Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios Nº 58 1er. semestre de 2023
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Estrategias asociativas de los productores frutícolas
del Alto Valle en el periodo 2006-2016:
Las cooperativas Campo Grande y Fernández Oro
María Soledad Urraza
1
Resumen
El presente trabajo resume los resultados de una investigación centrada en el estu-
dio de las estrategias colectivas de los productores frutícolas asociados a las coope-
rativas Campo Grande y Fernández Oro de la región del Alto Valle. Estas iniciaron
sus procesos constitutivos en la primera década del siglo XXI, etapa de la fruticul-
tura caracterizada por el debilitamiento de las organizaciones gremiales de los
productores, luego de periodos prolongados de acciones colectivas disruptivas, y
comienzan a gestar otras formas de acción. La metodología cuali-cuantitativa im-
plica la construcción de un índice aditivo relacional a partir de entrevistas semies-
tructuradas donde se recogen las estrategias de reproducción social en trayectorias
familiares, construyendo una tipología de productores asociados a las cooperati-
vas.
Palabras clave: Productores frutícolas - Alto Valle - Cooperativas.
Summary
Associative strategies of fruit producers in the Alto Valle in the period 2006-
2016: Campo Grande and Fernández Oro cooperatives
This paper summarizes the results of a research focused on the study of collective
strategies of fruit producers associated with cooperatives Fernández Oro and
1
Ingeniera agrónoma, Mg. en Sociología de la Agricultura Latinoamericana. Agencia de Extensión
Rural Cipolletti. EEA Alto Valle. CR Patagonia Norte de INTA. E-mail: soledadurraza@hotmail.com
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Campo Grande in the region Alto Valle. They initiated their constituent processes
in the first decade of the 21st century, stage of the fruit-growing characterized by
the weakening of trade union organizations of producers, after long periods of
disruptive actions, and they begin to develop other forms of action. Qualitative-
quantitative methodology involves the construction of a relational additive index
based on semi-structured interviews where are collected at family paths social
reproduction strategies, constructing a typology of producers associated coopera-
tives.
Keywords: Fruit producers - Alto Valle - Cooperatives.
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Introducción
Luego de 10 años de trabajo de extensión con productores frutícolas de los
municipios Campo Grande y Fernández Oro en la provincia de Río Negro, surge la
necesidad de sistematizar las experiencias, analizarlas y generar nuevas aristas
para la intervención. Inicialmente, la estrategia de intervención se centró en el for-
talecimiento de las organizaciones gremiales como principal emergente de las es-
trategias colectivas reivindicativas del sector de los chacareros. Posteriormente, se
profundiza la intervención en las cooperativas de productores como expresión de
sus estrategias colectivas asociativas, desarrolladas a partir de las estrategias colec-
tivas reivindicativas y son promovidas desde el Estado. El clima de época (Berger y
Neiman, 2010) es de una revalorización de las organizaciones sociales que com-
plementan políticas públicas y desvalorización de las acciones colectivas disrupti-
vas (Svampa, 2008), impulso del cooperativismo a través de distintos programas
del Ministerio de Desarrollo Social que ejecutan los municipios (Plotinsky, 2015) y
viraje de las políticas de subsidios en la fruticultura a políticas públicas que moto-
rizan la transformación del sector con injerencia y control directo del Estado nacio-
nal (Calonge et al., 2011). Así, emergen políticas públicas como respuesta a las de-
mandas de los productores, que son canalizadas y contenidas por el Estado (Féliz y
López, 2012).
Contexto de la actividad frutícola
La actividad frutícola puede abordarse en misma como un campo social.
Ésta es producto de una construcción histórica que se inicia con el genocidio de los
pueblos originarios, la apropiación estatal de tierras y su distribución concentrada,
con un rol estructurante del Estado nación (Bandieri, 2005; Ockier, 1988). La confi-
guración de la sociedad valletana cambia con las distintas reestructuraciones del
capitalismo agrario dependiente que desde ese entonces se desarrolla en la Argen-
tina (Azcuy Ameghino, 2005).
Más recientemente, el Estado establece acuerdos comerciales con países
compradores, desarrolla y subsidia programas sanitarios en pos de la calidad de
exportación (Landriscini, Constanzo Caso y Rivera, 2009). En la primera década del
siglo XXI se suman a los aportes no reintegrables a la actividad frutícola, el fomen-
to a la formación de cooperativas para formalización del trabajo y luego el subsidio
de infraestructura que impulsa la independencia comercial de los productores
manteniendo el marco en el cual se desarrolla la actividad frutícola (Calonge, An-
drade y Seain, 2011). Desde el año 2003, el cooperativismo tuvo impulso estatal en
Argentina a través de la economía social en un “clima de época” (Berger y Neiman,
2010), tal es así que entre los años 2005 y 2011 se crearon 5.000 nuevas cooperativas
en el país. El Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social Manos a la obra
fue el fundante de este proceso, al que le siguieron otros dependientes del Ministe-
rio de Desarrollo Social de Nación. El objetivo mayoritario se vincula a la confor-
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mación de cooperativas de trabajo para resolver en forma colectiva los problemas
de desocupación e informalidad laboral y la pobreza (Plotinsky, 2015). El rol de los
movimientos sociales y cooperativas, con una base social heterogénea pero con una
necesidad común, se relaciona a la complementación del rol del Estado (Svampa,
2009 y 2008), en un proceso que va de la canalización de demandas, la contención a
la represión, según pongan en riesgo o no la reproducción del capital (Féliz y Ló-
pez, 2012).
La agricultura ha cumplido un doble rol de generar divisas a partir de la ex-
portación y como fuente de materias primas para la industria con consecuencias
graves sobre la naturaleza (Rubio, 2001). La etapa de organización mundial en
cadenas de valor reafirma este rol (Teubal, 2005; Giarraca y Teubal, 2006). Y en
aquellas actividades productivas cuyo destino comercial es la exportación como la
fruticultura, los eslabones de distribución moldean, condicionan y segmentan aún
más los sectores vulnerables de la cadena. El neoliberalismo facilitó este dominio
de unas etapas sobre las otras, generando condiciones para la concentración y cen-
tralización de capital y tierra, profundizando la dependencia a escala mundial (Az-
cuy Ameghino, 2005). Los sectores de la fruticultura con mayor concentración de
capital económico e integrados a cadenas globales de alimentos, modifican los re-
querimientos de calidad de la fruta para la exportación, lo que impone la necesidad
de reconversiones productivas en el eslabón primario. La modernización de las
unidades productivas no es conseguida de manera homogénea por todos los pro-
ductores, incluso suma una nueva variable al proceso de exclusión de actores en el
eslabón primario (Bendini y Tsakoumagkos, 2004). Al mismo tiempo, conduce a
inserciones vulnerabilizadas en la actividad, dado que, aún para quienes se adap-
tan a los nuevos requisitos para la exportación, la modernización sigue siendo un
proceso de adaptación permanente de las chacras en los aspectos productivos, or-
ganizativos y de gestión en la continua carrera por cumplir con las cambiantes
normas de inclusión (Bendini y Steimbreger, 2007), que no necesariamente mejora
los ingresos ni la forma de contratación para la entrega de la fruta (Steimbreger y
Álvaro, 2010; Landriscini et al., 2009).
