Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 - 1er. semestre de 2021
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Ocupación de tierras y re-territorialización campesina.
Disputas frente a la configuración del sistema
Agroalimentario en Paraguay (1990-2020)
Regina Kretschmer
1
y Luis Daniel Hocsman
2
Resumen
En este artículo presentamos un análisis de las disputas territoriales frente al
nuevo sistema agroalimentario en Paraguay, focalizando en la estrategia de ocupa-
ción de tierra en los últimos 30 años. Estas se han convertido en una acción colecti-
va masiva desde la década de los noventa, gracias a la cual se construyeron territo-
rios campesinos; ante la negación de los gobiernos de encarar una reforma agraria.
Las transformaciones provocadas por las políticas globales de tierra y la configura-
ción del nuevo sistema agroalimentario no sólo han profundizado las disputas
territoriales, sino también, provocado nuevas cartografías de luchas sociales con
lenguajes de valorización de los bienes comunes.
En primer lugar, señalamos las características y particularidades de la
cuestión agraria en Paraguay, luego analizamos las ocupaciones considerándolas
como parte de un proceso de la lucha por la tierra. En un país donde la actividad
económica se centra en la producción primaria, con el 94 % de la tierra de uso agrí-
cola utilizada por el agronegocio, el 2,6 % de los propietarios concentra el 85,5% de
las tierras, y el 91,4 % de la población campesina dispone del 6% de la superficie
agrícola (DGGEEC, 2009).
Palabras clave: Estructura agraria Territorialización campesina - Sistema agroa-
limentario - Acaparamiento de tierras - Ocupación de tierras.
1
Departamento para América Latima. Misereor. Aachen, Alemania. Email: reginakre@gmx.de
2
Centro de Estudios Avanzados. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba.
Investigador Independiente, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONI-
CET). Centro de Investigaciones sobre Cultura y Sociedad. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad
Nacional de Córdoba. E-mail: ldcsman@gmail.com
2 Regina Kretschmer y Luis Daniel Hocsman
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 - 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 1-13
Summary
Land occupation and peasant re-territorialization. Disputes regarding the con-
figuration of the agri-food system in Paraguay (1990-2020)
In this article we present an analysis of territorial disputes against the new
agri-food system in Paraguay, focusing on the land occupation strategy in the last 30
years. These have become a massive collective action since the 1990s, thanks to
which peasant territories were built; faced with the refusal of governments to un-
dertake an agrarian reform. The transformations caused by global land policies and
the configuration of the new agri-food system have not only deepened territorial
disputes, but also caused new cartographies of social struggles with languages of
valuation of common goods.
In the first place we point out the characteristics and particularities of the
agrarian question in Paraguay, then we analyze the occupations considering them
as part of a process of the struggle for land. In a country where economic activity is
focused on primary production, with 94% of the land for agricultural use used by
agribusiness, 2.6% of the owners concentrate 85.5% of the land, and 91.4% of the
peasant population has 6% of the agricultural area (DGGEEC, 2009).
Keywords: Agrarian structure Peasant territorialization - Agri-food system -
Land grabbing Land occupation.
Ocupación de tierras y re-territorialización campesina (Paraguay 1990-2020) 3
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Introducción
Presentamos un análisis de las disputas territoriales frente al nuevo sistema
agroalimentario, y la estrategia de ocupación de tierra en los últimos 30 años en
Paraguay. La lucha por la tierra y por la reforma agraria ha sido la principal, aun-
que no única, bandera de lucha del campesinado paraguayo. Merced a la ocupa-
ción de tierra como acciones pro-activas en un espacio localizado, se re-
territorializaron y construyeron territorios campesinos; considerando, como señala
Riquelme (2013) que todas las comunidades, constituidas luego del 1989, son resul-
tado de las luchas campesinas, ante la negación de los gobiernos de encarar una
reforma agraria. Con la masiva expansión del agronegocio, inicios del siglo XXI, las
disputas territoriales adquirieron una nueva intensidad y complejidad ante una
coyuntura mundial desfavorable para el reclamo del derecho a la tierra y el territo-
rio.
En primer lugar, señalamos las características y particularidades de la
cuestión agraria en Paraguay, luego analizamos las ocupaciones considerándolas
como parte de un proceso de la lucha por la tierra. En este país, la actividad eco-
nómica se centra en la producción primaria, de modo que la tenencia de la tierra es
un factor central de las disputas en la sociedad paraguaya.
