Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
56
Ideas y Debates
Una cosa no quita la otra:
Capitalismo y supervivencias precapitalistas
en la región pampeana (un siglo atrás)
Eduardo Azcuy Ameghino
1
Resumen
En este artículo se analiza críticamente cómo un abordaje del pasado que unilatera-
lice el carácter dependiente de la Argentina, y entregue una visión reduccionista de
las especificidades que denotan la presencia de lo transicional y el avance del nue-
vo régimen de producción, puede llevar a concluir que lo s malo, lo más atrasa-
do, lo más explotador (a fines del siglo XIX, principios del XX yhasta en el XXI),
no sería el capitalismo, sino su falta, su insuficiencia, su deformación.
En este sentido, la argumentación no apunta a descartar la influyente pervivencia
de condicionantes precapitalistas sin los cuales, entre otras cosas, no podría expli-
car la “antigua cuestión agraria, pero sí se orienta a rehuir un análisis (y su corre-
lato político) sesgado, a evitar el embellecimiento del régimen del capital, pensando
dicho legado del pasado articulado, y finalmente subordinado, al modo de produc-
ción dominante.
Palabras clave: Dependencia - Capitalismo - Transición - Precapitalismo.
1
Profesor Consulto de la Facultad de Ciencias Económicas Universidad de Buenos Aires. Director del
Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios. Correo electrónico: azcuyameghino@gmail.com
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 57
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
Summary
One thing does not deny the other: capitalism and pre-capitalist survivals in the
Pampas region (a century ago)
This article critically analyzes how an approach to the past that unilateralizes the
dependent character of Argentina, and proposes a reductionist vision of the speci-
ficities that denote the presence of transitional forms and the advance of the new
production regime, can lead to the conclusion that the worst, the most exploitative
(at the end of the 19th century, the beginning of the 20th and... even in the 21st),
would not be capitalism, but rather its absence, its insufficiency, its deformation.
In this sense, the argument does not aim to rule out the influential survival of pre-
capitalist conditioning factors without which, among other things, it could not
explain the old agrarian question”–, but it does aim to avoid an analysis (and its
political correlate) biased, avoiding thus the embellishment of capitalism, thinking
of that legacy of the past as articulated, and finally subordinated, to the dominant
mode of production.
Keywords: Dependency - Capitalism - Transition - Pre-capitalism.
58 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
“Junto con la miseria moderna, estamos
oprimidos por toda una serie de miserias
heredadas que provienen de que siguen
vegetando entre nosotros los métodos
antiguos y anticuados de producción,
que tienen por efecto condiciones sociales
y políticas inadecuadas a la época”.
Karl Marx
Introducción: la razón de estas notas
La relectura de un texto anterior (Azcuy Ameghino, 2009), estrechamente
vinculado con el contenido de un capítulo –“El modo de producción dominante en
la Argentina dependiente: hipótesis y problemas alrededor de la formación históri-
ca del capitalismo”– incluido en un libro próximo a editarse
2
, generó como produc-
to de la reflexión teórica y política sobre el tema (a la vuelta de casi una vida), una
serie de consideraciones alrededor de las tesis allí planteadas, que si bien no fueron
originalmente pensadas para su publicación, las exponemos ahora con la expecta-
tiva de sumarlas a la discusión, conceptualmente enfocada, de aspectos centrales de
la formación y desarrollo del modo de producción capitalista en la Argentina.
El disparador de esta revisión crítica fue insistir en colocar en primer plano la
convicción de que el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo, por todos
los poros, de la cabeza hasta los pies (Marx, 1968, t. I: 646).
En líneas generales, cierto énfasis (que he compartido) en “estirar” en exceso
la influencia del latifundio de origen precapitalista y las relaciones de producción
precapitalistas (la “semifeudalidad”), probablemente pueden llevar, al menos de
hecho, a revisar en forma práctica este concepto básico de Marx.
¿Qué quiero decir? En el virreinato del Río de la Plata una colonia predo-
minaban relaciones de producción netamente precapitalistas. Y al comenzar el
siglo XX, al menos en la región pampeana de la Argentina dependiente, ya eran
preponderantes las capitalistas. Ignorar estas dos definiciones implica no hacerse
cargo de la necesidad de disponer de una explicación acerca de cómo se produjo el
pasaje, en el curso de pocas décadas, de una a otra situación; lo cual nos coloca,
ineludiblemente, frente a la consideración de un período histórico en el cual no
pueden sino multiplicarse los elementos emergentes de la transición entre los men-
cionados modos de producción: una suerte de dialéctica económica, social, política
e ideológica, de tradición y renovación, de continuidades y cambios, inclusiva de
zonas grises de magnitud y duración variables (Volkind y Azcuy Ameghino, 2008).
Frente a este problema, si se exagera el peso de la herencia” colonial-feudal
un componente sin duda activo hasta bien entrado el siglo XX, y se restringe el
2
Eduardo Azcuy Ameghino, Herencia precapitalista, formación del capitalismo y antigua cuestión
agraria en la Argentina dependiente (en prensa).
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 59
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
papel de la acumulación originaria y la posterior consolidación del capital, en mi
opinión no se obtendrá una argumentación solvente acerca de la formación de la
estructura económico-social “moderna” de nuestro país.
Así, un abordaje del pasado que unilateralice el carácter dependiente de la
Argentina, y entregue una visión reduccionista de las especificidades que denotan
la presencia de lo transicional y el avance del nuevo régimen de producción, puede
llevar a concluir que lo más malo, lo más atrasado, lo más explotador (a fines del
siglo XIX, principios del XX yhasta en el XXI), no sería el capitalismo, sino su
falta, su insuficiencia, su deformación.
Desearía dejar claro este punto: la argumentación no apunta a descartar la
influyente pervivencia de condicionantes precapitalistas sin los cuales, entre otras
cosas, no podría explicar la “antigua cuestión agraria” (Azcuy Ameghino, 2015),
pero se orienta a rehuir un análisis (y su correlato político) sesgado, a evitar el
embellecimiento del régimen del capital, pensando dicho legado del pasado articulado,
y finalmente subordinado, al modo de producción dominante.
Este planteo tampoco significa obviar, minimizar, ni controvertir la vigencia
del latifundio y la gran propiedad, ni el hecho decisivo de la dependencia (Rapoport y
Spiguel, 2005: 13), enmarcadas en la cual, y al interior de nuestro capitalismo
3
,
disputan por beneficios económicos e influencia política las principales potencias
imperialistas del planeta.
Marx, Engels y las supervivencias precapitalistas
En textos como el que el lector tiene ahora en sus manos, que tratan aspectos
centrales de la formación del capitalismo en la región pampeana argentina en el
curso del siglo XIX, puede resultar útil (es una elección) tener en cuenta, como
referencia, distintos señalamientos realizados dentro de ese segmento temporal
por dos observadores de la realidad europea occidental, razonablemente inteligen-
tes e informados, fundadores de una tradición teórica y política a la que adheri-
mos.
Veamos unos pocos ejemplos
4
: 1- Al referirse a Italia y al movimiento políti-
co encabezado por Giuseppe Mazzini se indica que le será difícil obtener apoyo
popular en el campo “si no transforma esta vez franca e inmediatamente a los
campesinos de métayers (aparceros) en propietarios libres” (Marx, 1851: 47). 2- Alu-
diendo a la debilidad del proceso de proletarización y avance del capitalismo en
Italia se afirma que se trata de un país que en lugar de proletarios no tiene prácti-
camente otra cosa que lazzaroni (pordioseros)” (Engels, 1851: 48). 3- En Italia “la
población rural excede en mucho a la urbana; en las ciudades la industria está ape-
nas desarrollada, y en consecuencia el proletariado típico es numéricamente pe-
3
“Los lazos de la dependencia argentina toman, fundamentalmente, la forma de la participación directa
de las corporaciones imperialistas en la economía y, a través de ello, en las restantes instancias de la
sociedad. Están, pues, basados en las relaciones de producción capitalistas y se van fundiendo con
ellas” (Ciafardini, 1973).
4
Las referencias que siguen con indicación de autor, fecha y página en Marx y Engels, 1973.
60 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
queño: está compuesto en su mayor parte por artesanos, pequeños patrones y pe-
queños comerciantes, que constituyen una masa fluctuante entre la pequeña bur-
guesía y el proletariado” (Engels, 1894: 414). 4- En polémica con una corriente “iz-
quierdista” de la Liga de los Comunistas se reconoce que también en Alemania, a
mediados del siglo XIX, el capitalismo se hallaba en vías de afirmación: “Nosotros
les señalamos a los obreros alemanes especialmente la naturaleza poco desarrolla-
da del proletariado alemán” (Marx, 1850: 83). 5- Entrada ya la segunda mitad del
siglo, el siguiente testimonio afirma la vigencia de elementos fundamentales del
orden precapitalista, al tiempo que critica las visiones unilaterales que reducían los
planos de la conflictividad social: “En un país predominantemente agrícola como
Prusia es de lo más cobarde atacar únicamente a la burguesía en nombre del prole-
tariado industrial, sin dedicar nunca una palabra a la explotación patriarcal del
proletariado rural bajo el látigo de la gran aristocracia feudal” (Engels, 1865: 158).
6- En la misma dirección que la observación anterior, un nuevo ejemplo de las con-
tinuidades precapitalistas, es la referencia respecto a que el gobierno prusiano no
aceptaría “abolir el régimen de castigo corporal de la aristocracia en el campo”
(Marx, 1865: 166).
¿Cuál es el sentido de traer a colación estas afirmaciones? Básicamente que
contribuyen a reafirmarnos en nuestra interpretación acerca de los principales de-
terminantes de la formación social argentina en el parteaguas de los siglos XIX y
XX: dependencia, capitalismo y remanentes precapitalistas.
Así, frente a las visiones históricas apologéticas de un capitalismo argentino
independiente y progresista –incluidas algunas variantes de “izquierday muchas
“académicas”, compartimos plenamente el sentido, y las consecuencias analíticas
derivadas, de estas expresivas palabras de Marx:
“Como todo el resto del occidente de la Europa continental, no
sólo somos torturados por el desarrollo de la producción capi-
talista, sino también por su falta de desarrollo. Junto con la
miseria moderna, estamos oprimidos por toda una serie de
miserias heredadas que provienen de que siguen vegetando en-
tre nosotros los métodos antiguos y anticuados de producción,
que tienen por efecto condiciones sociales y políticas inadecua-
das a la época. Sufrimos no solamente debido a los vivos, sino
también a los muertos.” (Citado por Engels, 1894: 414)
Claro que cada pueblo debe identificar y sopesar a sus propios muertos”,
para lo cual resulta indispensable que la investigación y el estudio no se distancien
anacrónicamente del tiempo, lugar y circunstancias concretas que en cada caso se in-
terpelan.
