Palabras clave: financiarización, uso del excedente, producciones primarias, Argentina.
Keywords: financialization, use of surplus, primary productions, Argentina.
Desde hace unos años, a nivel conceptual y en lo alusivo a las propuestas de intervención, ha ido ganando un protagonismo creciente la noción de “cadenas globales de valor” (CGV). En última instancia, lo que se desprende de este concepto nuevo es algo similar de lo que se seguía -y se sigue- del viejo postulado ricardiano: la mejor especialización productiva y la inserción internacional más eficiente para los países es la que resulta de jerarquizar las ventajas comparativas existentes, que en el caso de Argentina se corresponde centralmente con sectores basados en recursos naturales.
De modo estilizado, el enfoque de CGV plantea que para países con abundancia de recursos naturales, la opción más viable, si no la única en tiempos de globalización, pasa por potenciar las redes basadas en recursos naturales como plataforma para el desarrollo. Se trata de una propuesta que ha logrado congregar un amplio y variado consenso a nivel latinoamericano y mundial[1]. En el caso argentino, y a modo de ejemplo, cabe traer a colación los señalamientos de un documento oficial en el que se presentan los lineamientos básicos sobre el perfil productivo deseable para el país de cara al año 2030:
los recursos naturales serán disparadores esenciales del desarrollo, tanto en la forma de alimentos sofisticados como en la posibilidad de que el campo sea motor de la industrialización mediante eslabonamientos hacia atrás, en software de precisión, máquinas, servicios profesionales y de logística, marcas país, etc. (Presidencia de la Nación, 2017).
En oposición a esta visión predominante existe una importante producción académica que realiza una multiplicidad de críticas fundadas al modelo de desarrollo basado en las cadenas o redes conformadas a partir de los sectores primarios. Desde diversas aproximaciones, estas investigaciones han arrojado luz sobre las consecuencias que un régimen de acumulación asentado sobre tales bases tiene en términos de, entre otros aspectos, el horizonte del crecimiento económico y la estabilidad macroeconómica, la estructura empresaria, las formas de producción y sus implicancias en términos tecnológicos, territoriales y medioambientales, la ocupación y los niveles salariales y distributivos, etc.[2].
Dentro de estos enfoques críticos hay una línea que, hasta el momento, no ha sido lo suficientemente desarrollada con basamento empírico: aquella que posa su mirada sobre las lógicas de acumulación que priorizan los actores predominantes en las actividades basadas en recursos naturales.
Al respecto, en la fase capitalista actual se evidencia una suerte de subordinación del capital productivo al financiero. A partir de esta constatación, han surgido numerosos estudios de los que se desprende como conclusión general la creciente financiarización de las economías y, más específicamente, de las estrategias de acumulación de las empresas, en especial de las que integran los segmentos más concentrados del capital[3]. Sin embargo, hasta el momento pocos trabajos han abordado específicamente la forma que asume la financiarización en los sectores primarios[4].
En ese marco, y a partir de la recuperación de algunas contribuciones de la literatura sobre financiarización, el objetivo de este trabajo es aportar una serie de evidencias tendientes a captar ciertas especificidades del proceso de acumulación que se manifiesta en las producciones primarias de la Argentina durante los tres gobiernos del kirchnerismo, en 2003-2015. Se enfatiza en los sectores primarios porque constituyen la principal vía a través de la cual el país se inserta actualmente en las CGV y es al mismo tiempo la forma de inserción que este enfoque sugiere reforzar. La cobertura sectorial involucra al sector alimenticio, la hidrocarburífera y la forestal.
El objeto de estudio es abordado a partir del análisis de la evolución de indicadores que caracterizan la dinámica de acumulación de las empresas de los sectores seleccionados, haciendo hincapié en variables vinculadas a estrategias de financiarización. Para este análisis se escogieron ocho de las empresas más grandes del país en términos de facturación que se desenvuelven en distintos sectores primarios y se elaboró una serie de indicadores a partir de información contable de las mismas.
El texto se estructura de la siguiente manera. En la primera sección se analiza la trayectoria de la rentabilidad y la inversión en sectores primarios con vistas a problematizar una cuestión para nada menor: la llamada reticencia inversora. En la segunda sección se busca determinar los distintos usos del excedente que fueron priorizando los capitales que se desenvuelven en el ámbito de las producciones primarias de la Argentina. Cierran el trabajo unas breves reflexiones finales.
A partir de las preocupaciones analíticas planteadas en la introducción, en esta sección se problematiza la relación entre la tasa de rentabilidad y la de inversión en sectores abocados al procesamiento de recursos naturales. La relativa desconexión entre la evolución de ambas variables, que se expresa en una reducida reinversión de utilidades, ha sido problematizada desde diferentes aristas por varias investigaciones que analizan la dinámica de la acumulación del capital de las grandes empresas a escala global (Auvray, Dallery, Rigot, 2016; Krippner, 2005; Pérez Ártica, 2013; Serfati, 1999) y las especificidades del caso argentino (Azpiazu y Manzanelli, 2011; Cassini, 2015; Gaggero, Schorr y Wainer, 2014).
Dicho fenómeno tiene varias raíces y ha sido catalogado de diversas maneras: reticencia inversora, preferencia por la liquidez o exceso de ahorro. Una de sus causas más señaladas se asocia con la concentración y la centralización de los capitales. En tal sentido, se argumenta que las empresas líderes suelen funcionar con capacidad ociosa, de allí que ante un aumento de la demanda pueden incrementar sus niveles de producción sin necesidad de invertir grandes sumas de capital. En línea con lo anterior, se destaca la madurez tecno-productiva de los capitales concentrados, así como el control oligopólico que suelen detentar y ejercer en una multiplicidad de mercados, de lo cual se desprenden relativamente bajas tasas de inversión para mantener posicionamientos competitivos.
En el caso argentino se ha caracterizado a la etapa que siguió al abandono del régimen de convertibilidad como un momento de recomposición de las condiciones de reproducción del capital, sobre todo de los segmentos más concentrados. Se trata de un fenómeno estrechamente asociado a la importante devaluación que marcó el fin del esquema de caja de conversión y que, entre otras cosas, implicó una declinación pronunciada de los salarios y de la participación de los asalariados en el ingreso.
