La política pública y la evaluación de programas es una incorporación reciente a una cadena de intentos por parte de los gobernantes de utilizar el poder mental de académicos y científicos para promover los intereses del Estado. A los especialistas en temas de evaluación se les pide que proporcionen valoraciones retrospectivas acerca de la aplicación, rentabilidad y resultados de medidas gubernamentales con el fin de llevar a cabo una autorreflexión, lograr una comprensión más profunda y adoptar decisiones sólidamente fundamentadas por parte de los responsables del gobierno. No bastan las buenas intenciones. En la evaluación importan las buenas prácticas y sólidos resultados. La evaluación implica mirar hacia atrás con el fin de poder mirar mejor hacia delante. Es un mecanismo para controlar, sistematizar y graduar las actividades gubernamentales y sus resultados para orientarlas al futuro, y permitir que los funcionarios sean capaces de actuar de la forma más responsable, creativa y eficiente posible. Las intervenciones del Estado moderno son complejas y sus consecuencias de largo alcance, por ello, hace falta que la ciencia y la investigación social orienten las operaciones y fijen los impactos.