Consideraciones: del porvenir de nuestras instituciones educativas a Schopenhauer como educador
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Latitud Sur N° 15, Año 2020. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas, Centro de
Investigación en Estudios Latinoamericanos para el Desarrollo y la Integración (CEINLADI). (En línea) ISSN
2683-9326. (Impresa) ISSN 1850-3659
esta, pero, sobre todo, como un hijo que lucha contra el espíritu de la decadencia de su tiempo
y, en este sentido, ya no es un hijo de su tiempo, por el contrario, es un hombre que se libera
de la decadencia:
Si a todo ser humano grande se lo considera, incluso de manera preferente,
precisamente como el hijo genuino de su época y, en todo caso, si sufre todos los
defectos de ésta de manera más intensa y más sensible que todos los humanos más
pequeños, entonces la lucha de uno de los grandes de tales características contra su
época no será, en apariencia sino una lucha insensata y destructiva contra sí mismo.
Pero eso es así, justamente, sólo en apariencia; pues de su época él combate aquello
que le impide ser grande lo cual, en su caso solo significa esto: ser libre y ser
plenamente él mismo. De aquí se sigue que su enemistad se dirigirá en el fondo
precisamente contra lo que sin duda está en el mismo, pero no es propiamente él
mismo, es decir, contra la confusión y la coexistencia impuras de aquello que es
reacio a las mezclas y eternamente incompatible con otras coas, contra la falsa
soldadura de lo tempestivo con lo que en él hay de intempestivo; y, al final, el
presunto hijo de la época se revela solamente como hijastro de la misma. Así es como
Schopenhauer se resistió, ya desde su temprana juventud, a esa falsa, vanidosa
indigna madre, su época, y al expulsarla, por así decirlo, fuera de él, purificó y curó
su ser y se encontró de nuevo a sí mismo en la salud y la pureza que eran propiamente
suyas. (Nietzsche, 2016, p. 776).
En esa lucha de los grandes (genios) contra su época, en el tomar distancia con respecto a su
propia decadencia, percibo una primera intuición para el desarrollo posterior del concepto
“pathos de la distancia”. A este respecto en Ecce homo señala Nietzsche: “El pathos de la
afectación no corresponde a la grandeza; quien necesita adoptar actitudes afectadas, es falso”
(Nietzsche, 2011, p. 60).
En este orden de ideas es válido preguntarnos ¿En qué medida los llamados filósofos
contemporáneos toman distancia de los acontecimientos de su época? Sin embargo, ese tomar
distancia no puede ser entendido como mirar a otro lado, sino que más bien significa pensar
los problemas y decadencia de su tiempo de manera independiente −incluso, en contra de sí
mismos y de su época, coloquialmente hablando, pensar en contra de la corriente y, más aún,
contra el fluir de la decadencia.
A manera de conclusión, sostengo que en algunos casos el proceder de la filosofia hoy
responde a estándares comerciales y económicos, los cuales no son propios del quehacer
filosófico, por lo menos no como este se concibe originalmente. Siguiendo a Nietzsche en su
argumentación; primero porque en la modernidad y, más aún en la edad contemporánea se
ha relegado a los griegos y al pensamiento clásico. Una de las consecuencias de lo anterior
es que en numerosas ocasiones se desconoce que la filosofía constituye un intento por
responder los problemas más acuciantes de la vida misma y se inserta en la dinámica
capitalista. Y, en segundo lugar, porque la filosofia y las llamadas instituciones de cultura que
hoy abundan son siervas de los mezquinos intereses del Estado.
Las afirmaciones aquí hechas no son absolutas, ni definitivas, son parte de un proceso de
investigación que tiene su origen en el análisis y en la reflexión de la filosofia intempestiva
de Nietzsche, a saber: de sus escritos de juventud. Ahora bien, establecer diálogos con otras
épocas y reflexionar a propósito del alcance y de las implicaciones de los postulados