En ese escenario, las tasas de inversión no acompañaron los importantes aumentos de rentabilidad que experimentaron las grandes corporaciones. En el caso específico de los sectores aquí estudiados, es insoslayable reparar en el hecho de que el período analizado coincide con una coyuntura internacional de precios y de demanda sumamente favorable por varios años, lo cual posicionó a los capitales que se desenvuelven en estos ámbitos productivos en el podio de los ganadores del planteo económico que se desplegó.
Otro elemento que condiciona la tasa de inversión es la fuga de capitales. Las evidencias disponibles indican que en las últimas décadas, ante el auge de la financiarización a escala global, se han perfeccionado mecanismos financieros a través de salvoconductos en paraísos fiscales que permiten dirigir parte de los excedentes productivos para ser valorizados financieramente en el exterior (Gaggero, Rúa y Gaggero, 2013). Claramente las grandes empresas son las que poseen mayores mecanismos para lograr su cometido gracias a su influencia sobre varios renglones del balance de pagos. El hecho de que muchas de estas grandes empresas, más aún en los sectores primarios, sean de propiedad extranjera también impulsa la fuga de capitales por la remisión de utilidades a sus casas matrices y porque la estructura transnacional en la que se insertan les concede facilidades para sortear distintos tipos de restricciones cambiarias.
En el análisis de lo ocurrido durante el ciclo de gobiernos del kirchnerismo en la Argentina, diversos estudios han demostrado que, antes que apalancar procesos de ampliación del stock de capital, el incremento de la tasa y la masa de beneficios tuvo como contrapartida un salto notable en, por ejemplo, la fuga de capitales locales al exterior y la remisión de utilidades y dividendos, en ambos casos muy ligados a la operatoria del poder económico local (Manzanelli, 2016; Schorr y Wainer, 2017).
En estrecha relación con el punto anterior, algunos autores destacan como otro condicionante de la inversión reproductiva a la preferencia concedida por las grandes corporaciones a los activos líquidos. Puntualmente, en la fase capitalista actual los actores oligopólicos tienden a invertir en activos líquidos en busca de obtener ganancias con bajos niveles de riesgo. Esos beneficios pueden provenir tanto de la inversión en activos financieros, como en otros de carácter no financiero, pero que muchas veces se los utiliza como tales en la búsqueda de obtener ganancias patrimoniales a corto plazo para viabilizar ingentes y rápidas distribuciones de dividendos entre los accionistas. Así, se consuma una suerte de subordinación de los objetivos de las empresas productivas a las exigencias y la lógica del capital financiero (Arceo, 2011)[5].
Una vez reseñados los principales fundamentos económicos de la reticencia inversora, en lo que sigue nos abocamos a estudiar la evolución bajo los gobiernos del kirchnerismo de la tasa de inversión y la de rentabilidad en el ámbito de las producciones primarias. Para ello, se considera la evolución de la inversión neta fija -o inversión productiva-, los resultados operativos y los resultados financieros, todos en relación con el patrimonio neto para tener un denominador común que facilite comparaciones entre sectores y a lo largo del tiempo[6].
Se dirá que existe reticencia inversora cuando se presente una disociación entre la inversión productiva y los resultados operativos a lo largo del tiempo. Tal discrepancia podría clasificarse en dos tipos: a) en el nivel de las tasas, toda vez que el margen de beneficios es considerablemente mayor que el de inversión; y b) en su evolución, cuando el coeficiente de rentabilidad aumenta con el tiempo, pero la formación neta de capital no acompaña dicho movimiento.
Para ello se estudiaron los balances contables de ocho grandes firmas de los sectores abordados. Se trata de Cargill S.A.C.I. (Cargill), LDC Argentina S.A. (Dreyfus), Molinos Río de la Plata S.A. (Molinos), Cresud S.A.C.I.F. y A. (Cresud), ARAUCO Argentina S.A. (Arauco), YPF S.A. (YPF), Petrobras Argentina S.A. (Petrobras Argentina) y Pan American Energy (PAE).
Cargill, Dreyfus y Molinos se encuentran insertas en el sector de oleaginosas y cereales, el cual abarca la producción y la comercialización de granos y aceites vegetales, biocombustibles, etc.
Además, dentro de las actividades de Cargill y Molinos se incluye a la producción de alimentos elaborados, como fideos, arroz, yerba mate, harinas y aceites, entre otros. Por su parte, Cresud se aboca a la producción agropecuaria a través de las más de 700 mil hectáreas que concentra en la Argentina[7]. Finalmente, YPF, PAE[8] y Petrobras Argentina se desenvuelven en el ámbito hidrocarburífero, siendo la primera, la segunda y la tercera, petroleras más grandes de Argentina, respectivamente. En tanto, ARAUCO es una filial chilena destinada a la actividad forestal y su industrialización aguas abajo en la producción de maderas para muebles y la rama celulosa.
Las compañías que integran la muestra se desempeñan en rubros que fueron muy dinámicos en distintos tramos del ciclo kirchnerista que acumularon un excedente económico considerable. La utilización del mismo implicó diversas trayectorias en cada una de las firmas; ello, a raíz de determinantes macroeconómicos, sectoriales e incluso microeconómicos.
Los resultados de estas indagaciones quedan reflejados en los Gráfico 1a y 1b. Desde esta perspectiva se comprueba que, en el período analizado, en todos los sectores procesadores de materias primas mejoró notablemente la capacidad de generar valor, así como la apropiación del mismo por parte del capital. Dicha rentabilidad se encuentra asociada a la evolución de los precios de los commodities, dado que algunas firmas fueron afectadas tanto por el auge de los mismos como por su declive.
