuales.

 

Cuadro 3: Distribución porcentual de diferente tipo de tareas según género

 

 

 

Chile

Ecuador

México

Perú

 

 

Varones

Mujeres

Varones

Mujeres

Varones

Mujeres

Varones

Mujeres

TICs

usar planilla de cálculo

20,5

15,4

13,7

16,8

12,2

14,1

10,3

9,9

usar procesador de textos

18,3

20,5

15,2

21,6

12,3

16,2

12,1

13,5

leer cartas, e-mails o memos

37,1

32,3

25,2

28,3

27,5

31,2

18,9

18,2

escribir cartas, e-mails o memos

31,7

28,5

16,8

19,7

26,2

31,2

15,2

15,3

 

nivel de computación requerido medio/alto

3,8

1,8

3,7

3,9

3,3

2,0

2,8

1,1

 

Promedio

22,3

19,7

14,9

18,0

16,3

18,9

11,9

11,6

Dire

cción y comuni-

caciones

realizar negociaciones

38,5

39,2

37,5

39,7

40,1

39,9

39,0

45,0

planificar actividades de otros

29,5

25,1

27,9

25,4

24,2

21,6

19,7

17,0

enseñar o capacitar

49,4

34,6

35,7

33,5

32,2

26,4

33,5

28,9

realizar presentaciones

18,8

15,0

18,6

20,4

15,4

14,6

17,1

14,7

Promedio

34,1

28,5

29,9

29,7

28,0

25,6

27,3

26,4

Organiza su trabajo

cambiar el orden de las tareas

35,3

41,5

41,0

44,5

41,2

43,5

19,0

21,6

cambiar la forma en que realiza las tareas

39,7

44,9

48,3

51,6

50,8

56,0

24,3

27,2

cambiar la velocidad con que trabaja

44,7

51,0

54,0

52,4

53,0

60,1

34,1

35,1

cambiar la cantidad de horas trabajadas

21,6

29,9

34,7

37,1

32,2

33,6

21,5

21,5

Promedio

35,3

41,8

44,5

46,4

44,3

48,3

24,7

26,3

Conoci­mientos especiali­zados y re­solución de proble­mas

preparar cuadros y gráficos

16,6

11,5

16,0

16,8

16,6

15,8

12,5

12,2

usar álgebra simple

24,4

16,7

11,2

11,7

20,6

19,9

17,4

14,4

usar álgebra compleja

7,1

2,7

8,5

5,6

6,3

6,5

4,9

3,6

resolver problemas complejos

57,2

48,4

43,9

41,2

46,6

40,3

44,9

37,0

Promedio

26,3

19,8

19,9

18,8

22,5

20,6

19,9

16,8

Comer­ciali-zación y conta­bilidad

leer o emitir facturas

29,9

28,3

24,7

27,6

25,6

24,1

19,5

21,4

calcula costos

42,5

44,5

46,3

47,9

47,9

52,1

42,0

48,8

usar calculadora

48,4

53,3

38,7

46,8

42,2

50,2

37,3

37,3

realizar ventas

30,4

39,9

40,3

47,5

39,7

49,0

42,4

52,8

Promedio

37,8

41,5

37,5

42,5

38,8

43,8

35,3

40,1

Manual

ocupaciones de cuidados

35,3

39,9

46,1

37,7

51,1

37,1

41,4

38,7

otras ocupaciones

46,6

33,7

50,3

39,4

56,5

37,2

53,5

39,2

Promedio

45,3

35,6

49,5

38,6

55,6

37,2

51,7

38,9

 

Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos de piaac (https://www.oecd.org/skills/piaac/data/).

