Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 - 1er semestre de 2018
Biotecnología y poder. ¿Usan los cultivos
transgénicos menos agroquímicos?
Daniel M. Cáceres1,2
.....
Resumen
En distintos ámbitos académicos, productivos y políticos, se afirma
que el uso de cultivos transgénicos trae aparejado un menor uso de
pesticidas. El trabajo analiza cómo ha variado el uso de agroquímicos
en Argentina durante los últimos 25 años, en relación a los dos cul-
tivos principales (soja y maíz). Se consideran tres momentos his-
tóricos: 1990 (labranza convencional y semilla no transgénica),
2000 (siembra directa y semillas transgénicas) y 2014 (siembra di-
recta y variedades transgénicas con genes apilados). Los resultados
muestran que se ha producido un aumento importante en el uso
de agroquímicos. Esto se traduce en un mayor Indice de Toxicidad
Global, lo que genera impactos ambientales y sociales negativos,
demanda mayores costos financieros y origina nuevos problemas
productivos. A pesar de estos inconvenientes, el abordaje produc-
1 CONICET y Facultad de Ciencias Agropecuarias (Universidad Nacional de Córdoba).
Email: dcaceres@agro.unc.edu.ar
2 Mi agradecimiento a Erika V. Montaño Gonlez por su asistencia en tareas de siste-
matización y a los aportes y comentarios realizados por Liliana Pietrarelli, Felicitas
Silvetti y Diego Cabrol. Este trabajo contó con el apoyo financiero de CONICET, la
Universidad Nacional de Córdoba y el Inter-American Institute for Global Change
Research (IAI).
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tivo dominante es altamente hegemónico. Se analizan los motivos
de tal hegemonía y se presentan las estrategias formuladas por la
coalición dominante para construirla, consolidarla y reproducirla.
Esta supremacía dificulta visibilizar a otras alternativas tecnológicas
como modelos viables, las cuales son descriptas como opciones que
desconocen el progreso y los avances científicos, e incapaces de pro-
ducir el tipo de resultados que demanda la realidad actual.
Palabras clave: Cultivos transgénicos - Biotecnología - Agricultura
industrial - Agroquímicos - Pesticidas
Summary
Biotechnology and power. Do GM crops use less agrochemicals?
Within different academic, productive and political circles, it is ac-
knowledged that the use of transgenic crops decreases the use of
pesticides. This article analyses the changes observed in the use of
agrochemical in Argentina during the last 25 years, in relation to the
two main crops (soy and corn). Three different historical moments
are considered: 1990 (conventional tillage and non-transgenic seeds),
2000 (zero tillage and transgenic seeds) and 2014 (zero tillage and
transgenic crops with stacked genes). The results show an important
increase in the use of agrochemicals. This translates into a higher
Global Toxicity Index, which generates negative environmental and
social impacts, demands higher financial costs, and originates new
productive problems. Despite these inconveniences, the dominant
farming approach shows high levels of hegemony. The reasons for that
hegemony are analyzed, and are presented the strategies followed by
the dominant coalition in order to develop, consolidate and reproduce
it. Such supremacy hinders the identification of other technological
approaches as viable alternatives, which are described as options that
do not acknowledge progress and scientific findings, and are unable
to produce the kind of results that current reality demands.
Key words: Transgenic crops - Biotechnology - Industrial agriculture
- Agrochemicals - Pesticides
Introducción
Durante las últimas décadas se han producido importantes trans-
formaciones en la producción agrícola mundial. Estas incluyen no sólo
cambios en la esfera tecnológica sino también en áreas gerenciales, in-
formáticas, económicas, sociales y políticas (Gras y Hernández, 2013).
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En el campo tecnológico se destacan dos hitos principales: la revolución
verde puesta en marcha a mediados del siglo pasado y la revolución bio-
tecnológica lanzada a fines del siglo XX (Bourlag, 2007). Si bien el nue-
vo modelo tecnológico ha tenido un impacto favorable en los volúmenes
productivos globales, no está exento de críticas debido a sus impactos
ecológicos, sociales y políticos (Patel, 2012).3
La agricultura industrial es el enfoque que mejor describe al mo-
delo productivo dominante en Argentina. Es un tipo de agricultura que
tiene una alta dependencia de insumos provenientes del sector indus-
trial, usa grandes cantidades de energía fósil y tiende a la concentración
económica y productiva (Horrigan et al., 2002). En el caso de algunos
cultivos anuales intensivos (e.g., soja y maíz), se basa en la aplicación
de un paquete tecnológico integrado por tres componentes principales:
siembra directa, cultivos transgénicos y agroquímicos.
Los cultivos transgénicos fueron introducidos en Argentina en
1996 (Burachik, 2010). Según la Comisión Nacional Asesora de Bio-
tecnología Agropecuaria (CONABIA), la soja Roundup Ready (RR) to-
lerante al glifosato y los maíces resistentes a lepidópteros (Bt) fueron
los principales eventos transgénicos aprobados por Argentina (1996 y
1998 respectivamente). Actualmente los productores siembran semillas
que incluyen más de un gen transgénico (Laursen, 2010). La agricultura
industrial usa una cantidad importante de agroquímicos destinados a
combatir plagas y aumentar la productividad de los cultivos. Con un
consumo de 201,15 millones de litros, el herbicida glifosato fue el pes-
ticida más usado en Argentina en el 2012 (Kleffmann Group, 2013).
Transgénicos y agroquímicos
Durante los últimos años, se han formulado críticas al modelo
tecnológico que impulsa la agricultura industrial y al uso de cultivos
transgénicos (e.g., Rodríguez, 2010; Martínez-Dougnac, 2013; Cáceres,
2015a; Svampa y Viale, 2015). Sin embargo, este modelo resulta fun-
cional a la estrategia económica y política que ha seguido Argentina
durante las últimas dos décadas. Como bien señalan Gras y Herndez
(2016), el uso de cultivos transgénicos ocupa un rol destacado en este
3 En un informe reciente, la Asamblea General de las Naciones Unidas advierte sobre los
efectos nocivos de los pesticidas en el medioambiente y en las sociedades y señala que
anualmente se producen 200.000 muertes debido a intoxicaciones agudas causadas
por pesticidas (el 99% ocurren en los pses subdesarrollados) (United Nations, 2017).
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modelo tecnológico. A pesar de que este enfoque productivo está muy
difundido en Argentina, constituye un tema controvertido para la socie-
dad (Aranda, 2015; Sández, 2016).
Pero a pesar de las críticas y controversias que este tema genera,
en distintos ámbitos académicos, productivos y políticos, con frecuencia
se afirma que el uso de cultivos transgénicos trae aparejado un menor
uso de agroquímicos.
