Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 - 1er semestre de 2018
Ideas y Debates
Acumulación en el sector agroalimentario:
más allá de la acumulación por desposesión.
Contribuciones a partir del sometimiento
real del maíz al capital
Andrea Santos Baca1
.....
Resumen
La acumulación por desposesión es una de las categorías marxis-
tas más empleadas en la actualidad y en especial para explicar las
transformaciones en el sector agroalimentario. Sin desacreditar su
pertinencia por completo, este artículo tiene por objetivo mostrar el
riesgo que supone este tipo de popularizaciones y que pueden llevar
a la simplificación de la crítica al capitalismo. Después de identifi-
car algunas consecuencias teóricas del uso extensivo del concepto
de acumulación por desposesión se propone un camino alternativo.
A partir del mirador proporcionado por el conjunto de determina-
ciones asociadas a la subsunción real del proceso de reproducción
social al capital se ofrecen dos mecanismos que sustentan una acu-
mulación de capital diferente: la apropiación de fuerzas productivas
sociales como base de la innovación tecnológica y la imposición de
1 Profesora de la Universidad Federal do ABC (UFABC), São Paulo-Brasil. Contacto:
santos.baca@ufabc.edu.br.
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una alimentación adecuada a la lógica del capital. Mecanismos que
pueden ser presentados y criticados a través del caso del mz. Esta
perspectiva permite identificar y criticar la transformación del con-
tenido material de la vida social, como la alimentación y la ciencia,
según las necesidades de acumulación del capital y no sólo los pro-
cesos de transferencia de los derechos de propiedad abarcados por
la acumulación por desposesión.
Palabras clave: Acumulación de capital - Sistema agroalimentario -
Desposesión - Maíz - Transgénicos - Patrón de consumo alimentario
Summary
Accumulation in the agri-food sector: beyond accumulation by
dispossession. Contributions from the real submission of corn
under capital.
The accumulation by dispossession is one of the Marxist categories
most used nowadays and especially used to explain the transfor-
mations in the agri-food sector. Without completely discrediting its
relevance, this article aims to show the risk placed by this type of
popularization that lead to the simplification of capitalism`s critique.
After identifying some theoretical consequences of the extensive use
of accumulation by dispossession, an alternative path is proposed.
From the point of view provided by the set of determinations associ-
ated to the real subsumption of social reproduction under capital, are
offered two mechanisms which support a different kind of capital’s
accumulation: the appropriation of social productive forces as a basis
for technological innovation and the imposition of a diet adequate to
the capital’s logic. Mechanisms that can be presented and criticized
through the case of corn. This perspective allows us to identify and
criticize the transformation of the material content of social life, such
as food and science, according to the capitals accumulation needs
and not only the processes of transferring property rights encom-
passed by accumulation by dispossession.
Key words: Capital accumulation - Agri-food system - Dispossession
- Corn - OGMs - Food consumption pattern.
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En el mejor de los casos, de aquí se puede deducir úni-
camente que el concepto jurídico burgs del «robo» es
aplicable también a las ganancias «bien habidas» del
propio burgs.
-Marx, Sobre Proudhon, carta a Schweitzer 1865-
Introducción
La acumulación por desposesión es una de las categorías más
usadas para dar cuenta de las caractesticas del capitalismo del siglo
XXI y en especial para referirse a las transformaciones del sector agroa-
limentario. Existe un basto número de artículos científicos en donde
la acumulación por desposesión es utilizada para explicar diferentes
temas y fenómenos, desde la apropiación de tierras agrícolas y recursos
comunitarios, fenómenos culturales, hasta las consecuencias sociales
de los mega-eventos o del sistema financiero y sus crisis.
La acumulación por desposesión es un término propuesto por el
marxista inglés David Harvey con el cual busca destacar que el carácter
específico del capitalismo neoliberal consistiría en que la acumulación
se realiza principalmente a través de mecanismos de robo, fraude, de-
predación, saqueo y abierta violencia. Y la amplia y diversa aplicación
de este concepto a diferentes fenómenos parece comprobar la tesis de
Harvey.
Sin poner en cuestión la veracidad de los grandes procesos de
robo, principalmente de tierras y recursos naturales comunitarios, es
interesante resaltar que en ocasiones la popularidad y el consecuente
uso excesivo de este tipo de conceptos puede llevar a un error común:
limitar y simplificar la comprensión y la crítica del capitalismo contem-
poráneo a una sola de sus expresiones. Parecería que todo lo que ocurre
en el capitalismo del siglo XXI puede ser englobado en el concepto de
despojo o desposesión, y en consecuencia se desdibuja o simplifica la
complejidad de contradicciones y conflictos propios de este modo de
producción. Como resultado la crítica al capitalismo contemporáneo se
vuelve monotemática: desposesión o despojo aquí y allá.
Como se intentará demostrar, caracterizar al capitalismo con-
temporáneo exclusivamente por el robo y el despojo corre el riesgo de
condenar la riqueza analítica y categorial desarrollada a lo largo del
El Capital como rebasada o inservible. En otras palabras, la Crítica de
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la Economía Política, una de las críticas más radicales y completas a la
sociedad moderna, se ve mutilada.
No es la primera vez que el pensamiento crítico se ha visto tenta-
do por este tipo de simplificaciones. En muchas ocasiones y autores del
siglo XX el marxismo se vulgarizó al limitar toda critica al capitalismo a
la explotación del trabajador por el capital, y en especifico, a una limita-
da comprensión de la explotación, referida casi exclusivamente a la que
ocurre al interior de las fábricas urbanas. La consideración simplificada,
economicista, de la lucha entre trabajadores y capitalistas se usó en mu-
chas ocasiones como fórmula mágica para una gran gama de problemas
y conflictos sociales. Otra vez, no se trata de negar la veracidad ni la
importancia de la lucha de clases aún en su sentido limitado y sin duda
presente en El Capital, pero restringir la Crítica de la Economía Política
fue una de las causas de la denominada crisis del marxismo y por la
cual fue acusada de ser una crítica limitada, eurocéntrica, machista,
anti-ecológica y, especialmente, economicista.
Paradójicamente, Harvey propone la acumulación por despose-
sión frente a lo que él denomina como el monopolio del conflicto traba-
jo-capital dentro de la critica social. Enfatizar la vigencia e importancia
de este tipo de acumulación tiene para este autor un sentido político,
el de colocar la atención sobre fenómenos, sujetos e identidades que el
análisis marxista tradicional, o vulgar, había dejado fuera de su campo
de crítica. Sin embargo, la generalización del concepto de Harvey corre
el mismo riesgo de convertirse en otra camisa de fuerza para la crítica
al capitalismo contemporáneo.
En este sentido, es válido cuestionar si el concepto de acumula-
ción por desposesión es igualmente efectivo para todos los fenómenos
que pretende explicar y si consigue colocar la atención y la crítica en
todos los aspectos relevantes del capitalismo contemporáneo, y en es-
pecifico, para el caso del sector agroalimentario actual. A través del
caso del maíz, se pretende identificar dos mecanismos que sustentan
formas de acumulación no consideradas por el concepto de Harvey: la
apropiación de fuerzas productivas sociales como base de la innovación
tecnológica y la imposición de una alimentación adecuada a la lógica
del capital. Mecanismos que pueden ser mejor comprendidos y critica-
dos a partir del conjunto de determinaciones asociadas a la subsunción
real del proceso de reproducción social al capital, categoría presente en
El Capital, y especialmente desarrollados en el borrador de 1862-1863.
Esta perspectiva permite identificar y criticar la transformación y some-
timiento del contenido material de la vida social, como la alimentación
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y la ciencia, según las necesidades de acumulación del capital y no sólo
los procesos de transferencia de los derechos de propiedad abarcados
por la acumulación por desposesión.
1. La acumulacn por desposesión y su relación con la
Crítica de la Economía Política
En la séptima y última sección del primer libro de El Capital,
Marx introduce el concepto de acumulación originaria. En este capí-
tulo Marx aborda el proceso histórico que produce las condiciones de
posibilidad del surgimiento del capitalismo, en especifico, el proceso
mediante el cual se origina el trabajador libre. Se trata del proceso his-
tórico que resulta en la escisión entre los individuos y sus condiciones
objetivas de existencia y que lejos de ser un hecho natural, un pecado
original, se trata de un proceso basado en “la conquista, el sojuzga-
miento, el homicidio motivado por el robo: en una palabra, la violencia”
(Marx, 2009 [1867]: 892). Esta violenta separación de los medios de
subsistencia y de producción, señala Marx, encuentra su fundamento en
la expropiación que despoja del trabajador la tierra, y añade: “la historia
de esta expropiación adopta diversas tonalidades en distintos países y
recorre en una sucesión diferente, y en diversas épocas históricas, las
diferentes fases” (Marx, 2009 [1867]: 895).