 

Por lo tanto, en conjunto, las mujeres parecen realizar tareas con contenido rutinario en mayor proporción que los hombres. Ello resulta consistente con los hallazgos de estudios previos. Por ejemplo, resultados para los países que integran la ocde muestran que las mu­jeres se desempeñan con mayor intensidad en ocupaciones que enfrentan un mayor riesgo de ser automatizadas, pero también muestran que la situación entre los países es heterogénea (Brussevich et al., 2018). A su vez, las actividades y sectores de actividad en los que se inser­tan mayormente las mujeres (alimentos, servicios y comercio), en conjunto, también pueden determinar una mayor exposición a la automatización (Grundke et al., 2017). Sin embargo, Brussevich et al. (2018) encuentran que las mujeres realizan tareas con mayor riesgo de au­tomatización en todas las ocupaciones y ramas de actividad. A su vez, identifican que el riesgo es mayor entre las mujeres con bajo nivel educativo, mayores de 40 años y o en ocupaciones de baja calificación. En la sección siguiente se ahonda en este aspecto.

 

Según edad

Dada la preocupación acerca del futuro del trabajo en el marco de la transición digital, también resulta relevante considerar las diferencias entre trabajadores según grupo de edad. Para ello se muestran los porcentajes de trabajadores que realizan las diferentes tareas para los cuatro países analizados tomados en conjunto, pero diferenciando entre trabajadores hasta 25 años y trabajadores de 26 años y más.[11] Debido al tamaño de la muestra disponible, se optó por analizar esta dimensión considerando los cuatro países latinoamericanos en con­junto.

Como se muestra en el Cuadro 4 los trabajadores más jóvenes utilizan menos tics en sus trabajos y realizan comparativamente menos tareas asociadas a la dirección y comuni­cación, aunque las diferencias no son muy significativas respecto de los adultos. Las brechas, en cambio, aumentan en relación a la autonomía en la realización de sus tareas: los trabaja­dores de hasta 25 años tienen menos posibilidades de tomar decisiones sobre cómo llevar a cabo su trabajo en comparación con los trabajadores de más edad. Ello podría estar asociado, al menos en parte, a una mayor incidencia del trabajo por cuenta propia con mayor auto­nomía para tomar algunas decisiones sobre el proceso productivo en relación a los asalaria­dos que es más elevado entre los adultos que entre los jóvenes.

También los jóvenes exhiben un menor peso de las tareas vinculadas a la resolución de problemas complejos, si bien ello parece compensarse con un mayor uso de álgebra. Fi­nalmente, la intensidad de tareas asociadas a la comercialización y la contabilidad es más elevada entre los jóvenes mientras que lo contrario sucede con los servicios de cuidado. El único tipo de tareas con mayor probabilidad de sustitución por la tecnología que parece tener menor incidencia entre los jóvenes es el de las tareas manuales no vinculadas a cuidados.

Por lo tanto, en términos agregados, y si bien en algún tipo de tareas las diferencias entre ambos grupos no resultan ser muy elevadas, los jóvenes en la región parecen estar en una posición desventajosa respecto de los adultos en lo que refiere a la potencialidad de automatización de las tareas que ellos realizan con mayor frecuencia.

 

Cuadro 4: Distribución porcentual de diferente tipo de tareas según tramo de edad

 

 

 

 

Edad

 

 

