Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 47 | 2do. Semestre de 2017
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Documentos
A cien años de la Revolución Rusa:
Lenin y las clases sociales en el campo
Selección y notas de Eduardo Azcuy Ameghino
.....
Al cumplirse cienos del triunfo de la revolución rusa, lo recor-
damos mediante la reproducción de un fragmento relevante de un texto
escrito por Lenin como parte de los materiales para el Congreso de la III
Internacional Comunista, que se celebraría el 15 de julio de 1920.
Al respecto cabe remarcar que se trata de un trabajo elaborado,
no ya desde la oposición y generalmente- desde la clandestinidad o
el exilio, sino desde el centro del poder sovtico, todavía fuertemente
condicionado por la guerra civil, las intervenciones extranjeras y la eco-
nomía de guerra. Y aún faltaba sobrevenir la gran crisis de principios de
1921, con fuerte protagonismo del descontento campesino, la cual daría
lugar a la Nueva Política Económica, en cuyo contexto se pusieron en
práctica muchas de las consideraciones que Lenin formula en el texto
al que nos introducimos, las que tendrían como finalidad consolidar las
relaciones entre el proletariado y el campesinado.
Otro aspecto a tener en cuenta es que las referencias observables
en el texto, o sea lo que se tiene presente en primer lugar, suelen ser a
las situaciones vigentes en países capitalistas “avanzados”, imperialistas
-como Alemania, Francia, Inglaterra, Estados Unidos-, pudiéndose cons-
tatar en ellos, al finalizar la segunda década del siglo XX, la persistencia
o supervivencia de rémoras de modos de producción anteriores al ca-
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pitalismo (“explotación medieval, semifeudal”), lo cual invita a pensar
cuál sería la realidad por entonces de la inmensa mayoría de los países
coloniales y dependientes de Asia, África y América Latina, que en el
caso de la región pampeana se expremediante la que hemos deno-
minado “la antigua cuestión agraria”,
1
registrando otras heterogéneas y
aún s agudas manifestaciones en línea con la lenta e irregular pe-
netración del capital en el campo- en las restantes regiones y territorios
de la Argentina
En concordancia con lo anterior, se revela la fuerte presencia en
la Unión Soviética de entonces de un heterogéneo campesinado, parte
del cual conservaba diversos rasgos precapitalistas, lo cual se refleja en
la ausencia en el texto de la idea de la desaparición de explotaciones
como parte de la todavía incipiente evolución capitalista de la economía
agraria. En este sentido, actualizando y transformando doctrina en po-
lítica revolucionaria,
2
Lenin proponía “desarrollar una verdadera labor
proletaria revolucionaria de propaganda, agitación y organización entre
los campesinos pobres”.
Por último, entre los puntos que elegimos destacar en esta pre-
sentación, ocupa un lugar central la caracterización que realiza Lenin
de las clases sociales en el campo ruso, especificando y discutiendo las
características de obreros rurales, semiproletarios, pequeños campesi-
nos, campesinos medios y campesinos ricos, base conceptual retomada
en el curso de la revolución china y en otras experiencias históricas, for-
mando al día de hoy -con los debidos reajustes según tiempos, lugares y
circunstancias- parte relevante del marco teórico marxista.
1 Eduardo Azcuy Ameghino. De la lucha por las libertades capitalistas a la concentra-
ción económica: historia y actualidad de la cuestión agraria pampeana. Realidad
Económica nº 295, 2015.