Gráfico 1. Argentina. Evolución de la tasa de rentabilidad operativa
y la tasa de inversión neta fija de una muestra de empresas,
2003-2015 (en porcentajes)
Panel a (empresas alimenticias)
Panel b (empresas energéticas y forestal)
Al focalizar el análisis en el sendero evolutivo de la inversión neta fija se puede observar que en los rubros asociados al procesamiento de recursos naturales tuvieron lugar trayectorias heterogéneas: mientras que la actividad agropecuaria y la industria alimenticia cerraron el período con un ratio inversor próximo al de 2003, en el caso de la producción de hidrocarburos los registros terminaron por ser superiores, sobre todo por lo ocurrido a partir de 2012. Más allá de las diferencias verificadas, en cada una de las producciones se corrobora que en la totalidad o en casi toda la etapa 2003-2015 las tasas de inversión productiva se ubicaron en niveles más reducidos que los márgenes de beneficios. En las empresas de la industria alimentaria se observa una creciente desconexión entre estas variables, lo cual es indicativo de que el fenómeno de la reticencia inversora fue más o menos intenso en estas ramas de actividad.
Hechas estas consideraciones generales, cabe adentrarse en lo sucedido en cada sector. En la producción hidrocarburífera, a partir de la renacionalización parcial de YPF, consumada a mediados de 2012, y de la implementación de diferentes modalidades de transferencias de recursos para hacer frente al escenario de crisis energética, la intervención del Estado nacional logró traccionar a la formación de capital en el sector. A tal punto que la tasa de inversión sobrepasó a la de rentabilidad, lo cual contrasta con la situación de los años previos en los que se aprecia una reticencia inversora ostensible[9].
Una situación parecida se pone de manifiesto al observar lo sucedido en la industria alimenticia. En este caso, entre los años analizados la formación neta de capital tendió a mantenerse constante, con una ligera tendencia al alza, al tiempo que la rentabilidad se expandió de modo considerable y en forma casi sistemática. La discrepancia entre ambas variables se ensancha a partir de 2007 (véase el caso de Molinos). En la única empresa del sector forestal (Arauco), la inversión neta fija fue incluso negativa durante la mayor parte del período.
En definitiva, de esta primera tanda de evidencias resulta que la reticencia inversora es un fenómeno que, con intensidades diversas, se encuentra difundido entre los sectores abocados al procesamiento de materias primas en la Argentina. La escasa vocación inversora constatada en estos rubros que, por diferentes razones, formaron parte del elenco de ganadores del esquema económico desenvuelto durante los gobiernos del kirchnerismo, arroja algunos elementos de juicio interesantes para la discusión con aquellos sectores que postulan que la mejor opción para el país pasa por estructurar su estrategia de desarrollo y de inserción internacional con eje en sus ventajas comparativas[10].
Ahora bien, la vigencia de tasas de reinversión de utilidades relativamente bajas en el contexto de una importante expansión en las condiciones para la acumulación y la reproducción ampliada del capital invita a reflexionar sobre los factores que concurren a explicar el nivel de recursos asignados a la formación neta de capital, lo mismo que sobre el destino del excedente que no se volcaron a ampliar las capacidades de producción en los sectores económicos analizados. A eso se aboca la sección que sigue.
Como se aludió, una proporción no menor de los fondos destinados a la inversión en las empresas de sectores primarios puede destinarse a colocaciones financieras en lugar de canalizarse hacia la formación neta de capital. De allí que resulte interesante analizar la evolución de la inversión productiva y la financiera en las diferentes actividades procesadoras de materias primas.
La estrategia de valorización financiera priorizada por las grandes empresas es lo que se conoce como fuga de capitales. La misma puede realizarse a través de diferentes vías, como la compra de activos en el exterior (sea financieros -divisas, títulos, acciones, depósitos- o físicos -inversiones inmobiliarias y en empresas-), a la cual, se le han agregado las partidas correspondientes a la remisión de utilidades y dividendos y pagos de intereses al exterior[11] y el establecimiento de precios de transferencia a través de distintos procedimientos (sobrefacturación de importaciones, subfacturación de exportaciones, servicios de deuda generados por créditos intrafirma, etc.). Algunos de estos mecanismos implican maniobras de elusión o evasión fiscal y para su despliegue se suelen utilizar compañías constituidas en paraísos fiscales, donde los requerimientos de información e impositivos suelen ser mucho menos exigentes que en otras jurisdicciones. Así, la fuga de capitales no sólo socava la capacidad recaudatoria del Estado, sino que también condiciona sobremanera el resultado del balance de pagos en países como Argentina.
Los resultados de estos cálculos se vuelcan en los gráficos 2a y 2b, donde también se incluye la inversión productiva, siempre en términos relativos al resultado operativo de cada actividad. La intensidad de la fuga se manifiesta en el hecho de que en varios años llegó a superar los registros destinados a la inversión productiva de las empresas[12].
En el ámbito de los sectores procesadores de materias primas, en un desempeño muy influido por las estrategias corporativas de las grandes firmas de la actividad -muchas de ellas pertenecientes a capitales extranjeros- la industria alimenticia fue la que mostró los mayores niveles de fuga de capitales, en particular hasta 2010. Al respecto, cabe incorporar dos observaciones. Primero, en casi todos los años previos a la puesta en práctica de los controles cambiarios, la salida de divisas en esta rama de actividad superó los montos destinados a la inversión neta. Segundo, el flujo de fuga de capitales se redujo parcialmente con la entrada en vigor de las restricciones cambiarias (llegó a representar cerca del 20% del excedente generado en la actividad), lo cual evidencia que las empresas encontraron algunos mecanismos para sortear esos límites. En ese escenario, los excedentes que no pudieron remitirse al exterior no se usaron para financiar inversiones productivas, sino que, como se podrá ver en la composición de los activos, se volcaron en parte a la toma de posiciones financieras. De modo que puede concluirse que las empresas alimenticias fueron especialmente dinámicas en lo que al despliegue de estrategias de valorización financiera se refiere, aun cuando se aplicaron ciertos controles sobre el uso de sus fondos.
