Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 56 1er. semestre de 2022
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Persistencia campesina en el norte neuquino.
Los crianceros de Coyuco-Cochico
Sofía Lammel
1
y Graciela Preda
2
Resumen
La Comisión de Fomento Coyuco-Cochico se ubica al noreste de la provincia de
Neuquén, Argentina. Es un área cordillerana, con clima árido y semiárido, y la
ganadería trashumante es la producción principal. Actividad histórica que se re-
monta a los intercambios trasandinos previos a la imposición de los límites fronte-
rizos entre Chile y Argentina. Durante los siglos XIX y XX estuvo expuesta a facto-
res políticos, económicos y ecológicos que condicionaron su supervivencia y situa-
ron a los crianceros en un lugar de desconfianza” y “estigmatización”; sin embar-
go, persiste mostrándose refractaria al avance de la modernidad capitalista (Padín,
2019: 146). Se desarrolla sobre tierras fiscales por productores familiares de caracte-
rísticas campesinas y los rodeos están compuestos por caprinos y, en menor medi-
da, ovinos y bovinos. Su importancia se refleja en datos del Censo Nacional Agro-
pecuario del 2018 que indican que el 53% de las explotaciones agropecuarias tienen
caprinos y el 52% posee límites sin definir. El trabajo, que junto con nica Bendi-
ni iniciamos en 2016, describe la dinámica demográfica y caracteriza el modo de
producción y la organización del trabajo de las familias crianceras. Se utilizan da-
tos cuantitativos, fuentes documentales, bibliografía académica y entrevistas en
profundidad realizadas a crianceros/as e informantes clave entre los años 2019 y
2021.
1
Doctoranda. Beca co-financiada CONICET-INTA con asiento en el Instituto de Investigación y Desa-
rrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar Región Patagonia, INTA, Argentina. E-mail: sofialam-
mel@gmail.com
2
Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar Región Patagonia,
INTA, Argentina. E-mail: preda.graciela@inta.gob.ar
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Palabras clave: Ganadería trashumante - Producción tradicional - Persistencia
campesina - Neuquén.
Summary
Peasant persistence in north Neuquén. The crianceros of Coyuco-Cochico
The Comisión de Fomento Coyuco-Cochico is located in the northeast of the province
of Neuquén, Argentina. It is a mountainous area, with an arid and semi-arid cli-
mate, and transhumant livestock is the main production. This historical activity
dates back to the trans-Andean exchanges prior to the imposition of border limits
between Chile and Argentina. During the 19th and 20th centuries, it was exposed
to political, economic and ecological factors that conditioned its survival and
placed the crianceros in a place of “mistrust” and “stigmatisation”; however, it
continues to resist the advance of capitalist modernity (Padín, 2019: 146). It is car-
ried out on public lands by family producers with peasant characteristics and the
herds are made up of goats and, to a lesser extent, sheep and cattle. Its importance
is reflected in data from the 2018 National Agricultural Census which indicates
that 53% of farms have goats and 52% have undefined boundaries. The paper,
which we started in 2016 with Mónica Bendini, describes the demographic dynam-
ics and characterises the mode of production and work organisation of goat-
breeding families. It uses quantitative data, documentary sources, academic litera-
ture and in-depth interviews with crianceros/as and key informants between 2019
and 2021.
Keywords: Transhumant livestock - Traditional production - Peasant persistence -
Neuquén.
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Introducción
Desde inicios de la década del ´90, Mónica Bendini generó conocimientos en
torno a la problemática de la ganadería trashumante y los crianceros del norte
neuquino, ello se plas en la publicación del libro “Campesinado y ganadería
trashumante en Neuquén” en el año 1993, que coordinó junto a Pedro Tsakouma-
gkos. El mismo compila una serie de trabajos desarrollados en el marco del Grupo
de Estudios Sociales Agrarios de la Universidad Nacional del Comahue y plasma
el interés acerca de una temática que hasta entonces había sido escasamente abor-
dada en el ámbito académico local, y que Mónica sostuvo durante su extensa tra-
yectoria profesional, involucrándose además en instancias participativas de diseño
de políticas públicas vinculadas al sector caprino.
Su vinculación con el Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico pa-
ra la Agricultura Familiar (IPAF) Región Patagonia y el interés renovado en la te-
mática despertó nuevos interrogantes en torno a los crianceros trashumantes. In-
quietud que inspiró la presentación de una beca doctoral en el año 2016, cuya pre-
sentación nos encontró trabajando juntas.
La obtención de la beca
3
posibilitó el desarrollo de una tesis que se está lle-
vando a cabo en el marco del Doctorado en Ciencias Sociales (Universidad Nacio-
nal de Buenos Aires) y que se titula “Crianceros(as) del noreste neuquino. Modo de
producción y relaciones de parentesco en espacios de trashumancia”. La misma se
propone comprender las trayectorias y estrategias de reproducción social desarro-
lladas por las familias crianceras en el área de influencia de la Comisión de Fomen-
to Coyuco-Cochico, ubicada en el noreste neuquino. La problemática de estudio se
enmarca en la discusión acerca de la persistencia de modos de producción tradi-
cionales en contextos de prevalencia de relaciones de producción capitalistas en el
mundo rural. La sociedad moderna y globalizada, fuertemente presionada por la
información y la dinámica del mercado, hace que aquellas producciones con carac-
terísticas campesinas queden soslayadas, al tiempo que adquieren visos particula-
res e interesantes de ser abordados en la investigación social (Mora Delgado, 2007).
En este artículo nos limitaremos a presentar el lugar de estudio, y una breve con-
textualización histórica de las formas de ocupación y producción de ese espacio
social.
Breve reconstrucción histórica de la actividad ganadera y trashumante en el nor-
te neuquino
Para comprender la dinámica espacial actual de la ganadería extensiva y
trashumante del norte neuquino, estimamos necesario su reconstrucción histórico-
social y considerar diferentes escalas espaciales de análisis. Para ello abrevamos de
3
Beca cofinanciada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y el
Instituto Nacional de Investigación de Tecnología Agropecuaria (INTA) con sede en el IPAF Patagonia,
2017-2023.
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los aportes generados por los equipos de investigación del Departamento de Histo-
ria de la Universidad del Comahue sobre la historia regional.
