Revista Anual del Centro de
Investigaciones en Estudios
Latinoamericanos para el Desarrollo y
la Integración
Voces femeninas en Las viudas de los jueves de Claudia Piñeiro: enfoque sociocultural
Autor(es): Paraskeva, Eirini
Fuente: Latitud Sur 18, Vol. 1, Año 2023. UBA-FCE, CEINLADI. (En línea) ISSN 2683-
9326.
Publicado por: Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas. Centro de
Investigación en Estudios Latinoamericanos para el Desarrollo y la Integración
(CEINLADI). Las opiniones y el contenido vertido en este trabajo son responsabilidad
exclusiva del autor.
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ISSN 2683-9326.
Artículo de investigación
VOCES FEMENINAS EN LAS VIUDAS DE LOS JUEVES DE CLAUDIA PIÑEIRO:
ENFOQUE SOCIOCULTURAL
1
Eirini Paraskeva
2
UNIVERSIDAD NACIONAL Y KAPODISTRÍACA DE ATENAS (GRECIA)
Resumen
Claudia Piñeiro (Buenos Aires, 1960-) es una escritora representativa de la narrativa
latinoamericana actual, conocida por su obra de temática histórica, social y cultural. En este
marco se ubica su novela Las viudas de los jueves, publicada en 2005. En la obra se exponen
datos históricos precisos de la última década del siglo XX y el principio del siglo XXI
vinculados a la vida diaria de un grupo de familias de nuevos ricos, originados por la burbuja
económica argentina del presidente Carlos Menem, que residen en un barrio cerrado
artificial, cerca de Buenos Aires, y experimentan la dramática crisis económica de 2001.
El objetivo de este estudio es analizar los personajes femeninos y su función en el ámbito
sociocultural de esa época, determinada por el auge económico del país y su posterior declive,
resaltando la relación entre literatura y economía.
Palabras clave
Personajes femeninos ficción historia sociedad Piñeiro
THE FEMALE FIGURES IN CLAUDIA PIÑEIRO’S LAS VIUDAS DE
LOS JUEVES: SOCIOCULTURAL APPROACH
Abstract
Claudia Piñeiro is a notable figure in contemporary Latin American narrative. She is
renowned for her work on historical, social, and cultural themes. Her novel Las viudas de los
jueves, published in 2005, delves into specific historical events from the last decade of the
20th century and the early 21st century. It focuses on the lives of the “nouveaux riches”
during the economic boom under Menem's presidency in Argentina. Set in a gated
community near Buenos Aires, the novel portrays the inhabitants' experiences during the
dramatic economic crisis of 2001. The aim of this work is to explore the roles and dynamics
1
Fecha de recepción: 31/05/2023. Fecha de aceptación: 30/06/23.
2
Eirini Paraskeva es Profesora Asistente de Traducción y Estudios Interculturales en el Departamento de
Lengua y Literaturas Hispánicas, Facultad de Filosofía, Universidad Nacional y Kapodistríaca de Atenas.
Correo: irepara@spanll.uoa.gr
Eirini Paraskeva
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of female characters within the sociocultural context of this era, marked by the country's
economic ascent and subsequent decline.
Keywords
Female characters fiction history society Piñeiro
Introducción
Claudia Piñeiro (Buenos Aires,1960-), reconocida escritora argentina en la escena literaria
latinoamericana contemporánea, destaca por su obra de temática histórica, social y política.
Su renombre ha sido respaldado por diversos premios nacionales e internacionales. Es una
de las narradoras argentinas más traducidas a otros idiomas, y varias de sus novelas han sido
adaptadas al cine. En 2005, publicó Las viudas de los jueves
3
, que la consagró como
escritora y le ofreció la fama y la relevancia que mantiene y merece. En la obra se exponen
datos históricos precisos de la última década del siglo XX y el principio del siglo XXI,
vinculados a la vida diaria de un grupo de familias de “nuevos ricos” generados por la
burbuja económica argentina del presidente Carlos Menem, que residen en un barrio cerrado
cerca de Buenos Aires y experimentan la dramática crisis económica de 2001. El propósito
del presente estudio es analizar los personajes femeninos y su papel dentro del contexto
sociocultural de este período específico, marcado tanto por el crecimiento como por la
posterior recesión económica en la Argentina.
La labor del escritor no es un hecho aislado, puesto que existe una estrecha interrelación entre
literatura y sociedad. La literatura, como expresión artística y narrativa, está intrínsecamente
conectada a la sociedad a la que se refiere. La relación entre la literatura y la sociedad es, sin
duda, de naturaleza simbiótica, en la medida en que se influyen mutuamente y se nutren una
de la otra (Llanos de los Reyes, 1978, pág. 36). La literatura ofrece una ventana a la cultura
y a la sociedad desde donde emerge, mientras que la sociedad proporciona el contexto y los
temas que nutren la creatividad literaria
4
. Manuel Llanos de los Reyes (1978) apunta que:
Afirmar, por tanto, que es la sociedad la que se impone sobre la literatura, o a la inversa, no
parece tener demasiado sentido toda vez que parece mucho más claro aceptar su
mutua influencia. De un lado, la literatura se carga de proyección social, es capaz de
fomentar el establecimiento de nuevas formas sociales; de otro lado, es la sociedad la
que puede, a su vez, intervenir en el proceso creador de la obra literaria, bien
favoreciendo la tarea del escritor, bien imposibilitándola. (pág. 36)
Por lo tanto, la obra literaria refleja la realidad histórico-social de una forma estética y se
encuentra en mayor o menor grado condicionada por determinados parámetros
socioculturales (Bressler, 1999, pp. 22-24).