En la etapa de neodesarrollismo en la cual se enmarca esta investigación, el al-
to valor del dólar (1:3,5) y la recesión favorecen a los sectores agrícolas e industria-
les de exportación (Féliz, 2007). Así mismo, las políticas públicas de redistribución
y recomposición de derechos, que incluyen el subsidio de obras de infraestructura
a las cooperativas Campo Grande y Fernández Oro, legitiman a su vez, la repro-
ducción ampliada del capital. En los dos casos, los gobiernos locales asumen la
función de canalizar, fomentar y facilitar las iniciativas locales haciendo uso de su
vinculación con otros niveles del estado, nacional principalmente, a partir de la
demanda activa de los productores.
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Contexto de la investigación
Algunas de las incógnitas iniciales son: ¿Quiénes son los productores que
deciden asociarse a las cooperativas? ¿Por qué no participan todos los productores?
Es por ello que se caracteriza a los productores asociados de acuerdo a su nivel de
capitalización y sus estrategias de reproducción social, asumiendo que la decisión
de asociarse está influida por múltiples factores. Uno de estos es la trayectoria fa-
miliar, es decir, cuáles son las prácticas habituales para sostener y mejorar sus con-
diciones de vida. Otro aspecto son las trayectorias sectoriales, cuáles son las prácti-
cas habituales en los chacareros para subsistir y para expandirse.
Simultáneamente, los debates en los ámbitos regionales acerca de la perti-
nencia o no de subsidiar con fondos públicos la infraestructura de empaque y fri-
gorífica para uso privado, ameritan recorrer la historia regional, la construcción de
la estructura social, el rol del Estado en los distintos períodos históricos del Alto
Valle y los sectores beneficiados en ellos. Esto orienta la mirada hacia las políticas
públicas en la actividad frutícola durante la etapa estudiada.
Avanzado el proceso de investigación, que es siempre simultáneo al trabajo
de extensión, se generan nuevos interrogantes que permiten construir una tipolo-
gía de productores socios de las cooperativas: ¿Cuáles son las condiciones necesa-
rias para la continuidad de las cooperativas? ¿Cómo se replantean los objetivos del
grupo? ¿Las necesidades de cada socio son similares? Cada subtipo de productores
posee rasgos que los caracterizan en cuanto a su capitalización y las prácticas desa-
rrolladas con el objetivo de sostenerse dentro de la actividad frutícola. Además,
tienen una perspectiva propia para su futuro, una idea del rol y las funciones que
debe asumir la cooperativa expresados en el objetivo que persiguen al asociarse.
Cada tipo le da un sentido práctico propio a la estrategia colectiva asociativa desde
sus posiciones en el espacio social y su toma de posición en relación a las activida-
des presentes y en trayectoria. Una reflexión del proceso se vincula a la continui-
dad de las experiencias y la necesaria profundización de la intervención pública.
Esto es debatido con los propios involucrados en grupos focales: ¿Se alcanzaron los
objetivos iniciales? ¿Cuáles son los obstáculos y fortalezas del proceso? Lejos de
cerrar el análisis se impone la necesidad de rediscutir internamente los objetivos de
las cooperativas y la articulación con las diversas instituciones que promueven y
asisten a estas experiencias.
Objetivo general
Este trabajo de investigación pretende explicar y debatir el impacto que tiene
en los productores frutícolas, las políticas públicas de la década 2006-2016, que
impulsa la creación de las cooperativas Campo Grande y Fernández Oro en las
ciudades rionegrinas homónimas. De esta manera, se busca comprender las estra-
tegias asociativas de los chacareros frutícolas que integran dichas cooperativas.
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Para ello, se plantean objetivos específicos:
Caracterizar las posiciones estructurales de los productores chacareros que
participan de las cooperativas Campo Grande y Fernández Oro de acuerdo a
su nivel de capitalización y las vinculaciones comerciales desarrolladas.
Analizar la presencia de estrategias asociativas en relación a las trayectorias
familiares de los chacareros frutícolas integrantes de las cooperativas Campo
Grande y Fernández Oro.
Comprender las estrategias asociativas de los chacareros asociados a las
cooperativas Campo Grande y Fernández Oro como acciones relacionales de
inserción y participación en el contexto de las políticas públicas implemen-
tadas.
Las hipótesis de la investigación
Los productores que alcanzan cierto nivel de capitalización y, asociado a ello
se modernizan tecnológicamente, se vuelcan s a las tareas de gestión, lo-
grando mayor disponibilidad de tiempo para motorizar la organización co-
lectiva asociativa.
Existen productores que, a similares niveles de capitalización, tienen distin-
tas estrategias, formas de gestión y de participación, que dependen o están
relacionados con sus trayectorias familiares.
Dependiendo de las trayectorias familiares, se registran/expresan distintas
estrategias colectivas.
Las políticas públicas que inducen a la conformación de organizaciones de
productores, impactan siempre que exista un “umbral de capital social”.
Metodología de la investigación
La metodología se encuadra en un diseño flexible. Los pasos que guían el
proceso son la definición del objeto de estudio y los objetivos de la investigación,
así como la definición de un marco teórico concreto. Se contextualizan los procesos
en el tiempo y en la región estudiada y, luego del diseño y calibración, se entrevista
a cada uno de los socios de las dos cooperativas. Los datos sistematizados y anali-
zados son presentados a los productores, a investigadores y a extensionistas en
grupos focales diferentes con el fin de profundizar algunas temáticas.
El análisis de datos con métodos estadísticos apoya y fortalece el marco teó-
rico, sin embargo, no determina los resultados obtenidos. En cambio, el análisis
estadístico de los datos emergentes orienta la evaluación de las hipótesis iniciales y
su lectura a través del marco teórico permite arribar a conclusiones contundentes.