2 Al respecto, Engels había planteado en 1894 que “aun previendo la inevitable desapa-
rición de los pequeños campesinos, no somos nosotros, ni mucho menos, los llama-
dos a acelerarla con nuestras ingerencias. Federico Engels. El problema campesino
en Francia y Alemania. En: K. Marx y F. Engels. Obras Escogidas. Editorial Progreso,
Moscú, 1974, t. III. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1890s/procam94.htm
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Primer esbozo de las tesis sobre el problema agrario (1920)
Vladímir Ilich Uliánov (Lenin)
(…)
2. Las masas trabajadoras y explotadas del campo a las que el
proletariado urbano debe conducir a la lucha o, cuando menos, ganar
para su causa, están representadas en todos los países capitalistas por
las clases siguientes:
En primer lugar, por el proletariado agrícola, los obreros asala-
riados (contratados por año, por temporada, por jornada), que ganan su
sustento trabajando a jornal en empresas capitalistas agrícolas. La tarea
fundamental de los partidos comunistas de todos los países consiste en
organizar esta clase independiente y distinta de los demás grupos de
la población rural (en el terreno político, militar, sindical, cooperativo,
cultural, etc.), desplegar entre ella una intensa propaganda y agitación,
atraerla al lado del poder soviético y de la dictadura del proletariado.
En segundo lugar, por los semiproletarios o campesinos parce-
larios, es decir, los que ganan su sustento en parte mediante el trabajo
asalariado en empresas capitalistas agrícolas e industriales y, en parte,
trabajando en la parcela propia o tomada en arriendo, lo que les sumi-
nistra sólo cierta parte de los productos necesarios para la subsistencia
de sus familias. Este grupo de la población trabajadora del campo es
muy numeroso en todos los países capitalistas; los representantes de la
burguesía y los “socialistas” amarillos de la II Internacional disimulan
su existencia y su situación especial, ora engañando concientemente a
los obreros, ora cayendo ciegamente en la rutina de las concepciones
pequeño burguesas y confundiendo a estos trabajadores con la masa
común de los “campesinos en general. Semejante procedimiento de
embaucar a la manera burguesa a los obreros se advierte, sobre todo,
en Alemania y Francia, luego en los EE.UU., acomo en otros países.
Cuando los partidos comunistas organicen debidamente su labor, este
grupo será su partidario seguro, porque la situación de estos semiprole-
tarios es sumamente penosa y porque bajo el poder soviético y la dicta-
dura del proletariado sus ventajas serán enormes e inmediatas.
En tercer lugar, por los pequeños campesinos, es decir, los pe-
queños labradores que poseen, ya sea como propiedad o tomada en
arriendo, una parcela de tierra tan reducida, que cubriendo las nece-
sidades de su familia y de su hacienda no precisan contratar jornale-
ros. Esta categoría, como tal, sale ganando de un modo absoluto con el
triunfo del proletariado, el cual le garantiza en el acto y por completo:
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a) la supresión de los arriendos o la exención de la entrega de una par-
te de la cosecha (por ejemplo los métayers aparceros- en Francia, lo
mismo que en Italia) a los grandes propietarios agrarios; b) la supresión
de las hipotecas; c) la supresión de las múltiples formas de opresión y
dependencia de los grandes propietarios agrarios (disfrute de los bos-
ques, etc.); d) la ayuda inmediata a sus haciendas por parte del poder
estatal proletario (la posibilidad de emplear los aperos de labranza y
parte de las instalaciones en las grandes haciendas capitalistas expro-
piadas; la transformación inmediata por el poder estatal proletario de
las cooperativas y asociaciones agrícolas –que ante todo servían bajo el
capitalismo a los campesinos ricos y medios- en organizaciones desti-
nadas a ayudar, en primer término, a los campesinos pobres, es decir,
a los proletarios, semiproletarios y pequeños campesinos, etc.), y otras
muchas ventajas.
A la par con esto, los partidos comunistas deben tener bien pre-
sente que en el período de transición del capitalismo al comunismo, o
sea durante la dictadura del proletariado, en este sector son inevitables
las vacilaciones, por lo menos en cierta medida, en favor de una liber-
tad de comercio ilimitada y del libre ejercicio de derechos de propiedad
privada, pues este sector, siendo ya (si bien en pequeña parte) vendedor
de artículos de consumo, está corrompido por la especulación y por los
hábitos de propietario. Sin embargo, si el proletariado victorioso sigue
una políticarme, si ajusta resueltamente las cuentas a los grandes pro-
pietarios de la tierra y a los campesinos ricos, las vacilaciones de este
sector no pueden ser considerables y no podn cambiar el hecho de
que, en general y en su conjunto, se encontrará al lado de la revolución
proletaria.