Este es el punto de partida de Harvey para desarrollar su teoría
de la acumulación por desposesión. Más allá de los diferentes desenvol-
vimientos, aplicaciones y debates que se han abierto alrededor de esta
teoría aquí nos concentraremos en la forma en la que Harvey la concibe
en su relación a la Crítica de la Economía Política.
Para Harvey con la acumulación originaria, Marx rompe con el
principal presupuesto teórico mantenido a lo largo de los 23 capítulos
anteriores, y que correspondería al marco de la utopía liberal de la eco-
nomía clásica (liberal utopianism). Este presupuesto establece que todo
intercambio mercantil se realiza por medios no-coercitivos, de igualdad
y libertad jurídica de los participantes en cuanto propietarios privados
(Harvey, 2010: 439). Y que, según este autor, Marx asumiría con el obje-
tivo de criticar a los economistas en sus propios términos y así presentar
que aún en el marco de la utopía liberal el capitalismo se desarrolla
como un modo de producción que genera por un lado un acúmulo sin
precedentes de riquezas y por el otro una reproducción constante de
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individuos que no tienen nada más que su propia capacidad de trabajo
(Harvey, 2010:440-442).
De esta forma para Harvey la ley general de la acumulación ca-
pitalista así como la mayor parte de lo expuesto en el 1er libro de El
capital se encontraa en el marco de esta utopía liberal, de la ideología
burguesa del intercambio de equivalentes, la igualdad y la libertad. Si
bien, reconoce Harvey, mantener los términos de la economía política
clásica le da fuerza a la crítica marxista, le supone un importante límite
a su exposición: relegar los mecanismos de la acumulación originaria,
de abierta violencia y robo, al momento inicial del capitalismo. Y en
consecuencia Marx estaría suponiendo que una vez instaurado el modo
de producción capitalista estos mecanismos de abierta violencia son su-
perados y sustituidos por la silenciosa y “pacífica” compulsión económi-
ca de la acumulación capitalista. En palabras del proprio Harvey: “Una
vez que se forma el proletariado, Marx parece estar diciendo, entonces
la compulsión silenciosa de las relaciones económicas hace su trabajo y
la violencia manifiesta puede desvanecerse” (Harvey, 2010: 450). Este
sería, según este autor, el principal error de Marx.
Siguiendo esta argumentación y recuperando las contribuciones
de Rosa Luxemburgo, Harvey reconoce dos tipos de acumulación. Para
este autor en el capitalismo del siglo XXI, los mecanismos de acumula-
ción originaria no están apenas presentes en las regiones externas al
capital, como es para Luxemburgo2, sino son propios de sus regiones
internas e incluso en sus polos más desarrollados. De esta forma, para
Harvey los métodos de la acumulación originaria estarían cada vez más
presentes no como puntos de partida de las relaciones sociales capita-
listas, histórica o geogficamente, sino como condición necesaria para
mantener la acumulación ampliada (Harvey, 2010: 468). Esta condición
sería la peculiaridad del capitalismo actual y sus prácticas predatorias:
“Por primera vez, el pecado original del simple robo, que siglos
antes había hecho posible ‘la acumulación originaria de capital’
(Marx) y que había posibilitado toda acumulación posterior, de-
bía repetirse una y otra vez, so pena de que el motor de la acu-
mulación súbitamente se detuviera” (Harvey, 2005: 114)
2 Para Luxemburgo en el capitalismo coexistirían: 1) la acumulación ampliada basada
en los principios del intercambio mercantil y la explotación de plusvalor, que sea
aquella presente en la mayor parte de El Capital; y 2) la acumulación que ocurre
por el dominio del capital, imperialista y colonial, sobre regiones y poblaciones no-
capitalistas, caracterizada por los métodos de abierta violencia de la acumulación
originaria.
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Para este autor, dado que no se trata propiamente de una acumu-
lación originaria, realizada a través de recursos acumulados mediante
mecanismos no-capitalistas, llama a la actual acumulación por métodos
violentos como acumulación por desposesión (Harvey, 2010: 470).
Como expresiones de este concepto, Harvey identifica nueve me-
canismos principales: 1) La mercantilización y privatización de la tierra
y la expulsión forzosa de las poblaciones campesinas; 2) La conversión
de diversas formas de derechos de propiedad –común, colectiva, estatal,
etc.– en derechos de propiedad privada (privatización); 3) La supresión
del derecho a los bienes comunes; 4) La transformación de la fuerza de
trabajo en mercancía y la supresión de formas de producción y consumo
alternativas; 5) Los procesos coloniales, neocoloniales e imperiales de
apropiación de activos, incluyendo los recursos naturales; 6) La moneti-
zación de los intercambios y la recaudación de impuestos; 7) El tfico
de esclavos; 8) La usura, la deuda pública y el sistema de crédito; y 9)
Derechos de propiedad intelectuales (Harvey, 2005:113). Como ya se
mencionó, la principal característica de todos estos mecanismos de des-
posesión sería el que todos ellos sustentan una acumulación de capital
que no está basada directamente de la explotación de plusvalor en la
forma que Marx lo expone en El Capital, es decir, que en ellos no se
respetan las leyes del intercambio mercantil burgués.
La contribución de Harvey parecería justamente residir en que la
diferencia entre la acumulación basada en la explotación y la acumu-
lación por desposesión es indispensable para realizar la crítica al capi-
talismo contemporáneo especialmente en aquellos aspectos que, según
él, Marx y los marxistas excluyeron de su análisis por mantener los
supuestos de la economía clásica. Y esta diferencia parece tener una im-
portancia política. El surgimiento de nuevos conflictos y movimientos
sociales estaría asociado al dominio de la acumulación por desposesión
(Galafassi, 2016: 58). El capitalismo que Marx describe, la denominada
acumulación ampliada, correspondería a la dinámica propia de la con-
tradicción capital - trabajo base de las luchas sindicales tradicionales.
Por otro lado observar las consecuencias de la acumulación por des-
posesión permitiría llevar la critica del capitalismo a otros conflictos
y movimientos sociales. Harvey reivindica que los conflictos derivados
de la acumulación por desposesión, que giran en torno al ambiente, el
consumo, los valores culturales, las comunidades indígenas y campesi-
nas, son igual de importantes que el conflicto trabajo-capital, aunque
siempre fueron relegados a un segundo y secundario lugar (Harvey,
2010: 475).
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Con el concepto de acumulación por desposesión, Harvey estaría
proponiendo una forma para superar la camisa de fuerza que habría lle-
vado a la crisis del marxismo en el siglo XX y, de esta forma, actualizar
la Crítica de la Economía Política para las contradicciones y conflictos
del siglo XXI. Resaltar la vigencia y actual dominio de los mecanismos
de acumulación por desposesión le permite a Harvey incorporar como
parte de la lucha contra el capital a los movimientos sociales que no se
identifican con los movimientos sindicalistas tradicionales y prestar la
atención adecuada a las reivindicaciones que están más allá del estricto
campo económico de la explotación salarial (Galafassi, 2016: 63).
Es fácil percibir que, en la teoría de Harvey, la acumulación ori-
ginaria es interpretada como un enclave histórico y, por ende, con una
relación externa con el resto de El Capital (Bin, 2016: 77). La propia
identificación de los dos tipos de acumulación, aún se intenten delinear
sus más complejas interacciones confirmarían este tipo de interpreta-
ción. Como el propio Harvey sostiene: “La larga historia del capitalismo
se centra en esta relación dinámica entre la continua acumulación pri-
mitiva, por un lado y, por otro, la dimica de la acumulación a través
del sistema de reproducción ampliada descrito en El Capital” (Harvey,
2010: 962).
De esta forma se tendrían dos lógicas que, aunque relacionadas
entre sí, son esencialmente diferentes. La de la acumulación ampliada
que es expuesta por Marx en la mayor parte de El Capital y que aunque
sujeta a periódicas crisis sería la acumulación “normalizada”, pues cum-
ple con la ley del valor y los presupuestos de la utopía liberal; además
de ser de carácter “productiva” (basada en la explotación), realizada a
través de la “silenciosa” coacción económica; y aunque es el terreno de
la lucha sindical tradicional se trataría del mundo de la paz del mer-
cado. Como señala Galafassi siguiendo a Harvey: “paz, prosperidad e
igualdad son el reino de la producción de plusvalía” (2016: 51). Y un
segundo tipo, la lógica de la acumulación por desposesión, de carácter
“distributivo”, contingente y azaroso (sin seguir la ley del valor), basado
en la apropiación por la fuerza, la usurpación no mercantil y la violen-
cia extra-económica, propia de las luchas ecologistas, campesinas, de
consumidores, etc. (Galafassi, 2016: 53).