En el campo académico, son numerosos los trabajos que respal-
dan esta posición (e.g., Phipps y Park, 2002). A nivel mundial, según
Barfoot y Brookes (2014) entre 1996 y 2012 los transgénicos han per-
mitido disminuir el uso de 499 millones de kg de agroquímicos.4 Ahmad
et al. (2012) también reportan una merma en el uso de agroquímicos
como consecuencia de la utilización de semillas transgénicas. Otros au-
tores señalan que en distintos países y para distintos cultivos, el uso de
transgénicos disminuye el uso de pesticidas (Stevens et al., 2012).
Las empresas e instituciones que promueven el uso de transgé-
nicos destacan sus ventajas, en particular su impacto favorable en el
medio ambiente. De acuerdo a Monsanto, la semilla de soja transgénica
Intacta RR2 Pro permite aumentar los rendimientos y controlar male-
zas y plagas y genera un menor impacto ambiental ya que disminuye
el uso de insecticidas. El Servicio Internacional para la adquisición de
Aplicaciones Agro-biotecnológicas señala que “entre 1996 y 2012 los
cultivos transgénicos han contribuido a la seguridad alimentaria y al
cambio climático y contribuyeron a un mejor medioambiente al ahorrar
497 millones de kg de principios activos de pesticidas” (ISAAA, 2014).
Esta perspectiva es también compartida por algunos actores polí-
ticos. Por ejemplo, la ex presidenta de Argentina Cristina Fernández de
Kirchner (2007-2015), destacaba así las ventajas de los cultivos trans-
génicos: “…es que se está alcanzando tal grado de desarrollo científico,
que estas variedades no van a necesitar, por ejemplo, de agroquímicos y
al no necesitar de agroquímicos, van a ser mucho más amigables y com-
ponedoras con el medio ambiente” (Presidencia de la Nación Argentina,
2012). Ese mismo año, la Presidenta formuló declaraciones similares en
Nueva York ante el Consejo de las Américas.
4 En un trabajo financiado por Monsanto, estos mismos autores estudian el impacto
de los cultivos transgénicos (y tecnologías asociadas) al cabo de dos décadas de uso
de este tipo de cultivos. Allí destacan su efecto positivo tanto para los productores
agropecuarios como para la economía de los países en los que se utilizan (Brookes y
Barfoot 2017a). En otro artículo señalan el favorable impacto que estas tecnologías
tienen sobre el medio ambiente ya que reducen el uso de insecticidas y la liberación
de gases de efecto invernadero (Brookes y Barfoot 2017b).
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No abundan los trabajos sistemáticos que permitan conocer la
opinión de los consumidores sobre el vínculo existente entre el uso de
transgénicos y la utilización de pesticidas. Sin embargo, según un in-
forme del International Food Information Council (2014), el 69% de los
entrevistados considera que el uso de transgénicos permite disminuir el
uso de agroquímicos.
Desde una perspectiva crítica al modelo tecnológico dominan-
te, este artículo analiza cómo ha variado el uso de agroquímicos en
Argentina durante los últimos 25 años, en relación a los dos cultivos
principales (i.e., soja y maíz). Se consideran tres momentos históricos
altamente relevantes desde el punto de vista del alisis propuesto: (a)
1990: (labranza convencional5 y semilla no transgénica), 2000 (siem-
bra directa y semillas transgénicas) y 2014 (siembra directa y varie-
dades transgénicas con genes apilados que confieren más de un factor
de resistencia contra malezas y/o insectos).6 Tomando como base esta
comparación, se discuten los impactos socioambientales y la lógica del
modelo productivo dominante.
Metodología
La metodología utilizada consta de dos etapas: (a) comparación
del manejo tecnológico presente en los tres momentos seleccionados; y
(b) impacto socioambiental de cada uno de los manejos identificados.
Desde el punto de vista metodológico no resulta sencillo realizar
un alisis diacrónico como el propuesto, ya que es necesario garanti-
zar la comparabilidad de las situaciones estudiadas. Al respecto, se con-
sideraron tres cuestiones principales: (a) el tipo de cultivo a comparar;
5 En el contexto de este artículo se entiende por “labranza convencional” al manejo del
suelo y de los cultivos que realizaban los productores en las zonas agrícolas de Argen-
tina hacia fines de la década del 1980’ y que precedió a la siembra directa y al uso de
semillas transgénicas. Para el laboreo del suelo se utilizaban distintos tipos de herra-
mientas que provocaban la remoción más o menos profunda del suelo, tales como el
arado de rejas, de discos, cincel, o múltiple, como así también las rastras de discos y
dientes. Para el control de malezas era común el uso de carpidores, escardillos y apor-
cadores. El uso de herbicidas era bastante común (era el agroquímico más utilizado).
6 Estos tres momentos son considerados aquí de un modo genérico y buscar describir
de una manera sintética las principales caractesticas del enfoque tecnológico do-
minante. Cabe señalar, sin embargo, que a pesar de que en algunos casos el abor-
daje tecnológico que realizaban los productores respondía a un paquete tecnológico
“esndar” bastante “cerrado”, existieron variaciones en el manejo que respondían a
cuestiones ambientales, productivas y/o socioeconómicas.
Biotecnología, poder y uso de agroquímicos 33
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(b) las especificidades del contexto productivo; y (c) la existencia de
información técnica precisa. En relación al primer punto se selecciona-
ron los cultivos de soja y maíz ya que son muy importantes en la matriz
económico/productiva argentina y porque se dispone de abundante in-
formación técnica. Atender al problema del contexto productivo implicó
seleccionar un área del país (la Provincia de Buenos Aires) en la que
estos cultivos hayan estado presente en los tres momentos históricos
considerados. Finalmente, resultó necesario identificar una fuente do-
cumental rigurosa y confiable que permita comparar los tres momentos.
La revista Márgenes Agropecuarios permite atender las tres cues-
tiones aquí mencionadas. Desde hace 30 años publica mensualmente
el manejo tecnológico “tipo” o “estándar” sugerido para los principales
cultivos de Argentina. La información incluye nombre de agroquímicos,
concentraciones de principios activos, dosis recomendadas y precios en
dólares. En los casos en que existe más de una opción tecnológica (e.g.,
uso de semilla común o transgénica), la revista indica los agroquímicos
requeridos para cada caso. Asimismo, ajusta la información técnica en
función de las especificidades productivas de las principales regiones
de Argentina. Cabe señalar, sin embargo, que este “manejo tecnológico
estándar” que publica esta revista, constituye una generalización y no
representa a la diversidad de manejos que se producen en cada contex-
to particular. Solo constituye un punto de referencia a partir del cual
poder realizar una aproximación al tipo de tecnología utilizado y que
permita realizar una comparación de los tres momentos seleccionados.