Total

16-25 años

26-65 años

tics

usar planilla de cálculo

13,1

12,2

13,4

usar procesador de textos

14,5

12,4

15,1

leer cartas, e-mails o memos

27,5

24,9

28,1

escribir cartas, e-mails o memos

25,1

22,1

26,0

nivel de computación requerido medio/alto

2,8

2,7

2,8

Promedio

16,6

14,8

17,1

Dirección y co­municaciones

realizar negociaciones

40,1

37,3

40,8

planificar actividades de otros

23,1

20,5

23,8

enseñar o capacitar

32,0

31,8

32,1

realizar presentaciones

15,8

14,0

16,3

Promedio

25,5

23,7

26,0

Organiza su tra­bajo

cambiar el orden de las tareas

37,5

31,9

39,0

cambiar la forma en que realiza las tareas

46,3

40,2

47,9

cambiar la velocidad con que trabaja

50,7

48,3

51,3

cambiar la cantidad de horas tra­bajadas

30,1

24,6

31,5

Promedio

38,0

33,7

39,1

Conocimientos especializados y resolución de problemas

preparar cuadros y gráficos

15,3

14,5

15,6

usar álgebra simple

18,9

19,5

18,7

usar álgebra compleja

5,9

7,0

5,7

resolver problemas complejos

44,5

43,5

44,8

Promedio

24,5

23,6

24,8

Comercialización y contabilidad

leer o emitir facturas

24,6

28,8

23,5

calcula costos

47,8

49,7

47,3

usar calculadora

44,1

45,4

43,7

realizar ventas

43,1

46,8

42,0

Promedio

36,8

38,9

36,3

Manual

ocupaciones de cuidados

41,5

37,7

42,5

otras ocupaciones

48,7

44,4

49,9

Promedio

46,9

42,7

48,1

 

Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos de piaac (https://www.oecd.org/skills/piaac/data/).

 

Como se señala en oit (2020), si bien podría pensarse que la brecha digital genera­cional pone a los jóvenes en una situación ventajosa en lo que respecta a su capacidad de adaptación a las demandas de competencias digitales por parte de un mercado de trabajo que incorpora cada vez más el uso intensivo de tecnologías de la información y comunicación, los resultados en materia de empleo no necesariamente confirman esta situación en la región. Es por ello que en la medida en que las competencias digitales sean cada vez más demandadas por el mercado laboral, la formación profesional se torna fundamental para reducir la brecha digital y de habilidades entre los jóvenes, así como para garantizar su empleabilidad y acceso a trabajos decentes.

 

Rutinariedad de las tareas y ocupaciones en América Latina

 

Análisis global

Luego de haber identificado las tareas realizadas en los cuatro países bajo estudio, en esta sección se presenta el indicador resumen del contenido rutinario de tareas en cada uno de ellos construido como fue detallado en la tercera sección. Para ello, el Gráfico 1 presenta para cada ocupación (isco, 2 dígitos) y para cada uno de los países el ordenamiento de éstas en forma creciente según el índice de rutinariedad. A mayor valor del índice, mayor contenido de tareas rutinarias vis a vis no rutinarias.

En primer lugar, se observa una variabilidad muy importante en el valor de este indi­cador a través de las ocupaciones en los cuatro países considerados (el Cuadro A.1 del Anexo presenta la lista de los valores de este índice). En Chile el rango va desde -1.2 a 3; en Ecuador desde -3.3 a 2.5: en México desde -0.9 a 3.1 y en Perú desde -1.8 a 3.3. Sin embargo, en todos los casos, los resultados parecen ser los esperados. Las ocupaciones de dirección y gerencia­les, los profesionales científicos y los trabajadores de la educación son aquellos que presentan menor índice de rutinariedad. O sea, son ocupaciones cognitivas calificadas que, en prome­dio, requieren tareas con mayor grado de flexibilidad. En el medio del rango de este indicador distribución se encuentran las ocupaciones administrativas y los operarios industriales. Final­mente, entre las ocupaciones con un alto contenido de rutinariedad se encuentran las activi­dades de comercio, actividades agropecuarias de baja calificación, construcción y las ocupa­ciones de las industrias extractivas. La mayor parte de estos trabajos son manuales y requieren bajo capital humano.

 

Gráfico 1: Índice de rutinariedad promedio de las ocupaciones por país

 

Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos de piaac (https://www.oecd.org/skills/piaac/data/).

 

Sin embargo, más allá de este panorama general, se observan divergencias en el or­denamiento entre países, lo cual refleja las diferencias en el tipo de tareas que componen las ocupaciones y, por lo tanto, resalta la importancia de contar con información específica para cada país bajo análisis.