La generalización de la acumulación por desposesión en el siglo
XXI parecea así suponer una inversión en la relación entre el “enclave
histórico e ilustrativo” de los mecanismos de robo y abierta violencia y
la totalidad de la Crítica de la Economía Política. Y, de hecho, Harvey
llega a considerar, de forma poco precisa que la acumulación basada en
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la explotación de plusvalía se trataría de hecho de “una forma espefica
de acumulación por desposesión, ya que no es nada más ni menos que
la alienación, apropiación y despojo de la capacidad del trabajador para
producir valor en el proceso” (Harvey, 2010: 472). Y en consecuencia,
si en el siglo XIX de Marx la acumulación originaria era la excepción a
la regla, en el capitalismo del siglo XXI constituye la lógica dominante
y la vigencia de las leyes mercantiles un caso particular y excepcional.
El esfuerzo que realiza Harvey por traer al siglo XXI el pensa-
miento de Marx debe ser reconocido no sólo como válido sino también
como necesario. Y sin duda Harvey tuvo éxito, si Marx se hace presente
en el siglo XXI es muchas veces gracias y a través del concepto de acu-
mulación por desposesión. No obstante, presenta una serie de proble-
mas derivados del camino que toma Harvey para superar la rigidez, o
el reduccionismo, que muchas veces asumió la teoría marxista: el tomar
lo particular como lo general o la excepción como la regla. Como resul-
tado, la teoría de la acumulación por desposesión, resulta ser poco rigu-
rosa y ambigua frente a los fenómenos que pretende criticar (Bin, 2016:
80). Implicaciones teóricas por las que el uso extensivo de este concepto
corre el riesgo de convertirse en una nueva versión de la fórmula mági-
ca que busca explicarlo todo, pero no es nada más que una etiqueta que
puede ser aplicada a fenómenos, contradicciones y conflictos diversos
sin detenerse a pensar su conexión con el modo de producción capita-
lista, y por lo tanto incapaz de dar cuenta de su naturaleza actual. La
identificación de estos problemas se realiza a continuación.
2. La necesidad y la defensa de la Critica de la Economía
Política como crítica a la totalidad civilizatoria capitalista
A la par de la popularización del término acumulación por despo-
sesión han surgido diferentes criticas. Escapa al objetivo de este artícu-
lo abracarlas todas, interesa apenas el problema derivado de interpretar
la acumulación originaria como un enclave histórico, más de carácter
ilustrativo, frente a la totalidad de la Crítica de la Economía Política.
Como propone Bin la acumulación originaria, al igual que los otros con-
ceptos en El Capital, debe ser interpretada al interior del sistema cate-
gorial desplegado en su totalidad y no como un enclave (2016:78). La
consecuencia de no hacerlo, señala Bin, es reconocer una identidad in-
mediata, superficial, y acrítica, entre desposesión y acumulación, como
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ocurre con Harvey.3 Además de esta pertinente crítica, es interesante
colocar la atención en otra consecuencia de esta interpretación de en-
clave de Harvey. Aquel que supone que Marx se mantiene en el marco
de la utopía liberal, de las leyes del intercambio mercantil, por razones
digamos metodológicas, para criticar en sus propios términos a la Eco-
nomía Política Clásica.
Es importante notar que Harvey parece estar confundiendo como
presupuestos, meramente ideológicos, de Adam Smith o la utopía li-
beral, con la ley del valor, aquella que rige el movimiento de la socie-
dad moderna, objetivo explícito buscado por Marx en El Capital (Marx,
2003 [1867]: 8). Es cierto que es común interpretar esta ley como un
principio económico basado en el intercambio de equivalentes (la igual-
dad entre precios y valores) y que por ende excluye el robo y la violencia
de la Crítica de la Economía Política. No obstante, esta interpretación
es de hecho una lectura positivista y economicista de la Crítica de la
Economía Política (Carcanholo, 2017; Corrêa y Carcanholo 2016).
Cora y Carcanholo (2016), enfrentándose a otro debate, desa-
rrollan la crítica a estas interpretaciones ricardianas de la ley del valor.4
En primer lugar, destacan que en la Crítica de la Economía Política exis-
te una compleja unidad entre el método y el objeto de investigación.
Por lo tanto, parece inapropiado interpretar, como lo hace Harvey, que
Marx asumiera un presupuesto sobre el objeto de estudio únicamente
con un objetivo metodológico (criticar la Economía Política Clásica en
sus propios términos). Como insiste Lukács en Para una Ontología del
ser Social: en Marx las categorías son formas de ser, determinaciones de
la existencia (Lukács, 2012 [1968]: 281).
Además, cuando Marx utiliza la palabra ley no se trata de la co-
notación dada a esta palabra por el positivismo, como una regla fija em-
píricamente comprobable, sino se trata de leyes de tendencia, o tenden-
cias de desarrollo, como potencialidades que se mantienen necesarias
3 Bin propone diferenciar entre los diferentes fenómenos que Harvey engloba bajo
el nombre de acumulación por desposesión aquellos que sólo son simples procesos
de desposesión, de aquellos que efectivamente conllevan a una acumulación por
mercantilización y de aquellos que desatan la acumulación por proletarización (Bin,
2016).
4 El debate al que se refiere el trabajo de Cora y Carcanholo es aquel que gira en
torno a la vigencia de la llamada superexplotación, aquella explotación fundada en
el pago de un salario inferior al valor de la fuerza de trabajo. En las últimas décadas
se ha insistido en que Marx se equivocó al excluir esta forma de explotación, que al
igual que la acumulación por desposesión, supone la violación de la ley mercantil, el
intercambio de equivalentes, la igualdad entre precios y valores, es decir, supone un
robo.
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con o sin su manifestación empírica, y que por lo tanto su vigencia in-
cluye en todo momento manifestaciones contrarias a ella (Carcanholo,
2017: 18). Reconocer la validez de la ley del valor no sugiere que lo con-
trario sea imposible en el capitalismo: “Por el contrario, la transgresión
de la ley del valor está presupuesta en la misma ley! En todo momento
él (Marx) nos muestra cómo, en la realidad concreta, el capital utiliza
todos los medios de que dispone para hacerlo” (Corrêa y Carcanholo,
2016: 17).
De la comprensión correcta de la ley del valor es posible derivar
todas las leyes de tendencia del modo de producción capitalista (Car-
canholo, 2017: 12). El recorrido de su argumentación puede ser enten-
dido como el ir formando un espiral, como una serie de aproximaciones
sobre un mismo objeto, todas correspondientes a la realidad capitalista,
acopladas unas encima de las otras pero que cada una añade nuevos
y más complejas determinaciones (Echeverría, 1986: 57). Desde esta
perspectiva de totalidad es posible reinterpretar el sentido de la acumu-
lación originaria sin caer en su interpretación de enclave.
Marx al llegar a la séptima sección de El Capital parece completar
la demostración de la validez general de la formula del capital (D-D’),
iniciada en la segunda sección, como un proceso en donde el capital es
la premisa y el resultado de sí mismo. Es decir, la fórmula del capital
no como un proceso de valorización sino de efectiva auto-valorización.
En la sección séptima Marx termina por demostrar que el capital es el
señor, el sujeto, del proceso de producción y no apenas su resultado
(Veraza, 2007:32).
La principal consecuencia de este “enseñoramiento” efectivo del
capital sobre la realidad social resulta en un complejo proceso de ena-
jenación que excede al simple hecho de la explotación. Enajenación de
toda la riqueza social pues toda mercancía y todo dinero, no son más
que plusvalor acumulado (Veraza, 2007: 72). Pero se trata también de
la enajenación recíproca de una parte de la sociedad respecto de la otra
pues lo que la reproducción de capital produce no es apenas mercan-
cías o dinero sino también relaciones sociales (Veraza, 2007: 283). Y
finalmente enajenación también de la historia humana y por ende de la
consciencia sobre ella, se trata, así de la mistificación del capitalismo
como organización social natural, y por lo tanto eterna. En la sección
séptima de El Capital, la historia parece cancelarse, pues al convertir
todo en plusvalor acumulado la propia estructura del capitalismo pare-
ce borrar la historia que lo género y con ella la posibilidad de una histo-
ria posterior (Veraza, 2007: 143). Es aquí en donde entra la exposición
Acumulación en el sector agroalimentario: el sometimiento del maíz al capital 137
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sobre la acumulación originaria, o más importante, su secreto. Al inicio
del capítulo XXIV, Marx señala:
“Con todo, la acumulación del capital presupone el plusvalor,
el plusvalor la producción capitalista, y ésta la preexistencia de
masa de capital [] todo este proceso, pues, parece girar en un
circulo vicioso del que solo podemos salir suponiendo una acu-
mulación ‘originaria’ previa a la acumulación capitalista” (Marx,
2009 [1867]: 891).