Gráfico 2. Argentina. Evolución de la fuga de capitales
y la reinversión de resultados operativos de una muestra de empresas,
2003-2015 (en porcentajes)
Panel a (empresas alimenticias)
Panel b (empresas energéticas y forestal)
La producción hidrocarburífera también fue una actividad bastante dinámica en lo que se asocia con la salida de excedentes allende las fronteras nacionales. Hasta la reestatización parcial de YPF, y durante varios años, la canalización de recursos a la formación neta de capital fue inferior a los recursos enviados al exterior. Ahora bien, de la información sistematizada surge además que ni los controles cambiarios ni el regreso del Estado a la conducción de la empresa más grande del país posibilitaron aminorar la fuga de capitales, la que hacia el final de la serie comprometió algo más de la tercera parte de los beneficios sectoriales, una proporción que más que duplica a la que corresponde al resto de la economía argentina[13]/[14].
Tanto Cargill como Dreyfus -las dos controladas por capitales extranjeros- aumentaron sus capacidades productivas en una primera etapa (2003-2006). En estos años el excedente económico apropiado por las empresas se incrementó, lo cual les permitió fugar capitales y en simultáneo invertir en la ampliación de sus respectivas dotacionesde capital. En un segundo momento (2007-2011) pudieron incrementar sus capacidades de producción, pero tras la crisis internacional, priorizaron la fuga de capitales por sobre una mayor formación neta de capital. Es decir, la inversión compitió con la fuga dado que las casas matrices demandaron liquidez en un momento de caída de las ventas a nivel internacional. Finalmente, durante una tercera etapa (2012-2015), la inversión reproductiva fue débil[15]. Se trata de un momento en el que ambas empresas se vieron afectadas por la caída de los precios internacionales, al punto que sus ventas totales y sus exportaciones sufrieron un retroceso marcado. En estos años el excedente económico apropiado por el capital se achicó, de allí que la inversión y la fuga de capitales se redujeron con respecto a los otros períodos. Sumado a ello, en esta etapa se implementaron los controles en el mercado cambiario, los cuales condicionaron a las firmas en su afán de remitir excedentes al exterior.
En el caso de Molinos, la revisión de sus balances permite concluir que en los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner -en especial en 2004 y 2005- incrementó su capacidad productiva , mientras que en los años restantes este tipo de inversión se desaceleró en forma pronunciada. Ese menor ritmo inversor se asocia al hecho de que en el segmento de los alimentos elaborados, en el que esta compañía perteneciente al grupo local Pérez Companc es líder, tuvo lugar un proceso de concentración vinculado al desarrollo de marcas, lo que implicó un mayor destino de recursos a áreas vinculadas con el marketing, antes que al incremento de la capacidad instalada. La información provista por el gráfico de referencia permite concluir además que en los primeros años el volumen de sus resultados operativos le permitió incrementar tanto las capacidades productivas como la remisión al exterior de parte del excedente, que en un segundo momento (particularmente entre 2007 y 2010) jerarquizó la fuga de capitales y que en una última fase (2011-2015) ambas variables se expandieron levemente.
Al focalizar la indagación en Cresud, propiedad del conglomerado nacional IRSA, se observa que la formación neta de capital se expandió en dos momentos: entre 2003 y 2006 y, con menor intensidad relativa, en 2012-2015. En este punto corresponde introducir algunas menciones metodológicas en torno a la medición de la inversión en bienes de uso, dado que este ítem incluye la adquisición de hectáreas de tierras productivas con destino a la producción agropecuaria /[19]. Desde ya, la adquisición de tierras no genera un incremento general de las capacidades productivas, sino más bien un proceso de cambio de manos entre particulares. En ese marco, la compañía concentró sus esfuerzos en la compra de tierras en la primera etapa del período analizado, cuando su valor aún permanecía depreciado[20].
Por otro lado, la empresa Arauco priorizó la fuga de capitales en casi todos los años analizados. Esta estuvo explicada tanto por el giro de dividendos al exterior como por la adquisición de activos financieros en el extranjero. Se puede observar que a partir del año 2012, la capacidad de generar excedente de la firma expresada en su resultado operativo sobre el patrimonio neto, se fue deteriorando. Esto repercutió tanto en la inversión productiva como en la fuga de capitales. De esta forma, se comprueba que elevadas tasas de rentabilidad dinamizan la fuga de capitales por sobre los aumentos de capacidades productivas.
En líneas con las tendencias detectadas en la sección anterior, YPF, Petrobras Argentina y PAE evidenciaron una reducida inversión productiva hasta 2011, producto del intenso proceso de fuga de capitales que llevaron a cabo, sobre todo la firma controlada por entonces por Repsol. A partir de 2012, el Estado nacional delineó como política energética la expropiación y la reestatización parcial de YPF y la inversión centralizada en la explotación de Vaca Muerta, con el fin de sustituir las importaciones hidrocarburíferas. Esta formación se caracteriza por el empleo de nuevas técnicas de extracción (no convencionales) dado el tipo de recurso. Para ello, se debió destinar ingentes recursos para adquirir la experiencia necesaria, además de celebrar alianzas estratégicas con empresas extranjeras. En el caso de PAE también se observa en estos años una tendencia similar -declinación de la fuga de capitales y aumento de la formación neta de capital- pero los montos invertidos comprometen un porcentaje menor del excedente económico que en YPF[21]. Particularmente, la firma Petrobras Argentina dinamizó su fuga de capitales en el período 2007-2012, gracias a la venta de activos petroleros. De esta forma, la empresa priorizó la fuga tras los mayores ingresos en su flujo de caja producto de dichas ventas.
Dada la importancia y las implicancias diversas que tiene la dolarización del excedente, vale la pena realizar una serie de precisiones al respecto. En relación con los receptores de la fuga de capitales de las empresas mencionadas, se observa como denominador común la afluencia de recursos hacia filiales en paraísos fiscales o a países con menores cargas tributarias que la Argentina. Esas estructuras controlan, comercian o financian a las filiales radicadas en nuestro país; en consecuencia, la fuga de capitales asume la forma de dividendos girados, precios de transferencia en el comercio exterior, servicios adquiridos, formación de activos externos y pagos de intereses[22].
En lo que respecta a precios de transferencia, Molinos, Dreyfus y Cargill poseen reclamos de la AFIP por 571 millones de dólares, 469 millones y 89 millones, respectivamente. Estos valores se concentran particularmente en 2008. En cuanto a los socios comerciales que posibilitaron dichos sangrados de divisas, se remite a filiales en Chile para Molinos, en Suiza para Dreyfus y en Uruguay para Cargill.