En el contexto del continente, Paraguay se destaca por tener la concentra-
ción de tierras más elevada, una alta presencia de población campesina, acomo
de población rural (43% según registros del año 2008). Por entonces, el 2,6% de los
propietarios concentraba el 85,5% de las tierras, en tanto que el 91,4% de la pobla-
ción campesina dispuso sólo del 6% de la superficie agrícola (DGGEEC, 2009). En
esta estructura agraria, el 94% de la tierra de uso agrícola es destinada principal-
mente a la producción de soja y ganado vacuno. La expansión del agronegocio ha
provocado un continuo crecimiento de la economía en términos de PBI, superior al
de otros países suramericanos. Paralelo a ese crecimiento, se registra una alta con-
flictividad asociada a la pérdida de soberanía alimentaria, a las dificultades de
acceso a la tierra, las disputas por las semillas, por el acceso al agua y los bosques
(García y Avila, 2019).
La tierra es, entonces, la clave para comprender las contradicciones sociales
que provoca el desarrollo capitalista desigual en Paraguay; así como se ha señalado
para lo largo y ancho de América Latina (Wolf, 1978; Martins, 1984; Torres, 1985;
Oliveira , 2001, 2007; Porto-Gonçalves, 2001, 2009; y otros).
La estructura agraria en Paraguay
La estructura agraria en Paraguay guarda relación con su peculiar formación
socio-histórica, donde un sistema político-económico con soberanía y autónomo de
la época de la Independencia fue sustituido, posterior a la derrota en la "Guerra de
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la Triple Alianza"(1865-1870)
3
. Esto implicó la sustitución de un sistema político-
económico con soberanía y autonomía a otro donde la propiedad privada de la
tierra se consagra como columna vertebral del nuevo sistema político. Antes de la
guerra, el 98,4% de las tierras eran del dominio del Estado; para el año 1930, 19
corporaciones poseían más de la mitad de las tierras del país, con la particularidad
de que los nuevos propietarios eran principalmente de capital extranjero, brasileño
y/o anglo-argentino (Galeano, 2011; Pastor, 2008; Riquelme, 2003). Este proceso de
privatización provocó una reestructuración de la sociedad en su conjunto.
Como consecuencia, en las décadas sucesivas se produjeron conflictos te-
rritoriales, con luchas localizadas y dispersas. Recién con posterioridad a la Guerra
del Chaco (1932-1935) las movilizaciones y convulsiones sociales facilitaron las
condiciones para implementar ciertas modificaciones, tiempo marcado por convul-
siones sociales, y la popularización de la consigna "la tierra para quien la trabaja".
Por entonces, un nuevo conflicto bélico ocupó al país esta vez frente a Bolivia la
Guerra del Chaco (1932-1935), resuelta en favor del Paraguay; tras lo cual, el go-
bierno de coalición bajo el mando del Coronel Franco se hizo eco de reclamos cam-
pesinos sancionando el llamado Estatuto Agrario, que incorporó el precepto de
Reforma agraria, y favoreció la expropiación de latifundios. La cuestión de la tierra
fue uno de los principales motivos para el derrocamiento del gobierno de coalición
que, en un año y medio, alcanzó a expropiar 590.000 hectáreas del latifundio. Le
siguió un período de gobiernos autoritarios con políticas de contrarreforma agra-
ria, donde la dictadura de Stroessner (1954-1989), una de las más largas del conti-
nente, fue su mayor expresión (Riquelme, 2003; Pastore, 2008;)
4
.
No obstante, el carácter transformador y progresista que presupone la polí-
tica de reforma agraria, en tanto democratización del acceso a la tierra, es impor-
tante señalar que en numerosos casos han tenido como objetivo el promover las
relaciones capitalistas en el campo (Hocsman, 2014). La reforma agraria respondió
tanto en Paraguay, como en otros países suramericanos, al imperativo de resolver
temporalmente la presión social sobre la tierra y de promover la modernización
agraria. En Paraguay, se convirtió, además, en un instrumento para asegurar la
estabilidad, legitimidad y, con ello, la permanencia de la dictadura en el poder,
donde la transferencia fraudulenta de tierras fiscales al entorno político del régi-
men -denominadas tierras malhabidas- engendró a un poderoso sector de terrate-
nientes vinculados al régimen stronista. Recién con la caída de la dictadura, que
fue más bien “un arreglo entre cúpulas” (Schvartzmann, 2016: 72) que garantizara
3
El Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia (1814-1840) había expropiado las posesiones de terratenientes
(españoles e Iglesia católica) para redistribuir las tierras a los campesinos y crear las denominadas
Estancias de la patria, de dominio público. El Estado promovía el desarrollo de las fuerzas productivas
(el ferrocarril, industrias, etc.), controlaba el comercio y promovía el desarrollo de la economía campesi-
na (Riquelme 2003; Pastore, 2008).