Posteriormente, un análisis s profundo de los resultados univariados in-
cluye la construcción de índices que son resumidos en un índice del tipo aditivo.
Para ello, se seleccionan variables que, a criterio de la investigadora, tienen una
“relación de indicación” lógica, analítica y, sobre todo, son válidas porque permi-
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ten explicar con la mayor fidelidad los índices definidos, de acuerdo a los casos
estudiados y a la bibliografía analizada sobre los chacareros frutícolas (Marradi et
al., 2007). De esta manera el índice aditivo permite agrupar casos por similitud y
así caracterizar subtipos de socios de las cooperativas Campo Grande y Fernández
Oro que luego se re-caracterizan a partir de las estrategias históricas asumidas por
los productores.
Vertebración del marco teórico
En el campo social frutícola, el productor familiar capitalizado (chacarero) se
encuentra “en flujo haciao “resistiendo el flujo hacia”. Este tipo social agrario se
define por la combinación de cierta dotación de tierra con trabajo familiar, pueden
contratar trabajo no familiar o vender trabajo familiar fuera de la unidad, diferen-
ciándose del campesino por su capacidad de acumular capital (Murmis, 1991; An-
saldi, 1991; Archetti y Stölen, 1975). En el Alto Valle existe entre los chacareros
frutícolas un amplio grado de capitalización, expresado en distintas estructuras y
volumen de capital económico (Bendini y Tsakoumagkos, 2004; Preiss, 2004). Esto
permite pensar que la reproducción social de estas unidades está condicionada por
su estructura y en una dinámica en la que el trabajo familiar y la producción se
combinan para construir respuestas originales a la situación de contexto. Es decir,
“la organización social del trabajo en la chacra y la estrategia de adaptación o resis-
tencia a la modernización constituyen dos dimensiones centrales en la explicación
de estas estrategias productivas, que atravesadas por el nivel de capitaliza-
ción…dotan de sentido a la función de la pluriactividad y dan como resultado es-
trategias familiares diferenciales para la reproducción social” (Álvaro, 2013: 182).
En la reproducción social el chacarero, como sujeto agrario, lleva a cabo es-
trategias individuales y colectivas (Bourdieu, 1993). Estas últimas surgen para re-
forzar estrategias de reproducción familiar en ciertos momentos históricos y mejo-
rar la posición en la cadena frutícola. Asimismo, las estrategias pueden adoptarse
en diferentes tiempos cronológicos, encadenadas o en interdependencia, siempre
desde el sentido práctico. Por ello, Bourdieu no las circunscribe a acciones raciona-
les y conscientes únicamente, sino a todo un conjunto de respuestas habitualizadas
e inteligibles en el marco del conjunto de las prácticas de un individuo o sector del
espacio social (hábito). En este sentido, la mayoría de las estrategias de reproduc-
ción nacen en la familia, la que funciona como un sujeto colectivo que buscare-
posicionarse en un espacio social apelando a la inversión o reproducción del capi-
tal de mayor interés, específico del campo social (Ibídem: 11).
Las estrategias colectivas se enmarcan dentro de las estrategias de reproduc-
ción social. En las estrategias colectivas definimos dos formas que aportan una
diferenciación apropiada para el presente estudio: Las estrategias colectivas
reivindicativas y las asociativas. Las primeras constituyen formas de organización
colectivas con carácter gremial orientadas a la reivindicación de derechos sectoria-
les, tales como las maras de productores nucleadas a su vez en la Federación de
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productores de fruta de Río Negro y Neuquén. Por su carácter colectivo, en mo-
mentos de conflicto adoptan medidas de acción directa, disruptivas y vinculadas a
expresar públicamente, y de modo visible, sus reclamos o necesidades (Tilly, 2000).
La Federación, fundada en 1956, es una organización reivindicativa de se-
gundo grado. Durante el periodo 1961-1990, creó CORPOFRUT, la Corporación
Regional de Fruta. Esta organización fue parte de una estrategia asociativa de los
productores frutícolas para resolver una necesidad común de los chacareros como
es la comercialización de fruta, en un contexto de industrialización creciente de la
actividad. De esta forma, las estrategias colectivas disruptivas de organización
gremial y las estrategias asociativas para la comercialización, son parte del reperto-
rio de expresiones de acción colectiva de los chacareros. Manzano (2004) y Svampa
(2009) citando a Tilly, refieren al repertorio como los hábitos y formas de lucha que
adoptan los distintos sectores, en función de sus interacciones, experiencias y ex-
pectativas.
Definimos las estrategias asociativas como aquellas acciones desarrolladas
por dos o más productores de manera conjunta -formal o informal-, tendientes a
asegurar o mejorar el posicionamiento comercial dentro de la cadena, en el marco
de sus trayectorias familiares y su posicionamiento actual en la cadena. En el pre-
sente trabajo distinguimos dos tipos: aquellas seguidas con el objeto de aumentar
la apropiación de ingresos por la venta de su fruta incrementando el volumen de
oferta y así el poder de negociación; y aquellas desarrolladas para evitar interme-
diación en la venta. En el plano concreto estas estrategias se concretan en la con-
formación de asociaciones eventuales, sociedades de hecho o cooperativas.
Se asume una o
varias, encadenadas
o en simultáneo
Conforman la
trayectoria familiar.
Estrategias de
resistencia. Hábito.
Tienden a mantener
o mejorar las
condiciones de vida
Estrategias de
reproducción
social
Colectivas
Reivindicativas
Asociativas
Individuales Sentido práctico
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En síntesis, el estudio de las cooperativas se enmarca dentro de las estrate-
gias colectivas asociativas. Los productores asociados a las cooperativas analiza-
das, poseen una trayectoria de participación en las organizaciones gremiales loca-
les, es decir, estrategias colectivas reivindicativas. Desde allí, generaron numerosas
acciones colectivas disruptivas en la vía pública para expresar sus reclamos a los go-
biernos y dar a conocer su situación, tales como tractorazos y reparto de fruta a la
comunidad, entre otras.
Las cooperativas
Los miembros de las cooperativas en estudio son productores de fruta fresca
de los Municipios rionegrinos Campo Grande y Fernández Oro. Las cooperativas,
poseen cierta diversidad de productores en términos de composición social. Cada
uno de ellos expresa diferentes perspectivas y visiones respecto al asociativismo.
Las cooperativas comienzan a gestarse en los años 2006-2007. Este momento histó-
rico en la fruticultura está caracterizado por un debilitamiento en la participación
en las organizaciones gremiales de los productores, luego de períodos prolongados
de acciones colectivas disruptivas y comienzan a gestar otras formas de acción.