Para determinar la toxicidad de los pesticidas utilizados en cada
manejo tecnológico, se usó el Cociente de Impacto Ambiental (EIQ, se-
gún su sigla en inglés) elaborado por Kovach et al. (1992). Si bien exis-
ten varios índices (Munn et al., 2006; Pietrarelli, 2009; McKnight et al.,
2012), se eligió el EIQ porque (a) es el más reconocido y usado, (b) es
multidimensional ya que considera el efecto en aplicadores, consumi-
dores y medioambiente, y (c) la Universidad de Cornell (EEUU) publica
y actualiza permanentemente una tabla con los EIQs de la mayoría de
los pesticidas actualmente en uso en Argentina (Integrated Pest Mana-
gement Program, 2012).
Luego se calculó el Indice de Toxicidad de Campo (ITC) para
cada agroquímico usado (se excluyen los fertilizantes). Para ello se uti-
lizaron los EIQs de cada producto, ajustados por las concentraciones de
sus principios activos y las dosis recomendadas para su uso a campo.
Finalmente, los distintos ITCs se agregaron en un Indice de Toxicidad
Global (ITG), que integra el impacto socioambiental de los pesticidas
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Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
utilizados en cada uno de los cultivos y para cada uno de los momento
estudiados.
Para calcular los EIQ, ITC, e ITG se utilizaron las siguientes fór-
mulas (Kovach et al., 1992; FAO 2008).
a) EIQ= {C[(DT*5) + (DT*P)] + [(C*((S+P)/2)*SY) + (L)] +
[(F*R) + (D*((S+P)/2)*3) + (Z*P*3) + (B*P*5)]} / 3.
Donde C= efecto crónico sobre la salud; DT= toxicidad dermal
(DL50); D= toxicidad para aves (CL50); Z= toxicidad para abejas; B=
toxicidad para artrópodos benéficos; F= toxicidad para peces; P= vida
media en plantas; S= vida media en suelo; SY= modo de acción; L=
potencial de lixiviación; y R= potencial de escurrimiento superficial.
b) ITC= VEIQ*PIA*DH.
Donde VEIQ= valor del EIQ de cada producto; PIA= porcentaje
de principio activo; DH= dosis por hectárea.
c) ITG= ∑ ITCs.
Resultados
Los resultados muestran que el paquete tecnológico dominante
usa una cantidad creciente de agroquímicos. Esto confronta las pers-
pectivas de algunas fuentes académicas, empresariales, políticas y de
consumidores referidos en la introducción, que opinan lo contrario.
Para el caso de la soja de primera, en los años 1990, 2000 y
2014 se incrementó el número de productos comerciales utilizados (6,
9 y 11 respectivamente, para cada uno de los tres años mencionados).
También aumenta la dosis medida en kilogramos o litros de producto
comercial. Lo propio ocurre con los fertilizantes. El mayor salto ocu-
rre entre 1990 y 2000 (+1.149,6% incluyendo fertilizantes y +116%
sin fertilizantes). Entre 2000 y 2014 existe un leve incremento en la
cantidad de productos comerciales utilizados (+1,2% con fertilizantes y
+6,9% sin fertilizantes). En este último periodo se observa un cambio
en los agroquímicos usados, en particular, los referidos al control de
insectos. También se identifica una tendencia creciente en el costo total
de los productos utilizados (US$/Ha)7. La variación es marginal entre
1990 y 2000 (+6,2% con fertilizantes y -18,7% sin fertilizantes), pero
7 En este trabajo se consideran el valor de los agroquímicos a valores nominales en
dólares americanos (tal como fueron publicados en la revista Márgenes Agropecua-
rios), sin realizar ningún tipo de corrección por inflación u otro coeficiente de ajusto
económico.
Biotecnología, poder y uso de agroquímicos 35
Tabla 1. Uso de agroquímicos para soja de primera en la Provincia de Buenos Aires, Argentina (años 1990,
2000 y 2014).
Producto Clase Tipo 1990 2000 2014
Cantidad Precio Cantidad Precio Cantidad Precio
Treflan IV H 2 9,20
2-4 DB 80% III H0,02 0,19
Galant III H0,35 17,85
Basagran 60 III H0,80 15,60
Roundup IV H 4 14,60 416,40
Metsulfuron metil 60 IV H0,008 0,80 0,008 0,30
Roundup max IV H1,50 12,90 1,50 14,70
Spider IV H0,03 16,20
2-4D 100% III H0,50 1,90 0,50 4,50
Inoculante -Inoc s/d s/d 1,40 4,20
Inoculante + fungicida -Inoc + Fg 1,40 5,20
Fosfato diamónico - F 40 13,20
Fosfato monoamónico - F 40 26
Decis 5% III I0,10 1,90
Lorsban plus III I0,70 10,15
Lorsban 48 E III I0,70 5,60
Cipermetrina II I0,15 1,20
Karate zeon Ib I0,125 2
Intrepid IV I0,12 4,80
Connect III I0,75 11,30
Opera II Fg 0,50 18,80
TOTAL (con fertilizantes) 3,87 52,99 48,358 56,30 48,933 120,20
TOTAL (sin fertilizantes) 3,87 52,99 8,358 43,10 8,933 94,20
Fuente: Revista Márgenes Agropecuarios 6(66) de 1990, 16(186) de 2000 y 29(346) de 2014. Se detalla el nombre comercial del producto,
la clase toxicogica, el tipo de agroquímico, la cantidad utilizada (kg/ha o l/ha) y el precio (US$/ha). Nota: H=herbicida, I=insecticida,
Inoc=inoculante, F=fertilizante, Fg=fungicida.
Tabla 2: Uso de agroquímicos para maíz en la Provincia de Buenos Aires, Argentina
(os 1990, 2000 y 2014).
Producto Clase Tipo 1990 2000 2014
Cantidad Precio Cantidad Precio Cantidad Precio
Atrazina 50% IV H 4 16 313,20
Lazo III H 4 18,40
Roundup IV H 2 7,30 4,50 18,45
2-4 D 100% III H0,50 1,90 0,50 4,50
Guardian III H1,60 11,60
Tordon 24 K III H0,08 2,20
Atrazina 90% IV H1+1,50 17, 8 0
Dual gold III H1,30 15,30
Roundup ultramax IV H1,50 14,70
Fosfato monoamónico - F 75 24,80 75 48,40
Urea - F 180 45 180 98,10
Fosfato diamónico - F 50 17,15
Cipermetrina III I0,15 1,20
Fighter plus III I0,02 1,4
Total (con fertilizantes) 58 51,55 262,25 105 265,40 220,85
Total (sin fertilizantes) 834,40 7,25 35,20 10,40 74,35
Fuente: Revista Márgenes Agropecuarios 6(66) de 1990, 16(186) de 2000 y 29(346) de 2014. Se detalla el nombre comercial del producto,
la clase toxicogica, el tipo de agroquímico, la cantidad utilizada (kg/ha o l/ha) y el precio (US$/ha). Nota: H=herbicida, I=insecticida,
F=fertilizante.