4
Cabe destacar el desarrollo de procesos autónomos de organización social, como las Ligas Agrarias-
primera organización campesina nacional y constituida finales de la década del setenta- fueron brutal-
mente reprimidos. Como apunta Telesca, (2004), este movimiento, bajo tutelare de la iglesia católica,
cuestionó al poder central contraponiendo una autonomía campesina de producción, de educación, de
procesos de tomas de decisiones de forma colectiva/comunitaria y de consenso.
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la hegemonía del Partido Colorado en el poder, las reivindicaciones de tierra ad-
quirieron un renovado impulso (Lara Castro, 2009).
El advenimiento del actual período “democrático” coincidió con la prolife-
ración de políticas neoliberales desprendidas del "Consenso de Washington".
Nuestro entrecomillado vale por lo que apunta Schvartzman, “no se trata de una
transición a la democracia (…) sino a un estado liberal, de derecho, de una organi-
zación capitalista dependiente, con un severo predominio de la producción prima-
ria” (2016: 41-42). Se trata, en lo que es la democracia liberal moderna, de un siste-
ma democrático procedimental (Gutiérrez, 2015), donde superados los impulsos
privatistas de las dos últimas décadas del siglo XX, se pasa a un neo-
institucionalismo, como señala Dávalos (2011, en Gutiérrez, 2015). Un ejemplo es la
Constitución Nacional de 1992 que reconoce el derecho a la tierra pero introduce,
al mismo tiempo, el principio de mercado de tierras y restringe el papel del Estado
en la mediación de conflictos sobre la tierra (Riquelme 2003, 2013; Kretschmer
2018). Así, "el capitalismo transformó la desigualdad económica de las clases socia-
les en igualdad jurídica de todas las personaste la sociedad" (Oliveira, 2007:36).
Ocupaciones de tierra y transformaciones agrarias
Aunque la ocupación no es un fenómeno nuevo, ya que el asentarse en “tie-
rras libres” es una antigua estrategia del campesinado (no estando signado ese
acceso por la vía mercantil), como apuntamos, éstas tomaron un carácter masivo
durante la década de los años 90. Todas las comunidades campesinas que fueron
creadas al término de la década de 1990, como señala Riquelme (2013), fueron re-
sultado directo de las ocupaciones de tierra. Durante esa década se reportaron
ocupaciones de carácter “espontáneo y sin previos procesos de organización” (Fo-
gel, 1986; Kretschmer, 2018); adquiriendo un carácter masivo con la caída de la
dictadura el 3 de febrero del año 1989. En todo el país, un notorio número de cam-
pesinos y campesinas iniciaron tomas de tierra. Durante la denominada “transición
democrática”, es decir entre 1989 y 1992, se registraron, 199 conflictos por tierras
(Riquelme, 2003). La irrupción y manifestación de nuevas formas de disputas terri-
toriales fue la respuesta a una acrecentada crisis rural provocada por la contradic-
ción entre una agricultura empresarial, en plena expansión desde los años 80, y
una creciente cantidad de campesinos sin tierras, ante la negación del Estado de
dar continuidad a la "Reforma Agraria". La caída de la dictadura posibilitó, enton-
ces, el escenario político donde la demanda por tierra encontró canales de expre-
sión política, manifestándose un conflicto social controlado y fuertemente reprimi-
do durante el régimen dictatorial existente desde 1954.
