Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 - 1er semestre de 2019
Izquierdas y trabajadores rurales en Uruguay
(1955-1959)
Agustín Juncal Pérez1
.....
Resumen
A comienzos de los años cincuenta los trabajadores rurales urugua-
yos presentaban serias dificultades para expresar sus necesidades y
demandas colectivas. No obstante, al promediar esa misma década,
el Partido Comunista y el Partido Socialista definieron brindar una
mayor atención a los problemas agrarios del país. Dos modificaciones
fueron sustanciales en este contexto: por un lado, el apoyo para el
surgimiento de organizaciones sindicales de los trabajadores rurales
y, por otro lado, brindar mayor espacio a la exposición de las condi-
ciones de vida de estos asalariados en las páginas de sus medios de
prensa escrita. Este artículo tiene como objetivo exponer ese proce-
so de acercamiento entre la izquierda y los trabajadores rurales que
generaron experiencias sindicales relevantes en tambos, arrozales y
remolacheras. Para ello, el artículo se apoya en diversas fuentes de
información: diarios de sesiones del Parlamento; publicaciones en los
medios de prensa vinculados al Partido Comunista y al Partido Socia-
lista; y por último, entrevistas con militantes.
1 Departamento de Sociología, Universidad de la República (Udelar), Uruguay. E-
mail: agustin.juncal@cienciassociales.edu.uy
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Palabras clave: Trabajadores rurales; Partido Comunista; Partido
Socialista; Uruguay.
Summary
Left and rural workers in Uruguay (1955-1959)
At the beginning of the 1950s, Uruguayan rural workers presented
serious difficulties in expressing their collective needs and demands.
However, by the middle of the same decade, the Communist Party
and the Socialist Party decided to give greater attention to the coun-
try’s agrarian problems. Two modifications were substantial in this
context: on the one hand, the support for the emergence of union
organizations of rural workers and, on the other hand, to give more
space to the exhibition of the living conditions of these employees
in the pages of their media of the written press. This article aims
to expose this process of rapprochement between the left and rural
workers that generated relevant union experiences in dairy farms,
rice fields and beets. For this, the article is supported by various
sources of information: daily sessions of the Parliament; publica-
tions in the press linked to the Communist Party and the Socialist
Party; and finally, interviews with militants.
Keywords: Rural workers; Communist Party; Socialist Party; Uru-
guay
Introducción
Entre 1945 y 1955 Uruguay construyó un Estado de bienestar so-
cial sobre la base de la industrialización dirigida por el Estado, iniciada
en los años treinta, y que generó un nuevo perfil en la composición de
la clase trabajadora (Bértola y Ocampo, 2013; Porrini, 2005). En 1943,
se regularon las relaciones colectivas de trabajo en los sectores de in-
dustria y comercio a través de la Ley 10.449 de Consejos de Salarios.
Con ello, se estimularon las negociaciones colectivas, pero expresamen-
te se establecieron dos excepciones: el trabajo rural y el servicio do-
stico.2 Entre 1943 y 1946 la situación de los trabajadores rurales fue
largamente discutida. A pesar de los dilatados debates parlamentarios
2 El trabajo rural y el servicio doméstico fueron incorporados a la negociación colecti-
va por intermedio del decreto nº 105/2005 del 7 de marzo de 2005. Sobre el proceso
de negociación colectiva y sindicalización del sector rural, pueden consultarse: Puc-
ci, Piñeiro, Juncal y Nión (2015) y Mascheroni (2011).
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que admitían las vulnerabilidades del trabajo rural, se optó por consa-
grar un régimen diferente a partir de un Estatuto del Trabajador Rural
(ETR).3 En resumen, los años cuarenta marcaron la diferenciación entre
trabajadores urbanos y trabajadores rurales, donde los primeros conta-
ban con mayor protección del derecho laboral (limitación de la jornada
laboral, negociación colectiva, asignaciones familiares, etc.). En 1954 el
batllismo del Partido Colorado, liderado por Luis Batlle Berres, volvió a
obtener el gobierno.4 A los pocos meses de gestión se hicieron evidentes
los primeros síntomas de agotamiento del modelo económico y sus con-
secuencias se manifestaron en las siguientes elecciones de 1958 con la
primera alternancia de partidos del siglo XX. Cuando el Partido Nacio-
nal (en alianza con el “ruralismo” liderado por Benito Nardone) triun
en los comicios de noviembre de 1958, los dos partidos de izquierda
insertos en el sistema político uruguayo (Partido Socialista y Partido
Comunista) estaban atravesando una renovación ideológica que se hizo
patente al transitar los años sesenta.5 Sin dudas, las transformaciones
3 El derrotero que conduce a la exclusión de los trabajadores rurales de la ley 10.449
(Consejos de Salarios) y la sanción del marco normativo por intermedio de la ley
10.809 (Estatuto del Trabajador Rural) puede encontrarse en Juncal (2018). Por
su parte, Porrini (1997) analiza la posición adoptada por la Asociación Rural del
Uruguay (1971) respecto a la normativa laboral del sector agropecuario entre 1943
y 1946. Vale mencionar que en 1943 los trabajadores de bosques, montes y turberas
fueron el único colectivo rural que consiguió su inclusión dentro de la normativa
de Consejos de Salarios por medio de la ley 10.471. Para más detalles, ver: Juncal
(2017: 62-66).
4 Luis Batlle Berres (1897-1964) fue presidente uruguayo entre 1947-1951 y entre
1955-1956 encabezó el Consejo Nacional de Gobierno (ejecutivo de forma colegiada)
del período 1955-1959. Hasta 1964 fue la máxima figura del batllismo, corriente
“progresista” dentro del Partido Colorado, fundado por su tío José Batlle y Ordo-
ñez (1856-1929) quien fue presidente uruguayo en dos oportunidades: 1903-1907 y
1911-1915.
5 El 25 de agosto de 1951 se conformó la Liga Federal de Acción Ruralista (LFAR)
con Domingo Bordaberry (1889-1952) como fundador, ideólogo y mentor del líder
Benito Nardone (1906-1964). Esta nueva expresión del “ruralismo” criticó a la Fe-
deración Rural (1915) por no “democratizar” y proponer una alianza más amplia de
todas las clases agrarias como forma de anticipar el ingreso del “marxismo” en el
campo uruguayo (Jacob, 1984). Nardone, desde sus medios de comunicación de CX
4 Radio Rural y Diario Rural, tuvo una prédica de fuerte oposición contra el gobier-
no batllista del Partido Colorado y generó en menos de una década un importante
crecimiento. El 16 de agosto de 1958 Nardone pactó con Luis Alberto de Herrera
(1873-1959), líder del herrerismo del Partido Nacional, un acuerdo electoral. En
noviembre de ese año la alianza “herrero-ruralista” consiguió el 49,7% de los votos
que permitieron vencer al Partido Colorado y obtener el gobierno. Para más detalles
sobre el “movimiento ruralista”, consultar: Jacob (1984), Jacob (1981a) y De Castro
(2001).
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más notorias ocurrieron como respuesta, de aprobación o rechazo, al
papel de la “lucha armada” luego de la revolución cubana (1959).6 En
ese marco contextual, existe una considerable acumulación que narra
las relaciones entre la situación de los trabajadores rurales y la “nueva
izquierda” uruguaya de los años sesenta. Varios estudios han puesto el
acento en la ligazón entre los asalariados de la caña de azúcar de Bella
Unión nucleados en la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas
(UTAA) y el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T).7
No obstante, en menor medida se ha prestado atención al alisis de los
trabajadores rurales durante los años cincuenta (como también sus ex-
presiones sindicales), sus relaciones con los partidos de izquierda y sus
respectivos efectos, en uno y otro caso. Por lo tanto, el propósito de este
artículo es indagar los vínculos entre las izquierdas políticas (socialista
y comunista) y las experiencias sindicales de los tambos, arrozales y
remolacheras durante el segundo lustro de los años cincuenta.8
¿Convertir el campo en ciudad?
Edward Palmer Thompson (1989) sostiene que la “clase” es un
fenómeno histórico que unifica una serie de sucesos dispares y apa-
rentemente desconectados en lo que se refiere a la materia prima de
la experiencia como a la conciencia” (Thompson, 1989: 1). En tal sen-
tido, hay tres cuestiones esenciales para entender la conformación de
la clase: a) la relación que se establece en un tiempo histórico; b) la
6 Para profundizar sobre la radicalización política y la “nueva izquierda” de los sesen-
ta pueden consultarse, entre otros, los estudios de Yaffé (2016), Marchesi y Yaf
(2010) y Rey Tristán (2005).
7 UTAA fue fundada en 1961 en Bella Unión (departamento de Artigas) y el MLN-T
surge en 1965 como organización guerrillera con Raúl Sendic como líder, quien des-
de comienzos de los sesenta organizaba y asesoraba a los trabajadores de la ca de
azúcar en el norte uruguayo. Entre 1962 y 1971 UTAA realizó cinco marchas desde
Bella Unión a Montevideo (620 kilómetros de distancia) que impactaron considera-
blemente en la sociedad uruguaya, particularmente en los sectores de la izquierda.
Sobre las marchas de los “peludos” de UTAA y los vínculos con la izquierda, puede
consultarse: Juncal (2015), Merenson (2010), Merenson (2009), Aldrighi (2009),
Rey Tristán (2005), Marchesi (2006), entre otros. Además, pueden consultarse va-
rias crónicas, en particular: Rosencof (2006) y Santana (2013).
8 Poniendo énfasis en el período 1940-1973, los trabajos de Latorre (1986), Latorre
(1993), Rocha (1993) y Gonlez Sierra (1994) constituyen antecedentes de referen-
cia sobre sindicalismo rural en Uruguay. Recientemente, Riella y Mascheroni (2019)
han resumido estos estudios para referir al período 1930-1990 en un artículo que
abarca hasta 2015.