En la formación de activos externos se destacan los casos de Dreyfus (309 millones de dólares), Arauco (172), Molinos (165 millones) y Cargill (54 millones). Estos montos se concentraron nuevamente en 2008, coincidente con el lockout de las patronales agropecuarias.
En el rubro de servicios adquiridos sobresalen los gastos de administración girados al extranjero por la sucursal argentina de Cargill -casi 100 millones de dólares entre 2004 y 2014, al tiempo que Dreyfus destinó alrededor de 10 millones por la adquisición de servicios a filiales afincadas en Suiza y los Países Bajos. Mientras que Petrobras Argentina realizó ostensibles compras a una ignota filial en las Islas Caimán por 457 millones. Una estrategia similar desplegó la YPF controlada por Repsol: en el período 2003-2011 erogó en concepto de servicios procedentes de España una cifra superior a los 1.000 millones de dólares.
En materia de intereses pagados a filiales del mismo holding propietario radicadas en paraísos fiscales, de las evidencias disponibles resaltan los casos de YPF -bajo la gestión de Repsol remitió a los Países Bajos una cifra cercana a los 30 millones de dólares-, Dreyfus (circa 30 millones al Reino Unido y los Países Bajos) y Cargill (más de 20 millones).
En lo que refiere al giro de utilidades y dividendos hacia las estructuras controlantes se destacan los siguientes casos: YPF con casi 13 mil millones dólares entre 2003-2011 concentrados hacia la casa matriz de Repsol en España; PAE con transferencias por 2.000 millones[23]; Cargill con remesas próximas a los 1.100 millones (período 2003-2014)[24]; Arauco remitió dividendos por 540 millones (período 2004-2015); Petrobras Argentina por 537 millones; Molinos con giros por 428 millones, destinados a su controlante en Delaware; Cresud, que distribuyó dividendos por 127 millones dirigidas a la red empresas de la familia Elsztain en Uruguay, Islas Bermudas e Islas Caimán; y Dreyfus, que destinó 107 millones hacia su controlante en Suiza.
En suma, sobre la base de la reticencia inversora, la principal conclusión de este apartado remite a que una parte del excedente generado en las actividades y apropiado por el capital tuvo por destino la fuga de capitales. Una explicación de este fenómeno es el tamaño relativamente reducido del mercado financiero argentino que lo vuelve incapaz de absorber las ganancias generadas por las empresas. Se trata de una comprobación relevante que arroja luz sobre una cuestión que no suele estar muy presente en los planteos de quienes sostienen que la mejor especialización posible para el país es aquella que se ordena a partir de sus ventajas comparativas: como se vio, el aporte de divisas que estas actividades generan vía exportaciones se ve reducido en mayor o menor grado por la fuga de capitales al exterior que se genera por diversos carriles. Ello sin mencionar que una proporción considerable del excedente de las firmas no tiene por destino la ampliación de las capacidades de producción, sino la adquisición de activos financieros[25].
La caracterización de las estrategias de acumulación de los sectores basados en recursos naturales no puede obviar un breve repaso por la composición del activo de las compañías que se desenvuelven en los diferentes espacios productivos (Gráfico 3a y 3b).
En las empresas alimenticias se observa una tendencia declinante de la importancia de los bienes de uso, al mismo tiempo que ganan representación los bienes de cambio, proceso que se explica por diversos factores.
La forma de gerenciar las empresas alimenticas fue cambiando a partir de la creciente injerencia del denominado agronegocio, que minimiza riesgos mediante la gestión flexible de los recursos productivos. Este modelo de negocios reduce los requerimientos de capital alquilando las tierras que explota y subcontratando servicios, al tiempo que disminuye la cantidad de tierras y maquinaria propia. El arrendamiento de tierras otorga flexibilidad para alcanzar el área de explotación óptima de acuerdo con la demanda esperada para la temporada, sin necesidad de inmovilizar capital (Arbeletche, Coppola y Paladino, 2012).
Al mismo tiempo, los bienes de cambio aumentan su participación en el activo porque las inversiones realizadas y los avances tecnológicos ampliaron la capacidad de almacenamiento de la cosecha, que es utilizada por las empresas para obtener ganancias especulando con el precio internacional de las materias primas y el nivel del tipo de cambio. En las empresas ganaderas, los bienes de cambio aumentaron a partir de 2010 cuando el ciclo ganadero inició una fase de retención en conjunción con un aumento del precio de la carne.
Dentro de la actividad alimenticia, el otro rubro del activo que crece en importancia son los créditos. Al respecto, se pueden identificar dos tipos de empresas agropecuarias: las que son únicamente productoras y las productoras-distribuidoras, que comercializan también mercaderías adquiridas a otros productores. El aumento de los créditos en el activo del sector agropecuario se vincula con el comercio exterior de las distribuidoras, ya que parte de las exportaciones son a pago financiado. También responde a que estas empresas proveen insumos tales como semillas y productos químicos a los productores durante la pre-campaña y con pago diferido hasta el momento de la cosecha. El hecho de que los productores recurran al financiamiento de este tipo de empresas puede explicarse en parte porque el reducido sistema financiero argentino no ofrece opciones adecuadas y suficientes.
Gráfico 3. Evolución de la composición de los activos de una muestra de empresas,
2003-2015 (en porcentajes)
Panel a (empresas alimenticias)
Panel b (empresas energéticas y forestal)
Considerando las particularidades de cada firma, puede verse que Cargill, Molinos y Dreyfus incrementaron a lo largo de la serie la incidencia de ciertos rubros ligados a activos líquidos. Tanto en Cargill como en Dreyfus, el peso relativo de los créditos corrientes aumentó en forma considerable. Esta variable incluye en su mayoría los préstamos otorgados a partes relacionadas, de los cuales se destacan los créditos por ventas y los financieros. De ello se infiere que el comercio exterior y su financiamiento por parte de las filiales argentinas resultan prioritarias en las respectivas estrategias de acumulación.
