La Economía de la Conducta (EC) ha ganado prominencia al incorporar hallazgos de la psicología y otras ciencias del comportamiento para comprender mejor las decisiones económicas de los individuos. Si bien la EC ha logrado avances significativos en la microeconomía, su aplicación en la macroeconomía ha sido más limitada y fragmentada. Este artículo explora las posibilidades de desarrollar una "Macroeconomía de la Conducta" coherente y analiza los desafíos que enfrenta esta agenda. Después de revisar los antecedentes y la situación actual, se propone que las heurísticas, más que los sesgos cognitivos, son el concepto conductual más prometedor para conectar los niveles micro y macro. Se argumenta que el uso generalizado de heurísticas puede producir resultados agregados insostenibles, a pesar de que parezcan racionales a nivel individual. Utilizando la experiencia de la inestable economía argentina como caso de estudio, se ilustran posibles líneas de investigación conceptual y experimental. El artículo concluye discutiendo las implicaciones de política de esta perspectiva conductual, incluida la relevancia de los "nudges", las estrategias individuales versus sistémicas, el aprendizaje racional y el manejo de fluctuaciones e inflación.