Revista Anual del Centro de
Investigaciones en Estudios
Latinoamericanos para el Desarrollo y
la Integración
Ricardo Rojas y Deodoro Roca. Intercambios epistolares
Autor(es): Vera de Flachs, María Cristina y Gaiteri, Esmeralda
Fuente: Latitud Sur 17, Vol. 1, Año 2022. UBA-FCE, CEINLADI. (En línea) ISSN 2683-
9326.
Publicado por: Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas. Centro de
Investigación en Estudios Latinoamericanos para el Desarrollo y la Integración
(CEINLADI). Las opiniones y el contenido vertido en este trabajo son responsabilidad
exclusiva del autor.
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Ricardo Rojas y Deodoro Roca. Intercambios epistolares
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ISSN 2683-9326.
Artículo original de investigación
RICARDO ROJAS Y DEODORO ROCA.INTERCAMBIOS EPISTOLARES
1
María Cristina Vera de Flachs
2
Esmeralda Gaiteri
3
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA (ARGENTINA)
Resumen
El presente artículo tiene como objetivo dar a conocer algunas cartas privadas, hasta hoy
desconocidas, intercambiadas entre Deodoro Roca y Ricardo Rojas, en tanto consideramos
la epístola como una fuente histórica que permite comprender ideas, recuperar matrices
ideológicas de determinados momentos históricos, culturales, políticos, e incluso, aspectos
de la vida cotidiana o privada de una personalidad importante.
El trabajo se divide en tres partes. En la primera, hicimos un breve esbozo biográfico sobre
Rojas; luego, realizamos un recorrido histórico a través de los intercambios epistolares que
poseemos, los que nos permitieron reconstruir y comprobar los principios de una larga
amistad entre ambos, preocupados por su país, la educación y el arte. Finalmente, nos
ocupamos de analizar la decisión de ambos de participar activamente en política, después del
golpe de Estado del 6 de setiembre de 1930, cuando el General José Félix Uriburu derrocó al
gobierno de Hipólito Yrigoyen, aunque los dos tomaron posturas diferentes.
Palabras clave
Deodoro Roca, Ricardo Rojas, cartas privadas, Reforma 1918.
RICARDO ROJAS Y DEODORO ROCA. EPISTOLARY EXCHANGES
Abstract
The objective of this article is to make known some private letters, unknown until now,
exchanged between Deodoro Roca and Ricardo Rojas, while we consider the epistle as a
historical source that allows us to understand ideas, recover ideological matrices of certain
1 Fecha de recepción: 15/02/2022. Fecha de aceptación: 19/05/22.
2
Lic. y Dra. En Historia por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) Investigadora Principal de CONICET.
Prof. de Historia Social Contemporánea en la UNC (jubilada). Autora de libros, compilaciones y más de 300
artículos de su especialidad. Correo: vera@onenet.com.ar
3
Lic. Prof. y Téc. en Comunicación Social. Actualmente cursa el doctorado gracias a una beca SECYT-UNC.
Las temáticas que investiga están cruzadas por tres disciplinas: la educación, la comunicación y la historia.
Lugar de trabajo: Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales de la UNC. Correo: esme_g196@hotmail.com
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historical, cultural, political moments, and even aspects of the daily or private life of an
important personality.
The work is divided in three parts. In the first, we made a brief biographical sketch about
Rojas; then, we make a historical journey through the epistolary exchanges that we have,
which allowed us to reconstruct and verify the principles of a long friendship between both,
concerned about their country, education and art. Finally, we analyze the decision of both to
participate actively in politics, after the coup d'état of September 6, 1930, when General José
Félix Uriburu overthrew the government of Hipólito Yrigoyen, although the two took
different positions.
Keywords
Deodoro Roca, Ricardo Rojas, private letters, Reforma 1918.
Introducción
Desde la época colonial, hasta la revolución de las comunicaciones en las últimas décadas
del siglo XX, las cartas privadas tuvieron la función de tejer las redes de comunicación
interpersonal y fueron el medio de comunicación escrita entre uno o más remitentes, y uno o
más destinatarios. Su función pragmática puede abarcar distintas acciones comunicativas que
se caracterizan por establecerse a través del discurso epistolar, como diferidas en el tiempo y
en el espacio, y remiten a la afectividad, los respetos entrañables, los acuerdos o las tensiones
que proponían los intervinientes en el pacto epistolar (Vera de Flachs, 2018). Pedro Salinas
aporta que es “un entenderse sin oírse, un quererse sin tactos, un mirarse sin presencia, en los
trasuntos de la persona que llamamos, recuerdos, imagen, alma” (1993, p. 29).
Las cartas tienen como rasgo principal demostrar cierta subjetividad de un emisor que escribe
en primera persona y otorgar un carácter verosímil al escrito. En relación con esto, Gloria
Hintze y María Antonia Zandanel (2012) explican que en toda carta hay un yo que escribe y
un tú como destinatario de ese escrito, y así, se produce una determinada intimidad de quien
escribe que resignifica, a su vez, el contexto de producción. Asimismo, Zelma Zunn (2004)
hace un recorrido sobre la procedencia de las cartas y echa luz en cuanto a la importancia de
estas, no sólo como un medio de comunicación, sino también, como el intercambio entre
personas para numerosos aspectos cotidianos.