Varela y Biset cuando analizan los procesos socio-históricos ocurridos a par-
tir del contacto hispano-indígena” en la provincia de Neuquén en el siglo XVI,
reparan en la importancia de la consideración de una escala espacial s amplia:
“debe considerarse a esta zona como parte de la historia de la Araucanía, pica
zona marginal con una sociedad de tipo fronterizo que se desarrolló a ambos lados
de la Cordillera andina” (1993: 71). De esta manera, las autoras reconocen la nece-
sidad de traspasar los límites territoriales nacionales históricamente establecidos y
ponerlos en tensión, para desentrañar las relaciones de poder históricas que lleva-
ron al actual ordenamiento territorial.
Durante la época colonial, el territorio que hoy abarca la provincia de Neu-
quén era un área de confluencia de corrientes poblacionales provenientes de diver-
sos lugares, debido a su localización geográfica y a sus condiciones ambientales
particulares. En cuanto a la ganadería extensiva y trashumante en el norte neu-
quino, la misma se remonta a los fuertes lazos de comunicación que existían en el
espacio cordillerano previo a la conformación del Estado Nación. La fluida circula-
ción de mercancías y ganado se debía a la profusa actividad comercial asociada a
los puertos del Pacífico (Manara, 2018).
La ganadería continuó desarrollándose a lo largo del siglo XIX en asenta-
mientos sedentarios y/o cuasi-sedentarios de las áreas cordilleranas, y tuvo una
particular importancia el intercambio realizado en el noroeste neuquino, donde los
pasos fronterizos se encontraban menos accidentados, sin áreas boscosas y cerca-
nos a los puertos y centros comerciales que se ubicaban en el actual territorio chi-
leno (Bandieri, 1993). Esta organización socioeconómica se sostuvo incluso con
posterioridad a la autodenominada “campaña del desierto” de 1879, debido -entre
otras cosas- a que durante el proceso de expropiación de tierras a los grupos indí-
genas y de privatización, la ocupación real y puesta en producción en Neuquén
demoró en concretarse, efectivizándose recién a principios del siglo XX (Blanco,
2007). Esta particularidad habría facilitado el asentamiento de migrantes, que las
fuentes documentales registraron como “chilenos”, que fueron habitando y produ-
ciendo en tierras fiscales y en aquellas que se privatizaron pero que no fueron ex-
plotadas por sus propietarios.
Por otra parte, y particularmente en el norte neuquino, no se observó un
proceso intenso de apropiación privada de las tierras debido a la menor aptitud
productiva para el desarrollo de la ganadería bovina y la agricultura que las mis-
mas tenían. A la par, se daba la ocupación efectiva de las tierras privatizadas en
áreas de mayores condiciones fisiográficas para dichas actividades y que habría
tenido como consecuencia el desplazamiento de los pequeños productores hacia el
noreste del territorio provincial, de mayor marginalidad para el desarrollo de las
mencionadas actividades (Bandieri, 1993; Blanco, 2007). Estos procesos también
explican el incremento de la producción caprina por parte de los pequeños produc-
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tores allí presentes
4
.
De este modo, un elevado porcentaje de tierras fiscales se mantuvieron a
cargo de ocupantes sin títulos de propiedad, los llamados fiscaleros. En los casos de
tierras privadas, los productores debían recurrir al pago de pastaje o arrendamien-
to a los propietarios para que sus animales pudieran alimentarse; también existían
casos de arrendamiento o subarrendamiento ilegal debido al abuso cometido por
parte de comerciantes, jueces de paz, policías o los propios arrendatarios. Debido a
la menor intensidad de privatización de tierras en el norte neuquino, la forma de
arrendamiento y las relaciones de dependencia salarial fueron menores en relación
al sur de la provincia
5
(Blanco, 2007).
El establecimiento del límite fronterizo entre Argentina y Chile no pareció
modificar el funcionamiento de la actividad ganadera y comercial tal como se ve-
nía dando. Los primeros asentamientos urbanizados y las fundaciones de peque-
ños poblados respondieron a un propósito político de construcción del territorio
nacional, de modo que en sus inicios este proceso tuvo un carácter predominante-
mente administrativo, que no modificó las relaciones sociales imperantes en la
zona (Bandieri, 1993). A partir de archivos históricos, la autora constata que, en los
años 1916, 1917 y 1919 el comercio ganadero con Chile se sostuvo en las áreas rura-
les próximas a la cordillera, reflejando la escasa incidencia de la llegada del Ferro-
carril Sud en Zapala en el año 1913
6
. Asimismo, sus fuentes indican que el tránsito
de ganado por los pasos cordilleranos fue totalmente libre hasta la década de 1920.
Los cambios comenzaron a evidenciarse a partir de 1930, cuando Chile y
más tarde Argentina, impusieron mites fronterizos comerciales debido a la crisis
internacional y la consecuente implementación de medidas proteccionistas por
parte de ambos países (Bandieri, 2010). La fijación de elevados impuestos aduane-
ros se convirten uno de los principales factores condicionantes de la descompo-
sición del mercado específico en la zona
7
. Bandieri (1993) advierte que los mismos
tuvieron consecuencias diferenciales en los productores ganaderos: aquellos que
contaban con tierras de mejor aptitud productiva y que poseían un mayor capital
tuvieron posibilidades de adaptarse al mercado nacional, mientras que los peque-
ños y medianos productores del norte -dedicados mayoritariamente a la produc-
ción caprina- se vieron afectados por la paralización del comercio trasandino. La
misma autora evidencia una situación crítica en los pequeños y medianos produc-
4
Las cabras eran preferidas por sus características gregarias y por su menor exigencia de manejo y
porque evidenciaban mayor adaptación a las condiciones extremas en relación a otros animales. A su
vez, ello implicaba una menor inversión en la producción en términos de capital y trabajo (Bandieri,
1993).
5
El sur se ha caracterizado por la existencia de productores de mayor tamaño y propietarios de la tierra,
y los pequeños productores se vinculan mediante relaciones salariales en condición de “peones”, o no
salariales como “puesteros” o “aparceros” (Bendini, Tsakoumagkos y Destefano, 1993).
6
Según la autora, a través del ferrocarril, el sudeste y centro del territorio neuquino habrían comenzado
a movilizar su producción hacia los puertos de Bahía Blanca y Buenos Aires, incorporándose así al
mercado nacional.
7
“A partir de 1945 una severa fiscalización agregó el gobierno argentino para el tráfico internacional
con Chile. Normas rígidas del Banco Central reglamentaron la exportación e importación exigiendo un
depósito previo en divisas con relación al valor de los productos a exportar” (Bandieri, 1993: 193).
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tores caprinos del norte neuquino debido a la ausencia de compradores chilenos,
quienes optaron por la compra de ganado vacuno ya que resultaba más redituable
económicamente ante las nuevas medidas arancelarias.
