7 tesis sobre el campesinado argentino contemporáneo 9
Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 58 – 1er. semestre de 2023
ISSN 1853 399X - E-ISSN 2618 2475 - Páginas 1-24
concentración de la tierra: en las de más de 500 ha, mientras que en 1988 conforma-
ban el 13%, en 2018 eran el 20%, con el 89% de la superficie (INDEC, 2002;2018).
En diversas regiones extrapampeanas, la información intercensal muestra ten-
dencias similares a la región pampeana, núcleo geográfico de estos procesos, donde
la superficie promedio pasó de ser de 395,6 ha en 1988 a 533,2 ha, en 2002, con una
caída del estrato de 500 ha (-34% en cantidad de EAP´s) y un aumento en los estratos
de más de 10.000 has (+13% en EAP s) (Paz, 2006). En la provincia de Chaco, por
ejemplo, de aquel 80% de EAP´s menores a 100 ha que mencionamos anteriormente,
se redujo a un 39%, en 2018, representando el 4,6% de la superficie cultivada. Todo
esto estuvo acompañado de un proceso de éxodo rural masivo: entre 1980 y 2001 el
campo perdió más de 380.000 habitantes, representando en la actualidad tan sólo el
7,5% de la población total del país (INDEC, 1980; 2001).
El resultado de este proceso social de transformación o descomposición social
dentro del campesinado tradicional tuvo algunas diferencias. Como mencionamos
previamente, una parte de los productores familiares rentaron sus propiedades a
empresarios y terratenientes, y transformaron su condición de clase, prestadores de
servicios o pequeños arrendatarios. Otro sector, menos beneficiado, atravesó distin-
tas situaciones que condujo al abandono del lugar, convirtiéndose en mano de obra
rural, con una movilidad social hacia los pueblos y ciudades intermedias. Final-
mente, el sector más empobrecido y vulnerabilizado del campesinado tradicional,
sobre todo el perteneciente a los pueblos originarios, que fueron expulsados de sus
tierras y arrinconados en zonas segregadas y marginales, en situación de pobreza e
indigencia, con escasas posibilidades productivas y dependientes de la asistencia es-
tatal, atravesaron una descomposición social como productores directos que se tra-
dujo en lo que José Nun denominó una “masa marginal”. Ya en la década del 60´,
este intelectual argentino acuñó el término para cuestionar que el capitalismo no po-
día “absorber” ni convertir a todos los productores directos en trabajadores asalaria-
dos, ni tampoco, mantenerlos en el ejército industrial de reserva. En efecto, había un
sector, como el analizado en este trabajo, que se volvía excluido, innecesario y dis-
funcional en la superpoblación relativa (Nun, 1969). Por lo tanto, en la actualidad,
nos encontramos con familias campesinas y ex-trabajadores temporales en la rurali-
dad que no pueden desarrollar sus actividades económicas autónomas ni son explo-
tados por el capital durante parte del año. Esta situación ya no es coyuntural (de
reserva), sino propia de su condición social.
Esta característica, que haría estallar por los aires cualquier intento de concep-
tualización clásica acerca del campesinado -en tanto la literatura clásica los considera
productores directos-, se encuentra con una serie de “estrategias adaptativas y orga-
nizativas” y de resistencia política que le permiten sobrevivir en la actual situación,
aún sin contar con las disposiciones mínimas para continuar desarrollando las acti-
vidades productivas (Domínguez, 2009; Bendini y Steimbreger, 2011; Colla, 2022).
Lo novedoso radica en que estamos frente a un activismo campesino que persiste su
descomposición social mediante cambios adaptativos dentro y fuera de la unidad
doméstica de producción; como productores culturalmente ligados a la tierra, que