Roxana Pagés (1997) advierte que estudiar las cartas es analizar los procesos de producción
del sujeto y “supone acercarse a uno de los ejes sobre los que se organiza el saber y el decir
del momento histórico en el que se fraguan la individualidad y la sociedad” (p. 6). En este
sentido, Michel Foucault (1990) formulaba que en la escritura epistolar el discurso hacia el
otro se construye como “una cierta manera de manifestarse ante y ante los demás” y así,
se puede establecer que la carta tiene la potencialidad de mostrar su yo-interior explicitando
sus ideas, sentimientos o perspectivas frente a un destinatario que posiblemente esté
interpelado por esa apertura del mundo interior del emisor.
Otra cuestión para considerar es que la epístola es considerada como un documento, o fuente
que permite comprender ideas o pensamientos, recuperar matrices ideológicas de
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determinados momentos históricos, culturales, políticos, e incluso aspectos de la vida
cotidiana o privada de algún personaje. Aurora Ravina (2009) explica que existe una larga y
amplia tradición sobre el uso de la correspondencia, diarios o memorias como fuentes para
la historia política y social. Asegura que los “archivos privados” de personalidades, social y
políticamente representativos, son “fuentes insoslayables para asomarse a las complejidades
de la vida política del país”. Por lo tanto, las cartas son pistas que permiten revisar la
construcción de la historia social por su condición informativa en cuanto a los datos que
puede proveer. Y señala que ellas son “prueba fehaciente del conocimiento y la práctica de
la lecto-escritura, sin importar, en principio, cuál pueda ser el nivel de refinamiento y
habilidad de esos conocimientos y esas prácticas(p. 4). A partir de la existencia de una
sociedad alfabetizada, hasta buena parte del siglo XX, se puede hablar de la época dorada del
género epistolar.
Por su parte, Darcie Doll Castillo (2002), realiza un estado del arte, concluyendo que la carta:
a) es fuente documental para la reconstrucción biográfica de una figura considerada
importante; b) es clave para el estudio de la producción literaria de ciertos intelectuales; c)
es parte estructural de los géneros mayores; d) y documento para reconstruir periodos
históricos.
Resumiendo, el género epistolar es posible de estudiar desde diversas disciplinas con sus
respectivos encuadres teóricos. Esto da cuenta de su potencialidad como herramienta de
comunicación, en tanto se trata de un tipo de discurso de expresión libre que puede abordar
distintas temáticas y propósitos expresados de maneras diferentes hacia uno o más
destinatarios. En general, la carta tiene marcas precisas que pueden ser el saludo o despedida,
la aclaración temporal y espacial (fecha y lugar), entre otros indicadores que visualizan un
formato específico de correspondencia. Siempre existe un emisor que comunica a uno o más
receptores una información que produce efectos de la realidad que vive, la presencia de la
persona, su inmediatez en el escrito y la distancia de ese pacto epistolar. Su principal función
es su dimensión puramente comunicativa con posibilidad de diálogo, aunque diferido en
tiempo y espacio.
En líneas generales, Doll Castillo (2002) propone enmarcar la carta en un tipo de discurso:
el género discursivo primario. Ella parte de la perspectiva de Mijaíl Bajtín, un teórico del
discurso, que planteaba que todas las actividades humanas están relacionadas con el uso de
la lengua. De modo que consideraba al lenguaje como social porque no se trata solamente de
lo lingüístico, sino también, de su función sociocultural que posibilita constituir estructuras
en las personas, ya sea como individuo o seres sociales (Vera De Flachs, María Cristina,
Jorge y Esmeralda Gaiteri, 2017).
En relación con lo anterior, Bajtín (1990) indica que los discursos son conformados por
enunciados que ponen en práctica los sujetos discursivos, fuera de ellos no existe ningún
discurso. Es así como el acto de la enunciación escrita u oral es individual, sin embargo, en
su uso social y compartido se podría distinguir entre dos géneros discursivos. Por un lado,
los secundarios que son discursos “complejos” como las novelas, dramas, investigaciones,
entre otros, que se desarrollan en una comunicación cultural organizada y escrita. Por el otro,
los primarios que son discursos “simples” (conversaciones, diálogos, cartas) que se
transforman en secundarios porque se constituyen en la inmediatez. Es decir, el género
primario es ensimismado por el género secundario, tal es el caso de la carta.
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En síntesis y atendiendo a esta distinción de géneros, la carta pertenece al género discursivo
primario. Esto no quiere decir que la epístola sea igual que el diálogo. Patricia Violi (1987)
aclara que la misma “no puede considerarse, a diferencia del diálogo, como la imitación de
un intercambio hablado, como habla, o como simulacro de habla” porque la comunicación
por correspondencia tiene “formas específicas dentro de una tipología más amplia de la
interacción” (p. 87-88). De esta manera estamos frente a una de las principales características
del género epistolar: un diálogo escrito a través de la ausencia del destinatario imaginado.
Breve esbozo biográfico de Ricardo Rojas
Ricardo Rojas nació en Tucumán, el 16 de septiembre de 1882.
Pertenecía, igual que Roca, a una familia social y políticamente
distinguida de Santiago del Estero, provincia en la que su padre
Absalón Rojas, fue dos veces gobernador. Sus primeros
estudios los cursó allí. Cuando tenía diez años, después de la
muerte de su padre, su familia se trasladó a Buenos Aires, donde
comenzó a estudiar abogacía, carrera que abandonaría para
dedicarse a las letras. Si bien no egresó formalmente de ninguna
Facultad, varias universidades de América le otorgaron el
reconocimiento de Doctor Honoris Causa”.