3
Por la novela Las viudas de los jueves, la narradora bonaerense fue la ganadora del Premio Clarín de Novela
2005.
4
Mijaíl Bajtín argumenta que la literatura no solo refleja la sociedad, sino que, también, la cuestiona y la
transforma a través del diálogo entre diferentes voces y perspectivas. Para más detalles sobre el carácter
dialógico y polifónico de la novela, véase Bressler (1999, pp. 44-46).
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Literatura y sociedad
El carácter social de la literatura ha sido objeto de estudio de numerosos teóricos y ha sido
analizado desde distintas perspectivas por las corrientes críticas. Uno de los primeros
enfoques para abordar esta relación es el marxismo y su concepción de la literatura como
reflejo de una época determinada
5
. La crítica marxista ha ofrecido herramientas conceptuales
y metodológicas para el análisis de la literatura como una parte integral de la vida social,
económica y política. Respecto a esto, Llanos de los Reyes (1978) sostiene que:
La primera de ellas, la crítica marxista, que ha llevado a su cima los estudios de sociología
literaria, señala la imposibilidad del individuo por s mismo para elaborar una
estructura mental coherente, “una visión del mundo”. Dicha estructura se manifiesta
en la obra literaria como reflejo del grupo social en que fue elaborada y el papel del
individuo transmisor de esa estructura mental coherente, apriorísticamente dada, es
incrementar su coherencia y transportarla al plano imaginativo o artístico. (pág. 36)
El ‘giro cultural’ en las humanidades y las ciencias sociales crea nuevos enfoques y ampla
el entendimiento del mundo sociocultural
6
. En el ámbito de la teoría literaria y los estudios
culturales, el ‘giro cultural’ se relaciona con enfoques como el posmodernismo, el
poscolonialismo y el feminismo, entre otros que cuestionan las narrativas totalizadoras
7
,
reconocen la multiplicidad de voces y perspectivas, y exploran cómo las identidades y las
prácticas culturales están en constante cambio y negociación. Por su parte, el nuevo
historicismo considera que los textos literarios son el resultado de una serie de complejas
relaciones intertextuales complejas y busca entender la forma en que las obras literarias están
entrelazadas con su contexto sociocultural y la manera en que contribuyen a la formación de
la conciencia colectiva y al debate público en su época (Booker, 1996, pág.138)
8
.
De hecho, en las últimas décadas, en las obras literarias se aumentan cada vez más las
referencias que se vinculan a las diversas concepciones sobre la naturaleza humana y social,
como el poder y la corrupción, la dinámica de desigualdad, la identidad y la diversidad, la
5
Para más detalles sobre la relación entre literatura y sociedad, véase Baxandall et al. (2006).
6
Miri Rubin (2002/2005) señala: “El ‘giro cultural’ contribuye a la explicación y a la comprensión del trabajo,
la economía y la política. Ninguna área de experiencia personal y colectiva está más allá de su uso” (pág.
172).
7
Según el planteamiento crítico de la metanarrativa propuesto por el filósofo y teórico francés Jean-François
Lyotard, en su obra La condición posmoderna (1979), los metarrelatos se consideran como discursos
totalizadores y multiabarcadores que proclaman la comprensión de hechos de carácter científico, histórico,
religioso y social de forma absolutista, y buscan ofrecer respuestas y soluciones universales a diversas
situaciones y problemas. En su obra, Lyotard argumenta que las metanarrativas de la modernidad, como el
marxismo, la Ilustración y la religión, han perdido su legitimidad en la era posmoderna. El teórico francés
sostiene que las personas son cada vez más escépticas respecto a estas narrativas totalizadoras y que la
posmodernidad se caracteriza por una incredulidad hacia las grandes narrativas. Las metanarrativas a menudo
se asocian con la idea de verdad universal y pueden utilizarse para legitimar sistemas de poder o ideologías
hegemónicas. Sin embargo, críticos posmodernos argumentan que estas narrativas tienden a simplificar en
exceso la complejidad de la realidad y a suprimir voces y perspectivas alternativas (Lyotard, 1979, pp. 7-8).
8
Este movimiento ha liberado a los historiadores y ha envalentonado al erudito literario (…)” (Rubin,
2002/2005, pág. 170). Según Miri Rubin (2002), el nuevo historicismo ha propiciado una convergencia entre
historiadores y estudiosos de la literatura, enfocada en “sentir lo real”, mediante un análisis textual de textos no
canónicos, en paralelo con las evidencias materiales de la vida cotidiana (pp. 89-90). En busca de comprender
la interacción y la influencia recíproca entre los textos literarios y el contexto histórico, este enfoque desafía las
concepciones tradicionales de la historia y la literatura, cuestionando sus supuestas fronteras herméticas.
Eirini Paraskeva
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violencia, los cambios sociales y los desafíos globales del futuro, entre otros, que tienen un
firme pretexto sociocultural. Los estrechos lazos que existen entre literatura y sociedad se
ponen de manifiesto en la narrativa de la escritora argentina Claudia Piñeiro y, más
específicamente, en su novela Las viudas de los jueves.