Por otra parte, la escasez de ventas provocó una sobrecarga animal a la que
se le adjudicó la desertificación de los suelos, situación que fue asociada directa-
mente al ganado caprino y que dio pie a la aplicación en 1967 de la Ley Provincial
para su erradicación (Decreto N° 505/67) estableciendo recargos indiscriminados
en su tenencia. A pesar de la breve vigencia de la ley (fue vetada en 1970) se pro-
fundizó la condición de marginalidad de los pequeños productores caprinos.
Con la creación del estado provincial en el año 1955 se implementaron polí-
ticas de planificación y se establecieron instituciones y agentes estatales que repre-
sentaron una nueva mediación para los productores. La intervención de los orga-
nismos provinciales en la ganadería trashumante se ejerce en el control de las tie-
rras fiscales a través del otorgamiento de permisos de ocupación; en la identifica-
ción del ganado mediante registros de marcas y señales; en el tránsito ganadero a
través de las guías de traslado; en el control aduanero y de sanidad animal; y en la
prohibición de ocupación de las reservas forestales, entre otros.
A partir de fines del siglo pasado se observa una tendencia hacia la visibili-
zación y valorización de la actividad desde la implementación de normativas pro-
vinciales, destacándose la sanción de la última ley de trashumancia (Nº 3016) en el
año 2016. Esta ley constituyó un hito y estableció ampliaciones a las leyes anterio-
res a partir de nuevas disposiciones y acciones para la protección de dicha práctica.
A partir de ese momento, se implementaron mejoras en la infraestructura habita-
cional y productiva vinculada a la actividad que favorecen la calidad de vida de las
familias crianceras; además se avanzó en acciones de seguridad vial a través del
“operativo trashumancia”, que consiste en campañas de difusión entre los meses
de noviembre y abril, y patrullajes de los arreos que se desarrollan sobre rutas na-
cionales y provinciales con la finalidad de evitar accidentes automovilísticos. Asi-
mismo, la ley enfatiza en la valorización cultural de la actividad en tanto práctica
ancestral, y declara el interés de potenciar la actividad turística al instituir la patri-
monialización de la trashumancia.
Si bien en el breve recorrido histórico realizado se rescatan avances en la re-
glamentación y visibilización de la trashumancia, consideramos -al igual que lo
advirtiera Bendini- que uno de los problemas fundamentales “es la persistencia de
limitantes estructurales que impiden el desarrollo integral” y la falta de alternati-
vas regionales o nacionales que estimulen el desarrollo agrario e incluyan a los
crianceros como sujetos agrarios (1993: 73).
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Los parajes rurales Coyuco y Cochico: territorios campesinos en un área de cordi-
llera
El espacio productivo y social del noreste de la provincia de Neuquén se ca-
racteriza por ser una región rural dispersa de pasturas extensivas, con tenencia
incierta de la tierra e históricamente marginada. Corresponde a un mundo rural
tradicional, con ciertos cambios técnicos incorporados, donde predomina la gana-
dería menor con manejo trashumante en estepa y cordillera.
La tendencia a lo largo de la historia ha sido la sobrevivencia de una forma
social de producción basada en la combinación de tierra/ganado/trabajo familiar.
Esa persistencia, no sólo se explica por la lógica interna campesina -intensificación
del trabajo familiar, maximización de sus ingresos (Murmis y Cucullu, 1980) y
apego a la tierra-, sino también porque dentro de la unidad doméstica de produc-
ción, los integrantes desarrollan una pluralidad de actividades que generan ingre-
sos extra prediales e incluso combinan diferentes fuentes de ingresos (Tsakouma-
gkos, 1993). Además, en los períodos de crisis, la unidad doméstica actúa como
ámbito de refugio en una estrategia de sobrevivencia que incluye a los que migra-
ron y retornaron, y a los que residen permanentemente en la unidad.
Esta organización familiar del trabajo continúa prevaleciendo en la actuali-
dad, aunque se incrementa el empleo agrario y no agrario, donde la asalarización
parcial asume un carácter adaptativo espontáneo, pero también de resistencia.
En el centro-norte de Neuquén esta forma de producción se asocia a los
crianceros, denominación local que identifica a productores ganaderos con una
organización del trabajo de base familiar que se dedican, principalmente, a la cría
de cabras criollas
8
. El chivito es el principal producto comercializado en el mercado
local y regional, distinguido desde la obtención de la denominación de origen
9
. Los
rodeos comúnmente están compuestos además por ovejas y vacas, algunas familias
también suelen tener gallinas, huertas y/o elaboran artesanías destinadas al auto-
consumo.
La práctica de la trashumancia consiste en el traslado (arreo) de los animales
en dos momentos del año: entre los meses de noviembre/diciembre se trasladan
hacia los campos de mayor altura (puesto de veranada) donde permanecen hasta
marzo/abril, retornando a los campos de menor altura (puesto de invernada). Al-
gunos cuentan con campos de primavera, donde se lleva a cabo la parición de los
animales previo al traslado a la veranada. La trashumancia supone al menos dos
espacios de producción y de vida para las familias crianceras, en función del ritmo
cíclico anual de las estaciones que hace a la variabilidad de los recursos naturales
(Bendini, Tsakoumagkos y Nogues, 2004).
8
La cabra criolla neuquina es la raza predominante, que ha sido preservada a lo largo de los años por
los crianceros por sus características reproductivas, su rusticidad y capacidad de adaptación a las condi-
ciones ambientales del lugar (Lanari, 2003).
9
La denominación se oficializó en el año 2008 y fue impulsada por un proyecto interinstitucional con el
objetivo de diferenciar el producto, incrementar los ingresos y el control del negocio de los crianceros
(Pérez Centeno, 2008).
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Padín sostiene que en la actualidad la ganadería trashumante “posee una
fuerte vitalidad” en la provincia de Neuquén y su “rico universo económico, social
y cultural se ha mostrado refractario al avance de la modernidad capitalista” (2019:
130). Ello se manifiesta en la ocupación de los puestos de veranada e invernada, en
la distintiva gastronomía popular en torno al chivito, y en las expresiones musica-
les de las cantoras y las festividades religiosas (Silla, 2011).