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experiencia que se determina por las relaciones de producción; y c) el
nivel de conciencia que se manifiesta en las expresiones culturales de
la experiencia (tradiciones, sistema de valores, ideas, etc.) (Thompson,
1989: 2).9
Hace algo más de una década, al evaluar los estudios sobre cla-
se obrera en Uruguay, Porrini (2004) sostenía que la historiografía (al
igual que los estudios de las ciencias sociales) se habían centrado en
la narración de las experiencias urbanas. Al respecto, Porrini (2004)
se preguntaba “¿por qué la historiografía uruguaya se ha centrado casi
exclusivamente en la clase obrera urbana y montevideana, cuando, por
ejemplo, el fenómeno del peonaje ganadero y agrícola es anterior y tam-
bién relevante?” (Porrini, 2004: 186). Varias respuestas podrían ensa-
yarse. Una primera explicación radicaría en la cultura urbana como
barrera para el estudio del “peonaje rural” y las limitadas fuentes dis-
ponibles a tales efectos. Una segunda razón factible es la “dominación
simbólica” que indica Riella (2006), siguiendo los términos de Bour-
dieu, para expresar la imposición de los empresarios rurales ganaderos
de anteponer la “cultura rural” sobre la “cultura obrera”. En esa lógica,
se hizo manifiesta la dicotoa entre campo y ciudad, impulsada por el
“ruralismo”, para representar la “ciudad” como un lugar con distincio-
nes de “clase social” en contraposición a un medio rural armonioso y sin
diferencias. En otras palabras, las diferencias eran entre el campo y la
ciudad (Jacob, 1981a). Así, los empresarios ganaderos han defendiendo
una visión ideológica de la “gran familia del campo” que se ampara en
la concepción de que no existen intereses de clases antagónicos entre
empresarios y asalariados (Rezzano, 1960: 56).10
9 La definición de “clase” en Thompson presenta relación con el ambiente cultural que
describe Hoggart (2013). En un intento por ordenar el pensamiento de Hoggart, po-
dría señalarse que la clase obrera puede definirse en base a los siguientes criterios:
un sentido de “pertenencia” a un grupo social que comparte un conjunto determina-
do de “gustos” y “costumbres. Aunque el autor advierte sobre las dificultades que
existen a la hora de esbozar una única definición de “clase obrera” dado que sus
fronteras empíricas son permeables.
10 Al estudiar las relaciones laborales de la ganadea, Bolívar Moreira (2009) seña-
la la existencia de una “atmosfera cultural ruralista” compartida por empleados y
empleadores que establece una especie de modelación sobre el “ser rural”. Es decir,
esa “atmósfera cultural ruralista” modela lo deseable sobre un conjunto de ideas,
formas, preferencias, gustos, etc., al mismo tiempo que constituye una forma de
disciplina orientada hacia los futuros trabajadores asalariados.
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Números y cuentas: los trabajadores rurales en los años
cincuenta
La ausencia de Censos Nacionales de Población y Vivienda (CNPV)
entre 1908 y 1963, determina que deba recurrirse a los Censos Generales
Agropecuarios (CGA) para presentar la población rural del período.11 En
base a los CGA se pueden identificar dos momentos en la evolución de la
población rural entre 1937 y 1961: una primera etapa presenta el ascen-
so del número de habitantes rurales desde 342.359 (1937) hasta 413.859
(1956) y una segunda etapa registra una disminución del número de
habitantes que se ubica en 389.350 (1961) (Martí, 2003:10). En 1963, el
CNPV confirmó que la población rural no alcanzaba a 500.000 personas
y que un 80% de la población nacional residía en localidades urbanas,
ratificando el alto grado de urbanización de la población uruguaya.12
Estos datos coincidían con los estudios que caracterizaban la creciente
desocupación rural de la época. Así, el temprano “éxodo rural” desde los
años treinta se debía a varios factores: los problemas en el régimen de
tenencia de la tierra (la mitad de los productores eran propietarios y la
otra mitad arrendatarios y aparceros), las pésimas condiciones de vida y
las “atracciones” por la ciudad (Jacob, 1981b: 13-14). Este proceso sería
matizado por el estímulo a la agricultura entre 1935 y 1955, posibili-
tando incrementar el área agrícola en el marco de la industrialización
dirigida por el Estado. Luego, con la crisis del modelo económico y, fun-
damentalmente, a partir la asunción del gobierno de la “alianza herrero-
ruralista” (1959) la apertura comercial agroexportadora se impondría y
con ello el debilitamiento de la agricultura para el mercado interno y la
producción de industrias nacionales (Mar, 2003).
Las décadas de los cuarenta y cincuenta también evidencian la no-
toria limitación de las fuentes secundarias disponibles para la medición
de la estructura social agraria (patrones, productores familiares y asa-
lariados). Esto se debe, en primer término, a la ausencia de CNPV (entre
1908 y 1963) y, en segundo término, a las deficiencias de los CGA en el
registro del trabajo asalariado, dado que en esa época sus formularios no
11 No obstante, debe tenerse en cuenta que los CGA plantean algunas restricciones
para la medición de la población rural. La unidad de alisis de los CGA son las
explotaciones agropecuarias con extensión igual o mayor a una hecrea.
12 El CNPV de 1963 contabilizó 2.595.510 habitantes en el país. Apenas un 20% de la
población total del país, es decir casi medio millón (498.000 personas), residía en el
medio rural (Mar, 2003: 7).
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distinguían categorías laborales.13 Las estimaciones realizadas en inves-
tigaciones antecedentes señalan una significativa presencia de asalaria-
dos agropecuarios dentro de la estructura social agraria: 43% en 1937
según da Cunha (1998) y 50% en 1963 en base a Errandonea (1970).14
Trías, el “socialismo nacional” y la “reforma agraria
El Partido Socialista del Uruguay (PSU) fue fundado en 1910,
bajo el liderazgo de Emilio Frugoni15 y al año siguiente obtuvo una ban-
ca en la Cámara de Representantes. A comienzos de la siguiente década,
la mayoría de sus integrantes se mostraron favorables a aceptar las 21
condiciones de la Internacional Comunista de 1919 y se transformaron
en Partido Comunista del Uruguay (PCU) en 1921. El liderazgo de Fru-
goni, reticente al cambio, quedó en minoría y significó la salida de la
estructura partidaria y posterior refundación del PSU. De allí en más,
los socialistas combinarían elementos del marxismo (pero lejanos del
leninismo desde los sucesos de 1919) y del liberalismo político (elemen-
to que se reforzó aún más con el golpe de Estado de 1933) (Yaffé, 2016:
13 Los CGA distinguen entre población agrícola y población trabajadora. Entre 1937 y
1961 los formularios del CGA (más rudimentarios que los actuales) no distinguían
categorías laborales (por ejemplo, asalariados y patrones) dentro de la población
trabajadora rural. A su vez, vale tener presente que los CGA sub-registran a los asa-
lariados zafrales debido a que la unidad de análisis son las explotaciones agropecua-
rias mayores a una hecrea y el relevamiento suele realizarse en momentos de baja
actividad zafral.
14 El trabajo de da Cunha (1998) brinda una estimación a partir de dos fuentes. Por
un lado, obtiene del Censo General Agropecuario (CGA) de 1937 el total de la “po-
blación trabajadora” (160.233 personas) donde no se diferencia entre patrones,
productores familiares y asalariados. Por otro lado, añade la estimación de 70.000
asalariados agropecuarios realizada por Roberto Graña en 1945. Así llega al 43% de
asalariados. Ahora bien, la estimación de Graña es un tanto diferente a la realizada,
en 1943, por el ministro de Ganadea y Agricultura, Ing. Agr. Gonlez Vidart, que
sitúa en 80.000 los asalariados que se desempeñaban en tareas agropecuarias. Sin
embargo, ni Gra ni González Vidart explicitan los aspectos metodológicos. Para
s detalles, ver: Sica, R.O. (1943). «Salarios de los trabajadores rurales». Marcha,
n.° 190, 2 de julio 1943, última página. Por otra parte, Errandonea (1970) realiza
una estimación en base al Censo Nacional de Población y Vivienda de 1963.
15 Emilio Frugoni (1880-1969) nació en Montevideo. Fue abogado, profesor universita-
rio, decano de la Facultad de Derecho (1933) y fundador del Partido Socialista. Di-
putado socialista en varios períodos: 1911-1914, 1920-1921, 1928-1933, 1934-1939 y
1940-1942. En 1942 fue designado ministro plenipotenciario en la URSS, donde por
discrepancias con el régimen soviético renunció en 1944.
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130-136).16 Por lo tanto, en el plano internacional, mantuvieron críticas
hacia el régimen soviético y, en el plano nacional, sostuvieron una es-
trategia “reformista” para realizar transformaciones graduales desde
la acción parlamentaria. Además, fueron extremadamente críticos del
PCU por seguir orientaciones desde Moscú. En síntesis, originariamente
el PSU abono la “meta revolucionaria” desde una estrategia de “evolu-
ción legislativa” (Yaffé, 2016: 133). Desde 1922, luego de la refunda-
ción, el semanario El Sol se convirtió en el principal difusor de las ideas
socialistas en la prensa escrita.
