La economía argentina en 2020: entre la crisis del Covid-19 y las restricciones estructurales del desarrollo
periférico
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Latitud Sur N° 15, Año 2020. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas, Centro de
Investigación en Estudios Latinoamericanos para el Desarrollo y la Integración (CEINLADI). (En línea) ISSN
2683-9326. (Impresa) ISSN 1850-3659.
importante desaceleración o caída de innumerables sectores de la actividad económica -e
incluso, la necesidad de reconversión de varios otros para los años venideros.
En el caso particular de Argentina, este período no sólo figurará entre las crisis más profundas
de su historia contemporánea, sino que echa un manto de duda sobre el desenvolvimiento de
la economía nacional bajo la administración Fernández. Los más de ocho meses de
restricción que debieron soportar muchos sectores de la actividad económica, han provocado
un severo impacto en una economía que ya venía debilitada desde hace casi una década. En
2020, la economía se sumió en un marasmo con inflación que dejó como consecuencia el
cierre de decenas miles de Pymes, así como el incremento del desempleo formal e informal
y, el agravamiento de los niveles de pobreza e indigencia.
Si damos una mirada a la producción académica de hace medio siglo, podría argumentarse
que Argentina parece seguir inmersa en una trampa del desarrollo periférico -que no ha
podido superar desde hace años; me refiero con ello, a la permanencia de importantes
restricciones estructurales, semejantes a las que atribuía Prebisch a la dinámica del
capitalismo periférico -aquel al que acusó de haber carecido de una visión de largo alcance,
esgrimiendo que “[…no] se ha sabido encontrar el camino. Se ha perdido un tiempo
irrecuperable” (Prebisch, 1980: 815).
Más de cuarenta años transcurrieron desde su famosa publicación y, el país sigue sumido en
una profunda crisis de estanflación y productividad, con importantes restricciones que no
avizoran resolverse con las medidas de corto plazo que -hasta el momento, implementó el
gobierno de Fernández. Simplemente, parece dilatarse la posibilidad de una crisis política y
social, aunque la implosión económica viene arrastrándose desde hace tiempo.
La gravedad que representa el caso argentino es que, esa prolongada crisis se profundizó en
2020 por las disposiciones establecidas para enfrentar la pandemia, en una coyuntura en que
la gente demanda cada vez más de un Estado depauperado, no sólo por la insuficiencia de
recursos para cumplir con sus compromisos domésticos y externos, sino por una histórica
corrupción que -desde hace décadas, ha cooptado y erosionado la capacidad reproductiva de
la economía nacional. Producto de ello, es la falta de credibilidad de la propia ciudadanía en
el valor de resguardo de la moneda nacional, lo que hace difícil recurrir de manera legítima
a la política monetaria (como hacen otros países) para financiar coyunturas recesivas, sin que
ello agrave la cualidad inflacionaria que registra Argentina -hace más de diez años (y la
transforme en espiral inflacionaria, como diría Prebisch).
Cabe recordar, brevemente, algunas importantes limitaciones que Prebisch observaba en el
capitalismo periférico, como sistema predominante en los países de América Latina y
aquellos dependientes de los grandes centros de producción mundial. Aunque sus postulados
podrían en la actualidad reformularse, considerando los cambios que ha experimentado la
economía mundial en el último medio siglo, algunas de sus observaciones tienen todavía
vigencia, especialmente, cuando se analiza la historia económica argentina en las primeras
décadas del siglo veintiuno.
Según Prebisch (1980: 814), la periferia quedaba al margen del proceso industrializador y,
cuando se industrializaba por sí misma, se sustraía de las grandes corrientes del intercambio
de los centros. Claramente, en el proceso de relativo cierre económico que, a grandes rasgos,
intentó sostener la política económica argentina -especialmente, a partir de 2011, se evidencia