3. Los tres grupos señalados, en su conjunto, constituyen en to-
dos los países capitalistas la mayoría de la población rural. Por eso,
está completamente asegurado el éxito de la revolución proletaria, no
sólo en la ciudad, sino también en el campo. Está muy extendida la
opinión contraria, pero ésta se mantiene únicamente, primero, porque
la ciencia y la estadística burguesas emplean sistemáticamente el en-
gaño, disimulando por todos los medios el profundo abismo que media
entre las clases rurales indicadas y los explotadores, los terratenientes
y capitalistas, a como entre los semiproletarios y los pequos campe-
sinos, por un lado, y los campesinos ricos, por otro. En segundo lugar,
se mantiene debido a la incapacidad y a la falta de deseo de los héroes
de la II Internacional amarilla y de la “aristocracia obrera” de los países
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avanzados, corrompida por las prebendas imperialistas, de desarrollar
una verdadera labor proletaria revolucionaria de propaganda, agitación
y organización entre los campesinos pobres; los oportunistas dirigían y
dirigen toda su atención a la tarea de inventar formas de conciliación
teórica y práctica con la burguesía, incluyendo al campesino rico y me-
dio (de estos hablaremos más adelante), y no a la del derrocamiento
revolucionario del gobierno burgs y de la burguesía por el proletaria-
do. En tercer lugar, se mantiene debido a la incomprensión obstinada,
que ya tiene el arraigo de un prejuicio (vinculado a todos los prejuicios
democrático-burgueses y parlamentarios), de esta verdad, perfectamen-
te demostrada por el marxismo en el terreno teórico y completamente
confirmada por la experiencia de la revolución proletaria en Rusia, a
saber: que la población rural de las tres categorías arriba señaladas,
embrutecida hasta el extremo, desperdigada, oprimida, condenada en
todos los países, incluso en los más avanzados, a vegetar en condiciones
de vida semi-bárbara, interesada desde el punto de vista económico,
social y cultural en el triunfo del socialismo, es capaz de apoyar al pro-
letariado revolucionario únicamente después de que este conquiste el
poder político, sólo después de que ajuste terminantemente las cuentas
a los grandes terratenientes y a los capitalistas, sólo después de que estos
hombres oprimidos vean en la práctica que tienen un jefe y un defensor
organizado, lo bastante poderoso y rme para ayudar y dirigir, para
señalar el camino acertado.
4. Por campesinos medios, en el sentido económico de la pala-
bra, debe entenderse a los pequeños agricultores que poseen, ya sea a
título de propiedad o en arriendo, también pequeñas parcelas de tierra,
si bien tales que, en primer lugar, proporcionan bajo el capitalismo,
por regla general, no sólo el rendimiento necesario para sostener po-
bremente a su familia y su hacienda, sino también la posibilidad de
obtener cierto excedente, que puede, por lo menos en los años mejores,
convertirse en capital; tales que, en segundo lugar, permiten recurrir en
muchos casos (por ejemplo: en una hacienda de cada dos o tres) al em-
pleo de mano de obra asalariada. Un ejemplo concreto de campesinado
medio en un país capitalista avanzado lo ofrece en Alemania, según
el censo de 1907, el grupo de explotaciones con 5 a 10 hectáreas, una
tercera parte de las cuales emplean obreros asalariados.
En Francia,
3 Damos cifras exactas: el número de explotaciones con 5 a 10 hecreas era de
652.798 (sobre un total de 5.736.082); tean 487.704 jornaleros de toda clase, ha-
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país donde están más desarrollados los cultivos especiales -por ejemplo,
la viticultura-, que requieren mayor empleo de mano de obra, el grupo
correspondiente emplea, probablemente, en mayores proporciones aún
el trabajo asalariado.