Las obras de infraestructura de Campo Grande se enmarcan en el plan Ma-
nos a la obra con aportes de los Ministerios de Planificación y Desarrollo Social, por
ello, la cooperativa es condición necesaria para acceder a los beneficios. Posterior-
mente, desde el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación se fi-
nancia la ampliación del frigorífico y el galpón de empaque (04/03/2011, La ma-
na de Neuquén). En Fernández Oro los fondos para la construcción provienen del
Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación para iniciativas de mo-
dernización productiva (24/05/2011, La Palabra).
Los socios de la Cooperativa Frutihortícola Campo Grande
En diciembre de 2007 se constituyó formalmente la Cooperativa con 20 so-
cios, en la actualidad son 16 socios. Se encuestó a 14 productores, quienes produ-
cen en superficies menores a 50 ha. y, dentro de ellos, el 72% en superficies meno-
res a 20 ha. El 64% de los socios produce frutales de pepita y pepita + carozo. Los
productores diversificados son los que tienen mayor superficie bruta. Un grupo de
3 socios (el 18% del total) tienen estrategias de comercialización desarrolladas en
forma individual. El 100% de los socios posee otros ingresos, generalmente extra-
agrarios, y quienes poseen trabajos activos fuera del predio realizan sólo las tareas
de gestión y administración de la chacra. Este grupo junto a los productores que
están previamente integrados verticalmente son quienes producen con mayor nú-
mero de trabajadores contratados de forma permanente.
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Los socios de la Cooperativa Frutihortícola Fernández Oro
La cooperativa se constituyó legalmente en 2010 con 12 socios y 16 chacras
dentro del ejido de Fernández Oro y 8 más en las localidades aledañas. Se entrevis-
taron 9 asociados. El 55% de los socios posee superficies menores a 20 ha. La mayo-
ría de ellos no cuenta con estrategias de integración vertical desarrolladas con ante-
rioridad a la formación de la cooperativa. Es muy baja la incidencia del monoculti-
vo de frutales de pepita comparado con los diversificados. Además, aún con el 78%
de ingresos extraprediales realizan otras labores en las chacras que suman a las
tareas de gestión.
Estrategias Asociativas de los productores asociados a las cooperativas Campo
Grande y Fernández Oro
Construcción de un índice aditivo
A partir del análisis a nivel agregado, se construye el índice aditivo con el
objeto de profundizar en la caracterización de los productores que participan de las
estrategias asociativas, reinsertándolas en el conjunto de variables que caracterizan
a cada unidad de análisis sincrónica y diacrónicamente, por definición productores
familiares capitalizados; y construyendo una tipología de socios de las cooperativas
Campo Grande y Fernández Oro que da cuenta de estrategias diferenciales de in-
serción en las mismas. Para tal fin, se definen tres índices: nivel de capitalización,
estrategias individuales y estrategias colectivas. El resultado de la sumatoria de los tres
índices anteriores es el índice Aditivo Relacional:
Índice Aditivo Relacional = nivel de capitalización + estrategias individuales +
estrategias colectivas (reivindicativas + asociativas)
El índice nivel de capitalización está representado por los indicadores: superfi-
cie productiva total propia y alquilada, superficie con frutales, maquinaria, número
de trabajadores contratados en forma permanente y porcentaje de la superficie en
espaldera. La valoración se realiza considerando el valor promedio de todos los
productores entrevistados para cada variable. Al analizar este índice, surgen tres
subtipos de niveles de capitalización en los productores integrantes de cooperati-
vas. Un grupo de bajo nivel de capitalización, compuesto por 13 productores. Otro
grupo, con capitalización media, integrado por 2 productores. Un grupo de mayor
nivel de capitalización, conformado por 8 productores.
El índice estrategias individuales resume los indicadores: generación de pro-
ductores a la que pertenece, perspectivas a futuro y las formas de venta de fruta
del antecesor y la actual. Se pueden definir tres subtipos de estrategias individua-
les en los productores asociados a las cooperativas, de acuerdo a la frecuencia del
índice. El primer subtipo con nivel medio de estrategias individuales que es el más
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numeroso, un segundo subtipo que no posee estrategias individuales y un tercer
subtipo que ha desarrollado mayor número de estrategias en forma individual.
El índice estrategias colectivas toma en cuenta las dimensiones: estrategias
reivindicativas y las asociativas. Las estrategias colectivas constituyen aquellas
acciones de organización seguidas por al menos dos productores con un fin defini-
do. En este trabajo son divididas a su vez en estrategias colectivas reivindicativas y
estrategias colectivas asociativas. Las reivindicativas incluyen las organizaciones
políticas gremiales orientadas a la restitución de derechos cercenados y en cuyas
prácticas son comunes las acciones directas, disruptivas, vinculadas a protestas
públicamente visibles canalizadas por cámaras de productores, consorcio de regan-
tes, otras organizaciones sociales y políticas. Las estrategias asociativas asumidas
por productores organizados en cooperativas, asociaciones (familiares, eventuales,
de hecho) y sociedades cuyo fin es mejorar su inserción dentro de la cadena comer-
cial. Para construir el índice se toman los indicadores: participación actual y de
antecesores en organizaciones reivindicativas, forma de venta asociada actual y de
antecesores, rol asumido en la participación dentro de la cooperativa, disposición a
asumir otro rol en la cooperativa y cambios en su estrategia de comercialización
desde la asociación a la cooperativa. Los tres subtipos de estrategias colectivas de
los productores asociados a las cooperativas de acuerdo a la frecuencia de los indi-
cadores quedan definidos por el mayor o menor número de estrategias reivindica-
tivas y asociativas en sus trayectorias y las decisiones de participación activa en la
cooperativa, así como los cambios en las formas de comercialización desde la aso-
ciación a la cooperativa.
Los tipos emergentes de productores con Estrategias Asociativas
Los tipos que surgen del análisis del Índice Relacional (conjunto de las estra-
tegias individuales y colectivas junto al nivel de capitalización) son tres: Productores
con estrategias de Asociación por Promoción-Expansión, Productores con estrategias de
Asociación por Persistencia-Resguardo y Productores con estrategias de Asociación por
Participación y Comercialización.