 

Índice de rutinariedad e ingresos laborales

Asimismo, como se mencionó, entre las preocupaciones que surgen en el marco de la tran­sición digital está el efecto diferencial que este proceso pueda tener entre trabajadores con características disímiles y ubicados en diferentes partes de la distribución salarial. Para anali­zar este aspecto, el Gráfico 2 presenta la correlación entre el indicador de rutinariedad, y cada uno de sus componentes, con el ingreso laboral promedio de cada ocupación.

En los tres países para los cuales se cuenta con información de ingresos (Chile, Ecua­dor y México)[12] se observa una clara correlación negativa entre la realización de tareas rutina­rias y los ingresos promedio de cada ocupación. O sea, aquellas ocupaciones con mayor con­tenido de tareas rutinarias son las que perciben, en promedio, los menores ingresos laborales; por el contrario, las ocupaciones ubicadas en la parte alta de la distribución de ingresos son las que tienen un mayor contenido de tareas flexibles, con mayor probabilidad de ser com­plementarias con la tecnología.

 

Gráfico 2: Índice de rutinariedad de las ocupaciones ordenadas según ingresos laborales promedio

 

 

 

Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos de piaac (https://www.oecd.org/skills/piaac/data/).

 

Cuando se analiza en mayor detalle cada uno de los grandes agrupamientos de tareas que constituyen este indicador se comprueba en todos los países que la importancia de las tareas no rutinarias tanto analíticas como cognitivas interpersonales crece (si bien no siem­pre de manera completamente lineal) a medida que aumenta el ingreso promedio de las ocu­paciones. Similar comportamiento se observa entre las ocupaciones con mayor contenido de tareas cognitivas rutinarias (salvo en México)[13].

Por el contrario, las actividades manuales mayormente de carácter rutinario exhi­ben un comportamiento inverso con el nivel de ingresos promedio de la ocupación. Dentro de este tipo de actividades, algo menos de un cuarto de las personas se desempeña en ocu­paciones relacionadas con el cuidado. O sea, la mayor parte se desempeña en otro tipo de actividades manuales rutinarias que tienen mayor presencia en los niveles más bajos de in­gresos.

 

Índice de rutinariedad e informalidad laboral

Otra dimensión de gran relevancia en los mercados de trabajo de la región es la informalidad laboral. Se observa que a medida que crece el porcentaje de trabajadores informales en una ocupación también lo hace el grado de rutinariedad en las tareas que se llevan a cabo en cada una de ellas En Ecuador y Perú la correlación positiva es más fuerte que en los dos restantes países (Gráfico 3).

 

Gráfico 3: Índice de rutinariedad promedio de las ocupaciones ordenadas según incidencia de la informalidad laboral

 

 

Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos de piaac (https://www.oecd.org/skills/piaac/data/).

Nota: En Chile sólo los asalariados pudieron ser clasificados como formales o informales.

 

Por lo tanto, a la naturaleza más inestable de las posiciones informales se le suma la mayor exposición a la sustitución por la tecnología en las ocupaciones donde la informalidad es más elevada. Las mayores dificultades para acceder a la formación profesional en el puesto de trabajo y acumular capital humano específico se exacerban, a su vez, en este contexto. Adicionalmente, la intensificación de los tránsitos laborales asociados a la naturaleza cada vez más cambiante del trabajo puede implicar para los trabajadores informales una mayor inestabilidad de ingresos y, especialmente, falta de protección social.

 

Índice de rutinariedad y género

Finalmente, retomando lo mencionado previamente respecto de la composición de tareas en el empleo femenino en relación al masculino, resulta interesante evaluar en qué medida ello deriva en diferencias significativas en el indicador de contenido rutinario entre ambos grupos de trabajadores. Para ello, el Cuadro 5 presenta los resultados de estimaciones econométricas a partir de regresiones por mínimos cuadrados donde se mide la correlación de diferentes variables, en particular el género, con el valor del irt. Un signo positivo acompañando la variable “mujer” indica que el empleo femenino se correlaciona positivamente con un mayor contenido rutinario de las tareas.