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 61
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
Origen precapitalista, transición, capitalismo, revolución: debates…
Cuando el régimen de producción capitalista está sólidamente instalado
como hoy en nuestro país, pasado un siglo largo desde que comenzó a predomi-
nar en escala social–, las anomalías” que eventualmente no parecen encuadrarse
entre sus rasgos más característicos, identificadas en algunos casos como señales de
tiempos idos, suelen ser en su mayoría elementos asimilados y subsumidos en el
régimen capitalista, cuando no productos de este, y hay que investigarlos en sus
especificidades.
Lo cual no significa en absoluto afirmar la inexistencia de un vasto conjunto
de reivindicaciones democráticas que involucran a multitud de actores sociales
(víctimas de la dependencia, de la concentración económica, campesinado, igual-
dad de género, pueblos originarios, ambientalismo, etc.), que se (deberían) suman
y articulan con las necesidades y perspectiva de las mayorías asalariadas. Al con-
trario, de lo que se trataría es de identificar y sintetizar el auténtico problema democráti-
co ya no principalmente asociado a remanentes precapitalistas, cuya resolución
aparece como un mojón en el camino hacia una sociedad diferente al capitalismo.
Sin perjuicio de ello, las referidas “anomalías” serían situaciones, fenóme-
nos, que no responden al concepto de “modo de producción capitalista en su nor-
malidad”, es decir que determinan “enturbiamientos de la teoría” (Marx, 1991, t.
III: 804 y 952), que se presentan continuamente en el análisis de realidades concre-
tas, pasadas y actuales.
En el capitalismo característico de la Argentina dependiente del siglo XXI, el
recurso explicativo consistente en la alusión al “origen” a los antecedentes históri-
cos más lejanos tiene más que ver con un arbitrio discursivo, que con una efecti-
vidad práctico-material diferente a la emergente del propio capitalismo
5
. Por ejem-
plo, que la clase social de los terratenientes posea un origen precapitalista, no de-
termina en lo esencial el sistema de relaciones de producción agrarias, ni el carácter
de la renta del suelo, tal como existen y se manifiestan en 2021
6
.
El enunciado anterior no significa, lo reitero, que en la región pampeana el
peso de los orígenes precapitalistas deba excluirse como factor activo e influyente en
períodos anteriores, en especial durante el siglo XIX y hasta mediados del XX. En este
sentido resulta lógico, cuando el gimen burgués se está afirmando, que las
“anomalías” (relaciones y hechos sociales que no cuadran como factores emergen-
tes del capital) se asocien con las formas socioeconómicas anteriores al capitalismo,
y expresen restos de ellas
7
.
5
Por supuesto que hoy día pueden encontrarse en la región pampeana situaciones ejemplos asocia-
bles a los orígenes precapitalistas, o que expresen remanentes de modos de producción anteriores,
pero en ningún caso se trata de fenómenos de tal envergadura que incidan en escala social.
6
El tipo de terrateniente en cuestión y de propiedad territorial está determinado en lo fundamental
por el origen del plusvalor que apropia como renta. Un terrateniente que embolsa en calidad de renta
una parte de la plusvalía generada principalmente por obreros y peones asalariados es un terrateniente…
capitalista.
7
“Teóricamente se parte del supuesto de que las leyes de la producción capitalista se desarrollan en
estado de pureza. En la realidad, las cosas ocurren siempre aproximadamente, pero la aproximación es
62 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
Lo cual, de todos modos, no define a priori la naturaleza de sus relaciones con
el capitalismo ascendente, del que podrían pensarse alternativamente como trabas
y obstáculos a su funcionamiento, como situaciones consistentes y/o funcionales
con su desarrollo, o como fenómenos marginales que no inciden mayormente en
dicho despliegue. O como un poco de cada cosa, en proporciones que sólo pueden
determinarse mediante el análisis concreto de situaciones históricas específicas.
Por otra parte, es posible identificar diferentes “capitalismos” (diversidad de
lo único), lo cual remite a la historia de cada país, a la comparación entre socieda-
des fundadas sobre dicho régimen de producción y, especialmente, a las situacio-
nes creadas por el paso del capitalismo a su fase imperialista y la división de los
países en opresores y oprimidos
8
. Así, un capitalismo dependiente sería “peor” y
lo es que uno “independiente”, entre otras razones por tender a ubicar, dada su
subordinación, deformación y raquitismo económico, a la mayoría de la población
un piso por debajo del que podría habitar, en condiciones generales de vida algo
mejores, siempre dentro del mismo edificio (el inicial acceso diferencial a vacunas
contra el Covid podría ser un indicador de la disparidad). En una de sus deriva-
ciones, en ausencia de una crítica efectiva y radical del sistema capitalista, esta conclu-
sión habilita que la prioritaria lucha contra la dependencia pueda tener explícita o
implícitamente como objetivo “ser” como Italia, Australia o España. De nuevo,
cuestión de elección.
Dada la presencia en escala social de proletarios y burgueses, y funcionando
la presión económica directa como la determinación básica por la cual unos deben
venderle su fuerza de trabajo a los otros, nos hallamos ante la vigencia plena del
capitalismo. Lo que ocurre en este escenario socioeconómico es producto de dicho
régimen, por ejemplo las precarias condiciones en que trabajan los inmigrantes
“hispanos” en la fruti-horticultura de California o en los frigoríficos de Nebraska.
Las circunstancias de la venta de la fuerza de trabajo dependen del estado del mer-
cado específico, determinado por la economía en general y por los resultados de la
lucha de clases en nuestro caso también antiimperialista en torno a la distribu-
ción del valor generado en la producción.
Cuando domina el capitalismo, los que no venden fuerza de trabajo, sin ha-
llarse desocupados o marginados
9
, es porque reproducen su existencia por otros
medios incluida la explotación del proletariado, sin más condicionamiento de
peso que el mercado y la ley. Toman esta actitud porque pueden, por opción, en
ejercicio de la libertad burguesa (la misma que habilita a los asalariados a rendir
plusvalía); y forman parte de este conjunto los capitalistas, los terratenientes
capitalistas y rentistas, la mayoría de los comerciantes, los diversos cuentapro-
tanto mayor cuanto más desarrollada se halla la producción capitalista y más se elimina su mezcla y su
entrecruzamiento con los vestigios de sistemas económicos anteriores” (Marx, 1968, t. I: 180).
8
Al plantear esta división, pero evitando el desvanecimiento de la sociedad de clases”, nos alejamos
del planteo de algunos autores, para los cuales de fondo “el imperialismo, lejos de ser una fase del
capitalismo, habría reemplazado a este mediante aquella „transformación‟ de las contradicciones de
clase en contradicciones „entre naciones‟” (Ciafardini, Cristiá y Caggiano, 1974: 90).
9
Este razonamiento excluye del mercado de trabajo al ejército de reserva (desocupados) y a la masa
marginal más allá de dicho ejército, ambos productos del capitalismo (Nun, 2003).
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 63
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
pistas, los chacareros y campesinos acomodados y medios, y todo aquel que opere
en forma autónoma algún tipo de emprendimiento lucrativo.
Si en el capitalismo ya consolidado minimizamos la existencia de fenómenos
sociales esencialmente relaciones que puedan tener su origen en la falta (insufi-
ciencia, deformación) de capitalismo, el origen de la mayoría de dichas situaciones
deberá atribuirse por lo tanto a ese modo de producción, a su tipo y características
específicas, incluyendo de nuevo, en nuestro caso la determinante influencia
ejercida por el imperialismo.
Sin perjuicio de lo anterior, resulta lógico que las supervivencias precapita-
listas se hagan presentes en el escenario histórico, y con especial vigor como parti-
cularidad y problema, cuando el capitalismo transita los primeros tramos de su
predominio, quedando abiertas diferentes posibilidades en cuanto a las caracterís-
ticas que tendrá su desarrollo. Así, vamos a suponer que ellas constituyen una
traba u obstáculo al avance del capital.
Situados en una sociedad donde las relaciones burguesas no se han consoli-
dado en escala social, por ejemplo la Argentina hacia 1865, lo primero que debe-
ríamos hacer es determinar qué predomina, si no es el capitalismo. Y la respuesta
probablemente aludirá a la transición, es decir la mezcla, superposición y coexisten-
cia contradictoria de fuerzas y factores de uno y otro signo. Afirmación que nos
enfrenta con un problema:
“El carácter de la sociedad feudal, capitalista se expresa pre-
cisamente de la manera más concentrada en el carácter del Es-
tado, y se define por el carácter de este (…) si se elude este
punto de referencia, la indagación de las relaciones económicas
tiende a presentarlas como un mosaico carente de unidad, por
la diversidad de los modos de producción que coexisten gene-
ralmente en una sociedad de clases.” (Ciafardini, 2002: 140)
Comparto y he citado en otras oportunidades esta definición
10
, cuyo sentido más
pleno se vincula con un momento histórico –“los setenta”– cuando, al menos para
una minoría numerosa, se hallaba en debate la disyuntiva, que vivíamos como
perentoria, de “reforma o revolución”.
Se discutía entonces con las tesis revisionistas de la teoría marxista, que pos-
tulaban la “transición pacífica” al socialismo, y se criticaba el planteo de una tran-
sición sin revolución; y, como resulta tan correcto como inevitable, se pensaba la
historia en una relación activa con ese presente y esas controversias. Me apresuro,
antes de continuar, a afirmar que instalados en el capitalismo una sociedad de
clase, donde una minoría explota a la mayoría no creo que exista la posibilidad de
una transición sin revolución hacia nuevas formas de organización social, donde se
10
Pensando a ojo de buen cubero, probablemente esta guía conceptual aplique para esclarecer el 40 por
ciento de la transición más próxima al pasado, y para el 40 por ciento contiguo al predominio capitalis-
ta; pero se deberán aceptar e investigar, al menos para algunos países donde no se produjo una revolu-
ción, las inciertas especificidades del segmento en el que se concentra la “singularidad” del asunto.