El tipo social Asociación por Promoción-Expansión (Tipo A) está integrado por
8 productores que en su mayoría tienen un nivel de capitalización igual o mayor a
la media de todos los socios. Los rasgos distintivos son la presencia en sus trayec-
torias de formas alternativas de comercialización de manera individual (galpón de
empaque, venta directa), otras en forma asociada (galpón de empaque, puestos en
mercados, participación en otras cooperativas y asociaciones eventuales) y que
además se conjugan con una destacada participación en organizaciones sectoriales
de índole reivindicativo (Cámara y Federación de productores, Movimiento Regio-
nal de Productores, Consorcio de Riego) en las que muchos tienen/tuvieron un rol
activo de dirigentes. La mayoría de ellos son los promotores del proceso de organi-
zación de los productores, conformación de las cooperativas y formulación-gestión
de los proyectos. Con lo cual podemos afirmar que este tipo posee un interés pro-
Cooperativas frutícolas del Alto Valle 65
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pio en la concreción de los proyectos que mejoraría su inserción en la cadena co-
mercial. De esta manera se fortalecen sus estrategias de reproducción social basa-
das en formas de venta alternativas, ya sea individual o asociada, pero además
cuentan con la experiencia histórica acumulada del sector de los chacareros en
procesos de organización para la expresión de sus demandas y necesidades en los
espacios de poder estatal, conectando con un contexto favorable a la contención de
estas. Si profundizamos en la lógica de los integrantes del tipo, encontramos que el
87% opina que la cooperativa debe cumplir un rol integral. Es decir, vender la fruta
de los asociados, aprovisionarlos de insumos, prestar servicios de maquinarias,
financiamiento y créditos, así como mantener capacitados y actualizados técnica-
mente a los socios. Además, el 62% de ellos reconoce asociarse a la cooperativa
jerarquizando la unión entre los productores para encontrar salidas de manera
conjunta ante la crisis frutícola y destacan que de esta manera hay mayores posibi-
lidades que individualmente: “se trabaja en conjunto para soluciones en conjunto”,
“la unión hace la fuerza”. El resto (38%) recalca que se asocian para mejorar la con-
servación de fruta en frío de la que carecían dentro de su estrategia propia de co-
mercialización, en un caso individual y en el otro, asociada. Luego, si analizamos
los cambios registrados por ellos desde la asociación a la cooperativa, el 50% desta-
ca aquellos organizativos de la cosecha: “se cosecha con la salida del sello”, se
guarda en frío, sin apuro”, “no se pierde pera en cosecha”. Es decir, jerarquizan los
cambios en la organización y gestión de la chacra vinculados a la recuperación de
la toma de decisiones en cosecha. También el 40% remarca aspectos económicos:
“independencia comercial”, menores tarifas de frío y financiadas, mejores negocios
de venta y mayor certeza económica.
El tipo social Asociación por Persistencia-Resguardo (Tipo B) son 8 productores
con nivel de capitalización por debajo de la media grupal. No tienen trayectorias
de participación gremial reivindicativa, incluso es minoritaria en la actualidad, y
carecen de formas de venta alternativa individual. El rasgo que los caracteriza es la
presencia de formas asociativas de comercialización en su trayectoria. En un caso,
la familia cuenta como única experiencia la venta de su fruta a través de cooperati-
vas y actualmente lo hace por medio de una asociación con otro productor. La de-
cisión de estos productores de asociarse a la cooperativa contribuye a su estrategia
colectiva asociativa. Así, para los que venden una parte de su fruta en forma aso-
ciada, que es la mayoría, suman también la práctica de conservar en el frigorífico,
ampliando las posibilidades y oportunidades de venta asociativa. Estos producto-
res además tienen un rol de participación activa en la toma de decisiones de la
cooperativa. Existen dos casos en los que asociarse a la cooperativa resulta una
forma de resguardo ante cambios en su forma de venta actual e histórica de entre-
ga a galpón de empaque con resultados satisfactorios. Con lo cual, aunque su par-
ticipación en organizaciones gremiales y en la cooperativa es pasiva, conservan su
espacio dentro de estas. En este tipo de productores, el 50% considera que la
cooperativa debe prestar múltiples servicios tales como venta de la fruta, provisión
de insumos y maquinarias y ampliar la capacidad frigorífica. La otra parte opina
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que la venta de fruta es el rol principal de la cooperativa. La decisión de asociarse
se vincula a acumular volúmenes de fruta para la venta, junto a la incorporación
del servicio de conservación de fruta. Un pequeño grupo, jerarquiza la indepen-
dencia comercial como meta de la asociación ante la crisis.
El tipo Asociación por Participación y Comercialización (Tipo C) son 7 producto-
res con nivel de capitalización por encima, por debajo o igual a la media de todos
los socios. El rasgo que caracteriza al tipo es la presencia en sus trayectorias de
estrategias asociativas y también reivindicativas. Las asociativas se reflejan en la
participación en cooperativas (Cipoleños, Viticultores Unidos-Millacó, Campo
Grande), sociedades, asociaciones familiares y con otros productores (grupos de
Cambio Rural). Las estrategias reivindicativas se expresan en la participación acti-
va en la Cámara y Consorcio de productores, Movimiento Regional de producto-
res, Productores Autoconvocados. En la actualidad, los que poseen bajo y medio
nivel de capitalización realizan venta por canales alternativos de fruta y en forma
individual. Como parte de sus estrategias de reproducción social, retiran parte de
la fruta del circuito comercial habitual (galpón de empaque) para venderla por
otros canales. Más recientemente, esto se ve incrementado debido a que las empre-
sas ya no requieren bajos volúmenes de fruta de distintas especies y numerosas
variedades. En cambio, los productores con mayor nivel de capitalización que for-
man el grupo, tienen desarrolladas sólo estrategias asociativas para la venta. En un
caso formalmente en una sociedad con otro productor extrarregional, comerciali-
zan en un puesto de mercado mayorista de Mar del Plata. A partir de la asociación
en la cooperativa, todos comienzan a conservar fruta en el frigorífico fortaleciendo
así las estrategias de comercialización ya iniciadas. Respecto a los roles asumidos,
muchos integrantes del tipo asumen cargos y funciones en las etapas de formula-
ción, organización y gestión del proyecto y en la actualidad, mayoritariamente, no
están dispuestos a asumir roles activos. El 57% de los productores del tipo conside-
ra necesario prestar servicios integrales dentro de la cooperativa que incluyan la
venta de fruta, la provisión de insumos, servicios de maquinarias, créditos y capa-
citación. El resto visualiza sólo la venta de fruta y el servicio de empaque como
necesarios. La decisión de asociarse a la cooperativa está vinculada a dos aspectos,
para un grupo es la oportunidad de conservar toda su fruta en frío y venderla de
acuerdo a las mejores oportunidades y otro grupo destaca “las cooperativas son la
clave para la subsistencia de los chacareros chicos” representando ala necesidad
de lograr independencia comercial y subsistencia en base a una mayor apropiación
de la renta de manera asociada. Por esto también los productores con menor nivel
de capitalización (42%) que dejan de vender a las empresas exportadoras (por deci-
sión propia o no) valorizan la importancia de concretar la venta de fruta y luego de
los plazos de pago. Y, aquellos productores con mayor nivel de capitalización, con
estrategia comercial asociada desarrollada con anterioridad, aprovechan la capaci-
dad frigorífica para “mejorar su margen de maniobrae incrementar los volúme-
nes conservados.