En esos espacios de conflictos territoriales, emergieron nuevas organiza-
ciones campesinas y se consolidaron aquellas fundadas en los últimos años de la
dictadura, las que se articularon progresivamente en unidades mayores, engen-
drándose una diversidad de organizaciones con diferentes escalas (distrital,
6 Regina Kretschmer y Luis Daniel Hocsman
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regional, nacional)
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. La progresiva organización, con masivas movilizaciones y
acciones en espacios públicos (calles, rutas, plazas, instituciones estatales) las con-
virtió en una de las fuerzas sociales más importantes del país. La primera marcha
campesina en la capital del 1994 fue la culminación de este proceso. Desde un pri-
mer momento, las organizaciones resaltaron que la “democracialo sería real al
democratizarse el acceso a tierra, ya que era esta la principal aspiración.
La consolidación del movimiento campesino como sujeto político, y la con-
tinua conflictividad territorial obligó a los sucesivos gobiernos a transferir tierras al
campesinado. Así, entre 1994 y 1998, se habilitaron 232 nuevas "colonias campesi-
nas" con una superficie total de 415.116 hectáreas (INDERT 2007), permitiendo a
miles de familias recuperar su condición de campesinos con tierra. No obstante, no
hubo programas complementarios, de tal forma que quedaron sin infraestructura
ni acceso a servicios básicos (escuelas, centros de salud, caminos, etc.).
En ese escenario, en el umbral del siglo XXI, la conflictividad territorial
persistió con miles de familias campesinas sin una parcela de tierra, al tiempo que
se perfilaba una nueva fase de acumulación originaria. En este modelo agroalimen-
tario, el campesinado sufrió una doble marginación, como apunta Rubio (2003):
explotados -en su posición estructural de subordinados- y excluidos como produc-
tores de alimentos.
Las políticas globales de tierra, promovidas, entre otros, por el Banco
Mundial, pretendieron desplazar la reforma agraria y promover la mercantiliza-
ción de la tierra y un conjunto de bienes naturales, (Oliveira, 2007; Perreira y Sauer,
2011). Aunque en Paraguay, esas políticas no se implementaron de la misma forma
como en otros países (por caso, Brasil), la puesta en valor de la tierra y la mercanti-
lización de los bienes comunes modificaron el mundo rural. Esto se tradujo en una
reducción del presupuesto para la adquisición de tierras rurales -de hecho, la dis-
tribución de la tierra disminuyó considerablemente-, a lo que se sumó el desmante-
lamiento del Estado, su renuncia a los ya escasos programas orientados al campe-
sinado (Nagel, 2005), y la promoción de una política agraria compatible con el cre-
cimiento del agronegocio (Banco Mundial, 1997).
La expansión del agronegocio se inició de forma vertiginosa con la produc-
ción de soja genéticamente modificada como punta de lanza; las últimas tierras
cubiertas de bosques y el latifundio improductivo” -objeto de ocupaciones y ex-
propiaciones durante la década de los 90- fueron convertidos en latifundios mo-
dernos de uso intensivo, con un discurso propio de la colonialidad al propagar el
5
Entre las organizaciones campesinas constituidas aún en épocas de dictadura se encuentra el Movi-
miento Campesino Paraguayo (MCP), organización de alcance nacional constituida en 1980; la Coordi-
nadora Regional de Agricultores de Itapúa (CRAI) (1982) del Departamento de Itapuá; la Asociación
Regional de Productores Agrícolas de Caaguazú (1982), Asociación de Agricultores del Alto Paraná
(ASAGRAPA) (1984), Organización Campesina del Norte (ONC) (1986), Organización Nacional Cam-
pesina (ONAC) (1986), Regional Campesina de la Cordillera; Asociación Campesina de Desarrollo
Integral (ACADEI) en San Pedro (1980). Seguidamente, y de alcance nacional, la Organización de Lu-
chas por la Tierra (OLT) en 1993 y Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas (CONAMURI) en
1999. A nivel local se formaron un sinnúmero de organizaciones. Como federaciones nacionales la
Coordinadora Nacional de Lucha por la Tierra y la Vivienda (CLNTV) en 1989, que se disolvió en 1992,
y la Federación Nacional Campesina (FNC) en el año 1991.
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“desarrollo” y progreso”. En sólo cuatro años (entre 2002 y 2006) el área de siem-
bra de la soja incrementó a nivel nacional por 925.852 ha., hecho provocado por la
creciente demanda internacional de productos agropecuarios, principalmente gra-
nos y ganadería (Kretschmer, 2018).