Como apunta Efthimia Pandis Pavlakis (2021), la novela de Piñeiro se enfoca en una etapa
histórica de la Argentina marcada por los errores políticos y económicos heredados de la
dictadura militar de Jorge Rafael Videla (1976-1981), destacando aspectos como la deuda
externa y la intervención del Fondo Monetario Internacional (Pandis Pavlakis, 2021, pág.
37). Cabe mencionar que, en la Argentina, la dictadura fue el punto de partida para una
profunda transformación de las relaciones económicas, cuyos efectos repercutieron
significativamente en la configuración social y económica del pas; en este perodo “se
interrumpe la industrialización sustitutiva y se impone un nuevo comportamiento económico
y social basado en la valorización financiera” (Basualdo, 2002, pág. 13). Esta época precede
a la presidencia de Raúl Alfonsín (1983-1989), quien, a pesar de sus esfuerzos por
democratizar a la Argentina, se vio obligado a priorizar la resolución de una severa crisis
económica, descrita como “el pas estaba en quiebra” (Rojas, 2003, pág. 92). Para abordar
esta crisis, Alfonsn implementó el “Plan Austral”, que incluyó la introducción del austral
como nueva moneda, reemplazando al peso argentino (Rojas, 2003, pág. 92). Sin embargo,
el manejo fiscal inadecuado por parte de los gobiernos provinciales, caracterizado por un
endeudamiento creciente, no solo falló en solucionar los problemas económicos, sino que
también propició una inflación descontrolada en 1989 (Rojas, 2003, pp. 92-94). Los últimos
meses del gobierno de Alfonsín estuvieron marcados por una devastadora hiperinflación, lo
que llevó a su salida anticipada del poder, faltando ciento ochenta días para completar su
mandato legal (Zicolillo, 2010, pág. 41). En este contexto de crisis económica, en 1989,
asumió la presidencia Carlos Menem (1989-1999) con la promesa de superar la crisis,
mediante políticas neoliberales centradas en la reforma del Estado, la desregulación
económica y el ajuste fiscal (Castro, 2001). Llairó y Palacio (2009) trazan los componentes
clave de la reforma implementada en el período menemista:
Las condiciones para el desarrollo de la política económica del gobierno menemista tuvieron
su origen en los efectos generados por el abrupto final de la confrontación ideológica
Este-Oeste y la consolidación de los principios de libertad económica, propios del
modelo de libre mercado.
La reforma económica que consolida el modelo de economía de mercado (instaurado
parcialmente ya desde mediados de los años setenta) comenzó luego de las dos
hiperinflaciones que azotaron los primeros años del gobierno menemista, llevándose
consigo la gestión de dos ministros de economía: Néstor Rapanelli (18/07/89-
18/12/89) y Erman González (19/12/89-04/02/91). Fue con Domingo Cavallo, en el
ministerio de Economía (01/03/91-04/08/96), que se inició el proceso de vaciamiento
y minimalización del Estado argentino, mediante la aplicación a ultranza de las
recetas ortodoxas impartidas por organismos internacionales de crédito (Fondo
Monetario Internacional y Banco Mundial). Los pilares de estas reformas económicas
pero también políticas y sociales fueron:
a. Frenar el proceso inflacionario
b. Reducir el déficit fiscal del Estado
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c. Atraer inversiones extranjeras
d. Inserción en el mercado de comercio internacional. (pág. 9)
Por lo tanto, resulta evidente que, en el mandato de Carlos Menem, se implementaron
reformas enfocadas en la austeridad fiscal y en fortalecer la confianza de los inversores
internacionales, respecto a la solidez económica de la Argentina. Estas políticas formaban
parte de una agenda neoliberal más amplia, vigente tanto en naciones industrializadas como
en las en desarrollo. El objetivo central era la reducción del papel del Estado en la economía,
promoviendo la liberalización de los mercados nacionales y su integración en la economía
mundial. Estas reformas se fundamentaron en la estabilización de la inflación como prioridad
máxima, relegando, en cierta medida, aspectos como el empleo y el ahorro. Las políticas de
Menem conllevaban una reestructuración profunda del aparato estatal, incluyendo recortes
sustanciales en el gasto público, la privatización de empresas estatales y la reorganización
administrativa hacia estructuras más pequeñas y descentralizadas (Llairó, Palacio, 2009)
9
.
Llairó y Palacio (2009) argumentan que, para combatir la inflación, el ministro Cavallo lanzó,
en 1991, una reforma monetaria (Ley 23928/91), estableciendo inicialmente un tipo de
cambio fijo de 10.000 australes por dólar estadounidense (Llairó, Palacio, 2009, pág. 9). La
Ley de Convertibilidad, como se la conoció, estableció una paridad entre el dólar y el austral,
primero, y posteriormente con el peso argentino bajo el esquema económico “uno a uno”.
Esta política resultó en una estabilización notable de las fluctuantes expectativas del mercado
financiero, reduciendo la inflación a niveles de deflación y estabilizando los precios de la
economía argentina. La medida generó un impacto positivo inmediato en la economía,
reflejado en la apreciación real del peso argentino y la disminución de la inflación,
evidenciado en un descenso notable del tipo de cambio real (Llairó, Palacio, 2009, pp. 9-10).