Los datos presentados sugieren que en el caso de Molinos los bienes de cambio aumentaron su ponderación de modo destacado, y que en Cargill y Dreyfus dicho rubro posee un importante peso relativo. De esta forma, las empresas retienen los bienes producidos para realizar ganancias patrimoniales al apreciar su valor a lo largo del tiempo. Estas ganancias no resultaron depreciables dependiendo del año tratado y llegaron a superar el 50% de las ganancias brutas por la actividad principal.
En contrapartida, la gravitación de los bienes de uso fue decayendo notablemente en Molinos, al tiempo que en Cargill este ítem se retrajo desde 2009 y en Dreyfus no se observa una tendencia concluyente. En los tres casos, la participación de los bienes de uso representó poco más del 20% de los activos totales, mientras que los rubros que aluden a una mayor liquidez superaron esa significación o se ubicaron en umbrales aproximados.
Al respecto, las evidencias presentadas permiten identificar ciertos años con elevada liquidez que se refleja en el ítem de caja y en inversiones financieras. Por ejemplo, en Cargill la sumatoria del rubro caja e inversiones financieras superó a los bienes de uso en 2013; lo propio ocurrió con Dreyfus en 2010 y 2015; en el caso de Molinos se aprecia cómo el rubro caja fue aumentando con el tiempo hasta alcanzar el 16% de los activos frente al 18% de los bienes de uso. Así, en los últimos años analizados estas empresas líderes de la producción agroindustrial decidieron priorizar una mayor liquidez, en lugar de volcar recursos a la inversión neta.
La revisión de la información contable de Cresud lleva a concluir que esta firma posee una clara estrategia de acumulación anclada en su consolidación como holding. En otras palabras, la empresa se dedica a la adquisición de participaciones en sociedades fomentando una estrategia de diversificación de sus actividades, a raíz de lo cual en la Argentina cuenta con presencia en sectores tan diversos como la actividad comercial, la bancaria, la turística y la agrícola. En 2015 adquirió un grupo empresario israelí, con actividad en dicho país, por lo que sus ingresos se quintuplicaron y se diversificó hacia segmentos como el comercio minorista, los seguros, las telecomunicaciones y la distribución de agroquímicos. Además, en 2012 creó un fondo común de inversión en las Islas Bermudas con activos por más de 500 millones de dólares.
Por otra parte, los bienes de cambio en la composición de los activos de Arauco poseen una elevada gravitación. Esto se debe a que la empresa adquiere ganancias patrimoniales con el cambio de valor de los bosques para su forestación. La concentración y centralización es parte constitutiva de su estrategia de acumulación para valorizar su capital a través de reiteradas compras de empresas ya existentes que posean una elevada composición de bienes de cambio en sus activos.
Finalmente, en la actividad petrolera, cabe destacar que la producción tuvo una composición más estable de sus activos en los años estudiados. En estos ámbitos el principal hecho a resaltar pasó por la importancia que asumieron los bienes de uso dentro del activo total de las firmas, lo cual es un resultado previsible dada la naturaleza de los procesos productivos involucrados, con importantes stocks de capital fijo. Un aspecto interesante que surge de los balances de YPF y Petrobras Argentina comprende los reiterados préstamos que realizaron estas firmas a filiales del mismo conglomerado en paraísos fiscales. El mismo fenómeno se puede notar en la firma Dreyfus. Es por ello que los créditos fueron abultados en ciertos años en las empresas mencionadas. Parte del excedente de las filiales en Argentina sirvió como ariete para financiar a los conglomerados en momentos de crisis internacional por medio de préstamos baratos.
Así, puede concluirse que el rasgo más saliente de la comercialización y el procesamiento de materias primas agropecuarias pasa por una retracción de la inversión en capital fijo, la búsqueda por minimizar riesgos y la acumulación de stocks con un criterio especulativo.
En definitiva, al indagar sobre las características más salientes de las estrategias desplegadas en 2003-2015 por las empresas seleccionadas se constata una lógica productiva con un componente importante de reticencia inversora y su correlato en la expansión de ciertas lógicas financieras, como fuga de capitales hacia guaridas fiscales motorizada por una amplia gama de instrumentos, preferencia por la liquidez, y otras.
A lo largo de este trabajo se analizó un conjunto de evidencias tendientes a caracterizar las estrategias de acumulación desplegadas en ámbitos ligados a la explotación y el procesamiento de recursos naturales en Argentina. Entre las principales conclusiones de las indagaciones realizadas se desprenden las siguientes.
En el período 2003-2015 las producciones primarias evidenciaron una reticencia inversora considerable. A instancias de la mejora en los precios -los internacionales y los relativos dentro de la economía doméstica-, el excedente económico generado en estos espacios creció mucho más que la inversión productiva, de ello se sigue que, incluso en un contexto favorable, los sectores vinculados a los recursos naturales no tuvieron un efecto derrame amplio. El sector hidrocarburífero es el único que durante el período cubierto por este trabajo revirtió este comportamiento reticente a la inversión y lo hizo a partir de 2012 cuando YPF fue renacionalizada parcialmente. Esta evidencia permite concluir que se requiere una activa intervención estatal para que la inserción en cadenas globales de valor genere algún efecto dinamizador sobre la economía, en consonancia con la experiencia de otros países que utilizaron exitosamente ese tipo de inserción para impulsar su desarrollo, por ejemplo, Corea del Sur y China.
La contracara de la reticencia inversora fue la creciente fuga de capitales, a la que se direccionó una parte del excedente que no tuvo por destino la ampliación de las capacidades productivas. Con mayor o menor grado, en los rubros analizados se pudo constatar una estrategia de diversificación de cartera a partir de la incorporación de activos líquidos, proceso agudizado en los años que siguieron a las restricciones cambiarias que, entre otras cosas, restringieron la salida de divisas por diferentes canales. Las evidencias compiladas sugieren que los sectores primarios no se diferenciaron mayormente del resto de la economía argentina en lo que atañe al desvío de parte del excedente económico hacia usos financieros. De ello se sigue que, en lo referido a dinamizar el incremento en las capacidades de producción, a estos sectores no se les puede atribuir un elemento diferenciador, tal como hacen, por lo general sin mayores fundamentos, aquellos que postulan la importancia de estructurar la especialización productiva y la inserción internacional del país a partir de redes o cadenas globales basadas en recursos naturales. No obstante, el volumen de excedente sobrante luego de cubrir la inversión productiva es abultado y la inversión financiera solo capta una fracción.