En su corta etapa de estudiante universitario se relacionó con
un grupo de jóvenes intelectuales porteños, entre ellos Manuel
Gálvez, Leopoldo Lugones, Ricardo Olivera y Emilio Becher,
con los que luego fundaría la revista Ideas, entre 1903-1905. Esta generación literaria se vería
influenciada por el modernismo y el espiritualismo, y por los escritos de Rubén Darío y José
Enrique Rodó. Se mostrarían críticos hacia el positivismo, en contra de Buenos Aires en su
carácter “mercantilista” y “cosmopolita” y a ciertos postulados propios del liberalismo.
Conmovido por el contraste de su sentir provinciano y las ideas culturales que prevalecían
en Buenos Aires y sin negar los adelantos que producía la inmigración, Rojas pretendió
rescatar la tradición que veía peligrar para darle un sentido propio y recuperar el
nacionalismo.
En 1907, el presidente José Figueroa Alcorta le encargó el estudio del régimen de la
enseñanza histórica en las escuelas europeas. Era funcionario del Ministerio de Instrucción
Pública y tenía solo 25 años. Sin apoyo económico visitó Inglaterra, Francia, España e Italia
y analizó el sistema educativo alemán y estadounidense. El motivo era estudiar in situ las
diferentes estrategias pedagógicas aplicadas en esos países, para, luego, elaborar un Informe
haciendo una revisión crítica del modelo educacional enciclopedista y positivista argentino,
y proponiendo una nueva pedagogía de corte nacionalista. El mismo contenía dos partes: en
la primera, hizo un erudito estudio de la educación en Europa y, en la segunda, una crítica a
la educación argentina formulando las bases para un renacer nacionalista. Fue editado en
1909 en los talleres de la Penitenciaria Nacional, con ayuda de los presos, pues el Estado
nacional a pesar de haber encargado el trabajo no puso un peso, con el título La restauración
nacionalista (Pufler, 2010, p.312-314). El objetivo propuesto era contribuir a formar el alma
Ilustración 1. Fuente Museo de la
Reforma
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argentina valorando nuestra esencia a través del análisis del hombre, la tierra, el idioma y la
cultura.
Durante el Centenario, Rojas escribió Blasón de Plata, donde expuso sus primeros conceptos
sobre el concepto de nación, manifestando que se proponía trabajar un aspecto nuevo como
es la constitución espiritual del pueblo argentino. El legado hispánico era importante, por eso
sostenía que a España le “debemos el sentido caballeresco de la familia y el sentido
humanitario de la sociedad…” (1910, p. 124-125).
En 1913, creó el Instituto de Literatura Argentina e inauguró en la Universidad la cátedra
4
.
Esta empresa se reconoció con el Premio Nacional de Letras, en 1923. Entre 1917 y 1922,
apasionado por las letras y las artes, escribió su monumental Historia de la Literatura
Argentina, una obra de cuatro mil páginas, en ocho volúmenes, que se terminaron de editar
en 1949 y que le hizo ganar reconocimiento.
Además, Rojas compuso una extensa lista de libros entre los que se destacan poemas,
crónicas de viajes, ensayos y biografías, entre estas, El santo de la espada. En total, escribió
más de cuarenta libros. Sus tulos se nutrieron en el diálogo de lo europeo con lo americano
y, en particular, con la América indígena. Como periodista trabajó en el diario La Nación por
más de 50 años, escribiendo sobre historia, literatura, poemas y crónicas.
En 1923, ganó el Premio Nacional de Ensayo por La literatura argentina. Ensayo filosófico
sobre la evolución de la cultura en el Plata; y fue director del instituto de explotaciones
hidrocarburíferas, YPF
5
. Ese trabajo no le impidió que, en 1924, aparecieran Eurindia y la
Guerra de las Naciones.
Entre sus múltiples experiencias, Rojas realizó varios viajes a Perú, los que le permitieron un
fluido intercambio de libros, imágenes visuales y cartas con intelectuales peruanos
vinculados al indigenismo y al reformismo universitario, entre otros, con Luis Valcárcel,
Uriel García y Víctor Haya de la Torre. En 1939, la universidad del Cuzco coronó esa relación
con un doctorado Honoris Causa. En 1955, el gobierno de la revolución libertadora lo
designó embajador argentino en el Perú, cargo que no pudo ocupar por su delicada salud.
Rojas y su relación con la Universidad
Como Deodoro Roca, Rojas en conferencias dictadas en la Universidad de Tucumán, en
1914, se refirió la situación de la Universidad de Buenos Aires manifestando que adolecía de
hondas fallas científicas, didácticas y morales. Coincidía con el cordobés en que las
universidades solo producían profesionales y no se preocupaban por buscar nuevos
conocimientos como lo exigía esa hora. Así dijo:
Si debió su primer éxito a que ella supo hallar una coherente armonía entre la
filosofía política de la revolución, su estructura administrativa, sus procedimientos
pedagógicos, su ambiente y las necesidades argentinas de entonces, hoy sufre una
época de crisis, porque se halla rota esa armonía inicial. Véase, ante todo, que la
tendencia profesional la ha fragmentado en diversas escuelas particulares,
4
Homenaje a Ricardo Rojas. A 59 años de su fallecimiento. Universidad Nacional de Buenos Aires. Noticias
Institucionales (29 de julio 2016).
5
La Nación. 29 de julio 2022. Suplemento Cultural.