Además, este período de estabilidad económica, iniciado con el Plan de Convertibilidad,
también llevó a una estabilidad política e institucional significativa en la Argentina. Sin
embargo, como subrayan Llairó y Palacio (2009), más allá de su impacto directo en la
economía tangible, la reforma monetaria generó un efecto profundo psico-sociológico no
solo al interior del mercado nacional, sino también en la percepción de los acreedores e
inversores extranjeros. El pas se volvió más “confiable” a los ojos de los capitales
extranjeros, que retornarían luego en flujos significativos, durante la primera mitad de la
década del noventa. (pág. 10)
Por otra parte, este proceso trajo consigo una marcada desigualdad en la distribución del
ingreso. Según García Delgado (Clarín, 2002), la disparidad económica se acentuó de manera
alarmante: el 10% más rico de la población de Buenos Aires llegó a ganar 26,4 veces más
que el 10% más pobre (citado por Wortman, 2007, pág. 25). Esta situación permitió que un
sector privilegiado de la sociedad de Buenos Aires experimentara una mejora sustancial en
su situación financiera, escalando social y económicamente, lo que les permitió adoptar un
estilo de vida considerablemente más acomodado (Pandis Pavlakis, 2021, pág. 38). Laura
Raso (2010) desgrana los matices de la frenética aspiración argentina hacia un modelo de
sociedad “primermundista” durante la década de los noventa:
9
Para más detalles sobre la política económica de la Argentina neoliberal bajo la gestión menemista, véase
Llairó y Díaz (2009) y también Basualdo (2002).
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La adopción del brutal modelo del neoliberalismo en la Argentina de los años 90 trajo
aparejadas consecuencias no solo económicas (vaciamiento del Estado y su poder de
autorregulación, globalización de la economía), sino también el aumento de las
desigualdades sociales y la construcción discursiva de sujetos “exitosos” o
“perdedores”. La emergencia de urbanizaciones privadas fue uno de los síntomas de
esta década y, con ella, la consumación simbólica y efectiva de un imaginario que
dejaba “puertas afuera” a los desposedos de un sistema de feroz segregación. (pág.
25)
A su vez, Maristella Svampa (2001) subraya que el “fenómeno de segregación espacial tiene
por protagonistas a los ‘ganadores’ del proceso social actual, en el cual convergen grupos
pertenecientes a las clases altas y medias-altas consolidadas, así como, principalmente, a las
franjas exitosas de las clases medias”. (pág.16)
Claudia Piñeiro (2005) captura la realidad social en su novela, tejiendo una narrativa que
refleja con agudeza y detalle las tensiones y transformaciones de la sociedad argentina de
aquel entonces:
Nosotros nos mudamos a La Cascada a fines de los ochenta. Teníamos nuevo presidente.
Tendríamos que haberlo tenido a partir de diciembre, pero la hiperinflación y los
saqueos a los supermercados hicieron que el anterior dejara el sillón antes de terminar
el mandato. Por aquella época, la movida hacia los barrios cerrados de la periferia del
Gran Buenos Aires ni siquiera había arrancado. Eran pocos los que vivían en forma
permanente en Altos de la Cascada o en cualquier otro barrio cerrado o country. […]
fuimos los primeros que nos atrevimos a dejar para siempre el departamento en la
Capital a cambio de instalarnos all con toda la familia. […] Fui yo la que insist,
estaba segura de que vivir en La Cascada nos iba a cambiar la vida, de que
necesitábamos cortar con la ciudad. (pág. 31)
El fragmento citado, impregnado de un optimismo casi utópico, revela una época de euforia
exacerbada y una inclinación hacia ideales occidentalizados, poniendo de manifiesto así las
complejas dinámicas socioeconómicas y culturales que se entrelazaron con las promesas
electorales que llevaron a la Casa Rosada a Carlos Menem: “la ‘revolución productiva’, el
‘salariazo’ y el mucho más difuso y emocional […] ‘¡Sganme: no los voy a defraudar!’”
(Zicolillo, 2010, pág. 41).
No obstante, la debilidad inherente al modelo económico neoliberal empieza a quedar
expuesta durante la segunda mitad de los años noventa, “cuando la ‘apertura comercial y
financiera del pas’ no pudo resguardarlo del movimiento especulativo que azotó a algunos
países latinoamericanos y asiáticos, y cuando el índice de desempleo de la economía
comenzó a incrementarse en forma espectacular” (Llairó, Palacio, 2009, pp. 24-25).
Finalmente, en diciembre de 2001, la Argentina anunció su incumplimiento de pago de la
deuda soberana, lo que resultó en una de las peores crisis económicas y financieras de su
historia, con profundas implicaciones políticas, sociales y económicas, dejando una marca
duradera en la sociedad argentina. La acumulación de deuda, la sobrevaluación del peso, la
desigualdad y la falta de políticas efectivas para remediar los problemas económicos y
sociales contribuyeron a la inestabilidad económica y social, que finalmente estalló en la
crisis, cuyas bases se habían sentado en la década de los 90, durante un período de reformas
económicas y políticas neoliberales extremas (Llairó, Palacio, 2009, pp. 22-26). Es indicativo
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que, en el año 2002, el Producto Interno Bruto (PIB) de la Argentina experimentó una caída
del 21,8% en relación con el año 1998, mientras que la pobreza en las zonas urbanas alcanzó
al 57,5% de la población (Almonacid Z., 2018), reflejando la severidad de la crisis económica
y social que atravesaba el país. Llairó y Palacio (2009) sintetizan los problemas más críticos,
surgidos a raíz de la implementación durante una década de la política neoliberal en
Argentina, destacando los siguientes aspectos:
1. La privatización de la administración pública llevó a un desplazamiento masivo de
trabajadores, muchos de los cuales no encontraron oportunidades en el sector privado.