 

Cuadro 5: Correlación entre el indicador de rutinariedad de las tareas y el género

 

 

Chile

Ecuador

México

Perú

Variables

Regresión 1

Regresión 2

Regresión 1

Regresión 2

Regresión 1

Regresión 2

Regresión 1

Regresión 2

Mujer

0.336***

0.349***

0.131***

0.177***

-0.006655

0.0212

0.0785**

0.150***

 

(0.0463)

(0.0448)

(0.0503)

(0.0488)

(0.0444)

(0.0432)

(0.0368)

(0.0358)

Años de educación

-0.157***

-0.0844***

-0.111***

-0.0647***

-0.134***

-0.0883***

-0.113***

-0.0758***

 

(0.00685)

(0.00816)

(0.00711)

(0.00766)

(0.00567)

(0.00633)

(0.00414)

(0.00446)

 

 

Nota: Errores estándar entra paréntesis. *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Regresión 1: controles de edad y rama de actividad. Regresión 2: controles por edad, rama de actividad y ocupación.

Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos de piaac (https://www.oecd.org/skills/piaac/data/).

 

Como allí se observa, en todos los casos (excepto en México) las tareas realizadas por las mujeres tienen un mayor contenido de rutinariedad que las llevadas a cabo por los hom­bres. Un aspecto que resulta de particular relevancia es evaluar si este resultado se asocia a las ocupaciones en las cuales cada uno de ellos se desarrolla o si, adicional o alternativamente, se explica por una diferente composición de actividades al interior de cada ocupación.

Para poder identificar cuál de estas situaciones prevalece en estos países, para cada uno de ellos se reportan en el Cuadro 5 los resultados de dos especificaciones diferentes: la primera sin incorporar la ocupación; la segunda controlando por esta variable. En Chile, Ecuador y Perú se observa que en el segundo caso la correlación entre ser mujer y desarrollar tareas con mayor contenido rutinario se hace aún más fuerte en el segundo caso. Ello indica que la mayor rutinariedad en el empleo femenino no solo se asocia a una diferente composi­ción de las ocupaciones, sino que al interior de ellas las mujeres realizan una mayor cantidad de actividades que pueden ser más fácilmente codificables.

Allí también se encuentra una correlación significativa y negativa entre el contenido rutinario y el nivel educativo de los trabajadores: como era esperable, a mayor nivel de cali­ficación, menor contenido de tareas con más chances de ser codificadas y, por lo tanto, de ser reemplazadas por la tecnología.

 

Reflexiones finales

 

En las últimas décadas la adopción de nuevas tecnologías se aceleró con impactos muy im­portantes en los mercados de trabajo, en los ingresos laborales y en su distribución. El ritmo y la forma que adopta la aceleración tecnológica y los impactos en el volumen de empleo y sus características, a su vez, están influenciados por un conjunto importante de factores es­pecíficos de cada país.

Este estudio tuvo por objetivo evaluar en detalle la composición del empleo en cuatro países de la región Chile, Ecuador, México y Perú en términos de las ocupaciones y del tipo de tareas realizadas. En particular, se analizó la incidencia de actividades rutinarias y flexibles, manuales y cognitivas. Adicionalmente, se evaluó la correlación entre los trabaja­dores que llevan a cabo distinto set de tareas y su posición en la escala salarial. Dimensiones como la informalidad laboral, el género, la edad y el nivel educativo fueron incluidos para dar cuenta de la heterogeneidad de situaciones que se observan en el mundo laboral en estos países.