De esta forma, con la acumulación originaria Marx no rompe con
un supuesto teórico mantenido a lo largo de los capítulos anteriores sino
rompe con la mistificación producida por la propia reproducción del ca-
pital. Es decir, con la producción de una realidad en donde el capital es
resultado de sí mismo en un presente siempre renovado (Veraza, 2007:
295). Pero nuevamente, no se trata de un recurso meramente teórico.5
Considerar la ley del valor como ley tendencial permite así supe-
rar la lectura de enclave de la acumulación originaria, y colocarla, como
el resto de las categorías, en relación con la totalidad de la Crítica de
la Economía Política. Pero también, la ley del valor, como Carcanholo
(2017) y Veraza (2007) insisten siguiendo la veta abierta por Isaac Ilich
Rubin, no debe ser entendida apenas desde un punto de vista econo-
micista y de la cuál habría que alejarse si se quiere pensar conflictos
extra-económicos.
La ley del valor es en realidad el principio que ordena la totalidad
social en el capitalismo, no obstante, se presente como puramente eco-
nómica. Con esto Marx no defiende una lectura economicista de las so-
ciedades humanas sino por el contrario denuncia que en las sociedades
capitalistas el principio social que domina a la totalidad de las relacio-
nes sociales es una ley económica, abstracta y cuantitativa (Echevera,
1986: 51). Simplemente significa que en la sociedad capitalista prevale-
ce una sociabilidad obligatoriamente mercantil que no es opcional ni ha
dejado de estar vigente (Carcanholo, 2017: 13).
Esta doble reconsideración de lo que en Marx se presenta como
la ley del valor, esa ley que rige el movimiento de la sociedad moderna,
permite así romper con la camisa de fuerza de su versión economicis-
5 Al mismo tiempo en el que la acumulación de capital parece borrar la historia no
puede sino mostrar también su génesis, es decir, la acumulación originaria y el co-
lonialismo (capítulo XXV), y su fin, la sociedad comunista (últimas reflexiones del
cap. XXIII), como resultado también de la acumulación ampliada: “Sólo en el borde
del circulo vicioso del capitalismo reproduciéndose se puede llevar a cabo tal mo-
vimiento que abre la perspectiva hacia la historia (como premisa y como tendencia
futura posible” (Veraza, 2007: 296).
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ta y positivista manteniendo vigente el proyecto crítico de Marx como
critica de la totalidad capitalista. En este tenor, tanto la teoría de la
contradicción valor-valor de uso de Bolívar Echeverría (1986) y la teoría
de subsunción real del consumo bajo el capital de Jorge Veraza (2008),
resultan ser de especial utilidad.
Sin ser el espacio de presentar ampliamente las contribuciones
de estos autores, y sus diferencias, basta presentar los rasgos genera-
les de cómo estos autores proponen una lectura de El Capital capaz de
dar cuenta de aquellos fenómenos que el marxismo vulgar relegó por
encontrarse fuera de la versión vulgar del conflicto trabajo-capital. La
propuesta reside en colocar como el corazón de la crítica del capitalismo
a la contradicción valor –valor de uso, es decir, entender al capitalismo
como el constante desarrollo del sometimiento del valor de uso bajo el
valor que se valoriza. AEl Capital, y en especifico el desarrollo cate-
gorial en él presente, no sería más que el despliegue y expresión de esta
contradicción:
“El teorema que afirma la existencia de una contradicción entre
valor y valor de uso no es más que un intento de Marx por dar
nombre a lo que podría ser el núcleo, el centro, la esencia misma
de todo un conjunto de contradicciones, de conflictos, de opre-
siones, de represiones, de explotaciones, que constituyen la exis-
tencia cotidiana de los seres humanos en este último periodo de
la época moderna, que viene del siglo XIX hasta nuestros días
(Echeverría, 1998a: 8).
Siguiendo el hilo conductor de la contradicción valor y valor de
uso ofrecido en las primeras páginas de El Capital es posible reconstruir
las diferentes dimensiones del dominio del capital sobre la realidad so-
cial. Un proceso que Echeverría califica como dialéctica de la cosifica-
ción, ya que se trataa de la expresión del conflicto y el compromiso
siempre renovados entre dos lógicas contradictorias de organizar el pro-
ceso de reproducción social.
Es así posible identificar en la argumentación de Marx, al me-
nos en lo que cabe al libro I, un primer nivel de este dominio, aquel
que es el más inmediato y empírico presentado en la circulación de
mercancías y que correspondería al fetichismo de la mercancía (sec-
ción I). Un segundo correspondiente a la explotación de plusvalor ab-
soluto o coacción económica que correspondería a la subsunción for-
mal del proceso de reproducción bajo el capital (sección II y III). Un
tercer nivel correspondiente al sometimiento de la realidad material
del proceso de reproducción social a fin de explotar plusvalor relativo
Acumulación en el sector agroalimentario: el sometimiento del maíz al capital 139
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
e identificado como subsunción real (secciones IV y V). Y finalmente,
un cuarto, correspondiente a la ya mencionada enajenación propia de
la acumulación de capital, en sus diferentes modalidades (Sección VII).
Fetichismo, subsunción formal, subsunción real y acumulación quedan
así vinculadas orgánicamente como momentos, lógicos (no históricos),
del proceso total de dominio del capital sobre la vida social, cada uno
asociado a determinaciones y expresiones diferentes. La lectura pro-
puesta de El Capital incluye la contradicción capital-trabajo pero su
comprensión queda (re)enriquecida al ser considerada como momento
de un movimiento complejo de enajenación: “El capital se vale del valor
de uso manipulado, doblegado, torcido, para apuntalar la explotación
de plusvalor(Veraza, 2008:262).
Para retomar la crítica al concepto de acumulación originaria, a
continuación, se desarrollará el nivel de dominio correspondiente a la
subsunción real, debido a que las determinaciones sociales derivadas de
ella son precisamente aquellas que no están abarcadas por el concepto
de Harvey de acumulación por desposesión.
3. La subsunción real y la critica de la agricultura
capitalista: el sometimiento del maíz
Aunque presentes en El Capital, los términos de subsunción for-
mal y subsunción real son expuestos en mayor amplitud en los ma-
nuscritos conocidos como El Capítulo VI inédito y en los Manuscritos
(1861-1863). Estas dos categorías remiten a las transformaciones a las
que se ve sometido el proceso de trabajo a fin de garantizar una crecien-
te explotación de plusvalor. Así como la ganancia oculta al plusvalor
así el plusvalor, absoluto o relativo, oculta los procesos de subsunción
formal o subsunción real. Se trata de procesos de transformación de
las condiciones sociales a fin de garantizar la explotación de plusvalor
(Veraza, 2008: 93).
La transformación social, o sometimiento del capital, correspon-
diente a la subsunción formal es la existencia del trabajador libre y el
comando del proceso de producción bajo la dirección del capitalista. El
dominio formal del capital tiene un carácter económico, pues, el me-
canismo que garantiza que los individuos acudan “voluntariamente”
al mercado a vender su fuerza de trabajo una y otra vez, no es una
coacción política ni una violencia explícita. La coacción económica no
es nada más que la condición de “trabajador libre”: formalmente libre
140 Andrea Santos Baca
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
y desprovisto de sus condiciones objetivas de existencia. Como el pro-
pio Marx lo define: “Se trata de una dominación económica, porque a
diferencia de épocas precedentes es resultado únicamente de la nue-
va condición mercantil-capitalista en la que se realiza el proceso de
reproducción social” (Marx, 1979 (1863-1866): 65). De la subsunción
formal sería propio aquella silenciosa coacción económica identificada
por Harvey.
La subsunción real se desarrolla como respuesta a los límites que
supone la explotación por coacción económica o mecanismos de obten-
ción de plusvalor absoluto.6 La subsunción real de la sociedad al capi-
tal supone que la lógica de valorización ha penetrado en la estructura
material de la reproducción social, en la configuración de los valores
de uso productivos (los medios de producción, la maquinaria y las ma-
terias primas) pero también en los valores de uso dirigidos al consumo
a fin de garantizar una explotación creciente de plusvalor. Ya no es
suficiente tener el comando de la producción y convertir a todos en tra-
bajadores libres, formalmente libres pero esclavos de sus necesidades,
ahora es necesario modificar según las necesidades de la valorización el
cómo y el qué se produce. La lógica de valorización gana materialidad,
primero tecnológica y después consuntiva, con el desarrollo de las fuer-
zas productivas espeficamente capitalistas (la revolución industrial).
Ahora el mecanismo que asegura la explotación de plusvalor no es sólo
económico, sino ahora es también una realidad técnica: “Si en un prin-
cipio el individuo vende su fuerza de trabajo al capital porque él carece
de los medios materiales para la producción de una mercancía, ahora es
su propia fuerza de trabajo individual la que se niega a prestar servicios
si no es vendida al capital” (Marx, 2009 [1867]: 439).