En ese momento de apogeo del agronegocio, observamos la mayor conflic-
tividad territorial del periodo estudiado: en el año 2004 se registraron 144 conflic-
tos por la tierra. Esta excepcional conflictividad corresponde a la cuestión agraria
como proceso histórico; es decir a la dinámica del desarrollo desigual del capita-
lismo agrario que provoca resistencias campesinas ante la amenaza de su destruc-
ción.
Las ocupaciones de tierra fueron también fruto de la unificación de dife-
rentes segmentos del campesinado en una lucha coordinada entre las organizacio-
nes, tenían una doble finalidad; conquistar tierras para los miles de sin tierra, y -en
esto consiste el aspecto nuevo- impedir el avance del agronegocio obstruyendo por
este medio su expansión.
La lucha por la tierra se complejizó: miles de familias seguían siendo despo-
seídos; al mismo tiempo que 14.000 familias habrán abandonado anualmente entre
2002 y 2003 sus lugares de vida (Palau et al., 2007). A esto, se sumó la proliferación
de resistencias colectivas en defensa de sus comunidades ante las masivas fumiga-
ciones con agrotóxicos sobre los monocultivos de soja, y las intenciones del agro-
negocio de despojarles de sus tierras.
El año 2004 fue otro punto de inflexión de las políticas de tierra, donde a
los violentos desalojos se suma la persecución judicial de dirigentes. Desde ese
momento, el gobierno paraguayo ha aplicado la judicialización de las luchas socia-
les como estrategia de control social. La continua modificación de disposiciones
legales, como la penalización de ocupaciones y otras acciones de protesta en el año
2010, fueron condiciones para la expansión del agronegocio sojero para el mercado
internacional (Codehupy, 2014).
Como consecuencia, las ocupaciones disminuyeron para el año 2005 y
2006, sin perder su relevancia. Así la articulación nacional MCNOC lanzó, en el
año 2005, una campaña por una reforma agraria. En el año 2008, cuando se dio una
nueva ola de ocupaciones y campamentos para subrayar su reivindicación de una
reforma agraria integral ante la asunción del gobierno Fernando Lugo como primer
presidente que no perteneciera al Partido Colorado en 60 años y benévolo con los
reclamos campesinos (pero con casi nula representación en el Parlamento). En todo
el país, se iniciaron debates sobre nuevos paradigmas de políticas sociales y formas
de participación de las organizaciones sociales en lo político, momento en el que
las organizaciones campesinas instalaron debates sobre el desarrollo rural con én-
fasis en la Reforma Agraria Integral.
No obstante, este panorama, antes de finalizar los primeros 100 días del
nuevo gobierno, casi todas ocupaciones de tierra fueron desalojadas, y sus dirigen-
tes judicializados. El conflicto transcendió al interior del gobierno, propuestas y
programas sociales, así como el monitoreo del cumplimiento de la legislación agra-
8 Regina Kretschmer y Luis Daniel Hocsman
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ria y ambiental fueron boicoteados, tanto de parte de actores del capitalismo agra-
rio como desde esferas del propio gobierno
6
, históricamente subordinado a las
oligarquías y fusionado, desde más de 60 os, con el Partido Colorado (Palau y
Rojas, 2010).
En este escenario, las ocupaciones sufrieron un notable reflujo desde el año
2010, como consecuencia de un complejo entramado de factores políticos y econó-
micos. Atribuir este declive al carácter progresista del gobierno, o a intentos de
cooptación, sería una simplificación de los procesos de acción colectiva y la especi-
fica coyuntura política o económica mundial. Hay dos factores imprescindibles
para considerar, primero, la intensificación de la criminalización al movimiento
campesino, las propias organizaciones denuncian la existencia de más de 3000 refe-
rentes imputados (Kretschmer et al., 2020).
No obstante, dos casos adquirieron alto nivel de conflictividad, provocan-
do disputas entre diferentes sectores en el Estado y repercusión en la política na-
cional. La ocupación de Ñacunday del año 2011 sacó a la luz pública, como ningún
caso anterior, los cimientos fraudulentos del poder de la oligarquía, la corrupción
de entes estatales, como el INDERT, y el poder tanto de los gremios patronales
sojeros y del sector brasileño del agronegocio por encima del Estado (Fogel, 2013)
7
.