Los resultados obtenidos configuran un panorama complejo en la región donde las tendencias en materia de transición digital y de automatización no sólo podrían estar afec­tando, y hacerlo crecientemente en el futuro, a un conjunto importante de trabajadores, sino que los impactos podrían ser más desfavorables para los trabajadores informales, las mujeres, los trabajadores jóvenes y de menores calificaciones y para aquellos ubicados en la parte baja de la distribución. Son estos grupos de trabajadores quienes realizan mayormente tareas ru­tinarias y que, por ende, están más expuestos a ser sustituidos por la tecnología.

Resulta evidente, por lo tanto, el rol significativo de las políticas públicas para poten­ciar los impactos positivos a la vez que reducir los negativos de la transición digital en los mercados de trabajo de la región. Adicionalmente a las políticas macroeconómicas que pro­picien un sendero de crecimiento con estabilidad y que promuevan la inversión en tecnología, las mejoras en infraestructura e inversión que garanticen el acceso universal a los dispositivos tecnológicos requeridos en la transición digital, las políticas educativas y de formación pro­fesional, aquellas que faciliten la transición digital en las empresas más pequeñas, las institu­ciones laborales, y las políticas universales de protección social, adquieren particular relevan­cia en este sendero.

 

Referencias

 

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Anexo

 

Cuadro A.1: Índice de rutinariedad de las tareas promedio por ocupación (isco-08)

 

Código ISCO-08

Descripción

Chile

Ecuador

México

Perú

11

Directores ejecutivos, personal directivo de la administración pú­blica y miembros del poder ejecutivo y de los cuerpos legislativos

-0,253

0,160

0,346

-0,626

12

Directores administradores y comerciales

-0,375

-0,161

-0,335

-0,502

13

Directores y gerentes de producción y operaciones

-0,391

-0,235

-0,640

-0,561

14

Gerentes de hoteles, restaurantes, comercios y otros servicios

0,331

-0,673

-0,469

0,045

21

Profesionales de las ciencias y de la ingeniería

-0,825

0,074

-0,967

-0,917

22

Profesionales de la salud

0,140

0,019

-0,394

-0,509

23

Profesionales de la enseñanza

-1,186

-0,335

-0,969

-1,012

24

Especialistas en organización de la administración pública y de empresas

-0,647

-0,302

-0,860

-0,588

25

Profesionales de tecnología de la información y las comunicacio­nes

-0,962

-1,069

-0,901

-1,834

26

Profesionales en derecho, en ciencias sociales y culturales

-0,762

-0,545

-0,702

-0,739

31

Profesionales de las ciencias y la ingeniería de nivel medio

-0,865

0,233

-0,089

-0,477

32

Profesionales de nivel medio de la salud

0,131

0,340

-0,116

-0,353

33

Profesionales de nivel medio en operaciones financieras y admi­nistrativas

-0,339

-0,076

0,017

-0,344

34

Profesionales de nivel medio de servicios jurídicos, sociales, cul­turales y afines

0,250

0,410

0,122

-0,343

35

Técnicos de la tecnología de la información y las comunicaciones

-0,223

-0,162

-0,773

-0,629

41

Oficinistas

-0,336

0,371

-0,557

-0,527

42

Empleados en trato directo con el público

-0,066

0,027

0,224

-0,171

43

Empleados contables y encargados del registro de materiales

0,002

0,086

-0,009

-0,399

44

Otro personal de apoyo administrativo

-0,280

0,339

0,756

-0,435

51

Trabajadores de los servicios personales

0,603

1,102

0,753

0,731

52

Vendedores

0,646

0,824

0,744

0,580

53

Trabajadores de los cuidados personales

0,341

2,240

0,362

0,109

54

Personal de los servicios de protección

0,080

0,904

0,280

-0,120

61

Agricultores y trabajadores calificados de explotaciones agrope­cuarias con destino al mercado

1,595

1,677

1,592

1,256

62

Trabajadores forestales calificados, pescadores y cazadores

1,412

1,465

1,030

0,874

63

Trabajadores agropecuarios, pescadores, cazadores y recolecto­res de subsistencia