En los años cuarenta y cincuenta los socialistas consiguieron au-
mentar su caudal electoral. Así, pasaron de los 9.036 votos en 1942
(equivalente al 1,5% del electorado nacional) a las 35.478 adhesiones
de 1958 que representaron un 3,5% del padrón electoral (Caetano y
Rilla, 1995: 24). Dichos resultados significaron elevar gradualmente la
representación parlamentaria en los años cincuenta. En 1955, Germán
D’Elía, Mario Cassinoni (que renunció en 1956 y en su lugar asumió
Vivian Trías) y Arturo Dubra ocupaban bancas en la Cámara de Repre-
sentantes y, por primera vez, José Pedro Cardoso representaba a los
socialistas con una banca en el Senado de la República. El PSU repetia
sus resultados en los comicios de 1958 y los cuatro legisladores retu-
vieron sus respectivas bancas. A pesar del avance electoral de los años
cincuenta, los socialistas seguían teniendo un rol marginal dentro del
sistema político. Además, contaban con un electorado mayoritariamen-
te montevideano, dado que solamente entre un 20% y 25% de sus votos
procedieron del interior del país (interior urbano y el medio rural).17
Entre el 29 Congreso (junio 1953) y el 30 Congreso (octubre
1955) un grupo de jóvenes renovadores irrumpió en la interna partida-
16 El golpe conservador del 31 de marzo de 1933 fue realizado por el presidente Gabriel
Terra del Partido Colorado en alianza con el sector herrerista del Partido Nacional.
El terrismo (1933-1938) realizó una reforma constitucional conservadora en 1934.
En 1938 asumió la presidencia de Alfredo Baldomir del Partido Colorado y bajo
otro golpe de Estado en 1942 (considerado como “golpe bueno”), se sancionó una
nueva Constitución, ese mismo año, que restauró las garantías democráticas previas
a 1933. La partidocracia uruguaya se desarrolló sin alteraciones hasta el golpe civil-
militar del presidente colorado José María Bordaberry ocurrido el 27 de junio de
1973. Para más detalles, ver: Ruiz (2008a), Ruiz (2008b), Caetano y Rilla (1995).
17 Elaboración propia para el período 1942-1958 en base a información del Banco de
Datos de la FCS, Udelar. Los datos no permiten discriminar cuáles son votos del
interior urbano y cles son votos rurales. Fuente: Banco de Datos de la Facultad de
Ciencias Sociales, Udelar. Disponible en: http://cienciassociales.edu.uy/bancosde-
datos/elecciones-legislativas-legislative-elections/
100 Agustín Juncal Pérez
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ria, bajo el liderazgo de Vivian Trías,18 e impulsó una serie de cambios.
Entre 1956 y 1962, el PSU fue atravesado por varias modificaciones
lentas y graduales (en el 15 Congreso Extraordinario de mayo de 1957
se modificó el reglamento y las formas electivas del Comité Ejecutivo
Nacional) que dieron como resultado una significativa transformación
ideológica y organizativa (Yaffé, 2016: 137). Con Trías en el lugar de
nuevo secretario general desde 1960 se hizo visible la mutación hacia
un “socialismo nacional” que desplazó al “socialismo democrático”.19
La nueva concepción ideológica llevó a desconfiar cada vez más de los
alcances de la democracia liberal (que pautaron la matriz ideológica de
la primera mitad del siglo XX), al tiempo que fue aproximando a los so-
cialistas hacia el leninismo y el nacionalismo popular.20 Todo ello sirv
de plataforma para una nueva estrategia que se cimentó en la posibili-
dad de establecer alianzas con otros actores sociales y políticos. Allí las
únicas excepciones serían los partidos tradicionales (concebidos como
representantes de la “burguesía”) y el PCU (Yaffé, 2016: 136-147).21
En ese contexto, el trabajo de González Sierra (1994:47) sostiene
que los socialistas comienzan su preocupación por la situación de los
trabajadores rurales recién a inicios de los años cincuenta con la apari-
18 Vivian Trías (1922-1980) nació en Las Piedras (Canelones). Fue profesor de Historia.
En 1946 se afilió al PSU donde militó en las juventudes socialistas. En 1951 fue ele-
gido para integrar el Comité Ejecutivo Nacional. Fue diputado nacional en tres pe-
ríodos: 1956-1958 (asumió la banca tras la renuncia de Mario Cassinoni), 1959-1962
y 1972-1973 (interrumpido por el golpe de Estado de 1973). En 1960 se convirtió en
secretario general del PSU en lugar de Emilio Frugoni (finalizando un liderazgo de
medio siglo).
19 En 1963, Frugoni renunció al Partido Socialista (Yaffé, 2016: 137).
20 En2018documentosdelosserviciosdeinteligenciadelaStátníbezpnost(StB)
de Checoslovaquia sacudieron a la izquierda uruguaya. Dicha documentación revela
que Trías, bajo el nombre de “agente Ríos, actuó como espía para ese país entre
1956 y 1977. Un interesante estudio sobre esta revelación, se encuentra en la recien-
te investigación de López D’Alessandro (2019) donde analiza la documentación de
la inteligencia checoslovaca y aporta otra mirada para comprender el acercamiento
de los socialistas uruguayos hacia el marxismo-leninismo.
21 En 1962 los socialistas formaron una alianza (denominada Unión Nacional y Popu-
lar) con un grupo escindido del Partido Nacional que lideraba Enrique Erro (Yaffé,
2016:143-144). Acudieron bajo el lema de Unión Popular a las elecciones de 1962
y obtuvieron el 2,3%. La UP consiguió dos bancas de diputados que fueron para el
grupo de Erro. En 1966 volvió a presentarse a los comicios bajo el lema Partido So-
cialista y obtuvieron el 0,9% (Caetano y Rilla, 1995: 24). Estos resultados excluyeron
a los socialistas del Parlamento entre 1962 y 1971. El 5 de febrero de 1971 fueron
parte de la fundación del Frente Amplio que obtuvo el 18,3% del electorado de ese
año. De ese modo, Tas consiguió una banca de diputado para el período 1972-1976
pero que rápidamente sea interrumpido por la dictadura uruguaya (1973-1985).
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ción del grupo renovador. Anteriormente, Frugoni había redactado un
proyecto de reforma agraria que fue presentado al Parlamento en tres
oportunidades (1913, 1940 y 1943) pero, en cambio, el histórico líder
del PSU contemplaba a los asalariados agrarios de forma peyorativa
(Rovetta, 1961: 29; González Sierra, 1994: 48).22 Una nueva mirada
teórica sobre los problemas agrarios se concibe con Trías donde apa-
recen dos cuestiones novedosas. En primer lugar, la reforma agraria
se estimaba estratégica por dos motivos: en el plazo inmediato como
forma de mejorar el nivel de vida de las “masas campesinas” y, en el
largo plazo, para garantizar el desarrollo económico del país (González
Sierra, 1994: 47-48). En su obra “Reforma agraria en el Uruguay, Trías
(1961) apuntaba a su urgente necesidad partiendo de tres premisas: a)
el estancamiento de la producción ganadera (los diagnósticos coinci-
dían en que era visible, por lo menos, desde los años treinta); b) la fuer-
te concentración de la tenencia de la tierra (según su estudio unas 500
familias poseían la totalidad de la tierra agropecuaria uruguaya); y c)
el evidente atraso técnico de la producción agraria. En tal sentido, Trías
sostendría que “el régimen de tenencia está dominado por dos realida-
des igualmente antieconómicas y antisociales: latifundio y minifundio”
(Trías, 1990: 83). En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior,
había que propiciar la organización sindical en el medio agrario donde
se identificaba a los trabajadores rurales como “la clase social más ex-
plotada del Uruguay” (Trías, 1961: 60).
Arismendi, el “viraje” comunista y la “búsqueda del
campesino revolucionario”
El PCU (luego de la transformación ocurrida en 1921) surge
como un partido de ideoloa marxista-leninista que se situaba bajo el
internacionalismo al ritmo de las orientaciones de la Unión Soviética.
Sin embargo, sin catalogarlo como una contradicción con lo anterior,
los comunistas se sumergieron tempranamente dentro de las reglas de
22 El proyecto redactado por Frugoni proponía un “Instituto Nacional de Colonización
y Reforma Agraria”. Fue presentado por él mismo en 1913 y 1940 en la Cámara de
Representantes y, posteriormente, por el diputado socialista Cardoso el 2 de agosto
de 1943 (Rovetta, 1961: 29). Por su parte, según sostiene González Sierra (1994),
en 1953, Frugoni haba calificado a los asalariados rurales como “plebe sumisa y
despreciable que, sin aspiraciones ni gérmenes de capacidad política, no pudo ser
un actor espontáneo y consciente (...) y sólo intervino como oscuro servidor de la
burguesía”. (Gonlez Sierra, 1994: 48).
102 Agustín Juncal Pérez
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
la democracia liberal (Yaffé, 2016: 176-179). En 1926 obtuvieron una
banca en la Cámara de Representantes, aunque adoptaron una postu-
ra “anti-sistémica” y crítica hacia el “reformismo” implementado por
los socialistas. A lo largo de tres décadas fueron despojándose, pau-
latinamente, del “extremismo revolucionario” original. Así, pasaron
del “frente único” (1921) y del “clase contra clase” (1928) de los años
veinte a colocar sus energías en la conformación de “frentes populares”
(1935-1945) para enfrentar al fascismo (Yaffé, 2016: 180). Ello derivó
en denodados esfuerzos por cultivar alianzas con socialistas o incluso
brindar apoyos al gobierno colorado de Amézaga entre 1943 y 1947
(Yaffé, 2016: 180-181).