La importancia y continuidad de la actividad se refleja en los datos del últi-
mo Censo Nacional Agropecuario que ubicó a Neuquén como la segunda provin-
cia con mayor número de cabezas caprinas, registrando un 58% de explotaciones
agropecuarias dedicadas a este tipo de ganadería (Instituto Nacional de Estadística
y Censos, 2018). Se ubica además, como la provincia con mayor porcentaje (52%)
de explotaciones sin límites definidos
10
, lo que denota la presencia de campesinos
debido a la precariedad de la tenencia de la tierra y a una penetración más débil o
lenta del desarrollo capitalista en el territorio (Paz, 2013, 2018). De hecho, las tierras
donde producen los crianceros en su mayoría continúan siendo propiedad del
estado provincial, lo que obliga al criancero a tramitar “permisos precarios” de
uso, aunque en la actualidad están eximidos de cualquier tipo de pago para su
renovación anual (Ley Provincial Nº 263).
La investigación se realizó en el área de influencia de la Comisión de Fomen-
to Coyuco-Cochico, que se ubica en el noreste del departamento Chos Malal (Neu-
quén), y limita al este con la provincia de Mendoza y al norte con Chile, territorios
con los que se mantiene una fluida circulación de personas e intercambio de ani-
males a pesar de los límites fronterizos. Dista 197 kilómetros (km.) de Chos Malal
(cabecera del departamento homónimo) y 424 km. de la ciudad de Neuquén (capi-
tal de la provincia). El único camino vial para acceder a la misma es la ruta provin-
cial N° 53 que fue construida en el año 1980, es de ripio, con pronunciadas curvas y
pendientes que dificultan y enlentecen la circulación vehicular.
La Comisión de Fomento está compuesta por varios parajes y puestos rura-
les dispersos, y toma el nombre de dos parajes distantes a 45 km. entre que, se-
gún registros sanitarios del 2019, posee un total de 269 habitantes agrupados en 80
hogares. Son familias crianceras, dedicadas principalmente a la ganadería trashu-
mante, con fuerte arraigo en el territorio y unidas por lazos de parentesco.
Se trata de un área de cordillera con las cumbres más altas de la región, y en
los valles se ubican los puestos de invernada y veranada a una altura de 2.000
msnm. Presenta condiciones climáticas extremas, especialmente en los meses de
invierno, cuando la temperatura media es de y se producen fuertes vientos y
nevadas. Al igual que en otras regiones patagónicas, desde hace seis años se obser-
va un período de fuerte sequía, que llevó a la declaración provincial de la emer-
gencia agropecuaria en el año 2020 (Resolución 211/2021).
Las características físicas y climáticas extremas del lugar, junto con la defi-
ciente red vial y comunicacional, ubican a estos parajes rurales en una condición de
10
Así son definidas las explotaciones agropecuarias donde no es posible registrar la cantidad de hectá-
reas que la componen, generalmente debido a la falta de títulos de propiedad.
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aislamiento geográfico (Pérez Centeno, 2004), que restringen el acceso de las fami-
lias a servicios esenciales como la salud, educación y transporte, situándolas en una
relación de permanente intermediación y dependencia (especialmente en lo comer-
cial). El contexto descripto le imprime rasgos particulares al modo de producción
de los crianceros que habitan Coyuco-Cochico, condicionando además sus estrate-
gias de reproducción social.
Figura 1. Mapa de ubicación del área de estudio. Coyuco-Cochico, Neuquén,
Argentina.
Fuente: elaboración propia en base a cartografía del Instituto Geográfico Nacional de la
República Argentina.
La Comisión de Fomento tiene su sede en el paraje Cochico, cuya denomina-
ción proviene de la lengua mapuche y significa “agua dulce” y Coyuco, también
proveniente de la misma lengua, significa “agua turbia”. Ambas referencias remi-
ten a particularidades de arroyos homónimos cercanos a los parajes.
La mayoría de los crianceros que habitan en estos parajes se reconocen de
origen chileno, y sus antecesores (padres y/o abuelos) fueron parte de la corriente
migratoria que arribó al norte neuquino entre fines del siglo XIX y principios del
XX. Se identifican como “criollos” y “paisanos”, categorías que relacionan al mesti-
zaje cultural asociado a la historia del lugar. No tienen pertenencia ni adscriben a
ningún pueblo originario, aunque algunas de las familias que allí habitan aluden al
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mestizaje por los apellidos y ciertas prácticas culturales, como el tejido, la cueca y
costumbres alimenticias.
“No tenemos comunidades, somos todos criollos, mezcladitos,
pero con origen chileno, por lo menos la generación de mi
papá, una generación s atrás de nosotros, los que ahora
tenemos 50 años, somos todos hijos de chilenos”. (Informante
clave, Cochico, 2019)
“Criollos le decimos a los chilenos […], no hay en la zona co-
munidades indígenas, había algunas familias, pero no co-
munidades”. (Informante clave, Cochico, 2020)
Este mestizaje cultural se refleja en las diferentes denominaciones que tiene
el paraje Cochico, también denominado Los Rari, de hecho, ambos nombres figu-
ran en el cartel de acceso al lugar. Asimismo, y según el relato de crianceros y refe-
rentes locales, en el pasado también supo llamarse Pañil Co, que es de raíz indíge-
na y su significado es “agua del pañil”.
“Gente de Chile le puso Rari porque era muy parecido a un lu-
gar de Chile donde había muchas cantoras. El nombre original
de este lugar es Pañil Co, es agua del pañil, había mucho de esa
planta medicinal, que hay por ahí […] Sería nombre indígena.
Y, bueno, la gente le dice Cochico, le dicen Los Rari, y el nom-
bre original es Pañil Co, así que ahí tiene tres nombres […]
Cochico sería mucho más amplio, en general sería como que
abarca toda la zona” (Informante clave, Cochico, 2019)
“Dice mi abuelita que había una parte que se llamaba Rari, y es
idéntica a esto. Y de ahí vino de Chile ese nombre []. Familias
chilenas querían que sea Los Rari, y es idéntico, hasta la gente”.
(Criancera, Cochico, 2021)
Entre fines del siglo XIX y principios del XX, campesinos y peones rurales
migraron hacia el norte neuquino debido a la creciente pobreza y la explotación
que ejercían los terratenientes bajo el sistema de inquilinato (Cerruti y Lvovich,
1993). La posibilidad de acceder a un predio propio constituyó una de las principa-
les aspiraciones de los migrantes chilenos que ocuparon las tierras de Coyuco-
Cochico. Esas familias continuaron desarrollando un modo de producción y de
vida campesino, basado principalmente en la agricultura ya que era la actividad
que practicaban en su país de origen.