64 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
haya eliminado la explotación de unos seres humanos por otros. Dicho esto, tam-
bién considero que en el pasado precapitalista, si bien existieron revoluciones
como la inglesa y la francesa que constituyeron grandes hitos referenciales e
influyentes, el pasaje de un tipo de sociedad de clase a otro fue generalmente tran-
sitado en el marco de un proceso de transición
11
.
De modo que la revolución continúa siendo un fenómeno que podría reali-
zarse en el futuro, el cual se halla abierto; pero que se realizó, o no, en la historia,
resultado que no depende lamentablemente de la voluntad del historiador o de
quien escudriña el pasado. Distanciados, de momento, de aquellas presiones y
debates al menos como se dieron hace medio siglo, debemos reconocer que el capi-
talismo en Argentina, cualquiera sea el rol que se asigne a la dependencia, no lle
a predominar mediante “una” revolución
12
, más allá de que la anticolonial de 1810
removiera uno de los pilares del orden social establecido (Azcuy Ameghino, 2015),
pero no el corazón del sistema de relaciones de producción precapitalistas que lo
caracterizaban.
Por lo tanto, el problema analítico que aquí enfrentamos es hacernos cargo
de que el núcleo terrateniente precapitalista se hizo capitalista terrateniente sin
abandonar su posición de privilegio como clase dominante, en asociación con mer-
caderes y banqueros que en el mismo proceso histórico se constituirían en burgue-
sía intermediaria o gran burguesía, asociada y subordinada a las diferentes fraccio-
nes en pugna del capital extranjero.
Adelantado este enunciado, con todas sus implicancias, continuamos. En
términos macro no se debe contar con una rigurosa contigüidad e intimidad entre
feudalismo y capitalismo. Porque una cosa es que decaigan las relaciones de domi-
nio personal, extraeconómico, como mecanismo de la explotación social, y otra que
predomine el capitalismo. En la historia de los pueblos que atraviesan este tipo de
experiencia histórica, suele existir un tiempo de crisis y desestructuración del feu-
dalismo, hay gradualismo, hay proceso transicional que puede pensarse en térmi-
nos de “una época de revolución social” (Marx, 1972: 36), y sólo en contadas opor-
tunidades se han producido rupturas radicales, cuyo paradigma es la revolución
francesa de 1789.
En torno a la transición: preguntas, hipótesis y problemas
La esencia del capitalismo es el mercado de trabajo libre, la proletarización y
explotación salarial de los productores directos en línea con la monopolización
burguesa de los medios de producción sociales. Esto es resultado de un proceso
que, por muy veloz que sea, se toma su tiempo. Y suele presentar grandes varia-
ciones y desfasajes regionales dentro de un mismo país.
11
Creo que una cosa ha sido y podría serlo en el futuro el paso de una forma a otra de explotación entre
seres humanos (esclavitud, feudalismo, capitalismo, etc.), y otra muy diferente la construcción de una
sociedad sin explotados ni explotadores, lo cual exige, además de una ruptura radical, la continuidad
por largo tiempo del movimiento revolucionario.
12
El concepto de revolución en Vilar, 1982: 54.
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 65
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
Supongamos ahora que estamos situados en 1869, en la provincia de Buenos
Aires: ¿Qué porcentaje de la población tanto urbana como rural es mano de obra
libre? ¿Cómo explotan los propietarios de las condiciones de producción a los que
lo son, y a los que no? ¿Qué formas de producción están en crecimiento? ¿Qué tipo
de fuerza de trabajo demandan? ¿Cuáles son los motivos y quiénes, y con qué pe-
so, los interesados en mantener relaciones de producción y otros elementos preca-
pitalistas?
En base a la respuesta de las preguntas anteriores y otras parecidas se
pueden identificar (en la región pampeana hacia la fecha referida), en concreto,
componentes destacados del legado precapitalista y mensurar el papel que juegan
en términos de sociedad. ¿Se trata de una mora, que el propio desarrollo general
del capitalismo se ocupará de eliminar en la medida que le sea necesario, o conser-
varla en tanto le resulte funcional? ¿O es un residuo autónomo y resistente, y por
tanto pueden identificarse sujetos sociales con algún poder e influencia interesados
en sostener la vigencia de un orden precapitalista? ¿O de componentes precapita-
listas en un orden capitalista? ¿Qué pasa, por ejemplo, con la proyección de lo feu-
dal en Prusia o Japón, y con el esclavismo en EE.UU.?, países que en poco tiempo
no sólo consolidan su modo de producción capitalista, sino que ingresan en la fase
imperialista, lanzándose en el caso del primero a la conquista militar de Europa.
En Argentina la existencia de relaciones sociales de producción vetustas, si
como creemos fue un factor activo, que pupor sostenerse, debió tener sus voce-
ros y defensores, determinar conflictos y luchas/debates con los intereses a los que
su existencia incomoda o traba, especialmente los vinculados con el desarrollo
capitalista
13
. Aquí resulta clave tener presente que no existe un solo camino de desa-
rrollo del capital, evitando confundir las particularidades concretas de cada uno de
ellos con el concepto general.
Bajo el supuesto de que en la producción rural de la región pampeana buena
parte de las relaciones de producción precapitalistas y sus proyecciones se foca-
liza en el régimen del peonaje rural (entre, supongamos, 1780 y 1950), este debe
recibir especial atención. Mientras no hubo mano de obra libre en escala social, y la
reproducción de la existencia campesina estuvo hasta cierto punto asegurada por
el trabajo autónomo y/o en los frutos del campo abierto, el peonaje tendió a ser
obligatorio (Rodríguez Molas, 1982). Esto significa que fue impulsado y/o se halló
encuadrado mediante coacciones extraeconómicas, lo cual no excluyó que también
fuera secundariamente estimulado por el pago de un estipendio, que sin ser en
rigor un salario, constituía de todos modos una asignación, parte en especie y parte
en moneda.
O sea que nos hallamos en presencia de una presión extraeconómica y una
retribución, en una determinada prelación. En la medida que fuera decayendo la pri-
mera y se fortaleciera la segunda, el peonaje iría tendiendo a encuadrarse bajo for-
13
A menudo se sugiere la funcionalidad entre expansión imperialista y elites precapitalistas, pero, al
respecto, se debe tener en cuenta que, al menos en su forma esencial, la exportación de capital es la
exportación de relaciones de producción basadas en el trabajo asalariado, para lo cual, obviamente,
deben existir proletarios disponibles.
66 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
mas capitalistas, lo cual implica que concomitantemente el productor directo avan-
en su transformación en mano de obra libre
14
. En estas circunstancias, cuando el
incipiente proletario busca trabajo, por ejemplo de peón cosechero y el fenómeno
adquiere escala social, es porque necesita el salario para vivir, como único ingreso
o como ingreso complementario, pero vital.
En la región pampeana, la principal razón por la que no confundimos los
mecanismos represivos precapitalistas (característicos del período colonial y de su
influencia sobre las primeras décadas independientes) con los propios de la acu-
mulación originaria, más visibles a partir de mediados del siglo XIX, es que la es-
tructura estacional de la producción agropecuaria no estuvo hasta cierto momento
en condiciones de absorber no necesitaba una fuerza de trabajo numerosa y en
parte permanente. Sin una demanda estable y creciente de asalariados (dentro y
fuera del agro) no tiene sentido la generación de una clase de proletarios. Pero sí lo tuvo,
en los términos de la primera opción, establecer mediante diversas formas de coac-
ción la obligación de peonar y tributar arriendos, lo cual en algunos casos no resul-
excluyente del deseo de obtener un plus sobre la reproducción independiente
más austera, o más ilegal y por ende riesgosa
15
.
Por otra parte, los propietarios de las condiciones de producción rurales,
aunque no necesitaban ni deseaban disponer una masa de proletarios full time,
tampoco aceptaban coexistir alegremente con un campesinado demunido, que
debía recurrir regularmente a los ganados y tierras “ajenas” para subsistir. Lo cual
contribuía a realzar el papel de la compulsión extraeconómica también para garan-
tizar el funcionamiento de un orden social, donde el plustrabajo no se extorsiona-
ba, en lo fundamental, mediante el sistema salarial (Martínez Dougnac, 1996; Az-
cuy Ameghino, 1995).
Avanzando en el tiempo por sobre este horizonte, con el advenimiento de
cambios socioeconómicos de envergadura, como el alambramiento de los campos,
la eliminación de la frontera, la instalación de los ferrocarriles y el crecimiento y
diversificación de la producción agropecuaria, una parte de los campesinos queda-
ría fijada en labores permanentes de estancias y chacras, y también en empleos
emergentes de la “expansión de la producción mercantil y de las actividades de la
esfera de la circulación” (Ciafardini, 1974b).
Este incremento de la demanda y oferta de fuerza de trabajo refleja desa-
rrollos transicionales, donde se restringe cada vez s la opción de mantenerse al
margen del proceso de formación de una mano de obra libre (hay presión econó-
mica creciente, más policía, mayor efectivización de la propiedad de la tierra y el
ganado, se va agotando el recurso al refugio en las tolderías, etc.) Pero, todavía
debemos inquirir: ¿qporcentaje de la población “rural” económicamente activa
14
Fuerza de trabajo “libre en un doble sentido: libre de las viejas relaciones de clientela, servidumbre y
dependencia, y libres también de todos sus bienes, de toda forma de existencia objetiva y material,
libres de toda propiedad y, por tanto, obligados a vender su capacidad de trabajo o a dedicarse a la
mendicidad, al vagabundeo y al robo, para poder subsistir” (Marx, 1985: 363).
15
Aunque aspecto secundario en la unidad de contrarios obligación-remuneración, la percepción de un
estipendio no debe descartarse para explicar algunas conductas campesinas.
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 67
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
participaba de este peonaje dinamizado?
Como parte de dicho contingente laboral, la agricultura y la ganadería requi-
rieron cada vez s mano de obra, digamos desde 1880, y de tipo estacional, don-
de a la esquila y yerra se agregan las crecientes cosechas (Volkind, 2015). En otra
escala, parecido a lo que ocurría en 1780. Pero ya no era 1780. ¿Cuáles son las dife-
rencias observables en términos de estructura social a la vuelta de cien años y cómo
influyen? Hacia fines del siglo XIX, los trabajadores rurales, ¿en qué proporción
conforman una mano de obra libre? ¿Cuál es la magnitud del campesinado pam-
peano? ¿Se pueden identificar y cuantificar procesos de capitalización o chacareri-
zación? ¿En qué medida se ha cristalizado una capa de semiproletarios, en muchos
casos migrantes?