En los años cuarenta los comunistas obtuvieron su mejor des-
empeño electoral del período: pasaron de 14.330 votos de 1942, que
significaba el 2,4% del electorado, a los 32.680 votos de 1946 que re-
presentaba el 5% del electorado nacional. Es decir, en cuatro años du-
plicaron los votos y consiguieron para la legislatura de 1947-1951 cinco
diputados (Antonio Richero, Enrique Rodríguez, Rodney Arismendi,
Héctor Rodríguez y Carlos Leone) y una banca en el senado para Julia
Arévalo.23 Sin embargo, su desempeño electoral fue menguando con-
siderablemente en las siguientes tres elecciones (1950, 1954 y 1958)
donde apenas obtuvieron dos bancas en la Cámara de Representantes y
ninguna en la Cámara de Senadores entre 1951 y 1962.24 Al igual que el
PSU, su base electoral era montevideana donde los comunistas recogían
al menos el 77% de sus adhesiones.25
En 1955 se produce un “golpe” partidario que suplantó la conduc-
ción política de Eugenio Gómez,26 a la que se acusaba de “centralista” y
de cometer el “apartamiento consciente y mal intencionado” de las defi-
niciones ideológicas del PCU (Yaffé, 2016: 189; Turiansky, 2010: 21). La
23 En 1946 Julia Avalo se convirtió en la primera senadora comunista de América
latina.
24 En el período de estudio, sus diputados fueron Antonio Richero y Rodney Arismendi
(1951-1955) y Rodney Arismendi y Enrique Pastorino (1955-1959).
25 Elaboración propia para el período 1942-1958 en base a información del Banco de
Datos de la FCS, Udelar. Los datos no permiten discriminar cuáles son votos del
interior urbano y cles son votos rurales. Fuente: Banco de Datos de la Facultad de
Ciencias Sociales, Udelar. Disponible en: http://cienciassociales.edu.uy/bancosde-
datos/elecciones-legislativas-legislative-elections
26 Eugenio Gómez (1892-1973) nació en Montevideo. Fue fundador del Partido Comu-
nista y su primer secretario general hasta 1955 cuando fue apartado y expulsado
junto a su hijo Eugenio Gómez Chiribao. Los detalles sobre su deposición pueden
consultarse en Leibner (2011: 227-268).
Izquierdas y trabajadores rurales en Uruguay (1955-1959) 103
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
brusca modificación que llevó a Rodney Arismendi27 a ocupar el cargo de
secretario general pretendió “retomar los principios básicos de la meto-
dología marxista, el análisis de la realidad concreta, así como las mejo-
res virtudes leninistas” (Turiansky, 2010: 21). Asimismo, se impulsaron
nuevas definiciones estratégicas en el Congreso de 1956, con la presen-
tación del Frente Democrático de Liberación Nacional (FDLN) que pro-
ponía una “revolución agraria anti-imperialista” a partir de la “alianza
obrero-campesina”, que fue aprobado en el siguiente Congreso de 1958
(Turiansky, 2010: 27-28).28 Además, su abandono como partido “secta-
rio” quedó expresado en la aparición del diario El Popular en febrero de
1957 en sustitución del histórico Justicia (Leibner, 2011: 286-299).
En relación a la cuestión agraria, desde su fundación, el PCU
concibió al latifundio como uno de los “principales enemigos” y bajo
la concepción marxista-leninista se entendía que la incorporación de
los trabajadores rurales sería indispensable en el marco de la acción
revolucionaria (González Sierra, 1994: 49). En el ámbito parlamentario,
los legisladores comunistas impulsaron un proyecto de reforma agraria
sin éxito alguno y estimularon la sindicalización de los trabajadores
rurales.29 Más allá de los planteamientos teóricos, fue recién en los años
cincuenta que pudieron avanzar sustancialmente en atender los pro-
blemas del proletariado rural. Al respecto, varios autores coinciden en
la importancia que tuvo el “viraje” de la estructura partidaria que se
produjo en 1955 (Leibner, 2011: 15-24; Turiansky, 2010: 21-27). Sobre
los vínculos con los problemas agrarios, Leibner sostiene que entre 1955
y 1968 “como nunca en su pasado el Partido Comunista dedicó cuadros
y esfuerzos para conocer y organizar a diversos sectores explotados del
Uruguay rural. La suma de estos esfuerzos pueden ser titulados: ‘en
busca del campesino revolucionario uruguayo’” (Leibner, 2011: 328).
27 Rodney Arismendi (1913-1989) nació en Rio Branco (Cerro Largo). Se afilió al Par-
tido Comunista en 1931 y fue su secretario general entre 1955 y 1987. Fue electo
diputado en siete períodos consecutivos (1947 a 1973).
28 En las elecciones de 1962 y 1966 se presentaron como Frente de Izquierda de Libe-
ración (FIDEL). En 1962 obtuvieron el 3,6% de los votos que otorgó una banca al
senado y tres de diputados. En 1966 consiguieron el 5,7% del electorado que mar
el mismo nivel de parlamentarios de 1942: cinco diputados y un senador (Caetano
y Rilla, 1995: 24). El 5 de febrero de 1971 formaron parte de la coalición Frente
Amplio, con la que concurrieron a las elecciones de noviembre de 1971. Allí, consi-
guieron cuatro bancas a diputados y dos al senado hasta la interrupción democrática
por la dictadura civil-militar (1973-1985).
29 El 1 de abril de 1946, los legisladores comunistas Antonio Richero y Julia Arévalo
elevaron un proyecto de reforma agraria. Este fue reiterado por Arévalo en 1947
(Rovetta, 1961: 29).
104 Agustín Juncal Pérez
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
El “divisionismo” del sindicalismo uruguayo en los años
cincuenta
El “sindicalismo de masas” de los años cuarenta y cincuenta fue
caracterizado por Errandonea y Costábile (1969) como “dualista” con
trabajadores que votaban dirigencias sindicales vinculadas a las izquier-
das (comunista, socialista o anarquista) pero que se orientaban hacia
ofertas tradicionales (Partido Colorado y Partido Nacional) dentro del
sistema político nacional.30 En otras palabras, el éxito de la representa-
ción de la izquierda en el movimiento sindical no se traducía al plano
electoral del sistema de partidos.
Del mismo modo que sucedía en el sistema de partidos, las discre-
pancias ideológicas entre comunistas y socialistas llevaron a la presencia
de una fuerte división entre las centrales sindicales. Los comunistas es-
tuvieron sindicalizados en la Unión General de Trabajadores (UGT) en-
tre 1942 y 1959.31 Desde allí, avanzaron en acciones concretas para el
medio rural durante los años cuarenta: primero, crearon una “Secretaa
Agraria” cuyo responsable fue Mario D. Peluffo; segundo, apoyaron a los
sindicatos rurales nucleados en la Federación Agraria Nacional (FAN)
creada en noviembre de 194332; tercero, impulsaron una alianza “anti-
latifundista” bajo la reivindicación de establecer una lucha conjunta de
“campesinos” y “asalariados rurales” (González Sierra, 1994: 55-60).
En cambio, los socialistas transitaban por importantes diferen-
cias internas. Primero, como consecuencia de la escisión de un grupo de
militantes del PSU que, entre 1948 y 1953, conformaron la Agrupación
Socialista Obrera (ASO). La nueva organización política contaba con
varios dirigentes sindicales en sus filas y se enfrentaba al liderazgo de
Frugoni quien se mostraba como principal opositor a la unidad, sindical
30 El sufragio universal masculino secreto se extendió en Uruguay mediante una ley
electoral de 1915 y fue consagrado en la Constitución de 1917 que entró en vigor en
1919 (Yaffé, 2016: 178). Para profundizar, puede consultarse: Zeballos (2015).
31 En 1959 la UGT se disolvió y en su lugar se creó entre 1959 y 1961 la Central de
Trabajadores del Uruguay (CTU) en un marco de búsqueda hacia la unidad sindical
con otros sectores (Porrini, 2014: 18).
32 La FAN tuvo actividad durante los años cuarenta. En ese contexto, Gonlez
Sierra (1994: 44-59) señala que desde la creación de UGT estuvieron dos sindicatos
rurales: el Sindicato de Jardineros y Anexos (fundado en 1938) y la Unión de Traba-
jadores del Campo, con sede en Pando (agricultores, quinteros y fruticultores). En
1943 se incorporaron cuatro sindicatos más, a saber: el Sindicato Obrero Agrario de
San Javier (Río Negro), el Sindicato de Obreros de Oficios Varios de Nuevo Berlín
(Río Negro), el Sindicato Agrario del Semillero Nacional de La Estanzuela (Colonia)
y el Sindicato de Peones de Tambos de Mendoza (Florida)
Izquierdas y trabajadores rurales en Uruguay (1955-1959) 105
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
y política, con los comunistas. Más tarde, la tensión se incrementó entre
los socialistas con la creación, en 1951, de la Confederación Sindical del
Uruguay (CSU) con apoyo material de la American Federation of Labor
(AFL) y el Departamento de Estado de Estados Unidos (Leibner, 2013:
149). La desconfianza de muchos militantes socialistas con la CSU se
expresó claramente en las huelgas de los “gremios solidarios” de 1951
y 1952 que describe Hugo Cores (1989). En definitiva, a comienzos de
los años cincuenta, los socialistas estaban disgregados: algunos mili-
tantes se encontraban en sindicatos que respondían a la CSU y otros se
organizaron en los “sindicatos autónomos” que permitían más fluidez
de tendencias ideológicas.33 En ese contexto, existieron pocas acciones
destinadas a la sindicalización rural.
Primera marcha: la huelga en los tambos de 1955-1956
En los años cuarenta los asalariados de los tambos se organiza-
ron junto a otros asalariados de muy diversas tareas en el Sindicato de
Oficios Varios de Mendoza (Florida), pero en 1953 ya conformarían su
propio sindicato: el Sindicato Único de Peones de Tambos (SUPT) en la
localidad de Isla Mala del mismo departamento (González Sierra, 1994:
119-129). Allí fueron pilares fundamentales los militantes comunistas
José Zinola34 y Pedro Aldrovandi.35 En 1954 el SUPT tuvo una intensa
33 El mapa sindical de los años cincuenta lo completa el anarco-sindicalismo de la Fe-
deración Obrera Regional Uruguaya (FORU). La aproximación entre las diferentes
“tendencias” sindicales (anarquistas, comunistas y socialistas) se desarrolla desde
finales de los años cincuenta. En junio de 1964 se avanzó en la Convención Nacional
de Trabajadores (CNT). Finalmente, esa aproximación llevó al Congreso de Unifica-
ción Sindical de la CNT, realizado entre finales de setiembre y comienzos de octubre
de 1966 (Porrini, 2014: 17-21).