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Tabla 1. Tipología de productores con estrategias asociativas.
Tipología de
productores con
estrategias
asociativas
Asociación por
Promoción-Expansión
(TIPO A)
(8 casos)
Asociación por
Persistencia-
Resguardo
(TIPO B)
(8 casos)
Asociación por
Participación y
Comercialización
(TIPO C)
(7 casos)
Rol a cumplir por la
cooperativa
87% servicios inte-
grales: venta, provi-
sión de insumos,
maquinarias, crédi-
tos y capacitación.
50% servicios inte-
grales: venta, provi-
sión de insumos,
maquinarias, crédi-
tos y capacitación.
50% venta de fruta.
57% servicios inte-
grales: venta, provi-
sión de insumos,
maquinarias, crédi-
tos y capacitación.
43% venta de fruta y
empaque.
Importancia de
asociarse
62% “unión entre
productores para
salida conjunta”.
38% complementar
su estrategia previa.
50% acumular vo-
lumen para la venta
+ servicios
25% independencia
comercial en con-
junto.
57% “la cooperativa
como clave para la
subsistencia”.
43% servicio de frío
y oportunidades de
venta.
Cambios y
Beneficios
al asociarse
50% cambios en la
organización y ges-
tión de la chacra:
“sale el sello y se
cosecha”.
40% aspectos eco-
nómicos: “indepen-
dencia comercial”,
menores tarifas de
frío y financiadas,
mejores negocios de
venta y mayor certe-
za económica.
38% no usa ningún
servicio.
25% beneficios eco-
nómicos: mejores
precios y pagos
asegurados.
25% independencia
comercial grupal.
43% venta de fruta,
cobro asegurado en
menor plazo.
30% Mayor margen
de maniobra e in-
cremento de volú-
menes conservados.
Reestructuraciones en los productores con Estrategias Asociativas
La posibilidad de contar en cada cooperativa con un frigorífico, determina
cambios en la organización y gestión de los productores asociados. Si bien, los
cambios detectados por ellos son mayoritariamente en los aspectos comerciales,
calidad de la fruta, precio de venta y forma de pago, se traslucen y podemos aseve-
rar otros. Por un lado, en la producción se visualiza una la ruptura con la “agricul-
tura de contrato” que conlleva dejar de vender a un galpón de empaque. Esto tiene
consecuencias en el desabastecimiento de fertilizantes y agroquímicos, desactuali-
zación técnica en cuanto a productos químicos permitidos, momentos y dosis a
aplicar, falta de financiamiento de algunas tareas culturales. También implica deci-
dir momentos de inicio y fin de cosecha, controles de calidad de las tareas, todos
aspectos vinculados a la dirección y gestión de la chacra que, durante un tiempo,
quedaron en manos del empaque comercializador. Los productores con NC mayor
a la media expresan este cambio en la recuperación de la decisión del momento de
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cosecha. Ellos reconocen el impacto en que ya no queda fruta remanente en las
plantas sin cosechar y, en otros casos, porque esperan las oportunidades comercia-
les con la fruta cosechada con la madurez adecuada y conservada en el frigorífico.
Los productores con NC menor e igual a la media, manifiestan la recuperación de
la oportunidad de venta. La falta de empresas de empaque que compren sus bajos
volúmenes de fruta fue limitando las posibilidades de colocación hasta el punto en
que pierden las vinculaciones con ellas. Este proceso es simultáneo a la conserva-
ción en frío y venta individual o asociada, de manera que a medida que disminuye
hasta desaparecer la entrega a galpón de empaque, aumenta la cantidad de fruta
conservada en frío.
Conclusiones
Estrategias de reproducción social en las cooperativas
Los productores familiares desarrollan la actividad frutícola para el mercado
en su mayoría en tierra propia, aportando mano de obra familiar y también contra-
tando trabajadores, logrando así acumular capital. La contratación de trabajadores
en forma permanente está presente en el 50% de los socios de la cooperativa Cam-
po Grande, y en el 75% de los socios de la cooperativa Fernández Oro. Sin embar-
go, en el marco de la posición que ocupan de subordinación dentro de la cadena
frutícola, desarrollan estrategias de expansión y resistencia a la exclusión (Bendini
y Tsakoumagkos, 2004, Álvaro, 2013). Avemos que en los casos que alcanzan un
mayor nivel de capitalización, expresado en el índice NC, se retira el trabajo cultu-
ral en la chacra y realizan tareas de gestión-administración de la misma. Algunos
de estos casos, ejercen su profesión fuera del predio y otros, previo a la formación
de las cooperativas, desarrollan formas de ventas alternativas e incluso integración
vertical de manera asociada. En el mismo sentido, Preiss (2004) da cuenta que, en el
sector de productores no integrados, existe un subgrupo que logra acumular capi-
tal con mejores resultados económicos a partir de ingresos extraprediales que vuel-
can a la actividad frutícola. Contribuye a esta idea Álvaro (2013), aportando que la
mayoría de los productores insertos en la cadena comercial y modernizados tecno-
lógicamente, lo hace en base a ingresos no agrarios. En la cooperativa Campo
Grande, todos los productores cuentan con otros ingresos, y en la cooperativa Fer-
nández Oro, el 90%. En algunos casos, estos son producto del trabajo activo fuera
del predio, del ejercicio profesional y en ocasiones existe más de un ingreso fami-
liar. Esto es coincidente con Álvaro (2013) quien manifiesta que la pluriactividad
no es lo puesta en juego ante la crisis, sino que está presente en las trayectorias
con funciones de expansión o sostenimiento. En las cooperativas Campo Grande y
Fernández Oro, observamos la presencia de casos en diferentes procesos, unos
resistiendo la exclusión y otros, en procesos de expansión de su capital. En térmi-
nos de Murmis (1991) existen casos en que la “descomposición hacia arribalos
lleva a perder rasgos que los caracterizan como sector chacarero y es el trabajo
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familiar o personal. Asimismo, Álvaro (2013) da cuenta de un subtipo de producto-
res que se resiste a la modernización tecnológica como forma de inserción comer-
cial y desarrollan estrategias como la diversificación y la venta por canales alterna-
tivos.