Se trataba de migrantes jóvenes, generalmente familias ya consolidadas, ma-
trimonios acompañados por hijos pequeños y/o hermanos de alguno de los n-
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yuges. Cada familia ocupaba una fracción de tierra de una dimensión aproximada
de 2 o 3 ha., donde construían sus casas de adobe. Se trata de modos de vida típi-
cos en las sociedades campesinas, donde grupos de parientes próximos forman en
un mismo predio y a lo largo de los momentos de mayor vitalidad del ciclo domés-
tico, una unidad de residencia, producción, consumo e incluso de herencia y suce-
sión (Devillard, 1989).
Inicialmente, las familias migrantes comenzaron su producción sembrando
semillas que trajeron desde Chile y araron la tierra con bueyes también traídos de
su país.
“Nosotros fuimos 6 de familia nomás y antes por ala gente
tenía como 10, 12, más los chilenos que venían de allá […] To-
dos los hijos trabajaban, con animales, hacer siembra. Si había
que cultivar un poco la tierra, cultivaban y había que trabajar
con los bueyes y los bueyes cuesta para trabajarlos, es más tra-
bajo que amansar los caballos. Era mucho trabajo, pero se ha-
cía”. (Criancero, Cochico, 2021)
El trigo constituía una de las principales cosechas y cultivaban distintas va-
riedades que traían desde Chile, la avena constituotro cereal de importancia en
la zona, aunque manifiestan que “sembraban de todo”, incluyendo en la lista otros
cereales, legumbres, verduras y hortalizas: maíz, arveja, poroto, chícharo, cebolla,
papa, zapallo, alfalfa y lechuga, entre otros.
El trigo se utilizaba principalmente para hacer harina o ñaco
11
, se tostaba y
molía manualmente con herramientas de piedra y madera que ellos mismos elabo-
raban, o se llevaba a un molino ubicado a la orilla del arroyo Alhueco (próximo a
Cochico). Era uno de los principales cereales presentes en el consumo diario fami-
liar, con el que además elaboraban pan, caldos, sopas, locro, chichoca
12
y mote
13
.
A medida que fue creciendo la producción triguera, comenzaron a abastecer
a otros lugares de la zona norte, incluso vendían en Mendoza y en Chile durante la
época estival, adonde viajaban a caballo y acarreaban las cargas con mulas cuando
los pasos cordilleranos estaban transitables y sin nieve. En esas instancias, también
compraban productos y mercancías que no disponían en la zona. Existía una fluida
circulación con el país vecino, no sólo por los intercambios comerciales, sino tam-
bién porque los padres bautizaban y registraban a sus hijos en las ciudades chile-
nas cercanas, ya que en esa época aún no se habían instalado registros civiles ar-
gentinos en la zona.
11
Palabra que deriva del quichua y significa harina. Se elabora a base de trigo tostado y molido, y cons-
tituyó un alimento básico en la cotidianeidad de las familias campesinas del norte neuquino.
12
Es un recaudo de trigo o maíz que se usa para acompañar comidas como sopa o cazuela. El proceso
consiste en cosechar los cereales antes de que maduren por completo, hervirlos y ponerlos a secar. Una
vez terminado el proceso de secado, se muele y queda listo para consumirlo.
13
Se refiere al grano de trigo o maíz hervido y pelado. En el norte neuquino se usa para consumir en
guisos o para elaborar un refresco, generalmente a base de agua fría y azúcar.
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Las viviendas se construían con materiales obtenidos de la naturaleza, la
mayoría se conservan en la actualidad y fueron habitadas por las sucesivas genera-
ciones. En los predios también se construían corrales para los pocos animales que
disponían, principalmente chivas y ovejas. Del ganado obtenían carne para el con-
sumo de la familia, leche para el alimento de los niños y la elaboración de quesos, y
cuero y lana de oveja para la confección de artesanías de uso doméstico y produc-
tivo (lazos, bozales, calzados y tejidos). Además, solían tener aves de corral (patos,
gansos y gallinas).
Las familias de Coyuco y Cochico se abastecían esencialmente de su propia
producción, ya que los productos industriales no circulaban como en la actualidad
y éstos tardaron en llegar debido a la condición de aislamiento geográfico descrip-
tos.
“Antes se sufría mucho, para fue un sufrimiento bastante
grande criar todos esos niños chicos […] la leche se conseguía
de chiva, les gustaba a los chicos porque no había más. Había
que mezclarla con un poquito de agua porque es muy cálida la
leche de chiva”. (Criancera, Cochico, 2021)
La producción de alimentos y el trabajo artesanal para lograr la satisfacción
de las necesidades de todos los miembros del hogar demandaba mucho tiempo y
mano de obra, pero en aquella época las familias eran numerosas (tenían diez hijos
en promedio) y todos colaboraban en las distintas tareas una vez que cumplían los
13 años de edad aproximadamente.
“Hay una cosa muy graciosa, antes la única plaga que había pa-
ra la siembra eran los jaros y como las familias tenían tantos
hijos, se turnaban para correr los pájaros de los sembrados. Era
una tarea que hacían los niños, una tarea interesante, porque es-
taban todo el día al sol, se turnaban, las familias tenían de
promedio diez hijos acá. Entonces hacían como un cerco con
gente, digamos, y toda la gente mandaba sus hijos chicos a cor-
rer los pájaros, que se comían la semilla”. (Informante clave,
Cochico, 2019)
En el modo de vida campesino es habitual que los niños se incorporen desde
muy pequeños en el mundo del trabajo y aprendan a través del juego (Preda, 2013),
de esta manera no sólo desarrollan la destreza de las distintas tareas asociadas a la
producción sino también se sumergen en los saberes, las propiedades y usos de los
recursos naturales que disponen en el campo.
“Y nosotros jugábamos […], hacíamos unas pelotitas así con la-
na de oveja, poníamos un trapito y juntábamos los cachitos y
60 Sofía Lammel y Graciela Preda
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con eso jugábamos. Esos camioncitos que hay ahora ni lo
conocíamos. Y jugábamos con eso nomás, así que hacíamos cor-
rales […]. Jugábamos con cachito de cabra, el espinazo, cuando
se morían los vacunos y los caballos estaban blanquitos, nos
traían esos y eran los caballos de nosotros. Entonces yo, como
nosotros nos criamos así de trabajo, de pala, de todo, yo saqué
un canalcito y le echaba agua a mi huerta, y me salía así una ce-
bolla (muestra el tamaño con las manos)”. (Criancera, Cochico,
2020)
El trabajo se aprendía observando y ayudando a los padres, quienes transmi-
tían su experiencia mediante la demostración de la misma práctica y los hijos
aprendían “haciendo”. Formas de aprendizaje que se caracterizan por albergar un
saber práctico que se adquiere a partir de la imitación y la observación de los más
experimentados, generalmente del mismo núcleo familiar, como padres, abuelos o
tíos (Giraldo, 2022). Así, la preparación para el trabajo se resuelve en el interior de
la familia, procedimiento que “refuerza los lazos familiares” (Shanin, 1976).