34 Walter Marrero señala que José Zinola “estaba designado por el Partido [Comunista]
para atender la parte de San José y fue el que afilió a mis hermanos, me afilió a mí
también, y afilió a mi madre, el único que no se afilió nunca fue mi padre. [...] El
hombre [Zinola] se bajaba en Capurro del tren y se iba caminando hasta Rodríguez
recorriendo los tambos y hablando con la gente. Después en Florida, en ese mismo
tiempo, estaba designado el viejo Aldrovandi [...] entonces estaba Pedro designado
para Florida y Zinola para San José, eran los que estaba encargados del Partido para
organizar el sindicato de peones de tambos”. (Entrevista a Walter Marrero, 13 de
setiembre de 2011).
35 Pedro Aldrovandi (1919-2012) nació en Minas, departamento de Lavalleja. En Mon-
tevideo trabajó como vendedor de flores, portero de edificios y en la fábrica Saint
Hnos. Miembro del Partido Comunista (PCU), organizador del Sindicato del Dulce y
miembro fundador de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT). Colaborador
106 Agustín Juncal Pérez
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
actividad sindical entre los meses de setiembre y octubre cuando se pro-
dujo un conflicto laboral. Los trabajadores de tambos pretendían obtener
un convenio colectivo que contemplase las siguientes reivindicaciones:
un salario de 140 pesos; la inclusión en el sistema de asignaciones fami-
liares (para los trabajadores de industria y comercio regía desde 1943);
derecho a un día de descanso semanal; el pago de la licencia anual;
mejora de condiciones de vivienda y alimentación; obtención gratuita de
materiales de trabajo: botas y encerado. (González Sierra, 1994: 120).
En una asamblea celebrada el 19 de octubre de 1954, Pedro Aldrovandi
leyó ante los peones de tambos los acuerdos alcanzados en el convenio
colectivo que fijaba los salarios en 110 pesos, pero con el compromiso de
aumentarlos a 140 pesos a partir del 1° de febrero de 1955.
Ante el incumplimiento patronal de aumentar los salarios como se
había pactado en el convenio colectivo, el SUPT entró en conflicto nue-
vamente y desarrolló una huelga entre diciembre de 1956 y febrero de
1957 (González Sierra, 1994: 121-122). La fuerte represión patronal fue
apoyada por las fuerzas policiales de los departamentos de Florida y San
José. El 14 de diciembre de 1956, a pocos días de iniciada la huelga, fue-
ron detenidos y procesados 18 trabajadores “huelguistas” que estuvieron
encarcelados hasta el 29 de abril de 1957 (González Sierra, 1994:122). En
respuesta a tales agravios, los trabajadores de tambos decidieron empren-
der una marcha a pie hasta la ciudad de Montevideo que fue iniciada el
18 de diciembre de 1956 y se convirtió en una innovación de la protesta
agraria (Semanario El Sol, 21 de diciembre de 1956).36
La imagen 1 contiene precisamente la portada del semanario
socialista El Sol, correspondiente al viernes 21 de diciembre de 1956,
donde se aprecia una fotografía tomada en La Paz (departamento de
Canelones) que refleja parte del trayecto de la marcha de los peones de
los tambos hacia Montevideo. La información complementaria aporta
que 130 trabajadores integraron la movilización.37
de la organización de trabajadores en el interior del país, en particular de los asa-
lariados rurales. Para más detalles sobre su vida, puede consultarse Garate y Risso
(2010: 21-83).
36 La modalidad de marchas a Montevideo contaba con el antecedente realizado en
junio de 1956 por los trabajadores del frigorífico Anglo de la ciudad de Fray Bentos
(departamento de Río Negro).
37 Durante la huelga, Walter Marrero era aún un adolescente y no participó de la mo-
vilización hasta Montevideo. No obstante, fue pieza clave en el apoyo de algunas
tareas espeficas de los huelguistas (entre los que se contaba su hermano mayor
Hernando Marrero). Al referirse a la huelga de 1956-1957, recuerda que “las prime-
ras tareas que me mandaban a hacer los huelguistas era escuchar lo que hablaban los
Izquierdas y trabajadores rurales en Uruguay (1955-1959) 107
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
Imagen 1. «Huelga en los tambos». El Sol, 21 de diciembre de 1956, portada.
Entre el 21 de diciembre de 1956 y el 25 de enero de 1957 el se-
manario El Sol cubrió la huelga con cuatro notas y varios registros gráfi-
cos.38 Al respecto, en la imagen 2 se expone una fotografía contenida en
la portada del mencionado semanario el 25 de enero de 1957 donde se
milicos y a ver el carnero nuevo que venía [...] Entonces yo era el que me encargaba
de escuchar, contarles y ver cuál era el carnero nuevo que había venido ese día. Ese
es el recuerdo que yo tengo de esa fecha, después la marcha a pie a Montevideo que
yo no fui, fue una huelga muy dura y esa la dirigió el Partido, es decir no la dirigió el
Partido Comunista, eran hombres del Partido Comunista que habían sido designados
para trabajar en el medio rural y fueron los primeros que llegaron a esos lugares”
(Entrevista a Walter Marrero, 13 de setiembre de 2011). Esos “hombres” eran preci-
samente José Zinola y Pedro Aldrovandi.
38 Las cuatro notas con fotografías en El Sol se encuentran en: «Huelga en los tambos»,
21 de diciembre de 1956, portada; «Estampas de un régimen capitalista», 4 de enero
de 1957, página 5; «Estampas de un régimen capitalista», 11 de enero de 1957, pági-
na 5; la última no tiene título, 25 de julio, portada.
108 Agustín Juncal Pérez
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
aprecia al periodista (a la izquierda de la imagen) en el momento que se
acerca a dialogar con militantes del SUPT.39 En el texto aclaratorio de la
nota de El Sol se expresaba lo siguiente: “continúa todavía sin variantes
la huelga de los peones de tambo. En estos momentos la clase obrera
considera la aplicación de medidas solidarias” (Semanario El Sol. 25 de
enero de 1957, Portada).
Imagen 2. Sin título. El Sol, 25 de enero de 1957, portada.
La huelga culminó el 8 de febrero de 1957 luego de la aprobación
de la Ley 12.379 que fijó las remuneraciones de los trabajadores de
los tambos (art. 1) y creó una comisión de integración tripartita (art.
4) conformada por tres delegados patronales, tres delegados sindica-
les y un integrante del Instituto Nacional de Trabajo. El cometido de
la flamante comisión sería controlar el cumplimiento de la Ley, pro-
curar soluciones a los problemas de trabajo que se suscitaran en los
establecimientos y vigilar el cumplimiento de las disposiciones legales
del Estatuto del Trabajador Rural sancionado en 1946 (González Sierra,
1994: 125). El proyecto había ingresado a la Cámara de Representantes
39 Esta imagen aparece en el libro “Los olvidados de la tierra” de Gonlez Sierra
(1994) pero sin referencias del medio de prensa y su ubicación. En el libro, la leyen-
da de la imagen señala “un alto en la marcha de los peones de tambo a Montevideo
para hablar con el periodista” Ver: Gonlez Sierra (1994: 125).
Izquierdas y trabajadores rurales en Uruguay (1955-1959) 109
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
a fines de enero de 1957 y fue tratado rápidamente en las jornadas del
29 y 30 de dicho mes. 40 Una vez aprobado en la Cámara baja pasó a la
mara de Senadores y fue puesto a consideración durante los días 7 y
8 de febrero de 1957.41 La mañana de aquel 8 de febrero de 1957 la por-
tada del diario comunista El Popular (inaugurado apenas una semana
antes) exponía imágenes del dirigente Hernando Marrero (SUPT) y del
mitin solidario que se había organizado en apoyo a los trabajadores de
tambos. Las líneas del diario destacaron la presencia de dirigentes del
sindicato del transporte (El Popular, 8 de febrero 1957, portada).
La huelga del verano 1956-1957 resultó victoriosa para el SUPT
y lo colocó en un lugar de referencia de las luchas sindicales rurales
durante los sesenta y comienzos de los sesenta. En las páginas de El
Popular se pretendía reflejar los lazos de unidad luego del triunfo de
los trabajadores rurales: “una vez sancionada por el senado la ley de
sueldo mínimo, los peones de tambos vinieron en camión hasta nuestra
redacción. Junto a ellos, el diputado Rodney Arismendi” (El Popular, 10
de febrero de 1957, página 5).42
“Son un ejército: la huelga arrocera de 195743
En octubre de 1954 la Comisión de Legislación Social (Cámara
de Representantes) elevó un proyecto para aumentar los salarios en el
40 En 1954 los diputados comunistas Enrique Pastorino y Rodney Arismendi habían
presentado un proyecto para aumentar los salarios mínimos de trabajadores de arroz
y tambos. El 4 de diciembre la Comisión de Legislación Social (con el socialista
Germán D´Elía y el herrerista Enrique Erro como miembros informantes) elevó el
proyecto de salarios mínimos para trabajadores de tambos. También se presentó una
propuesta del representante batllista Fernando Elichirigoity. (Ver: DSCR, tomo 516.
Sesión del 29 de enero. Páginas 578-579). Las sesiones en la Cámara de Represen-
tantes pueden consultarse en: DSCR, tomo 516 Sesiones del 29 de enero de 1957
(páginas 573-586) y 30 de enero de 1957 (páginas 635-679).