2. La distribución de ingresos favoreció a los estratos más ricos, exacerbando la
desigualdad en la redistribución de la riqueza.
3. Las desigualdades sociales se intensificaron y la marginalidad social surgió como un
fenómeno generalizado en las áreas urbanas.
4. El problema estructural de la corrupción gubernamental continuó sin soluciones
efectivas, perpetuando un ciclo de ineficiencia y desconfianza en el gobierno (Llairó,
Palacio, 2009, pág. 26).
Claudia Piñeiro (2005) ofrece una crítica incisiva y una reflexión profunda respecto a la
política neoliberal y su efecto en la sociedad argentina de esta época:
Es que el error de muchos […] fue creer que se poda vivir eternamente gastando tanto como
se ganaba. Y lo que se ganaba era mucho, y parecía eterno. Pero algún día se corta el
chorro, aunque nadie lo hubiera sospechado hasta no verse enjabonado en medio de
la bañadera, mirando hacia la flor de la ducha de donde no cae ya ni una gota de agua.
(pág. 270)
En este contexto sociopolítico e histórico se enmarca la novela de Claudia Piñeiro, Las viudas
de los jueves (2005), que aborda indirectamente las consecuencias sociales del menemismo
y el derrumbe de 2001. El viejo paradigma del género policial negro no es más que una
excusa para que se textualice esa “presencia amenazante sin la cual el argumento no tendra
razón de ser: la crisis, la tremenda crisis económica del 2001 que arrasó con la Argentina”
(Miriam Molero, como se citó en Infobae, 2020). Las viudas de los jueves es un ejemplo
prominente de la narrativa de la escritora argentina, que explora las complejidades de la
sociedad contemporánea y expone las contradicciones y los problemas profundos de la
sociedad argentina de la época. En su novela, Piñeiro trata temas muy diversos: la apariencia,
la falsedad y la superficialidad, la crisis económica y la corrupción, las relaciones humanas
y el detrimento de la moral en un contexto de crisis social, las cuestiones de género, entre
otros. Los temas se articulan a partir de las vidas y los secretos de los personajes femeninos
de la novela y sus familias, centrándose en la particular conexión que existe entre los socios
de esa urbanización privada, muy común en la Argentina de los años 90, el llamado country.
La acción de la novela transcurre en uno de esos countries en las afueras de Buenos Aires, a
principios de los años 2000, y pone en relieve los conflictos interpersonales que se
manifiestan en la interacción de los personajes
10
. Altos de la Cascada es el espacio cerrado
10
La decisión de Piñeiro de ambientar la narración de su novela en el marco de los countries es significativa.
El entorno cerrado de los barrios privados propicia la manifestación de conflictos interpersonales, algo que la
impersonalidad de la gran ciudad y de un edificio de apartamentos no permitira. La escritora explica que “si
hubiese presentado la acción en una torre, el que vive en el sexto piso no conoce al del segundo, manda a los
hijos a otro colegio, va a otros clubes y restaurantes; en cambio, la forma de barrio cerrado permite una
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del country en el que viven familias de nuevos ricos que comparten el mismo estilo de
vida: el de la clase alta y media-alta de los años 90. Piñeiro mira profundamente hacia esa
comunidad cerrada y observa la degradación que se venía generando en su seno. La imagen
de Altos de la Cascada se construye a través de historias fragmentadas de la vida cotidiana
en el country, narradas por diferentes voces, que se van entrelazando para crear “un
minucioso retrato social de los incluidos y los excluidos del sistema” (Cátedra Alfonso
Reyes, 2012) de la era menemista.
Las protagonistas son “las viudas de los jueves”, como el Tano Scaglia llama jocosamente a
las mujeres que se convierten, figurativamente, en viudas todos los jueves por la noche,
cuando sus maridos cenan y juegan a las cartas en una de sus casas (Piñeiro, 2005, pág. 243).
De esos encuentros varoniles semanales quedan excluidas las mujeres, quienes y por
tradición, desde tiempo atrás, ese día tenían que ir al cine (Piñeiro, 2005, pág. 20) o buscar
otras actividades sociales fuera de casa, sin la compañía de los esposos. Tradición que, según
cuenta la voz de los rumores
11
del colectivo del country, la respetaban todas las mujeres del
grupo, a excepción de Virginia Guevara, que hacía tiempo había dejado de acompañar a las
demás mujeres, utilizando diversas excusas que nadie se molestaba en analizar demasiado
y en voz baja todos atribuíamos su alejamiento a sus problemas económicos (Piñeiro, 2005,
pág. 20).
