Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 49 | 2do. Semestre de 2018
científico debe permanecer libre de valores, de prejuicios, manteniendo
cierta distancia de la sociedad, debiendo realizarse de manera objetiva,
racional y neutral, y jamás estar sujeto a puntos de vista emocionales,
subjetivos ni tampoco políticos. Se parte de un acuerdo con las críticas
al androcentrismo, la ceguera de género y el universalismo (masculino)
en la investigación social, y la forma en que el conocimiento científico
supuestamente objetivo y apolítico ha contribuido a mantener la sub-
ordinación de las mujeres, críticas provenientes de las epistemologías
y metodologías feminista (DeVault, 1999; Harding, 2002; De Barbieri,
2002; Bartra, 2010). Desde la perspectiva adoptada, se busca producir
conocimiento que de cuenta de las opresiones sobre las mujeres, orien-
tada a superar la desigualdad y la subordinación, vinculando así ciencia
y política:
“[…] la investigación debe tener tanto un objetivo político como
uno puramente de generación de conocimiento […] La ciencia
no debería mantenerse por fuera de la sociedad pero debería
reconocer que está inextricablemente vinculada al orden social,
y debería luchar para mejorar ese orden social” (Green y Thoro-
good, 2009: 18).
Para la investigación se ensayó un metodología de investigación
feminista, tomando como referencia algunas premisas compartidas por
las autoras antes referenciadas. Ejemplo de éstas son los criterios para
una práctica de investigación distinta que sistematiza Marjorie DeVault
(1999), es decir, para el esbozo de una metodología feminista. Un pri-
mer criterio es llevar a cabo un trabajo de excavación, y en lugar de cen-
trarse en las preocupaciones de los hombres, develar las perspectivas de
las mujeres, visibilizando aquello que ha sido ignorado, censurado y/o
suprimido (DeVault, 1999). Es así que la pregunta sobre ¿dónde están
las mujeres? ha caracterizado a las investigaciones feministas (Bartra,
2010), para develar de esa manera aquello que hasta entonces habría
permanecido oculto. La autora comparte el objetivo de corregir el an-
drocentrismo en las Ciencias Sociales, y al igual que Joan Scott (1996)
rechaza la estrategia de sumar o añadir a las mujeres, debido a que mu-
chos de los problemas considerados importantes desde una perspectiva
masculina pueden no serlo para las mujeres, y muchos fenómenos ex-
perimentados por las mujeres requieren de explicación. Scott propone
superar dos estrategias que han adoptado las feministas en el campo de
la historiografía: la tendencia a compensar, la estrategia de describir
y la estrategia aditiva que añade clase, etnicidad, raza, entre otras, al
género. Propone el género como categoría de análisis para el estudio de
8 Lorena Rodríguez Lezica