41 Ver: DSCS, tomo 217. Sesiones del 7 de febrero de 1957 (Páginas 177-179) y 8 de
febrero de 1957 (Páginas 181-192).
42 A partir de allí, el SUPT alcanzaa un importante grado de organización y presen-
cia hasta la dictadura uruguaya (1973-1985). Esa experiencia permitió, luego de la
apertura democrática (1985), la reorganización sindical de los peones de tambos,
aunque se fue debilitando lentamente entre fines de los ochenta y comienzos de los
noventa hasta su definitiva desaparición.
43 En varias oportunidades, Rosencof al referirse sobre sus comienzos como escritor
destaca la influencia del encuentro con Sendic y destaca una anécdota en los arroza-
les. En una ocasión, al observar a los trabajadores arroceros, lanzó un comentario:
“¡La gran pucha che, parece un ejército!”. Sendic, respondió: “Es un ejército” (Ros-
encof, 2006; entrevista con Mauricio Rosencof, 22 de marzo de 2017).
110 Agustín Juncal Pérez
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
sector arrocero.44 En la exposición de motivos se señalaba la necesidad
de aumentar los salarios porque “realizan una de las tareas más rudas
del medio rural [pero] los salarios que actualmente se pagan no están
en relación con la evolución del cereal que se cultiva” (DSCR, tomo 499.
Sesiones del 13 y 14 octubre de 1954, página 672). El proyecto obtuvo
media sanción en la Cámara de Representantes, pero en el Senado no
fue aprobado. Primero, el salario mínimo en las plantaciones de arroz
dividía aguas en el Senado porque, según la visión de varios legislado-
res, presentaba incongruencias en la fijación de los salarios entre hom-
bres y mujeres. En la redacción del proyecto, los peones mayores de 18
años percibirían un salario mínimo mensual de 6,50 pesos (mientras
que las mujeres recibirían apenas 3,50 pesos) y en el caso de peones
especializados el salario aumentaría a 8 pesos mensuales. Durante el
debate no se pudo aclarar si la diferencia salarial se refería a iguales o
dismiles tareas (DSCS, tomo 208. Sesiones del 13 y 14 de octubre de
1954, página 944). Segundo, el proyecto quedó fuera de consideración
en octubre de 1954 (a escasos meses de la culminación de la legislatura
en curso) luego de que senadores del sector batllista del Partido Colora-
do mocionaran para su aplazamiento y avanzaran hacia otros asuntos
que se estimaban más urgentes (DSCS, tomo 208. Sesiones del 13 y 14
de octubre de 1954, página 944). La decisión también dejaba entrever
un cierto clima electoral por la proximidad de los comicios nacionales
en noviembre de 1954.
Al año siguiente, en 1955, en la zona de La Charqueada (depar-
tamento de Treinta y Tres) se conformó el Sindicato Único de Arroceros
(SUDA) con el importante sustento del obrero metalúrgico y militan-
te socialista Orosmín Leguizamón (González Sierra, 1994: 94-95). En
abril de 1957 los asalariados de los arrozales del este del país comenza-
ron a movilizarse en reclamo por una ley de salarios que permitiera su
inclusión dentro del sistema de Consejos de Salarios (González Sierra,
1994: 98). Las movilizaciones comenzaron el 19 de mayo de 1957 y
44 En 1940 la Ley 9.991 (conocida como “Estatuto de Trabajadores Arroceros”) regu-
ló las relaciones laborales del sector arrocero. Dicho estatuto estaba conformado
por 18 artículos donde se establecían, entre otras cuestiones, las condiciones de las
viviendas (arts. 2 a 5); la limitación de la jornada máxima de ocho horas de traba-
jo (art. 8); y se fijaba un salario mínimo (art. 10). No obstante, en 1954, ninguna
disposición se cumplía. En 1954 la Comisión de Legislación Social de la Cámara de
Representantes estaba integrada por: Fern Sorhueta (Partido Colorado, batllis-
mo), Wilson Ferreira Aldunate (Partido Nacional Independiente), Enrique Pastorino
(Partido Comunista), Juan Rodríguez Correa (Partido Colorado, batllismo) y Silvio
H. Silva (Partido Nacional).
Izquierdas y trabajadores rurales en Uruguay (1955-1959) 111
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
culminaron en el Palacio Legislativo en Montevideo, luego de recorrer
los pueblos de La Charqueada y Treinta y Tres. Entre mayo y junio de
1957 el conflicto arrocero tuvo una importante cobertura por parte de
El Popular donde se pueden identificar 18 registros gráficos.45
Imagen 3. Sin título. El Popular, 29 de mayo de 1957, Portada.
La imagen 3 brinda un ejemplo del apoyo del PCU realizado en
la zona circundante al Palacio Legislativo durante las movilizaciones
45 Las fotografías aparecen entre el 19/05/1957 y el 21/06/1957. Vale señalar que la
cobertura realizada por El Popular de este conflicto no consta en “Los olvidados de
la tierra” (Gonlez Sierra, 1994). Allí, aparece únicamente la visión de El Sol. En
tal sentido, la mirada comunista que expone Gonlez Sierra (1994) llega hasta no-
viembre de 1954 con el diario comunista Justicia. Luego, es retomada en 1964 con
El Popular. Por tanto, no se releva el período 1957-1964 de intensa actividad de El
Popular. Ver: González Sierra (1994: pp. 94-107).
112 Agustín Juncal Pérez
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
de los obreros arroceros. El texto aclaratorio de la fotografía publicada
informaba:
“Frente al P. Legislativo, una gran cartelera del P. Comunista -al
igual que otras colocadas en diversos lugares de la ciudad- re-
claman la inmediata sanción de la Ley en favor de los obreros
arroceros y llaman a intensificar la solidaridad con la huelga”.
(El Popular, 29 de mayo de 1957, portada).
Imagen 4. Sin título. El Popular, 31 de mayo de 1957, Portada.
Uno de los principales cronistas de El Popular, encargado de cu-
brir las acciones de los peones arroceros era Mauricio Rosencof,46 que
precisamente aparece en la imagen 4 donde se lo puede identificar en
segundo lugar (de izquierda a derecha) en el momento que se realiza-
ban donaciones por parte del diario comunista para los trabajadores
arroceros (El Popular, 31 de mayo de 1957).
La situación de los obreros arroceros también fue un tema recu-
rrente en las páginas del semanario El Sol entre 1956 y 1958, período
46 Mauricio Rosencof (1933) nació en Florida. En los cincuenta fue militante del PCU.
Siendo periodista de El Popular conoció a Rl Sendic donde comenzaron su amistad
apoyando la sindicalización en los arrozales. En los sesenta, junto a Sendic, forma-
rían parte del MLN-T. Las experiencias de 1957 dieron cabida a varios relatos sobre
los “hombres del arroz”: “Viento Este”, “Hernande, “Teodoro”, “Ulpiano” y “Aquino”.
Ver: Rosencof (1987).
Izquierdas y trabajadores rurales en Uruguay (1955-1959) 113
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
en el que se pueden encontrar más de una decena de notas periodísticas
que contienen imágenes de los trabajadores.47 En la imagen 5 se repro-
duce una fotografía de la edición del 27 de julio de 1957 cuyo texto
aclaratorio establece que los hombres fotografiados son “integrantes del
Sindicato U. de Trabajadores Arroceros; entre ellos, aparece el autor de
este artículo”. El mencionado autor del artículo era Orosmín Leguiza-
món, ubicado en sexto lugar (de izquierda a derecha), habitual colum-
nista de El Sol sobre temas de sindicalismo rural y uno de los principales
organizadores externos de los trabajadores arroceros. Durante el apoyo
que los socialistas brindaron a los trabajadores de los arrozales, fue
fundamental el papel de María Julia Alcoba, una joven de 18 años y mi-
litante de la juventud socialista, que comenzó a acompañar a Leguiza-
món en sus salidas a Treinta y Tres.48 Junto a Leguizamón viajaban los
viernes por la tarde hacia Treinta y Tres en la “Onda”49, allí los recibía
el maestro Manuel Toledo para organizar las actividades de apoyo a los
trabajadores del arroz. Más tarde, Leguizamón y Alcoba saan en una
moto (que les prestaba Toledo) para recorrer los arrozales y conversar
con trabajadores y trabajadoras. Luego de realizar las actividades sindi-
cales, regresaban a Montevideo los domingos por la tarde.50
47 Entre 1956 y 1957 aparecen en el Semanario El Sol ocho noticias sobre el trabajo
en los arrozales que contienen fotografías: 27 de julio de 1956 (página 2); 2 de no-
viembre de 1956 (página 5); 9 de noviembre de 1957 (página 5); 16 de noviembre de
1956 (página 5); 23 de noviembre de 1956 (Portada); 8 de febrero de 1957 (página
5); 12 de abril de 1957 (página 5); 10 de mayo de 1957 (Portada).
48 Maa Julia Alcoba (1938) nació en el barrio Cerro de Montevideo. Siendo adoles-
cente comenzó a trabajar como obrera textil. En 1956 se afilió al PSU y al poco
tiempo comenzó a acompañar a Orosmín Leguizamón en la organización sindical
de los arrozales por recomendación de Raúl Sendic, quien por ese entonces diria
la Comisión Gremial del Partido Socialista. (Entrevista a María Julia Alcoba, 18 de
enero de 2014).
49 Organización Nacional de Autobuses Sociedad Anónima (ONDA) fue una empresa
de transporte colectivo por carretera que funcionó en Uruguay entre 1935 y 1991.
50 Entrevista a María Julia Alcoba, 18 de enero de 2014.
114 Agustín Juncal Pérez
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
Imagen 5. Sin título. El Sol, 27 de Julio de 1957, Página 2.