El proletariado revolucionario no puede acometer –por lo menos
en un porvenir inmediato y en los primeros tiempos de la dictadura del
proletariado- la empresa de atraerse a esta capa. Tiene que limitarse a
la tarea de neutralizarla, es decir, de hacer que sea neutral en la lucha
entre el proletariado y la burguesía. Las vacilaciones de este sector en-
tre las dos fuerzas son inevitables, y al comienzo de la nueva época su
tendencia predominante, en los países capitalistas desarrollados, será
favorable a la burguesía. Porque aquí prevalecen la mentalidad y el es-
píritu de propietarios; el interés por la especulación, por la libertad” de
comercio y de propiedad es inmediato; el antagonismo con los obreros
asalariados es directo. El proletariado triunfante mejorará inmediata-
mente la situación de este sector, suprimiendo los arriendos y las hipote-
cas. En la mayoría de los Estados capitalistas el poder proletario no debe
en manera alguna suprimir inmediata y completamente la propiedad
privada; en todo caso, no sólo garantiza a los campesinos pequeños y
medios la conservación de sus parcelas de tierra, sino que las aumenta
hasta las proporciones de la superficie que ellos arriendan comúnmente
(supresión de los arrendamientos).
Las medidas de este género, junto con la lucha implacable contra
la burguesía, garantizan por completo el éxito de la política de neu-
tralización. El paso a la agricultura colectiva debe ser llevado a cabo
por el poder estatal proletario colectivo, debe ser llevado a cabo por el
poder estatal proletario únicamente con las mayores precauciones y de
un modo gradual, sirviéndose del ejemplo, sin ejercer coacción alguna
sobre los campesinos medios.
5. Los campesinos ricos (Grossbauern) son los patronos capita-
listas en la agricultura, que explotan su hacienda, como norma, contra-
tando varios jornaleros; estos campesinos ricos sólo están relacionados
con el “campesinado” por su nivel cultural poco elevado, por su modo
de vivir, por su trabajo personal manual en su hacienda. Los campesinos
ricos constituyen el sector s numeroso entre las capas burguesas,
biendo 2.003.633 obreros de la familia. En Austria, según el censo de 1902, había en
este grupo 383.331 explotaciones, de las cuales 126.136 empleaban trabajo asalaria-
do: 146.044 jornaleros y 1.265.969 obreros de la familia. El total de las explotacio-
nes era en Austria de 2.856.349.
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enemigas directas y decididas del proletariado revolucionario. En su
labor en el campo, los partidos comunistas deben prestar la atención
principal a la lucha contra este sector, a liberar a la mayoría de la pobla-
ción rural trabajadora y explotada de la influencia ideológica y potica
de estos explotadores, etc.
Después del triunfo del proletariado en la ciudad secomple-
tamente inevitable que surjan toda clase de manifestaciones de resis-
tencia, de sabotaje y acciones armadas directas de carácter contrarre-
volucionario por parte de este sector. Por esta razón el proletariado
revolucionario debe iniciar inmediatamente la preparación ideológica
y orgánica de las fuerzas necesarias para el desarme de este sector y, si-
multáneamente con el derrocamiento de los capitalistas en la industria,
descargarle, en la primera manifestación de resistencia, el golpe más
decisivo, implacable, aniquilador, armando para tal objeto al proleta-
riado rural y organizando en el campo soviets, en los cuales no se debe
permitir que figuren los explotadores y debe asegurarse el predominio
de los proletarios y semiproletarios.