Tabla 1. Uso de agroquímicos para soja de primera en la Provincia de Buenos Aires, Argentina (años 1990,
2000 y 2014).
Producto Clase Tipo 1990 2000 2014
Cantidad Precio Cantidad Precio Cantidad Precio
Treflan IV H 2 9,20
2-4 DB 80% III H0,02 0,19
Galant III H0,35 17,85
Basagran 60 III H0,80 15,60
Roundup IV H 4 14,60 416,40
Metsulfuron metil 60 IV H0,008 0,80 0,008 0,30
Roundup max IV H1,50 12,90 1,50 14,70
Spider IV H0,03 16,20
2-4D 100% III H0,50 1,90 0,50 4,50
Inoculante -Inoc s/d s/d 1,40 4,20
Inoculante + fungicida -Inoc + Fg 1,40 5,20
Fosfato diamónico - F 40 13,20
Fosfato monoamónico - F 40 26
Decis 5% III I0,10 1,90
Lorsban plus III I0,70 10,15
Lorsban 48 E III I0,70 5,60
Cipermetrina II I0,15 1,20
Karate zeon Ib I0,125 2
Intrepid IV I0,12 4,80
Connect III I0,75 11,30
Opera II Fg 0,50 18,80
TOTAL (con fertilizantes) 3,87 52,99 48,358 56,30 48,933 120,20
TOTAL (sin fertilizantes) 3,87 52,99 8,358 43,10 8,933 94,20
Fuente: Revista Márgenes Agropecuarios 6(66) de 1990, 16(186) de 2000 y 29(346) de 2014. Se detalla el nombre comercial del producto,
la clase toxicogica, el tipo de agroquímico, la cantidad utilizada (kg/ha o l/ha) y el precio (US$/ha). Nota: H=herbicida, I=insecticida,
Inoc=inoculante, F=fertilizante, Fg=fungicida.
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hay un fuerte incremento entre 2000 y 2014 (+113,5 con fertilizantes y
+118,5% sin fertilizantes) (Tabla 1).
En maíz también se observa un notable aumento en el número de
agroquímicos usados en 1990, 2000 y 2014 (tres, siete y nueve produc-
tos comerciales respectivamente). Si se incluyen los fertilizantes, entre
1990 y 2000 se produce un incremento muy importante (+352,2%). La
variación es marginal cuando se analiza el segundo periodo (+1%). Si
se excluyen los fertilizantes, existe una ligera disminución en el pri-
mer periodo (-9,37%) y un importante incremento entre 2000 y 2014
(+43,4%). Se observa también la progresiva incorporación de nuevos
herbicidas e insecticidas. Al igual que en soja, se registra un aumento
en el costo del paquete tecnológico. Si se incluyen los fertilizantes, éste
es importante tanto en el primer como en el segundo periodo (+104% y
+110,3%). Sin fertilizantes, el incremento es menor entre 1990 y 2000
(+2,3%) y muy marcado entre 2000 y 2014 (+111,2%) (Tabla 2).
Entre 1990 y 2014 aumentó tanto el número de principios acti-
vos, como la toxicidad de los pesticidas utilizados. La cantidad de litros/
kilogramos de principios activos usados por hectárea se incrementó en
un 144% para la soja y en un 86% para el maíz. El Indice de Toxicidad
Global también muestra importantes variaciones. En el caso de la soja,
entre 1990 y 2014 se observa un incremento del 63%, aunque muestra
una ligera disminución entre 2000 y 2014 (-2,4%). El principal aumento
ocurrió entre 1990 y 2000. En maíz la suba del ITG se ubica en torno al
51% y la principal variación ocurrió entre 2000 y 2014. En términos abso-
lutos, el maíz presenta un ITG que casi duplica el ITG de la soja (Tabla 3).
Tabla 3: Comparación del uso de pesticidas en soja y maíz en la
Provincia de Buenos Aires, Argentina (años 1990, 2000 y 2014).
Soja Maíz
ITG # de p.a. Kg/l de
p.a. ITG # de p.a. Kg/l de
p.a.
1990 33,30 61,54 71,40 23,92
2000 56,70 73,92 74,30 55,64
2014 54,30 11 3,75 107,70 67,30
Fuente: Revista Márgenes Agropecuarios 6(66) de 1990, 16(186) de 2000 y 29(346) de 2014.
Se detalla el Indice de Toxicidad Global (ITG), el número de principios activos (# de p.a.), y
la cantidad de kilogramos o litros de principios activos utilizados en cada momentos (kg/l
de p.a.).
38 Daniel M. Cáceres
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Cabe aclarar que los valores del ITG no representan la toxicidad
real de los agroquímicos que utilizan los productores a campo, ya que
en este trabajo sólo se considera la toxicidad de los principios activos.
Pero a campo se utilizan productos comerciales, los que, además del
principio activo, incluyen los llamados “ingredientes inertes” u “otros
ingredientes”8 que sirven para mejorar la acción del principio activo.
Como señalan Mesnage et al. (2014), los productos comerciales suelen
ser mucho más tóxicos que los principios activos que los componen. Estos
autores compararon la toxicidad de nueve principios activos en relación
a sus formulados comerciales. Ocho de los nueve productos comerciales
fueron varios cientos de veces más tóxicos que sus principios activos.
Entre ellos, el Roundup probó ser 125 veces más tóxico que el glifosato.9
En síntesis, el aumento en el ITG depende del tipo y la cantidad
de los pesticidas utilizados y su uso creciente se vincula con la aparición
de organismos resistentes y la búsqueda de una mayor productividad a
través de la intensificación productiva.
Discusión
Por cuestiones analíticas, la discusión se divide en dos sub-sec-
ciones. A partir de los resultados presentados en la sección anterior, en
la primera se discuten los efectos negativos y los riesgos derivados del
uso creciente de agroquímicos. En la segunda se analizan algunas de las
razones que explican la hegemonía del modelo tecnológico dominante,
como así también las principales estrategias de defensa desarrolladas
por la coalición dominante (público-privada) que lo sustenta.
Riesgos del uso creciente de agroquímicos
Herbicidas
Actualmente existen al menos 954 especies resistentes a los pes-
ticidas (Tabashnik et al., 2014). Si bien la aparición de organismos re-
sistentes ocurre en malezas, insectos y organismos fitopatógenos, los
8 Aquí se incluyen todas aquellas sustancias químicas que contiene el producto comer-
cial, no incluidas en el principio activo (e.g., aditivos, solventes, adyuvantes, anti-
espumantes, colorantes, etc.). Las empresas productores de agroquímicos no están
obligadas a revelar los nombres o formulaciones químicas de estos agregados, ya que
se consideran secretos industriales.