En 1957, cuando los trabajadores arroceros emprendieron una
marcha hacia Montevideo, Alcoba actuaría como sostén permanente
de las mujeres y niños que durante la huelga quedaron en los arrozales
de Treinta y Tres. En ese conflicto, las mujeres tuvieron un rol prepon-
derante en la retaguardia porque eran quienes bloqueaban la entrada
y salida de camiones de las plantaciones de arroz. Esas experiencias
de Alcoba junto a las mujeres de los arrozales han quedado plasmadas
en varios cuentos de su libro “Las mujeres ¿dónde estaban?” (Alcoba,
2014).51 Por otra parte, el conflicto arrocero marcó el distanciamiento
de varios socialistas con la CSU por el escaso apoyo recibido. Las tensio-
nes fueron creciendo y tuvieron como resultado la expulsión de Oros-
51 Allí, destaca el cuento sobre “Las mujeres del arrozal” donde describe “Las mujeres,
algo inusual en las zonas agrícolas, se reúnen a discutir las acciones, aunque todas
“acataban la mayoría”, según decían. (...) Hablan tranquilas, son las que miran a
los ojos, las que interrogan con la mirada. Arrugas que quitan brillo a la cara, falta
de dientes en la mayoa, mintiendo la edad de esas mujeres, que, jóvenes, parecen
viejas, pómulos salientes, y sonrisas que iluminan sus caras cuando hablan...Me ob-
servan, buscando muestras de aprobación.
–¡Total, pa’ vivir como vivimos! Digo yo... ¿No?...
–Pa que los maridos ganen más, los ayudamos... No crea que tenemos paga, salario
o como se llame, nada de eso.
Fragmento del cuento “Las mujeres del arrozal” (Alcoba, 2014: 87-95).
Izquierdas y trabajadores rurales en Uruguay (1955-1959) 115
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
n Leguizamón del Consejo de la CSU y la suspensión de afiliación del
SUDA (González Sierra, 1994: 103).
González Sierra (1994) refiere a un “triunfo de la huelga” con
motivo de un incremento salarial que obtuvieron los trabajadores.52 No
obstante, esto también puede ser matizado porque no ocurrió como en
el caso de los tambos mediante la sanción de una ley. Tampoco fue
contemplada la demanda de los trabajadores arroceros de ser incluidos
dentro de los Consejos de Salarios. En cambio, el aumento de salarios
fue otorgado mediante una gestión paralela que los trabajadores (con
sus apoyos en Montevideo) realizaron ante el Ministerio de Industrias
(González Sierra, 1994: 100). Al culminar la huelga la actividad sindi-
cal fue menguando notoriamente. Varios elementos explican la merma
sindical en el arroz: en primer término, los trabajadores huelguistas
fueron despedidos al regresar a Treinta y Tres (pasando a integrar las
“listas negras”) y fueron sustituidos por mano de obra brasileña. La pre-
sencia de brasileños que actuaban como “rompehuelgas” se encuentra
expresado en el cuento “Aquino” de Rosencof (1987). Allí se exponen
algunos enfrentamientos que se generaban entre los trabajadores sin-
dicalizados y los trabajadores brasileños a finales de los cincuenta. En
segundo término, ese debilitamiento se hizo más notorio cuando, en
1959, Orosmín Leguizamón sufrió un accidente de tránsito cuyas secue-
las determinaron su definitivo alejamiento de la actividad sindical. Al
poco tiempo también desapareció la actividad sindical de los arroceros
de La Charqueada (González Sierra, 1994: 103-104). Esta sumatoria de
elementos daría la pauta de que la conquista salarial que los trabajado-
res obtuvieron frente al Ministro de Industrias no fue consagrada en la
práctica.53
52 En las páginas de la prensa socialista y comunista aparecen algunos nombres de
trabajadores que integraban el SUDA, entre ellos: Odorico Ferndez (secretario del
sindicato), Rodolfo Amilivia, Ulpiano Cardozo, Brum, Echeverría, Ferreira. La entre-
vista con Rosencof (2017) solo permitió referenciar a Ulpiano Cardozo, en quien se
basa para escribir la obra de teatro “Los caballos” (1967). Ver: Rosencof (2007).
53 El SUDA desapareció a finales de los cincuenta. Dos nuevas organizaciones apare-
cieron en los arrozales del este del país en 1964: la Unión de Trabajadores Arroceros
del Este (UTAE) en Treinta y Tres vinculada a socialistas y el Sindicato Único de
Peones Arroceros (SUPA) en Rocha vinculada a comunistas (Gonlez Sierra, 1994:
104-110). Ambas tuvieron muchas dificultades y desaparecieron al poco tiempo.
116 Agustín Juncal Pérez
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
“Cansados de pasar hambre: la huelga remolachera de
1957-1958
El 16 de junio de 1957 se formó el Sindicato Único de Obreros
Rurales (SUDOR) en los departamentos de Río Negro y Paysandú, im-
pulsado por Raúl Sendic54 y un conjunto de trabajadores remolacheros
donde destacaban Jorgelino Dutra, Julio Vique y Severiano Peralta (Bli-
xen, 2010: 62).55 Unos meses más tarde, el 17 de diciembre de 1957, el
SUDOR decretó la huelga en las remolacheras que se extendió por 79
días hasta marzo de 1958. Los trabajadores reclamaban modificar las
condiciones de vida y de trabajo que imponían las remolacheras: bajos
jornales, largas jornadas laborales (12-14 horas diarias), viviendas pre-
carias construidas en las propias plantaciones, ventas de productos ali-
menticios por parte de las patronales, etc. (González Sierra, 1994: 146-
148). Durante esta huelga, comunistas y socialistas convivieron dentro
del SUDOR, ya no solamente en las labores periodísticas de cobertura
escrita y gráfica (como muestran los casos de tambos y arroz) sino tam-
bién en las actividades cotidianas del sindicato. A modo de ejemplo,
vale mencionar que el asesor legal era el socialista Raúl Sendic mientras
que el Secretario General del SUDOR era el comunista Raúl Rezzano.56
54 Raúl Sendic (1925-1989) fue Secretario General de la Juventud Socialista entre 1950
y 1952 y miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Socialista. A mediados
de los cincuenta comenzó a organizar trabajadores de los arrozales en el este del
país. Desde 1957 residió en Paysandú, luego de acudir junto a María Julia Alcoba (a
pedido de la Comisión de Disciplina del Partido Socialista) para “desalojar” una “in-
tervención trostkysta” de la casa socialista del departamento sanducero (Entrevista
a Maa Julia Alcoba, 18 de enero de 2014). Allí, comienza su actividad de apoyo a
sindicatos sanduceros, entre ellos los remolacheros. Más tarde, fue organizador del
sindicato de UTAA en Bella Unión y líder del MLN-T. En enero de 1967, ya en clan-
destinidad, renunció al Partido Socialista. (Yaf, 2016: 159).
55 Dutra, Vique y Peralta serían más tarde, junto a Sendic, fundadores de la Unión de
Regadores y Destajistas de El Espinillar (URDE) en 1959 y de UTAA en 1961 (Blixen,
2010: 62-74). Fueron protagonistas centrales de las marchas de UTAA a Montevideo
durante los años sesenta.
56 Según el testimonio de Aurelio Gonlez (fotógrafo de El Popular), Rezzano era
miembro del Comité Central del PCU, quien lo envío “al campo para que trabajara
de peón, si cuadraba, dentro del establecimiento, pero después se convertía en diri-
gente sindical por su capacidad y entonces el Partido [Comunista] tenía un hombre
ahí dentro que organizaba. (...) No es fácil un tipo que no es del campo entrar y al
iba el hombre, y allá escarbó y arrancó remolacha sin ser realmente peón y organizó
a la gente” (Entrevista a Aurelio González, 18 de noviembre de 2013). Más tarde,
Rezzano fue designado por el PCU para combatir junto al Che Guevara en Bolivia (a
pesar de que el PCU nunca respaldó la vía armada en Uruguay). El viaje no se con-
Izquierdas y trabajadores rurales en Uruguay (1955-1959) 117
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
Imagen 6. Sin título. El Popular, 27 de diciembre de 1957, página 5.
En cierto modo, ese fue un rasgo inédito a finales de los cincuen-
ta donde la militancia sindical rural que los partidos de izquierda de-
sarrollaban parecería dividir el país en zonas geográficas. En la huelga
remolachera se conjugaban, por un lado, las demandas ya mencionadas
y, por otro lado, la lucha que el SUDOR emprendió contra un sindicato
al que se acusaba de ser “amarillista” y “divisionista” de los intereses
de los trabajadores: el Sindicato Autónomo de Obreros Remolacheros
(SAOR) que formaba parte de la CSU.
En la imagen 6 aparecen dos trabajadores durante el conflicto re-
molachero: uno que está afeitándose y otro que escribe una cartelera en
la que llega a visualizarse su contenido de forma parcial: “los peones de
las remolacheras hemos declarado la huelga cansados de pasar hambre
y vivir.... El texto complementario de El Popular brinda un panorama
más amplio del conflicto sobre el contexto y la visión de la prensa co-
munista:
cretó luego de la noticia de la captura y ejecución de Guevara en octubre de 1967. En
1975 fue detenido por la dictadura y permaneció preso hasta 1984. Falleció en 2001.
118 Agustín Juncal Pérez
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
“En medio del campo y junto al fogón, vemos a un obrero remo-
lachero preparando una cartelera. Su compañero aprovecha un
momento de descanso para afeitarse. La huelga, actualmente se
ha extendido a todos los plantíos del departamento de Paysandú,
y pese a que la patronal intenta desconocer el conflicto, el mismo
se desarrolla en forma unida y combativa. Es así, que los esfuer-
zos de la patronal, de la policía, el ejército que está al servicio
de ella como algunos elementos divisionistas de la CSU, han sido
vanos para romper la lucha de los remolacheros. Nada ni nadie,
por más que lo intenten, podrán romper el valiente movimiento.