Imaginarios sociales en una sociedad ficticia
La familia de los Guevara era una de las primeras propietarias en Altos de Cascada, y
también, una de las primeras víctimas del colapso económico del país. Posicionados en un
rango inferior dentro del espacio de la clase media-alta de La Cascada, los Guevara se
convierten en tema de cuchicheo y crítica constante por el vecindario residencial. En el “edén
cercado” (Raso, 2010, pág. 25) de La Cascada, “de algo más de doscientas hectáreas
protegidas” (Piñeiro, 2005, pág. 25), con vigiladores privados, numerosos empleados de todo
tipo que se ocupan del día a día, y con la infraestructura apropiada (canchas de golf, tenis,
piletas, colegios, diversas áreas de recreo y otros servicios), las mujeres se dedican a
actividades culturales y deportivas, se cuidan con masajes semanales y participan en tareas
benéficas. Ellas viven en su propio mundo, desconectadas de la realidad del país, sin
necesidad de trabajar ni interés en asuntos políticos, económicos o sociales y, en la mayoría
de las veces, su única conexión con el mundo exterior se filtra a través de la perspectiva de
sus esposos (Pandis Pavlakis, 2021, pág. 40). Mientras las mujeres del country disfrutan de
su tiempo libre, la responsabilidad de generar ingresos recae exclusivamente en los hombres;
el Tano Scaglia era “Gerente General en una aseguradora holandesa” (Piñeiro, 2005, pág.
171), Martín Urovich director en una empresa multinacional (Piñeiro, 2005, pág. 272),
Ernesto Andrade “un prestigioso abogado” (Piñeiro, 2005, pág. 221), Alfredo Insúa una
interacción de los personajes y un mayor lugar para los conflictos” (Infobae, 2020). Estos complejos cerrados
han recibido una crítica feroz por su papel en la exacerbación de desigualdades, su impacto ambiental, su
contribución al urbanismo fragmentado y la desconexión social, planteando preguntas sobre la equidad, la
sostenibilidad y la responsabilidad social de quienes eligen vivir en su seno (Svampa, 2001, pp. 13-15).
11
La voz plural del rumor, según afirma la autora (de la primera persona del plural) es la del “nosotros”, que se
va armando, entre todos, en ese yo te dije, me dices, y tiene que ver con el rumor y no con la verdad
(Cátedra Alfonso Reyes, 2012).
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persona “que nadie que valorara los buenos contactos se atrevera a despreciar” (Piñeiro,
2005, pág. 255). Por lo tanto, las “Damas de los Altos” (Piñeiro, 2005), excepto Virginia
Guevara, eran mujeres de hombres con puestos de poder en altos cargos de prestigio, muy
bien remunerados, y “con una misma y única obsesión: mejorar o mantener el nivel de vida,
costase lo que costase” (Raso, 2010, pág. 29). Virginia es muy diferente a sus amigas-vecinas.
Con un marido desempleado y un hijo considerado como “raro” por los demás (Cátedra
Alfonso Reyes, 2012), es la única mujer en la comunidad que tiene, aunque por necesidad,
un trabajo. Ronie, su marido, perdió su empleo a mediados de la década de los 90, mucho
antes de que la crisis golpeara al país, y desde entonces no ha conseguido otro trabajo, excepto
un par de proyectos que nunca llegaron a materializarse por completo (Piñeiro, 2005, pp. 61-
62). Por eso, más que por afán empresarial, ella trabaja para sostener económicamente el
hogar (Piñeiro, 2005, pág. 61). De carácter fuerte y con los pies en el suelo, Virginia pronto
se da cuenta de que el desempleo de su marido no va a ser una situación pasajera, sino que
“Ronie ya no volvera a aportar a la economía familiar más que algunas ilusiones cargadas
de gastos (Piñeiro, 2005, pág. 105). Entonces, toma ella el liderazgo, convirtiéndose en el
principal “sostén” económico (Piñeiro, 2005, pág. 105) y la verdadera cabeza de familia. Sin
saber mucho de negocios (Piñeiro, 2005, pág. 32) y sin entender “demasiado de economa”
(Piñeiro, 2005, pág. 51), Virginia Guevara demuestra ser lo suficientemente perspicaz como
para captar el momento socioeconómico propicio, aprovechando la “euforia del bienestar de
los 90” (Piñeiro, 2005, pág. 105) y logra beneficiarse del sistema; así, Virginia (o Mavi, como
la conocen en su ámbito profesional) termina por montar su propia inmobiliaria en el interior
del country, trabajando exclusivamente dentro y para el espacio privilegiado y cerrado de La
Cascada. La voz narrativa plural de la comunidad le reconoce su éxito: “‘Mavi Guevara’ fue
la primera inmobiliaria manejada por alguien que conocía realmente La Cascada. Y a quien
nosotros conocamos”. (Piñeiro, 2005, pág. 62)
Sin embargo, en el entorno clasista y elitista de Altos de la Cascada, el caso de los Guevara
sobresale como una nota discordante en el aparentemente perfecto y exitoso universo de la
comunidad. En un espacio donde los personajes conforman roles tradicionales de género
12
una propuesta alternativa de jefatura de familia distinta a la tradicional provoca desequilibrio,
12
Las actividades vinculadas con el cuidado y la gestión doméstica se asocian, histórica y culturalmente, con
aspectos de la identidad femenina, en tanto que las de sostén económico del hogar con la masculina (Kessler-
Harris, 2002, pp. 101-102). La noción de domesticidad se refiere a la preferencia y apreciación de la vida
hogareña y sus rutinas. Implica una actitud y comportamiento centrados en el cuidado del hogar, valorando las
virtudes asociadas con esta elección de vida. En ese contexto, la buena esposa, el ama de casa, se apega a los
valores de la domesticidad, en la cual encuentra una fuente de seguridad económica, respetabilidad y prestigio
social. Alice Kessler-Harris (2002/2005) resalta el papel decisivo del concepto de domesticidad en el marco
interpretativo desde el enfoque de género: “La domesticidad ha dado un poderoso y tácito marco interpretativo
a los historiadores en un segundo aspecto. Sumidos en un orden de género aparentemente natural, los
historiadores han impuesto de forma persistente su propia visión de domesticidad sobre la conducta que buscan
analizar: proyectar niveles de satisfacción humana en línea con sus propias imágenes de planes domésticos
adecuados, o describir como fuentes de acción momentos que podrían causarles descontento. Todos estamos
familiarizados, por ejemplo, con las nociones a todas luces erróneas y, sin embargo, hasta hace poco
ampliamente mantenidas de que las mujeres no han “trabajado” y de que los hombres han mantenido la familia.