9 Otros autores también destaca la mayor toxicidad de los productos comerciales en
relación a los principios activos que los componen. Ver por ejemplo, Myers et al.
(2016), Vandemberg et al. (2017), y Vanlaeys et al. (2018).
Biotecnología, poder y uso de agroquímicos 39
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
mayores problemas se observan en relación a las malezas. La resistencia
a herbicidas fue advertida poco después de la aparición de los transgé-
nicos. Hace casi 20 años Pratley et al. (1999) ya señalaban la resistencia
de Lolium rigidum al glifosato. Actualmente, el problema generado por
las malezas resistentes está ampliamente documentado (Duke y Powles,
2009; Thompson, 2012; Sevice, 2013). Según la International Survey of
Herbicide Resistant Weeds, actualmente existen 255 especies de male-
zas resistentes a 163 herbicidas (algunas a más de un principio activo),
que afectan 92 cultivos en 70 países (http://www.weedscience.org).
En Argentina, la AAPRESID (Asociación Argentina de Produc-
tores en Siembra Directa) es el referente de un conjunto de empresas,
organizaciones y organismos públicos y privados preocupados por la ex-
pansión de las malezas resistentes (Figura 1). La AAPRESID coordina a
la REM (Red de Conocimiento en Malezas Resistentes), que actualmen-
te identifica 36 biotipos de 20 especies de malezas resistentes en “alerta
roja”. Once de estos casos muestran resistencias múltiples, siendo el
glifosato quien presenta más resistencias (REM, 2018).
Figura 1. Incremento en el número de malezas resistentes a herbicidas
en Argentina (período 1995-2017).
0
5
10
15
20
25
30
35
Fuente: REM-AAPRESID.
Estas resistencias se deben al uso continuo y creciente herbicidas
en la preparación de barbechos químicos y en cultivos transgénicos to-
lerantes a herbicidas. Esto genera mayores costos de producción, meno-
40 Daniel M. Cáceres
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
res rendimientos y beneficios económicos y un mayor uso de herbicidas
de mayor toxicidad (Ervin y Jussaume, 2014).
Mortensen et al. (2012) critican el abordaje dominante para el
control de malezas ya que se focaliza en una única táctica: el control
químico; y advierten que esto genera tres tipos de problemas: (a) el
desarrollo de semillas transgénicas con genes apilados con resistencia
a más de un herbicida puede aumentar la gravedad del problema; (b)
estas nuevas semillas van a incrementar el uso de herbicidas, con con-
secuencias negativas para el ambiente; y (c) las soluciones de corto pla-
zo que estas tecnologías generan (fix tecnológicos10), no permiten el
desarrollo de políticas de investigación y extensión que promuevan un
abordaje más integral del problema.
Insecticidas
Algo similar ocurre con los insectos. Tabashnik et al. (2014) con-
ceptualiza a la resistencia observada en insectos como “resistencias de-
sarrolladas a campo”. Es decir, una disminución de su susceptibilidad a
los insecticidas, como respuesta a su aplicación reiterada. Esta resisten-
cia también afecta a los insectos en cultivos transgénicos que incluyen
el llamado gen Bt. A partir del análisis de 77 casos en los cinco con-
tinentes, y utilizando datos del 2010, Tabashnik et al. (2013) señalan
que existe resistencia a cultivos con gen Bt en cinco de las 13 especies
insectiles analizadas. Estos valores contrastan con los del 2005 cuando
se había identificado sólo una especie resistente. Cabe destacar, que
estas 13 especies de insectos (12 lepidópteros y 1 coleóptero) incluyen a
las plagas más importantes a nivel mundial. En un trabajo reciente Ta-
bashnik y Carrière (2017) señalan que en 2016 ya eran 16 las especies
resistentes al gen Bt, y que el tiempo promedio para que se manifiesten
las resistencias a este gen es de 5,2 años. Argentina es uno de los países
en los que se han detectado tales resistencias (en maíz).
Otro aspecto importante a considerar es la vinculación existente
entre cultivos transgénicos y la aparición de “plagas secundarias” (Chen
et al., 2013). Es decir, insectos (u otros factores bióticos adversos) que se
convierten en plaga como consecuencia del control de las plagas principa-
les, o debido a que los insecticidas afectan a los controladores biológicos
de las plagas secundarias (Horne y Page, 2008). En el caso espefico de
los transgénicos se refiere a los insectos que, en ausencia de competencia,
ocupan los nichos ecológicos que antes ocupaban los insectos controla-
dos por el gen Bt (Meissle et al., 2011). En otras palabras, los cultivos Bt
10 Por el concepto de “fix tecnológico” ver Rosner (2004) y Cáceres (2015a).
Biotecnología, poder y uso de agroquímicos 41
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
pueden controlar inicialmente a algunas plagas, pero su uso genera dos
problemas: (a) la adaptación y evolución de resistencia de estas plagas
(primarias) al gen Bt; y (b) la aparición de nuevas plagas (secundarias)
que antes no eran consideradas tales porque su impacto productivo era
marginal o nulo. Las plagas secundarias han cobrado relevancia y actual-
mente constituyen un importante tema de investigación (Wang et al.,
2008; Bertolaccini, et al. 2010; Virla et al., 2010; Chen et al., 2013).
Fertilizantes
La búsqueda de mayores índices de productividad se logra a par-
tir de dos estrategias complementarias y simultáneas: el uso de herbici-
das, insecticidas y otros pesticidas usados para suprimir los factores bió-
ticos adversos que deprimen los rendimientos y el uso de fertilizantes
inorgánicos que aumentan el potencial productivo de los suelos. Como
se observa en los Tablas 1 y 2, no sólo se ha incrementado el uso de pes-
ticidas, sino también el de fertilizantes. Entre 1990 y 2013 el consumo
de fertilizantes aumentó en Argentina nueve veces, pasando de 0,3 a
2,5 millones de toneladas anuales. En la campaña 2015/2016, los más
utilizados fueron los nitrogenados (48% del total) y fosfatados (44%).
Maíz (24%), soja (20%) y trigo (20%) fueron los cultivos más fertiliza-
dos (http://www.fertilizar.org.ar).
A pesar de que pueden aumentar los rendimientos, su uso está su-
jeto a controversias debido a sus efectos socioambientales. La eutrofiza-
ción de ríos y reservorios de agua, la contaminación de napas freáticas
por lixiviación y la liberación a la atmósfera de amonio y otros gases de
efecto invernadero, constituyen los principales impactos ambientales.