La acotada capacidad para absorber esos fondos que tiene el poco desarrollado sistema financiero doméstico, sumada a la recurrente inestabilidad macroeconómica, favorecen que una de las principales formas que adquiere la financiarización de la economía argentina sea su remisión al exterior. De allí que no resulte casual que la fuga por diferentes vías haya sido uno de los destinos del excedente económico privilegiado de los sectores afincados en el procesamiento de materias primas que, al dominar varios renglones del balance cambiario, pudieron enviar ingentes recursos al exterior.
Precisamente, un elemento distintivo de las producciones estudiadas respecto del resto de la economía es su ostensible inserción comercial externa que les otorga acceso a divisas y una amplia gama de vías para la fuga estrechamente asociadas a su propia reproducción productiva y comercial, las cuales incluyen el establecimiento de precios de transferencia en el manejo del comercio exterior, el pago de intereses por préstamos intrafirma y la remisión de utilidades y dividendos, en muchos casos utilizando sociedades relacionadas en paraísos fiscales. Así, las facilidades para la fuga de capitales que tienen los sectores basados en recursos naturales por su propia dinámica productivo-sectorial agravan la restricción externa, aumentan la volatilidad macroeconómica y restringen el crecimiento económico de largo plazo. Las restricciones cambiaras aminoraron parcialmente la fuga, pero no implicaron que esos fondos se volcaran a la inversión productiva, tarea que sin duda requiere de políticas productivas activas y perdurables.
La composición de los activos es otro elemento para destacar. En su fase actual, la economía capitalista se caracteriza por la vigencia de un régimen de acumulación que jerarquiza rendimientos de corto plazo, a raíz de ello la cartera de los activos de las empresas tiende a volverse cada vez más líquida con miras a reducir el capital inmovilizado. Así, es habitual que dentro del total de activos ganen creciente ponderación rubros como las disponibilidades, los créditos otorgados, las inversiones financieras y los bienes de cambio, todos ellos tienden a desplazar a los activos fijos. Al respecto, los datos analizados permiten concluir que en 2003-2015 los sectores procesadores de recursos naturales no escaparon a esta lógica de acumulación. Al mismo tiempo, las deficiencias del sector financiero local parecen ser cubiertas parcialmente por empresas productivas que otorgan financiamiento a clientes y proveedores, tal como refleja el aumento de los créditos otorgados. Por características tecno-productivas singulares, la rama hidrocarburífera es mucho más intensiva en activos fijos, lo cual no invalida la recurrencia a prácticas financieras por parte de las empresas con operatoria en tales esferas de la producción.
En suma, de las especificidades que asume la dinámica de la acumulación y la reproducción del capital en los sectores estudiados resultan varios argumentos para cuestionar el supuesto virtuosismo que sus defensores confieren al modelo de desarrollo basado en redes en torno de recursos naturales. Los relativamente bajos niveles de inversión productiva de estas actividades limitan la generación de eslabonamientos y capacidades tecnológicas locales. Muchos de los insumos son importados, lo mismo que los paquetes tecnológicos, por lo que generan escasos esfuerzos de innovación y encadenamientos virtuosos en el plano doméstico. La tecnología utilizada es mayormente de uso específico de estas actividades y no se traduce en mejoras en la competitividad para el resto de la economía. Tampoco se desarrollan eslabonamientos hacia adelante que transformen las exportaciones primarias en productos de mayor valor y conocimiento añadido, evidenciando las escasas oportunidades que ofrece este modo de participación en las cadenas globales de valor. Una proporción importante del excedente económico de estos sectores tiene como destino la fuga de capitales y la inversión financiera, recursos que obviamente no amplían las capacidades productivas del país.
Indudablemente, un modelo de desarrollo sostenible para un país con las características socio-económicas y demográficas de Argentina requiere la captación de parte importante de ese excedente para uso productivo en sectores que resulten mucho más dinámicos en materia de, por ejemplo, la formación de capital, la generación y la dinamización de encadenamientos tecno-productivos y la creación de puestos de trabajo.
[1] A título ilustrativo se remite a Bisang (2011), Fanelli (2011), Llach (2010), Marín (2016), Marín, Navas Alemán y Pérez (2013), Navajas (2011) y Pérez (2010).
[2] Entre otras contribuciones sobresalen las de Chang y Lin (2009), Fernández (2017), Gorenstein (2018), Gudynas (2013), Gutman y Lavarello (2008), Puyana y Costantino (2012) y Svampa y Viale (2014). En una perspectiva crítica también se encuentran los aportes originales sumamente vigentes de Diamand (1973) y Fajnzylber (1983).
[3] Arceo (2011) enfatiza que en la fase actual del capitalismo el objetivo principal de las corporaciones es “independizar en la mayor medida posible los rendimientos de la propiedad, en tanto que título financiero, de la suerte del capital productivo específico que ha dado origen al título y genera el beneficio, y permitir así la máxima diversificación del riesgo. Esto supone, a su vez, para el capital productivo, la exigencia de adoptar una estrategia centrada en la maximización de la tasa de ganancia en el corto plazo… y debe para ello considerar, a fin de alcanzar la meta de rentabilidad deseada, todas las opciones, incluida la venta de activos fijos, la compra de activos financieros, la adquisición o la fusión con otras empresas, etc., si ello permite aumentar el precio de las acciones y los dividendos repartidos a los accionistas. El resultado es una modificación radical en la gestión de las empresas”. En este texto y en la obra compilada por Chesnais (1999) se puede encontrar una sistematización bastante completa de los diferentes abordajes sobre financiarización.
[4] Al respecto, se destacan algunos trabajos que vinculan financiarización con reprimarización de economías emergentes, como los de Frenkel y Rapetti (2011), Gorenstein y Ortiz (2017) y Whittaker (2017), aunque desde aproximaciones analíticas diferentes a las contempladas en este estudio.