Durante años esta idea condujo a los que hacen el censo y a los historiadores a pasar por alto las contribuciones
económicas de las mujeres y a los reformadores sociales a sugerir políticas que minaban los esfuerzos de las
mujeres para sostener las familias (pp. 185-186).
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miedo e inseguridad. Entre risas, sarcasmo y una pizca de malicia, tres voces femeninas
(Nane, Teresa y Lala) construyen el más típico discurso del ideal de la domesticidad:
Habría que revisar la casa de los Guevara, ¿no? dijo Nane, y Teresa y Lala se rieron,
aunque Lala agregó: No seas guacha, que si Martín no consigue trabajo pronto, la
que voy a tener que terminar reformando la casa voy a ser yo.
O laburando se burló Teresa.
Eso, ni lo sueñes se rió Lala.
Lo tuyo es pasajero, pero ¿cuánto hace que los Guevara viven de lo que aporta Virginia?
A lo mejor Ronie no consigue laburo por el Feng Shui insistió Nane.
No estaría mal que probaran algún cambio de muebles remató Teresa en esta vida,
hay que probar de todo. (Piñeiro, 2005, pág. 133)
Es claro que la escritora pone en tela de juicio la cosmovisión de los personajes femeninos
en un escenario laboral inimaginable para el contexto social en el cual se desempeñan los
roles; que una mujer trabaje se percibe como un acto humillante, lo que implica una inversión
en los estereotipos de nero tradicionales. Respecto a esto, Dueñas Vargas (1999) señala
que,
Si bien la identificación de las mujeres con la maternidad y el hogar ha sido una constante en
la historia, lo que resulta nuevo en el siglo XIX es la creación de un discurso prolijo
sobre las bondades de la domesticidad y la expedita separación de los sexos en dos
esferas de actividad diferenciadas. Al varón se le asignaba un papel social en la esfera
pública de la producción y de la política, a la mujer se le remitía al recinto cerrado
del hogar. (pág. 34)
Además, Alice Kessler-Harris (2002), especialista en historia de género social, apunta que,
en el contexto de la teoría posmoderna, la masculinidad y la feminidad se convierten en
conceptos centrales a través de los cuales se interpreta la realidad o se analiza la conciencia
(pág. 100). En este marco, el concepto de género social aplicado en los estudios literarios
puede ser una herramienta interpretativa poderosa, facilitando la comprensión de las
complejidades de las identidades de género y la dinámica de poder asociada al género en la
sociedad
13
.
En la novela, los personajes femeninos están dispuestos a hacer caso omiso, a cerrar los ojos
ante cualquier cosa que pueda perturbar su mundo privado, con tal de mantener su imagen y
su reputación frente a la sociedad, siempre y cuando sus maridos sigan cumpliendo con el
papel de principal sostén económico del hogar, papel que termina convirtiéndose en eje
constitutivo de su identidad masculina. El diálogo entre Teresa y Lala en el otoño de 2000,
mientras Martín sigue desempleado, es revelador. Lala, llorando, confiesa sus sentimientos
de decepción y profundo desprecio hacia su marido a su amiga-vecina:
13
Empleando una noción complicada de género, imbricada con la raza y la clase, los historiadores la han
revelado como un importante eje del poder” (Kessler-Harris, 2002/2005, pág. 181). (…) “El enfoque de la teora
posmoderna, no solo en la identidad, sino en muchas identidades, introduce el género en la fórmula para evaluar
la conciencia, convirtiendo la masculinidad y la feminidad en los tropos centrales a través de los cuales se ofrece
la interpretación” (Kessler-Harris, 2002/2005, pág. 183).
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No lo aguanto más, ¿sabes lo que es tenerlo metido todo el día en casa? (Piñeiro, 2005,
pág. 178) […]
Desde que le pasó eso con el trabajo se puso muy obsesivo. No le digas a nadie, please,
pero lleva una planilla de gastos en la computadora y me vuelve loca.