16
¿Cómo y cuánto incide la inmigración en cada uno de estos
interrogantes?
17
La investigación dirigida a dilucidar estos puntos reviste gran importancia, y
no debe desvincularse de lo que ocurre en el medio urbano”, donde se van pro-
duciendo cambios profundos, en tanto se desarrollan ferrocarriles, frigoríficos,
tranvías, puertos, construcción, algunas industrias, etc., al tiempo que se profundi-
za el modelo agroexportador (Rapoport, 1984). Lo cual indicaría que en las últimas
décadas del siglo, especialmente en la ciudad de Buenos Aires, ya existía una can-
tidad significativa y creciente de mano de obra libre y auténticos salarios, aun
cuando no se ubicaran allí las principales unidades de producción que tiñen al
conjunto de la estructura socioeconómica
18
.
Lo que parece seguro es que las relaciones laborales articuladas en torno a
cosechar, marcar, esquilar o estibar, ya no se basaban en lo fundamental en una
mano de obra compelida, obligada “por la fuerza” (extraeconómica), sino motiva-
da y movilizada por la necesidad (económica) de reproducir su existencia, al me-
nos en parte, cuando no alcanzaban los otros recursos eventualmente disponibles.
Esto muestra como la figura del peonaje obligatorio se fue transformando a lo largo del
siglo XIX, hasta constituir el régimen de peonaje rural característico de la época del
modelo agroexportador. De esta manera, el falso salario –“estipendio de apariencia
salarial medido en dinero” (Cristiá, 1987), proveniente del tiempo colonial fue mu-
tando, en línea con los cambios socioeconómicos, en verdadero salario: el precio de
una mercancía. Aun cuando solo retribuyera una parte del costo de vivir, espe-
cialmente si se trataba de un ingreso estacional que raramente alcanzaba para más
tiempo que la duración del conchabo, obligando a la búsqueda acuciante de otros
16
Dando cuenta de un fenómeno prolongado en el tiempo, véase el siguiente testimonio: “Densas cara-
vanas de hombres de todas las edades, de pie y a caballo, encaramados en los techos de los vagones,
bajan al llano, a las tierras del centro y el sur, desde Santiago, Catamarca, Córdoba, etc., en busca de
maíz para juntar, vale decir en busca de unos pesos para renovar sus raídos indumentos y los de sus
familiares, semidesnudos y semihambrientos en los solares del norte” (La Tierra, 1937).
17
En nuestro país capitalismo e inmigración se hallan estrechamente entrelazados. La importancia del
fenómeno inmigratorio es decisiva, y hace a una parte fundamental de la constitución, en especial en la
región pampeana, de la clase obrera, el campesinado y otros agregados sociales. Realizo esta puntuali-
zación para advertir que la falta de menciones específicas a la inmigración en ningún caso debe conside-
rarse un olvido o una desjerarquización de su papel.
18
En todas las formas de sociedad existe una determinada producción que asigna a todas las otras su
correspondiente rango e influencia” (Marx, 1971: 28).
68 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
empleos o changas.
En términos de escala social, si hay mano de obra libre, la presión económica
funcionará como motor del reclutamiento de trabajadores, y este mercado dará
lugar a un genuino sistema salarial. Ahora, que el salario sea, en concreto, el precio
de la reproducción de la fuerza de trabajo o sólo la cubra en parte, constituye
tanto un rasgo intrínseco del “momento” del capitalismo, como un resultado de la
lucha de clases económica entre compradores y vendedores de esa mercancía. Y lo
mismo vale para las características del trabajo, sus tiempos, intensidad, flexibili-
dad, etc.
También puede existir mano de obra parcialmente libre y semi-
proletarización, con auténticos salarios, en particular en el campo y en el periur-
bano: quintas, hornos de ladrillos, etc. Lo cual presupone asalariados que poseen
otro ingreso, aunque sea el menos importante, asociado al dominio de ciertas con-
diciones autónomas de producción (no han sido completamente separados de los
medios de trabajo y/o de subsistencia).
Remanentes precapitalistas: obstáculo y/o complemento del capitalismo
Volviendo al núcleo del problema que origina estas notas: que el capitalismo
surge del precapitalismo y no de “un repollo” es una obviedad, sólo útil con fines
retóricos. Incluso los más fervorosos cultores de la omnipresencia histórica del
capital, deben aceptar que en algún momento no hubo capitalismo. Las relaciones entre
las condiciones en que se desarrolla y su propio desenvolvimiento constituyen el
asunto al que dirigimos la atención. ¿Por qué el capitalismo, sobre la base que des-
plaza los modos de producción anteriores, debería enfrentar y eliminar las super-
vivencias precapitalistas? Podemos suponer, en algunos casos, que para facilitar su
avance, acelerarlo, etc. En otros no se ve esa necesidad, al menos en algunas ramas
o especializaciones productivas; apor ejemplo la continuidad de relaciones pa-
triarcales y clientelistas entre patrón rural y peón pueden ser útiles para maximizar
la plusvalía.
En este caso lo precapitalista, el legado histórico, es un problema para el asala-
riado, pero no para el capitalismo. Asimismo hay otros capitalistas, diferentes al tipo
de patrón rural en cuestión, que operan en ambientes más modernos”, como fá-
bricas, talleres, grandes comercios y otras empresas de servicios, que cada vez s
prescinden de todo nculo con los asalariados que no sea el cumplimiento del
horario de trabajo y su ejecución a satisfacción para el capital, permaneciendo rela-
tivamente distantes o desinteresados respecto a los fenómenos de dependencia
personal –no por cierto de la explotación más intensa posible de sus” asalariados
especialmente persistentes en el campo. Circunstancias que varían, en formas y
magnitudes, según las diferentes situaciones nacionales y regionales de desarrollo
capitalista.
En este contexto, tomando como referencia la experiencia pampeana, la lu-
cha por arrancarle unos, o efectivizar otros, libertades al capitalismo, expresa
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 69
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
reivindicaciones inherentes a los asalariados y otros sectores subalternos: campesi-
nos/chacareros, pequeño-burgueses y fracciones secundarias de la burguesía.
El capitalismo, una vez convertido en modo de producción dominante, coexiste
con esta restricción de las libertades sin que se afecte su más íntima naturaleza. La
cúpula oligárquico burguesa y otros capitalistas pueden considerar apropiadas
dichas limitaciones y condicionamientos, y contribuir a sostenerlas
19
: mientras los
que las sufren batallan dentro del capitalismo por removerlas. Contexto en el
cual resulta evidente que los explotadores encabezados por la antigua elite ahora
aggiornada, poderosos e influyentes no sólo en el gobierno nacional, sino a nivel
provincial y en las órbitas comarcales, conservan mañas y formas de ejercer el rol
patronal y territorial cuyas raíces remiten al inmediato pasado precapitalista.
El capital nace chorreando sangre y lodo, remarcamos al comienzo. Lo anti-
guo al servicio de lo presente sería una forma de ver el tema: un sufrimiento que
no hace sino agravar el otro. O sea, el capitalismo dominante articulándose con los
resabios precapitalistas, al menos en algunos casos no como una traba, sino como
una ventaja. Esta perspectiva implica reconocer que para el proletariado sus liberta-
des no son originalmente inherentes al capitalismo, sino que le son arrancadas en el
curso de la lucha de clases
20
. Diferente es la situación de aquellos sujetos sociales
que, aunque formalmente habilitados, no acceden, o lo hacen sólo parcialmente, a
los derechos y dispensas jurídicamente consagradas, lo cual explica y justifica la
lucha por gozar de dichas libertades capitalistas (de empresa, de comercio) soste-
nida por los chacareros (Ansaldi, 1993), y también por las fracciones y capas bur-
guesas que no forman parte, ni participan de los beneficios que se reservaba para
la oligarquía burguesa terrateniente subordinada al imperialismo
21
.
Procurando afinar la línea argumental expuesta, vamos a tomar como refe-
rencia un texto de Lenin de 1907 (subtítulo Dos tipos de evolución agraria bur-
guesa”), que nos parece útil para pensar el problema analítico que abordamos,
apuntando ahora a la que hemos denominado antigua cuestión agraria:
“El desarrollo de la economía mercantil y del capitalismo pone
fin de un modo absolutamente inevitable a estas supervivencias
(latifundios feudales y restos del feudalismo)
22
. En este sentido,
ante Rusia solo se abre un camino: el del desarrollo burgués.
Pero las formas de este desarrollo pueden ser dos. Los restos
del feudalismo pueden desaparecer tanto mediante la transfor-
mación de las haciendas de los terratenientes como mediante la
19
Pese a constituir un factor activo en la extensión del capitalismo en el país, el imperialismo en este
caso el inglés también hizo uso de formas de explotación con fuertes contenidos precapitalistas, con
ejemplos relevantes como el de La Forestal (Jasinski, 2013).
20
“La resistencia activa de la clase obrera tiene como efecto el mantener la avaricia económica de la
burguesía dentro de ciertos límites, y conserva viva la oposición de los obreros contra la omnipotencia
social y política de la clase poseedora” (Engels, 1974: 213).
21
Sobre el entrelazamiento entre capitalismo y dependencia, ver Azcuy Ameghino, 2011.
22
Recordar que en Rusia el régimen jurídico de la servidumbre recién fue abolido a comienzos de la
década de 1860.
70 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
destrucción de los latifundios de los terratenientes, es decir por
medio de la reforma y por medio de la revolución. El desarrollo
burgués puede verificarse teniendo al frente las grandes
haciendas de los terratenientes, que paulatinamente se tornen
cada vez más burguesas, que paulatinamente sustituyan los
métodos feudales de explotación por los métodos burgueses, y
puede verificarse también teniendo al frente las pequeñas
haciendas campesinas, que por vía revolucionaria extirpen del
organismo social la excrecencia de los latifundios feudales y se
desarrollen después libremente sin ellos por el camino de las
granjas capitalistas. (Lenin, 1960, t. XIII: 241)
De hecho, buena parte de nuestra reflexión merodea la problemática plan-
teada por Lenin, situados en un tiempo histórico jalonado por el parteaguas de los
siglos XIX y XX, y un lugar, el territorio pampeano con epicentro en Buenos Aires.
Al respecto, mediante un proceso que sería en algunos aspectos todavía prolonga-
do, aquí también el avance del capitalismo pondría fin, “de un modo absolutamen-
te inevitable”, al núcleo duro de las señales precapitalistas
23
. Lo cual se da, como
corresponde, en el marco de diversas particularidades condicionantes.