3,068

1,735

1,914

3,318

71

Oficiales y operarios de la construcción excluyendo electricistas

0,621

1,091

0,952

0,455

72

Oficiales y operarios de la metalurgia, la construcción mecánica y afines

0,205

1,003

0,790

0,564

73

Artesanos y operarios de las artes gráficas

0,439

1,031

0,655

0,614

74

Trabajadores especializados en electricidad y la elecrotecnología

0,333

0,582

0,489

0,706

75

Operarios y oficiales de procesamiento de alimentos, de la con­fección, ebanistas, otros artesanos y afines

1,247

1,539

0,951

0,681

81

Operadores de instalaciones fijas y máquinas

0,715

1,215

0,860

0,459

82

Ensambladores

1,082

-3,260

0,941

-

83

Conductores de vehículos y operadores de equipos pesados mó­viles

1,146

1,647

0,968

0,669

91

Limpiadores y asistentes

2,183

2,544

1,789

1,436

92

Peones agropecuarios, pesqueros y forestales

0,982

1,608

3,148

1,326

93

Peones de la minería, la construcción, la industria manufacturera y el transporte

1,267

2,354

1,149

0,998

94

Ayudantes de preparación de alimentos

0,996

1,720

0,985

0,998

95

Vendedores ambulantes de servicios y afines

1,386

1,288

0,855

0,759

96

Recolectores de desechos y otras ocupaciones elementales

1,382

1,458

1,673

0,896

 

Fuente: Elaboración



[i] Organización Internacional del Trabajo. orcid 0000-0002-5114-6531. roxanadmaurizio@gmail.com

[ii] Universidad Nacional de General Sarmiento. orcid 0000-0003-3616-5619. analaurafer@gmail.com

[iii] Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Económicas. Buenos Aires, Argentina. conicet-Universidad de Buenos Aires. Instituto Interdisciplinario de Economía Política. Buenos Aires, Argentina. orcid 0000-0001-8501-8194. msolcatania@gmail.com

[4] Para Chile el relevamiento incluye personas de 15 años y más.

[5] o*net (Occupational Information Network) es la fuente de información más detallada acerca de las características de las ocupaciones, referida a Estados Unidos. Releva información sobre demanda ocupacional y se organiza en una base de datos que se actualiza en forma anual, consolidando información contenida en 400 variables acerca de más de 1000 ocupaciones definidas según el clasificador oficial de aquel país.

[6] step se refiere a la fuente de datos del Banco Mundial “Skills Measurement Program” que también releva datos específicos por país.

[7] En algún tipo de tareas se establece que deben ser realizadas diariamente mientras que en otras es suficiente con que sean realizadas una vez por semana para ser consideradas parte de una categoría. En el primer caso se establece un criterio más exigente ya que son actividades habituales que probablemente sean realizadas por la gran mayoría de los trabajadores, si bien en muchos de esos casos de manera esporádica.

[8] Grundke et al. (2017) y Bustelo et al. (2019), entre otros, utilizaron clasificaciones de tareas similares a las aquí usadas.

[9] En la fuente de información utilizada no se detalla el tipo de tarea manual o física que realizan los trabajadores, de manera que esta información debe analizarse en conjunto con la ocupación en la que se inserta la persona y en relación a otras características de las tareas que realiza.

[10] Entre los países de la ocde se incluyeron: Alemania, Bélgica, Corea, Dinamarca, España, Estados Unidos, Federación Rusa, Francia, Irlanda, Italia, Japón, Noruega, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, República Checa, República Eslovaca, Suecia.

[11] Se consideró el umbral usual de 25 años teniendo en cuenta la finalización teórica de la educación terciaria/ universitaria.

[12] La base de PIAAC no provee información referida a los ingresos laborales para el caso de Perú.

[13] De todas maneras, si se excluyen las ocupaciones 62 y 95, que representan un muy bajo porcentaje del empleo en México, se obtienen patrones similares al de los otros dos países.