Sin embargo, la expropiación incluso de los campesinos ricos no
debe ser en manera alguna la tarea inmediata del proletariado victorio-
so, pues no existen aún condiciones materiales, en particular técnicas,
como tampoco sociales, para colectivizar estas haciendas. En ciertos
casos, probablemente excepcionales, se les confiscan los lotes que dan
en arriendo o que son imprescindibles para los campesinos pobres de la
vecindad; a estos también habrá que garantizarles el usufructo gratuito,
bajo determinadas condiciones, de una parte de la maquinaria agrícola
de los campesinos ricos, etc. Pero, como regla general, el poder estatal
proletario debe dejar sus tierras a los campesinos ricos, confiscándolas
sólo si oponen resistencia al poder de los trabajadores y explotados. La
experiencia de la revolución proletaria de Rusia, donde la lucha contra
los campesinos ricos se complicó y prolongó debido a una serie de con-
diciones especiales, demostró, a pesar de todo, que este sector, después
de recibir una buena lección al menor intento de resistencia, es capaz
de cumplir lealmente las tareas que le asigna al Estado proletario e
incluso, si bien con extraordinaria lentitud, comienza a penetrarse de
respeto hacia el poder que defiende a todo trabajador y que se muestra
implacable frente a los ricos parasitarios.
Las condiciones especiales que complicaron y frenaron la lucha
del proletariado, triunfante sobre la burguesía, contra los campesinos
ricos de Rusia se reducen principalmente a que la Revolución Rusa, des-
pués de la insurrección del 25 de octubre (7 de noviembre) de 1917,
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pasó por una fase de lucha democrática general”, es decir, en su base,
democrático-burguesa, de todo el campesinado en su conjunto contra
los terratenientes; luego, a la debilidad cultural y numérica del proleta-
riado urbano; por último, a las enormes extensiones del país y al pésimo
estado de sus vías de comunicación. Por cuanto en los países adelanta-
dos no existe este freno, el proletariado revolucionario de Europa y de
Norteamérica debe preparar s enérgicamente y terminar con mayor
rapidez, decisión y éxito, el triunfo completo sobre la resistencia de los
campesinos ricos, arrebatarles la menor posibilidad de resistencia. Esta
es una necesidad imperiosa, ya que antes de obtener este triunfo com-
pleto, definitivo, las masas de proletarios y semiproletarios rurales y
de pequeños campesinos no estan en condiciones de reconocer como
completamente afianzado el poder estatal proletario.
6. El proletariado debe proceder a la confiscación inmediata y
absoluta de todas las tierras de los terratenientes y grandes latifundis-
tas, es decir, de quienes en los países capitalistas explotan de un modo
sistemático, ya directamente o por medio de sus arrendatarios, a los
obreros asalariados y a los pequeños campesinos (a veces incluso a los
campesinos medios) de los alrededores, sin tomar ellos parte alguna en
el trabajo manual, y pertenecen en su mayor parte a familias descen-
dientes de los señores feudales (nobleza en Rusia, Alemania, Hungría;
señores restaurados en Francia; lores en Inglaterra; antiguos esclavistas
en Norteamérica), o bien a los magnates financieros particularmente
enriquecidos, o bien a una mezcla de estas dos categorías de explotado-
res y pasitos.
Los partidos comunistas no deben admitir en modo alguno la
propaganda o la aplicación de una indemnización en favor de los gran-
des terratenientes por las tierras expropiadas, porque en las condiciones
actuales de Europa y Norteamérica esto significaría una traición al so-
cialismo y una carga de nuevos tributos sobre las masas trabajadoras y
explotadas, que son las que más sufrieron con una guerra que multiplicó
el número de millonarios y aumentó sus riquezas.
En cuanto al modo de explotación de las tierras confiscadas por el
proletariado triunfante a los grandes terratenientes, Rusia, debido a su
atraso económico, ha llevado a cabo con preferencia el reparto de estas
tierras entre los campesinos; sólo en casos relativamente raros el Estado
proletario mantuvo las llamadas haciendas soviéticas, dirigiéndolas
por su cuenta y transformando a los antiguos jornaleros en obreros del
Estado y en miembros de los soviets que administran el Estado. En los
países capitalistas avanzados, la Internacional Comunista reconoce jus-
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to el mantener preferentemente las grandes empresas agropecuarias y
la explotación de las mismas según el tipo de las “haciendas soviéticas
de Rusia.