En primer lugar, se debe reconocer que el feudalismo colonial, menos denso
en las praderas rioplatenses que en las provincias interiores, y parcialmente conmo-
vido por las luchas de la independencia, aunque extendería su alcance sobre las
décadas posteriores, no alcanzó puntualmente en la segunda mitad del siglo XIX
una influencia comparable a la mostrada por los factores precapitalistas en otras
sociedades, asentados en regímenes formales de servidumbre, de esclavitud o en
sus durísimas continuidades una vez disueltos. Asimismo, la fuerza de trabajo
protopampeana no se presentaba principalmente asociada como en el resto del
país y de Hispanoamérica con los pueblos originarios, sobre los que pesaría lar-
gamente su doble condición, de oprimidos y de modo racista estigmatizados por
“conquistados”.
Teniendo en cuenta estos antecedentes y el contexto de la segunda mitad del
siglo XIX, al menos como probabilidad también aquí las formas del desarrollo capi-
talista podían haber sido dos: la terrateniente y la campesina
24
. Pero lo que era un
presente incierto para los protagonistas de la época, para nosotros es historia, y no
la que hubiésemos elegido: “cabe preguntar si hay que comprender la inevitabili-
dad de la transformación agraria democrático-burguesa en el sentido que solo
puede acontecer en una determinada forma, o si es posible que adopte diversas
formas” (Lenin, 1960: 243).
23
En este sentido hemos afirmado que hacia mediados del siglo XX se produce el “agotamiento” de la
antigua cuestión agraria y comienza su “reconfiguración”, emergiendo los contenidos definitorios del
problema agrario actualmente vigente.
24
“La economía campesina evoluciona en el sentido capitalista, destacando, por un lado, la burguesía
rural, y, por el otro, el proletariado rural. Cuanto mejor es la situación de la comunidad, cuanto más
elevado es el bienestar de los campesinos en general, tanto más rápida es la diferenciación de los cam-
pesinos en las clases antagónicas de la agricultura capitalista” (Lenin, 1960: 244).
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 71
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
El capitalismo avanzó interactuando con la herencia precapitalista, la cual fue
una traba, sí, para una de las formas posibles, la vía democrática, campesina, que limitara o
eliminara el latifundismo; y estimuló otra, mediante la cual las grandes estancias terrate-
nientes se irían tornando lentamente cada vez más burguesas
25
, al tiempo que sus titula-
res profundizaban su asociación y subordinación respecto a las principales poten-
cias de la época, afirmando el carácter dependiente del país.
Sobre este último punto, y sobre la base de que el agro pese a su importancia
es sólo una parte del asunto, se me ocurre válida la pregunta acerca de por qué
países como el Japón de la restauración Meiji iniciada en 1866, o el Imperio Alemán
conducido por Bismark desde 1871, que al igual que Argentina marcharon hacia el
capitalismo en el agro por el camino terrateniente, no acabaron como nuestro
país en una situación de dependencia externa respecto a otras potencias.
Sin duda la respuesta deberá exponer un haz multicausal de determinacio-
nes, aun cuando posiblemente una clave decisiva ejemplificando con el caso ni-
pón sea la siguiente:
“con la revolución industrial de los años 1890-1910, el capita-
lismo industrial que firmemente implantado en Japón. Así lo
demuestra el índice de la producción industrial que, siendo de
100 en 1890, paa 442 en 1910… las fábricas del Estado (en es-
pecial arsenales y fábricas siderúrgicas) florecieron a partir de la
Restauración y también las hilanderías fueron rápidamente me-
canizadas y modernizadas. (Takahashi, 1986: 160)
Desde 1880 las empresas estatales –de “capitalismo protegido” fueron ven-
didas a grandes burgueses monopolistas estrechamente vinculados con el poder
político. Todo lo cual se ejecutó sin afectar la base económica de los terratenientes,
ni su porción de poder al interior de los sectores dominantes, ni los contenidos
precapitalistas que persistían en la explotación del campesinado. En suma,
“la revolución industrial se desarrolló bajo el dominio de una
alta burguesía de importantes mercaderes-empresarios privi-
legiados, de modo que, ya en sus orígenes, el capitalismo ja-
ponés manifestó un carácter oligárquico y monopolista, que
sostuvo el mantenimiento de la independencia nacional frente a
la presión de los países capitalistas avanzados”. (Takahashi,
1986: 162)
Indudablemente, por varias razones, el agro no tuvo allí el papel central que
ocupó en las pampas argentinas (que explica pero no justifica), siendo a fines del siglo
XIX la industria textil la que lideró las exportaciones del país, resultando de todo
25
En el marco teórico marxista se denomina a estas dos vías contrapuestas del desarrollo capitalista en
el campo: camino prusiano y camino americano.
72 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
ello que el paquete de negocios central de las clases dominantes niponas resultara
funcional y consistente con una opción independentista y crecientemente expan-
sionista. Lo cual, salvando grandes diferencias, también caracterizó la situación
económica de Alemania, de modo que al finalizar el siglo XIX, mientras Kautsy
llamaba la atención sobre las formas precapitalista y no capitalistas de la agricul-
tura en el interior de la sociedad capitalista” (Kautsky, 1984: lxxxi), el país ya ocu-
paba la vanguardia mundial en materia de industrialización: “En particular, la
construcción de quinas durante la novena y décima décadas del siglo XIX em-
pezó a adquirir dimensiones verdaderamente gigantescas, lo cual repercutió, como
era normal, y de manera inmediata en las restantes ramas de la actividad indus-
trial” (Tarlé, 1960: 76).
Sintetizando el sentido de esta digresión, y vinculándolo con los planteos de
Lenin citados más arriba, cabría afirmar que la vía del desarrollo capitalista en el
agro, en los casos citados y en el nuestro se verificó con la participación de los
terratenientes en el contexto de un creciente aburguesamiento de sus explotaciones
y, como resultó inherente a este camino, manteniendo una buena porción de rema-
nentes precapitalistas.
Queda claro que la diferencia mayúscula y tajante entre las experiencias conside-
radas radica en el peso y papel de la industria, sentido en el cual así como la hegemonía
de la oligarquía burguesa terrateniente argentina obstaculizó y limitó la acumula-
ción y el progreso de los chacareros y de la burguesía subalterna en el agro, de
modo aún más relevante y decisivo trabó y constriñó el desarrollo industrial, frustran-
do durante décadas la emergencia (en el marco de la dependencia) de una burgue-
sía nacional capaz de impulsar un orden democrático burgués. Lo cual no fue sino
la consecuencia, y la contrapartida, de la unilateral especialización agroexportado-
ra impuesta a nuestro país
26
, sostenida y financiada en gran medida por el imperia-
lismo.
Con otras palabras, la modalidad predominante del desarrollo agrario pam-
peano y con sus particularidades también en el resto de las provincias, articulada
con la carga de la dependencia y el tributo al capital extranjero, frustró la posibili-
dad de un desenvolvimiento del capitalismo y de las fuerzas productivas más am-
plio, intenso y pido; encorsetando y ralentizando el desarrollo del mercado inte-
rior y de la gran industria. De lo cual resultó la “Argentina moderna”, tan admira-
da, y hasta donde les resulta posible restaurada, por el neoliberalismo y demás
expresiones del poder oligárquico imperialista.
Esta interpretación permite comprender de qué manera, s allá de las ex-
cepciones, los campesinos, los chacareros, los obreros y los peones rurales vivieron
su participación en el progreso del capitalismo pampeano del modo más doloro-
so
27
, padeciendo su presente y, en diferentes formas y medidas, la persistencia del pasado,
soportando una vida miserable, condiciones de trabajo agobiantes, salarios insufi-
26
“Entre 1880 y 1914 Argentina se transformó en uno de los mayores exportadores de productos prima-
rios del mundo y se asentaron los cimientos del país actual” (Ford, 2009: 33).
27
Entre otros autores, siguiendo a Weil, Rapoport ha remarcado “las miserias más absolutas del arren-
datario o aparcero y el „subhumano‟ destino del trabajador agrario” (Rapoport, 2014: 415).
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 73
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
cientes, la permanencia del latifundio, los arriendos leoninos, la usura, el abuso de
las compañías ferroviarias, la rapiña del gran comercio y las más variadas imposi-
ciones terratenientes.
Lo viejo y lo nuevo: expresiones precapitalistas en el capitalismo
Adentrándonos en esta línea explicativa, vamos a identificar y considerar las
características e influencia de algunos elementos de origen y cuño precapitalista,
que presentes en el territorio pampeano durante la transición, vieron subsistir al-
gunas de sus expresiones durante el posterior predominio del nuevo modo de
producción
28
.
Entre estas se pueden mencionar: la gran propiedad territorial y la clase te-
rrateniente; las unidades de producción campesinas; el sistema del “viejo arrenda-
miento”; la renta de la tierra basada en la transferencia de plustrabajo familiar; y
las formas de dependencia personal incluidos paternalismos y clientelismos de
muchos peones respecto a sus patrones, especialmente estancieros y hacendados.
Y entonces, nuevamente: ¿cómo se relacionan estos rastros del pasado con el
capitalismo vigente en la región pampeana a comienzos del siglo XX? O más preci-
samente, ¿cómo contribuyen a fijar el tipo específico de capitalismo entonces en
curso?
El latifundio, base del poder económico y político de la oligarquía terratenien-
te, es una gran extensión de tierras cuyo carácter en términos sociales lo define el siste-
ma de relaciones de producción mediante las cuales se llevan adelante allí las labores
agropecuarias. Es decir, que al conceptualizar el latifundio distinguimos la propie-
dad en su aspecto jurídico, el derecho de propiedad; y la propiedad como relación
de producción. Ambos niveles no necesariamente coinciden, y en distintos momen-
tos históricos (remarcadamente en los transicionales) una forma de propiedad jurí-
dica burguesa puede arropar relaciones de producción precapitalistas y no capita-
listas
29
.
De manera que los conceptos de latifundio y de capitalismo no son de por sí
excluyentes, y de hecho el actual es capitalista, aun cuando desde Juan de Garay, y
por casi tres siglos, su naturaleza fue claramente precapitalista. En este sentido, la
gran propiedad pampeana y la porción de relaciones sociales arcaicas que contuvo
en su seno resultaron excluyentes con la vía farmer de desarrollo del capitalismo,
limitaron el progreso de una burguesía agraria por el camino inglés y acompaña-
ron el aburguesamiento terrateniente bajo modalidades asimilables a la vía prusia-
na (Azcuy Ameghino, 2004).
