RESEÑA: Palacio, Priscila (2022). “La Incertidumbre De Un Mundo Tripolar…”
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Latitud Sur N° 17, Vol. 1, Año 2022. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas, Centro
de Investigación en Estudios Latinoamericanos para el Desarrollo y la Integración (CEINLADI). (En línea)
ISSN 2683-9326.
No obstante, no se trata, de acuerdo con la autora, de un retorno geopolítico desligado de la
geoeconomía, sino de una relación simbiótica, donde la primera sería consecuencia de la
segunda. Esto en un contexto de economía global en el que un nuevo actor, China, se instala
como la segunda potencia económica mundial, entrando en una abierta disputa por la
hegemonía mundial con los Estados Unidos y abriendo un nuevo foco de conflicto, hasta
ahora, enmarcado en el plano económico, pero con permanentes tensiones entre ambos
países, producto de la política china hacia Taiwán y la disputa por la soberanía en el Mar de
China Meridional.
De ese modo, Palacio, citando a Waltz, plantea la posible existencia de una tripolaridad
internacional, representada por Estados Unidos, Rusia y China. Dicho esquema está
sustentado en el protagonismo de China y el expansionismo revisionista de Rusia en el Este
de Europa. Así, en los datos aportados por la autora respecto del poder económico y militar
de los países mencionados (dos aspectos claves para el realismo), Rusia, con una economía
estancada a partir de 2008 y que se ha profundizado producto de las consecutivas sanciones
producto de la invasión a Georgia, la anexión de Crimea y el fallido desempeño de la
campaña en Ucrania, hace cuestionar que su país en el mediano plazo pueda instalarse como
una potencia mundial; a pesar de su arsenal nuclear y recursos energéticos, pareciera que el
papel de Rusia no supera el de potencia regional en decadencia.
En tal sentido parece más plausible la idea de un sistema bipolar de alianzas que abarque a
otros actores como el caso de Estados Unidos con la OTAN; y China, con la propia Rusia,
sobre todo si ésta se vuelve dependiente de la primera. También podríamos incluir en este
grupo a la India, miembro de los BRICS, e incluso a Irán, que ha suministrado armamento a
Rusia en Ucrania y es enemigo abierto de los Estados Unidos.
Volviendo a la relación intrínseca que establece Palacio entre Geopolítica y Geoeconomía,
el posicionamiento de China como potencia económica mundial, frente al relativo
estancamiento de los Estados Unidos, abre un potencial flanco de conflicto, aunque de
acuerdo con lo planteado en el trabajo, por su historia (más conquistado que conquistador) y
el desarrollo aún sin paralelo al poder militar de Estados Unidos, el conflicto se desenvuelve
en el ámbito económico, fundamentalmente a partir del giro más confrontacional de la
administración Trump y el inicio de la guerra comercial.
En tal sentido, China, con un crecimiento económico exponencial durante las últimas tres
décadas, superior al de los Estados Unidos, producto de la liberalización de su economía y la
conquista de nuevos mercados, con una creciente presencia en África, Medio Oriente y
América Latina, podría transformarse en la primera potencia mundial al 2050, lo que abre un
espacio de incertidumbre respecto de que la disputa se mantenga sólo en el ámbito
económico.
China actúa promoviendo su participación en el mundo subdesarrollado, defendiendo otros
valores que no son, precisamente, ni democráticos, ni basados en la defensa de los derechos
humanos, la intervención o ayuda humanitaria, y tampoco pregona la implantación de
reformas económicas amparadas en las reglas del FMI, lo que colisiona con los valores de
occidente en el plano político.
Más aun, de ampliarse, como todo indica, las sanciones contra Rusia, generando incluso la
imposibilidad de ésta de comerciar sus recursos energéticos con occidente, China podría ser