El segundo caso provocó la denominada “masacre de Curuguaty” del 15 de junio
de 2012 (un confuso operativo fiscal-policial donde murieron 17 personas, 11 de
ellas campesinos y 6 policías), que se convirtió -nueve meses antes de las elecciones
generales- en el pretexto para ejecutar la destitución del gobierno electo el 22 de
junio de 2012- mediante un juicio político, cuestionado por carecer de legalidad y
legitimidad constitucionales (Codehupy, 2014).
El objetivo de perpetrar ese “golpe institucional” fue, como explica Lara
Castro (2014), el interés de los sectores hegemónicos de “preservar el control del
sistema” -herencia y continuidad del stronismo- y el control del aparato estatal,
históricamente en manos de los latifundistas. De ese modo se produjo la interrup-
ción del frágil proceso de apertura del sistema democrático, iniciado en 1989, tras
35 años de dictadura, imponiéndose la restauración de un régimen conservador y
subordinado económicamente a los intereses del agronegocio
8
. La re-emergencia
de la Cuestión agraria en Paraguay había coincidido con la crisis global del 2007/8
(una crisis de acumulación capitalista en sus componentes financiera, energética y
alimentaria), donde la tierra adquirió un nuevo valor como fuente de acumulación
capitalista y de especulación (McMichael, 2012).
6
Como muestra lo son el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT), Ministerio de
Agricultura y Ganadería (MAG) Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (SENA-
VE), (Palau y Rojas 2010, Kretschmer 2018)
7
Las tierras de Ñacunday, dedicadas exclusivamente a la plantación de soja, y ocupadas por el sojero
brasileño Faveiro, llamado también el "rey de la soja", pero denunciadas como ilegalmente apropiadas
(Fogel, 2013).
8
Posterior al golpe parlamentario asumió el gobierno el Vicepresidente Federico Franco (22 de junio
2012 hasta agosto de 2014), Horacio Cartes (15 de agosto 2014 hasta 14 de agosto 2018) y Mario Abdo
Benitez (2018), hijo del ex- secretario privado de Stroessner. Con las elecciones de Cartes se re-establec
la hegemonía del Partido Colorado en el poder, con mayoría en ambas cámaras del Congreso y de las
gobernaciones.
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Nueva acumulación post golpe parlamentario: "usen y abusen del Paraguay"
Los gobiernos posteriores al golpe 2012 se alinearon sin disimulo a los in-
tereses de las corporaciones internacionales, abriendo el país a inversiones extran-
jeras. Para ello ofrecieron condiciones favorables tales como la construcción o mo-
dernización de infraestructura, la liberación de nuevos organismos genéticamente
modificados (41 eventos en el año 2019, comparado con solo 1 antes del 2011) (Gar-
cía y Avila, 2019) y la sanción de nuevos marcos normativos. Con el gobierno de
Horacio Cartes (2014 a 2019) se propició la promulgación de leyes que facilitaron la
explotación de bienes naturales, mediante la figura y modalidad de “Alianzas pú-
blico-privadas”, entre otros
9
.
Un aspecto de la relación entre despojo capitalista y patriarcado se mostró en
el mensaje emitido por el presidente ante empresarios brasileños: "Paraguay es
fácil. Es una mujer bonita" (2013) y "usen y abusen del Paraguay" (2014)
10
.
Tras el golpe parlamentario” fue contundente la expansión del agronego-
cio y el incremento de inversión de capital extranjero, tanto en inmuebles como en
fábricas de elaboración de maíz y soja, en agrocombustibles, de plantas de proce-
samiento de carne, entre otros. Nuevos rubros de exportación, como arroz y euca-
liptos, realizaron una masiva expansión sobre tierras anteriormente económica-
mente marginales, como humedales para la producción arrocera (en casos en for-
ma de agricultura de contrato, o de adquisición de tierras).
Los mecanismos de despojo no fueron nuevos, pero el nivel de abuso de
poder y violencia de parte de las fuerzas publicas contra comunidades campesinas
e indígenas incrementó, con un alto nivel de impunidad, en una abierta coopera-
ción de instituciones públicas con empresarios. Organizaciones campesinas denun-
ciaron la intencionalidad del presidente de “vaciar el campo de campesinos” para
“liberar” el territorio para el agronegocio. Esta pretensión se vislumbró en el caso
de la comunidad de Guahory en el departamento de Caaguazú, donde la Federa-
ción Nacional Campesina (FNC) denunció un plan territorial de desalojos de co-
munidades campesinas, para entregarlas a empresarios brasileños: al desalojo de la
comunidad Guahory deberían seguir, según ese plan, el de comunidades aledañas;
plan frustrado por las reiteradas denuncias públicas y la capacidad de moviliza-
ción de los campesinos (Kretschmer et al., 2020).