El objetivo de reproducción social más o menos implícito en las cooperativas
es superar la concentración económica de la fruticultura buscando la integración de
las etapas de producción, empaque, conservación y venta. Las cooperativas como
cristalización de estrategias colectivas asociativas nacen en el marco de las estrate-
gias colectivas reivindicativas, formando parte del repertorio de prácticas sociales
que desarrollan los chacareros ante la crisis.
En las cooperativas Campo Grande y Fernández Oro, por la composición so-
cial de sus integrantes y sus objetivos, es equivocado pensar en la lucha por un
cambio social radical. Así, el eje de la organización, se relaciona más a la resistencia
a la exclusión del modelo neoliberal, que al cambio de modelo. Tienen capacidad
transformadora y se valen de ello para enfrentar una situación de inequidad mani-
fiesta. Las dos, surgen en un contexto de crisis, con lo cual podrían considerarse
movimientos sociales en sentido débil (Svampa, 2009) ya que, como tal persiguen
un cambio y despliegan estrategias. De manera que, transformando su realidad,
buscan mejorar la articulación dentro de la cadena de valor frutícola y apropiarse
de una parte de la renta generada (Berger y Neiman, 2010).
En la actividad frutícola en tanto campo social, existe una puja interna per-
manente por la posición ocupada por cada agente. En esta lucha, se valida y re-
afirma la existencia del campo. Así los chacareros organizados colectivamente en
cooperativas buscan una mayor apropiación de la ganancia que genera la venta de
la fruta fresca y de esa manera modificar las relaciones entre agentes (o viceversa).
En esta estrategia se expresan la necesidad de conservar su capital y simultánea-
mente, el reposicionamiento como agentes dentro de la actividad frutícola a partir
del incremento de su capital económico apoyados en el capital social. Si bien man-
tener o aumentar el capital económico es fundamental para los productores frutíco-
las, existen otros intereses que influyen en la toma de decisiones que no son sólo
económicos, como puede verse a continuación.
Los productores que avanzan en estrategias colectivas
Los productores asociados a las cooperativas Campo Grande y Fernández
Oro son aquellos que tienen trayectorias de participación en organizaciones de
índole gremial-reivindicativas, otros tienen trayectorias de asociación para la co-
mercialización con participación en cooperativas y formas eventuales de produc-
ción y venta, y también otros que han desarrollado y/o fortalecido sus estrategias
individuales de comercialización. Es decir, los productores asociados son aquellos
que, dentro de sus estrategias de reproducción social, cuentan con experiencias de
organización y participación junto a otros productores, ya sea para recomponer
derechos o para insertarse comercialmente. A su vez, estas características se conju-
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gan en un marco de confianza entre quienes se asocian. Es decir, existe un acervo
de relaciones estables entre agentes de un campo social que implica el reconoci-
miento mutuo y el sentido de pertenencia a un grupo, denominado capital social,
que en estas cooperativas se moviliza con el objeto de acumular mayor capital eco-
nómico. El reconocimiento mutuo de los integrantes, define también los límites del
grupo en términos de quienes pertenecen o no a él.
Así, si bien las dos cooperativas se gestan dentro de la organización colectiva
reivindicativa del sector, que es la cámara de productores local, y en un contexto
de crisis, sólo se asocia una parte de los productores. Por ello, podemos aludir que
quienes se asocian son aquellos que, aún con niveles de capital distinto, asumen
prácticas sociales similares ante situaciones también similares. Afirmamos que los
chacareros asociados a las cooperativas resumen en sus historias individuales, las
trayectorias de los chacareros del Alto Valle, expresando también el repertorio de
acciones colectivas del sector. Y existiendo chacareros que comparten estas trayec-
torias, carecen de los vínculos de confianza, respeto y reconocimiento. Con lo cual,
las prácticas sociales están determinadas por la posición social ocupada en un mo-
mento determinado de la fruticultura y también por los lazos construidos y esta-
blecidos (el capital social) a lo largo de las trayectorias familiares.
Rol del Estado en los procesos estudiados
El Estado, en sus diversos niveles, se hace eco de las demandas y necesida-
des planteadas por los productores que se expresan en la formulación de proyec-
tos. El período en que se conforman las cooperativas está marcado por un contexto
nacional particular. El clima de época (Berger y Neiman, 2010) implica la colabora-
ción de las organizaciones sociales en implementar políticas públicas, facilitación
de la creación de cooperativas (Plotinsky, 2015) y aporte de recursos económicos
Estatales, al sector de productores familiares capitalizados organizados (Calonge et
al., 2011). Así, emergen políticas públicas en un proceso de demandas de los pro-
ductores canalizadas y contenidas por el Estado (Féliz y López, 2012). Por un lado,
existe un condicionamiento en la formación de las cooperativas para establecerse
como beneficiarias del uso y administración de las infraestructuras construidas.
Por otro lado, subsidia las obras de infraestructura. En Campo Grande son 8 cáma-
ras frigoríficas y un galpón de empaque. En Fernández Oro, es un complejo
agroindustrial con tres galpones de acondicionamiento y envasado de miel, aromá-
ticas y conservas y una cámara frigorífica. Con lo cual, podemos afirmar que la
forma legal asociativa de cooperativas, son elegidas por los productores de manera
condicionada.
En ambos casos el nexo entre los productores y el Estado nacional es ocupa-
do y asumido por el municipio local. Estos se transforman en el interlocutor, ges-
tor, administrador de los fondos y responsable de la ejecución de los proyectos. En
diferentes momentos, son orientados y supervisados por los profesionales territo-
riales del Ministerio de Agricultura (Minagri). La intervención mayoritaria se vin-
Cooperativas frutícolas del Alto Valle 71
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cula a la ejecución de las obras y control de los recursos económicos aportados. El
grupo de productores de Campo Grande es asistido técnicamente desde el Instituto
Nacional de Asociativismo y Economía Social para la constitución de la cooperati-
va. El grupo de Fernández Oro, participa de una experiencia de venta de fruta a
través del programa Fruta para todos. Los aspectos técnicos vinculados al momen-
to oportuno de cosecha, períodos de conservación frigorífica, calidad y sanidad de
la fruta y planificación de la producción son trabajados por técnicos de INTA. Du-
rante las temporadas 2012 y 2013, en Fernández Oro, también se articula con una
profesional de Minagri.