Por otra parte, el papel del latifundio, entonces de cercano origen precapita-
lista, no se limitó a condicionar un determinado desarrollo del capitalismo en el
28
La referencia es especialmente al período histórico circa 1850-1950.
29
Esta discordancia presenta diferentes formatos históricos, resultando ilustrativo entre otros el ejem-
plo de la Unión Soviética, cuando la propiedad mantenía formalmente en el plano jurídico un carácter
socialista, mientras que la propiedad en tanto relación de producción ya se había tornado, o se estaba
tornando, capitalista.
74 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
agro, sino que, al interponerse entre los efectivos y potenciales productores direc-
tos y la principal condición de producción, limitó, o mejor, en la mayoría de los
casos coartó, el acceso a la propiedad de la tierra a los criollos e inmigrantes sin
fortuna ni influencias
30
; imponiendo una severa restricción al crecimiento de la
población y a un mercado interior que estimulara el desarrollo de la industria local.
Todo lo cual contribuyó decisivamente a la estructuración dependiente del país, y
al tipo de capitalismo en torno al cual interactuaría dicha dependencia.
Así, a diferencia de lo que ocurría en países como Estados Unidos, en Argen-
tina el poblamiento y la llegada de un número mayor de inmigrantes se estrelló se
afirmaba en 1904 contra una “muralla china formidable, los latifundios. Hay en el
país, reunidos en una sola mano, hasta 15.000 kilómetros cuadrados, bien que se
trate de una compañía, y hay particulares, muchos, por centenares, que tienen más
de 500; verdaderos feudos…” (Bialet Massé, I: 125).
Las unidades de producción familiares pampeanas, y especialmente las bonae-
renses que perduran una vez dominante el capitalismo manteniendo su condición
campesina o chacarera en caso de alcanzar cierto nivel de capitalización, se inser-
tan en el régimen capitalista, al igual que las nuevas unidades producto de la “co-
lonización” con inmigrantes, y funcionan en general como explotaciones mercanti-
les manteniendo una serie de particularidades identitarias.
Los campesinos y chacareros propietarios de su tierra fueron explotados por
el capitalismo a través del comercio, los bancos, la usura, los transportes, etc. Y
probablemente muchos de estos sólo obtuvieron la propiedad mediante su “resca-
te”. Lo cual significa que al hallarse cerrada para la mayoría la posibilidad de una
vía farmer (tierra libre para productores libres) por el latifundio
31
, “será preciso que
el campesino satisfaga las exigencias de los dueños de la tierraen consecuencia,
todos aquellos que intentaron acceder a la propiedad debieron pasar siempre por
el pago de un tributo redoblado a esa propiedad latifundista, es decir, por el some-
timiento previo a una explotación anormalmente intensa que es la única capaz de
permitir un ahorro significativo” (Ockier, 1996: 55) Y eso cuando directamente no
los hundieron las hipotecas, y las tierras compradas eran “arrancadas de manos del
pequeño adquirente imposibilitado de pagar los servicios de la deuda” (Ortiz,
1987: 218).
30
En torno a este punto se despliega una de las principales discrepancias entre las tendencias historio-
gráficas que se expresan en la Argentina. En este sentido, hemos debatido con las posturas que afirman
que en el período colonial existía una “oferta ilimitada de tierras” (Gelman, 1989), y con las que justifi-
can el latifundio de fines del siglo XIX en virtud de “la racionalidad” del acaparamiento de la tierra por
una elite (Míguez, 1986), que además es postulada como “vanguardia” del desarrollo económico (Sesto,
2005).
31
Escribo esta línea y resuenan en mi cabeza las críticas s obvias. Me anticipo a ellas, y retruco: sin
duda que no toda la tierra estaba apropiada de modo latifundista, sin duda que no todos los inmigran-
tes y criollos que lo intentaron fracasaron en adquirir tierras. Veamos la diversidad y la heterogeneidad,
no seamos esquemáticos, reduccionistas ni unilaterales. Pero tampoco seamos eclécticos: en Argentina,
salvo pocas y específicas colonias agrícolas, existió poquísima tierra libre (gratis o muy barata) para
productores libres, se frustró la vía farmer, y el latifundio y la gran propiedad predominaron e inter-
pusieron su derecho y su intermediación frente a quienes quisieron trabajar la tierra. Determinar qué es
principal y qué secundario, qué predomina y qué se subordina o adapta, es un requisito fundamental para
el estudio de la historia y el presente.
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 75
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
Por otra parte, producto de que los terratenientes obtenían fuertes ganancias
especulando con el valor de sus campos
32
, las dificultades de acceso a la propiedad
se agudizaron hacia la primera década del siglo XX: “leguas de tierra que no valían
hace treinta os 500 pesos, valen hoy 20.000, hasta 50.000 en las provincias de
Córdoba, Santa Fe y otras; sin que sus dueños hayan puesto un ápice para semejan-
te progreso” (Bialet Massé, I: 126).
Una parte de los campesinos/chacareros arrendatarios, además de sufrir, al
igual que los pequeños propietarios, exacciones comerciales y usurarias, debieron
rendir una renta que, aunque precapitalista por cercanía histórica será en rigor y
hacia el futuro no capitalista, al estar principalmente constituida por plusvalor
generado por el grupo doméstico. Si, como señalamos oportunamente (Azcuy
Ameghino, 2004, cap. IX), el arriendo que se les impone a estos productores fami-
liares es por lo común superior a la renta en sentido estricto, y va acompañado de
obligaciones que condicionan el accionar del productor directo, se puede afirmar
que esta huella precapitalista funcionó como traba, no ya del capitalismo en general, sino
de la capitalización de los productores familiares y de base familiar, dificultando su
acumulación y la transformación o consolidación de una parte de ellos en bur-
guesía agraria. O sea que, efectivamente, en la región pampeana, “esta relación de
arrendamiento condicionó y subordinó la características productivas de la explota-
ción arrendataria a las necesidades de la gran propiedad” (Llovet, 1988: 253).
La renta de la tierra basada en la transferencia de plustrabajo familiar (incluidas
las aparcerías y medierías) expresa una relación de producción característica de las
sociedades precapitalistas, que en la medida que el capitalismo se afianza tiende a
transformarse (mediante un proceso que impone a sus titulares sacrificios y esfuer-
zos extremos) en una modalidad económica integrada, aunque no confundida, al
repertorio de relaciones capitalistas
33
. En las unidades de producción plenamente
familiares la totalidad del valor que constituye el arriendo pagado al terrateniente
es plustrabajo campesino, pudiendo también absorber parte del trabajo necesario
para la reproducción de la existencia de la familia y de la explotación. Y lo mismo
cabe para las explotaciones arrendadas de base familiar, que combinan en distintas
proporciones el trabajo doméstico con la contratación de peones asalariados,
transfiriéndole a la propiedad territorial en carácter de renta tanto trabajo familiar
como plusvalía.
Considerando el último siglo largo, y hasta donde la estadística censal lo re-
fleja (Fernández y Azcuy Ameghino, 2020), el destino en la larga duración de bue-
na parte de las fincas chacareras tras reiteradas campañas de reproducción simple
y/o insuficiente fue vegetar, oscilando entre sostenerse en virtud del repertorio a
su alcance de estrategias de supervivencia o desaparecer. Si bien el resultado alude
32
Los dueños de la tierra en Argentina podían ser considerados, a fines del siglo XIX, como “una de las
más opulentas clases terratenientes del mundo” (Halperín Donghi, 1995: 11).
33
“En la transición hacia el capitalismoel que no tiene tierra y necesita cultivar un trozo de campo,
tiene que pagar al propietario un „alquiler‟, que habrá de fijarse sobre el producto. Si es pobre, y en año
malo, estará expuesto a deudas, a persecuciones jurídicas más o menos aligeradas según lo que quede
de un cierto paternalismo tradicional. Todo eso es herencia feudal” (Vilar, 1988: 279).
76 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
a una serie de causas, y no sólo a la debilidad estructural de las tenencias chacare-
ras, lo cierto es que entre 1947 y 2018 resultó eliminado el 52% de las explotaciones
a nivel nacional, mientras que en Buenos Aires el porcentaje de “desaparición” fue
del 72%.
Históricamente, este aciago destino de tantas pequeñas y medianas explota-
ciones resultó consistente con el hecho de haber sido víctimas destacadas de la vía
pampeana de transición al capitalismo y de su posterior predominio por el peor
de los caminos, el de la hegemonía terrateniente, la perpetuación del latifundio y la
influencia del legado precapitalista, todo combinado con la dureza de la concu-
rrencia mercantil impuesta por el gimen del capital. Lo cual ocurrió con cierta
tipicidad durante el período denominado del “viejo arrendamiento”, que en líneas
generales se extendió desde el inicio de la puesta en producción agrícola en gran
escala de la región pampeana hasta el congelamiento de los arrendamientos, la
vigencia de la ley 13.246 (Lattuada, 1986), y los cambios económicos, políticos y
sociales asociados con el primer gobierno peronista (Palacio, 2018; Martínez Doug-
nac, 2010).
Terratenientes, capitalismo y dependencia personal
En su versión lozana, de raíz porteña y bonaerense, los grandes propietarios
de tierra originados en la colonia unidos a la elite mercantil establecieron los
rumbos del país independiente luego de 1816. Desde su ubicación en el centro del
poder estatal se beneficiaron de la explotación del vacuno en las tierras nuevas, del
ciclo lanar luego de 1850 y, posteriormente a la expropiación del “desierto”, de la
nueva demanda del frigorífico y la expansión de la agricultura (Halperín Donghi,
1963; Giberti, 1981; Rapoport, 2005).
Como se ve, la clase terrateniente, con el latifundio en primer plano, consti-
tuye un fuerte emergente del pasado precapitalista, que se iría mixturando con el
capitalismo en ascenso. Pero, ¡atención! Y esta paradoja es un punto interpretativo
clave: también la cúpula terrateniente que constituía la médula de los grupos do-
minantes y dirigentes locales es la que preside y hegemoniza, determinando ca-
mino y particularidades, el proceso de formación del capitalismo, al mismo tiempo
que, crecientemente aburguesada, contribuye decisivamente a la consolidación del
carácter dependiente del país
34
.