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independientes las unas de las otras, de tal modo que en Buenos Aires hay facultades,
pero no ‘universidad’ en el sentido científico de esta palabra. Asimismo se nota que
las tendencias utilitarias inherentes a todo profesionalismo, han obstaculizado en
dichas escuelas el ideal de la especulación desinteresada, viniendo cada facultad a
convertirse en una oficina más o menos escrupulosa para la expedición de sus
diplomas. Esa estructura, buena en su tiempo, no podría satisfacer por sí sola las altas
especulaciones de la cultura ni los nuevos problemas de nuestro país (Guillermo
Jaim Etcheverry, 2016, p. 2).
Rojas creó en la UBA la primera cátedra de Literatura Argentina, de la que fue profesor y,
luego, ocupó el cargo de decano de la Facultad de Filosofía y de Rector en esa misma
institución, durante el segundo gobierno de Hipólito Irigoyen (1926-1930). Fueron años de
intensa lucha en los que actuó con mano firme para enfrentarse a la autonomía de las
facultades, de medicina primero y, luego en 1929, con derecho, además preservar el papel
del Consejo Superior por encima de estas, defendiendo la visión totalizadora de la
universidad.
Su política estuvo basada en la extensión universitaria y en su convicción de que era posible
llevar a la masa social los conocimientos susceptibles de divulgación, y contribuir a la
formación de una conciencia e identidad nacional, lo que lo emparentaba a los reformistas de
Córdoba. Sin una universidad institucional y académicamente integrada que se propusiera
dar a sus alumnos una visión polifacética del mundo complejo en el que deberán actuar, y no
solo limitadas competencias profesionales, no habrá universidad ni cultura. Tema que reite
en 1926, cuando asumió el rectorado de la UBA, al anunciar su propósito de afirmar
principios que superaran el tradicional aislamiento de sus facultades. Cuando se despidió del
cargo dijo que estaba convencido de haber trabajado por esos propósitos, inspirándose para
ello en naciones y escuelas que podían servirnos de honroso ejemplo.
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Rojas y Roca coinciden en su preocupación por la política
La llegada del siglo XX trajo varios problemas para
los países del continente americano. La Revolución
rusa actuó en el mundo y en la región como un
potenciador de las energías revolucionarias del
movimiento obrero y anarquista, realizándose en el
Rio de la Plata violentas huelgas, en tanto se
percibía una confianza revolucionaria, y una
paranoia en las esferas gubernamentales, que se
diluirán al comprobar que la revolución social no se
había propagado con éxito en el resto del continente
europeo y el mundo. La primera Guerra Mundial
complicó el panorama, y los intelectuales pro-
aliados comenzaran una activa campaña para
solicitar a Yrigoyen que terminara con la
neutralidad A, en 1917, en el frontón de Buenos
Aires se organizó un mitin, con afluencia masiva,
para escuchar los discursos de Alfredo Palacios,
Francisco A. Barrotaveña y Ricardo Rojas, con el
fin de exigir la ruptura con el Reich alemán. Rojas,
en esa oportunidad, calificó la neutralidad como una
paz cobarde. Después de su alocución, la gente salió
por las calles cantando la Marsellesa y gritando que querían romper con el Reich (Díaz
Araujo, 1987; Rinke, 2019).Esta situación se vivió de igual manera en otras ciudades
americanas. En Uruguay, el idealismo de Rodó, junto al programa de la Reforma, hicieron
que los jóvenes manifestaran que todos los regímenes sociales debían reconstruirse con
hombres revolucionarios, nuevos e indispensables (Oddone y Paris de Oddone, 1971). Los
jóvenes uruguayos, deseosos de contactarse con los cordobeses que tenían intereses
semejantes, organizaron un mitin al que invitaron a tres reformistas cordobeses, con Deodoro
a la cabeza quien, como Rojas, estaba convencido de que el motor de cambio del país se
hallaba en la educación.
Esos conflictos trajeron la necesidad de configurar una identidad nacional que definiera el
gen criollo, y en esto tuvo mucho que ver Rojas. Mientras él se mantuvo en la actividad
académica, estuvo al margen de las contiendas políticas, pero después del golpe de Estado
de 1930 y de la anulación de las elecciones del 5 de abril de 1931, decidió incorporarse la
Unión Cívica Radical, lo que le trajo la cárcel, persecución y críticas de muchos intelectuales.
Pero él decidió combatir el sistema dictatorial, y llevar la educación a las masas afiliadas al
partido, escribiendo, en 1932, El radicalismo del mañana.
Por otra parte, Roca decidió militar en una Alianza con el partido Demócrata Progresista para
impulsar la fórmula presidencial Lisandro de la Torre-Nicolás Repetto. De este modo, los
socialistas, se aprestaban a hacer frente en el terreno electoral a la candidatura del General
Justo, promovida por la coalición conservadora -la "Concordancia"- integrada por el Partido
Demócrata Nacional, el radicalismo antipersonalista y el Partido Socialista Independiente.
Ilustración 2. Fuente: Museo de la Reforma
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La militancia era, para ambos, una urgencia de la hora, un imperativo que superaba toda
actividad intelectual desligada de una realidad histórica que ponía en juego nuestro destino
de comunidad civilizada. Ambos fracasaron en su intento. En 1934, después de un acto del
partido radical en Salta, Rojas fue apresado y enviado a cumplir la pena en Ushuaia. A su
regreso, en 1946, fue candidato a senador nacional por Buenos Aires, para lo cual elaboró un
plan de acción educacional que desarrollaría en caso de ser elegido. Lamentablemente no fue
así.