La disminución de la cantidad de ocupaciones se vincula con una compleja
gama de factores económicos y políticos, como la espiral de violencia contra de
luchas sociales, la presencia masiva de policías en desalojos y la judicialización de
9
Esta ley creó el marco institucional para la privatización de servicios públicos, infraestructura y bienes
naturales con una duración de hasta 40 años y la segunda otorgó otorgó al Ejecutivo un poder absoluto,
violando el principio democrático de equilibrio entre poderes.
10
Capítulo aparte, así como válido sería ahondar en el análisis del sustrato de violencia machista y la
raíz de dominación patriarcal que muestra esta “metáfora” discursiva.
https://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/paraguay-es-facil-es-una-mujer-bonita-
dice-cartes-632556.htm y https://www.ultimahora.com/cartes-empresarios-brasilenos-usen-y-abusen-
paraguay-n767800.html
10 Regina Kretschmer y Luis Daniel Hocsman
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dirigentes; acomo el accionar impune de guardias privadas y sicarios en las pro-
piedades del agronegocio (Codehupy 2019) y cierto debilitamiento de las organiza-
ciones campesinas posterior al golpe parlamentario. Desde entonces la mayor parte
de las tomas fueron realizadas por comités de sin tierra, con lo que la lucha por la
tierra se muestra más fragmentada.
Los gobiernos pos-golpe desestimaron la distribución de tierras a campe-
sinos e indígenas y, promovieron una política de regularización de registro de tie-
rras mediante la creación del sistema SIRT (Sistema de Información de Recursos de
la Tierra) en el año 2015. La intención consistía en dar "reconocimiento de colonias
de hecho y no a la entrega de tierras rurales en un abierto conflicto" (Kretschmer et
al., 2020). Organizaciones campesinas, como la FNC (Federación Nacional Campe-
sina), CONAMURI (Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales y Indígenas), MCP
(Movimiento Campesino Paraguayo) y la OLT (Organización de Lucha por la Tie-
rra) denunciaron que este instrumento tenía la finalidad de "legalizar" títulos obte-
nidos de modo fraudulento a favor de productores sojeros
11
. Los gremios del agro-
negocio, como la Asociación Rural del Paraguay (ARP) y la Unión de Gremios de
la Producción (UGP), a su vez, otorgaron su pleno apoyo a esta institución, ya que
"lo único que le va sacar al campesino de la pobreza es su título de propiedad"
12
.
Se disputan también sentidos y significados. Estas acciones señalan la in-
terdependencia entre materia, relaciones sociales, conocimientos, con sus dimen-
siones simbólicas e inmateriales, movilizan y fortalecen las relaciones comunita-
rias; acompañados de la revalorización de los bienes comunes como fuentes de la
vida. La tierra ya no es sólo un medio de producción (como sugiere el lema "la
tierra para quien la trabaja”) sino que alude a prácticas sociales y profundos senti-
dos culturales. Estos lenguajes de valorización de lo colectivo están presentes con
fuerza en la lengua guaraní, que es la que hablan los campesinos en Paraguay
(Martinez Alier, 2009; Kretschmer, 2018; Svampa, 2020).
Otra característica novedosa consiste en la emergencia de nuevos actores
en las ocupaciones de tierra. Se trata de hijos/as de campesinos, que habiendo
emigrado a las periferias urbanas -en su mayoría, trabajadores del sector informal,
o empleados en situación extrema de explotación retornan al campo; tal como
observamos en Ñacunday en el departamento de Alto Paraná (2011) pero, sobre
todo, en la ocupación de Primero de Marzo (2012) en el departamento de Caninde-
jú. Por otra parte, grupos indígenas re-ocuparon fracciones de sus territorios ances-
trales, como fue el caso de la comunidad Sawhoyamaxa del Chaco en el año 2013.