Reiterando que el capital es, en esencia, una relación de producción, estamos
aludiendo, en el entonces socialmente decisivo plano agrario, a un tipo de lazos
patrón-peón donde lo contractual y lo coactivo suelen solaparse, aun cuando se
trata ya de un vínculo salarial relativamente moderno en el sentido capitalista,
pero ejercido, en la parte que les tocó, por sectores de una clase que continuaba
practicando “el arte heredado del dominio sobre la tierra y los hombres” (Weber,
34
La estructuración de la dependencia y la formación del capitalismo son dos procesos interrelaciona-
dos, inseparables uno de otro a pesar de sus respectivas autonomías relativas: los vínculos de la depen-
dencia se asientan en las relaciones de producción capitalistas a cuyo desarrollo contribuyen y se van
fundiendo con ellas.
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 77
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
1990, 233).
Ya desde las décadas finales del siglo XIX, los terratenientes que no fungían
como rentistas puros y algunos grandes arrendatarios organizaban la produc-
ción en sus estancias explotando a trabajadores que debían conchabarse cada vez
más por necesidad, para poder reproducir su existencia (presión económica direc-
ta), a cambio de un salario, que en el caso de la mano de obra permanente incluía
alojamiento y comida. Dadas las costumbres ancestrales de unos y otros basadas
en prácticas consuetudinarias enraizadas en el antiguo régimen colonial la rela-
ción salarial solía hallarse teñida de componentes de dependencia personal propios
del precapitalismo, que no llegaron a descomponerse por completo durante el pe-
ríodo transicional.
Este vínculo suele ser calificado especialmente con fines de denuncia o po-
lémica como relaciones “semifeudales”, aunque dado el contexto general y algu-
nas de las características de dichos lazos, tal vez responda mejor a la caracteriza-
ción de relaciones capitalistas entrelazadas con rémoras precapitalistas: para el asa-
lariado algo así como lo peor de ambos mundos. Relaciones propias de las formas que
iba adoptando el capitalismo, adolescente e insaciable, en las estancias ganaderas
y también en las grandes unidades agrícolas, especialmente las que involucraban
al personal estable, ya que el estacional, igualmente o más explotado y maltratado,
se prestaba en menor medida a la sujeción personal, aun cuando como patrones
los terratenientes y muchos campesinos ricos (aburguesados) no fueron con sus
peonadas temporales menos autoritarios y amarretes.
Las formas de dependencia personal de los asalariados, de tipo paternalista y
clientelista
35
, expresan una de las maneras s claras en que se manifiesta la in-
fluencia en la pampa húmeda de tres siglos de precapitalismo, aun cuando sus
manifestaciones no resultan excluyentes con la explotación capitalista, sino que, al
contrario, en la medida que esta se va imponiendo en escala social, una cuota ma-
yor de subordinación podría potenciar el papel del sistema salarial como instru-
mento de despojo de trabajo excedente. En este sentido, el plus que otorgarían los
lazos de sujeción cobra su principal sentido en tanto recurso para estrujar más
plusvalía absoluta; es decir que el “paternalismo”, además de incidir en la conduc-
ta social de las peonadas, resultaba funcional con la mayor apropiación de trabajo
impago, y también podrían considerarse otras formas de prestación a título cuasi
gratuito.
Asimismo, especialmente en relación con la figura del trabajador permanen-
te, hay que tener en cuenta la ambigüedad vinculada con ciertas especificidades de
la relación laboral, como la provisión de vivienda y alimentación por parte de la
estancia, en tanto circunstancias inherentes al medio rural que pueden arropar
situaciones de dependencia personal, como ocurría con puesteros y peones de
estancia que laboraban “bajo un régimen patriarcal”, que los presentaba como una
35
No tomamos en cuenta casos en los cuales ni siquiera hay salario, solo manutención, situaciones
descriptas a menudo por el patrón indicando que tiene a su cargo “un opa que ayuda en las tareas” (más
atrás en el tiempo hubiera sido calificado como un “agregado”).
78 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
suerte de “segunda familia del patrón de generación en generación”. Estos pueste-
ros, figuras típicas en las explotaciones ganaderas, libres hasta cierto punto y des-
pojados total o parcialmente de medios de producción y subsistencia, percibían un
salario y no era raro que se les concediera “el derecho de sembrar en un terreno
que se le da… y a veces el de tener una majada de cabras o de ovejas por su cuen-
ta” (Bialet Massé, 1986, I, 161 y 168).
También se debe considerar la vigencia de cercenamientos a la libertad indi-
vidual por ausencia de reglamentación del trabajo, horarios, etc., lo cual resultaba
consistente con el estado de las relaciones de fuerza sociales. Igualmente, en rela-
ción a este problema puede ser útil recordar que el régimen económico en particu-
lar desde el despegue de la agricultura en gran escala que hacía trabajar a niños y
mujeres, extender la jornada laboral casi sin límites, y negar todo derecho al traba-
jador, era centralmente el capitalismo, y no algún modo de producción anterior.
Para el capital que los explotaba, digamos durante el período del llamado
“modelo agroexportador”, no era necesario que las peonadas asalariadas (y tam-
bién los campesinos/chacareros) mejorasen su condición laboral; al contrario, la
aprovechaba al máximo. Sin perjuicio de ello, al tratarse de situaciones que lenta y
parcialmente la cultura y la ideología de la sociedad de la época irían considerando
anacrónicas y atrasadas, buena parte de los componentes de raigambre precapita-
lista que hemos mencionado tendieron a transformarse en blanco de crítica (ade-
más de para quienes los sufrían en carne propia) de sectores burgueses y pequeño
burgueses, que harían política” proponiendo modernizar” las relaciones vetus-
tas, lo cual en gran medida se concretaría en la década de 1940
36
.
Conclusión concisa para un tema amplio y una discusión sin fin
La propiedad terrateniente pampeana de origen colonial, en tanto relación
jurídica, no fue alterada, al menos no profundamente, por las vicisitudes de la polí-
tica; no fue destruida, desplazada o limitada por una burguesía en ascenso, dife-
rente a los grandes propietarios aburguesados; y se fue convirtiendo en el funda-
mento de la estancia típica de comienzos del siglo XX, la cual sería como caracte-
rizaba Lenin a la hacienda junker “capitalista en su base, pero que no puede pa-
sarse sin cierta dependencia de la población rural” (Lenin, 1960, t. XV: 130).
La vía burguesa más democrática de apropiación de la tierra y desarrollo del
capitalismo, el camino del farmer americano, sólo tuvo un principio de ejecución en
los primeros ensayos de colonización agrícola con inmigrantes en el litoral (Gallo,
1983) y fue rápidamente desvirtuado y frustrado cuando la propiedad terrateniente
considero suficientemente valorizados sus campos (Gorostegui de Torres, 1992:
97), reafirmando su dominio y consolidando al arrendamiento como modalidad
principal de acceso a la tierra para quienes necesitaban trabajarla.
Hemos afirmado que en el agro pampeano, en sus condiciones específicas,
en buena medida el capitalismo se fue desarrollando por la llamada vía prusiana
36
Aunque más vinculado con la situación de los chacareros, ver Balsa, 2012.
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 79
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
(aburguesamiento de los terratenientes precapitalistas), con todas sus implicancias
en materia de herencia histórica, y que tuvo su epicentro en la estancia ganadera.
Este fenómeno contó con la originalidad de que al interior de muchas de ellas
–estancias “mixtas”, especialmente en Buenos Aires– (Bejarano, 1969: 118), como en
campos de rentistas puros, también se llevó adelante la agricultura en gran escala,
mediante la tenencia en arrendamiento y aparcería de campesinos y chacareros
–por entonces relativamente confundidos bajo la figura del “colono”, que debie-
ron aceptar y adaptarse a un menú heterogéneo de imposiciones mediante las cua-
les la propiedad territorial influyó severa y negativamente en el quehacer y resul-
tados económicos de sus chacras
37
.
Una parte de estos arrendatarios y de los pequeños propietarios se carac-
terizó por emplear mano de obra asalariada, especialmente estacional, en cantida-
des proporcionales al tamaño de sus grupos domésticos y la superficie de sus la-
branzas. Se produjo así uno de los fenómenos peculiares del régimen social propio
de las primeras décadas del siglo XX: la existencia de una fracción chacarera que
así como se subordinaba “hacia arriba”, subyugada por los titulares del derecho de
propiedad del suelo que laboraba; explotaba –“hacia abajo” mediante el régimen
salarial a un número variable pero significativo de peones y jornaleros rurales,
sobre todo durante el período de cosechas. Alejado de la imagen del arrendatario
clásico inglés, el campesino aburguesado pampeano fue un singular agente socio-
económico que contribuyó a promover la vigencia y la ampliación de los vínculos
salariales. Esta modalidad, diferente a la vía prusiana, debe ser tenida en cuenta
como el otro afluente principal del desarrollo de las relaciones de producción capita-
listas en el campo pampeano.
Terratenientes en la cúspide y parte de los chacareros en la base junto a re-
lativamente pocos burgueses más clásicos” constituyeron los principales y origi-
nales integrantes del polo patronal agrario, a cuyas órdenes peonaron en calidad
de asalariados proletarios, semiproletarios y muchos campesinos pobres. Lo cual
no podía menos que otorgar un sello particular a la organización social del trabajo
en ascenso en la época. Y el resabio precapitalista fue, entonces, funcional a este ca-
mino de desarrollo de las relaciones sociales propias del nuevo modo de producción.
Finalizamos por donde comenzamos: la posibilidad de caminos “mejores” y
“peores” para la vida de los sectores populares y para el desarrollo de las fuerzas
productivas no nos confunde respecto a que el capitalismo es un sistema socio-
económico humanamente malo, y si se lo deja actuar sin límites ni control, todo lo
malo que se puede concebir. Los negros de Alabama o Misisipi, en 1960, no entra-
ban a las escuelas, baños y autobuses de los blancos por falta de capitalismo, sino
porque así lo convalidaba el capitalismo realmente existente en dicho tiempo, lugar
37
Cabría preguntarse por qué el chacarero aceptaba esta situación. Creo que la respuesta es que al pe-
queño arrendatario lo obligaba la necesidad. En general se trata de personas que no tienen tierra y poco
o nada de “capital”, y están convencidas necesitan cultivar un trozo de campo para reproducir su
existencia, debiendo para ello admitir las obligaciones que se les imponen. En la interpretación de este
punto es importante la caracterización que se haga de las relaciones de producción vigentes en la socie-
dad virreinal y en buena parte del siglo XIX, durante la transición y afirmación del capitalismo.