Considerar las determinaciones asociadas a la subsunción real
permiten realizar una crítica a la tecnoloa capitalista, así como a toda
su civilización material. Ambas cuestiones, la critica a la tecnología y
al mundo de la cultura material específicamente capitalistas, quedan
relegadas por el concepto de acumulación por desapropiación, en don-
de la fuente de acumulación, según sus propios autores, es el robo y el
fraude, y no el desarrollo capitalista de la ciencia y la tecnología ni la
6 La existencia de la mercancía fuerza de trabajo, así como el control capitalista sobre
el ritmo, la intensidad y la magnitud del proceso de trabajo son las condiciones para
la obtención del plusvalor absoluto. Este tipo de plusvalor se obtiene, como Marx ex-
pone en las secciones II y III, mediante la ampliación de la magnitud, extensiva o in-
tensiva, de la jornada de trabajo. No obstante, estos mecanismos encuentras limites
o barreras naturales (24 horas de un día), sociales (lucha de clases y la competencia)
así como morales.
Acumulación en el sector agroalimentario: el sometimiento del maíz al capital 141
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
imposición de un mundo material específicamente capitalista. Como
nunca antes es necesario realizar la crítica radical al mundo material,
los valores de uso capitalistas, sobre los que nos hemos vistos obligados
a vivir (Echevera, 1998b: 66).
A continuación, se utiliza el destino del maíz al interior del de-
sarrollo y la consolidación del sistema agroalimentario específicamente
capitalista para exponer en qué consiste la diferencia de este tipo de
dominio real que el capital ejerce sobre la sociedad. En primer lugar,
se tratará de la perspectiva del sometimiento real del maíz en tanto
valor de uso productivo, como semilla modificada, y en segundo lugar
el sometimiento real del maíz en cuanto valor de uso para el consumo
humano.
a. Ciencia y tecnología como apropiación de fuerzas
productivas sociales: las semillas modificadas.
La subsunción real de la agricultura al capital, su adecuación
tecnológica según los requisitos de acumulación de plusvalor, se dará
principalmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Si bien la
agricultura capitalista se caracteriza por todo un conjunto de prácticas
(monocultivos, uso intensivo de agua, etc.) e insumos químicos (fertili-
zantes y agrotóxicos) el momento clave, parece ocurrir cuando las semi-
llas son modificadas de una manera consciente, controlada y a un ritmo
sin precedentes. La manipulación de las semillas es tan vieja como la
agricultura, pero adquiere un sentido diferente bajo las necesidades del
capital. Primero, en la última década del siglo XIX, en los Estados Uni-
dos se desarrollan intensamente las investigaciones en modificación de
semillas, especialmente de maíz. Es la revolución maicera con la que se
inicia la producción de semillas híbridas y su paquete tecnológico que
será posteriormente difundido bajo el nombre de revolución verde. El
siguiente momento clave ocurre en los años 70s, con el descubrimiento
del ARN y su manipulación, la biotecnología. Ahora las semillas pue-
den ser modificadas insertando nuevos genes (provenientes de otros
organismos vivos como las bacterias) o modificando la secuencia de
los genes existentes con el objetivo de hacerlas más productivas, más
resistentes al uso de herbicidas, más adaptables a condiciones naturales
extremas o incluso para aumentar su contenido nutricional (Williams,
2009:158).
La tecnoloa de las semillas hibridas se expandió hacia la ma-
yoría de los cultivos, especialmente hacia los tres principales cereales
142 Andrea Santos Baca
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
(maíz, trigo y arroz) así como algunas leguminosas y algunos tubér-
culos. Las semillas transgénicas, por otra parte, se concentran princi-
palmente en apenas cuatro cultivos: maíz, soya, algodón y canola (Wi-
lliams, 2009: 163); y las modificaciones genéticas se han concentrado
en hacer las semillas más resistentes a los herbicidas.
Para Harvey estas semillas mejoradas serían un mecanismo de
acumulación por desposesión: “La biopiratería es galopante, y el pillaje
del stock mundial de recursos genéticos en beneficio de unas pocas
grandes empresas multinacionales está claramente en marcha” (Har-
vey, 2005:114). A primera vista, parece tratarse de otro caso más de
acumulación por despojo según el cual, las sociedades, y en especial las
comunidades campesinas de la periferia capitalista, se ven despojadas
de los recursos genéticos contenidas en las semillas, para después verse
obligados a adquirirlas en el mercado tras cada ciclo de producción.
En el caso del maíz esto parecería comprobarse. En la época de
la segunda posguerra, la denominada revolución verde llega a México
por iniciativa del gobierno de los Estados Unidos y patrocinada por la
Fundación Rockefeller. Pero sus objetivos no eran simplemente promo-
ver una nueva tecnología para salvar al mundo del hambre ni, como se
ha denunciado, ejercer control sobre la periferia capitalista para evitar
la propagación de los levantamientos socialistas y anti-imperialistas,
sino también, su objetivo era el de apropiarse del enorme arsenal de
recursos genéticos contenidos en el maíz. México es el centro de origen
de esta planta y el lugar en donde existe la mayor diversidad de ella
(Ceccon, 2008: 23). Colección de bio-información que es la base de la
modificación posterior de las semillas de maíz, tanto híbridas como
transgénicas, cuyo resultado es apropiado privadamente por las gran-
des empresas productoras y que actualmente regresan a México, con
la pretensión de comercializarlas. De esta forma se denuncia que: “Los
recursos genéticos salen del Tercer Mundo como algo común, sin costo y
como herencia de la humanidad y regresan como mercancía, propiedad
privada con un valor de mercado” (Ceccon, 2008: 26).
¿Se trata entonces de un robo? ¿De un mecanismo de acumula-
ción originaria? Una lectura cuidadosa del nivel de dominio correspon-
diente a la subsunción real de las semillas, y en especial del maíz, bajo
el capital permite identificar que este dominio es algo más que un robo
o una transferencia ilegal de los derechos de propiedad. Aquello de lo
que se apropia el capital no es simplemente un objeto cualquiera de la
riqueza social, las semillas son otra forma de existencia de la comuni-
dad, como han insistido los pueblos indígenas y campesinos de México.
Acumulación en el sector agroalimentario: el sometimiento del maíz al capital 143
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
La mejora de las semillas por intervención humana, en términos
generales es tan vieja como la agricultura misma. Este proceso en el que
participaron, inconscientemente, innumerables comunidades a lo largo
de mucho tiempo resultó en el gran arsenal de recursos genéticos conte-
nidos en las semillas. Procesos sociales a través de los cuales se produjo,
en cierta medida, la propia diversidad de las especies (Sell, 2009: 189).
El maíz, y su diversidad, es un caso extremo y por lo tanto ejemplar de
este proceso, pues no existe maíz en estado silvestre. El maíz es una
planta producida, una planta humana: “más que domesticada, la planta
de maíz fue creada por el trabajo humano” (Coa, Casifop y Grain, 2009:
11). Pero, ¿esto no significa que tiene valor, según lo establece la ley del
valor? Y si este valor no es pagado, entonces ¿está siendo robado? No
exactamente. Recuperando la forma en la que las comunidades cam-
pesinas e indígenas de México expresan su defensa del maíz se puede
percibir que se trata de algo más que un proceso de acumulación origi-
naria: “El maíz no es simplemente un cultivo más, no es solamente un
grano, una semilla, es un complejo tramado de relaciones, un proceso
civilizatorio de por lo menos 10 mil años de antigüedad, que sigue vivo”
(Coa, Casifop y Grain, 2009: 14). El maíz no es una cosa, ni sólo una
mercancía: “el maíz es un tejido de relaciones [] Poco a poco aprendi-
mos que el maíz es comunidad” (Coa, Casifop y Grain, 2009: 36).
Con el objetivo de comprender todas las implicaciones sociales
de la modificación y mercantilización de las semillas, expresadas por
el caso del maíz, resulta de utilidad recuperar la categoría de fuerzas
productivas sociales, presentado en la sección IV de El Capital. Con esta
categoría, se llama la atención sobre un tipo muy especial de fuerzas
productivas que constituye la base de la innovación tecnológica.
El tema central que parece permear la presentación del desarro-
llo de las fuerzas productivas en El Capital, no es únicamente el desa-
rrollo de la maquinaria automática, como muchas veces se piensa. En la
argumentación de Marx sobre la subsunción real del proceso de trabajo
(sección IV) tiene un papel también central el carácter inherentemente
social de este proceso. El desarrollo de las fuerzas productivas es un fe-
nómeno esencialmente colectivo, no sólo en el sentido de que todos los
capitalistas se ven igualmente impelidos a hacerlo por la competencia,
sino que refiere a una realidad que es propiamente social, resultado
de la actividad conjunta de la sociedad como totalidad y que no puede
reducirse a la simple suma de los individuos que actúan por separado,
como propietarios privados.