Otro caso emblemático fue el de la comunidad Ava-Guarani Sauce (2016) que vol-
vieron a su territorio ancestral, luego de haber sido, como otras 30 comunidades
Guaraníes, expulsados por la empresa binacional de Itaipú para la construcción de
la hidroeléctrica (Kretschmer et al., 2020).
11
https://www.telam.com.ar/notas/201604/143884-organizaciones-campesinas-paraguay-denuncia-
informe-apropiacion-tierras-dictadura-stroessner.html, 22.6.2018, https://www.abc.com.py/edicion-
impresa/economia/campesinos-dicen-no-al-sirt-en-el-norte-1714700.html , visto el 6.9.2010
12
https://m.amambaynews.com/para-la-arp-corrupcion-y-gran-retroceso-marcaron-al-indert-
p6330.html
Ocupación de tierras y re-territorialización campesina (Paraguay 1990-2020) 11
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Conclusiones
La cuestión de la tierra es uno de los focos centrales de las luchas sociales
más importantes del Paraguay, país con la mayor concentración de tierras en
América Latina. Siendo el acceso a la tierra una demanda histórica del campesina-
do paraguayo, las ocupaciones de tierra se convirtieron, desde la década del 90, en
la estrategia central (y eficaz) del campesinado para disputar el acceso a la tierra y
re-territorializarse. Ante la configuración de un nuevo sistema agroalimentario,
inicios del nuevo siglo, éstas explosionaron en el momento de apogeo del agrone-
gocio, motivado por la amenaza de despojo, expropiación y conversión en trabaja-
dores libres.
En la cúspide de la expansión del agronegocio, las organizaciones campe-
sinas focalizaron sus energías en la ocupación de tierras para frenar la enajenación
con sojización de los territorios; donde al mismo tiempo miles de familias rurales
sin tierra deseaban volver a vivir en y con la tierra. El año 2004 marca, en ese senti-
do, un punto de inflexión a consecuencia de las nuevas políticas globales de tierra
que en el Paraguay se tradujeron en judicialización de las luchas sociales y masivas
represiones. Ante la acentuada mercantilización de los bienes comunes, el campe-
sinado no sólo sufrió una doble marginación como explotados -por su posición de
subordinación- y excluidos de la producción de alimentos, sino la negación del
derecho al acceso a una parcela de tierra que le posibilitara reproducirse como
campesinos.
Luego de un breve periodo de re-emergencia de la cuestión agraria, en el
sentido de hacerse visible el conflicto inherente al desarrollo de las relaciones capi-
talistas en el campo, motivada tras la asunción de un gobierno en principio sensible
a los reclamos campesinos por una reforma agraria, como lo fue con la presidencia
del ex Obispo Fernando Lugo en 2008, el nuevo escenario de posibilidades fue
hecho trizas por el golpe parlamentario en el año 2012 que inauguró una nueva
fase de acumulación capitalista y de especulación, hecho que puede comprenderse
más cabalmente en el contexto de la crisis mundial en el año 2007/8. Señal de ello
es el incremento de inversión de capital extranjero y la expansión de nuevos rubros
de exportación, facilitados por nuevas normas legislativas y una política agresiva
contra las poblaciones rurales.
Los gobiernos post-golpe, presididos por Horacio Cartes y Abdo Benitez,
se caracterizaron por una política de apertura incondicional al capital extranjero y
financiero, mediante la consagración de normas legislativas para atraer y facilitar
inversiones, al mismo tiempo de tolerar todo tipo de infracciones a la legislación
ambiental y agraria que protegen a las comunidades rurales. El Estado ha acompa-
ñado o liderado acciones de despojo contra comunidades rurales, contrarias a toda
legislación nacional e internacional vigente, como ningún gobierno anterior. En
este contexto político, las ocupaciones han decaído, tanto en cantidad como en
superficie ocupada, no obstante organizaciones campesinas, y recientemente tam-
bién comunidades indígenas, continúan resistiendo mediante la opción de re-
12 Regina Kretschmer y Luis Daniel Hocsman
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ocupación de parte de su territorio ancestral. Finalmente, la fiebre internacional
por el acaparamiento de tierras y bienes naturales se agudizó en el inicio de la nue-
va década con y durante la pandemia del Covid 19, fortaleciendo los impulsos de
desposesión de comunidades campesinas e indígenas y la depredación de la natu-
raleza.
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Fecha de recepción: 22/01/2021
Fecha de aceptación: 12/3/2021