80 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
y circunstancias.
Cerramos el texto sugiriendo que para aquellos interesados en los temas y
problemas que se han ventilado, los argumentos expuestos deberían constituir
especialmente preguntas, hipótesis y propuestas para avanzar con la agenda de
investigación histórica sobre la estructuración y peculiaridades del que sería el
modo de producción dominante en la Argentina dependiente.
Bibliografía
Ansaldi, W. (1993). La pampa es ancha y ajena. La lucha por las libertades capita-
listas. En M. Bonaudo y A. Pucciarelli (comp.). La problemática agraria. Nue-
vas aproximaciones, CEAL, Buenos Aires, tomo II.
Azcuy Ameghino, E. (1995). El latifundio y la gran propiedad colonial rioplatense. Gar-
cía Cambeiro, Buenos Aires.
Azcuy Ameghino, E. (2002). La otra historia. Economía, Estado y Sociedad en el Río de la
Plata colonial. Imago Mundi, Buenos Aires.
Azcuy Ameghino, E. (2004). “Los caminos clásicos del desarrollo histórico del capi-
talismo agrario”. En Trincheras en la historia. Imago Mundi, Buenos Aires.
Azcuy Ameghino, E. (2009). ¿Es eterno? ¿Nació de un repollo? Reflexiones sobre
el desarrollo del capitalismo en el agro pampeano. En Documentos del
CIEA, nº 4, Buenos Aires.
Azcuy Ameghino, E. (2011). Una historia casi agraria. Hipótesis y problemas para una
agenda de investigación sobre los orígenes del capitalismo en Argentina. Ediciones
del PIEA, Buenos Aires.
Azcuy Ameghino, E. (2015). Historia de Artigas y la independencia argentina. Ciccus,
Buenos Aires.
Azcuy Ameghino, E. (2015). De la lucha por las libertades capitalistas a la concen-
tración económica: historia y actualidad de la cuestión agraria pampeana.
Realidad Económica, nº 295, Buenos Aires.
Azcuy Ameghino, E. (2021). El capitalismo agrario pampeano. Teoría, problemas y ar-
gumentos. Imago Mundi, Buenos Aires.
Azcuy Ameghino, E. (en prensa). Herencia precapitalista, formación del capitalismo y
antigua cuestión agraria en la Argentina dependiente. Imago Mundi, Buenos Ai-
res.
Balsa, J. (2012). Discursos y políticas agrarias en Argentina, 1920-1955. América
Latina en la historia económica, nº 3.
Bejarano, M. (1969). Inmigración y estructuras tradicionales en Buenos Aires
(1854-1930). En T. Di Tella y T. Halperín Donghi. Los fragmentos del poder.
Jorge Álvarez, Buenos Aires.
Bialet Massé, J. (1986). Informe sobre el estado de la clase obrera. Hispamérica, Buenos
Aires, tomo I.
Ciafardini, H. (1973). “Desarrollo capitalista dependiente y discurso ideológico”.
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 81
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
Revista Los Libros, nº 29, Buenos Aires.
Ciafardini, H. (1974). Capital, comercio y capitalismo: a propósito del llamado
capitalismo comercial. En VV.AA., Modos de producción en América Latina.
Pasado y Presente, Buenos Aires.
Ciafardini, H. (2002). Sobre algunos enfoques unilaterales en historia. En Textos
sobre economía política e historia. Amalevi, Rosario.
Ciafardini, H., Cristiá, C. y Caggiano, R. (1974). En torno a la acumulación y al impe-
rialismo. Encuadre, Buenos Aires.
Cristiá, C. (1987). Notas sobre teoría y método. Mimeo, Buenos Aires.
Engels, F. (1974). La situación de la clase obrera en Inglaterra. Diáspora, Buenos Aires.
Fernández, D. y Azcuy Ameghino, E. (2020). El censo nacional agropecuario 2018:
visión general y aproximación a la región pampeana. Revista Interdiscipli-
naria de Estudios Agrarios, nº 51.
Ford, A. (2009). Las inversiones británicas y el desarrollo de la economía argenti-
na, 1880-1914. En D. Rock (comp.). Argentina en el siglo XX. Lenguaje Claro
Editora, Buenos Aires.
Gallo, E. (1983). La pampa gringa. Sudamericana, Buenos Aires.
Gelman, J. (1989). Estancieros, labradores, jornaleros y conchabados. Algunas
consideraciones sobre el trabajo y las relaciones de producción en la cam-
paña rioplatense colonial. X Jornadas de Historia Económica, AAHE, Buenos
Aires.
Giberti, H. (1981). Historia económica de la ganadería argentina. Solar, Buenos Aires.
Gorostegui de Torres, H. (1992). Historia argentina. La organización nacional. Paidós,
Buenos Aires.
Halperín Donghi, T. (1963). La expansión ganadera en la Campaña de Buenos
Aires (1810-1852)”. Desarrollo Económico, Vol. III, nº 1-2, Buenos Aires.
Halperín Donghi, T. (1995). Clase terrateniente y poder político en Buenos Aires
(1820-1930). Cuadernos de Historia Regional, nº 15, Luján.
Jasinski, A. (2013). Revuelta obrera y masacre en La Forestal: sindicalización y violencia
empresaria en tiempos de Irigoyen. Biblos, Buenos Aires.
Kautsky, K. (1984). La cuestión agraria. Siglo XXI, México.
La Tierra, nº 3421, Periódico de la Federación Agraria, 30 de abril de 1937.
Lattuada, M. (1986). La política agraria peronista (1943-1983). CEAL, Buenos Aires.
Lenin, V. (1960). El problema agrario en Rusia a fines del siglo XIX. Obras Completas.
Cartago, Buenos Aires, tomo XV.
Lenin, V. (1960). El programa agrario de la socialdemocracia en la primera revolución rusa
de 1905-1907. Obras Completas. Cartago, Buenos Aires, tomo XIII.
Llovet, I. (1988). Tenencia de la tierra y estructura social en la provincia de Buenos
Aires. En AA.VV., La agricultura pampeana. Transformaciones productivas y
sociales. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.
Martínez Dougnac, G. (1996). Justicia colonial, orden social y peonaje obligatorio.
En AAVV., Poder terrateniente, relaciones de producción y orden colonial. García
Cambeiro, Buenos Aires.
82 Eduardo Azcuy Ameghino
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
Martínez Dougnac, G. (2010). Universos discusivos en torno a la cuestión agraria
en los orígenes del peronismo. En J. M. Villulla y D. Fernández (comps.).
Sobre la tierra. Problemas del desarrollo agrario pampeano. Ediciones FCE, Bue-
nos Aires.
Marx, K. (1968). El capital. Fondo de Cultura Económica, México, t. I.
Marx, K. (1971). Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borra-
dor) 1857-1857. Siglo XXI, Buenos Aires.
Marx, K. (1972). Introducción general a la crítica de la economía política/1857. Pasado y
Presente, Buenos Aires.
Marx, K. (1985). Grundrisse 1857-1858. Fondo de Cultura Económica, México, t. I.
Marx, K. (1991). El capital. Siglo XXI, México, t. III, libro tercero.
Marx, K. y Engels, F. (1973). Correspondencia. Cartago, Buenos Aires.
Míguez, E. (1986). La expansión agraria de la pampa húmeda (1850-1914). Ten-
dencias recientes de sus análisis históricos. Anuario IEHS, nº 1, Tandil.
Nun, J. (2003). Marginalidad y exclusión social. Fondo de Cultura Económica, Buenos
Aires.
Ockier, M. C. (1996). Propiedad de la tierra y renta del suelo. La especificidad del
Alto Valle de Río Negro. Cuadernos del PIEA, nº 1, Buenos Aires.
Ortíz, R. (1987). Historia económica de la Argentina. Plus Ultra, Buenos Aires.
Palacio, J. M. (2018). La justicia peronista. La construcción de un nuevo orden legal en la
Argentina (1943-1955). Siglo XXI, Buenos Aires.
Rapoport, M. (1984). De Pellegrini a Martínez de Hoz: el modelo liberal. CEAL, Buenos
Aires.
Rapoport, M. (2005). Historia económica, política y social de la Argentina. Ariel, Buenos
Aires.
Rapoport, M. (2014). Bolchevique de salón. Vida de Félix J. Weil, el fundador argentino de
la Escuela de Frankfurt. Debate, Buenos Aires.
Rapoport, M. y Spiguel, C. (2005). Política exterior argentina. Poder y conflictos inter-
nos (1880-2001). Capital Intelectual, Buenos Aires.
Rodríguez Molas, R. (1982). Historia social del gaucho. CEAL, Buenos Aires.
Sesto, C. (2005). La vanguardia ganadera bonaerense, 1856-1900. Siglo XXI, Buenos
Aires.
Takahashi, K. (1986). Del feudalismo al capitalismo. Problemas de la transición. Crítica,
Barcelona.
Tarlé, E. (1960). Historia de Europa, 1871-1919. Futuro, Buenos Aires.
Vilar, P. (1982). “La transición del feudalismo al capitalismo”. En AA.VV., El modo
de producción feudal. Discusión sobre la transición al capitalismo. Ediciones de
Ambos Mundos, Buenos Aires.
Vilar, P. (1988). Iniciación al vocabulario del análisis histórico. Crítica, México.
Volkind, P. (2015). Entre la agricultura de punta y la “canción de otoño”: procesos de
trabajo, niveles tecnológicos y relaciones sociales en los núcleos maiceros y trigue-
ros bonaerenses, 1895-1920. Tesis doctoral, Facultad de Filosofía y Letras,
UBA.
Capitalismo y supervivencias precapitalistas (un siglo atrás) 83
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 54 1er. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-83
Volkind, P. y Azcuy Ameghino, E. (2008). En torno a la fuerza de trabajo agrícola
en la región pampeana: características y condicionamientos del desarrollo
del capitalismo agrario, 1890-1920. XXI Jornadas de Historia Económica,
AAHE, Buenos Aires.
Weber, M. (1990). La situación de los trabajadores agrícolas en la Alemania del
Este del Elba. Visión general (1892). Revista Española de Investigaciones So-
ciológicas, nº 49.
Una cosa no quita la otra: capitalismo y supervivencias precapitalistas en la región
pampeana (un siglo atrás)
Fecha de recepción: 22/01/2021
Fecha de aceptación: 30/03/2021