Para finalizar, digamos que, la casa en la que Ricardo Rojas y su esposa Julieta Quinteros
vivieron durante 29 años (ubicada en Charcas 2837 de la Ciudad de Buenos Aires) se
convirtió en Museo, en 1958. Tras su muerte, el 29 de julio de 1957, su mujer transfirió la
propiedad al Estado, cumpliendo con el deseo del autor de convertirla en museo y biblioteca.
Rojas había invertido todos sus ahorros y el dinero de múltiples premios que recibió en la
construcción de su casa, que realizó con el arquitecto y urbanista Ángel Guido, siguiendo su
teoría “euríndica”, logrando una propuesta estética que reivindicaba la fusión entre los
valores culturales europeos con los de los indígenas americanos prehispánicos (Gutiérrez,
2018).
Como intelectual multifacético, marcó el agotamiento del modelo cultural de su generación
y postuló una profunda renovación nacional. Ello lo llevó a reivindicar la inserción de la
cultura en las provincias del país como requisito de la identidad de la Nación. Así llegó a
declamar:
En esta casa están los libros que me sirvieron para escribir la historia de la literatura
argentina; está la correspondencia copiosa intercambiada durante medio siglo con
muchas conciencias sabias; está mi archivo [...]. Digo hoy que todo esto ya no me
pertenece: pertenece a la patria, para que encuentren aquí los elementos que les
permitan saber cómo palpitaba el corazón del país” (La Nación, 1953).
Actualmente, esta casa-museo posee una hemeroteca y una biblioteca con más de 25.000
libros y publicaciones que pertenecieron a la colección privada del escritor, muchos de ellos,
autografiados por sus autores. También, cuenta con una colección de obras de la escuela de
pintura cuzqueña, objetos personales y un bellísimo jardín inspirado en estilo colonial andino
y otros elementos que derivan de las culturas musulmanas, romanas y mediterráneas.
En 1982, un decreto presidencial instituyó que el 29 de julio se celebre el Día de la Cultura
Nacional, en conmemoración de su fallecimiento, ocurrido en 1957.
Alcance y contenido de la amistad a través de la correspondencia entre Roca y Rojas
Al abordar la importancia de la correspondencia entre estos dos intelectuales, nos
preguntamos ¿qué huellas afines podíamos encontrar en sus comunicaciones? Como hombres
del interior, estuvieron preocupados por la situación política del país, por los problemas de
la educación y por la reforma social. El valor de la amistad se manifestó a lo largo de sus
vidas en sus epístolas donde es posible observar cómo se preocupaban por su salud, situación
personal o familiar y por la educación, además del intercambio de textos y libros.
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Ambos sostenían una amistad, desde antes de la Reforma Universitaria, con líderes de otras
universidades nacionales, como la de Tucumán, La Plata, con intelectuales de Santiago del
Estero y con muchos jóvenes peruanos, lo que se prueba por la correspondencia a Rojas,
conservada en su Casa Museo. El 7 de octubre de 1917, desde Buenos Aires, Rojas escribe a
los tres reformistas cordobeses que pensaban viajar a Montevideo para asistir al mitin, lo
siguiente:
Doctores Juan Albarenque, Roca y Capdevila: Recibí la honrosa invitación junto con
otra para el mitin de Montevideo. Convendría evitar coincidencia de fechas. Procuraré
vencer obligaciones locales para hallarme entre Uds. Enviaré oportunamente
contestación definitiva. Agradezco saludo y felicítales por movimiento que rehabilita
honor de Córdoba y conforta mis sentimientos provincianos. Abrázales. Ricardo
Rojas(Papeles privados de las autoras)
Ilustración 3. Imagen de autoría propia
En respuesta a una solicitud de Rojas, Roca escribe el 7 de enero de 1918, la carta que sigue:
Sr. Dr. Ricardo Rojas. Buenos Aires.
Mi querido amigo: Disculpará usted que haya retardado el envío que el prometí. Ahí
van las fotografías que he podido conseguir. La de la celda del P. Lozano no me es
posible obtenerla ahora pues el síndico de las Catalinas única persona asequible a
nuestros propósitos- está en la sierra y vendrá recién a fines del mes. No obstante no
desespero de podérsela enviar antes de fin de mes. Las fotografías que tienen sello
pertenecen al museo. Puede usted disponer de las otras. En una próxima le hablare de
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proyectos que nos interesan. Rogándole disculpe la involuntaria tardanza lo saluda
con el respeto y el afecto de siempre su amigo. Deodoro Roca
6
.
Poco después, el 18 de abril, Roca envía a Rojas el primer telegrama de los reformistas para
comentarle la situación que atravesaba su ciudad a raíz de los conflictos universitarios:
Estamos iniciando la revolución que el país y su civilización esperaban. Córdoba es
ya la ciudad más liberal del mundo. Al grito de Córdoba libre se está formando la
nueva conciencia de una nueva argentina, acabando de borrar para siempre el
recuerdo de la contrarrevolución de mayo. Buenos Aires si quiere que esta hora tenga
repercusión americana y no remate en sacrificio estéril la heroicidad de estos nobles
muchachos debe dar su grito más fuerte. Estamos rompiendo aquí las cadenas con
que se quiere encadenar la libertad de las generaciones actuales. Largo y fraternal
abrazo. Deodoro Roca
7
.