Así lo demuestran los hechos. La solidaridad de los trabajadores
y el pueblo sanducero, va en aumento día a día”. (El Popular, 27
de diciembre de 1957, página 5).
En esas informaciones hay dos cuestiones que merecen un desa-
rrollo más agudo. Primero, se encuadra el conflicto dentro de las dis-
putas sindicales de la época al mencionar los “elementos divisionistas
de la CSU. En el conflicto remolachero ingresaron definitivamente las
disputas dentro del movimiento sindical uruguayo: la nota expone cla-
ramente la posición del diario afín a la Unión General de Trabajadores
(UGT) de extracción comunista. Segundo, siguiendo a González Sierra
(1994), puede sostenerse que la huelga también adquirió un carácter de
disputa política con el gobierno. Los enfrentamientos entre el oficialista
diario Acción (que pertenecía a Luis Batlle Berres) y las columnas del se-
manario El Sol escritas por Raúl Sendic.57 Según Sendic, el diario Acción
publicaba reportajes a supuestos trabajadores remolacheros que habían
firmado convenios laborales a nombre del sindicato de la CSU (SAOR),
al tiempo que afirmaban que no existía la huelga y era una propaganda
de la prensa “comunista” (González Sierra, 1994: 150). Por tanto, puede
encontrarse que el SUDOR tuvo a las patronales, la policía, el ejército,
la CSU y parte de la prensa escrita (por ejemplo, el diario Acción) entre
sus contrincantes durante la huelga. En tal sentido, y a diferencia de los
casos anteriores, se podría afirmar que comunistas y socialistas encon-
traron fuertes amenazas “externas” que hicieron necesaria la unidad
entre ellos.
57 Ver: Sendic, R. (1958). «Miente Acción y toda la prensa burguesa. Delincuentes con
uniforme contra obreros remolacheros. Hacia la segunda liberación del suelo uru-
guayo». El Sol, 17 de enero de 1958.
Izquierdas y trabajadores rurales en Uruguay (1955-1959) 119
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
Imagen 7. «Obreros remolacheros leyendo “El Popular». El Popular, 24 de diciembre de 1957,
gina 8.
En medio de la huelga El Popular realizaba campañas de dona-
ciones de alimentos para apoyar la prolongación del conflicto. En la
imagen 7 se ilustra el intento de El Popular por estrechar los vínculos
entre los lectores urbanos y los asalariados remolacheros, en vísperas
de la fiesta de navidad:
“Con gran cariño reciben diariamente El Popular los trabajado-
res remolacheros que se encuentran en firme huelga acampados
en la ciudad de Paysandú. En El Popular, los remolacheros ven
que hay un diario que los defiende como a todos los trabajado-
res que luchan contra la explotación y el hambre, poniendo sus
columnas en defensa de sus reivindicaciones” (El Popular, 24 de
diciembre de 1957, página 8).
La elección de la fotograa no es casual: en el centro de la ima-
gen aparece Raúl Rezzano (hombre que viste camisa a cuadros, de bi-
gotes y que se encuentra mirando al fotógrafo). En las páginas de El
Popular, el dirigente del SUDOR tuvo una importante presencia durante
el conflicto remolachero. El último día del año 1957, El Popular publica-
120 Agustín Juncal Pérez
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
ba una fotografía del campamento de los trabajadores remolacheros en
huelga e informaba que:
“Recientemente, la patronal remolachera, acaba de rechazar una
fórmula de solución al conflicto, elaborada por el sindicato único
de obreros rurales de Paysandú. En la noche de ayer, se encon-
traba reunida en esa ciudad, el plenario de organizaciones sindi-
cales para discutir el paro general, decretado en principio en ple-
nario anterior” (El Popular, 31 de diciembre de 1957, portada).
A pesar del papel desempeñado por los militantes comunistas
y socialistas, la huelga fue derrotada como consecuencia de la fuer-
te oposición sindical: fuerzas públicas, patronal y la división entre los
trabajadores que se estimulaba desde un sindicato amarillo (González
Sierra, 1994:151).58
Reexiones nales
El artículo intentó describir tres aspectos relacionados con la sin-
dicalización agraria en los tambos, en los arrozales y en las remolache-
ras de Uruguay durante los años cincuenta: las experiencias de “clase”
de los trabajadores rurales, los cambios ideológicos y de estructura po-
lítica de las izquierdas (comunista y socialista), y el papel de sus medios
de prensa como canal de comunicación entre la ciudad y el campo.
En primer término, el trabajo de Porrini (2005) sostiene que la
industrialización dirigida por el Estado sumado al proceso de migra-
ción interna y la normativa laboral de los años cuarenta (en particular
los Consejos de Salarios) dieron forma a una “nueva clase trabajadora”
urbana. Trazando una comparación entre ese estudio y la situación la-
boral agraria de los años cincuenta, se puede establecer que las expe-
riencias colectivas de los trabajadores rurales fueron delineando una
pertenencia de “clase” que impulsó la protesta.
En segundo término, fue sumamente relevante el rol desempe-
ñado por la prensa escrita de los partidos de izquierda. A, El Sol y El
Popular tuvieron un significativo papel en la difusión de informaciones
e imágenes sobre la situación social de los trabajadores rurales con el
propósito de visibilizarlos en Montevideo. En El Popular se pueden con-
58 El SUDOR desapareció en julio de 1963. Entre noviembre de 1963 y julio de 1969
funcionó el Comité Unitario de Trabajadores Rurales de Paysandú y Río Negro (CU-
TRP). En marzo de 1968 marcharon hasta Montevideo (González Sierra, 1994: 154-
159).
Izquierdas y trabajadores rurales en Uruguay (1955-1959) 121
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
tabilizar más de setenta fotografías sobre conflictos agrarios en menos
de dos años (1957-1958) y en El Sol cerca de una veintena de registros
gráficos en el período 1955-1958. En ese sentido, las diferencias se ex-
plican por dos cuestiones: por un lado, porque si bien El Popular es pos-
terior (aparece el 1 de febrero de 1957) tuvo desde sus comienzos una
sección de fotografía encabezada por Aurelio Gonlez,59 a diferencia
de El Sol que no destinó un equipo para tales tareas. Por otra parte, los
comunistas contaban con un diario y los socialistas con un semanario,
lo que permitía disponer de un número mayor de páginas para difundir
imágenes de trabajadores rurales.
En tercer término, las transformaciones de los partidos políticos
de izquierda explican la sindicalización agraria, pero también presen-
tan recorridos diferentes durante los años cincuenta. Los comunistas
luego del “viraje” de 1955 (que supuso la brusca deposición de Eugenio
Gómez y la ocupación del cargo de secretario general por Rodney Aris-
mendi) trazaron una hoja de ruta sobre la cuestión agraria que tuvo
como objetivo principal el estímulo y sostenimiento de la sindicaliza-
ción de los trabajadores rurales. Sin discrepancias internas significa-
tivas, los militantes comunistas sumaron sus esfuerzos por elevar la
conciencia de clase de los trabajadores rurales: desde la dirección del
partido, pasando por la Unión General de Trabajadores (UGT), hasta los
periodistas y fotógrafos de sus medios de prensa escrita. Por lo tanto,
como denomina Leibner (2011), desde 1955 buscaban al “campesino
revolucionario”.
En cambio, entre los socialistas el proceso estuvo signado por im-
portantes tensiones que fueron emergiendo durante los años cincuenta.
Por un lado, los conflictos de los trabajadores rurales hicieron brotar
profundas diferencias en las concepciones sindicales internas de los
socialistas y pautaron el distanciamiento de muchos militantes (como
también sindicatos) con la Confederación Sindical del Uruguay (CSU).
En particular, los posicionamientos de la CSU desde la huelga arrocera
hasta el conflicto remolachero hicieron percibir sus claras intenciones
“anti-comunistas” que dividían el movimiento sindical. Por otra parte,
las transformaciones partidarias y los cambios ideológicos que procesa-
ron los socialistas, a lo largo de la década del cincuenta, no estuvieron
ajenas a las disputas sobre la cuestión agraria. En tal sentido, desde
59 Sobre la vida de Aurelio Gonlez, ver: Gilio (2006). También sobre la labor foto-
periostica de González en El Popular, pueden consultarse Gonlez (2011) y el
documental “Al pie del árbol blanco”, realizado por el Centro de Fotograa de Mon-
tevideo (2007).
122 Agustín Juncal Pérez
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 50 | 1er. Semestre de 2019
1956, se pueden encontrar dos posiciones sobre la sindicalización de
los trabajadores rurales que se ejemplifican en las miradas de Emilio
Frugoni y Vivian Trías. En ese sentido, las experiencias de los socialistas
con los trabajadores rurales en los arrozales y las remolacheras también
influyeron, de alguna medida, en los procesos políticos posteriores. En
1958, con las posiciones de los renovadores imponiéndose en la interna
partidaria, los socialistas postularon la reforma agraria dentro de su
plan de gobierno. Luego de la revolución cubana (1959) aquel “socialis-
mo democrático” frugoniano era algo lejano. La reforma agraria paso a
ser un tema central en los años sesenta y se expresó en dos vertientes:
una, dentro de la estructura partidaria a través del “socialismo nacio-
nal” de Trías (que intentó establecer alianzas con otros sectores políti-
cos) y otra, en la radicalización política de los “tupamaros” (primero
con doble militancia y luego definitivamente escindidos del Partido
Socialista) que liderados por Sendic desde 1963 impulsaron la lucha
armada partiendo de sus propias experiencias junto a los asalariados de
caña de azúcar del norte del país.
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Fecha de recepción: 09/04/2019
Fecha de aceptación: 11/10/2019