144 Andrea Santos Baca
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
En este sentido, Marx propone la categoría de fuerzas producti-
vas sociales como la cooperación, la división del trabajo, la ciencia y la
tecnología, todos estos identificados como mecanismos colectivos que
aumentan la productividad del trabajo y que son presentadas y desarro-
lladas como propiedades del capital. Si bien parece absurdo que alguien
proponga la patente, la apropiación privada, de la cooperación o la di-
visión del trabajo otro es el caso de la ciencia y la tecnología modernas
para las cuales la propiedad privada parece ser el régimen natural de
su desarrollo y aplicación. En contra del sentido común, Marx advierte
que en escaza medida los inventos del siglo XVIII y XIX se debieron a un
solo individuo (Marx, 2009 [1867]: 453n.). La ciencia es un producto
intelectual general del desarrollo social (Marx, 1979 [1863-1866]: 95);
es pues “la acumulación del saber y la habilidad de las fuerzas produc-
tivas generales del cerebro humano” (Marx, 2011 [1857-1858]: 582).
El desarrollo de la ciencia es así un proceso esencialmente social, que
emerge, como las fuerzas productivas de la cooperación y la división del
trabajo, más allá de la actividad individual realizada por separado y que
por lo tanto no puede reducirse a ella.
Lo interesante de estas fuerzas productivas sociales es la forma
especifica en la que son apropiadas por el capital. Marx señala que en el
mismo sentido en el que el capitalista se apropia sin pagar nada por el
tiempo de trabajo excedente, origen del plusvalor, también se apropia
de la fuerza productivas sociales sin pagar nada por ellas: “Las fuerzas
productivas que surgen de la cooperación y de la división del trabajo,
como hemos visto, no le cuestan nada al capital” (Marx, 2009 [1867]:
470). Y esto es clave. El capital no roba las fuerzas productivas sociales
como tampoco la explotación de la fuerza de trabajo significa un robo.
A las fuerzas productivas sociales, les ocurre lo mismo que a la fuerza
de trabajo asalariada, el sentido de su apropiación y explotación no pue-
de ser entendida según los parámetros del intercambio mercantil: “la
ciencia no le cuesta absolutamente ‘nada al capitalista, lo que en modo
alguno le impide explotarla. La ciencia ‘ajena es incorporada al capital,
al igual que el trabajo ajeno” (Marx, 2009 [1867]: 470 n.).
En tanto resultado del sometimiento real, material, del proceso
de trabajo la modificación de las semillas no se limita a una violación de
las leyes mercantiles. Primero porque, como en el caso del maíz se ha
denunciado: “los transgénicos desfiguran los cultivos, agotan su diver-
sidad y su significado” (Coa, Casifop y Grain, 2009: 19). La producción
transgénica de las semillas del maíz amenaza su sentido civilizatorio,
Acumulación en el sector agroalimentario: el sometimiento del maíz al capital 145
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
dentro de las comunidades indígenas y campesinas. El maíz es comuni-
dad, no se le puede asociar un propietario:
El mz jamás puede quedar en manos de un grupo, no impor-
ta cn escogido o comprometido esté. El carácter colectivo de
la crianza del maíz es lo que ha mantenido su riqueza. Lo que
algunos no pudieron, otros sí conservaron. Lo que algunos hicie-
ron mal, otros lo lograron, manteniendo la riqueza [] Defender
el maíz es defender derechos colectivos (Coa, Casifop y Grain,
2009: 43)
De esta forma, la manipulación genética de las semillas puede ser
descrita como un proceso de desarrollo tecnológico típicamente capita-
lista, basado en la apropiación de fuerzas productivas sociales, que una
vez descubiertas no le cuestan nada al capitalista pero que son resulta-
do de la actividad colectiva, en algunos casos, milenaria, de los pueblos.
Y por lo tanto todo intento por definir adecuadamente la titularidad de
la propiedad y su valor, resulta inapropiado. No es simplemente una
acumulación originaria que genere la escisión de los individuos frente a
sus condiciones objetivas de existencia, sino que corresponde a un pro-
ceso de sometimiento de fuerzas productivas generales como condicio-
nes, o soporte, de una mayor explotación de plusvalor. En este sentido,
la comprensión y la crítica de la agricultura capitalista, por ejemplo, a
través de las semillas mejoradas, no puede reducirse a un fenómeno
de despojo. Se trata más que de una apropiación de tipo muy peculiar
de trabajo no pagado, de la apropiación de las fuerzas productivas so-
ciales milenarias, en sí inmensurable y que no produce más valor sino
consiste en las condiciones socialmente construidas pero apropiadas y
deformadas por el capital para aumentar la productividad del trabajo.
Este sometimiento real del maíz al capital significa la conversión de
esta planta civilizatoria, en el sentido acuñado por Fernand Braudel, en
recursos para la explotación y acumulación de capital con un sentido
anti-comunitario y anti-ecológico, es decir, anti-civilizatorio.
En un reciente debate entre Harvey y Hardt y Negri plasmado
en una serie de artículos publicados por Fuchs y Monticelli(2018), los
segundos realizan una crítica bastante similar al concepto de acumula-
ción por desposesión. Desde el punto de vista de la teoría de lo común y
de su expropiación por parte de la capital, Negri y Hardt señalan:
“La ‘subsunción real’ representa, de hecho, una forma desarro-
llada de la organización de la explotación y la división social
del trabajo. La extracción de valor nunca es aquí una “despo-
sesión” pura de la riqueza preexistente, sino la apropiación de
la riqueza producida y socialmente acumulada por la fuerza de
146 Andrea Santos Baca
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
trabajo. Esta nueva acumulación primitiva de los bienes comu-
nes socialmente producidos por el capital no se lleva a cabo me-
diante la fuerza bruta, sino que se desarrolla a través de una
‘racionalidad’”(Hardt y Negri, 2018a: 418)
El concepto de lo comun de Negri y Hardt se deriva también de la
noción de fuerzas productivas sociales, y en especial, de aquel intelecto
social que el capital se apropia sin pagar nada. Por lo tanto, es también
adecuado para pensar lo que está siendo apropiado y subsumido en
el caso del maíz y por lo tanto contribuye con la argumentación aquí
presentada (Hardt y Negri, 2018a; Hardt y Negri, 2018b). No obstante,
en estos autores, la teoría de la subsunción real parecería apuntar más
a un proceso de desmaterialización del dominio del capital que culmi-
na en la figura de la multitud y no como aquí fue presentado como un
proceso mediante el cual el capital produce un mundo de la vida social
adecuado a su lógica.7
Otro elemento que queda oculto si se piensa el fenómeno de la
agricultura capitalista apenas desde la perspectiva de la acumulación
por desapropiación es la imposición de una cultura alimentaria adecua-
da a la lógica del valor. Es decir, la subsunción real de los valores de
uso de consumo y mediante la cual el dominio capitalista no sólo está
presente en el modo de producción sino también en el modo de vida.
b. El American way of eating: el sometimiento real del maíz
para el aumento en el consumo de productos de origen animal
En El Capital existen pocas referencias sobre las transformaciones
de los valores de uso, en tanto bienes de consumo, como resultado de su
dominio por la lógica del valor. Tanto en la sección III como en la IV, exis-
ten algunas menciones a las “sofisticaciones” realizadas a los alimentos:
las prácticas de adulteración y degradación de los alimentos en Inglaterra
de comienzos del siglo XVIII. Su origen, señala Marx, se debe principal-
mente al control que ejerce la lógica del capital sobre la actividad produc-
tiva y la presión por la existencia del tiempo de trabajo excedente:
7 La respuesta de Harvey a esta crítica gira en torno de la noción de alienación univer-
sal más que en una defensa del concepto de acumulación por desposesión (Harvey,
2018a; Harvey, 2018b). Intentando conciliar su interpretación del capitalismo con-
temporáneo con la de Hardt y Negri, intenta aplicar la noción de subsunción real a
los procesos de financierización y sus crisis: “El peonaje de deuda es una forma de
subsunción real, en la cual las vidas y trabajos de los individuos quedan irremedia-
blemente atados a la circulación de capital que devenga intereses, a la tasa de interés
y a los cobros sobre sus ingresos futuros y mano de obra” (Harvey, 2018b: 451).