Superados los obstáculos de la larga huelga universitaria de 1918, en octubre Deodoro Roca
viajó a Buenos Aires para asistir a un homenaje que le había organizado el Ateneo
Universitario, presidido por Horacio Pozzo, por su actuación en los acontecimientos de la
Universidad de Córdoba. En esa ocasión, Rojas desde Buenos Aires le envía a Deodoro una
carta justificando su ausencia a dicho banquete, que dice lo siguiente:
Mi estimado amigo: Hoy lo espere toda la tarde, según su promesa, para ir por lo de
Zonza Briano
8
. El escultor está ya prevenido, y lo espera esta semana después del
mediodía. Estas líneas van, no tanto para quejarme de su ausencia, cuanto para
excusar la mía de esta noche. He tenido un compromiso ineludible. Si puedo iré a los
postres. Entretanto le anticipo mis plácemes, y me adhiero de corazón a la fiesta.
Siempre attmo. Ricardo Rojas
9
.
6
Copia del Museo Casa de Ricardo Rojas. Agradecemos a Nicolás Di Yorio por la facilitación de este
documento y los que siguen.
7
Texto y copia del telegrama del Archivo documental del Museo Casa de Ricardo Rojas.
8
Pedro Zonza Briano (1886-1946) era un joven escultor que estudió con Lucio Correa Morales en Buenos Aires
y se perfeccionó en Paris.
9
Papeles privados de las autoras.
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Ilustración 4. Imagen de autoría propia
Ilustración 5. Imagen de autoría propia
El afecto entre ambos se conservó firme signado por una admiración mutua, se mantuvo hasta
la muerte de Deodoro. Se frecuentaron en Córdoba, en el sótano de la casa de éste, y en
Buenos Aires, en la de Rojas. Esa amistad se visualiza en la carta que sigue donde Deodoro
le encarga especialmente a su hermano Héctor, al que consideraba su mejor amigo y con el
que pasaba muchas horas de ocio en Ongamira, que había decidido estudiar en Buenos Aires.
Córdoba, 30 de mayo de 1920.
Sr. Dr. Ricardo Rojas. Buenos Aires.
Querido amigo: El portador de esta carta es mi hermano Héctor, alma muy querida,
que ha vivido siempre muy cerca de mi corazón y de mi espíritu. Va a Buenos Aires
a estudiar. Se ha formado en la disciplina de libres estudios y en la contemplación de
las cosas eternas. He pensado en usted y en las alentadoras sugestiones de su amistad
Vera de Flachs, María Cristina y Gaiteri, Esmeralda
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para su bien. Se lo recomiendo muy especialmente. Siempre estoy aquí a sus órdenes.
Afectuosamente lo saluda su amigo Deodoro Roca
10
.
De igual manera, en una tarjeta manuscrita del 14 de julio de 1921, Deodoro Roca le escribe:
Estimado Rojas: Estuve en la librería de ** [ilegible] y lamento que no nos hayamos
encontrado. A mi vuelta que será en agosto espero verlo y hablar mucho con usted.
Le agradecería el envío de lo que me prometió. Hasta pronto y un abrazo de su
amigo
11
.
El 22 de abril de 1925, Roca manifiesta a Rojas que está preocupado por el estado de su
salud:
Mi querido amigo: Me llega la noticia velada que está enfermo y de que su mal puede
ser grave. No sé si será verdad ni si puedo molestarlo. Pero es tan vivo el cariño que
siento por el hombre y por el maestro que este anuncio toca dolorosamente en mi
intimidad. No puedo reprimir mi natural ansiedad. Desde esta distancia no sabré hacer
otra cosa que pensar largamente en usted y hacer votos fervientes por su salud que en
estos momentos es un poco la alegría de todos. Lo abraza su amigo Deodoro Roca
12
.
Los últimos años de la relación entre Rojas y Roca
Las cartas que presentamos, a continuación, no solo dan cuenta que la amistad se mantuvo
activa hasta los últimos días de Roca, sino que, a partir de 1930, los unió el espanto del
régimen militar y la decisión de participar activamente en política. En efecto, después del
golpe de Estado del 6 de setiembre, cuando el General José Félix Uriburu derrocó el gobierno
de Hipólito Yrigoyen clausurando un largo periodo de democracia, los dos decidieron
ingresar a la política, aunque tomaron diferentes caminos.
19 de junio de 1930. Córdoba
Deodoro Roca saluda con el mayor afecto a su querido
amigo Dr. Ricardo Rojas haciéndole llegar su
indignación y su solidaridad contra esa infame
conjuración de “resentidos” y mulates. Es el
resentimiento de los fracasados y de toda nuestra
mulatoria intelectual: de los que no le perdonan el
milagro de su cultura y de su labor. Conozco bien el
asunto y por eso mismo crece mi indignación. Lo
sucedido es la mejor prueba de su altura moral y
espiritual. Por eso mismo Vd. Representa lo más
valioso del espíritu argentino y nadie que sea
verdaderamente honrado tiene derecho a silenciar su
10
Copia del Museo Casa de Ricardo Rojas.
11
Copia del Museo Casa de Ricardo Rojas.
12
Copia del Museo Casa de Ricardo Rojas.
Ilustración 4. Ricardo Rojas. Fuente: Museo de
la Reforma
Ricardo Rojas y Deodoro Roca. Intercambios epistolares
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protesta. Como siempre le admira y le quiere su amigo
13
.