La eutrofización favorece el desarrollo explosivo de algas, lo que afecta
a peces y otros organismos y aumenta los costos de potabilización (Ari-
ñelarena y Gómez, 2008; Pengue, 2009; Fishmana et al., 2012). El blue
baby syndrome es el principal efecto adverso de los fertilizantes en la
salud. Los nitratos son absorbidos por la hemoglobina lo que afecta su
capacidad para transportar oxígeno. Esta enfermedad, que puede ser fa-
tal para niños, ocurre cuando los fertilizantes nitrogenados contaminan
las fuentes de agua potable (Wender, 2011).11
11 s allá de los problemas ambientales y/o sociales que pueden causar, los fertili-
zantes contribuyen a la recuperación de la fertilidad química de los suelos (no así a
la fertilidad física y biológica) y pueden impactar favorablemente en el rendimiento
de los cultivos. Sin embargo, Cruzate y Casas (2012) advierten que en la campaña
2010/2011 sólo el 34,6% de los nutrientes contenidos en los granos fueron devueltos
al suelo a través de los fertilizantes. García y Gonlez-Sanjuan (2013), señalan que
42 Daniel M. Cáceres
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
La defensa del modelo tecnológico dominante
A pesar de los problemas señalados, cabe preguntarse ¿por qué el
paquete tecnológico dominante es hegemónico?
Agro-hegemonía
Históricamente, el sector agropecuario ha tenido centralidad en
la economía y en la política argentina. A pesar de que a entre el 2003 y
el 2015 se observó un progresivo abandono de las políticas neoliberales,
se mantuvo (o incrementó) el protagonismo del sector agropecuario; en
particular el orientado a la producción de commodities agropecuarios
para exportación. Así, a la par de la recuperación de la economía y la
conquista de importantes derechos sociales, se produjo una notable ex-
pansión del capital agrario que se tradujo en un fuerte proceso de apro-
piación de la naturaleza (Cáceres 2015b). Es lo que algunos autores des-
criben como “neoextractivismo progresista” (Gudynas, 2009), “repri-
marización de la economía” (Svampa, 2013), o simplemente “economía
extractiva” (Bebbington, 2012). La creación, a principios de la década
de 1990, de las estructuras políticas, jurídicas e institucionales para la
aprobación temprana de los cultivos transgénicos (Burachik 2010) y
su posterior fortalecimiento durante la década siguiente, constituyen
aspectos claves de este proceso.12
Sin acceso al crédito externo debido al default del 2002, los re-
cursos provenientes de la exportación de soja y otros commodities eran
esenciales para la economía Argentina durante la etapa kirchnerista
(2003-2015). En esa coyuntural, el modelo agropecuario vigente no
sólo era funcional, sino también clave para el funcionamiento econó-
mico y la viabilidad política del modelo. Es por ello que el gobierno
no priorizó los reclamos de los sectores sociales más damnificados por
el modelo (e.g., campesinos desplazados, o población afectada por los
agroquímicos). Tampoco promovió el debate sobre los problemas so-
cioambientales que genera la agricultura industrial, sobre la conve-
niencia (o no) de usar semillas transgénicas, o sobre la subordinación
económica y dependencia política que implica la adhesión a este mo-
delo productivo. Por lo tanto, en lugar de discutir su conveniencia so-
en los suelos agrícolas (para granos), esta reposición alcanza los siguientes valores:
nitgeno (43%), fósforo (70%), potasio (2%) y azufre (50%).
12 El sector agropecuario y la exportación de commodities agropecuarios conservan su
centralidad en el actual gobierno del presidente Mauricio Macri. Sin embargo, el mo-
delo implementado difiere sustancialmente del impulsado por el anterior gobierno y
se inscribe en lo que podría describirse como “extractivismo clásico”.
Biotecnología, poder y uso de agroquímicos 43
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
cioambiental o su viabilidad de largo plazo, el gobierno compartió con
el agronegocio (vía retenciones a la exportación) los beneficios econó-
micos que el modelo generaba, los cuales eran clave para implementar
las políticas redistributivas que caracterizaron este periodo.
La biotecnología ocupa un lugar destacado en la hegemonía del
modelo agropecuario dominante. A diferencia de lo que ocurre en otros
países de Latinoamérica (e.g., Brasil, o Perú), en Argentina el uso de
semillas transgénicas en la agricultura está fuera de discusión (Newell,
2009). Este autor señala que si bien el sector agropecuario mantiene
una clara hegemonía en la economía y en la política, en el contexto ac-
tual esta “agro-hegemonía” puede ser descripta como “bio-hegemonía”.
Esto es, la convergencia del poder material, institucional y discursivo
que sustenta la coalición de fuerzas que promueven los actores sociales
que se benefician con el modelo dominante de desarrollo agropecuario.
Si bien existen conflictos entre facciones que tratan de apropiarse del
excedente económico, las diferencias se subsumen en torno a los intere-
ses globales vinculados con la defensa del modelo agropecuario y para
generar un ambiente económico y político propicio para la expansión
del modelo. Reconociendo aportes gramscianos, Newell (2009) señala
que esta alianza no es sólo económica y política sino también intelec-
tual y moral. En otras palabras, sugiere que la biotecnología y el paque-
te tecnológico dominante representan opciones de “sentido común”, que
contribuyen al bien común. A, la coalición no sólo ha “naturalizado”
el enfoque productivo dominante, sino que también ha logrado su re-
conocimiento y aceptación moral por parte de la sociedad. Es precisa-
mente esta coalición público-privada, la que ha construido y reproduce
el discurso en favor de la biotecnología, los cultivos transgénicos y la
agricultura industrial.
Sin embargo, y a pesar de la hegemonía que ha mostrado el mo-
delo tecnológico dominante durante las últimas dos décadas, se obser-
van procesos de resistencia desplegadas por actores sociales que defien-
den un tipo de agricultura diferente al promovido desde el enfoque del
agronegocio (en particular, los nucleados en torno a los movimientos
vinculados a la agroecología y la agricultura familiar). Estas luchas y
resistencias se vieron reflejadas en algunas de las medidas de política
agropecuaria impulsadas por el gobierno nacional.
A fines de 2014 el gobierno de Cristina Fernández impulsó y
aprobó la Ley de Reparación Histórica de la Agricultura Familiar para
la construcción de una Nueva Ruralidad en la Argentina. Esta tal vez
haya sido la medida política más significativa dictada por el gobierno
44 Daniel M. Cáceres
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
nacional en favor de los pequeños y medianos productores no insertos
en el modelo dominante. Allí se destaca el rol central de la agricultura
familiar, campesina e indígena “por su contribución a la seguridad y
soberanía alimentaria del pueblo, por practicar y promover sistemas de
vida y de producción que preservan la biodiversidad y procesos soste-
nibles de transformación productiva” (Art. 1, Ley 27.118). Lamentable-
mente la ley todavía no fue reglamentada por el gobierno del Presidente
Macri, y nunca contó con presupuesto para su financiamiento (Noguei-
ra et al., 2017).
