Contrarreforma agraria y régimen de la tierra 61
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 57 – 2do. semestre de 2022
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 56-79
economías de escala también puede leerse en el libro de uno de los promotores de
la contrarreforma Luis Téllez Kuenzner (1993; 1994: 235-260).
En un evento orquestado para tratar de legitimar la contrarreforma agraria,
llevado a cabo en Campeche en 1993, al que asistieron Kirsten Appendini, Clark W.
Raynolds y Cassio Luselli, entre otros, incluido quien esto escribe, todos ellos ar-
gumentaron en contra de la contrarreforma.
Cassio Luiselli, quien fuera coordinador del Sistema Alimentario Mexicano
(SAM) de 1980 a 1982, y subdirector de la sede en México de la Comisión Económi-
ca para América Latina (CEPAL), de 1983 a 1986, y que había sido embajador de
México en Corea, planteó que en Corea no había un agricultor con más de cuatro
hectáreas, que todos tenían menos, y tenían un nivel de vida de clase media, y que
en México, debido a que había más pobladores en el campo que a inicios del siglo
XX, ese era el tipo de tenencia que había que fomentar: un minifundio rentable,
debidamente apoyado por el Estado, y que los hacedores de la contrarreforma o se
habían equivocado de modelo, o se habían equivocado de país
.
En el debate sobre los pros, contras y asegunes de la contrarreforma agraria
hubo muchas argumentaciones similares a las de Cassio, vasta enlistar a pie de
página algunas de ellas, incluso algunas recientes
. Queda claro, sin embargo, por
los hechos posteriores a ella, que estas argumentaciones no fueron consideradas
debido, entre otras cuestiones, a las presiones de las instituciones supranacionales,
seriamente contaminadas con los preceptos neoliberales.
En ello, hay incluso cuestiones relativas al azar, ya que a México llegó como
asesor de la contrarreforma Renato Gazmuri, quién fuera subsecretario de agricul-
tura del dictador Augusto Pinochet, personaje fuertemente influido por los proce-
sos antiagrarios y proempresariales de la dictadura chilena, además del modelo
neoliberal (Correa y Corro, 1993). Él, entre otros, favorecía una estrategia reconcen-
tradora de tierra, favorable a los intereses del capital, y contraria a los campesinos
y los indígenas de México, que eran considerados un resabio del pasado, dispensa-
bles, y más aún, no rentables. Nos pudo haber llegado otro asesor con distintas
ideas, como Johan van Zyl, que en Sudáfrica favoreció una reforma agraria de corte
minifundista (Van Zyl, 1994; 1995)
, pero no fue el caso. Se podría pensar que nos
llegó el asesor equivocado, más muy probablemente los hacedores gubernamenta-
les de la contrarreforma ya tenían antes de su llegada un fuerte sesgo anti campe-
sino, anti indígena y anti minifundista, esto puede verse en varios artículos rela-
cionados a la contrarreforma: Alfonso Cebreros (1990), Jesús Morett (1991), Gusta-
vo Gordillo (1990), Edmundo Flores (1992)
.
Un escrito de ese autor sobre el tema puede verse en la revista Estudios Agrarios (1996: 38-55).
Arturo Warman (1988a; 1988b), Everardo Escárcega y Carlota Botey (1990), Cassio Luiselli (1996),
Roberto Diego (2015), Luis Gómez Oliver (2017).
Aunque individual y sin respetar los usos y costumbres de las comunidades rurales tribales.
Gustavo Gordillo (1990), asesor de UNORCA y subsecretario de Agricultura de Carlos Salinas, abogó
por esta contrarreforma, poniendo en entredicho su trayectoria de vida como militante comprometido
con los campesinos de México. Edmundo Flores con su artículo publicado en Voices of Mexico (1992),
apoyando la contrarreforma, también vino a contradecir su histórica posición a favor de los campesinos
mexicanos; ver su excelente escrito sobre reforma agraria (1970).