El 5 de julio de 1930 Rojas le envía a Roca, desde Buenos Aires, la contestación diciendo:
Dr. Deodoro Roca. Mi estimado amigo: Estoy contento de lo que me paxa, [sic]
puesto que ello da ocaxión [sic] para que un hombre como Ud. me escriba una carta
de tanta dignidad como la suya del 19 de junio que he leído con placer y que contesto
agradecido. Ud. dice: “Conozco bien el asunto y por eso mismo crece mi
indignación”. Así tiene que ser, pero si Ud. viera documentos y entretelones de este
miserable episodio su indignación crecería más aún. No cabe en una carta todo lo que
le podría contar, pero le mando la “Memoria del Rector” y otros impresos para que
los haga conocer en Córdoba. Le agradezco el recuerdo en el ateneo y le pido que
exprese mi reconocimiento a la juventud universitaria de Córdoba. Ningún intérprete
mejor que Ud. en este caso, la nueva generación salvará a nuestro país. La reforma
universitaria ha empezado a ser reforma social en este movimiento contra la canalla
togada. Lo abraza su amigo. Ricardo Rojas.” (Papeles privados de las autoras)
Ilustración 7. Imagen de autoría propia
13
Copia del Museo Casa de Ricardo Rojas.
Vera de Flachs, María Cristina y Gaiteri, Esmeralda
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Ilustración 8. Imagen de autoría propia
Ilustración 9. Imagen de autoría propia
Ricardo Rojas y Deodoro Roca. Intercambios epistolares
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Ilustración 10. Imagen de autoría propia
Cabe aclarar, que la Memoria del Rector que se nombra en la carta no figura en la biblioteca
de Roca donada por sus herederos a una biblioteca universitaria. Sin embargo, sabemos que
ambos coincidían en la necesidad de una reforma social, tema que preocupó a Roca hasta el
final de sus días (Vera de Flachs y González, 2018). Desde Buenos Aires, el 8 de noviembre,
Rojas envía un telegrama a Roca:
Señor Teodoro
14
Roca: Me adhiero afectuosamente al homenaje: Ricardo Rojas”
15
.
(Papeles privados de las autoras)
14
Consideramos que “Teodoro” [sic] es un error de tipeo, ya que la dirección hacia dónde va dirigido es “Rivera
Indarte al 544”, que corresponde a la casa de Deodoro.
Vera de Flachs, María Cristina y Gaiteri, Esmeralda
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Ilustración 11. Imagen de autoría propia
Un año después, Ricardo Rojas anunció su afiliación a la Unión Cívica Radical. Un cronista
del periódico Noticias Gráficas relataba la sorpresa que causó en los círculos universitarios
cercanos, el hecho que éste decidiera volcarse a la política activa en medio de la exclusión
de la participación ciudadana, por lo que fue atacado por la derecha desde la revista Nueva
República.
En 1931, Rojas escribió «El Comicio cerrado», y en su calidad de representante de la
Convencional Nacional, se convirtió para los militantes radicales en el canciller de hierro de
la abstención
16
(Giacabone y Gallo, 1991). Para él se trataba de la «proscripción de la
ciudadanía», una «situación de hecho, impuesta por actos de tiranía contra todo un pueblo,
cuyas consecuencias continuaron en los años subsiguientes.
En febrero de 1932, Rojas e Hipólito Yrigoyen quien recién abandonaba su
confinamiento en la isla Martín García se conocieron. El expresidente se lamentaba
de que hayan tardado tanto en encontrarse compartiendo los mismos ideales. Rojas
responde: Señor: si yo me hubiera acercado cuando Ud. ejercía la presidencia, este
encuentro de hoy no tendría el significado que ahora tiene” (Castillo, 1999, p. 231).
Rojas no siendo personalista se afilió a la U.C.R, en el momento en que la mayoría de los
anti-personalistas huían. A fines de 1933, en medio de un caldeado clima político, el
presidente Justo decretó el estado de sitio y varios radicales junto con los revolucionarios de
16
“El Comicio Cerrado” Discurso de Rojas del 27 de octubre de 1931 en la convención del radicalismo.
Ricardo Rojas y Deodoro Roca. Intercambios epistolares
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la insurrección de Paso de los Libres fueron confinados a Ushuaia, entre ellos, Rojas quien a
este confinamiento lo llamó “exilio”
17
.
Ilustración 12. Ricardo Rojas durante su confinamiento por razones políticas en Ushuaia en 1934.Fuente:
Museo Rojas.
Desde la cárcel escribe: “¿Quién era yo, tal vez un amauta? ¿Quizá un baquiano de la
travesía? ¿O un expatriado aquí en mi propia patria?” (Rojas, 1947, p. 326).
Roca a Rojas, en carta dactilografiada del 22 de agosto de 1931.
Mi querido amigo: Un gran abrazo por su renuncia. Sigue Vd. siendo alto y grande
ejemplo de escritor y de hombre. No por esperarla me ha producido menos alegría.
Le felicita y le saluda con el cariño y la admiración de siempre su amigo Deodoro
Roca
18
.
El arte también los unió
En efecto, Roca y Rojas tenían apego por diversas manifestaciones del arte, como la pintura,
el teatro, etc. Y esa simpatía se trasmite también en su correspondencia. Roca pintaba en su
estadía en Ongamira y eso lo llevó a aceptar exponer en octubre de1935, lo que le comunico
a su amigo en la siguiente misiva.
8 de octubre de 1935.
Mi querido amigo: Oyendo malos consejos envié un cuadro- “Mañana del
Colchiquin”- al salón de este año. Obedeciendo a la misma incitación inauguro creo
que el 17 de este mes- en “NODISKA” una muestra individual: 23 cartones de
Ongamira, Cosquín y Rio Primero. Son cosas que debían pasarme con licencia del
Colegio de Abogados, o lo que es lo mismo, como si dijéramos “con licencia
eclesiástica”. Porque, en rigor, no expongo sino que “publico” una exposición”. A tan
grande amigo como Vd. me creo en el deber de confiarle anticipadamente este desliz.