Asimismo, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fern-
dez implementaron políticas que favorecieron a pequeños y medianos
productores, no alineados con la lógica del agronegocio, tales como la
creación de la Secretaría de Agricultura Familiar (SAF),13 y del CIPAF
(Centro de Investigaciones para la Agricultura Familiar) dentro del
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). A otra escala
y partiendo de distintos marcos institucionales se gestaron nuevos es-
pacios dentro de las universidades con un perfil crítico al modelo del
agronegocio (e.g., la creación de Cátedras Libres de Agroecología y de
Soberaa Alimentaria), como así también se produjo la emergencia y
consolidación de organizaciones que rechazan el modelo tecnológico
dominante (e.g., el colectivo “Paren de Fumigar, o los “Médicos de
Pueblos Fumigados”). A nivel local varias municipalidades preocupadas
por los impactos negativos que el uso de agroquímicos en la salud de
la población, prohibieron la aplicación de agroquímicos en franjas de
dimensiones variables alrededor de los centros urbanos.
Estos nuevos espacios que en gran medida fueron generados y/o
promovidos durante el anterior gobierno, muestra algunas de las con-
tradicciones que mostró el kirchnerismo en cuanto a su política agrope-
cuaria (Nogueira et al., 2017). Sin embargo, también ayudaron a visibi-
lizar algunas de las instancias de resistencia que se fueron generando.
Así, la hegemonía del modelo está siendo confrontada a partir de las lu-
chas y resistencias que promueven distintos actores sociales y, en algu-
na medida, estos cuestionamientos están siendo visibilizados por parte
de la sociedad, en particular los relacionados con los efectos nocivos de
los agroquímicos en la salud de la población (Cáceres, 2014).
13 En mayo de 2017 el gobierno del Presidente Macri eliminó la Secretaría de Agricul-
tura Familiar y la fusionó con la Secretaría de Coordinación y Desarrollo Territorial
(decreto 302/17). En la práctica, esto significó el vaciamiento de las estructuras
políticas creadas durante el kirchnerismo y que buscaban promover la agricultura
familiar (Nogueira et al., 2017).
Biotecnología, poder y uso de agroquímicos 45
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
Estrategias de legitimación
Corresponde prestar especial atención a lo que Newell (2009)
describe como el poder discursivo. Williams (2009) señala que existen
tres ejes que fundamentan el discurso que promueve la coalición: su
misión moral, la contribución a la sustentabilidad y la idea de progreso.
Al plantear la importancia de la biotecnología para superar el problema
del hambre mundial, los actores que se benefician con los transgénicos
y la agricultura industrial desan la atención de los problemas ambien-
tales, las inequidades sociales y los procesos de acumulación por despo-
sesión que generan. Destacan así su rol moral ya que contribuyen a la
seguridad alimentaria global y a la atención de un problema inaceptable
como es el del hambre mundial. El segundo eje es la sustentabilidad. El
discurso dominante ha tenido éxito en instalar la idea de que los trans-
génicos y el nuevo modelo productivo promueven la sustentabilidad y la
resiliencia productiva: no sólo conservan mejor el potencial productivo
del suelo a través de la siembra directa, sino que utilizan cada vez me-
nos y más inocuos agroquímicos. Y el tercero, tiene que ver con el éxito
con el que la coalición ha logrado asociar a este modelo con la idea de
progreso. Oponerse a él implicaría ignorar los avances científicos y, en
consecuencia, resignar el liderazgo tecnológico y productivo que distin-
gue a la agricultura argentina y que (supuestamente) la colocaría entre
las más eficientes del mundo.
El discurso de legitimización construido, ha estructurado además
un conjunto de estrategias para rechazar o descalificar las críticas u
objeciones que eventualmente se le formulen. Existen cuatro estrategias
principales:
En primer lugar, la coalición trata de rechazar las críticas es-
grimiendo que no están debidamente fundadas, o que no se basan en
criterios académicos sólidos. Se señala aquí el fuerte respaldo cientí-
fico que tienen las tecnologías dominantes y las grandes inversiones
en investigación que realizan las corporaciones que han producido la
tecnología. Así, se descalifica a los críticos señalando que sus opiniones
no están respaldadas científicamente, o que proponen un tipo de agri-
cultura acientífica incapaz de producir los alimentos que requiere una
población global creciente.
La segunda estrategia busca descalificar a los críticos rotulándo-
los de ecologistas, fundamentalistas, o extremistas ambientales, porta-
dores de una visión romántica de la realidad, que no se condice con las
necesidades y urgencias del mundo real. Relacionado con este mismo
punto, se busca demostrar que estos sectores responden a una agenda
46 Daniel M. Cáceres
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
exclusivamente política, y que no critican al modelo tecnológico, sino a
las corporaciones que lo han generado.
En tercer lugar, tratan de deslindar responsabilidades relaciona-
das con los problemas que menciona la crítica y que no pudieron ser
rebatidos por las dos estrategias anteriores. Aquí caben dos opciones.
Por un lado los defensores del modelo señalan que los inconvenientes
observados no responden a problemas intnsecos de la tecnología, sino
a la mala praxis de quienes la utilizan. Relacionado con esta cuestión
surgen, por ejemplo, las “gas de buenas prácticas agropecuarias” tan
difundidas durante los últimos años.14 La segunda opción tiene que ver
con disimular los inconvenientes que la tecnología genera. Por ejemplo,
las malezas que en un primer momento eran llamadas “resistentes”,
ahora son llamadas “problemáticas, “difíciles, o “duras”. Este cambio
en el discurso responde a una cuestión estratégica clave. Llamarlas
resistentes implica que la sociedad se pregunte “¿resistentes a qué?,
exponiendo así el vínculo entre el problema y un elemento clave del
paquete tecnológico (los herbicidas). En cambio al llamarlas “malezas
problemáticas” se divierte el problema hacia las propias maleza y sugie-
re que la causa que genera el problema proviene de las propias malezas
y no del uso recurrente de herbicidas.15
14 La presión de los consumidores, la protección de las grandes marcas internacionales
(e.g., Walmart, Tesco, McDonald’s, etc.) y una regulación más estricta del mercado
alimentario europeo, impulsó en los 1990s la creación de EurepGAP (European Re-
tailers’ Protocol for Good Agricultural Practice) que, a partir de 2007, pasó a llamar-
se GlobalGAP. Este mecanismo de certificación de buenas prácticas agropecuarias
ha sido criticado desde la economía política porque: (a) al desconocer las asimetrías
de poder existentes entre actores sociales, son los de mayor poder económico los
que finalmente se benefician; (b) produce diferenciación hacia el interior del sec-
tor productivo (los que alcanzar esta certificación tienen garantizada una mejor
inserción en los mercados internacionales); (c) al ser un mecanismo de regulación
privado y voluntario, ingenuamente sugiere que el mercado puede regularse a sí
mismo siguiendo normas más éticas y sustentables; y (d) sitúa el problema de la
sustentabilidad en un campo eminentemente técnico, ignorando las razones econó-
micas y políticas del problema (Elgert 2012). La “Round Table on Responsible Soy
(http://www.responsiblesoy.org) es el organismo internacional más importante que
regula las buenas prácticas agropecuarias del principal commodity agropecuario que
produce Latinoamérica.