Acumulación en el sector agroalimentario: el sometimiento del maíz al capital 147
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
“(el inglés) está obligado a ganarse el pan con el sudor de su
frente, pero no sabia que con su pan tenía que comer diariamen-
te cierta cantidad de sudor humano mezclado con secreciones
forunculosas, telarañas, cucarachas muertas y levadura alemana
podrida, para no hablar del alumbre, la arenisca y otros ingre-
dientes minerales igualmente apetitosos.” (Marx, 2003 [1867]:
299-300)
No obstante, a la subsunción real de los valores de uso de con-
sumo le esperaba aún un largo camino por recorrer. Desde 1976, Jorge
Veraza, ha trabajado el concepto de subsunción real del consumo bajo el
capital con la idea de tematizar las transformaciones y el sometimiento
de las formas de vida bajo el capital realizadas desde 1850 pero signi-
ficativamente más desarrollada después de la segunda guerra mundial.
Con este concepto, Veraza quiere llamar la atención de que el dominio
del capital avanza sobre el consumo no sólo en el sentido de manipular
las necesidades y las aspiraciones (las teorías de la sociedad de consu-
mo) ni se limita a determinar la cantidad, la forma y el ritmo del con-
sumo (subsunción formal del consumo bajo el capital) sino que ahora
las características de los valor de uso están anclados a las necesidades
de explotación y realización del plusvalor: “Los valores de uso que cons-
tituyen la riqueza social son producidos de acuerdo a determinaciones
que posibilitan coordinar las necesidades del consumidor con la produc-
ción y la realización de la mayor cantidad posible del plusvalor conte-
nido en las mercancías” (Veraza, 2008: 160). A lo que añade Veraza, el
dominio capitalista ya no es únicamente económico o tecnológico sino
ahora fisiológico (Veraza, 2008:98).
Otra vez, la suerte y el papel del maíz al interior del sistema
agroalimentario capitalista ofrece un caso ejemplar para comprender
este nivel de dominio del capital. Se trata ahora del surgimiento y la im-
posición de la alimentación espeficamente capitalista o American way
of eating. Como se presentó antes, la revolución maicera en Estados Uni-
dos marcó el inicio de las transformaciones en la producción agrícola.
No obstante, esta centralidad del maíz no se debe a su reconocimiento
como alimento, como planta civilizatoria, sino lo contrario. La revolu-
ción maicera, pues, no buscaba ofrecer maíz barato para el consumo hu-
mano sino encontrar la forma de producir de una forma masiva y más
barata un insumo para el complejo ganadero e industrial. Configurando
así una determinada dieta, una dieta específicamente capitalista, que
no obstante se presenta como la alimentación humana por naturaleza.
148 Andrea Santos Baca
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
El desarrollo de la agricultura capitalista se realizó así con base a
la degradación del maíz, que de planta civilizatoria fue convertida ma-
sivamente en alimento para ganado, insumo para la industria o alimen-
to para las poblaciones en condición de hambre. Este destino del maíz
se perfila desde el siglo XVI cuando fue identificado por los europeos
“como un alimento adecuado solamente para humanos desesperados o
puercos(Messer, 2000:104). En el siglo XIX, mientras Inglaterra im-
portaba trigo para su población recurrió al maíz para aliviar la situa-
ción de hambre en Irlanda y como ración para los trabajadores en sus
colonias africanas (Messer, 2000: 105). En México de la segunda mitad
del siglo XIX, eran populares las ideas que asociaban “el atraso y la
pobreza” de los pueblos indígenas y su afinidad a consumir maíz, un ce-
real que aturdía y no permitía el desarrollo intelectual (Pedroza, 2018).
Pero este lugar asignado al interior del sistema alimentario internacio-
nal se afianza en los Estados Unidos con la ya mencionada revolución
maicera. Para los estadounidenses, señala Messer(2000), el maíz fue
desde el comienzo un vehículo de ganancia, es decir, nunca fue enten-
dido como corazón civilizatorio, a diferencia de lo que aún ocurre entre
las poblaciones indígenas del continente. Y las actividades ganaderas y
el trigo fueron vehículos para destruir las fuentes de alimentos de las
poblaciones indígenas en el continente americano (Chiles y Fritzgeral,
2018: 10).
De forma simultanea a esta degradación del maíz, el trigo adqui-
rió el estatuto del cereal más importante en el mundo (Perkins, 1997:
20). No se trata de una importancia derivada de su contenido nutricio-
nal tampoco se debe a que sea el más productivo, de hecho, comparado
con el arroz y el mz es el cereal más caro. Tampoco se debe a que sea
el cereal más consumido en el mundo, lugar que ocupa el arroz siendo
el alimento principal entre la pobladas sociedades asiáticas. La impor-
tancia del trigo, su reconocimiento como el cereal por excelencia, se
expresa de tres maneras: 1) es el cultivo más extendido en el mundo,
según los datos de la FAO para 2014 el trigo ocupa la mayor área culti-
vada en el mundo, con más de 200 millones de hectáreas, seguido por el
maíz (184 mill. ha) y el arroz (162 mill. ha.); 2) de entre los principales
cereales es el que históricamente ha tenido mayor importancia en el
mercado mundial, siendo el primero que detentó un precio internacio-
nal, y cerca del 20% de su producción se comercializa a nivel interna-
cional frente a 11% del maíz y 7% del arroz (Awika, 2001: 3); y 3) su
consumo en el mundo es el que más ha crecido y lo seguirá haciendo, en
especial, entre los países de la periferia capitalista, en donde su consu-
Acumulación en el sector agroalimentario: el sometimiento del maíz al capital 149
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
mo se expande sustituyendo a los otros cereales (FAO, 2003:51). Entre
1950 y 1970 el consumo per cápita de trigo se incrementó en 63% en
contraste con el incremento en 20% en el consumo per cápita del resto
de los cereales (Friedmann, 1994: 260).
Esta diferencia entre los destinos del trigo y el maíz al interior del
régimen alimentario capitalista encuentra expresión en la ruta que ha
asumido el desarrollo de las semillas transgénicas y el fracaso del trigo
transgénico. A inicios de la primera década del siglo XXI, Monsanto
pretendió repetir el gran éxito del maíz y la soya transgénicos, toleran-
tes al herbicida Roundup, y presentó solicitudes en Canadá y Estados
Unidos para la aprobación del Roundup Ready Wheat. No obstante, sólo
dos años después, la empresa se vio obligada a retirar estas solicitudes
y a declarar públicamente su intención de detener la investigación y el
desarrollo de trigo transgénico. La razón principal de este fracaso fue
simplemente que el uso principal del trigo es el consumo humano, lo
que generó rechazo entre los consumidores de Estados Unidos y en Eu-
ropa (Falkner, 2009: 239-241). Hoy en día, el trigo transgenico es aún
ilegal aunque Monsanto no ha desistido de su innovación tecnólogica,
en meses pasados Canada sufrió de bloqueos a la exportación de trigo
por encontrar en ellas trigo transgénico.
De esta forma, no debe considerarse aleatorio el hecho de que el
maíz sea el principal objetivo de la biotecnoloa y actualmente el cul-
tivo transgénico más cultivado en el mundo seguido por la soya (legu-
minosa también utilizada principalmente como alimento para ganado).
Según los datos del Servicio Internacional de Adquisición de Aplica-
ciones Agro-biotecnológicas (ISAAA) hasta el momento se han dado a
conocer 426 eventos (modificaciones transgénicas exitosas) en 29 dife-
rentes plantas alimentarias. La lista está encabezada por el maíz con
165 eventos, seguido por el algodón (58) y las papa (47). Sobre el trigo,
únicamente se tiene registro de uno (el ya mencionado de Monsanto) y
7 del arroz (issaa.org).
Así pues, el maíz pasó a ser el insumo clave de la alimentación
capitalista, sujeto a todo tipo de experimentación, no como alimento
humano directo sino como la base para el desarrollo de la ganadería
y la industria alimentaria, verdaderos pilares de la alimentación en el
capitalismo. Con todo y su posición de cereal privilegiado, el trigo no es
el alimento en torno del cual se organiza el patrón alimentario en las
sociedades capitalistas (Fiddes, 1991:13). Por primera vez en la historia
ya no se trata de un carbohidrato complejo, sino este lugar es ocupado
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Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
por la carne y, en menor medida, los otros alimentos de origen animal
(leche, derivados lácteos y huevos).
Aunque ninguna sociedad humana se desarrolló completamente
vegetariana, el consumo de productos animales tenia un papel margi-
nal, como ocurrió entre las civilizaciones del maíz o del arroz. Única-
mente en Europa la civilización del trigo se desarrolló en complemen-
tariedad con las actividades ganaderas, pues, únicamente ahí el cultivo
del trigo comprometía de tal forma la fertilidad del suelo que se volvie-
ron indispensables las actividades ganaderas (Braudel, 1982:120). Pero
únicamente ocupa el lugar central de la alimentación humana hasta
mediados del siglo XIX. Desde entonces, y especialmente a partir de la
segunda mitad del siglo XX, el régimen alimentario capitalista está cada
vez más impulsado por la modificación de las dietas hacia los productos
de origen animal con Estados Unidos como centro de la producción y el
consumo. Nunca en la historia de la humanidad, tantas personas han
comido tanta carne como en los Estados Unidos en las últimas décadas
(Albritton, 2009: 101).