[5] Los activos líquidos poseen una rotación acelerada en la cartera, por lo tanto, demandan financiamiento en forma permanente y compiten por él con la inversión productiva.
[6] A los fines de captar ciertos rasgos distintivos de los sectores estudiados, en la sistematización y la presentación del material estadístico que se analiza, se decidió incluir las tendencias del resto de la economía. Este agregado surge de sustraerle a los datos correspondientes al conjunto de las actividades económicas aquellos que pertenecen a los rubros analizados y al sector financiero -en este último caso por cuanto se trata de una actividad que posee un comportamiento bastante diferente a las restantes y porque uno de los propósitos del estudio es evaluar a los sectores procesadores de materias primas en términos relativos al resto de la economía real de la Argentina-. Para más precisiones, véase el anexo metodológico.
[7] Se tomaron los balances individuales de la empresa dado que dentro de los consolidados se encuentra un amplio abanico de actividades.
[8] Comprende una asociación liderada por British Petroleum, con una participación minoritaria de Bridas Corporation, un joint venture entre el grupo Bulgheroni y la corporación china CNOOC Limited.
[9] Esa alteración en el sendero inversor sectorial está íntimamente asociado a la estrategia desplegada por YPF una vez concretado el proceso de reestatización parcial de su estructura accionaria, ya que la mayoría de las restantes empresas de la actividad mantuvieron una lógica de acumulación asentada en una escasa vocación inversora (Schorr y otros, 2015).
[10] En este punto vale la pena recalcar un rasgo distintivo del perfil inversor característico de las producciones primarias: la tendencia a la importación de paquetes tecnológicos, con escasos aportes en lo que refiere a la generación y la difusión de desarrollos nacionales, todo lo cual agudiza la problemática de la dependencia tecnológica.
[11] Se incluye el pago de intereses como mecanismo de fuga porque las empresas suelen recurrir a la toma de préstamos con empresas vinculadas en el exterior como una forma de girar utilidades. No obstante, una parte de los intereses pagados corresponde a préstamos genuinos que tienen por fin el financiamiento de la empresa.
[12] A partir de 2011 la fuga de capitales tendió a reducirse por la implementación de los controles cambiarios que, entre otras cuestiones, limitaron el giro de utilidades al exterior y la compra de activos externos, al tiempo que volvieron más exigentes las obligaciones de liquidación de divisas para los exportadores, en particular de bienes primarios.
[13] En este punto hay que tener presente lo antedicho en cuanto a que con la reestatización parcial de YPF la compañía modificó la estrategia que había desplegado en los años anteriores, como resultado de lo cual aumentó de modo considerable sus inversiones productivas en detrimento de la fuga de capitales, conducta que fue acompañada por muy pocas empresas de la actividad. De ello se deduce que la vigencia de relativamente elevados coeficientes de dolarización de los excedentes se relaciona con el desempeño de buena parte del resto del oligopolio sectorial.
[14] Las evidencias presentadas indican que en 2003-2015 la minería evidenció bajos niveles de fuga de capitales, la única excepción es 2014, pero el indicador está influido por el bajo resultado operativo de la actividad.
[15] Incluso Cargill vio disminuir su capacidad productiva a partir de 2012 dado que las amortizaciones fueron mayores que las inversiones concretadas.
[16] En estos años Molinos puso en funcionamiento algunas marcas de alimentos elaborados, así como un nuevo puerto en la localidad santafesina de San Lorenzo.
[17] Si bien se trata de una empresa de capital nacional, la controlante de Molinos se radica en un paraíso fiscal en Delaware, Estados Unidos.
[18] En 2003 Cresud era propietaria de 436 mil hectáreas y en 2015 informó la tenencia de 754 mil hectáreas.
[19] Las tierras de campo poseen ritmos de depreciación mucho menores en comparación al resto de los bienes de uso, de modo que se magnifica la inversión neta fija por la naturaleza del bien adquirido.
[20] En su balance de 2016, Cresud destaca que la empresa posee una estrategia de acumulación tendiente a la compra de suelo barato con bajas o nulas capacidades productivas para su posterior acondicionamiento y mejora a través de la aplicación de tecnología de punta. Esto le permite al suelo apreciar su valor para su venta posterior.
[21] Si bien, como se vio, la fuga de capitales en el sector hidrocarburífero tendió a declinar a partir de 2012, la necesidad de financiamiento para la explotación de un nuevo tipo de recurso se incrementó exponencialmente. En el caso de YPF, en 2013 se concretó un contrato de financiamiento con Chevron, a través de salvoconductos en paraísos fiscales. Los intereses pagados por parte de YPF no forman parte de la fuga de capitales de la empresa propiamente dicha, sino del sector en general, y del capital extranjero en particular.
[22] Los datos que se consignan a continuación surgen de los propios balances contables, los reclamos de la AFIP en cobros de impuestos a las ganancias y filtraciones por la compra de divisas para el giro hacia el exterior.
[23] La asociación que conforma PAE se encuentra controlada de parte de British Petroleum por estructuras radicadas Delaware, mientras que Bridas Corporation posee presencia en las Islas Vírgenes Británicas.
[24] Cargill es controlada por una filial en Canadá. En los últimos años se ha revelado información de los denominados Panamá Papers por la cual las agencias de servicios corporativos recomiendan a sus clientes la apertura de filiales en ese país producto de numerosos tratados bilaterales de tributación que posee, los cuales incluyen a los paraísos fiscales.
[25] En una economía como la argentina, con déficits recurrentes en el sector externo y en el fiscal, lo detectado en cuanto a la importancia que las empresas -lógicamente las de mayor envergadura- suelen conceder a la remesa de utilidades, el pago de intereses y el establecimiento de precios de transferencia constituye, sin lugar a dudas, un problema de primer orden. En particular, vale remarcar que, si no se los controla en forma adecuada, los precios de transferencia son un mecanismo muy útil para que las firmas eludan eventuales controles cambiarios y, en paralelo, el pago de impuestos en el país.