“La infancia era re linda, yo me acuerdo que era hermoso,
siempre le digo a mi viejo que nosotros a los 8, 9 años ya
andábamos ayudando en el campo. Era como un juego y nos
gustaba un poco porque preferíamos no ir a la escuela. Yo
aprendí más que nada observando y mi viejo me trataba de ex-
plicar”. (Criancero, Coyuco, 2021)
Hasta la década del ´80 no había escuelas en la zona, por lo cual la mayoría
de quienes actualmente tienen entre 60 y 90 años no aprendieron a leer ni a escribir
durante su niñez, unos pocos lo consiguieron con la ayuda de algún pariente o
maestro que se asentó posteriormente en el lugar. En cambio, las generaciones
siguientes contaron con la posibilidad de ir a la escuela, aunque muchas veces pre-
ferían aprender las tareas del campo ya que la escolarización implicaba el desarrai-
go familiar.
En los modos de producción campesinos las relaciones de parentesco repre-
sentan un modo específico de organizar el trabajo y los recursos disponibles, donde
se establecen intercambios mediados por vínculos de reciprocidad. Forman parte
de cadenas de dones y contra-dones recíprocos, que suponen un equilibrio a largo
plazo: “lo que se aporta hoy será recompensado con lo que se recibe mañana” (Po-
lanyi, 1989: 95). En las familias de Coyuco y Cochico los vínculos de reciprocidad
en el ámbito productivo eran especialmente frecuentes entre parientes y vecinos en
momentos donde la actividad demandaba mayor mano de obra que la disponible
en las unidades domésticas.
Estas prácticas de “ayuda” suponen intercambios que comprenden una ga-
ma más amplia de medios de pago que se negocian en el tiempo. A diferencia de
Persistencia campesina en el norte neuquino 61
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los intercambios mercantiles, suelen funcionar a favor del vínculo y no actúan a
distancia ni mediatizados por formas estandarizadas. Según Woortman, en las
sociedades campesinas la economía no existe como esfera diferenciada del resto de
la vida social, lo que “empuja a las relaciones económicas a expresarse en el len-
guaje del parentesco” y estas relaciones se vuelven condición previa de las econó-
micas (Schiavoni, 2001: 448).
“Era mucha la familia que teníamos. Yo fui melliza con otra
hermana, pero yo me crie aparte de ellos, me crio una hermana
de mi mamá… Es tía mía, pero yo le respetaba por mamá […]
Ella me crio a mí, la mamita Lucía, y la mamita nuestra crio a la
otra hermana mía. Así que ahí estábamos repartidos. Después
ya cuando tenía 4 años, estaba por llegar 5 años, le dijo `yo
vengo a buscar mi chiquilla´ y dice `no, no la vas a llevar´. Así
que tuvo que pagarle una vaquilla de 3 años y tuvo que pagarle
10 chivas, por la crianza […] y ya a ellos les vino bien porque
ellos eran pobres, no tenían nada, poquitas chivas”. (Criancera,
Cochico, 2021)
Desde finales de la década del ´70 la agricultura fue disminuyendo paulati-
namente, y la ganadería paa constituir la principal actividad productiva de esta
región. El cambio se atribuye a diversos factores. Varela sostiene que a pesar que el
trigo se daba con facilidad en los suelos del norte neuquino, su desarrollo y expor-
tación eran limitadas porque la harina era considerada de “poca calidad” por la
“mala elaboración de los molinos locales” (2014: 108). Por otra parte, testimonios
de crianceros coinciden con Belver (s/f) en que molinos harineros del norte neu-
quino desaparecieron ante el surgimiento de la “harina blanca” industrial. Según el
autor, los grandes molinos ubicados en la zona de Bahía Blanca que producían esa
harina, ejercieron presión hasta obtener una ley que prohibía la venta comercial de
la llamada “harina negra” o “de piedra”.
Actualmente sólo unas pocas familias del norte neuquino continúan produ-
ciendo ñaco para consumo doméstico y realizan la tradicional trilla campesina
14
con mano de obra familiar, donde participan además parientes y vecinos, que cul-
mina en una fiesta con asado, empanadas, bailes, cantos y destrezas criollas (Silla,
2011).
A medida que las familias de Coyuco y Cochico abandonaron la agricultura,
fueron incrementando progresivamente la cantidad de animales hasta dedicarse
principalmente a la ganadería.
“La carne era escasa en algún momento, después empezaron a
aparecer, la gente empezó a criar animales y dejó la cultura de
14
Actividad que se realiza para retirar el grano de la paja del cereal, en el norte neuquino de acuerdo a
la época se hace con trigo, cebada o avena y se realiza con yeguas.
62 Sofía Lammel y Graciela Preda
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la siembra porque le resultó un poco más beneficioso en algún
momento la carne. Se truequeaba más que nada con los comer-
ciantes que empezaron a aparecer, y cuando apareció la carne y
la grasa empezaron a hacer trueques con Chile”. (Informante
clave, Cochico, 2019)
Aunque en menor escala, los productos ganaderos continuaban siendo co-
mercializados en el mercado chileno, a pesar de las medidas aduaneras y las res-
tricciones sanitarias que comenzaron a implementar el SENASA en Argentina y el
Servicio Agrícola Ganadero en Chile. En Coyuco-Cochico hasta la década de 1970
los intercambios se mantuvieron con fluidez, siendo frecuente la práctica del “con-
trabando”. El aislamiento geográfico de los parajes respecto al resto del territorio
provincial contribuía al mantenimiento de esas prácticas. También eran habituales
los intercambios con comerciantes de localidades vecinas de la provincia de Men-
doza, con quienes se practicaba el trueque de animales en pie por mercancías di-
versas (alimentos no perecederos y ropa).
En la década del ´80, una vez finalizada la ruta de acceso a los parajes y a
medida que se desarrollaban los pueblos de Barrancas y Buta Ranquil, las familias
dejaron de concurrir y comercializar con la misma frecuencia en las localidades
mendocinas y chilenas, y se acrecentaron los vínculos entre los pueblos de cercanía.