La clave de la industrialización de la ganadería, iniciada a fina-
les del siglo XIX, es sin duda el uso masivo de maíz como forraje. Los
feed crops permitieron prescindir de grandes áreas y así concentrar y
aumentar la escala de la producción con unidades de producción de 100
mil cabezas de ganado o de 5 mil a 50 mil aves (Barreda, 2007: 71).
Además, la expansión de la ganadería intensiva resulta ser un espacio
propicio para mantener en crecimiento la demanda por productos agrí-
colas (Albritton, 2009; Messer, 2000). Es decir, despliega posibilidades
de acumulación que no estarían presentes en una dieta cuyo centro
fuera un carbohidrato complejo. La tasa de transformación de proteí-
na vegetal a proteína animal es muy baja, especialmente en el ganado
bovino: “por lo menos 80% y hasta 96% de toda la proteína contenida
en los cereales y las leguminosas que se usan para alimentar al ganado
se pierden” (Smil, 2002: 617). Por eso si el aumento en el consumo de
alimentos de origen animal se mantiene se habla de la necesidad de du-
plicar la producción de cereales a nivel mundial (Albritton, 2009: 105).
Como resultado se desarrolla una dinámica interacción entre la produc-
ción agrícola y la ganadería: “los piensos son el elemento más dinámico
que impulsa la economía mundial de cereales, en el sentido de que re-
presenta la participación siempre creciente en la demanda agregada de
cereales” (FAO, 2003: 74).
Como correlato de este circuito virtuoso para la acumulación de
capital, el consumo de carne ha ganado un simbolismo único (Fiddes,
Acumulación en el sector agroalimentario: el sometimiento del maíz al capital 151
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
1991; Smil, 2002; Chiles y Fritzgeral, 2018). La carne es el alimento
por excelencia y las reacciones vegetarianas no hacen sino confirmar
su centralidad (Fiddes, 1991: 16). A finales del siglo XIX, era popular
la idea de que “la fuerza imponente de Occidente se debía en parte al
consumo de carne y que una dieta vegetariana era indigna de una na-
ción civilizada” (Osterhammel, 2014: 605). Europa, y Estados Unidos,
las sociedades carnívoras por excelencia se presentaron como ejemplos
de éxitos civilizatorios como resultado, consumir carne se convirtió en
símbolo universal de opulencia, bienestar y saciedad (Smil, 2002: 599).
Tal vez las ideas más populares que rodean el consumo de car-
ne y que actualmente ha sido puesta en duda su veracidad son: aquel
que asocia el desarrollo del cerebro humano al consumo de carne y la
diferencia cualitativa entre las proteínas vegetales y las animales, y la
superioridad fisiológica de éstas últimas (Pellet, 2000; Smil, 2002; Chi-
les y Fritzgeral, 2018). Pero existe otro caso relevante con importantes:
el fraude de la proteína. La proteína fue el primer macronutriente a ser
descubierto a mediados del siglo XIX por Justus von Liebig y significa
primario, aquello que conforma primariamente a los seres vivos (Fiddes,
1991: 176). Para este científico, la realización de actividades suponía el
desgaste de los músculos, cuyo principal componente son las proteínas.
En consecuencia, se consideró a la carne como fuente de la fuerza mus-
cular y la capacidad activa. Esta idea será superada en los primero años
del siglo XX con la mejor comprensión de la participación de los carbo-
hidratos y las grasas en la obtención de energía, limitando el desgaste
de los músculos a situaciones extremas de hambre (Pellet, 2000: 890).
No obstante, la proteína de origen animal conservó su prestigio durante
mucho tiempo después. De hecho, a lo largo de las siete primeras déca-
das del siglo XX, como resultado de las investigaciones realizadas por
Atwater (nutriólogo estadounidense que descubre los micronutrientes)
las autoridades nutricionales de Estados Unidos recomendaron niveles
de consumo de proteína equivalentes al doble de lo realmente necesa-
rio (Nixon, 2009: 325; Nestle, 2007: 33). A partir de las estimaciones
equivocadas se elaboró una teoría sobre la existencia de una pandemia
mundial por desnutrición proteica (Cannon, 2005:704). Por lo que el
mensaje fue claro: las sociedades debían aumentar significativamente
su consumo de carne y leche, y Estados Unidos, estaba especialmente
capacitado para satisfacer este aumento en la demanda. Un nuevo cál-
culo de las necesidades humanas, realizado en los 1970s, borró mágica-
mente el supuesto déficit de proteínas (Cannon, 2005: 704).
152 Andrea Santos Baca
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
La difusión e imposición de la dieta moderna o el American way
of eating, como la alimentación humana por excelencia puede ser con-
siderada como un mecanismo particular para sustentar la acumulación
creciente de capital en el sector agroalimentario. En la producción y
consumo de alimentos de origen animal se puede identificar una pe-
culiar combinación de cuestiones técnicas y culturales, que se impo-
nen sobre el gran mosaico de culturas alimentarias del mundo. En el
aumento del consumo de productos animales se han puesto en mar-
cha mecanismos de imposición cultural, en donde por ejemplo el maíz
(como también es el caso del sorgo) es degradado y sujeto a todo tipo de
modificaciones y experimentos. Para que el mundo occidental haya po-
dido expandir su consumo de carne, los pueblos indígenas de América
vieron ser sacrificado el centro de su civilización. Como resultado, de la
misma forma en la que no se puede hablar de una desarrollo tecnológi-
co y científico puro, ajeno a las relaciones y materialidad impuestas por
el capitalismo tampoco se puede asumir que este desarrollo se realizó
en un contexto culturalmente neutro, o en si ya universal. Aspectos del
dominio del capital, de sus efectos sobre el mundo de valores de uso,
que escapan a las preocupaciones abarcadas por el concepto de acumu-
lación por desposesión.
Consideraciones nales
Frente a los desafíos que el capitalismo nos impone en este siglo
XXI son imprescindibles los esfuerzos por actualizar el pensamiento de
Marx y romper con la camisa de fuerza construida de sus interpretacio-
nes economicistas. En la comprensión de las caractesticas del dominio
del capital sobre nuestras vidas se juega la capacidad que se tiene para
desafiar este dominio y plantear alternativas. Si bien, esta es la inten-
ción de Harvey su teoría de la acumulación por desposesión supone
ciertos problemas que al generalizarse puede llevar a limitar y mutilar
otra vez a la Crítica de la Economía Política.
Si bien, no se niega la existencia de graves procesos de despo-
jo, sobre todo de tierras, se considera que es importante: primero, no
es necesario esbozar otra categoría cuando la justa comprensión de la
acumulación originaria de Marx permite comprenderlos; segundo, la
atención sobre estos fenómenos no desplaza otros mecanismos y niveles
de dominio que el capital ejerce sobre las diferentes dimensiones de la
realidad social, incluido el sector agroalimentario; y tercero, es posible
Acumulación en el sector agroalimentario: el sometimiento del maíz al capital 153
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 48 | 1er. Semestre de 2018
ampliar la mira más allá del economicismo sin abandonar la compleji-
dad del proyecto crítico de Marx.
Para ilustrar lo anterior se recató la categoría de la subsunción
real del proceso de reproducción social y se le aplicó a la experiencia
y papel del maíz al interior del sistema agroalimentario capitalista. Se
analizó la agricultura capitalista a partir de la modificación de las se-
millas de maíz para lo cual se recuperaron las nociones del desarrollo y
la apropiación de las fuerzas productivas sociales y la imposición de un
mundo material, en especifico de una alimentación, moldado según la
lógica del capital. El caso del maíz, nos permite y nos exige superar las
explicaciones economicistas y las basadas únicamente en el despojo y
robo como medios de acumulación.
Al final, es importante reconocer que en cierto sentido los expo-
nentes de la acumulación por desposesión tienen razón. El capitalismo
se vive, se sufre, como un proceso omnipotente y casi omnipresente de
pérdida, de despojo. Pero no se trata apenas de aquel tipo de violencia
y robo que Marx desarrolla bajo el nombre de acumulación originaria,
sino del sentido de pérdida que produce el propio capital en su desarro-
llo: como proceso de enajenación siempre renovado. En este sentido es
que sin duda toda acumulación, por ejemplo, mediante la apropiación
de fuerzas productivas sociales así como a través de la imposición del
American way of eating, constituyen casos de enajenación. La enajena-
ción universal a la que el propio Harvey ahora dirige su atención.
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Acumulación en el sector agroalimentario: más allá de la acumulación por
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Fecha de recepción: 18/2/2018
Fecha de aceptación: 11/5/2018