Si bien en el período estudiado se consolidan los grupos cooperativos, ad-
quieren experiencia en la gestión y administración de frigoríficos y avanzan con la
venta de fruta en forma asociada, es preciso desarrollar y afianzar canales de venta
propios. Este es un aspecto a abarcar y fortalecer necesariamente en el marco de las
políticas públicas, implica la generación, promoción y desarrollo de canales comer-
ciales para las cooperativas. La búsqueda de espacios apropiados para la venta de
fruta con valor agregado intangible, fruta de productores familiares asociados en coope-
rativas, constituye un área vacante que cerraría el circuito comercial y completaría
la intervención estatal en los procesos estudiados.
Las aristas del asociativismo
La participación en asociaciones sectoriales es considerada una herramienta
fundamental para generar cambios, fortalecer a los productores subordinados den-
tro de la cadena comercial ayudando a mejorar su inserción y su poder de negocia-
ción. Numerosos programas estatales mencionan dentro de sus objetivos y estrate-
gias de intervención al asociativismo (Berger y Neiman, 2010). Desde el ex Progra-
ma Social Agropecuario y los clubes 4 A de INTA, y en consonancia con los para-
digmas de desarrollo que se expresan en los diferentes períodos históricos, la aso-
ciación con diversos fines se establece como práctica necesaria para intervenir con
los productores. De esta manera se ha instalado al asociativismo como solución.
Dentro de ello, se considera que la participación en las organizaciones es sinónimo
de democracia, de horizontalidad, de legitimidad y mayor representatividad.
También se la contrapone al clientelismo que genera dependencia del Estado. In-
cluso es considerada un recurso central frente al personalismo de dirigentes que
toman decisiones obviando la opinión de la mayoría de los socios.
Sin embargo, es preciso considerar otros aspectos que influyen en las prácti-
cas sociales. Los socios de las cooperativas Campo Grande y Fernández Oro, no le
dan un sentido unívoco a su participación. Como desarrollamos a lo largo de la in-
vestigación, los productores asociados tienen diferencias en cuanto a su nivel de
capitalización y las estrategias asumidas a lo largo de su trayectoria. En algunos de
ellos prevalecen las estrategias individuales y en otros las colectivas, reivindicati-
vas y asociativas. Estas diversidades también se manifiestan en los roles y funcio-
nes que le dan a su participación. Para algunos la asociación a la cooperativa se
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relaciona a su proceso de expansión económica, mientras que para otros es necesa-
ria para su inclusión. Con lo cual en los procesos estudiados confluyen productores
y confluimos agentes de desarrollo/promotores institucionales con diferentes posi-
ciones sociales y diversos intereses que también se expresan, a decir de Berger y
Neiman (2010) en diversas expectativas y representaciones del asociativismo que
producen instancias de disputa y cooperación. La resolución de los conflictos está tam-
bién atravesada por asimetrías producto de la posición ocupada dentro del campo
social, que determina el posicionamiento asumido.
Las expectativas sociales en los procesos asociativos
Los debates en torno a los procesos estudiados son numerosos. Algunos vin-
culados a la utilización de recursos económicos públicos para la construcción de
infraestructura para el uso privado de los grupos de productores. Esto es extempo-
ráneo si analizamos el rol del Estado en la construcción social e histórica del valle
con predominio de la actividad frutícola. ¿Por qué subsidiar/financiar algunos
sectores y a otros no? La provisión de infraestructura a los productores familiares
fortalece su capital económico y su capital social, logrando de esta manera el em-
poderamiento de los productores insertos de manera vulnerable dentro de la cade-
na comercial.
Además, existen expectativas de “éxito” en términos empresariales y a corto
plazo. ¿Por qué si les dan todo, fracasan? La dualidad éxito-fracaso, se mide sólo en
resultados económicos. La consolidación de los grupos asociativos, la persistencia
de los productores familiares asociados, la independencia comercial forzada por el
quiebre de la agricultura de contrato, pero valorizada por los propios involucra-
dos, la experiencia adquirida en organización-gestión-administración de los frigorí-
ficos y las prácticas cada vez más frecuentes de venta-negociación conjunta de fru-
ta son avances logrados como sujetos sociales individuales y asociados. Estas vi-
siones dejan de lado aspectos ligados a las perspectivas a futuro de estos chacare-
ros que en su mayoría apuestan a continuar dentro de la actividad productiva,
algunos profundizando la diversificación y otros renovando los montes frutales.
Mientras tanto, se ha reducido notablemente la superficie plantada en la región y
crece la superficie desempadronada del sistema de riego para cambiar su uso hacia
otros no agrícolas.
Perspectivas a futuro
Las políticas aplicadas desde el año 2016 incluyen la apertura de las impor-
taciones, promoción de la exportación a partir de la eliminación de las retenciones,
aumento de tarifas, una fuerte devaluación con inflación y, consecuentemente, un
menor consumo en el mercado interno. Esto, se da en un contexto de crisis mundial
en el cual la exportación de manzanas del Alto Valle cayó en la temporada 2016-
2017 en un 22% (Diario Río Negro, 2017), lo que, sumado a la caída del poder adqui-
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sitivo dentro del mercado interno, da indicios de un importante volumen de fruta
disponible durante el año que bajaría aún más los precios de esta. Puede afirmarse
que esto condicionará la disponibilidad de recursos en los productores frutícolas
para realizar las tareas culturales (poda durante el invierno, aplicaciones sanitarias
y raleo en primavera). Así, se condiciona el empleo de trabajadores temporarios
que realizan estas labores y la continuidad de los productores familiares ya inser-
tos de manera vulnerable en la cadena frutícola, dando inicio a un nuevo ciclo con
menor sanidad y calidad de la fruta que agrava su condición para las temporadas
siguientes.
Quedan abiertos interrogantes: en contextos de mayor concentración eco-
nómica ¿mejoran las condiciones de subsistencia de los productores asociados?
¿Cómo incide la capacidad transformadora de las cooperativas como estrategia
colectiva asociativa de los chacareros frente a la intensificación del cambio de uso
del suelo? Más allá del eje en el fortalecimiento del capital social, ¿cuáles son los
roles que le caben a las instituciones públicas que intervienen en el desarrollo ru-
ral? ¿Cuáles son los límites de la intervención en desarrollo rural sin modificar las
relaciones entre los agentes del campo social frutícola?
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Fecha de recepción: 05/05/2023
Fecha de aceptación: 15/06/2023