15 Asimismo, es cada vez más común que los laboratorios y empresas transnacionales
presenten a los nuevos pesticidas como “nuevas moléculas” (y no como nuevos insec-
ticidas, herbicidas o fungicidas). Probablemente esta sea una estrategia que busque
despojar a estos productos de las connotaciones negativas que pudieran tener para
la sociedad y vincularlos con conceptos más “neutrales” que los relacionen con las
ideas de ciencia, progreso y/o modernidad.
Biotecnología, poder y uso de agroquímicos 47
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
Finalmente, la cuarta estrategia tiene que ver con el “optimismo
tecnológico”. Es decir, aquella perspectiva que presupone que la ciencia
y la tecnología tienen capacidad como para hacer frente a los nuevos
desafíos que enfrenta la humanidad, y para remediar las externalidades
negativas que se manifiestan a lo largo del proceso (Basiago, 1994).
Así, la estrategia pasa por señalar que los problemas que pudiera estar
generado el actual paquete tecnológico, serán solucionados con nuevos
desarrollos tecnológicos en los que, precisamente, actualmente trabajan
los científicos e investigadores que respaldan el modelo.
En síntesis, la coalición dominante ha logrado construir, repro-
ducir y consolidar un tipo de tecnología que es funcional al modelo de
desarrollo agropecuario impulsado en Argentina. La amplia difusión
y hegemonía que ha logrado esta tecnología no debería interpretarse,
necesariamente, como un indicador de su éxito productivo y social,
o como una descalificación de abordajes alternativos a la producción
agropecuaria. Como señala Cáceres (1993) la creación de nuevas tec-
noloas involucra tensiones y conflictos entre grupos de interés con
propuestas diferentes. Así, el dominio de una tecnología sobre otra no
responde a un proceso “natural” y no conflictivo donde las distintas
tecnologías compiten libremente y finalmente prevalece la que muestra
mayor efectividad y eficiencia. En realidad, la supremacía de una sobre
otra no responde a un proceso “darwiniano” de “supervivencia del más
apto”, y no son racionalidad y eficiencia los únicos criterios considera-
dos. Con frecuencia, la tecnología “sobreviviente” es aquella impulsada
por el grupo que logra imponer su propuesta por sobre la de grupos
competidores. En última instancia, el poder económico y político subor-
dina a las cuestiones tecnológicas propiamente dichas, sus externalida-
des socioambientales y el bien común. Asimismo, la creación y dominio
de una determinada tecnología, implica también la creación (por parte
del grupo dominante) de un conjunto de normas y preceptos que orien-
tan su evaluación. Estas normas indican “qué funciona” o “no funciona”
y “qué es (o no) exitoso”. Es decir, implica crear, difundir y lograr el
reconocimiento social de las normas que la definen como “exitosa”.
A pesar de la hegemonía que muestra el modelo tecnológico do-
minante, existen varios enfoques alternativos que lo confrontan y cues-
tionan. Tal vez la agroecología (Altieri, 1999) sea el que más respaldo
y consenso ha logrado en Argentina y Latinoamérica. Pero también se
destacan la agricultura biodinámica (Steiner, 2009), la permacultura
(Mollison, 1981), la agricultura orgánica (Howard, 1943) y la intensifi-
cación ecológica (Tittonell, 2014). Si bien existen diferencias entre cada
48 Daniel M. Cáceres
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
una de estos enfoques, todos proponen una agricultura que siga los
principios generales de la naturaleza, que dependa lo menos posible de
insumos externos, y que produzca alimentos saludables para la pobla-
ción. Durante los últimos años y a partir de la implementación de ferias
francas en distintas ciudades del país, las propuestas agroecológicas
han ido ganando espacio y comienzan a ser una alternativa concreta
para aquellos sectores de la sociedad que critican a la agricultura in-
dustrial y/o que buscan una alimentación más saludable (Ferrer et al.,
2016; Leslie, 2017; Pérez et al., 2018).
Palabras Finales
Entre 1990 y 2014 se ha producido un aumento importante en
el uso de agroquímicos, para los dos principales cultivos de Argentina
(soja y maíz). Esto se traduce en un mayor Indice de Toxicidad Global,
lo que genera impactos socioambientales negativos, demanda mayores
costos financieros (medido en US$/Ha) y origina nuevos problemas
productivos.
Los transgénicos ocupan un lugar destacado en la implementa-
ción del nuevo modelo agropecuario. Sin embargo, analizar si el uso de
transgénicos disminuye (o no) el uso de agroquímicos, o si provoca (o
no) efectos socioambientales adversos, implica formular el problema de
una manera incompleta. Es preciso poner a este tipo de cultivos en un
marco analítico más general, a fin de comprender que los transgénicos
son sólo un componente del paquete tecnológico dominante y, por lo
tanto, no pueden ser analizados descontextualizados de la lógica que
gobierna el enfoque productivo dominante. En otras palabras, más que
situar el debate social solo en torno a las ventajas o desventajas del uso
de cultivos transgénicos, el eje de discusión debería también focalizarse
en las características e impactos que genera la agricultura industrial, en
el modo en que ésta se inserta en el modelo de desarrollo, y en la lógica
económica-política propia del modelo de desarrollo dominante.
Las propuestas tecnológicas ocurren en situaciones donde domi-
nan determinadas condiciones sociales económicas y políticas y donde
prevalecen determinadas relaciones de fuerza. Por lo tanto, no pueden
ser analizadas al margen de las lógicas político-económicas globales.
Así, la propuesta que impulsa la coalición dominante es vista como el
motor principal de la expansión económica, del progreso, de la mo-
dernidad y, en última instancia, como una fuerza que de un modo u
Biotecnología, poder y uso de agroquímicos 49
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
otro beneficia a toda la sociedad. Esta hegemonía dificulta visibilizar a
las otras opciones tecnológicas como modelos viables. Pero como bien
señala Newel (2009), las hegemonías nunca son completas y, necesaria-
mente, también generan vulnerabilidades, fragilidades, oportunidades
y nuevos espacios de resistencia.
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Biotecnología y poder.
¿Usan los cultivos transgénicos menos agroquímicos?
Fecha de recepción: 17/4/2018
Fecha de aceptación: 3/6/2018