¿Por qué no lo mandas a terapia?
¿Martín a terapia? ¿Con lo que cobra un analista? Ni loco va, está hecho un miserable, te
juro. Me prohibió hasta el té Twinings, ¿podes creer?
Con tipos así te queda una sola opción, mentirle. (Piñeiro, 2005, pp. 180-181)
Este último diálogo ilustra vívidamente la superficialidad y crisis moral entre los personajes
femeninos, reflejada en su excesiva preocupación por lo material y económico, que eclipsa
el bienestar emocional y psicológico. Lala expresa su frustración ante la transformación de
Martín, quien, obsesionado con la austeridad, llega al extremo de prohibir incluso pequeños
lujos como el Twinings. Esta actitud no solo revela una preocupante obsesión por el control
de los gastos, sino que también pone en evidencia cómo Martín se ha desviado de sus valores
iniciales, convirtiéndose en un ser defectuoso y miserable a los ojos de su esposa. Este cambio
subraya la profunda desconexión entre las prioridades materiales y las necesidades
emocionales, exacerbando los ya predominantes valores superficiales y frívolos en el círculo
de estas mujeres. Lala muestra indiferencia hacia la salud mental de su marido,
preocupándose más por la caída del estatus económico y la imposibilidad de mantener su
anterior estilo de vida lujoso y despreocupado. La sugerencia de Teresa a Lala de recurrir a
la mentira como un mecanismo para manejar los conflictos matrimoniales es indicativa de
una erosión significativa en los valores éticos, reflejando cómo las presiones financieras y
sociales pueden distorsionar las relaciones personales hasta el punto de la desintegración
moral. Este fragmento actúa como una lente crítica hacia la sociedad argentina de los
noventa, poniendo al descubierto una integridad y honestidad comprometidas en las
relaciones interpersonales. En este entorno, las mujeres del country continúan viviendo al
margen de las preocupaciones externas, incluso cuando la crisis se extiende por el barrio
privado y lo atraviesa todo, mientras que sus esposos luchan por mantener su nivel de vida y
preservar el status quo de la familia. Claudia Piñeiro (2020) subraya que los personajes
masculinos de la novela se constituyen a partir de los bienes que tienen. De alguna manera
son la casa que tienen, el auto que tienen, incluso la mujer que tienen, porque también las
ven como un bien. Entonces, cuando empiezan a perder lo que tienen, empiezan a perder
también lo que son. (Como se citó en Infobae, 2020)
No cabe duda de que el Tano Scaglia se sintió de esta manera cuando se enteró de que había
sido despedido. Para él, el despido y la posibilidad de perder sus posesiones representan una
derrota personal humillante y simbolizan la pérdida de su identidad masculina. Por eso, la
opción del suicidio planteado era la única respuesta que el Tano veía como válida ante la
pregunta de su esposa sobre si le habían ofrecido alguna otra oportunidad laboral, mientras
ella esperaba que él avanzara en la jerarquía laboral (Piñeiro, 2005, pág. 247-248). Él era
distinto a Ronie Guevara en cuanto a depender económicamente de su esposa, al igual que
Teresa, no se asemejaba a Virginia en su disposición para trabajar y aceptar restricciones
económicas familiares. Este intricado entramado de relaciones, donde Tano Scaglia y su
esposa se contrastan con personajes como Ronie Guevara y Virginia, no solo pone de relieve
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las diferencias en sus reacciones y adaptaciones a las realidades económicas cambiantes, sino
que, también, profundiza en la exploración de cómo la identidad masculina y el orgullo están
intrínsecamente ligados a la capacidad de asegurar el sustento familiar. La historia de Tano
resalta la vulnerabilidad de los personajes masculinos, ante los cambios socioeconómicos, y
cómo estas circunstancias desafían y redefinen sus roles tradicionales en la familia y la
sociedad.
Reflexiones
Para concluir, se puede señalar que Claudia Piñeiro, fiel a las recientes corrientes de la crítica
literaria, en su novela Las viudas de los jueves, manifiesta los estrechos lazos que existen
entre literatura, sociedad y cultura, y presenta figuras femeninas representativas del entorno
social de la época en la que se desarrolla la acción de la obra. La mayoría de ellas son seres
humanos frustrados, atrapados en matrimonios infelices y envueltos en una maraña de
mentiras, apariencias, egoísmo, hipocresía e interés mutuo. No obstante, Virginia Guevara
es el único personaje que sobresale, en contraste con las demás mujeres de la novela, y se
caracteriza por su sinceridad, realismo y practicidad. Ella vive y trabaja, preocupada por su
familia y especialmente por su esposo Ronie, quien, debido a la crisis económica del país, ha
perdido su trabajo e inútilmente busca algo nuevo. Así, ella le proporciona apoyo económico
no solo por necesidad, sino también por amor, buscando además razones para mantener su
vida en común (Piñeiro, 2005, pp. 56-57), destacando sus verdaderos lazos familiares, que
simbólicamente, a pesar del colapso económico, salvan la unión de la pareja. En última
instancia, la novela Las viudas de los jueves de Claudia Piñeiro se adentra en el corazón de
la lucha humana por la dignidad y el reconocimiento en un mundo donde las estructuras
socioeconómicas y las expectativas de género imponen desafíos significativos y, a veces,
insuperables.
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