82 Francisco Anzoategui
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 55 – 2do. semestre de 2021
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 81-82!
Esto cuando el arrendamiento es en especies. Cuando es en dinero se paga de
$20 a $60 por cada hectárea.
Y a este arrendamiento exorbitante, que influye sobre la economía de la cha-
cra, hay que agregar la tiranía vil que los propietarios de la tierra, y mucho mas sus
administradores, ejercen sobre la gente que la trabaja. En el latifundio del tipo men-
cionado, en el que acampan 50, 100 o mas familias, el latifundista o su administrador
es omnipotente.
Los agricultores, por temor a ser desalojados, empiezan a tolerar un poco; a
callar una vez; y así poco a poco renuncian hasta al último vestigio de altivez y dig-
nidad humana. Se dejan despojar y humillar, para evitar ser echados a la calle.
Hace medio siglo esto ocurría en las propiedades brasileñas que se hicieron
tristemente célebres con el nombre de FAZENDAS.
Hay plumíferos que niegan la existencia del latifundio argentino, porque,
para ellos, ‘latifundio’ es una gran extensión de tierra inculta. En nuestro país una
gran extensión de tierra inculta no es un latifundio.
La extensión de tierra por cada habitante es tan grande que es posible darse el
lujo de criar liebres en grandes porciones de tierra.
No: esos latifundios no nos interesan; los ‘latifundios’ que nos revientan no
son los que son desiertos; sino los que a manera de campos de concentración de reos
políticos o prisioneros de guerra, son poblados por chacareros. Este es el latifundio
argentino, brutal y miserable, que, si hace medio siglo, tuvo su razón de ser y hon-
raba, hoy es una deshonra y solo tiene su razón de ser en el gobierno que el pueblo
merece.”
La Tierra. 4, octubre, 1938
“La eterna peregrinación”
“Ya se ha hecho común la peregrinación de aborígenes a la capital federal para
solicitar el amparo del gobierno de la Nación. Ahora se hallan en Buenos Aires alo-
jados en el Hotel de Inmigrantes, una veintena de aborígenes. Proceden de remotas
regiones de Chubut y Rio Negro. Piden que se les de tierra, pues están amenazados
de desalojo y representan a varios centenares de familias
Los aborígenes en regiones remotas tienen el problema que en la zona agrícola
del país hace padecer al poblador blanco, trabajador de la tierra durante lustros: el
desalojo. La tierra, de aquí y de allá, de todas partes, sea cual fuere la región, des-
pierta la codicia de los que la usufructúan sin trabajarla. Contrariamente a la opinión
interesada de algunos, el latifundio sigue siendo nuestro problema capital.
Los pobres aborígenes que han llegado, una vez más, a la gran metrópoli ar-
gentina, supondrán tal vez, que ellos, parias de la región de las nieves, son las únicas
víctimas. Si sus conocimientos fueran mas completos, advertirían que ellos, como la
inmensa mayoría de los que viven trabajando la tierra, son víctimas de un régimen
de explotación de la tierra que no beneficia sino a una minoría insignificante, perju-
dicando, en cambio, a los trabajadores y a la misma economía del país.”
La Tierra. 23, julio, 1940