Sería, sin embargo, un gravísimo error exagerar o generalizar
esta norma y no admitir nunca la entrega gratuita de una parte de la
tierra de los expropiadores expropiados a los pequeños campesinos, y a
veces hasta a los campesinos medios de la región.
En primer lugar, la objeción habitual consistente en aducir que las
grandes explotaciones agrícolas son técnicamente superiores, se reduce
con frecuencia a sustituir una verdad teórica indiscutible por el oportu-
nismo de la peor especie y por la traición a la revolución. Para asegurar
el éxito de esta revolucn, el proletariado no tiene derecho a detenerse
ante la disminución momentánea de la producción, acomo no se de-
tuvieron los burgueses enemigos del esclavismo en Estados Unidos ante
la reducción temporal de la producción de algodón a consecuencia de
la guerra civil de 1863-1865. Para los burgueses la producción es un fin
en sí, pero a los trabajadores y explotados les importa s que nada
derrocar a los explotadores y asegurar las condiciones que les permitan
trabajar para mismos y no para el capitalista. La tarea primordial y
fundamental del proletariado consiste en garantizar y aanzar su triun-
fo. Y no puede haber afianzamiento del poder proletario sin neutralizar
a los campesinos medios y sin asegurarse el apoyo de una parte bastan-
te considerable de los pequeños campesinos, si no de su totalidad.
En segundo lugar, no sólo el aumento, sino aun el mantenimiento
de la gran producción agrícola supone la existencia de un proletariado
rural completamente desarrollado, con conciencia revolucionaria, que
haya pasado por una buena escuela de organización profesional y po-
lítica. Donde falta esta condición o donde no existe la posibilidad de
confiar con provecho esta misión a obreros industriales concientes y
competentes, las tentativas de un paso prematuro a la dirección de las
grandes explotaciones por el Estado no pueden sino comprometer el po-
der proletario, y se requiere sumo cuidado y las más sólida preparación
en la creación de “haciendas soviéticas”.
En tercer lugar, en todos los países capitalistas, aun en los más
avanzados, subsisten todavía restos de explotación medieval, semifeu-
dal, de los pequeños campesinos por los grandes terratenientes, como,
por ejemplo, los Instleute (arrendatarios) en Alemania, los métayers en
Francia, los aparceros arrendatarios en Estados Unidos (no sólo los ne-
gros, los cuales son explotados en la mayoría de los casos en los Estados
del Sur precisamente de este modo, sino a veces hasta los blancos). En
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casos como estos, el Estado proletario tiene el deber de entregar las tie-
rras en usufructo gratuito a los pequeños campesinos que las arrenda-
ban, porque no existe otra base económica y técnica, ni hay posibilidad
de crearla de golpe.
El material de las grandes explotaciones debe ser obligatoriamen-
te confiscado y convertido en patrimonio del Estado, con la condición
expresa de que, después de que las grandes haciendas del Estado hayan
sido provistas del material necesario, los pequeños campesinos de los
alrededores podrán utilizarlos en forma gratuita y en las condiciones
que fije el Estado proletario.
Si en los primeros momentos, después de llevarse a cabo la re-
volución proletaria, resulta imperioso, no sólo expropiar sin dilación a
los grandes terratenientes, sino aun desterrarlos o internarlos, como di-
rigentes de la contrarrevolución y como opresores despiadados de toda
la población rural, a medida que se afiance el poder proletario, no sólo
en la ciudad sino también en el campo, es preciso realizar de modo
sistemático todos los esfuerzos para que las fuerzas con que cuenta esta
clase, poseedoras de una gran experiencia, de conocimientos y de capa-
cidad de organización sean aprovechadas (bajo un control especial de
obreros comunistas segurísimos) en la creación de la gran agricultura
socialista.
(…)
Julio de 1920
Vladimir I. Lenin. Obras Completas,
tomo 31, Cartago, Bs. As., 1960, p. 145 y ss.
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