Por otra parte, con el correr del tiempo se fueron instalando los juzgados de paz,
los registros civiles, la delegación de registro de marcas y señales de animales, así
como también almacenes de ramos generales, que se convirtieron en los principales
espacios de comercialización y abastecimiento de productos. Allí no sólo vendían
la carne del ganado que producían (fundamentalmente chivitos y corderos), sino
también la grasa, el cuero y las fibras. Además, podían comercializar a crédito,
cuando entregaban los productos les quedaba un crédito a favor que luego utiliza-
ban al momento de adquirir las mercaderías para el consumo familiar.
“Con los comerciantes hacían intercambio de mercadería. Cu-
ando llegaba la primavera y capaz que el criancero no tenía pla-
ta hoy, y suponte que necesita de mercadería y la bolsa de hari-
na le salía $20, entonces ¿qué hacían? Ellos traían harina en sep-
tiembre u octubre y la pagaban en marzo al mismo precio. Le
traían la harina y después se llevaban el chivito”. (Informante
clave, Buta Ranquil, 2020)
Los productos de la ganadería eran destinados no sólo a la venta sino tam-
bién al consumo doméstico. Durante el auge del trigo la carne escaseaba en la dieta
de las familias, pero una vez que la ganadería caprina se estableció como la activi-
dad predominante, el chivito pasó a ser un alimento de consumo diario para ellas.
Asimismo, continuaron realizando artesanías (lazos, bozales, riendas) y tejidos
(monturas, maletas, vicieras, ropa de abrigo, acolchados), destinados esencialmente
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al uso doméstico y ocasionalmente a la venta. Otra actividad complementaria que
realizaban era la caza de animales silvestres (conejo, liebre, gato pajonal y zorro),
en tanto sus pieles eran muy demandadas por los comerciantes y, además, aprove-
chaban la carne para consumo familiar. Como sostiene Toledo (1990), los modos de
producción campesinos implican una estrecha relación con la naturaleza y la adop-
ción de una estrategia que produzca todos los bienes necesarios para la satisfacción
de las necesidades familiares.
Características sobre la estatalidad y la dinámica demográfica en el área de estu-
dio
En el año 1983 se creó la escuela primaria albergue 210 en Coyuco, que
posibilitó el acceso a la educación de una gran cantidad de población infantil del
área rural, llegando a contar con 90 alumnos de distintos parajes rurales próximos.
Una década más tarde, se construyó la escuela primaria albergue N° 310 de Cochi-
co, facilitando el acceso de aquellos niños que vivían en puestos ubicados en el
extremo norte del territorio, a quienes les resultaba arduo el recorrido hasta Coyu-
co.
“Era lejos, porque de Puertas de Barrancas salíamos, veníamos
a alojar a Cochico y de Cochico veníamos a Coyuco.
Llegábamos a la tarde, todo el día llevaba. Había veces que
había que alojarte por los mallines, cuando tocaba, teníamos
que alojarnos en alguna parte. Quedaba muy lejos, íbamos to-
dos a caballo con los chicos […] Después ya cuando nos íbamos
era la parte triste de ellos, quedaban llorando de que nosotros
nos íbamos. Estaban de septiembre hasta mayo y yo los iba a
ver unos días en el verano”. (Criancera, Buta Ranquil, 2020)
La presencia de ambas escuelas favoreció la inserción escolar de los niños de
esos parajes rurales, pero el esquema de las mismas (20 días corridos albergados
por 10 días de receso) generaba un alejamiento de la vida en el campo junto a sus
parientes. Según el recuerdo de sus padres, los niños “extrañaban” y no dejaban de
“sufrir” el desarraigo familiar.
La construcción de la escuela de Coyuco primero, y luego la de Cochico,
propiciaron que muchas familias construyan sus viviendas en aglomerados rura-
les, conformándose una suerte de poblado alrededor de los edificios escolares. En
Cochico el agrupamiento se mantiene y en los últimos años se incrementó el núme-
ro de casas construidas. Contar con una vivienda en el paraje les permite a las fa-
milias la residencia permanente de un adulto (generalmente las mujeres o abue-
los/as) que acompañe a los niños durante el período escolar y, de esta manera,
ahorrarse el traslado a caballo cada vez que deben albergarse.
64 Sofía Lammel y Graciela Preda
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Actualmente en Cochico se observa un mayor agrupamiento poblacional en
relación a Coyuco, de hecho, es allí donde se construyeron en la década del ´90 el
edificio comunal (que representa gubernamentalmente a este y otros parajes) y el
destacamento policial. La Comisión de Fomento se creó por decreto en 1999 y estu-
vo a cargo de dos delegados nombrados por el gobierno provincial hasta el año
2007, cuando los habitantes de los parajes pudieron elegir el presidente comunal a
través del sufragio. Es desde esa institucionalidad donde se gestionan y elaboran
proyectos vinculados a servicios sicos para la mejora de la calidad de vida de la
población, como el acceso a la luz eléctrica y gas envasado. En la actualidad, se
encuentra en vigencia un proyecto impulsado por la Comisión de Fomento para la
construcción de viviendas en base a la fabricación de bloques de arena volcánica.
Este proyecto es interesante en varios aspectos: optimiza el uso de la materia prima
natural disponible en lugar, genera trabajo a quienes allí habitan y brinda la posibi-
lidad que las familias compren los bloques a un precio accesible.
Los pobladores adultos reconocen una mejora en su calidad de vida respecto
al pasado, especialmente en cuanto al acceso a electrodomésticos y a la disponibili-
dad de materiales de construcción de sus viviendas.
“Eran malas las casas, casitas de adobe que se goteaban y uno
sufrió mucho […] Las casas había que mandarlas a hacer, y por
ahí si no había que traer de otros lados el carrizo, la madera, to-
do muy complicado era antes, no como ahora”. (Criancero, Bar-
rancas, 2021)
La construcción de la ruta -como ya fuera mencionado- fue un acontecimien-
to de importancia en el lugar en la medida que contribuyó a la ruptura de la condi-
ción de aislamiento geográfico de estos parajes respecto el resto de la provincia. De
los relatos se puede inferir que se considera un hito en la historia del lugar, ya que
modificó la dinámica socio-espacial de las familias. Algunas decidieron acercar sus
puestos a la ruta para facilitar el acceso de los comerciantes y el traslado de los
niños a la escuela. Asimismo, la ruta une los parajes con Buta Ranquil y Barrancas,
localidades que se constituyeron en poblados de referencia para el área rural, no
sólo por la presencia de agencias estatales y delegaciones de gobierno, sino tam-
bién por su emplazamiento sobre la ruta nacional 40 que conecta con el resto
del territorio neuquino y la vecina provincia de Mendoza.