Será para mi muy grato y honroso que la visite. Tuve el gran gusto de conocer este
año a su hermano Nerio. Es decir, no conocerlo sino frecuentarlo y en escucharle dos
17
Mayores detalles en Graciela Ferrás y Germán Aguirre (2016), Ricardo Rojas y el hado de la proscripción:
Liberalismo y democracia en la década de 1930. Revista Anacronismo e irrupción. Revista de teoría y filosofía
política clásica y moderna. Vol. 7 nro.11, pp.287-319.
18
Copia del Museo Casa de Ricardo Rojas.
Vera de Flachs, María Cristina y Gaiteri, Esmeralda
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magníficas lecciones. Naturalmente, me pareció que le había conocido siempre.
Saludos a su señora y Vd. un fuerte abrazo de su amigo Dedoro Roca
19
.
A su vez, Roca enviará a Rojas un telegrama, en julio del 1939, en ocasión del estreno de la
obra Ollantay, un drama escrito en 1857 en quechua colonial, que obtuvo el primer premio
en drama de la Comisión Nacional de Cultura representada en el teatro Nacional Comedia,
actual teatro Cervantes, con dirección de Cunill y bocetos escenográficos de Ángel Guido,
que reza así (Beatriz Seibel, 2010, p. 40):
Ricardo Rojas Teatro Cervantes libertad y Corrientes Buenos Aires. Felicitaciones
Ollantay, decantación de sus preocupaciones americanas y gloriosa afirmación del
gran artista que siempre fue usted. Cordialísimamente su amigo: Deodoro Roca”
20
.
Poco después, Roca cayó enfermo y las comunicaciones entre ambos se cortaron.
Ilustración 13. Ricardo Rojas en su escritorio. Fuente: Museo Rojas.
Conclusiones
Deodoro Roca y Ricardo Rojas, fueron hombres del interior y representantes intelectuales de
la primera mitad del siglo XX. Mantuvieron su amistad hasta el fallecimiento del primero,
en 1942, y se preocuparon, a lo largo de sus vidas, por diversas expresiones culturales, y por
difundir y promover la cultura nacional en todas sus manifestaciones.
Ambos hablaron tempranamente de que la reforma universitaria debía ser una reforma social.
Y, en un momento de sus vidas, pensaron que era preciso preocuparse también por la política,
después del golpe de Estado de 1930. Rojas lo hizo a través del partido radical, convencido
que “por su probado espíritu de resistencia a la adversidad, una fuerza cívica que,
debidamente adoctrinada y conducida, ha de ser un baluarte de la nacionalidad y de la justicia
social en esta época”
21
. Mientras Roca lo hizo con una alianza con el partido Demócrata
Progresista, para impulsar la fórmula presidencial Lisandro de la Torre-Nicolás Repetto, y
adhirió al socialismo. Ambos fracasaron en este intento, pero eso no impidió que siguieran
pensando en realizar cambios para el país, y que muchos de sus sueños se concretaran luego.
19
Copia del Museo Casa de Ricardo Rojas.
20
Copia del Museo Casa de Ricardo Rojas.
21
Entrevista a Rojas en Noticias Gráficas, 10 de octubre de 1931.
Ricardo Rojas y Deodoro Roca. Intercambios epistolares
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En 1936, Roca elogió al Dr.Sabattini cuando se postuló para gobernar Córdoba, a quien
consideró “un vozarrón saludable que parece venir de la plebe. Con hábitos de masa. Broncas,
verdades. Fortaleza, salud, intrepidez… un hombre que habla un lenguaje tormentoso y
flamígero” (Roca, 1956, pp. 148). El mismo año escribió El drama social de la universidad,
contemporáneo de otro ensayo: El drama social de los trabajadores. Balance de América, en
los que, con gran lucidez, se constituyó en una de las voces más valientes en la denuncia de
la opresión social y del imperialismo.
Rojas tuvo en vida un éxito mayor que Roca,
no solo en Argentina, sino en América. Su
preocupación por la enseñanza lo llevó a
examinar planes, programas, informes y
estadísticas de los tres niveles, llegando a la
conclusión que la restauración del espíritu
nacional se alcanzaría salvando la escuela,
dándole un contenido más argentino,
particularmente, cuando en los años cuarenta
se sentía la infiltración totalitaria, razón que lo
llevo a escribir en Nueva Provincia de Bahía
Blanca, El color de la traición, dedicada a los
que olvidan su origen y su deber (Moya, 1958).
El primer Congreso Nacional de la Cultura de
la Argentina, realizado en Buenos Aires, en
septiembre de 1957, eligió su figura de hombre
del interior, defensor de la esencia nacional y
promotor de las letras, las artes y las ciencias,
evocando su memoria como orientadora en sus
deliberaciones. Esos méritos le permitieron
obtener un Doctorado “Honoris Causa” de las universidades de Buenos Aires, San Marcos
de Lima y Río de Janeiro; ser designado miembro honorario de diversas academias (Estados
Unidos, Francia, España, México, Venezuela, Uruguay, Perú y Brasil), miembro de la Legión
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de la Reforma.
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Museo Casa de Ricardo Rojas: https://www.museorojas.cultura.gob.ar