Además de los beneficios mencionados, el contacto con los pueblos cercanos
brinda la oportunidad a las familias crianceras de ampliar sus ingresos por fuera
del predio a partir de la realización de “changas” o empleos temporales, y funda-
mentalmente, posibilita el acceso a la escuela secundaria y a los servicios médicos
del sistema público de salud.
En relación a la educación, los últimos datos censales disponibles para la
Comisión de Fomento Coyuco-Cochico indican que la población posee un elevado
índice de analfabetismo (19%) en relación a igual indicador departamental (4%) y
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provincial (2%). Según la misma fuente, los parajes alcanzaban niveles de instruc-
ción más bajos en relación al departamento (INDEC, 2010). Hay que tener en cuen-
ta que las oportunidades de acceso a la educación pública en los parajes llegaron
más tarde que en otros lugares de la provincia, por lo tanto, los datos cuantitativos
deben ser analizados en relación a las posibilidades de acceso presentes en el terri-
torio. Asimismo, durante la primera década del siglo XXI se implementó el Plan de
Finalización de Estudios Primarios y Secundarios
15
que permitió cursar el nivel
secundario en los parajes, pero funcionó de modo interrumpido y algunos pocos
estudiantes pudieron terminarlo.
Información más actualizada, basada en los registros sanitarios del 2019,
muestran un cambio relevante en los niveles de escolaridad de los miembros de las
familias, especialmente en los niños y jóvenes en relación a sus padres y abuelos.
Ello se explica no solamente por las mejoras en la conexión con Barrancas y Buta
Ranquil que permitió la asistencia a escuelas secundarias, sino también porque las
familias campesinas tienen una mayor comprensión sobre las demandas de la so-
ciedad en cuanto a la exigencia de mayores niveles educativos para acceder al mer-
cado laboral (Preda et al., 2018). Los mismos registros muestran que el analfabe-
tismo se concentra mayormente en la población de 45 años y más (88%), mientras
que la totalidad de los niños entre 6 y 12 años cursa el nivel primario y el 73% de
los jóvenes entre 13 y 18 años cursa el nivel secundario. Por su parte, la Asignación
Universal por Hijo y las becas locales que contemplan el pago de alquiler de una
vivienda en el pueblo para que los jóvenes puedan acceder a la educación media,
constituyen otras políticas que incentivan y facilitan el acceso a la educación.
Respecto a la salud, los parajes cuentan con puestos sanitarios a cargo de
agentes que realizan trabajos de promoción de la salud y prevención de enferme-
dades desde el enfoque de la atención primaria, pero ante la necesidad de asisten-
cia médica los pacientes deben derivarse al centro de salud de Barrancas o al hospi-
tal de Buta Ranquil. Al mismo tiempo, los puestos sanitarios reciben periódicamen-
te a profesionales de dichos establecimientos para la atención de consultas y con-
troles específicos (ginecológicos y odontológicos, entre otros).
Los agentes sanitarios de ambos parajes son oriundos del lugar, de origen
campesino y criancero, por lo que comparten el habitus con las familias, lo que les
permite construir con ellas lazos de confianza y afinidad, y posibilitan el acceso a la
salud con mayores garantías de realización (Bourdieu, 2007). En la práctica, los
agentes desarrollan en el territorio diversas estrategias asociadas a la atención pri-
maria de la salud, como campañas de vacunación, controles de embarazos, control
del niño sano y escolar, y tratamientos de enfermedades comunes o leves. También
realizan acciones orientadas a la mejora de la calidad de vida de la población, como
sellado y entubación de vertientes con mangueras para garantizar una mejor cali-
dad del agua para el consumo humano y su diferenciación con la fuente de agua
15
El Plan FinEs fue creado en el año 2008 por el Ministerio de Educación de la Nación con el propósito
de garantizar los derechos educativos a la población joven o adulta que no pudo acceder o finalizar los
estudios obligatorios en los tiempos que el sistema escolar establece como normales.
66 Sofía Lammel y Graciela Preda
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para consumo animal, la construcción de letrinas y la gestión de paneles solares
(Lammel, 2023).
En cuanto a la dinámica demográfica, los datos censales del 2010
16
registra-
ron 319 habitantes en la Comisión de Fomento Coyuco-Cochico, conformando el
distrito con menor población del departamento Chos Malal. Información brindada
por los puestos sanitarios del año 2019, estiman una disminución del 16%, recono-
ciendo 269 habitantes, que se agrupan en 80 hogares (26 en Coyuco y 54 en Cochi-
co).
La mayoría de los puestos se mantienen ocupados por las mismas familias
que lo habitaron históricamente, y la disminución poblacional se explica funda-
mentalmente por el descenso en la fecundidad, los cambios vinculados a la diná-
mica de la trashumancia, y la mayor movilidad campo-pueblo de los habitantes de
los parajes. Es necesario aclarar que esa movilidad no implica necesariamente una
migración definitiva hacia los pueblos, sino que se trata de un movimiento dinámi-
co a lo largo del año, en el que agregan al doble asentamiento de la trashumancia
(puestos de veranda e invernada) una tercera residencia en el pueblo.
En esta área de producción extensiva y tradicional los cambios moldean di-
ferentes procesos, por un lado, la persistencia del trabajo familiar y el no abandono
del campo, y por el otro, el incremento del empleo extra predial como parte de
estrategias de resistencia a la exclusión o como formas espontáneas de adaptación.
Si bien la asalarización parcial de estas familias rurales no es un rasgo nuevo, se ha
incrementado y resignificado, proceso que varía según el nivel de construcción
política y de participación en los colectivos sociales y en la gestión del desarrollo
(Pérez Centeno, 2007). Pero el rasgo distintivo es que, a pesar que se combina la
producción con otras prácticas laborales, estos sujetos agrarios históricos no pier-
den la afiliación comunitaria y el apego a la tierra (Bendini, et al. 2015).
Dicha persistencia nos motiva a profundizar -en el marco de la investigación
doctoral- en el análisis de las estrategias de reproducción de las familias crianceras
de Coyuco-Cochico, focalizando el estudio en la organización del trabajo, las rela-
ciones de parentesco y el vínculo que establecen con la naturaleza en ese espacio de
trashumancia.
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16
No están disponibles los datos del censo de población 2022 en la unidad geográfica “Comisión de
Fomento”.
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Fecha de recepción: 05/05/2022
Fecha de aceptación: 15/06/2022